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2.3. Aplicación de la prueba: aplicación, corrección y clasificación
2.3. APLICACIÓN DE LA PRUEBA: APLICACIÓN, CORRECCIÓN Y CLASIFICACIÓN.
Para aplicar la prueba de evaluación tenemos que favorecer las condiciones necesarias para motivar la concentración de los alumnos al realizarla. Para ello, es conveniente:
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• Crear un ambiente tranquilo.
• Antes de comenzar, facilitar a los alumnos toda la información para que conozcan lo que se espera de ellos y las condiciones en las que se va a desarrollar la prueba.
• Hay que especificar el tiempo con el que cuentan para realizarla.
• Distribuir la prueba de evaluación a los alumnos.
Una vez hemos diseñado la prueba de evaluación y se ha desarrollado, ahora, corresponde la corrección de la misma.
Muchos autores coinciden en señalar que uno de los problemas derivados de la realización de pruebas de evaluación objetiva es la respuesta al azar por parte
del alumno. Esta respuesta es resultado de intentos por adivinar16 la respuesta que es correcta. Para paliar esta dificultad, es comúnmente utilizada la fórmula denominada “corrección por adivinación”.
Esta fórmula se basa en el supuesto de que si un ítem tiene cuatro opciones el alumno tendrá un 25% de posibilidades de acertar, es decir, si en una prueba que consta de 100 preguntas con cuatro opciones cada una, el alumno, respondiendo al azar, acertaría 25 y fallaría 75. En este caso, los ítems no respondidos no penalizarían por lo que, quizás es conveniente dejar en blanco antes de responder (en caso de ser así, habría que comunicarlo a los alumnos en las instrucciones).
Esta última fórmula se basa en el hecho de que las omisiones efectuadas por miedo a no cometer errores y ser penalizadas, en consecuencia, se habrían acertado 0/N si hubiesen respondido al azar.
Debemos saber que en el desarrollo de la prueba, las instrucciones que se den a los alumnos condicionarán los resultados. No es lo mismo que un alumno haga una prueba de evaluación sabiendo que le van a penalizar a que no lo harán y, las orientaciones que en ese sentido el profesor-evaluador le facilite,
16 Se utiliza aquí el término de “adivinación” para aludir al comportamiento del alumno al responder una pregunta cuando no conoce la respuesta pero, aún así, se arriesga y lo intenta.
condicionará, sin duda, el proceder de los alumnos. Por ejemplo, en caso de penalizar las respuestas incorrectas, el profesor puede dar alguna de las tres instrucciones siguientes condicionando los resultados:
• “Si no tenéis clara la respuesta y, dudáis, es preferible dejarla en blanco”.
• “Si no tenéis clara la respuesta y, dudáis, es preferible escoger aquella respuesta más probable, si aún así, se siguen teniendo duda, es preferible abstenerse.
• “En caso de no tener clara la respuesta y, dudar, es preferible elegir la respuesta más probable porque si se tienen los conocimientos necesarios, la probabilidad de elegir la respuesta correcta, aumenta”.
Estas instrucciones ponen de manifiesto que es preferible no responder y dejar la pregunta en blanco cuando no se tiene el conocimiento suficiente. Los resultados obtenidos no son los mismos en caso de no poder eliminar alguna de las alternativas entre las respuestas, que escoger la más probable.
Por supuesto, la respuesta de los alumnos no dependerá únicamente de las instrucciones del profesor, influirán también otras características como su actitud para hacer frente a los riesgos y la satisfacción global con las respuestas de la prueba general. Esto último significa que un alumno que sienta que ha respondido de forma satisfactoria, arriesgará más y dejará menos preguntas sin responder (aunque penalicen los fallos). Sin embargo, un alumno que tenga la sensación de no haber respondido bien a un gran número de ítems, no arriesgará y dejará más preguntas sin responder.
Para concluir, y reconociendo que hay muchas posturas en cuanto a la utilización de estas fórmulas, podemos afirmar:
• Se trata de una fórmula disuasoria para evitar respuestas al azar.
• Las ventajas de la fórmula no están claras porque parece que no contribuyen a la fiabilidad y validez de la prueba.
Penaliza indiscriminadamente a todos los alumnos, incluídos aquellos que tienen un dominio de la materia.
• La fórmula en sí misma no condiciona la respuesta del alumno, ésta se ve influenciada por otros factores como por ejemplo las instrucciones que se den al respecto.
Calificación de las pruebas de evaluación.
Una vez la prueba ha tenido lugar y se han puntuado las respuestas, independientemente de que se haya tenido en cuenta o no la adivinación por azar, es necesario transformar esa puntuación en una calificación que permita informar a los alumnos de los resultados obtenidos.
La corrección y, posteriormente la calificación, se basan normalmente en:
• El número de respuestas correctas como puntuación directa.
• La aplicación de la fórmula de corrección por adivinación.
La puntuación puede asignarse utilizando dos procedimientos:
• sistema de conversión criterial. Puede calificarse de dos formas:
1) Repartiendo proporcionalmente las puntuaciones directas entre las puntuaciones convertidas.
Utilizando este procedimiento la puntuación total se conseguirá contestando bien la mitad de los ítems de la prueba de evaluación.
La fórmula que se utiliza es la siguiente:
2) Se establece como necesario para poder superar la prueba un número correcto de respuestas: 60, 65, 70 ó 75 %.
• sistema de conversión normativo. En este sistema es el grupo a quien se le aplica la prueba quien decide como se convertirán las puntuaciones en calificaciones en función de los resultados obtenidos.
El procedimiento más utilizado es el siguiente: el profesor decide que sea la media de las puntuaciones obtenidas por los alumnos la que señale el nivel mínimo de realización. La puntuación de los alumnos según su PD esté por debajo (a1) o por encima (a2) de la media, se obtendrá con la siguiente fórmula:
Algunas recomendaciones para calificar las pruebas de evaluación.
1) Establecer una comparación entre las respuestas del alumno y la clave de respuestas correctas.
2) Contar todos los aciertos.