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Ciudad Abierta por Gustavo Armenta
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¿Cómo será el turismo en un gobierno de izquierda?
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Con excepción de los cargos de la milicia, desde hace muchos meses sabíamos quiénes nos gobernarían en los próximos seis años, en caso de que Andrés Manuel López Obrador ganara las elecciones presidenciales que se efectuaron a principios de este mes.
Y así fue: ganó avasalladoramente el candidato de Morena, de la izquierda.
En consecuencia, partir de la noche de este primero de julio, cuando los candidatos oponentes y el propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, reconocieron públicamente la derrota y proclamaron vencedor a AMLO, el mundo turístico nacional confirmó que el próximo secretario de Turismo será Miguel Torruco Marqués, quien había sido anunciado en ese cargo por el entonces candidato presidencial.
El perfil profesional de Torruco rompe con todo lo visto en los cinco titulares que Sectur ha tenido en lo que va de este siglo: a Leticia Navarro la reclutaron de una empresa que vendía cosméticos; Rodolfo Elizondo era un político panista que su único contacto con
el turismo había sido al frente de la Comisión del ramo en la Cámara de Diputados; Gloria Guevara sí provino de una globalizadora turística, Amadeus, pero con una visión muy limitada del espectro total de la industria turística; Claudia Ruiz Massieu, otra política, priista, sobrina de un expresidente, que desconocía el tema; y Enrique de la Madrid, técnico financiero del PRI e hijo de otro expresidente, que sabía de turismo lo que aprendió dando créditos a empresarios del sector desde su posición como director de Bancomext.
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Miguel Torruco. Fotos Turismo CDMX
En contraste, Miguel Torruco, que rebasa los 60 años de edad, lleva toda su vida laborando en la industria del turismo, en la que comenzó muy joven, como bell boy de un hotel; ha fundado
y dirigido escuelas y organismos empresariales relacionas con el sector; tiene trato directo con los principales empresarios del país y su último y más reciente empleo fue como secretario de Turismo de la Ciudad de México en el gobierno local que está por concluir.
Aunque no es muy larga, su relación con López Obrador data ya de algunos años y decidió unirse a su movimiento de regeneración nacional porque lo convencieron sus argumentos y metas. Basta platicar unos minutos con Torruco, para saber que comparte plenamente sus ganas de transformar a México.
Un ejemplo es suficiente para demostrar que la capacidad y conocimiento de Torruco sobre el turismo no tiene discusión: en enero pasado, mientras el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, deslizaba sin asegurarlo, tímidamente, que quizá en 2017 México había alcanzado el séptimo sitio en el ranking mundial de los países más visitados, lo cual iba a ser un gran logro; Torruco fue más allá y adelantó que no solamente llegaríamos al séptimo, sino al sexto lugar. Muchos lo criticaron y hasta se burlaron… pero al final, tuvo razón. Hoy México ocupa la sexta posición en ese Top Ten de la Organización Mundial del Turismo.
Dentro de cinco meses Torruco será el primer secretario de Turismo de un gobierno de izquierda y ya tiene muy claro qué quiere hacer en la materia durante los seis años que puede estar en el cargo.
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Respecto a la parte empresarial, continuará con la política obvia de facilitar el trabajo de los empresarios, con políticas públicas que les hagan atractivo seguir invirtiendo en el sector, pero poniendo especial cuidado en la sustentabilidad de las zonas que vayan a desarrollar.
No obstante, todos esperan saber cuál será el principal cambio que introduzca en materia de política pública al tratarse de un nuevo gobierno de izquierda. Lo cual no es muy difícil de adivinar.
La premisa es sencilla: el gran pendiente del turismo son los pobres. Ya no es posible que los desarrollos turísticos se construyan solamente para el goce de los turistas y la bonanza financiera de los empresarios, mientras sus empleados reciben flacos sueldos y habitan en zonas marginales.
A partir de diciembre, el crecimiento de los destinos turísticos tendrá que generar un desarrollo integral, equitativo e incluyente para sus habitantes que, además de sueldos dignos, deberán disponer de eficientes servicios de salud, vivienda, educación e infraestructura básica de servicios como agua, gas, seguridad, calles pavimentadas y diversión.
El nuevo objetivo en materia turística, insisto, es sencillo: terminar con la dicotomía de esos miles de hombres y mujeres que trabajan en medio de la opulencia, sirviendo a otros, y viviendo en la miseria. Ya no más.