2 minute read

MITOS Y LEYENDAS

Next Article
ESCAPARATE

ESCAPARATE

IKER KARRERA

Eliseu T. Climent

Advertisement

Los pies. Fueron los pies los que convirtieron la última de sus pruebas con dorsal en un infierno inacabado. Fueron ellos quienes obligaron a Iker a abandonar en el kilómetro 100 de los 300 que tiene la PTL. Chamonix no podría despedir su carrera como corredor de montaña como se merecía, aunque sí lo había recibido con todas las galas en 2011 cuando finalizó segundo en el UTMB. Iker Karrera dio por clausurada una etapa de su vida hace dos años: dejaba de ser un personaje público, sometido a las leyes del mercado y de la promoción en redes sociales para girarse hacia su propio individuo, anónimo y modesto, libre de cualquier imposición, disfrutando de la montaña como lo había hecho cuando era un desconocido. El circo mediático no cuadraba con su manera de entender la vida. Iker no estaba hecho para ello, lo que lo empujaba a fugarse al monte, solo y en autosificiencia, compartiendo con la naturaleza sus más profundos sentimientos.

Sus retos personales fueron cayendo uno tras otro; eran sueños hechos realidad. Se inició en el Txindoki, por ser su referencia más cercana, situado en su espacio de recreo que conforma la sierra de Aralar. El de Amezketa lo ascendió y bajó en 2004 tantas veces como pudo, que fueron ocho. Dos años más tarde, se hacía con el récord de ascenso y descenso al Monte Perdido desde Torla, en 4 horas y 48 minutos. A este le siguió en 2011 el encadenamiento, en este caso con asistencia, de los tres grandes del Pirineo Central, el Posets, el Aneto y el Monte Perdido. Las cifras hablaron por sí solas: 125 kilómetros, 7.500 metros positivos, 16 horas y 53 minutos.

La que, por encima de todas le hizo saltar a la fama, fue la travesía en autosuficiencia de Chamonix-Zermatt en 2016, la clásica de las clásicas alpinas. No hay duda que con su actividad y un crono detenido en 21 horas y 20 minutos para los 105 kilómetros y 8.000 metros de ascenso, Iker abrió un capítulo en el relato de las actividades rápidas en montaña.

Un año más tarde completaba la Alta Ruta de los Perdidos, de 92 kilómetros y 6.000 metros positivos, en algo más de 13 horas. Este es el verdadero lugar del de Amezketa, la montaña en soledad, sin dorsales ni banderolas ni avituallamientos ni músicas ni publicidad. Es la montaña salvaje y humana a su vez, a la que se entregó al retirarse de las clasificaciones, donde su nombre ocupó durante la etapa de competidor las primeras posiciones de la ultradistancia. Iker tiene en su haber un palmarés nutrido de podios, entre los que destacan las victorias en Carros de Foc (2010), Transvulcania (2011), Maxi Race (2011), Eiger Ultra Trail (2012) o la Travesera de Picos de Europa y Tor des Géants (ambas en 2013). Y un segundo puesto en el UTMB (2011) o tercero en la Cavalls del Vent (2010). Pero Iker ya no es el Karrera de las clasificaciones sino más bien un individuo a quien nadie debe decirle cómo hay que vivir la relación con el monte. Y es así, porque que para algo es de Amezketa.

This article is from: