POLA No2

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POLA no. 2

costumbres, cosas del día, artes, ideas, historias, lecturas, salud

abril 2016

“El segundo sexo”: aporreado al salir Por Johanna Luyssen

Libro fundador del feminismo que ha inspirado a generaciones de mujeres, de intelectuales, y militantes, desde Kate Millett a Susan Sontag, pasando por Betty Friedan o Judith Butler, ¿quién se atrevería hoy a hablar mal de “El segundo sexo”? Sin embargo, es quedarse corto decir que el ensayo de Beauvoir fue recibido con frialdad cuando se publicó. La novelista Colette Audry, en un artículo de Libération datado del día siguiente de la muerte de Beauvoir —15 de abril 1986— escribía: “A su publicación, en 1949, El segundo sexo hizo muchísimo ruido y Simone de Beauvoir comenzó a recibir una enorme cantidad de cartas. Hubo en la prensa una serie de artículos indignados, ridículos y grotescos. Beauvoir se volvió como una especie de Valkiria, de sufragista, de machorra; otros exclamaban: ¡¿Pero qué es lo que les da a las mujeres?!” La bronca comenzó mucho antes de la publicación del libro. Las lectoras y los lectores de la revista Les Temps Modernes (Los tiempos modernos), dirigida por Jean-Paul Sartre, pudieron, en efecto, encontrarse con extractos del libro en mayo y julio de 1948, mucho antes de la publicación oficial del ensayo en 1949. En una carta a su amante norteamericano Nelson Algren, fechada el 3 de agosto 1948, Beauvoir escribe: “La parte ya publicada en Les Temps Modernes ha hecho enfurecer a varios hombres; se trata de un capítulo dedicado a los mitos aberrantes que encantan a los hombres y a la poesía ridícula que producen sobre la mujer. Parece que les han tocado un nervio sensible.” Los derechistas y el “Montherlantgate” En El segundo sexo, Beauvoir ataca, entre otros, al escritor Henry de Montherlant. En el capítulo titulado “Montherlant o el pan del disgusto,” explica porqué la obra del autor de Jeunes Filles (Las jovencitas) es profundamente misógina. Comienza así: “Montherlant se inscribe en la larga tradición de machos que han retomado por cuenta propia el orgulloso maniqueísmo de Pitágoras. Él opina, siguiendo a Nietzsche, que solamente las épocas débiles han exaltado al Eterno Femenino, y que el héroe debe levantarse contra la Gran Madre.” Beauvoir continúa con un análisis de la obra, que se podría calificar de, digamos, “crítica.” Por ejemplo: “Inferior, miserable, patético, insuficiente. Montherlant quiere la mujer despreciable.” Roger Nimier, húsar de la derecha, toma la defensa de Montherlant atacando a Beauvoir, como ella lo contará después en su autobiografía, La fuerza de las cosas (La Force des Choses): “En Libertad de espíritu, Boisdeffre y Nimier rivalizaron en su desprecio. Yo era una

Maris Bustamente, El pene como instrumento de trabajo, 1982

Publicado en Libération el 14 de abril de 2016

“pobre niña, neurótica, reprimida, una frustrada, desamparada, machorra y malcogida, envidiosa y amargada, llena de complejos de inferioridad ante los hombres, ante las mujeres, consumida por el resentimiento.” ¿Y nada más? Sí, nada más. En Le Figaro, Mauriac: “Hemos llegado a los límites de lo abyecto.” Después de la publicación del capítulo llamado “La iniciación sexual de la jovencita,” donde Beauvoir escribe, por ejemplo: “Aunque el hombre haya sido empático y cortés, la primera penetración es siempre una violación”, se hizo el escándalo. Beauvoir pasa a describir en términos muy crudos la primera vez de una joven, con detalles anatómicos proliferantes: “Mientras al hombre se le “para”, la mujer “se moja.” Describe también la vulva con precisión: “El sexo femenino es misterioso para la mujer misma, escondido, atormentado, mucoso, húmedo; sangra cada mes, a veces se ensucia con sus humores, tiene una vida secreta y peligrosa.” Era demasiado para la derecha católica, en particular, para François Mauriac, el autor de Therese Desqueyroux, en Le Figaro del 30 de mayo: “Hemos llegado a los límites de lo abyecto”. El cronista del Figaro literario, André Rousseaux, expresó su “molestia” por la “disoluta” que había escrito sobre la “iniciación sexual.” De manera general, los católicos estaban indignados por tanta impudicia, y el Vaticano inscribió el texto en su índex: juzgado contrario a la fe católica, El segundo sexo será lectura prohibida para los creyentes desde 1956.


Albert Camus y el varón francés “ridiculizado” El autor de El extranjero (L’étranger) lanzó a Beauvoir esta frase matona: “Usted ha ridiculizado al varón francés.” Comentó sobre Camus, socarrona e irónica: “Mediterráneo, cultivando un orgullo español, él no concedería a la mujer la igualdad más que como una igualdad en la diferencia, y evidentemente, como lo hubiera dicho George Orwell, siempre y cuando él resultara el más equitativo de los dos.” Los comunistas molestos Beauvoir esperaba reacciones positivas de parte de la extrema izquierda, tomando en cuenta la importancia que le da al marxismo en El segundo sexo. ¡En vano! Beauvoir fue vista por muchos comunistas como una burguesa letrada que se atrevió a hablar de erotismo. La periodista de l’Humanité, Marie-Louise Barron, calificó El segundo sexo como «jaladas», añadiendo que el segundo volumen no ofrece más que insignificancias. Escribe: “Imagino el tremendo éxito de bromas que tendría la señora Beauvoir en un taller de Billancourt, por ejemplo, exponiendo su programa liberador contra la frustración.” Beauvoir recibió un número inconmensurable de cartas, anónimas y no, a veces laudatorias, muchas veces virulentas. Beauvoir cuenta en La Fuerza de las cosas: “Recibí, firmados o anónimos, epigramas, epitafios, sátiras, amonestaciones, exhortaciones que me dirigían ‘miembros muy activos del primer sexo.’ Quejosa, frígida, con priapismo, ninfómana, lesbiana, cien veces abortada, fui de todo, y hasta madre clandestina. Me ofrecían curarme de mi frigidez, contentar mis apetitos de sanguijuela; me prometían confidencias, en términos vulgares, pero en nombre de lo verdadero, lo bello, del bien y la salud, y hasta de la poesía, todo esto indignamente destruido por mí. En realidad, he sido tema de sarcasmos solamente después de El segundo sexo; antes me refrendaban indiferencia o benevolencia.” Todo esto no impidió que el libro se vendiera por cajas: su autora afirma haber vendido 22, 000 ejemplares del primer tomo desde la primera semana.

Yolanda Leal, Survival, 2015

Sensacionología de los besos Por Elia Martínez-Rodarte

Para Besa…sin remedio. Te pertenece. Sensación uno Si no me río me inundo de no decir tu nombre esclavo de mi boca asida a tu boca de extraviadas lenguas ambas que se unen como si fuesen juntas a matar. Sensación dos El vacío y un silencio violeta enmarcado en una nube de esas que piensa, en suspenso la luz blanca que transluce tras mis párpados que espejean tus párpados y filtran también la misma luz: en silencio ante esa pared de blancura se miran nuestros ojos fractales. Sensación tres Por la mañana a las 930, mi lengua llega preguntando a tu lengua. Ahora a las 2 mil 40 todavía siento la respuesta. Sensación cuatro Humo de esferas Respiramos el polvo de nuestros besos y estornudamos. Al contacto de las emanadas gotas mucosas y el polvo surgen esferas. Empiezan a flotar alrededor del planeta en donde sólo habitan nuestras bocas. Sin desasir mis labios abres los ojos y miras los ovoides oscilando en una ola invisible. Flotantes. Erráticos. Las lenguas sienten en su punta el vértigo de espiral de esferas levitantes hechas de saliva y polvo, como el polvo creacional o la arcilla en la mano de dios, como si uno necesitase que un beso se pusiese tan antiguo testamento. Como quizás seas anfibio: sólo me quité para respirar. Te dije que un beso iba maridar bien con esa mota. Sensación cinco Toco tu boca hasta el plagio. Conozco sus orillas impresas en

Mónica Mayer, Lo normal, 1978. Impresión de 10 tarjetas, Colección MUAC, UNAM, México. Actualmente en la retrospectiva: Si tiene dudas... pregunte, hasta el 31 de julio en el MUAC.


mis labios. Mi lengua cobra vida como Godzila over Tokio luchando con el mostro gigante lanzallamas de tu lengua que ya ha destruido media ciudad a coletazos. Sensación seis Asfixia ¿Qué pasa que no se quita?, ¿cuánto llevamos besándonos?, ¿por qué no me quito yo?, ¿o debo quitarme yo?, ¿por qué parece no respirar y a mí me falta el aire?, ¿será anfibio?, ¿respirará por los ojos?, ¿cuánto será lo más que aguante?, ¿cuánto aguantaré yo?, ¿cómo puede aguantar tanto?, ¿por qué me quedo sin respirar?, ¿soltaré el aire por la nariz? Sensación siete Parafilia Sólo tus labios me hacen olvidar el placer supremo de verte atando las cintas de tus zapatos. Epílogo Besar es mojar rajom se raseb ................

Miriam Medrez, Instalación en proceso, 2016

Crónica de viaje: Casa de la abuela Por Brenda Trejo

Atravesé mi ciudad para llegar al municipio de Santiago. Siempre me intrigó que lo llamaran «Pueblo Mágico». En mi ciudad, pocas veces se produce la magia. Y creo que el problema está en pensar que nos producimos y no que nos dejamos acontecer, como si despreciáramos nuestras cualidades sobrenaturales. El centro de Santiago es muy bello. Lo pienso por sus callejones empedrados y las casitas de colores adornadas con bugambilia. Hasta parecen de juguete. Me pregunto si los días aquí también son como un juego, si aquí no se sufre. En los patios de las casas hay plantas y mecedoras. Y todo esto que veo forma en mí un recuerdo. Casi todo lo que es recuerdo es melancólico y es bello. Porque lo que he perdido y extraño es bello aunque en su momento fuera feo pues me costaba aceptar la sensación de perderlo. La casa de mi infancia,

por ejemplo, era bella como las casas de Santiago. Su aspecto horroroso apareció cuando la abandonamos durante una mudanza. En ese momento la casa me pareció descolorida y desvencijada, a punto de caer en pedazos. Creo que cuando cerramos por última vez la puerta de la casa donde fuimos niños, sentimos que en ese antes cotidiano movimiento, por más suave que sea, podríamos causar la caída. También hay una explicación arquitectónica: mi casa infantil y las de Santiago me parece fueron construidas con adobe. Este material es bien conocido por su tendencia a absorber la humedad del ambiente. Quizás cuando alguien llora dentro de una casa de adobe, éste absorbe la humedad de su tristeza. De modo que algunas de las casas de Santiago tienen resquebrajadas sus bardas. En mi ciudad las casas están construidas con cemento y otros materiales de construcción que pretenden evitar el derrumbe. Pero quizás me han mentido y mi casa está construida con adobe y en mis paredes hay muchas grietas como las hay en mí. Entonces me digo en los momentos de tristeza que no debo llorar, que así no arreglo nada: no quiero soltar el llanto por temor al desmoronamiento. Santiago, por otro lado, es un pueblo que no carece de hospitalidad. Se ha encargado de albergar al viajero curioso de experiencias gastronómicas. Ya desde la carretera que conduce al centro de Santiago, hay restaurantes donde venden pescado y otros animalitos del mar. No estoy segura, pero escuché que tienen peces agitándose en el agua de una pecera pidiendo, imagino, con sus ojos vidriosos que no los coman. Me hubiera gustado enlistar la variedad de restaurantes que hay en la carretera pero en la suave velocidad del coche en que viajé, me volví somnolienta. El aroma es lo que más recuerdo de la nebulosa percepción que se forma cuando duermo. El más sobresaliente de los aromas era el de carne asada. Pero en mi ciudad también existe ese aroma y aunque me gusta, yo buscaba otros. Entro a un sitio llamado «Casa de la abuela». Es una panadería y también un restaurante. El aire huele a mantequilla derretida. Hay muchas personas sentadas en las mesas. Beben café y comen galletas o rebanadas de pan. Algunos niños corren por los pasillos. Creo que las personas disfrutan este lugar. En una de las paredes de Casa de la abuela hay una nota periodística donde quien escribe y que también visitó este lugar: siempre volvemos a los lugares infantiles, afirma nostálgico. Aquí radica la potencia mágica de este pueblo que quisiera encargarse de regresar a sus visitantes a los días infantiles donde las abuelitas siempre procuran que sus nietos no sufran. No podría decir que en Casa de la abuela no hay personas que sufran pero no me sorprendería que sufrieran menos como me sucede a mí cuando como de su pan de elote que francamente es delicioso. Estoy pasando, en este lugar, horas felices. Pero a veces, cuando me encuentro alegre tengo pensamientos trágicos. Ha de ser efecto de la malformación de mi alma humana. Pensaba que no era cierto que estoy reviviendo mi infancia en Santiago pero sí las sensaciones de mi niñez. Y una de tantas era refugiarme en el abrazo de mi abuela: sus dedos de jengibre acariciando mi espalda. Creo que las abuelas tienen en nuestra imaginación un eterno gesto de cariño. Así, regresar a los lugares infantiles es regresar con la imaginación a los refugios de la infancia. Junto a mí una ventana grande que ofrece a mi vista la iglesia del pueblo y atrás de la iglesia, un pequeño mirador. Tengo curiosidad y camino hacia el mirador. Me dice una señora que es la presa Rodrigo Gómez o “La boca” lo que contemplo. Me hace pensar en el mar. Sólo he visto el mar en las películas y sin embargo, siento que lo extraño. No sé ni a qué huele pero me siento muy feliz aquí sin saberlo. Qué curiosa es la nostalgia que me hace extrañar lugares que todavía no conozco, como un desmoronamiento.


Reacciones a breves situaciones por Margot Malaise

Ser. Generalmente no somos lo que somos. Somos lo que creemos que somos. Yo tengo unas palabras para definirme, sin embargo, ¿eso soy? ¿Qué pasará cuando no lo cumpla? Las definiciones que nos imponemos son tan rígidas que vivimos siendo lo que creemos que debemos ser y no verdaderamente lo que somos (ni siquiera lo que queremos ser). Yo ya no puedo describir quién soy, sólo puedo describir lo que estoy siendo. ¿Y tú?

—Usted ha escrito: “La vida es un jardín y todo puede ser cosechado, consumido, todo puede ser abandonado y retomado”, ¿usted me dice que todo esto se refiere también a la literatura? —¡Sí! —Pero esa avidez de vivir que se revela bajo esas palabras expresa, creo, una parte esencial de usted misma. ¿Me podría decir algo al respeto? —¿Sobre qué? ¿La avidez? La avidez, ah, mi avidez ha sido bien modesta, una que se ha contentado si la dejaba en paz, viviendo durante unos meses lo más largos posible en un campo extremadamente humilde. —En esta Francia, en la que usted dice cosecharlo todo, comerlo todo, abandonar y retomarlo todo, ¿piensa usted que de verdad podamos dejarlo todo y volver a tomarlo todo? ¿Por qué ha escrito esto?

¿Qué hacer en caso de insomnio? Leer. Escribir. Recoger. Ordenar. Tomar agua. Comer algo ligero. Cocinar. Caminar. Fumar. Escuchar música. Estudiar algo. Pintarte las uñas. Ponerte crema. Darte un masaje. Darte un baño. Trenzarte el cabello. Ordenar tu ropa por colores. Hacer algo que has pospuesto por días. Leer las cartas. Jugar. Tomar fotos. Hacer planes para la semana. Lava la ropa. Plancha. Cose los botones a tus camisas que los perdieron. Ordena tus libros por orden alfabético. Limpia tu bolsa. Planea un viaje. ¿Qué no hacer? Dar vueltas en la cama.

Aceite de coco: ¡Cásate conmigo! Por Alejandra Jaime Islas

—No, no lo creo ni por un minuto, ahora, que creo pensar todavía con sensatez, no pienso que se pueda dejarlo todo y retomarlo todo, y no quiero un apetito tan grande o una infidelidad tan grande hacia aquello que amaba. ­ Hablemos de otra Colette, la que tiene un amor, su amor mara— villoso por los animales y las plantas, usted escribe, a propósito: “Sé elegir mejor ahora, y quiero alrededor mío la vida de las plantas y la de los animales en libertad, sin desconfianza” y le dedica una página a la vida animal, ¿Se acuerda aún de algunos animales que conoció en ese momento? ­ Ah, claro que sí, los animales, es raro que los olvide, sabe usted, — ellos no se merecen, nunca, el olvido. ¿Qué quiere saber? ­ Usted nos habla, por ejemplo de un sapo que canta en la noche, — con un buche que...(Lo interrumpe) ­ Sí, un bello sapo, un enorme sapo, quizás no era él quien can— taba pero estaba ahí todo el tiempo. No lo he visto cantar y no sé si era él quien cantaba pero era un fuerte, bello, confortable, y enorme SAPO. Fragmento de la entrevista con la escritora Colette en 1950 en el programa nacional de la RTF, por André Parignot, disponible en youtube. Dibujo: José Luis Cendejas.

Confieso que soy un poco hoarder, me encanta acumular frasquitos, contenedores, cajas y envases a los cuales muchas veces no les encuentro otro uso o terminan en proyectos de reciclaje, pero también tengo mi lado que desea ser minimalista, simplificar la vida, tener pocas cosas, entre menos cosas tiene uno menos se estresa y es menos trabajo ordenar, limpiar. Entonces cuando encuentro un producto que puede servir para muchas cosas y


que además es tan natural que se puede ingerir, pues ya soy la más fan. El producto en cuestión es el aceite derivado del Kalpa Vriksha, nombre en sánscrito del árbol de coco que significa “el árbol que cubre todas las necesidades de la vida”. Además de que a mí me encanta su sabor y aroma tiene muchas propiedades: puede protegernos de infecciones causadas por microbios, es un fungicida natural, mejora el sistema inmunológico, aumenta los niveles de energía, además de ser ideal para cocinar ya que resiste las más altas temperaturas. Ahora, no cura enfermedades ni revive animales, no sirve como combustible para el coche ni paga tus deudas, pero si buscas los usos del aceite de coco puedes encontrar recetas para desodorantes, pasta dental y jabón para manos entre otras cosas. Yo sólo te contaré los que uso con más frecuencia y que he hecho durante más tiempo con muy buenos resultados. El aceite de coco es el mejor desmaquillante. Lo he usado por más de 4 años y es el más eficaz. Aplico una pequeña cantidad directo en los párpados y pestañas y masajeo suavemente para derretir hasta la más fuerte de las máscaras de pestañas a prueba de agua. Después, lo retiro con un algodón, el cual prefiero humedecer con un poco de agua. Si usas maquillaje en todo el rostro puedes hacer lo mismo y después lo retiras con una toalla que humedecerás en agua caliente, la exprimes y la pones sobre tu cara hasta que sientas que está fría pero ¡ten cuidado! No te vayas a quemar tu linda carita. Puedes repetir este procedimiento varias veces hasta que sientas que la piel ya no está grasosa. Después de lavar tu cara puedes aplicar una gotita en el contorno de ojos y líneas de expresión y si lo haces antes de dormir, aplica un poquito de aceite en tus pestañas y cejas para que crezcan más fuertes. Al salir de bañarte y mientras tienes la piel un poco húmeda, aplica una pequeña cantidad de aceite de coco en todo el cuerpo; sustituye las cremas humectantes corporales. Si usas rastrillo en tus piernas, puedes decirle adiós a las espumas y geles comerciales: sólo aplica aceite de coco en tus piernas, luego un poco de agua, masajeas y verás cómo resbala suavemente la navaja, no necesitarás aplicar nada más para que tus piernas estén suaves y tengan un súper lindo brillo. Puedes hacer tu propio exfoliante: simple y delicioso, tanto que querrás comerte a mordidas como si fueras una galleta. Vacía en un pequeño bowl la misma cantidad de aceite y azúcar; pueden ser 2 cucharadas de cada uno y esto puede variar dependiendo la consistencia que quieras que tenga tu exfoliante. Se recomienda hacer sólo una pequeña cantidad para que no se contamine. Lo aplicas cuando estés en la regadera, enjuagas y ya no tienes que usar crema después. Si tienes las puntas del cabello muy resecas lo mejor es un corte. No hay fórmula mágica que haga que tus puntas abiertas se reparen, pero para mantenerlas puedes aplicar una gotita de medios a puntas. Lo mejor es empezar con pequeñas cantidades si no parecerá que no te has lavado el pelo en semanas. Agrégale una cucharadita de aceite de coco al café y tendrás una bomba de energía, lo más seguro es que necesites hacer ejercicio porque te darán ganas de brincar y hacer burpees (ok, no). Asegúrate de que el aceite de coco sea orgánico y prensado en frío y sin refinar para que mantenga todas sus propiedades. Si tienes perros en casa es probable que te persigan como a mí pensando que eres el postre, puedes darles una cucharadita,

les hace bien. Y te recomendaría alejarte de superficies como las resbaladillas del parque si no quieres salir volando.

El azúcar: Reflexión necesaria por Cynthia Robleswelch

En 1700, la persona promedio consumía alrededor de 1kg 800 de azúcar al año. En 1800, la persona promedio consumía alrededor de 8 kg 600 de azúcar al año. En 1900, el consumo individual había aumentado a 38 kg 800 de azúcar al año.* Y así ha ido incrementado desmesuradamente y sin ningún grado de conciencia, causando ahora la mayor incidencia en enfermedades. Sin embargo, con el sólo hecho de bajarle a la ingesta y cuidar el tipo de azúcar que se consume podría haber un cambio realmente significativo. Lo digo desde mi experiencia y bajo fundamentos científicos, pero la mayoría sigue el camino del consumismo sin tomar en serio la situación. Fácil no es porque el azúcar causa adicción, pero hay mucho por hacer desde nuestras cocinas, empezando por la buena selección del mismo ya que recordemos que el cuerpo SÍ lo necesita para obtener energía y buen funcionamiento de algunos órganos. Bajo esta premisa, entonces surge este cuestionamiento: ¿Qué hacer con el consumo de frutas? Hay que entender que las frutas contienen fructuosa y a la vez nos aportan vitaminas y antioxidantes. Es preferible ingerir las frutas enteras a los jugos para recibir todos los nutrientes y no tener picos de insulina. El consumo de fruta es bueno para nuestro cuerpo, son las cantidades las que hay que cuidar. Busca en www.robleswelch.com información relacionada con este tema. * Johnson RJ and Gower T. (2009) The Sugar Fix: The High-Fructose Fallout That is Making You Sick and Fat, Pocket, 416 pp.

Magda la loca por Edna Prieto


Mientrastanto por Pau Masiques


Arte en la provincia: La hoguera de las vanidades en la tierra de la carne asada. por Erick Vázquez

Es de muy mal gusto evitar el tema de la diferencia de clases en Monterrey, y para mantener el estilo se suscitó una discusión alrededor del colectivo 3er 1/5 en el Lugar Común, la casa en la que FEMSA sostiene un centro de discusión y trabajo artístico bajo el lema Vivir mejor con menos, organizada por el artista Leo Marz y el curador Willy Kautz. El colectivo presentó en conversación una muestra de su trabajo: dos piezas con 10 años de diferencia, la primera del 2003 y la segunda del 2013. La primera de ellas es una escultura pública, que si el lector es versado en arte contemporáneo seguro comprenderá se trató de una placa o firme de concreto de cincuenta metros, colocada en una zona marginal de la mancha urbana de la ciudad. La placa de concreto se volvió un centro de atención por parte de la población circundante por la obvia razón de que ahí nada es construido para la posteridad (las habitaciones se levantan con materiales perecederos como madera reciclada dada la ingente posibilidad de la fuga). La escultura terminó usándose como plaza pública para mítines políticos, para misas de evangelistas, algunas kermeses y un velorio. La segunda obra del colectivo, realizada diez años después involucrando la misma zona, consistió en recubrir los muros de la galería Proyectos Monclova con blocks de la zona marginada, reconstruyendo un circuito económico: los habitantes de la zona fueron invitados a vender blocks que se encontraran en el lugar y se les compraron, con dinero de la galería, a 10% por encima del valor de mercado. Los blocks luego fueron transportados a la galería en la CDMX en un camión materialista y se usaron para recubrir los muros de la misma. Oferta, demanda y distribución. Las zonas marginales suelen ser ocupadas por una razón: son propiedad de la federación, es decir que técnicamente las zonas marginales son, como las aguas del mar dentro del territorio nacional, propiedad de todos los mexicanos a través de la administración del Estado. Su ocupación es entonces una opción para los desposeídos y pone a la ley en problemas por la extrema vulnerabilidad de los habitantes que, técnicamente, son protegidos igual que cualquiera por la Constitución; las áreas marginales son un área gris en muchos sentidos, legal, geográfico y político, y es en este campo minado en donde 3er 1/5 decidió irse a meter para hacer arte conceptual, discutiblemente la más elitista de las manifestaciones culturales. La suya es una posición muy delicada porque el colectivo habla desde el mainstream –esta palabra holgazana que no logro traducir con éxito– para pensar el problema de los márgenes, que son siempre los márgenes del poder. La emulación de una escultura pública y la maqueta de un circuito económico involucrando una población marginal y un consumo de élite no pueden sino replicar las prácticas del poder de una urbe y un mercado respectivamente, y en este sentido, al recrear en un proyecto el modelo del poder y no agregarle ningún adjetivo moral ni de valor alguno, al recrear las dinámicas tal cual, inevitablemente se ponen en una perspectiva crítica las prácticas del poder en su absurdo, pero aún participando de las mismas. Es una estrategia astuta sin duda porque denunciar en términos morales es confirmar la misma moral que se denuncia, es una cuestión de inocencia, de estrategias e inocencia. Las reuniones en el Lugar Común cumplen la función de reunir públicos improbables, y ese ha sido el plan de Leo Marz desde el principio: un caldo de cultivo, un ambiente para la multiplicación orgánica, lo contrario de una deseada limpieza gremial, pues por

frívolo que parezca un ambiente artístico requiere de reuniones con alcohol para que se den ciertos encuentros entre escritores y artistas, músicos y estudiantes. Era luego de esperarse que alguien hiciera la pregunta que nadie quiere que se haga: ¿Y a poco ya porque ustedes lo ponen en una galería ya es arte? Era una pregunta de esperarse porque después de todo nos encontrábamos en el Lugar Común, por lo demás —insistía mi maestra de ética en la prepa— las preguntas tontas no existen. El arquitecto Juan Casas hizo el último comentario y se llevó así la noche: El hecho de haber involucrado gente en condiciones de extrema pobreza a cambio de unos pesos resulta en una crueldad, dijo el arquitecto, palabras más o menos, crueldad que sólo podría recibir el nombre de explotación. Una explotación no en términos económicos, porque el pago era técnicamente justo, sino en términos morales. En este país donde los pobres pueden llegar a ser tan pobres como para competir con la India o África y en esta provincia donde los ricos pueden llegar a ser tan excéntricos como para un casting de David Lynch o Stanley Kubrick, la defensa del honor de los marginales sólo podía venir de la clase media. Defensa que resulta encantadora porque a pesar de haber sido una opinión por muchos en la sala inmediatamente compartida es una acusación netamente franciscana, a no ser que uno sea un efectivo portador de un voto monástico de pobreza con el sólo hecho de vivir y participar de manera productiva en una sociedad neoliberalista se colabora automáticamente en alguna explotación. Ahora, no que eso nos prive del derecho de quejarnos de la injusticia social reinante, pero el arrojar la primera o la segunda piedra implica que el acusador está diciendo: Yo no hago eso, a mí no me cuenten en sus fechorías. No se trata de ser cínico tampoco, el mercado del arte contemporáneo es, como se ha repetido ya por cien Savonarolas, la cúpula de todo lo que está corrupto dentro de los márgenes legales del capital, pero también, si Savonarola sabía lo que sucedía en los aposentos del Papa con Lucrecia Borgia era porque tratándose de perversiones si había un experto era el propio Savonarola, y de la misma forma ante el SAT no hay inocentes. La cuestión es si un artista debe tener en cuenta la moral destilada de la injusticia social y la respuesta es no. Si así fuese más de la mitad del panteón de nuestros más amados artistas debería ser barrida para en su lugar construir un centro comercial y producir trabajos como un acto de justicia poética. Ahora bien, el colectivo 3er 1/5, cuando hizo uso de la marginalidad urbana y social como materia prima para un desarrollo conceptual, debió tener en cuenta que el imperialismo artístico es visto con muy malos ojos por los conquistados, y debemos en delante contar a estos artistas dentro de la lista de los rufianes que se han valido de las sociedades marginales para sus experimentos intelectuales, como los antropólogos sin duda lo hacen, como lo hicieron los insensibles de Levi-Strauss y Malinowski, o los filósofos de la economía que, empezando por Karl Marx, se han valido de los pobres pobres para capitalizarlos con el usufructo de sus mezquinas teorías personales. Por supuesto que la galería no ha logrado vender ni al costo los más de tres mil quinientos blocks reunidos y los artistas reconocen que han tenido ese fracaso en claro desde el principio, estrategia que desconcertaría a cualquier inversionista con más de dos dedos de frente y que no podría sino irritar la moral burguesa, que de tan buena salud que goza en la clase media, irritación que no está de más, que cuando esta moral gana perdemos todos. “Girolamo Maria Francesco Matteo Savonarola (Ferrara, Italia, 21 de septiembre de 1452 - Florencia, 23 de mayo de 1498) fue un religioso dominico, predicador italiano, confesor del gobernador de Florencia, Lorenzo de Médici, organizador de las célebres hogueras de vanidad (o “quema de vanidades”) donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además de libros que consideraba licenciosos, como los de Giovanni Boccaccio. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia católica, contra la búsqueda de la gloria y contra la sodomía, sospechando que estaba en toda la sociedad de Florencia, donde él vivió.” (Wikipedia)


El amor a la vida por Erich Fromm

Sobre los orígenes de la agresión Una de las épocas más interesantes de la historia humana es la llamada “Revolución Neolítica”. Tuvo lugar en Asia Menor hace unos 10,000 años, con el desarrollo de la agricultura. Por lo demás, es muy verosímil, aunque no haya prueba alguna de ello, que hayan sido las mujeres las que descubrieron la agricultura. Es decir, descubrieron que también se cultvia hierba salvaje y se la puede mejorar transformándola en trigo o grano comestible. Los hombres no eran tan descubridores, o se dedicaban probablemente al mismo tiempo a la caza y a la cría de ovejas. Con la agricultura se descubrió que es posible no limitarse a comer lo que la Naturaleza produce por sí misma, sino que uno puede insertarse de forma productiva en el proceso natural, y que el hombre puede producir algo con su propia razón y su propia habilidad. Esto ocurrió, como hemos dicho, hace

sólo unos pocos milenios. En estos primeros 4.000 años, digamos, de la Revolución Neolítica, encontramos una sociedad verosímilmente muy amistosa, quizás en muchos aspectos similar a la que conocemos por los indios pueblo norteamericanos, donde la vida estaba presumiblemente organizada incluso de forma matriarcal, en pequeñas aldeas. Si se producía un poquito más de lo necesario para el momento, había mayores seguridades de poder ampliar la población. Pero no se acumuló tanto como para que naciera la envidia y quisieran despojarse los unos a los otros. En esta sociedad neolítica reinaba verosímilmente —como entre las razas que he mencionado— una forma democrática muy genuina de vida, y, como ya he dicho, con un rol muchísimo más fuerte de la mujer y de la madre. Sólo con posterioridad la sociedad se organizó patriarcalmente. Esto comenzó entre los años 4000 a 3000 antes de Cristo, época en que todo cambió: el hombre produjo mucho más de lo que necesitaba, poseía esclavos, se acentuó la división del trabajo; había ejércitos, existían gobernantes, se libraban guerras. (...) Y la democracia natural cedió su lugar a una jerarquía en la que todos obedecían.

Receta: Lentejas Himalaya por José Luis Cendejas

Poner a remojar un día antes medio kilo de lentejas con agua de deshielo del Himalaya. Si no la puede conseguir use agua de manantial. Si no la puede conseguir, puede usar agua de garrafón previamente agitada y puesta a serenar toda la noche en un recipiente de barro. Escurrir las lentejas y ponerles agua nueva, incorporar una ramita de orégano o tomillo fresco. Si usa tomillo, al cortarlo, tener cuidado de formar un eje este-oeste entre la planta y usted. Si usa orégano el eje debe ser norte-sur. Ponerlo a fuego lento y taparlo. Cuando las lentejas estén blandas y el caldo espeso, agregue una pizca de sal del Himalaya (no de mar, ni flor de sal) Y ya está!

Lucas de la Garza, Cyberwalk, 2012

Alcanza para seis personas O veinticuatro yoghis occidentales O noventa y dos yoghis Indús

Pola es un periódico bimestral y gratuito. Este número y el anterior fueron financiados por tresnubesediciones. Las invitaciones a contribuidores, las traducciones, y las correcciones estuvieron a cargo de Virginie Kastel y Erick Vázquez. El tiraje de este número es de 2 000 ejemplares. Contacto de la redacción: pola.actu@gmail.com

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