Mirar con nuestros ojos

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Universidad de la Tierra Oaxaca Mayo, 2020 Editores Alfredo Agudo, Elías González Gómez, Wendy López Juárez Cuidado editorial Gabriela Esteva Diseño editorial Sofía Acosta, Francisco Suárez

Licencia de Producción de Pares Atribución - Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciante (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o que apoyan el uso que hace de su obra). Compartir bajo la Misma Licencia - Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, sólo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idéntica a ésta. No Capitalista - La explotación comercial de esta obra sólo está permitida a cooperativas, organizaciones y colectivos sin fines de lucro, a organizaciones de trabajadores autogestionados, y donde no existan relaciones de explotación. Todo excedente o plusvalía obtenidos por el ejercicio de los derechos concedidos por esta Licencia sobre la Obra deben ser distribuidos por y entre los trabajadores. unitierraoax.org

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SE RIE CONT R A EL M I E DO L A E S P E RANZA El mundo que teníamos ya no está ahí. Hemos entrado en una era de incertidumbre radical: no sabemos cómo será el mundo que ha de venir. El virus derramó el vaso de una crisis profunda, ante el colapso climático y sociopolítico, que en 2019 se expresó en intensas movilizaciones populares. Desde Maquiavelo el miedo se considera la más eficaz de las herramientas de gobierno. A él han estado recurriendo ahora las élites en todo el mundo. Ediciones Unitierra comparte, en esta serie, historias y reflexiones sobre la manera en que, desde abajo, contra la política del miedo se construye esperanza.

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SE MB L A NZAS Alberto Elías González Gómez. Caminante nómada de terrenos filosóficos. Cree que todo es mentira, y en eso encuentra una liberadora verdad. Enamorado de la mística, desde la cual intenta construir, con otras y otros, mundos abiertos al Misterio. Activista interreligioso y escritor. Participa en varios procesos colectivos que buscan sentipensar modos de vida buena, como la Unitierra Oaxaca. elahaspeace7@gmail.com Alfredo Agudo. Estudioso de las historias, mitos, movimientos sociales y la organización política comunitaria en América Latina. Militante de la vida. Miembro de una familia que explora nuevas formas de aprender más allá de la escolarización. Actualmente colabora con Unitierra Oaxaca, Unitierra Huitzo Yelao y la Red de Aprendizajes Alternativos en Oaxaca. aagudog@hotmail.com Alfonso Morales. Acompañante de movimientos sociales. Diseñador gráfico de oficio, con deformación desde el graffiti a lo editorial, también cartelista y hacedor de libros. Coleccionante de plantas y lecturas. alfonso.moralestoledo@gmail.com Azael Rangel López. Didxazá-Hñähñú-Andalú. Padre de Lenia Candela Rangel Olid. Colaborador en Unitierra Oaxaca. Camina junto a varios procesos sociales en diferentes geografías con la idea-acción de construir otro cotidiano más amable y equitativo, en donde se nos reconozca en la diversidad desde nuestra propia alteridad, utilizando MIRAR CON NUESTROS OJOS

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herramientas del Diseño Industrial, del Desarrollo Rural, del pensamiento político, del fogón, de la champa, de la milpa, del caminar en las montañas y cañadas. drazaelrangel@gmail.com Itzel Farías Malagón. Mujer madre, investigadora de procesos de desescolarización, parte de una familia desescolarizada, colaboradora de la Universidad de la Tierra en Oaxaca y Unitierra Huitzo Yelao, miembro de la Red de Aprendizajes Alternativos en Oaxaca y otras redes de aprendizajes diversos. itzel.farias02@gmail.com Matthias Gossner. A través de la interpretación de su fecha de nacimiento con una guía maya tojolabal, reconoció su nahual de T’zi, que simboliza a una persona justiciera. Caminante en tierras mesoamericanas por ahora 13 años, dándose cuenta que hay más y otros mundos que los Alpes tiroleses de donde es. Cree más en las paces que en las violencias, cuya causa desencadenante atribuye a una falta de imaginación. Ha encontrado su hogar en la transformación elicitiva de conflictos. mat.gossner@elicitiva.at Wendy Monserrat López Juárez. Serrana zapoteca, fotógrafa aficionada y femicleta. Colabora en Unitierra Oaxaca retomando la crítica al desarrollo y a la mentalidad cibernética. No usa Facebook, pero escribe cartas. Espíritu de lluvia; aprendiz de los ancestros y las abuelas. wendyj@riseup.net

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ÍND ICE 7 PRESENTACIÓN 10 ¿A QUÉ DEBERÍAMOS DE TENERLE MIEDO? REFLEXIONES SOBRE LAS IMPLICACIONES POLÍTICAS DEL COVID-19 Alberto Elías González Gómez 13 PANDEMIA VIRAL: MENTE CIBERNÉTICA E INFODEMIA Wendy Monserrat López Juárez 24 LA PANDEMIA PAUSÓ AL CAPITALISMO: LLAMADO URGENTE A DETENERNOS Y PENSAR CÓMO RECUPERARNOS… A NOSOTROS MISMOS Itzel Farías Malagón y Alfredo Agudo 31 EL NOSOTROS A PRUEBA Alfonso Morales Toledo y Azael Rangel López 40 PAZ Y TRANSFORMACIÓN DE CONFLICTOS EN LA PANDEMIA Matthias Gossner 47 COVID-19: ESPERANDO LA CURA Wendy Monserrat López Juárez 54 CUANDO EL “AMOR UNIVERSAL” ES “MÁS DE LO MISMO”. SOBRE UNA ESPIRITUALIDAD POLÍTICA EN TIEMPOS DE COVID-19 Alberto Elías González Gómez

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PRE SENTAC I Ó N

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l mundo que teníamos y conocíamos va desapareciendo ante nuestros ojos. No sabemos qué vendrá. Hemos entrado en un tiempo de incertidumbre radical. Y como dicen los chilenos, no queremos volver a la normalidad, porque la normalidad era el problema. Ciertas cosas van quedando claras. Sabemos ya, por ejemplo, que se sabe muy poco del asunto. Ni siquiera se ha logrado caracterizar la enfermedad atribuida al virus y describir con precisión sus efectos. La mayoría de la gente infectada no logrará saberlo, pues no tendrá síntomas. Ciertas personas, cuyo número varía según el grupo al que pertenecen y el país en que se encuentran, sufrirán síntomas que se han vinculado al virus. La mayoría tendrá una especie de gripa, más o menos severa, que no pasará a mayores. Unas cuantas entrarán en crisis y algunas, particularmente aquellas que padecían ya malas condiciones de salud, morirán. ¿Por qué, entonces, tanto escándalo? Muchos otros virus y bacterias causan daños mucho más serios. Todos los días. En todas partes. Aunque la mortandad atribuida al coronavirus sigue creciendo, está lejos todavía de la que corresponde a diarreas virales, tuberculosis o muchas otras causas cotidianas de muerte, naturales, económicas o sociales. Menos aún se sabe sobre el tratamiento de esa “enfermedad”. Se anuncia periódicamente que se ha encontrado algo muy eficaz… solo para anunciarse, poco después, que se ha descartado. Hallazgos que se celebran con entusiasmo desaparecen pronto de la atención general. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Hasta hoy, cinco meses después de que apareció el virus, no se sabe qué hacer con las personas infectadas. Se ensayan con ellas distintos tratamientos, como si fueran conejillos de indias, y se les somete a procedimientos que solo alivian algunos síntomas. Lo que se sabe sobre métodos de prevención es sumamente confuso, porque las experiencias son muy contradictorias. No hay prueba alguna de que el confinamiento o la distancia sean realmente efectivos. Los resultados, en términos de personas recuperadas después de la infección, no dependen de la calidad de los servicios de salud o de algún tipo de tratamiento. Siguen siendo un misterio. Las pruebas que se emplean para detectar la infección se han aplicado a un número muy pequeño de personas: entre 1 y 130 por millar, según el país (Islandia tiene la cifra más alta; México, una de las más bajas). La calidad y eficacia de las pruebas está en duda. El presidente de Tanzania envió a su sistema de salud algunas muestras; se encontró el virus en las de papaya, de una codorniz y de una cabra. No se trata de deficiencias o torpezas de los operadores, sino de la naturaleza misma de las ‘pruebas’, que son solo aproximaciones probabilísticas basadas en ciertas hipótesis más o menos frágiles; solo podrían llegar a ser realmente confiables cuando se aplicaran a muchos millones de personas… y se respaldaran con resultados empíricos comprobados, lo que quizá nunca llegue a ocurrir. Vivimos en nuevas paradojas. Reina una inmensa ignorancia, pero se ha dado a la “ciencia”, que ha sido incapaz de descifrar el virus, un inmenso poder para regular el comportamiento de todo mundo. Y se nos confina y aísla, MIRAR CON NUESTROS OJOS

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cuando se necesita más que nunca una intensa interacción para enfrentar juntxs los nuevos desafíos. Necesitamos reflexiones responsables y rigurosas, abiertas a la imaginación y la diversidad. En este libro, el primero de una serie, lxs miembxs de Unitierra reflexionan sobre el tema desde sus muy distintas miradas.

Ediciones Unitierra, mayo de 2020

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¿A QUÉ DEBERÍAMOS DE TENERLE MIEDO? REFLEXIONES SOBRE LAS IMPLICACIONES POLÍTICAS DEL COVID-19 1

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ay que ser bastante críticos acerca de las narrativas apocalípticas que generan pánico, se dice que es “la mayor crisis de salud de la historia”, pero no es posible sostener semejante sentencia, existen y han existido peores circunstancias respecto a la salud en la historia humana. Se trata de una enorme crisis del “sistema de salud”, el cual se desbordaría si todos y todas nos enfermamos al mismo tiempo. Por ello, el esfuerzo de cuidarnos responde a que pueda haber atención médica para quien más lo necesita, sin que los hospitales se saturen. Este es el auténtico peligro, tanto para quienes en verdad necesitarán atención médica como para el propio sistema de salud que, durante bastante tiempo ya, ha socavado nuestra capacidad personal y comunitaria de tomar en nuestras propias manos el cuidado y la sanación. La particularidad del coronavirus es que es extremadamente contagioso y se propaga con alta velocidad. Pero la llamada amenaza mortal de un enemigo invisible puede convertirse, en la mayoría de los casos, en una gripa fuerte, pero inofensiva si la cuidamos bien. Hay que evitar los extremos de pensar que no pasa nada como de que es el final de los tiempos. Es innegable, sin embargo, que es una emergencia y que hay muchas situaciones a tener muy presentes:

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Texto inspirado en ideas de David Cayley y Gustavo Esteva. Para conocer las opiniones del primero, ver mi síntesis: <http://unitierraoax.org/preguntas-sobre-la-pandemia-actual-desdeel-punto-de-vista-de-ivan-illich-de-david-cayley/>. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Se abren las puertas para nuevos modos de totalitarismo. En muchas localidades, la policía llega antes que el personal sanitario. En un estado de emergencia se suspenden libertades y nos hacen creer que es por nuestro bien. Se podrían estar colocando los cimientos de un nuevo régimen en donde se explote al fascista que todos y todas llevamos dentro, donde necesitamos quien nos mande porque necesitamos obedecer. En regímenes así, todas y todos somos rebajados a la condición de “pre-enfermos”. Algo así como enfermos hasta demostrar lo contrario, en donde nos convertimos en una estadística abstracta para ser tratados por enfermedades que aún no tenemos, pero que podríamos llegar a tener, como el coronavirus. Se trata de la lógica del riesgo y no la del peligro. En el peligro estamos ante amenazas reales que sentimos en nuestra experiencia; en el riesgo, en cambio, se trata de formar parte de una operación matemática como un número más dentro de una población manipulada por los sistemas. Los medios de comunicación juegan un papel importante. Todo el tiempo acontecen catástrofes: hambrunas, sequías, masacres en distintos continentes. Pero todo esto no está en la primera plana de los periódicos ni en los noticieros estelares. Casi pareciera que es de mal gusto hablar de otra cosa que no sea de covid-19. Pero cabe preguntarse: ¿estaríamos igual de alarmados si no se hubiera declarado la pandemia y no se estuvieran tomando medidas tan estrictas? La percepción que tenemos de la pandemia es claramente una construcción social, derivada de los discursos oficiales y los medios.

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Hace tiempo sabíamos que se vendrían pandemias y catástrofes aún peores: el colapso del clima, el alza de la violencia patriarcal, un sistema económico basado en el despojo y la muerte, la nueva clase social en donde se nos ha catalogado a la mayoría: desechables. Estas pandemias siguen ahí, acechantes, y puede que se contagien aún más rápido que el coronavirus. Por otro lado, paralelamente, muchas personas en comunidades rurales o en la ciudad se han visto empujadas a apelar a la creatividad en aras de su subsistencia. Las instituciones que antes les daban la seguridad del sostén, hoy están rebasadas o ausentes. Tienen ahora que ocuparse por sí mismas de sus propias vidas, restableciéndose así dinámicas locales entre personas reales que se organizan para aprender, sanar, comer, habitar, producir, orar y reír. Esta es la esperanza. No queremos volver a la normalidad, sino caminar por otros senderos donde la vida sea buena a una escala gozosa y con otras y otros. Alberto Elías González Gómez San Pablo Etla, Oaxaca

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PANDEMIA VIRAL: MENTE CIBERNÉTICA E INFODEMIA

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ctualmente hay miles de mensajes difundiendo información sobre lo que está pasando en relación con el coronavirus. Nos guiamos por los discursos que escuchamos de los “los expertos” y los repetimos, desmintiendo a cualquiera que aparezca con una versión contraria o diversa a la que nos han enseñado. En el peor de los casos, la información que difundimos proviene de los mensajes que diariamente recibimos a través de WhatsApp, Facebook, Twitter y redes sociales. Otras veces recibimos rumores de nuestros vecinos, de la familia y personas de confianza, que divulgan lo que oyeron, vieron o alguien más les compartió a través de internet. La pandemia a la que estamos expuestos no solo es el virus, sino la desinformación. Hay al menos dos actitudes comunes ante la incertidumbre que vivimos en la actualidad, una de ellas es el miedo, que implica pensar en “el otro” como un enfermo potencial, que me puede a infectar. Este miedo puede develar actitudes neofascistas y exhibir a nuestro policía interno, que aprovecha el menor descuido para juzgar a quienes no cumplen debidamente el confinamiento. El miedo desbordado puede convertirse en pánico, que nos inmoviliza y produce estrés o ansiedad, por mencionar algunos de los padecimientos actuales. Otra de las actitudes, ubicada en el extremo contrario, es la completa incredulidad, que trae consigo una condición desafiante e irresponsable y nos lleva a exponernos deliberadamente a contagios, exponiendo también a nuestros seres más cercanos. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Existen diversos matices entre estos extremos, nuestra intención no es defender ninguno de ellos, sino cuestionar y diferenciar algunos aspectos relacionados con la información que recibimos y la realidad que vivimos. ¿En qué momento convertimos el discurso de los medios de comunicación en nuestra realidad social? Lo que vemos en la pantalla, en el periódico, en el libro, no es más que una reproducción o un registro de aquello que tiene existencia en la realidad social. ¿Qué ha sucedido en la mente de millones de personas? quienes afirman la existencia de una realidad virtual. La realidad que muchos conocemos se construye en experiencias concretas de la vida cotidiana. Podemos distinguir, al menos, tres formas de concebir el mundo: la oral, la alfabética y la cibernética. No se trata de periodos históricos, sino del conjunto de pensamientos que permean la concepción de una cultura y de una época determinada. Esto ya lo había observado Iván Illich, con su mirada profética, a mediados de 1980. Tomando la pandemia como pretexto, nos centraremos principalmente en la mentalidad cibernética y sus implicaciones en la construcción de la realidad social. Para iniciar, explicaremos brevemente a qué nos referimos con sociedad oral y alfabética. I. La posesión de lo irrepetible: de la voz a la escritura La sociedad oral va más allá de la simplificación del habla como expresión. Nos referimos a la concepción de un mundo distinto al plasmado a través del texto. Al igual que un relato nunca es contado de la misma forma, el recuerdo no es vivido de la misma manera. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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En la sociedad oral la palabra es vivencia, evoca a quien la pronuncia. Las historias de las abuelas adquieren matices distintos cada vez que son contadas, reviven la experiencia a través del recuerdo. Quienes escuchamos somos testigos de esa experiencia, partícipes del recuerdo y la vivencia. En la sociedad oral la palabra bastaba para sellar una promesa y atenerse a ella. La sociedad oral conserva un carácter aurático semejante al que describía Walter Benjamin: “la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)”.2 En la sociedad alfabética el habla se registra de forma visible, como si la palabra no fuera suficiente por sí sola y necesitáramos apropiarnos de ella. El hablante es sustituido por el texto y dejamos de ser testigos para convertirnos en lectores. Leer significa contar nuevamente el relato, menciona Illich. Es el texto quien nos evoca, convirtiéndonos en metáfora. “En la mentalidad alfabetizada nos pensamos como textos, dejamos de recordar y comenzamos a memorizar, alejando así toda sensación, vivencia o sentimiento, únicamente el alfabeto permite leer correctamente sin comprensión alguna”. 3 Es preciso aclarar que, al referirnos a la sociedad alfabetizada, no estamos hablando de personas capaces de leer y escribir, sino del pensamiento fundado a partir de la llegada del alfabeto, pues incluso a los analfabetos se les ha convencido de que el mundo es propiedad de la descripción. Una de las implicaciones Walter Benjamin, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en Discursos interrumpidos I, Buenos Aires, Taurus, 1989, disponible en: <https://www.ucm.es/data/cont/docs/2412015-06-06-Textos%20Pardo_Benjamin_La%20obra%20de%20arte.pdf>. 3 Iván Illich, “La alfabetización de la mentalidad. Un llamamiento a investigarla”, Cuernavaca, Tecnopolítica, 1986, disponible en: <https://www.scribd.com/document/306336830/Ivan-Illich-La-Alfabetizacion-Lega > 2

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de esta mentalidad fue la sustitución del juramento por la carta, así como la implementación de las escrituras, como símbolo de posesión. II. Mente cibernética: la máquina como evocación del “yo” La reproducción de narraciones y relatos inició con la imprenta, de esta forma, en lugar de una manifestación irrepetible, adquirimos una presencia masiva. La reproducción masiva de información implica la anulación del “yo”, pues está dirigida a personas abstractas, desconocidas e imprecisas. Ese es uno de los grandes saltos de la mentalidad oral a la cibernética, la despersonalización. La teoría de la información surgió a finales de la Segunda Guerra Mundial, es conocida también como teoría matemática de la comunicación 4 y fue diseñada por el ingeniero-matemático Claude Elwood Shannon junto con el biólogo-informático Warren Weaver. No debe extrañarnos que su modelo de comunicación explique el funcionamiento de dispositivos y máquinas, pues buscaban tener mayor efectividad en la transmisión de mensajes, por ello se habla de fuente de información > transmisor > señal > canal > receptor > destino. Sin embargo, este modelo se replicó como metáfora de nuestras formas de relación y actualmente empleamos estos conceptos abstractos de manera cotidiana, pensando como real la metáfora de la máquina. A finales de 1980, McLuchan aseguraba que habíamos extendido nuestros sentidos y nervios a través de los 4

C. E. Shannon, A Mathematical Theory of Communication, disponible en: <http://www.essrl. wustl.edu/~jao/itrg/shannon.pdf>. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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diversos medios de comunicación. Preveía una aldea global en donde los medios de comunicación serían extensiones de nuestro cuerpo. Actualmente, pensamos el medio y el mensaje como transmisores de realidad. La relación cara a cara, a través de acciones concretas como el habla, se reemplazó por un proceso simbólico de transmisión de información, realizada de forma masiva, a través de los medios de comunicación. Aun con nuestras mentes alfabetizadas empleábamos claramente la imprenta como técnica o herramienta. Actualmente hemos perdido la capacidad de distinguirnos del instrumento. La computadora, la tablet o el teléfono celular no se usan más como herramientas, sino como elementos fundamentales de nuestra realidad, estamos las 24 horas del día con un dispositivo o muy cerca de él. Los dispositivos electrónicos, bajo la premisa de ser extensiones del cuerpo, se han convertido en prótesis, nos han inhabilitado. Nos hemos convertido, como argumenta Illich, en usuarios y partes del sistema. Es la máquina quien nos evoca a través de un perfil. Somos traducidos como un conjunto de datos en lenguaje binario; ceros y unos, un bit. “Mucha gente acepta ahora [al celular y] a la computadora como la metáfora clave para sí y para su sitio en el mundo.”5 Podemos identificar al menos dos implicaciones de la mentalidad cibernética, la primera de ellas es el uso del dispositivo electrónico como metáfora de uno mismo. 5

Iván Illich, “La alfabetización de la mentalidad. Un llamamiento a investigarla”, Cuernavaca, 1989, disponible en: <https://www.scribd.com/document/306336830/Ivan-IllichLa-Alfabetizacion-Lega>. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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La segunda se relaciona con los medios masivos de comunicación y la función que se les ha concedido como extensiones de realidad. III. La magnitud de la epidemia: diferenciarnos de la abstracción Uno de los aspectos que debemos tener presente es que los medios de comunicación son herramientas de reproducción masiva de información y no extensiones de la realidad social. En la sociedad cibernética vivimos sin más recuerdos ni testimonios, tenemos solo memoria y registro. Es ahí donde tiene cabida la pregunta por la autenticidad y la confiabilidad, pero también hay lugar para la incertidumbre, pues el registro es incierto, incluso en la mejor reproducción hay pérdida. Otro de los aspectos a considerar es que el registro de las palabras, la imagen y la voz, es estática, mientras la realidad que vivimos se va transformando a una velocidad que ni la trasmisión en vivo puede capturar, sino simplemente replicar; traducir en un conjunto de datos, que serán proyectados a través de algún dispositivo, impreso o digital. Así como la voz fue desplazada por la escritura, la palabra ha sido opacada por la imagen, hasta el punto de utilizarla como argumento. “La curva demográfica es el icono de algo en movimiento que hoy en día sabemos que no es estable”,6 la descripción de población escapa a cualquier medida de control, pues la realidad, que acontece en múltiples contextos, es cambiante. En México y el mundo, la gran pregunta ha sido por la precisión en el número de personas contagiadas y muertas debido al covid-19 ¿cuál es la magnitud de la epidemia? 6

Iván Illich, “La era de los sistemas” conversación con David Cayley, 2005, disponible en: <https:// www.ivanillich.org.mx/sistemas.pdf> MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Aquí ocurre el primer proceso de abstracción de la realidad, pues dejamos de ser personas para convertirnos en números. Somos traducidos como parte de una ecuación matemática, una estadística que “no se refiere a las personas sino a las poblaciones: nadie sabe qué pasará con esta o aquella persona, pero lo que sucederá con el conjunto de esas personas puede expresarse como una probabilidad”.7 En esta probabilidad se mide el riesgo, una construcción estadística que no tiene anclaje en la realidad particular sino en la abstracción general. Una vez despersonalizados, nos proyectamos en la población, en la estadística, interiorizamos los cálculos, los riesgos, la probabilidad. Esta actitud ha generado miedo, depresión y ansiedad, pues abstraídos en la población perdemos contacto con nuestro contexto, no sabemos la situación de nuestros vecinos o de nuestro barrio, pero los expertos han asegurado que en la población ha aumentado el contagio y la mortalidad, vivimos aterrorizados esperando no volvernos parte de la estadística. Valdría la pena diferenciarnos de la abstracción, reconocer nuestra realidad; el lugar donde vivimos, las personas con las que coincidimos, saber la situación de nuestros familiares, amigos o vecinos. Conocer el entorno más cercano podría proveernos información del peligro real, en lugar de alarmarnos por el riesgo general. Los medios de comunicación han sustituido la capacidad de informarnos entre sí; de hablar entre nosotros, sobre nuestras vivencias y experiencias concretas. 7

Preguntas sobre la pandemia actual desde el punto de vista de Iván Illich de David Cayley, 2020, disponible en: <https://solidariosdelasanidad.blogspot.com/2020/04/preguntas-sobre-la-pandemia-actual.html?fbclid=IwAR3PBfn_3yDMMEUgMXUAuqeH7sWZGEdigurzEDApXPNyuDX0rRmOdNSNuEg>. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Las conversaciones actuales se basan en lo que vimos en internet, lo que oímos en la tele, en la radio, en un audio que nos compartieron en WhatsApp, todo aquello que quizás nada tiene qué ver con nuestra vida cotidiana. En el mejor de los casos no es más que una réplica de acontecimientos lejanos y en el peor de los casos son narrativas difundidas por personas igual de incrédulas, confundidas o asustadas, como muchos de nosotros. No se trata de cegarnos o estrechar nuestra mirada y evitar el uso de los medios masivos de comunicación, sino de diferenciarnos de ellos, devolverles su lugar como herramientas, distinguirnos de la abstracción y abrir los ojos a la realidad concreta. Unir e intercambiar experiencias y miradas con las miradas de otras y otros, no será lo mismo que quedarnos cegados por la mirada única que nos imponen los medios, en donde la información que se difunde es general y estandarizada: lo mismo para una ciudad industrial, en donde los contagios se reproducen incontrolablemente, que, para una comunidad en las montañas, donde el estilo de vida claramente es diferente. Aunque continuáramos aferrados a la estadística, no es posible ocultar las múltiples dudas que existen respecto a ella, sobre todo en México. Aun cuando las estadísticas pudieran ser confiables, los gobiernos claramente no saben qué hacer. Ante la falta de certezas, tanto de científicos como de gobernantes, y el desconocimiento de no saber claramente a lo que se enfrentan, la única estrategia que se les ha ocurrido ha sido el confinamiento, la militarización y la política del miedo. El mandato a la obediencia que muchos están siguiendo se sustenta en el desconocimiento de los expertos. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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VI. Pandemia viral: la realidad del covid-19 En la mentalidad cibernética utilizamos las imágenes como argumentos, ya sea la curva demográfica o el video que compartimos en internet. Ya no acudimos al recuerdo o a la experiencia, pero tampoco a la memoria, pues un dispositivo nos ha desplazado de esta función. La mayor parte de la información que conocemos respecto al covid-19 la obtenemos a través de los medios de comunicación. ¿Qué es la realidad para los medios masivos? Se puede hablar de ella en dos sentidos, la realidad de sus operaciones técnicas, en donde la misma tecnología delimita lo que es posible transmitir y estructura cómo se transmite. Hay un marco de realidad seleccionado, representado y reproducido a través del medio. Pero hay un segundo sentido: “lo que aparece como realidad para ellos, o aquello que los otros tienen por realidad porque lo han tomado de los medios de comunicación”.8 Los medios construyen un marco de realidad, que nosotros nos apropiamos y difundimos, generando un efecto reflejante. Esta es la ilusión de la sociedad cibernética, en donde nos convertimos en usuarios y partes del sistema. No se trata de iniciar una discusión ontológica y suponer una realidad objetiva, sino de entender las operaciones técnicas de los medios para diferenciar sus transmisiones, y representaciones, de la realidad social. Los medios operan con el código binario informar/no informar, por ello, no hay pretensión de verdad, excepto en 8

N. Luhmann, La realidad de los medios de masas (Die Realität der Massen Medien), Barcelona, Antrophos, 2000. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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los reportajes, cuyo valor radica en el estado de conocimiento que pueden ofrecer al público acerca de una situación, evento extraordinario o enfermedad. La constante reproducción de información en los medios genera tantas réplicas, que muchas veces resulta imposible conocer su origen. La información, además, es tan rápidamente difundida que por ello se usa la analogía con lo viral. Recientemente ha surgido el término infodemia 9 para referirse a la cantidad excesiva de información, que genera difícil acceso a fuentes de confianza y propaga información errónea, creando rumores y confusión entre las personas. Se difunde más rápido que el mismo virus. Podemos jugar con estas analogías: virus, pandemia, enfermedad, pero debemos ser muy cuidadosos para no confundir analogía y realidad. Hagamos lo posible por que estas “enfermedades digitales” no se encarnen en nuestra realidad convirtiéndose en depresión, estrés, miedo o ansiedad. Ese es el peligro de no diferenciarnos de la herramienta digital y del medio. Los cambios de la mentalidad oral a la cibernética son evidentes: en la sociedad oral, para replicar un relato es necesario recordarlo. En la sociedad alfabética, para copiar un escrito es necesario memorizarlo. En la sociedad virtual, para reproducir la información, basta un simple clic. “Y así como la alfabetización lega es en buena medida independiente de las habilidades letradas del individuo, así la mente cibernética es igualmente 9

Más información en United Nations “UN tackles ‘infodemic’ of misinformation and cybercrime in COVID-19 crisis”, disponible en: <https://www.un.org/en/un-coronavirus-communications-team/ un-tackling-%E2%80%98infodemic%E2%80%99-misinformation-and-cybercrime-covid-19>. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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independiente de la destreza técnica del individuo frente a la computadora.” 10 La palabra cibernética proviene del griego kyberne ̄ t ikē y se refiere a la acción de timonear un velero. No estaría mal que retomáramos el rumbo del barco. Wendy Monserrat López Juárez Yaa Cuetzi, San Antonio Cuajimoloyas, Oaxaca

Iván Illich, “La alfabetización de la mentalidad. Un llamamiento a investigarla”, Cuernavaca, 1986, disponible en: <https://www.scribd.com/document/306336830/Ivan-IllichLa-Alfabetizacion-Lega >.

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LA PANDEMIA PAUSÓ AL CAPITALISMO: LLAMADO URGENTE A DETENERNOS Y PENSAR CÓMO RECUPERARNOS… A NOSOTROS MISMOS

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ace unos meses visitamos un campo de experimentación en permacultura cercano a la ciudad de Oaxaca. El compañero que nos recibió nos explicaba que al caer la lluvia hay una gran diferencia entre el agua que baja de los cerros de manera acelerada y el agua que se infiltra en los cerros, es decir, entre el agua rápida y el agua lenta. El agua rápida, comentaba, erosiona la tierra, se lleva el suelo y por tanto deja el lugar sin vida. Los humanos al deforestar los cerros hemos provocado que no haya árboles que infiltren el agua, sino que, al caer la lluvia encuentra una superficie impermeable que origina que el agua baje tan rápido que, además de que no se queda a nutrir los cerros, viaja rápidamente hacia a los valles donde se establecieron las ciudades, cubiertas de cemento, donde tampoco se puede infiltrar el agua y provoca desastres a su paso e inundaciones ahí donde no puede avanzar más. Por el contrario, cuando el territorio tiene árboles, arbustos y en general vida vegetal el agua baja lentamente y se va evaporando poco a poco extendiendo su proceso vital. El esfuerzo humano que se hace al regenerar la tierra radica en instalar barreras naturales que permitan que este ciclo ocurra. Creo que esta es una metáfora excelente para pensar la lógica de la modernidad y por tanto del capitalismo. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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La modernidad nació de la necesidad de los europeos que se encontraban en una situación de escasez −inducida por el fanatismo y la violencia excesiva− y, al buscar un comercio que les permitiera remontar su situación de precariedad, encontraron un continente con muchas riquezas materiales y poca vocación militar, el cual saquearon con una voracidad que se registra en todas las crónicas de la época. Cuando ya no tuvieron capacidad de saqueo, esclavizaron africanos −creando un desastre demográfico que es el origen de la miseria africana actual−, con el fin de traficarlos y continuar el saqueo de forma intensiva. Esas son las bases de la modernidad, aunque después se piense en ella evocando obras de arte o expresiones culturales sublimes, su lógica interna es la de la voracidad. De esa lógica, de saqueo y sobreexplotación, nació la ciencia moderna y el capitalismo le siguió los pasos, la primera cobró forma como conjunto de métodos para intensificar el saqueo y la explotación y el segundo como forma científica de explotar la naturaleza y a las personas. La lógica de ambas es el crecimiento de la producción de mercancías para comerciar y acumular riqueza que después se reinvierte en la producción de más mercancías, dinámica en la que no importa la necesidad o los deseos de las personas, sino la acumulación de riqueza. Esa lógica ansiosa de acumulación y consumo voraz de los recursos ha llevado al agotamiento de los ecosistemas en las zonas aledañas a las ciudades, donde los montes ya no pueden detener el agua que corre rápido, sin reposo y sin convivencia con los seres vivos, y se ha impregnado en todos los ámbitos de la vida social moderna. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Así como el agua cercana a los centros de la modernidad que son las ciudades, corre sin poder detenerse porque los ecosistemas fueron exterminados y no hay asideros para la vida, así también la misma dinámica exterminó nuestra capacidad de disfrutar la vida, de satisfacer nuestras necesidades y atender nuestros deseos y de relacionarnos con los otros, y estamos metidos en una carrera enloquecida por cumplir cosas, obtenerlas y transformarlas con la dinámica frenética del capitalismo, incluso la necesidad de detener el capitalismo lo hacemos desde esa lógica frenética, pensando que si hacemos más que el capitalismo, pero en contra de él, lo podremos derrotar. No se entienda que estas líneas recomiendan dejar de resistir o de pelear contra el capital y su destrucción del planeta, quienes esto escriben consideramos que es absolutamente necesario y que se está volviendo cada vez más urgente luchar contra el capitalismo y la destrucción que impone, pero consideramos que es preciso detenernos a pensar cómo podemos luchar mejor y afirmamos que la lógica frenética es una de las armas más poderosas para la reproducción del capital. Mientras nos mantengamos en esa dinámica, aunque queramos combatir al capital, lo que hacemos es expandir su dinámica y salir de esa lógica es una manera de escapar a su reproducción y generar mejores formas de lucha. La pandemia covid-19 ha creado una situación tan inusitada y a la vez tan acorde con la lógica interna de la modernidad y el capitalismo que desconcierta a cualquiera. Nos desestabilizó a todxs y a la mayoría nos recluyó en nuestros hogares donde, al principio, nos sentimos MIRAR CON NUESTROS OJOS

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fuera de la escena porque estamos acostumbrados a ser sociales y productivos y, al no poder serlo, el desconcierto se fue convirtiendo en desesperación. Esto nos llevó a pasar por alto que la pandemia también había cumplido el ideal de los movimientos obreros del siglo XX que demandaban parar el capital llamando a huelgas y paros nacionales e incluso internacionales. Parar al capital, para los obreros del siglo XX, tenía la doble intención de detener la explotación, tanto de los humanos como de lo que entonces llamaban recursos (y hoy en la academia llamamos naturaleza para no verla de manera impersonal), y demostrar que no necesitamos el capitalismo para vivir, que podemos vivir sin él y que incluso podríamos ser más felices si no existiera el capitalismo. Hoy la pandemia ha parado la producción capitalista, el consumo de petróleo se redujo al grado que los depósitos están llenos y hay buques de petróleo esperando en el mar porque nadie los necesita; los traslados en la Ciudad de México se redujeron 60% en el mes de abril y, como dicen muchos testimonios del mundo, hasta la fauna está visitando las ciudades al disminuir el bullicio. La producción se redujo al mínimo, a los sectores esenciales que les llaman, lo cual demuestra que en realidad con poco trabajo humano podemos vivir tod@s y que la mayoría de las labores no son esenciales y sin embargo a esas les dedicamos la mayor parte de las fuerzas humanas. Lo que producen son sociedades enfermas emocional y físicamente que se vuelven más vulnerables ante un virus no grave como el covid-19, además de la devastación a la fuente de nuestra subsistencia que es la naturaleza. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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La activista y escritora india Arundhati Roy escribió el 2 de abril un texto en el que afirma que la pandemia es un portal hacia algo nuevo, que históricamente las pandemias han servido para reformular dinámicas sociales y que puede ser el caso de la que vivimos en estas semanas o tal vez meses. Contemplando la posibilidad de un portal, el llamado es a no menospreciar la situación y enfocar nuestra energía a esta posibilidad, para lo cual creemos que debemos salirnos de la lógica frenética capitalista. Pensamos en algunas propuestas concretas que puedan servir para todxs, con la idea de que se enriquezcan por quien quiera hacerlo, las primeras son las siguientes: Detener la productividad que piden los empleos. En estos momentos las personas que ocupan cargos gerenciales quieren mantener la aparente productividad, pero quienes estamos en casa tenemos la posibilidad de cumplir las labores propias del trabajo y no generar excedentes innecesarios. Detener la lógica escolar. Las escuelas están sobrecargando a los niños y jóvenes de labores por cumplir con objetivos educativos que son innecesarios para el aprendizaje. Tenemos la posibilidad de recuperar el gusto por aprender y llegar a los objetivos sin realizar la sobrecarga de trabajos que piden las escuelas. Hay una corriente de familias que hemos decidido no ir a la escuela y estamos descubriendo que el aprendizaje fluye de la misma manera sin saturación e, incluso, es más placentero.

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Detener el consumo excesivo de información. En esta pandemia hay una desmesurada producción de materiales de todo tipo y para todos los gustos e ideologías que abordan temas relacionados con el análisis de movimientos paso a paso, causas y posibles consecuencias de la pandemia, la mayoría de ellos repiten información con matices. El llamado es a identificar algunas pocas fuentes de información acordes conmigo ideológicamente (todos tenemos una ideología) y que no nos llenemos de información, incluso hay una oferta desmedida de eventos culturales en línea que nos satura, que habría que pensar si para nosotros es sano consumir mucho de ello, aunque sea de muy buena calidad, sin tener posibilidad de procesarlo. Detener algunos de los aspectos de nuestra vida podría hacer que ese flujo de información y riqueza social y cultural no nos pasen como avalancha de agua rápida y más bien se quede un poco en nosotros para nutrirnos y ayudarnos a pensar un mundo más disfrutable. Estudios científicos afirman que en este tiempo podríamos todos trabajar cuatro horas diarias y con lo que se produce en esas horas tener ingresos buenos, así todos tendríamos trabajo e ingreso. Imaginemos que eso sucede, ¿qué nos gustaría hacer en las horas no laborales?, ¿qué cosas hemos querido hacer siempre?, ¿qué cosas disfrutamos más? Imaginemos que para ir al trabajo no tuviéramos que invertir horas de transporte, sino unos minutos y pudiéramos hacerlo a pie o en bicicleta, que para viajar y conocer tuviéramos transportes públicos eficientes y baratos que nos permitieran disfrutar el mundo. Imaginemos con qué personas MIRAR CON NUESTROS OJOS

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nos gustaría convivir cotidianamente, con quien pudiéramos compartir no solo pláticas, sino incluso la organización vecinal para mejorar la vida permanentemente. ¿No bajaría esto muchas de las tensiones actuales? Todo ello es posible, pero requiere que le pongamos un poco de atención, por ello el llamado es a detenernos y pensar en eso que sí queremos. Itzel Farías Malagón Alfredo Agudo San Agustín Etla, Oaxaca

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EL NOSOTROS A PRUEBA

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a pandemia es para todos… la solución; en los movimientos sociales, en la comunidad, en la organización del nosotros.11 Hemos vivido un momento histórico particular: la medicina no estaba lejos de ejercer un monopolio sobre la construcción social de la realidad corporal.12 El sistema de salud como constructor de dispositivos de control social, el turno del covid-19 Es de admirar cómo se han detenido las mareas, las mareas humanas y la marea del tiempo. Parados desde el borde del acantilado, vimos el mar agitado a lo largo del año 2019; veíamos frente a nosotros las nubes oscuras de la tormenta. Aprendimos que un otro mundo de abajo existe y se rebela, dice ya no más. Durante ese año, lo que pudimos ver era la marea del movimiento social, arrasando con la realidad, arrasando con el orden establecido, con el estado de las cosas, el tsunami que tuvo diferentes caras, diferentes abajos, que miran y luchan siendo indígena en ecuatoriano, boliviano, estudiante colombiano, chileno, mapuche, mujer, afro, feminista, y la marea que lo arrasó todo, que puso a los estados, a las burguesías, a los medios, a medio mundo de cabeza... se detuvo. La marea se detuvo, de lejos, allende de los mares, venía, lo que miramos como una peste, como la peste medieval. 11 12

Palabras de otros calendarios para estos calendarios. Iván Illich, “Doce años después de Némesis médica”, en Obras completas, vol. II, México, FCE, 2008, col. Tezontle, p. 608. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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El miedo invadió todo, cada rincón del mundo conocido, el mundo moderno fue llenado por el miedo a la peste, por el miedo al contagio. Llegó la pandemia a nuestras vidas, a nuestras realidades, y la cura que hasta ahora ha sido, es, aunque parezca incierto, el encierro/la cuarentena/el aislamiento/el quedarse en casa. Se nos ha impuesto la individualización de la sociedad y la construcción del miedo hasta para dar abrazos… el sistema ha creado un artefacto o dispositivo de sometimiento y dominación. El llamado a seguir la cuarentena por la pandemia provocada por el covid-19, resulta de una combinación bizarra de reglas del sistema penitenciario, de la sociedad capitalista, de la sociedad en el panóptico,13 la suma de todos los males. ¿De qué nos estamos protegiendo? de algo que no sabemos en muchos casos si lo tendremos y qué es lo que tendremos. Los sistemas de salud en el mundo y en México en particular, muestran la incapacidad y falta de voluntad material y política para atender, ahora sí, una crisis real de salud pública consecuencia de infecciones virales atípicas. El poder que se autoconstruyen las instituciones de Estado, es el tipo de subjetivación que ejerce y produce la “información-covid-19” sobre el sujeto. El sistema neoliberal y sus operadores, en los últimos 30 años, han desmantelado el débil andamiaje que se había construido bajo el sistema de salud, tanto en sus estructuras materiales llámese hospitales, centros de salud y casas de salud, como en recursos humanos, de instrumental básicos y complejos como los ahora famosos “respiradores” y de fármacos para hacer frente en emergencia a una crisis de salud hoy. 13

Un panóptico es una construcción cuyo diseño hace que se pueda observar la totalidad de su superficie interior desde un único punto. Este tipo de estructuras, por lo tanto, facilita el control de quienes se hallan dentro del edificio. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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En esta nueva situación de confinamiento, para el sistema-Estado, ha sido fácil ejercer una nueva forma de poder, biopoder, bioseguridad, basados en las premisas científicas como verdades absolutas o sanitarias. Una nueva normalidad, una nueva situación cotidiana es algo que tiene el Estado por su propia concepción, como aparato de legalidad-permanencia, a través de dispositivos de represión-opresión como la policía, el ejército, los programas de desarrollo social, el sistema de salud y sus diferentes microdispositivos. Se suma a este abanico, la opresión del biopoder; el poder de construcción social del miedo del SARS-CoV-2 (covid-19). Todas estas rupturas en los cuerpos, en lo social cotidiano y su reproducción, tienen como referencia directa la representación del poder como soberanía. Campo que no está en el Estado fundamentalmente, pero lo reproduce, si no en el cuerpo social, en las relaciones sociales, en lo fragmentario, en lo local, que se generan al interior de los procesos administrativo-políticos, de las instituciones, del propio sistema de salud. Introyectamos el sistema opresor de confinamiento, lo reproducimos, lo contagiamos; nos convertimos en transmisores del sistema opresor. Una subjetivación que sujeta, que constriñe y gobierna, y en su caso construye sujetos individuales, sujetos que se autoconstruyen “policías de la moral” “inspectores sanitarios”. estos sujetos, aunque no destruyan, categorizan al individuo, lo marcan en su propia individualidad, como hemos visto en diferentes geografías en donde personas molestas, por falta de información de sus “pacientes” internados en hospitales, agreden a trabajadores sanitarios. También está el otro extremo, en donde personas violenMIRAR CON NUESTROS OJOS

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tan a otras que suponen “contagiadas”: “quemaremos las casas de los que estén contagiados”, dicen, se escucha… exceso de información, desconocimiento. En el nosotros a prueba pensamos en el zapatismo como movimiento social paradigmático, que se reformula y construye su propio poder, ejercicio materializado por todas las comunidades en colectivo, pero nunca sin “sacrificar” su individualidad en relación con el otro. Su aportación fundamental es entender y plantear que cualquier esfuerzo, en algún sentido o en todos, solo pospondrá el “problema” si estos esfuerzos no se dan dentro de un nuevo marco de relaciones políticas nacionales, regionales y locales: en espacios pues de democracia, libertad y justicia. La luz que es el zapatismo en su práctica y en su quehacer, es el espejo humeante que nos revela un mundo muy otro posible, más digno; nos vislumbra y contagia, de esperanza. ¿Qué es la esperanza? primero definámosla, en este caminar y desde esta y otras tierras, como un nudo de entre montañas y valles... como dicen los compas de Oaxaca; acá se organizan para ir tejiendo la esperanza, tejida en proyectos autonómicos, organizativos, asambleas, pueblos y comunidades que organizadas están en un caminar-haciendo; la revuelta sin objetivos, de cuando el objetivo es cambiar el mundo, construir uno-otro… tejer la vida, bordar esperanza, cosechar lo vivo. Acá se organizan para ir tejiendo la esperanza, hecha proyectos autonómicos, organizativos, asambleas, pueblos y comunidades que organizadas están en un caminar-haciendo. La revuelta sin objetivos, de cuando el objetivo es cambiar el mundo, construir otro… tejer la vida, bordar esperanza, cosechar vida. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Es momento ya de seguir en la construcción de la bifurcación histórica como la que se inició hace 50 años, como las luchas de los campesinos a principios de los setenta, los movimientos sindicalistas honestos de los años ochenta, la búsqueda de justicia por todos los profesores asesinados antes de 1994, como la lucha de los indígenas a mediados de los noventa y desde hace más de 500 años, de los estudiantes a finales de la década de los noventa, la lucha de las mujeres todas, ni una menos nunca, en ningún lugar. Desde los movimientos sociales que en Oaxaca tienen actividad y trabajo organizativo, podemos en principio nombrar algunas de estas organizaciones. La sección XXII sería la hermana mayor de las organizaciones. Procedentes de todos los rincones del estado, los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) son en sí un movimiento o una sociedad en movimiento, que básicamente tienen hoy una lucha centrada en alcanzar mejoras gremiales como maestras y maestros que son, tienen la capacidad de poner en jaque al gobierno y arrebatarle tanto la narrativa como la ciudad y el Estado. En 2006 la insurrección que dio origen a la Comuna de Oaxaca deviene del impulso primero del plantón en el zócalo y su posterior desalojo el 14 de junio de ese año. En ese momento el movimiento tomó otro camino, surgió el movimiento popular, el magisterio en su conjunto solo formó una parte de lo que desde ese momento se conoció como la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Podemos leerlo en “¡Ya sabemos! no más impunidad en Oaxaca” informe de la comisión de la verdad sobre los hechos que motivaron las violaciones a los derechos humanos al pueblo oaxaqueño en 2006 y 2007. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Este año dejó su impronta en una generación de activistas, gentes del común, organizaciones, colectivos, y hoy frente a los retos que implica la pandemia, son quienes tejen entre las grietas del sistema, la esperanza hecha maíz, hecha milpa, hecha cosecha, hecha radio comunitaria, hecha resistencia y rebeldía, hecha en lo vivo y en la vida toda. A partir de la insurgencia del 2006 y su posterior represión, inicia un proceso de volver a la construcción de nuevas alternativas, desde la posición de haber vivido una revolución, de haber alcanzado por un momento la esperanza, el movimiento social se vuelca dentro de sí, dentro de cada comunidad, pueblo, colectivo, dentro de otros nuevos colectivos, semillas que germinaron en organizaciones, y se inicia nuevamente la marcha y el esfuerzo por cambiar el estado de las cosas. La represión no cesó, el terrorismo de Estado es la manera de hacer las cosas por parte del sistema. Esta hidra contiene, entre otras de sus mil caras, la cara de la tortura, de la desaparición forzada, la cara del asesinato, pero también le significan las caras de la traición, de la mentira, de la venta del territorio, de la cesión de la soberanía a las trasnacionales, de la venta de la tierra, de la explotación del territorio. Posterior al 2006 se instala un estado de terror, terrorismo de Estado (con todo lo que signifique esta narrativa), a la luz de la distancia y el tiempo. En el terreno de las atenciones sanitarias: zika, dengue, chikungunya, en el istmo de Tehuantepec en Oaxaca, comunidades enteras se contagiaron de esta enfermedad viral trasmitida por un mosquito infectado, y no, no se atendió ni siquiera como un problema de salud pública. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Xuuuu. Cuando retembló la tierra Entrada la noche, la tierra rugió, el suelo se abrió, de las entrañas de la tierra emergió un nuevo sufrir, se movió el centro de la tierra, se derrumbaron las casas, se derrumbaron los sueños. El istmo de Tehuantepec se convirtió en el epicentro del dolor, fue la tierra quien reclamó a sus hijos la existencia, fue la tierra quien derribó las casas de los pueblos, fue el mar que se llevó las casas, se cayó el mercado, el palacio municipal, la iglesia, los cementerios se abrieron, los muertos fueron exhumados por la tierra, la tierra devolvió a los muertos y se llevó a otros más. Oímos crujir la tierra, oímos como la vida se desquebrajaba. Se habló en zapoteco el dolor por el movimiento de la tierra, y del dolor, del miedo, nació la solidaridad en zapoteco y en el corazón. La lucha por renacer de entre los escombros, nace la autoorganización, la solidaridad impera en este mundo inundado por los de abajo, ante la nueva tragedia, vemos con pesar que no hay atención a la población toda, hay siempre una negación de la otredad, a la diversidad, del ser indígena. El Estado mexicano no es interlocutor, y la crisis del sistema de salud para atender la “pandemia”, primero con acciones policiales, con tecnocontrol y confinamiento y al final con la poca capacidad de sus instalaciones para atender a quienes se infecten de covid-19, lo demuestra, somos los eliminables, las personas mayores son los desechables, no existen, no sirven para las políticas del Estado mexicano para la reproducción de la vida toda en este país. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Organizarnos en la pandemia El SARS-CoV-2 que produce la enfermedad del covid-19 significa un harakiri a medias al capitalismo, y un triunfo a medias sobre el control de la sociedad y de los movimientos sociales. Es momento, pues, de buscar y construir nuestras propias formas de sanar tanto en la salud-cuerpo como en lo anímico, en la justicia, en regresar el corazón para sanarnos todas y todos, sujtesel otanil; regresar el corazón, como dicen en las comunidades tzeltales de la selva y las cañadas de Ocosingo. Es la posibilidad real de construir la resistencia a partir de generar nuevas relaciones sociales de solidaridad, sin un plazo fijo u objetivo único, es decir, sin atarse a esquemas que se conviertan en camisas de fuerza, posibilitando abrir y enlazar infinidad de formas de resistir, construir y rebelarse. El zapatismo y muchas organizaciones sociales honestas y congruentes construyen, entre otras cosas, mundos con procesos educativos compartidos en donde la enseñanza no es jerarquizante, con patrones establecidos desde una posición individualizante y egoísta, y en donde los procesos de “dar” salud en la práctica de la medicina humana y la salud comunitaria se ve al cuerpo humano como un todo humano-corporal y no como partes diseccionables y tratables de igual forma… Nos abriremos a la vida desde los escombros que dejó la cuarentena, se levantarán los cadáveres de una era del individuo, se levantará el cadáver de la moderna modernidad. Se levantarán de entre los muertos los individuos, se levanMIRAR CON NUESTROS OJOS

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tarán más fuertes, más lúcidos, la era moderna encontrará la salida de entre su laberinto, desde los círculos concéntricos que conforma al caracol, con su propia velocidad. La mirada a través del espejo de la izquierda es necesaria para romper con los esquemas que se han construido e impuesto por una colonialidad del saber y del poder, no solamente desde las teorías de derecha, sino, y fundamentalmente, desde las de “izquierda” que vienen de manuales ortodoxos y fundamentalistas en los que no está ni la lucha étnica ni de género en las geografías de negación y empobrecimiento. Hay que construir y reconstruir todo desde abajo y no dejar de lado la vivencia liberadora que nos están dando las acciones zapatistas y muchas organizaciones sociales a lo largo del territorio rebelde y su lucha por un México diferente con su diversidad y particularidades, en tanto solidaridad real, como visión del altermundismo, para sostener las luchas del tamaño que sean, negando lo que nos niegan, y pensado lo que queremos ser como un uno mismo-compartido. Es necesario actuar en consecuencia, desde lo individual hasta lo colectivo, para garantizar el uso pleno de la vida −el bien común en armonía con la vida y lo vivo−, en donde el “otro” importe en su propia alteridad. Será posible existir en el afuera. Será posible un mundo real, donde la vida sea cercana, donde se pueda vivir afuera, donde no tengamos miedo al aire, al Estado, al virus. Alfonso Morales Toledo Azael Rangel López Istmeños en los Valles Centrales MIRAR CON NUESTROS OJOS

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PAZ Y TRANSFORMACIÓN DE CONFLICTOS EN LA PANDEMIA

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n este tiempo de pandemia, hay cada vez más indicadores del aumento de la violencia. Tanto en las personas, como en las parejas o familias, sobre todo contra niñxs y mujeres, en las vecindades y en las comunidades. La pandemia está agravando sin duda esta situación. ¿Todavía hay razones para hablar de la paz?, ¿hablamos de algo obsoleto y abandonado en la cruda realidad mexicana o hay alguna manera de –no resolver, sino– transformar conflictos hacia una paz concreta y tangible?

Es extraño que solo si se presenta la violencia nos preguntamos por la paz; damos a la violencia un lugar privilegiado en la convivencia humana y se percibe, poco a poco, como algo “normal”. Además, una vez tras otra caemos en la tentación de entender “paz” como algo opuesto a la violencia, como ausencia de violencia, igual que lo entendieron los griegos antiguos con su eirene (paz como el descanso necesario entre las guerras) o los romanos imperialistas con su pax romana (paz como sumisión a un orden externo). Creemos que la paz, a pesar de haberse usado para justificar casi todo –y por lo tanto nada–, merece una identidad propia, autónoma, independiente de la violencia. Este ensayo es un intento de reenfocar la mirada hacia la paz. No se trata de ignorar la violencia, existe, pero la paz también. De hecho, la mayoría de nuestras interacciones sociales se realizan de una manera no violenta, entonces, sí, tenemos que tratar con la violencia, pero no por sí misma, sino porque rompe el buen vivir, el conMIRAR CON NUESTROS OJOS

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vivir, interrumpe aquella sensación que en castellano se describe con el término de la paz. Previo a hablar sobre la transformación de conflictos en la pandemia, explicaremos brevemente la premisa sobre las muchas paces. Las muchas paces Creo que es necesaria una breve excursión a autores que nos han ayudado mucho en esa indagación. Consulto a Iván Illich, Gustavo Esteva y, sobre todo, a Wolfgang Dietrich: Illich fue quizás de los primeros que sacaron a la luz la imposibilidad, y la contraproductividad, de hablar de LA paz en singular: “Para mí, la paz de cada pueblo es tan distinta y peculiar como su poesía. La traducción de la paz resulta una tarea tan ardua como la poesía. Paz tiene significados distintos para cada época y cada área cultural”.14 Gustavo Esteva ha mostrado en varios de sus escritos la devastadora y violenta relación que se estableció entre desarrollo y paz, y desde allí descubre y describe nuevos ámbitos de comunidad.15 La mayoría de la población del planeta ha sido víctima del “desarrollo”, pero a pesar de un impresionante aparato de imposición de supuestas necesidades no se han logrado desaparecer todas las memorias, prácticas y anhelos que han permitido crear o mantener espacios y modos de una buena convivencia y que, aunque no son “modernos”, continúan vivos en los corazones de familias, grupos y comunidades. La pandemia que vivimos también guarda estrecha relación con el desarrollo: sobre todo, en términos de una atención sanitaria muy desigual, en un sistema que ha sufrido privatizaciones y reducciones en las últimas décadas de Iván Illich, “Desvincular Paz y Desarrollo”, en Dietrich, Echavarría y Koppensteiner (eds.), Textos claves de investigación para la paz, Viena, LIT-Kommende Demokratie, 2006. 15 Véase, por ejemplo, en la misma recopilación, el texto de Gustavo Esteva, “Desarrollo”. 14

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neoliberalismo y que dan lugar a guías “bioéticas” que recuerdan los más oscuros momentos de la humanidad. El conflicto no lo vemos como lo contrario de la paz, sino más bien como una falta, una deficiencia de paz. Entonces... ¿a qué nos referimos, cuando hablamos de la paz? Wolfgang Dietrich de la Escuela de Paz de Innsbruck, Austria, ha retomado la tradición de crítica radical de Iván Illich y Gustavo Esteva, ampliada por influencia de John Paul Lederach y pensadores de la India, entre otros, para traducirla y aplicarla de manera sistemática y específica a la transformación de conflictos y, por lo tanto, al proceso de (re-)encontrar la paz. A través de un impresionante análisis panorámico sobre las ideas, tradiciones y prácticas de la paz en todos los continentes, historias y culturas, Dietrich ha llegado a la conclusión de que la paz puede ser observada, pensada, percibida y practicada solo en plural, como LAS paces.16 De hecho, la paz en singular, la paz única “sería una pesadilla”, mientras que las muchas paces se vuelven comprensibles y practicables sobre una base transracional. Esta mirada de las paces transracionales solo tiene sentido si de ella se derivan métodos y herramientas prácticas para el manejo de conflictos y el re-encuentro con las paces. Hablar de diferentes familias de paz, quiere decir hablar de interpretaciones más o menos similares de cómo (re-) encontrar esto que por el momento hemos llamado simplemente la paz. A las familias que encontró y sistematizó 16

Wolfgang Dietrich, Variationen über die vielen Frieden (Variaciones de las muchas paces), tomo I, II III, Wiesbaden, VS Springer 2008, 2011, 2015 (también traducido al inglés, portugués y árabe). Y también como editor de escritos sobre la paz de todos los continentes, en Wolfgang Dietrich and Eds., Palgrave International Handbook of Peace Studies: A Cultural Perspective, London, Palgrave Macmillan, 2011. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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les dio el nombre de familias energética, moral, moderna y posmodernas: en el caso de la paz energética todo gira alrededor de la armonía, la interpretación moral se concentra en la justicia, el entendimiento moderno de la paz busca más que nada la seguridad y el uso posmoderno de la paz gira alrededor de las diversidades locales, de las muchas verdades. Estas familias se presentan siempre mezcladas en la realidad social, no se trata de sobreponer una familia sobre la otra, sino balancearlas. A esta integración se le dio el nombre de “transracional”, porque aprecia y usa la racionalidad moderna, moral y energética, pero a la vez la supera y abraza todos los aspectos de la especie humana, para su interpretación de la paz. Es racional y mucho más, por ejemplo: emocional, mental y espiritual.17 Familias de paces y transformación de conflictos18 en la pandemia Desde el punto de vista de las familias de paces, el tema principal que se repite día tras día en este tiempo es la seguridad. La seguridad se vuelve tan central, que en Costa Rica la policía, en nombre de proteger a la población del coronavirus, arresta a más personas de las que hay infectadas. No obstante, hay que buscar respuestas a algunas preguntas: ¿cómo puede sobrevivir económicamente la gente en las urbes y en las comunidades?, ¿qué significa esta pandemia a mediano y largo plazo, en términos geopolíticos?, ¿qué influencia tiene sobre las movilizaciones sociales contra los megaproyectos? Tengo que advertir que lo que se presenta ahora es solo una aproximación de lo que llamamos “Mapeo elicitivo de conflictos”. Parte integral del mismo son, además de las familias de paz, las herramientas de los niveles sociales (cúpula, mediana, base social) y de las capas intra e interpersonales). 18 El conflicto que dificulta la vivencia de las diferentes paces es visto como un fenómeno relacional, es decir si algo en las relaciones está distorsionado, lo llamamos un conflicto. 17

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Un sobre enfoque en la seguridad conlleva al debilitamiento de las otras familias de paz: la armonía comunitaria sufre a tal grado que hay comunidades que están denunciando a otras porque, supuestamente, “es el pueblo del coronavirus” y prohíben el contacto con cualquier persona de esa otra comunidad, incluso se produce un clima de hostilidad abierta contra sus habitantes. Por otro lado, respecto a las luchas por la justicia y la autonomía ¿en qué grado se ven afectadas por el tema que ahora domina los medios afines a esta lucha? En el mundo, el año pasado murieron cinco millones de niñxs por desnutrición, el covid-19 lleva, hasta el 13 de mayo, 292 000 muertos.19 Incluso el suicidio cobra cerca de un millón de muertes cada año. En México, en 2018, se reportaron 1 430 000 niños menores de cinco años desnutridos,20 el total de casos positivos de covid-19 en México, hasta ahora, es de 38 324 (mismo dato del 13 de mayo). En el mismo México por cada 100 00 habitantes mueren 1.37 personas por covid-19, y, en 2019, por cada 100 000 mujeres hubo 1.51 feminicidios.21 ¿Por qué estas tragedias no nos llevan a preguntas, discusiones, programas especiales y energía invertida como alrededor del coronavirus?, ¿qué provocará la reducción de la realidad a una “realidad” única que nos es impuesta a partir del tema público número uno?, ¿qué podemos hacer para que una sobrecarga en el tema de la seguridad se balancee con la armonía, la justicia y las muchas verdades en una realidad diversa con tensiones interculturales? Datos del 13 de mayo del 2020 de la Johns Hopkins University. Coronavirus Resource Center, disponible en: <https://coronavirus.jhu.edu/map.html>. 20 Véase Los países de América Latina con las mayores tasas de desnutrición infantil crónica, disponible en: <https://www.bbc.com/mundo/noticias-46100675>. 21 Véase Los feminicidios en México se disparan un 137% en los últimos cinco años, disponible en: <https://www.lavanguardia.com/vida/20200127/473171115424/mexico-aumentan-feminicidios-976-asesinadas.html>. 19

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Las muchas verdades, el reconocimiento de la diversidad, entendida como condición constitutiva de nuestra convivencia humana, esta conciencia ganada, ¿en qué grado sufrirán?, ¿qué provocará la reducción de la realidad a una “realidad” única que nos es impuesta a partir del tema público número uno?, ¿qué “capas” profundas, cuáles dolores de las culturas se hacen visibles? Balancear los desequilibrios Entonces, ¿qué podemos hacer para que una sobrecarga en el tema de la seguridad se balancee con la armonía, la justicia y las muchas verdades en una realidad diversa con tensiones interculturales? La respuesta no puede ser llevar conceptos prefabricados a las parejas, familias, comunidades, sino buscar “elicitivamente” los tesoros propios de cada persona, familia y comunidad y crear espacios para recordar y llevar a la luz esas potencialidades y recursos existentes. Menciono solo algunos ejemplos que he conocido y me parecen caminos culturales propios muy prometedores. La tierra y el territorio juegan un papel central como elementos de arraigo y balance. A partir de la tierra nos nutrimos, no solamente con alimentos, sino también espiritualmente. Para muchos pueblos, todavía, su territorio da arraigo, identidad y fuerza, es comunidad concreta. No todxs sentimos pertenencia a una tierra o comunidad, pero escuchamos cómo en muchos lugares se han organizado lxs amigxs y las vecindades para apoyar a aquellxs que lo necesitan. Gustavo Esteva propone “la amistad” para crear estas comunidades sin tierra. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Espero que con este breve artículo se pueda vislumbrar que abordar un conflicto no se trata de evitar, ignorar o resolver algo “indeseado”, sino de recuperar la mezcla de paces particulares y propias, que nos llevan en otra dirección, a otras consideraciones y opciones, incluso a otra “energía”. Y hay mucha esperanza, ya que los saberes, sabidurías y prácticas son tan ricas como las “poesías”. Quisiera cerrar este ensayo con otra cita de Iván Illich: “La guerra tiende a hacer semejantes a las culturas, mientras que la paz es la condición en que cada cultura florece en su propia incomparable manera”. 22

Matthias Gossner México/Austria

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Iván Illich, “Desvincular Paz y Desarrollo”, en Dietrich, Echavarría y Koppensteiner (eds.), Textos claves de investigación para la paz, Viena, LIT-Kommende Demokratie, 2006. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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COVID-19: ESPERANDO LA CURA I. Recuerdos: enfermedad es una palabra que escuché pocas veces

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engo un ligero recuerdo de infancia: estoy tendida en una cama y detrás de un pabellón miro varias sombras. Una de ellas se acerca y me da la bendición, después se va. Muchos años después le conté a mi madre sobre ese recuerdo y me respondió: “pues sí, estábamos en la casa de madera y pensamos que ya mero te morías”. Los doctores me mandaban medicamentos sin saber bien a bien qué era lo que tenía, alguna vez diagnosticaron bronquitis, pero las medicinas no parecían ayudar mucho; la fiebre subía y con ello empezaron algunas alucinaciones. Las cosas comenzaron a ponerse turbias, así que mi madre dejó de darme medicamentos y buscó otras opciones para curarme, hasta que alguna de ellas funcionó. Otro de mis recuerdos de niña es cuando mi abuela nos curaba, nunca dijo que estuviéramos enfermas, más bien decía: “tiene susto, tiene fiebre, tiene tristeza, tiene dolor de cabeza, dolor de estómago…” La enfermedad no se convertía en un adjetivo que nos definía, era un malestar del cuerpo −o del ser− que era necesario reubicar hacia el estar bien. Mi abuela nos curaba como una forma de mostrarnos su amor y cuidarnos. Cuando nos dolía la cabeza, iba por el huevo de alguna de sus gallinas, cortaba un poco de ruda y de albahaca, añadía un poquito de alcohol, MIRAR CON NUESTROS OJOS

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nos frotaba todo eso, dos o tres veces, de los pies a la cabeza. Se sentía como un masaje, la ruda olía tan bonito que el dolor de cabeza desaparecía. Otras veces nos escupía mezcal en la espalda, un método oaxaqueño muy efectivo para curar el susto. También nos curaba de empacho, esa cura no era tan bonita, ni el remedio ni el masaje eran los más placenteros del repertorio, pero el dolor y los malestares se iban. Enfermedad es una palabra que relaciono con los diagnósticos de los médicos. “Enfermo” como adjetivo o como verbo “enfermó”, seguido del nombre común o científico de la enfermedad, enfermó de gripa, de bronquitis, de diabetes. La enfermedad como sentencia, como un estado inherente al ser. Recientemente escuché a mi madre refiriéndose a la diabetes: “dice el doctor que todos tenemos azúcar. Todos estamos enfermos de algo”. Y puede que tenga razón. Enfermedad proviene del latín infirmitas, infirmus; formada por el prefijo latino in- que indica ‘negación’; el lexema latino firm- del adjetivo firmus ‘fuerte’, y el sufijo latino -itat ‘abstracción o cualidad’. Enfermedad se refiere a aquello que no es firme, que no es fuerte sino endeble o débil. 23 Y sí, lo somos. Hemos debilitado nuestra capacidad de sanar y evadido la responsabilidad de asumir nuestra cura. No hablo de automedicarnos, pues la farmacodependencia es uno de los rostros de esta debilidad. La sociedad moderna nos ha vuelto débiles, dependientes e incapaces. Esa es la enfermedad. Un sentido similar adopta el alemán “Krankheit”, disponible en: <https://www.anmm.org.mx/ GMM/2017/n1/GMM_153_2017_1_134-142.pdf>.

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II. Covid-19 en espera de la cura Las citas médicas se han convertido en la sala de espera del purgatorio. Se escuchan cada vez más testimonios de personas que acudían a una revisión de rutina y terminaron internadas de emergencia o en una sala de operaciones. Parte de ello se debe a la mala costumbre que tenemos de aguantarnos los dolores y acudir al médico cuando ya no podemos soportar más y, por tanto, cuando probablemente ya no hay mucho por hacer. Sin embargo, en otros casos, obtenemos un diagnóstico erróneo y en el peor de los casos quedamos gravemente expuestos a negligencias médicas. En ambas situaciones, dejamos de hacernos responsables de nuestra sanación y nos sentamos en la sala de espera hasta que llega el experto y nos da la cura o nos dice que no la hay. Los diagnósticos erróneos y los casos de negligencia han incrementado la desconfianza en el personal médico y en el sistema de salud. Basta ver lo ocurrido en el Hospital de las Américas de Ecatepec. Aquello que algunos describieron como ignorancia, podría ser la expresión de la enorme desconfianza, lo cual no es un fenómeno reciente y que parece incrementarse cada vez más. La coyuntura actual saca a flote situaciones que la normalidad había asentado en lo profundo de la cotidianidad, la carencia de insumos en los hospitales, la falta de información entre médicos y pacientes o familiares, entre otras cosas. Antes de continuar, parece necesario hacer una precisión, pues no quisiera que estas líneas llegaran a confundirse. De ninguna manera se desprestigia el trabajo del personal médico que ha continuado su labor, incluso MIRAR CON NUESTROS OJOS

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sin contar con los insumos necesarios. Estos párrafos apuntan a un sentido distinto, pues ante la situación que vivimos en la actualidad, cuando los virólogos admiten no saber exactamente qué es el virus ni cómo tratarlo, 24 parece indispensable asumir una actitud responsable con nuestra propia sanación y recuperar la capacidad de curarnos. De acuerdo con la información que tenemos, podríamos tener la enfermedad y no darnos cuenta o presentar síntomas muy leves. En cualquiera de los casos, esperar a que los síntomas se manifiesten no parece lo más adecuado para comenzar a cuidarnos. En la sociedad moderna nos hemos acostumbrado a tomar una aspirina ante el menor dolor de cabeza y ante cualquier otro malestar buscamos un analgésico. Parece que estos medicamentos nos alivian instantáneamente, aunque después de algunos días nos vuelva el dolor. Hay dolores que soportamos, aparentemente por mera necedad, en muchos casos postergamos la visita a lo que consideramos la antesala de la muerte, evadimos la visita al médico, pero nada más, no tenemos el hábito de cuidarnos, ni a nosotros mismos ni a los demás. Esperamos hasta que el dolor es insoportable y, en el mejor de los casos, confiamos en que los expertos nos salvarán. La dependencia del sistema de salud nos ha vuelto incapaces de cuidarnos. Esa es la diferencia entre aliviar la enfermedad y sanarnos; poner el milagro en manos ajenas o asumir nuestra responsabilidad. G. Agamben, Nuevas reflexiones, abril, 2020.Traducción al español disponible en: <http://unitierraoax.org/nuevas-reflexiones-giorgio-agamben/>

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III. Sanar Cada mañana la abuela Lepa se levanta y prende el fogón. Mientras el fogón y ella van tomando calor, comienza a buscar algunas manzanas, las parte, luego busca algunas naranjas, pero solo usa la cáscara y reserva lo demás para hacer agua; después toma alguna fruta de temporada, últimamente guayaba, finalmente agrega canela y vierte todo sobre un pocillo con agua. El té hierve mientras preparamos el desayuno. Las abuelas conservan sus formas de cuidarnos. Parece que la cultura del té ha ido desapareciendo de a poco en países como México. La hora del té es sobre todo muy conocida en Inglaterra. En países como India es una bebida tradicional, ofrecida a todas horas y en todos los espacios posibles; en casas, en comercios e incluso durante el viaje en los trenes. El té en México, aparentemente, tiene un sentido menos ritual, pero si nos vamos a ciertas comunidades aún podemos distinguir su tradición como remedio ancestral. La enfermedad no es condición para el cuidado. Bebemos té, aunque no estemos enfermas, mantenemos nuestros hábitos de amor y cuidado. Actualmente se vuelve indispensable recuperar el cuidado propio y el cuidado de los más cercanos. Quizás aún estamos a tiempo de recuperar esos antiguos hábitos, tradiciones, rituales y retomar así la responsabilidad de sanarnos. Más allá de tomar un té, implicaría una profunda reflexión acerca de nuestra vida cotidiana, de nuestros consumos diarios y nuestras formas de alimentarnos. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Tomar la responsabilidad en nuestras manos, cuidarnos y fomentar el cuidado mutuo puede contribuir a construir otro mundo posible, otras maneras de vivir, actuar y organizarnos. Podemos buscar alternativas por nuestra cuenta, sin embargo, la sanación no es individual sino colectiva, la responsabilidad es compartida. Quizás una de las principales diferencias entre la cura médica y la sanación es que la segunda no depende exclusivamente de la aplicación de un medicamento proporcionado por un exper to. La sanación es una acción que corresponde a la persona que busca su propia cura, la capacidad de sanar continúa en ella. La sanación corresponde a una relación de intercambio mutuo. Poder curarse, o el poder de curarse, corresponde tanto a quien busca la cura como a quien la orienta. La relación de sanación mantiene la capacidad de ambas personas, mientras que el acto de dar-recibir una receta o un medicamento nos ubica en la posición de obediencia a los expertos, socavando así nuestra capacidad de sanarnos. No se trata de cuestionar el método que utilizamos o la persona con la que acudimos para sanarnos, sino de transformar nuestras relaciones de dependencia y nuestros hábitos más arraigados. Más allá de la emergencia, se trata de repensar e intervenir la vida cotidiana. ¿Qué tan dispuestos estamos a procurar nuestra propia sanación? Sería irresponsable seguir esperando a que la cura venga de fuera, si no nos cuidamos nosotros, nadie MIRAR CON NUESTROS OJOS

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más lo hará, sin embargo, parece más cómodo seguir exigiendo respuestas en donde sabemos que no las hay. Ante el caos que vivimos en la actualidad ¿cuánto tiempo continuaremos confinados, esperando a que los expertos nos den una señal? Sería descabellado justificar o alentar el ingreso violento a los hospitales. No hace falta irrumpir en ellos, pues colapsados ya están.

Wendy Monserrat López Juárez Yaa Cuetzi, San Antonio Cuajimoloyas, Oaxaca

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CUANDO EL “AMOR UNIVERSAL” ES “MÁS DE LO MISMO”. SOBRE UNA ESPIRITUALIDAD POLÍTICA EN TIEMPOS DE COVID-19

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e ha señalado desde muchas plataformas y puntos de vista que, aunque es cierto que el virus nos vuelve a poner frente a la cara que somos seres vulnerables y, en ese sentido, nos iguala, también es cierto que pone en evidencia las desigualdades sociales e incluso las recrudece. Yo lo he dicho desde una perspectiva espiritual porque, desde donde vivo y entiendo la espiritualidad, la transformación social es parte constitutiva del itinerario de dicho camino. Por otro lado, también he leído en muchas partes −incluso en revires a escritos, post, videos o pronunciamientos míos− que no hay que abordar el tema desde esa perspectiva. Me dicen que seguir hablando de “clases” es perpetuar el clásico odio del “pobre contra el rico”, que eso nos divide, que no ayuda a la amplitud de la consciencia amorosa y compasiva que necesitamos para sobrellevar esta crisis, etc. Dicen que la postura espiritual es justo esa, la de captar como esto nos une, la apertura de la consciencia que nos conduce al amor universal y, desde ahí, a la posibilidad de una solidaridad que nos despierte a la acción. Entiendo y comulgo con parte de este planteamiento. Sin embargo, en mi opinión, se ve mutilado de una parte esencial: desde donde se puede generar dicho dinamismo espiritual. Si bien es cierto que todo el argumento de la “lucha de clases” está lleno de limitantes −lo estuvo en su moMIRAR CON NUESTROS OJOS

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mento y lo está aún más ahora−, la solución no puede ser simplemente saltarse la incomodidad de la cuestión. Y esa es la cosa, ¿a quién le incomoda esta perspectiva?, ¿quiénes llaman al amor universal, pero saltándose esta parte? Justamente, para quienes la cuestión de las desigualdades puede saltarse para irse directamente a la solidaridad y el amor. Pero hay condiciones de posibilidad para el amor y la solidaridad que no nos podemos saltar, y que son los grados de justicia. Se puede muy cómodamente apelar al amor y a la unión desde arriba, pero desde abajo la cosa es más compleja. Sí, arriba y abajo, izquierda y derecha, todo esto divide y crea violencia −es lo que me dicen−, la espiritualidad ha de buscar unir y llevarnos a la consciencia de que todos y todas somos uno. Perdón, pero no puedo identificar la espiritualidad con semejantes planteamientos metafísicos así sin más. Para mí, apelar a la unión y al amor desde una posición de privilegio es ya algo clasista. Sucede en todos los ámbitos: el hombre que le dice a la mujer que superemos ya los temas de género, que seamos iguales y nos amemos; el/la blanca que le dice a la persona de color o al indígena que superemos las barreras de raza, que todxs somos una sola humanidad; el rico que le dice al pobre que hay que unirnos para un bien común. Pues yo creo que mientras sigamos viviendo en una sociedad patriarcal en donde el mero hecho de ser hombre nos privilegia, apelar a superar la discusión de género es machismo; mientras vivamos en una sociedad racista, apelar a que no hablemos ya de privilegios de raza MIRAR CON NUESTROS OJOS

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es racismo; mientras vivamos en una sociedad desigual en donde pocos tienen casi todo y muchos tienen casi nada, querer zafarse del tema de la brecha social es clasismo e, incluso, aporofobia (fobia al pobre). Las únicas personas que pueden llamar a la superación de tantas divisiones son aquellas que habitan en ese otro lado aplastado y ninguneado y no aquellas que habitamos en uno u otro privilegio. Entiendo que en las particularidades muchas veces estos temas y luchas terminan por fundar nuevas opresiones, nuevos odios históricos, etc., y ante esto hay que ser siempre críticos y discernir cuando hemos cruzado esa línea. Pero, de nuevo, eso no nos toca a los que estamos del lado en que se vive mejor. En mi experiencia, dejarme enseñar por quienes han de llevar la batuta y la palabra en estas luchas es lo que me ha iluminado para discernir cuando se cruza la línea entre una demanda y una venganza. Pero no soy yo, sino otros y otras quienes me enseñan y muestran el camino y los criterios. Las luchas de los distintos abajos son un llamado a la “conversión”, metanoia, 25 iluminación, para quienes nos ha tocado −casi siempre sin que lo hayamos elegido− estar en algún arriba, ya sea este económico, racial, de género, etc. Nos invitan a ser nosotros y nosotras quienes nos solidarizamos con los abajos y no ser quienes llamamos a la solidaridad, pues en muchas ocasiones cuando se hace desde arriba en realidad es una forma de tranquilizar consciencias.

Se refiere a conversión, cambio de vida.

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Puede surgir la pregunta: bueno, ¿y qué hago con mi privilegio? Justamente eso, escuchar a quienes luchan por la reivindicación de sus vidas, pues, si sabemos escuchar, tarde o temprano se nos irán desvelando pistas para responder nuestras preguntas. Hay que entender, además, que todos y todas tenemos siempre un pie tanto en el privilegio como en la cruda vulnerabilidad. Se trata entonces de reconocer esta bilocación, que implicará también un doble movimiento: reconocer la vulnerabilidad de quienes la padecen más crudamente a nivel estructural nos ilumina para ver nuestros claroscuros, seres tanto con privilegios como con opresiones que nos atraviesan… toca caminar en ambos senderos, buscando que nuestra realidad sea lo menos violenta posible. El llamado de los distintos abajos es un llamado a voltearse a ver a sí misma, a sí mismo, a reconocer los muchos privilegios que habitamos y buscar transformar nuestras vidas holísticamente, no solo la amplitud de consciencia, sino la vida concreta, real, de la cotidianidad material del día a día, o dicho de otro modo, si hay una apertura de consciencia posible, será aquella y solo aquella que se concretice en modos de vida reales y cotidianos que renuncien sistemáticamente a todos aquellos aspectos que dividen y perpetúan el odio. Solo así podremos dejar de hablar de divisiones, cuando escuchemos las voces de quienes están del otro lado de la historia y respondamos a ese llamado, optando por su lado de la historia, por sus reivindicaciones y sus luchas. Solo entonces podremos ya no hablar de “ellos” versus “nosotros”, desde un nosotros construido desde las voces que reclaman su propia potencia, su reconocimiento, el valor de su existencia y sus realidades, lenguas, culturas, saberes y modos de vida. MIRAR CON NUESTROS OJOS

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Si no, solo son llamados complacientes y autocomplacientes al amor y a la unión, pero que no van al centro del problema. El covid-19 no es ni la primera enfermedad ni la primera pandemia. Es cierto que es una enorme posibilidad para desvelar el velo de la división y darnos cuenta de que todxs habitamos en una u otra vulnerabilidad, por lo menos la vulnerabilidad de la propia finitud de la vida. Pero en la vida espiritual todo tiene dos filos; podría ser que efectivamente vivamos esta situación como un atrio para el reconocimiento de la vulnerabilidad y finitud de todos y todas y desde ahí corresponsabilizarnos con el cambio de mundo, con la organización autónoma y comunitaria del cuidado de vida. Sin embargo, también podría suceder que la dichosa espiritualidad del amor universal se convierta −como nos ha enseñado la historia− en otro medio para marginar y oprimir. Sí, esta pandemia nos amplía la consciencia y es un momento espiritual, pero si y solo si esto se entiende desde tocar nuestra vulnerabilidad y optar por estar con quiénes viven esa vulnerabilidad más a flor de piel. Si en lugar de eso nos atrincheramos en nuestros privilegios que −como siempre− entumen la sensación de esa vulnerabilidad, entonces nuestro supuesto “amor universal” será más de lo mismo.

Alberto Elías González Gómez San Pablo Etla, Oaxaca

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Universidad de la Tierra Oaxaca M a yo , 2 0 2 0

Esta publicaciรณn fue posible gracias al apoyo de Pan para el Mundo, en el marco del Servicio Civil para la Paz. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de Unitierra.

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