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HIVERNAL DE CAMPDEVÀNOL
from Revista TRAIL n.89
Primaveral
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EL INVIERNO QUE FUE
Texto y fotografía: Quim Farrero
Algo está cambiando cuando carreras que se celebran en terreno de alta montaña, en pleno mes de febrero, con el adjetivo “invernal” en su nombre, se pueden celebrar en calzones y manga corta. Y hay quien sigue negando la evidencia del cambio climático...
Pero también hay quien sigue afirmando que la tierra es plana. Ya el año pasado, nos hacíamos eco en la crónica de la Hivernal de Campdevànol de la calidez ambiental en que se celebró la carrera, contrastando con la cantidad de nieve a la que tuvieron que enfrentarse dos años atrás. Esta vez, la cosa va a más, y no como debería ser, por la nieve, a pesar de que su presencia fuera claramente superior a la de la anterior edición. Y es que el rastro del temporal Gloria, que arrasó la zona oriental de la península unas semanas atrás, se ha dejado sentir, y no sólo en lo que respecta a la cantidad de nieve acumulada en las zonas más altas de la carrera, algo que debería ser normal en el mes
56 de febrero y, sobre todo, en un itinerario que tiene una sección importante por encima de los 2000 metros de altitud en pleno Prepirineo. El Gloria ha pasado también factura a los bosques de la zona, en los que ha sido necesario trabajar rápido para volver a hacer practicables muchos de los senderos por los que transcurre una carrera que, con nueve ediciones ya a cuestas, forma parte del elenco de eventos que pueblan los meses de invierno. Para que la fiesta no pare y, además, para tejer el verdadero ecosistema del trail, aquí está la Hivernal de Campdevànol, ubicada en la antesala del Pirineo gerundense, que forma parte del cuerpo de eventos modestos, pero no por ello menos dignos.
El ambiente primaveral no pudo con los restos de nieve resultantes del temporal Gloria.
El dia, la carrera Un domingo de mediados de febrero, que amaneció bajo una espesa, fría y húmeda niebla, no dejaba entrever lo que después resultó ser: un día totalmente primaveral en el que sólo las zonas más altas, expuestas a una fría brisa, dieron una pequeña pincelada de lo que antaño fue un invierno. El sol que lució permitió disfrutar de una confortable temperatura, incluso algo demasiado elevada para los corredores en algun rincón del itinerario, al tiempo que los neveros que trufaban las secciones más altas del recorrido, planteaban problemas a los participantes menos avezados a la nieve o, incluso, al hielo resultante de la fusión durante el día de las capas superiores y su posterior rehielo a lo largo de la noche. En tramos muy puntuales este puso en apuros a algún corredor que, por no dar un pequeño rodeo —o por despiste— se vio atrapado en una pequeña pista de patinaje. De todo se aprende. Partiendo de la población de Campdevànol, el evento propone tres carreras y una caminata popular para cerca de medio millar de participantes. Las tres distancias programadas son 10, 13, 21 y 42 kilómetros, en variaciones de un recorrido que se va estirando hacia el oeste y que busca aprovechar los senderos que, desde Campdevànol, se acercan al emblemático santuario de Montgrony. A este, en cualquier caso, sólo llega el recorrido más largo, donde se ubica un avituallamiento que es también punto de corte —a las 5 horas de la salida— en el que es el kilómetro 25 de la maratón. Antes de llegar, los participantes de la prueba larga habrán ascendido a la punta más alta de la zona, el Costa Pubilla, que supera por poco los 2000 metros. A esta cima llegarán, y de ella partirán, recorriendo una bonita y cómoda cuerda, con una vista excepcional sobre la parte más oriental del Pirineo, presidida por el Puigmal, la punta más alta de la zona con 2913 metros. Observando el recorrido desde la lejanía, el Pedraforca, punto de referencia de la conocida Ultra Pirineu. En un día como el de la pasada edición de la carrera, la mencionada cuerda ofre
Las placas de hielo pusieron en apuros a algún corredor.
ce como mirador mucho más que esto, dado que su privilegiada situación prepirenaica sitúa a los corredores en posición de dar la espalda a las grandes montañas ya mencionadas y dejar viajar la vista hacia el sur. Por encima de las planicies que conforman la Cataluña central y sumergidas en la niebla el día de la carrera, sobresalen el Montseny y Montserrat, macizos emblemáticos que, cómo no, son escenario de otras carreras.
Día de gloria Desde un punto de vista deportivo, los corredores locales suelen imprimir en estas pruebas ritmos altos, aunque esto no signifique necesariamente la victoria. La familiaridad con el terreno es un valor añadido a la hora de apretar el crono. A pesar de esta presión, Albert Llonch, un corredor de un valle cercano, se impuso con autoridad a los locales dominando la carrera desde el inicio y completando los 42 kilómetros en 4h26:16, casi un cuar
to de hora por delante de su inmediato seguidor Quim Duran. En mujeres, la conocida Esther Franch hizo lo mismo en 6h00:02, superando holgadamente a su inmediata seguidora, Nuria Villegas, en unos sólidos 23 minutos. La prueba de 21 kilómetros, la más participativa, vio entrar en meta en primera posición a Isaac Barti en 1h46:03 ¡Un segundo por delante de su seguidor Josep Morales! En mujeres, la incombustible Messi Arcos se impuso claramente con 2h07:50, nueve minutos por delante de su seguidora Laia Gonfaus. Finalmente, la prueba más corta concluyó con la victoria de Marc Santacreu en un tiempo de 1h01:30, 37 segundos por delante de otro incombustible del mundo del trail: Agustí Roc. En mujeres Alba Xandri se impuso en 1h17:25, dos minutos y medio por delante de Anna Freixas.
Tras el Gloria y a pesar del calor, cualquier zona a la sombra era susceptible de albergar un nevero.