POLA no. 2
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abril 2016
“El segundo sexo”: aporreado al salir Por Johanna Luyssen
Libro fundador del feminismo que ha inspirado a generaciones de mujeres, de intelectuales, y militantes, desde Kate Millett a Susan Sontag, pasando por Betty Friedan o Judith Butler, ¿quién se atrevería hoy a hablar mal de “El segundo sexo”? Sin embargo, es quedarse corto decir que el ensayo de Beauvoir fue recibido con frialdad cuando se publicó. La novelista Colette Audry, en un artículo de Libération datado del día siguiente de la muerte de Beauvoir —15 de abril 1986— escribía: “A su publicación, en 1949, El segundo sexo hizo muchísimo ruido y Simone de Beauvoir comenzó a recibir una enorme cantidad de cartas. Hubo en la prensa una serie de artículos indignados, ridículos y grotescos. Beauvoir se volvió como una especie de Valkiria, de sufragista, de machorra; otros exclamaban: ¡¿Pero qué es lo que les da a las mujeres?!” La bronca comenzó mucho antes de la publicación del libro. Las lectoras y los lectores de la revista Les Temps Modernes (Los tiempos modernos), dirigida por Jean-Paul Sartre, pudieron, en efecto, encontrarse con extractos del libro en mayo y julio de 1948, mucho antes de la publicación oficial del ensayo en 1949. En una carta a su amante norteamericano Nelson Algren, fechada el 3 de agosto 1948, Beauvoir escribe: “La parte ya publicada en Les Temps Modernes ha hecho enfurecer a varios hombres; se trata de un capítulo dedicado a los mitos aberrantes que encantan a los hombres y a la poesía ridícula que producen sobre la mujer. Parece que les han tocado un nervio sensible.” Los derechistas y el “Montherlantgate” En El segundo sexo, Beauvoir ataca, entre otros, al escritor Henry de Montherlant. En el capítulo titulado “Montherlant o el pan del disgusto,” explica porqué la obra del autor de Jeunes Filles (Las jovencitas) es profundamente misógina. Comienza así: “Montherlant se inscribe en la larga tradición de machos que han retomado por cuenta propia el orgulloso maniqueísmo de Pitágoras. Él opina, siguiendo a Nietzsche, que solamente las épocas débiles han exaltado al Eterno Femenino, y que el héroe debe levantarse contra la Gran Madre.” Beauvoir continúa con un análisis de la obra, que se podría calificar de, digamos, “crítica.” Por ejemplo: “Inferior, miserable, patético, insuficiente. Montherlant quiere la mujer despreciable.” Roger Nimier, húsar de la derecha, toma la defensa de Montherlant atacando a Beauvoir, como ella lo contará después en su autobiografía, La fuerza de las cosas (La Force des Choses): “En Libertad de espíritu, Boisdeffre y Nimier rivalizaron en su desprecio. Yo era una
Maris Bustamente, El pene como instrumento de trabajo, 1982
Publicado en Libération el 14 de abril de 2016
“pobre niña, neurótica, reprimida, una frustrada, desamparada, machorra y malcogida, envidiosa y amargada, llena de complejos de inferioridad ante los hombres, ante las mujeres, consumida por el resentimiento.” ¿Y nada más? Sí, nada más. En Le Figaro, Mauriac: “Hemos llegado a los límites de lo abyecto.” Después de la publicación del capítulo llamado “La iniciación sexual de la jovencita,” donde Beauvoir escribe, por ejemplo: “Aunque el hombre haya sido empático y cortés, la primera penetración es siempre una violación”, se hizo el escándalo. Beauvoir pasa a describir en términos muy crudos la primera vez de una joven, con detalles anatómicos proliferantes: “Mientras al hombre se le “para”, la mujer “se moja.” Describe también la vulva con precisión: “El sexo femenino es misterioso para la mujer misma, escondido, atormentado, mucoso, húmedo; sangra cada mes, a veces se ensucia con sus humores, tiene una vida secreta y peligrosa.” Era demasiado para la derecha católica, en particular, para François Mauriac, el autor de Therese Desqueyroux, en Le Figaro del 30 de mayo: “Hemos llegado a los límites de lo abyecto”. El cronista del Figaro literario, André Rousseaux, expresó su “molestia” por la “disoluta” que había escrito sobre la “iniciación sexual.” De manera general, los católicos estaban indignados por tanta impudicia, y el Vaticano inscribió el texto en su índex: juzgado contrario a la fe católica, El segundo sexo será lectura prohibida para los creyentes desde 1956.