Tepetl, su glifo.

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El glifo Tepetl-cerro, y su tr谩nsito hist贸rico.


EL GLIFO CERRO-TEPETL y, su tránsito histórico. Mtro. Ulises Valiente Argüelles. Este artículo originalmente es publicado en la revista digital Arkeopatías de abril del 2012.

Este artículo amplía las dos cartas demostrativas que tenemos sobre la escritura pictográfica azteca-naua*. El fin de éste es ampliar los conceptos con un glifo harto conocido, pero ahora agregaremos más contenido, sobre todo de la parte histórica y semántica. Tal vez por conocido se considere que es un glifo “fácil”, sobre el cual no hay mucho que agregar o comprender. Así demostraremos que hay un conjunto de conceptos anclados en las tradiciones culturales de los nauas y que consolidan las estructuras gráficas conocidas como escritura glífica. Su comprensión la llevará a integrarla a las grandes escrituras del mundo tratando en algún momento de que el interés mundial se equipare a lo sucedido con los egipcios. El origen del glifo lo situamos en la cultura olmeca, estos los de Chalcatzinco, hoy en el estado de Morelos, dejaron su construcción básica grabada como petroglifos en el área. Podemos notar que en una división con ejes simétricos estamos hablando de las cuatro regiones en las cuales estaba dividida la tierra para los conceptos creacionistas del momento. Podemos rastrear al menos cuatro glifos aquí: nube, lluvia, palabra-rugido y cueva. Ahora la pregunta siguiente es, ¿cuál es la razón de su construcción? Nos tendremos que remontar a la costumbre naua que más contemporánea nos da indicios. Los nauas pensaban que una serpiente gigantesca se hundía y salía de la tierra y formaba promontorios con su cuerpo, de ahí nacen los cerros. Las cuevas eran las fauces del monstruo serpentino. Al promontorio le llamaron tepetl (con énfasis en la primera –e-), probablemente un superlativo y posesivo de tepo-, “gran roca”.

Imagen 1. Monumento 1 de Chalcatzingo, Morelos, izq; un personaje de alto rango está dentro de la misma. Monumento 9 de la misma zona. En ambos el glifo cueva de perfil y cueva de frente.

Se le asignó un color típico que le correspondía por naturaleza (azul turquesa en los bordes, verde medio alrededor del centro y verde oscuro en el centro), mientras este no cambiara se pronuncia así, tepetl. Solamente el cambio de color, tamaño, forma o la adición de otros glifos modificaba su pronunciación que entraba entonces en segundo lugar o como parte de una segunda lectura de acuerdo a las reglas gráficas descubiertas por Joaquín Galarza. El monstruo serpentino estaba encorvado y se sujetaba con sus fauces a la tierra (como lo indican los códices mixtecos en los árboles míticos). Mostraba por lo tanto su espinazo en la parte más alta y a los lados las costillas, esos pequeños rizos laterales y dispuestos en la parte media del mismo. La regla de la escritura naua marca que se podía agregar tres rizos más en la cima del espinazo pero este diseño no cambiaba la pronunciación y significado del mismo (a este concepto le denominamos variante no pertinente, ya que no afecta la lectura propia del glifo).

Imagen 2. Color típico y asignado por la tradición glífica. Der., variante no pertinente, códice Mendoza.


Imagen 3. Escritura naua, oztotl, izquierda de frente, derecha de perfil.

Puesto que tenía fauces mostraba sus encías y se agrega en la base una franja roja y luego una amarilla, es decir, la más próxima a la base. Esta construcción glífica parte del diseño olmeca antes mencionado, no conocemos su nombre en idioma olmeca pero al menos sabemos conceptos y razones de un pueblo más contemporáneo lo que nos guía hacia el pasado. Agregando más términos técnicos acumulados en 70 años de investigación glífica mexicana tenderemos dos áreas en el glifo, la parte superior y las encías. A estas dos áreas que pueden albergar glifos o cambiar de color y forma se les llamará “elementos recipientes” y a lo que contengan, “elementos contenido”. En la parte superior se pueden agregar glifos que iniciarán el conjunto de sonidos que desplazará nuestra pronunciación original y corresponde a las áreas marcadas con números…,

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1 Imagen 4. Der., se lee “tliltepetl” y no tepetl.

es decir, la regla indica que sólo en esos lugares se colocarán glifos y afectarán la pronunciación para darnos un significado generalmente de valor toponímico, pero que indicará, flora, fauna o una costumbre presente en el mismo; también un color puede “invadir” toda el área superior y tomará el primer lugar en la pronunciación como se indica en la imagen 4. Esta es una regla que se llama regla gráfica y que equivale a la gramática de las lenguas indoeuropeas. La escritura de los pueblos nauas se desarrolló hace mucho tiempo, milenios diríamos correctamente y, es el resultado de la influencia de diversos pueblos de México que querían guardar su memoria con escritura. El glifo tepetl es muy abundante en las toponimias que describen los nombres de los pueblos antiguos de México. Por lo que revisar sus constancias gráficas y sus excepciones nos lleva por el camino del desciframiento de esta maravillosa escritura. El siguiente pueblo que recibió esta construcción glífica fueron los mayas. En el códice Dresden, folio 58 (imagen 5, izq.), el monstruo de la tierra tiene un cola de pedernal con dientes, el glifo de Tezcatlipoca para los nauas. Está cabeza abajo, desciende al mundo oscuro y, su rostro son cuatro cerros dispuestos en cruz vertical con cuatro círculos en los intersticios (semejando sus ojos). Esta construcción corresponde a tepetl en su distribución a los cuatro rumbos. Los cerros están decorados en parte superior por una estrella atada a una banda. A la derecha, Tepeyolotl sale de una cueva en el códice mixteco Bodley (fol. 9).

Imagen 5.

Muchos siglos más adelante el glifo tepetl se despliega en forma de abanico y forma un macizo montañoso con siete cavidades. Su construcción es muy bella y lo encontramos en el Mapa de Cuautinchan núm. 2., aquí se refrenda el concepto de oztotl-cueva, del verbo oztia “pare”, los nauas


equiparaban la boca de la cueva al momento del nacimiento con los genitales femeninos en el momento del alumbramiento, pensaban que el vientre materno era una cueva y se abría para dar paso al recién nacido y también en las cuevas ancestrales, sus ascendientes eran paridos (nacían), de ahí la correcta traducción de Chicomoztoc como el “lugar de los siete linajes”.

La parte inferior se presenta también con modificaciones, a veces con una sola banda roja como en el lienzo de Xochimilco o con ondulaciones, las cuales pueden ser continuas o en forma de orla. Cada una indica una pronunciación extra que añade características al promontorio al que se refiere y que deben ser leídas generalmente al final de la toponimia, aclarando particularidades topográficas de los macizos montañosos. Finalmente el cerro se puede alargar y representar una serranía (tepetzalan), como en el códice Kingsborough o hacerse alargado y plano y pronunciar la palabra ixtlauatl en nauatl, “planicie” como se señala en el códice mixteco Zouche-Nuttall

Imagen 6. Izq., códice Kingsborough o Tepetlaoztoc. Entre dos cerros nevados, en una planicie, dos divinidades descienden al mundo, una llamada 6 acatl y otra llamada 7 muerte (der.), los cerros se llaman el de la izquierda 7 pedernal y el otro 8 ollin.

Para concluir diremos que el glifo cerro, con base a las mínimas pruebas presentadas, ha transitado por varias culturas a nuestro saber y cada una le ha impreso sus características personales, pero no por eso ha dejado de tener un valor gráfico y semántico muy similar entre ellas; que podemos leer y entender al menos en nauatl para regocijo y orgullo de los que estudiamos la antigua manera de escribir del grupo azteca-naua. Este rastreamiento debe hacerse con todos los glifos posibles de los catálogos generados en la investigación por el Método de Comparación y Análisis Estadístico para tener una visión conceptual e histórica de la escritura en imágenes y colores. • •

* No usamos la letra “h” para las palabras en nautal, ni acentos. Los saltillos los indicamos con una comilla. Ulises Valiente Argüelles es criptógrafo de la escritura azteca-naua, fue alumno del Dr. Joaquín Galarza (†), dirige Seminario de Códices, A. C., centro de investigación en escritura tradicional indígena. cipactli64@yahoo.com Enero 2012.


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