Caminos de la autonomĂa Bajo la tormenta 6 de febrero de 2019
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El zapatismo y la disputa por la historia (presente) Mariana Mora y Pablo González*
Durante las primeras semanas de 2019 han surgido debates públicos respecto al papel que ocupa el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la historia de México y en relación a otras luchas antisistémicas a escala mundial. Desde las redes sociales que circulan en México y en Estados Unidos hemos leído diversos intentos por deslegitimar la base ética y el horizonte político que los zapatistas han mantenido firmemente a lo largo de estos años, críticas que argumentan que el EZLN es producto del salinismo o que Galeano es un cacique regional que sólo aparece en la escena pública para negar el voto de 30 millones de mexicanos. Por otro lado, diversos actores y colectivos han salido a defender los logros del zapatismo, afirman que la autonomía ejercida por sus bases de apoyo es una estrella a seguir. Dicha polarización inhibe la posibilidad de entrar en una reflexión profunda (y necesaria) sobre las influencias y desafíos que el zapatismo ha generado entre diversas luchas de los de abajo durante los pasados 25 años (incluyendo muchos que ahora militan en Morena), corre el riesgo de convertirse en dos lados rígidos de la misma moneda e invisibiliza una disputa de fondo. La suma de diversas críticas, tanto intencionales y calculadas (algunos políticos e intelectuales que acusan al EZLN de abandonar las luchas de otros pueblos indígenas y organizaciones de abajo), como apolíticas porque su razón de ser consiste en alborotar cualquier avispón temático con tal de provocar reacciones agudas (los trols) apunta a que controlar la narrativa sobre la memoria del pasado reciente es un elemento central para la permanente legitimidad de la Cuarta Transformación. Por eso el 25 aniversario del levantamiento se ha convertido en el pretexto para disputar el papel que ocupan las diversas “izquierdas” durante el periodo neoliberal. La historia, como bien nos recuerdan los protagonismos en torno a la memoria del 68, legitima quién es o no un actor político relevante en el presente. En ese sentido, intentos de minar el carácter moral y ético del zapatismo pretenden debilitar su capacidad de ser uno de los contrapesos frente a la nueva administración, con la potencia de anclar propuestas de transformación social en un horizonte descolonial, antirracista (y por ende anticapitalista). Desde su enunciado político no hay cabida para un proyecto de corte desarrollista como el Tren Maya o para la Guardia Nacional. 1
Si no ponemos atención a los trols y bots que llenan el mundo tuiter, todavía nos quedamos con los discursos de los que intentan girar la conversación al argumentar que el EZLN los ha abandonado después de que ellos lo apoyaron y mostraron su lealtad. Dichos argumentos tienen como subtexto una retórica antiindígena. El EZLN no “nos” (leer, mestizos) debe absolutamente nada. Uno de los aspectos más luminosos del zapatisma ha sido la invitación a no reproducir una política de solidaridad basada en los pueblos indígenas como actores que requieren ser salvados o quienes deben estar agradecidos por tener aliados. Y no sobra señalar que la (reciclada) retórica de la estructura política militar del EZLN (leer, Galeano y Marcos) manipula a las comunidades indígenas para cumplir con intereses políticos oscuros es directamente racista. Limitarnos a preguntar qué está en juego en la (re)escritura de esos 25 años niega la realidad vivida a partir de las luchas cotidianas de los de abajo, incluyendo las mujeres y los hombres tseltales, tsotsiles, tojolabales y choles zapatistas. ¿Qué aportaciones ofrecen ellos al debate? En sus palabras y acciones escuchamos la elaboración de una contra narrativa que le resta protagonismo al salinismo (y administraciones subsecuentes) por ser un periodo de tiempo limitado; son la expresión más reciente de políticas (neo) coloniales más amplias. El despojo actual, los asesinatos y desapariciones forzadas no son sólo resultado de la fase más voraz de neoliberalismo o de los intereses del capitalismo gore global, sino un recordatorio de la permanente presencia de fuerzas coloniales, aun después de más de 200 años de independencia. Por eso la insistencia de las bases de apoyo al señalar que los megaproyectos de desarrollo y políticas extractivistas reflejan el retorno a la época de las fincas, de la esclavitud, del ajvalil, el patrón-gobierno. El racismo estructural, motor y efecto de estas políticas, trastoca generaciones, dejando huellas dolorosas, el uts’inel, un dolor que atenta contra la dignidad humana y de la naturaleza, como bien describe el intelectual tseltal Xuno López. Para muchos colectivos en Estados Unidos, estas aportaciones teóricas de las comunidades zapatistas han permitido producir y comprender la acción política bajo la administración de Trump no como un nuevo momento, sino el resurgimiento neofascista de la derecha como parte de un asentamiento de fuerzas coloniales racistas y de violencia patriarcal; cuestionan también qué tan transformativo fue el periodo de Obama si durante su administración se cometieron tantos actos de violencia contra comunidades negras y se amplió la política antimigrante del Estado. 2
Desde está óptica, no es suficiente frenar las políticas neoliberales, ni resucitar políticas multiculturales estatales o proyectos de corte nacional, sino elaborar estrategias transfronterizas que alimentan la constante reproducción de contranarrativas que mantienen en la mira las visiones políticas que el zapatismo comparte con otros movimientos, comunidades y organizaciones indígenas y afrodescendientes. Intentar borrar el legado viviente del zapatismo es también minar la persistencia de luchas como las de los familiares de los 43 de Ayotzinapa, Ferguson, Cherán o Standing Rock, entre centenares de acciones colectivas. *Profesora e investigadora de CIESAS-Ciudad de MéxicoMX; profesor en UC Berkeley
La soledad de los movimientos anti-sistémicos Raul Zibechi
Los últimos cinco años han sido de permanente crecimiento de las derechas, de crisis y retrocesos de los progresismos y las izquierdas, y de estancamiento y fragilidad crecientes de los movimientos sociales. Sin embargo, las organizaciones de base están mostrando que son las únicas con capacidad para sostenerse en medio de la ofensiva derechista y si logran sobrevivir, podrán crear las condiciones para una contraofensiva popular desde abajo. Cambios que no sucederán en el corto plazo. “Estamos solos”, dijo y repitió el subcomandante insurgente Moisés en el caracol de La Realidad, durante la celebración del 25 aniversario del alzamiento zapatista, el pasado 1 de enero. “Estamos solos como hace veinticinto años”, enfatizó. “Salimos a despertar al pueblo de México y al mundo, solos, y hoy veinticinco años después vemos que estamos solos...”. Como puede observarse, la dirección zapatista no se engaña ante la nueva coyuntura signada por el triunfo del progresista Andrés Manuel López Obrador. “Si hemos logrado algo, es por nuestro trabajo, y si tenemos error, también es nuestra falla. Pero es nuestro trabajo, nadie nos lo dijo, nadie nos lo enseñó, es nuestro trabajo”, siguió Moisés ante un amplio despliegue de milicianos y milicianas. Estaba mentando los trabajos autónomos que han permitido que cientos de miles de indígenas (agrupados en más de mil comunidades, treinta y cuatro 3
municipios y cinco regiones) vivan de otro modo, donde es el pueblo quien manda y el gobierno autónomo el que obedece. La importancia de las palabras de Moisés es doble: hace una lectura de la realidad sin concesiones, para concluir que hoy las fuerzas anticapitalistas son minoritarias y están aisladas. Estamos aislados en todo el mundo y en toda la región latinoamericana. Sería desastroso que se volcaran a alguna suerte de triunfalismo, como esos partidos que siempre repiten que están avanzando, que no experimentan retrocesos, que las cosas van bien, cuando la realidad es la contraria y rompe los ojos. La segunda cuestión, es el empeño en resistir. La determinación zapatista está exenta de cálculos de costes y beneficios, se afirma en las propias capacidades sin buscar atajos electorales y, quizá lo más importante, le apuesta al largo plazo, a que maduren las condiciones para retomar la iniciativa. ¿Acaso no fueron estos , desde siempre, los parámetros en los que se movió la izquierda, hasta que las tentaciones del poder retorcieron los principios éticos para convertirlos en puro posibilismo? Una nueva derecha militante y militarista La crisis de 2008 fue un parteaguas para la humanidad de abajo. Los de arriba decidieron dar un golpe de timón, de similar profundidad al de 1973, en las postrimerías de la revolución de 1968, cuando decidieron poner fin al Estado del Bienestar y se lanzaron al desmonte de las conquistas de la clase trabajadora. Ahora están desmontando el sistema democrático, decidieron que ya no gobiernan para toda la población sino apenas para un 30-40%. Debemos comprender de qué se trata esta nueva gobernabilidad al estilo Trump, Duque y Bolsonaro, que gana adeptos en las élites. Se gobierna para el 1%, sin lugar a dudas, pero se integran los intereses de las clases medias altas y un sector de las clases medias, lo que representa alrededor de un tercio de la población. Para llegar a la mitad del electorado, se utilizan los medios masivos y el miedo a la delincuencia y, ahora también, el temor a que tus hijos sean gais o lesbianas o no se limiten a una sexualidad binaria. En palabras del periodista brasileño Antonio Martins, estamos ante un nuevo escenario. “Lo que permiteel ascenso de la ultraderecha no es un fenómeno superficial. La producción y las relaciones sociales 4
están, hace décadas, en transformación veloz. Este proceso se acelerará, con el avance de la inteligencia artificial, la robótica, la genética y la nanotecnología (Outras Palavras, 09-01-2019). Cambios que están generando muchos temores en muchas personas, que se vuelcan a la ultraderecha como forma de encontrar seguridades. Como dijo la ministra de la Familia en Brasil, ahora los niños volverán a vestir de azul y las niñas de rosa. Pero hay otro cambio adicional, relativo al conflicto social: “los viejos programas de enfrentamiento al capital se han vuelto ineficaces”, explica Martins. “Es precisamente el impulso del capital para expandirse, para quebrar las viejas regulaciones que le imponen límites, lo que da origen a fenómenos como Bolsonaro. El aumento continuo y brutal de las desigualdades, que en poco tiempo llegarán a la esfera biológica. La reducción de internet a una máquina de vigilancia, comercio y control. Las ejecuciones de millares de adversarios sin ser juzgados, por medio de drones, y la destrucción de Estados nacionales como Libia, perpetrada por “centristas” o “centro izquierdistas como Barack Obama, Hillary Clinton y Francois Hollande”, sentencia el periodista. Los partidos hegemónicos de la izquierda están por fuera de estos debates. Las reacciones mayoritarias al genocidio que está perpetrando el gobierno de Daniel Ortega, lo demuestra en forma palmaria. En Brasil, durante la campaña electoral, Lula y la dirección del PT prefirieron facilitar el triunfo de Bolsonaro antes que abrirse a una confluencia con el centro-izquierda de Ciro Gomes que era el único candidato capaz de vencerlo. Perdieron, pero mantuvieron el control de la izquierda. Cristina Fernández se mueve en función de evitar la cárcel, para lo que necesita ser la cabeza de la oposición a Macri, aún corriendo el enorme riesgo de que éste gane las elecciones en octubre. La política de la pequeñez y el aferrarse al poder, real o ilusorio, es el peor camino porque facilita el ascenso de las derechas. El peor período de los movimientos Reconozcamos la realidad: estamos mal, somos débiles y los poderes tienen la iniciativa en todos los terrenos, menos en la ética. Para completar el cuadro, no hay fuerzas políticas ni sociales capaces de revertir esta situación en el corto plazo. En suma, no podemos jugar nuestras escasas fuerzas en lances electorales, por ejemplo, o en batallas inmediatas. 5
“Tal vez”, destaca el propio Martins, “valga más la pena apostar en los embriones de alternativa real al sistema, de que en una improbable regeneración de los partidos institucionales, para enfrentar a Bolsonaro. Como en el pos-64, la resistencia fue tramada en las bases de la sociedad, mientras la oposición institucional se rendía”. Hace referencia al golpe de Estado militar de 1964, que arrasó con las instituciones y con la izquierda. Pero en ese tiempo oscuro, se crearon las condiciones para el nacimiento -apenas una década después- del Movimiento sin Tierra, del Partido de los Trabajadores y la central sindical CUT. Esa es la historia de toda América Latina. Nos hacemos fuertes en los tiempos oscuros de represión y militarismo, crecemos y acumulamos fuerzas que luego las derrochamos en el juego institucional. Las comunidades eclesiales de base y la educación popular estuvieron en la base de muchos movimientos, aunque no constituyeron grandes aparatos sino prácticas contra-hegemónicas. Desde la década de 1980, esa es nuestra realidad: apostamos todo a las elecciones, a reformas constitucionales, a una legislación que es letra muerta y, en tanto, desarmamos nuestros poderes que son la única garantía frente a los opresores. En este recodo de la historia, debemos analizar varios aspectos relacionados con los movimientos anti-sistémicos. El primero es que los grandes movimientos están muy débiles, en particular los movimientos urbanos y los campesinos. Las políticas sociales de los gobiernos progresistas y conservadores han formado camadas enteras de dirigentes y militantes que aspiran a incrustarse en el aparato estatal, a negociar para conseguir beneficios que hagan la vida menos penosa y terminan subordinando a los colectivos a las agendas de arriba. Lo segundo es que la sangría de los movimientos hacia el terreno institucional y electoral ha sido enormemente dañina. Buena parte de lo construido en la década de 1990, y aún antes, fue despilfarrado en la dinámica electoral. Sin olvidar que algunos movimientos fueron destruidos o debilitados desde los gobiernos progresistas, como es el caso de Ecuador y Bolivia, pero también de Argentina y Brasil. De ese modo los progresismos cavaron su propia tumba, ya que anularon a los actores colectivos 6
que habían estado en la base de su crecimiento político y electoral. Lo tercero es que podemos detectar tres movimientos en ascenso: mujeres, pueblos originarios y afros. Allí donde estos movimientos son relativamente fuertes (zapatistas y mapuche, favelas y palenques de Brasil y Colombia, Ni Una Menos, etc.) han crecido por fuera de los marcos institucionales, haciendo carne en los problemas cotidianos de los pueblos y sectores sociales. Sobrevivir y crecer a la intemperie Pese a todas las dificultades, el futuro depende de lo que nosotros y nosotras hagamos, de los caminos que tomemos, de la decisión y entereza con que afrontemos este período oscuro de la historia. “Y estamos demostrando una vez más y lo vamos a tener que cumplir, estamos demostrando que sí es posible lo que se ve y lo que se siente que es imposible”, aseguró Moisés. Observo dos grandes desafíos, uno teórico o estratégico y otro ético-político. El primero se relaciona con los objetivos y los medios para alcanzarlos, algo que pasa previamente por una determinada lectura de la realidad. La tarea actual no puede consistir en prepararse para tomar el poder. Sería repetir un camino que nos lleva al fracaso. Tenemos tres grandes desafíos teóricos: el Estado como eje de nuestros objetivos, el economicismo que nos lleva a pensar que el capitalismo es economía y la creencia en el progreso y el crecimiento, graves errores que provienen del positivismo. Respecto al Estado, el tema que merece acalorados debates en la actualidad, las reflexiones del dirigente kurdo Abdullah Öcalan pueden ayudarnos a hacer balance. La toma del Estado -asegura en el segundo tomo del Manifiesto por una Civilización Democrática- termina por “pervertir al revolucionario más fiel”. Remata el razonamiento con un balance histórico: “Ciento cincuenta años de heroica lucha se asfixiaron y volatilizaron en el torbellino del poder”. Lo cual no depende de la calidad de los dirigentes, sino de una cuestión de cultura política. La segunda cuestión es la ética. Invito a los lectores y a los militantes a releer las Tesis sobre la historia de Walter Benjamin, en particular la octava tesis. De ella hemos retenido las dos primeras frases y olvidado la tercera, que a mi modo de ver es la fundamental. “La tradición de los oprimidos nos enseña que “el estado de excepción” en que ahora vivimos es en verdad la regla. El concepto de historia al que 7
lleguemos debe resultar coherente con ello”. Hasta allí conceptos que se han convertido en sentido común para buena parte de los activistas. Luego señala: “Promover el verdadero estado de excepción se nos presentará entonces como tarea nuestra, lo que mejorará nuestra posición en la lucha contra el fascismo”. ¿Qué quiere decir Benjamin con esta enigmática frase? Lo primero, es que no conozco reflexiones sobre esta frase, aunque las hay y muchas sobre las dos primeras. A mi modo de ver, Benjamin nos dice que sólo si aprendemos a vivir bajo el estado de excepción, a la intemperie, por fuera de las protecciones estatales, obtendremos los recursos éticos, organizativos y políticos para enfrentar al enemigo. Es una invitación a revolucionar nuestra cultura política, a salirnos de los paraguas institucionales. Sólo así estaremos en condiciones de luchar, recuperando, como señala en la tesis XII, tanto el odio como la capacidad de sacrificio que hemos perdido en el conformismo de la vida a la sombra del Estado. *Publicado en Desde Abajo
La emergencia del Nosotros.1
José Angel Quintero Weir “Joseito, a tus fiestas sólo invita a aquellos dispuestos a acompañarte en una lucha. Los que sólo quieren divertirse nunca guardan memoria”. Mi abuelo, un año antes de morir, arreglando las invitaciones a su velorio.
I. El Estado-nación ha muerto, y no lo matamos nosotros. * No hay país en América Latina que hoy no se encuentre sacudido por la crisis que plantea su propia definición económico-política, ideológico-cultural, en fin, el desmadre de toda su estructura.
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El presente escrito no lo presento como miembro fundador de Wainjirawa, pues, no todos lo comparten; por tanto, sólo yo soy responsable de lo que aquí se expresa, comprometiéndome, como todo indio verdadero, a concretar conceptual y activamente esta idea del Nosotros como camino para todas nuestras comunidades.
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* De nada vale que al frente de sus respectivos gobiernos se encuentren organizaciones, partidos políticos o líderes que se auto-definen como de “derecha” o de “izquierda”, pues, a fin de cuentas, la agonía de muerte de los Estados-nación latinoamericanos no es un problema de administración de la crisis (vía control de la renta), tal como tanto nuestras “derechas” e “izquierdas” han supuesto, sino que se trata de la manifestación de una encrucijada civilizatoria que, para bien o para mal, nos pone en el disparadero de definir y construir un otro camino por fuera y más allá de los discursos de la “guerra fría”. * Ya se ha dicho2, la nueva etapa de acumulación capitalista supone la liquidación de los Estados- nación dependientes y su transformación en Estados-corporativos3, por lo que su control político- militar no está sujeto a ninguna ideología representativa de la clásica lucha por la transformación social en nuestro continente; de hecho, la acción indiscriminada de organizaciones criminales para limpiar de comunidades los territorios apetecidos por las grandes corporaciones mineras, de agronegocios, de biodiversidad y de agua, no sólo demuestra la pérdida del control de la violencia por parte del Estado, sino que tales organizaciones operan, en toda América Latina, con el apoyo (o beneplácito) de las Fuerzas Armadas “Nacionales”, los Gobiernos y su liderazgo político tradicional, sea éste considerado como de “derecha” o de “izquierda”; por lo que, en su deseo de destrucción de la Amazonia y la Orinoquia es casi imposible definir diferencias entre un Bolsonaro (en Brasil) o un Nicolás Maduro (en Venezuela). Sobran los ejemplos en el pasado reciente y cada vez se hacen más terriblemente evidentes en el presente. * Así, desde el nacimiento de las Repúblicas criollas luego de la “independencia” del colonialismo español, y su posterior conversión en Estados-nación, especialmente, al final de la II Guerra Mundial, las relaciones sociales y de poder en todos nuestros países han respondido a: Inmanuel Wallerstein lo anuncia en “Impensar las ciencias sociales”; mucho antes lo denunciaron Pablo González Casanova con su idea de “colonialismo interno”; lo que fue seguido por Aníbal Quijano con su noción de “colonialidad del poder y del saber”; otros intelectuales (de “izquierda”), se han ido sumando; algunos de ellos, se definen como miembros del “pensamiento crítico” lo que entienden como una especie de “territorio eminentemente conceptual”, espacio en el que se dedican a crear fórmulas de aprovechamiento de la renta que la estructura económica de dependencia al poder transnacional, genera al poder de los gobiernos de nuestros Estados-nación. 3 De esto igualmente hablamos en un trabajo anterior: “Ejercer la soberanía”. 2
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1.- Quién controla la renta que genera la entrega de los espacios territoriales. 2.- No importa quién se adueñe o explote nuestros territorios, pues, si son los “gringos” es porque quien controla la renta es de “derecha”, pero si se trata de chinos o rusos, es porque quien controla la renta es la “izquierda”; en todo caso, son los pueblos los que terminan jodidos mucho más allá de lo ideológico. 3.- Jamás se les ha ocurrido pensar a los criollos (de “derecha” o “izquierda”), siempre en lucha por el poder del gobierno del Estado (esto es, de la renta), y lo peor, han llegado a naturalizar en todos “nosotros” (particularmente en los llamados intelectuales del “pensamiento crítico), pero también, justo es decirlo, en el Nosotros de las comunidades indígenas, campesinas, negras y demás pobres de abajo; ese, su pensamiento, que ha terminado por convertirse en una especie de “idolatría del Estado”; por lo que les resulta imposible pensar en una nueva estructura de relaciones sociales y de poder por fuera o más allá de la “revolución burguesa” producida en Europa. * El hecho es que ha sido el propio proceso capitalista de acumulación quien ha puesto punto final a las viejas consignas de libertad, igualdad y fraternidad, y son otros pueblos, que nada tienen que ver con eso de las ideologías de “derecha” o “izquierda”, las que dotan a la lucha actual de un horizonte propio resumido en otras consignas como: Tierra, Territorio y Dignidad. Son estos pueblos y naciones (indígenas, campesinas, negras), y comunidades pobres periféricas urbanas a las que consideramos como parte del origen de un Nosotros que tiene planteada la necesidad de emerger en medio de una lucha a muerte o por sobrevivir y que, ciertamente, nos obliga a pensarnos como un Nosotros, por fuera o más allá de eso que hasta ahora nos ha mandoteado y que, “derecha” o “izquierda”, llaman Estados- nación, hoy en agonía de muerte decretada por las grandes corporaciones y la nueva etapa de acumulación de capital. * En otras palabras, no nos corresponde a Nosotros salvar al Estado y sus instituciones, pues, nunca participamos en su creación; por el contrario, siempre hemos sido sus victimas, ya como músculo esclavo para su acumulación de dinero y hoy, como ocupantes de territorios explotables para beneficio de corporaciones del gran capital y para el beneficio de la renta de los gobiernos (de “derecha” o “izquierda”) que los ostentan. A Nosotros nos corresponde una otra tarea mucho más espectacular y difícil: Recuperar el corazón del Nosotros que, ahora, todos los de abajo somos. 10
II. La Vuelta del tiempo es del Nosotros. * Esto que decimos no es un grito apasionado, aunque por su emergencia, así parece resonar en los oídos de muchos intelectuales; pero, de hecho, a esta conclusión hemos arribado luego de nuestro regreso del sur de América y vivir el desmadre delincuencial en la frontera colombovenezolana, ya sea por la acción de fuerzas irregulares propias, o las enviadas por el gobierno como milicias armadas dirigidas por el Gobernador del Estado, o por la Guardia Nacional y el Ejército que responden a los corruptos generales del alto mando militar. * Tal fue el debate que sostuvimos con nuestros hermanos wayuu (víctimas y victimarios), luego de lo cual, arribamos a la conclusión de que este tiempo de hambre, desolación y supuesta desesperanza que vivimos, no es otra cosa que el fin del tiempo del dominio de la idea criolla (blanca, capitalista y patriarcal) del mundo y, por tanto, se requiere la emergencia de un Nosotros, más allá de la palabra de quienes hasta hoy se pronuncian, supuestamente, en favor de una justicia para nosotros; eso sí, siempre otorgada por ellos, los que no son, o no se consideran parte del Nosotros sino, políticamente, de su diversidad. * Hoy, estamos conscientes, que el Nosotros que somos no es exclusivo de los pueblos y comunidades indígenas, pues, sabemos, las flechas de la colonialidad igual han atravesado nuestras carnes y han envenenado nuestra sangre; pero sobre todo, porque sabemos que no podemos solos y que, además, otros pobres se han hecho parte del Nosotros; por tanto, del Nosotros que hablamos y la necesidad de su emergencia lo definimos por nuestra pertenencia a la tierra, al territorio y a la defensa de nuestra dignidad, pues, son estos los principios que en verdad pueden hermanarnos. * Por otro lado, igual estamos conscientes de que largo ha sido nuestro silencio y que el mismo, en buena parte, contribuyó al proceso de naturalización del pensamiento criollo, blanco, capitalista y patriarcal que se posesionó, incluso, del espíritu de buena parte de nuestra dirigencia, muy a pesar de que en nuestra práctica cotidiana de vida comunitaria, constantemente lo espantamos como quien sacude a un perro que vela nuestra comida; porque, como quiera que sea, igual terminamos prestándonos al pendular juego que nos ha llevado a todos a oscilar entre los aspirantes a dominar la renta que propina la explotación de nuestras tierras, tanto de la “derecha” como de la “izquierda”; los primeros, 11
hablándonos de nuestra miserable condición de representar un pasado muerto; los segundos, diciendo lo mismo, pero agregando la esperanza de que sus programas sociales de distribución de la renta, sólo dependiendo de ellos, lograremos salir algún día de ese fango pasado y muerto. * En todo caso, estamos conscientes de que no somos dueños de la verdad, pues, nuestros antepasados nos enseñaron que esta sólo existe cuando se trata de una idea compartida por todos. Así, pues, sabemos que al hablar de la emergencia del Nosotros nos referimos a la toma de esta consciencia y no a la conformación de grupos intelectuales, académicos, partidistas, etc.; lo que supone una visión profundamente auto-crítica, esto es, asumirnos como guerreros que no se arrodillan ante nadie pero que jamás aceptarían que alguien se arrodille ante ellos. * He allí, pues, lo que consideramos es el origen de la emergencia del Nosotros como camino para todos, pues, de lo que se trata es del respeto a la dignidad de cada pueblo o grupo social en el contexto de unas relaciones sociales dictaminadas por la conformación de cada pueblo o grupo social como una mano compartida o dispuesta a compartirse con los otros y esto, como quiera que sea, anula toda supuesta representatividad y exilia el poder del Estado y cualquier ideología que diga representarlo en nombre de Nosotros. * En todo caso, el tiempo, categoría robada y sometida por la civilización blanca, capitalista y patriarcal para el dominio de todos los pueblos del mundo, hoy está de vuelta en nuestros corazones como lo que siempre ha sido: manifestación del hacer del mundo y expresión territorial de nuestra libertad y nuestras dignidades como pueblos, naciones, comunidades y grupos sociales hasta hoy empobrecidos por la ambición y la codicia. * Dicho de otra manera, este es nuestro tiempo de vuelta; ahora expresada, no sólo como pueblos movilizados en las calles como lo hicimos en toda América a comienzos de los 90, sino como dueños de un sentipensar y un hacer urgentemente necesario para nuestra reconfiguración autónoma y nuestra autonomía como grupos sociales, comunidades, pueblos y naciones en todo el continente, esto es, como Nosotros. * En todo caso, ante la desesperanza entregada como dádiva gratuitamente distribuida por los representantes de los gobiernos en manos de la 12
“derecha” o de la “izquierda”, casi como placebo del tiempo pendular al que naturalmente nos pretenden someter, el pueblo pemón en Venezuela, los Nasa en Colombia, los pueblos del Tipnis en Bolivia, los zapatistas en Chiapas, ahora enfrentando a la “izquierda de AMLO”, las mujeres negras de los quilombos en Brasil, los intelectuales que no aceptaron homenajear al narcotráfico en CLACSO4, en fin, los negados a la estatolatria y dispuestos a contribuir a construir otro mundo desde abajo porque, en verdad, ese mundo es posible, les decimos que este es nuestro tiempo para intentarlo, con la advertencia de que, bien puede que sea el último. He allí, pues, el Nosotros al que convocamos y al que, en lo adelante, nos referiremos, porque estamos convencidos de que la esperanza vive y vivirá en cada pueblo y comunidad en lucha. Todas ellas son nuestras invitadas a la fiesta de la lucha por la libertad, el territorio y la dignidad.
Caos geopolítico y lucha de clases Raúl Zibechi
La crisis venezolana puede saldarse con una guerra civil e internacional si no se consigue frenar el militarismo rampante de quienes quieren voltear al gobierno de Nicolás Maduro, apelando a un golpe de Estado que complemente la desestabilización que se promueve desde Washington. Sería un desastre para los venezolanos y para toda la región. Desde una posición de principios, la no intervención en los asuntos internos de otros países es un asunto básico. El respeto a la soberanía nacional es absolutamente independiente de la posición que cada quien tenga sobre lo que sucede en el país, el carácter del gobierno y la calidad de sus instituciones.
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En la última reunión de CLACSO en Buenos Aires, su directiva creyó conveniente ofrecer un homenaje a Ernesto Samper, Ex-presidente de Colombia (acusado de haber sido financiado por el narcotráfico), como expresión del “pensamiento crítico” de la “izquierda” latinoamericana por su papel desde la UNASUR en la “derrota” de la “derecha” opositora al gobierno de “izquierda” de Nicolás Maduro en Venezuela. Nos informan, que mucho del público asistente abucheó tal acto defendido por los dueños del aparato.
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Quienes sufrimos las dictaduras en el Cono Sur, nunca pedimos la intervención extranjera para derribarlas. Ni ahora pedimos que se intervenga en Arabia Saudita por ser una régimen deplorable que, además, desató una guerra genocida en Yemen. Lo que está sucediendo en Venezuela implica la interacción entre tres actores: el pueblo venezolano, el gobierno, las fuerzas sociales, políticas y militares que lo apoyan y las grandes potencias, en particular Estados Unidos. Los tres tienen intereses distintos que en algunos casos convergen y en otros son antagónicos. Quien esto escribe apoya al pueblo venezolano, rechaza el intervencionismo pero no respalda al gobierno de Maduro, que muestra una deriva autoritaria y antipopular. El problema de quien mantiene esta posición, es que el concepto “pueblo venezolano” está siendo manipulado desde todas las tiendas, pero además no existen organizaciones o convergencias que encarnen una representación significativa de ese pueblo. Creo que la situación actual amerita varias consideraciones. La primera es que vivimos un periodo de hondo caos geopolítico que durará algunas décadas. Dos grandes grupos de países juegan sus intereses en Venezuela: Estados Unidos apoyado por la Unión Europea y China apoyada por Rusia. El que tiene la iniciativa (lo que no quiere decir que vaya a prevalecer) es Estados Unidos, que busca revertir sus derrotas en Medio Oriente y en el mar del Sur de China, hacerse fuerte en el Caribe y en el resto de América Latina para enlentecer su decadencia hegemónica. El nuestro es el único continente donde Washington ha cosechado victorias en la pasada década. Ha sido su patio trasero durante más de un siglo y desde finales del siglo XIX invadió países, desestabilizó y derribó gobiernos que no le eran afines promovió el ascenso de dictaduras y gobiernos conservadores. En las pasadas décadas apoyó y armó la contrarrevolución en Nicaragua en la década de 1980, la invasión de Granada en 1983, la invasión de Panamá en 1989 y la invasión de Haití en 1994, derribando gobiernos legítimos e imponiendo a sus aliados. En 2002 Estados Unidos apoyó el fallido golpe de Estado en Venezuela. 14
En los próximos años asistiremos a la profundización de este caos. Se sucederán gobiernos de signos opuestos y llegarán al poder ultraderechas que parecían erradicadas del panorama político. El ministro de Educación de Jair Bolsonaro se despachó con una frase que representa a esta nueva derecha: “La universidad no puede ser para todos, hay que reservarla a una élite intelectual” (goo.gl/Fu2aAp). La segunda cuestión es que los pueblos no tienen una organización que los represente, ni un caudillo, ni un partido o movimiento. Esto puede ser positivo, ya que venimos de un periodo de unificación de fuerzas que al homogeneizarse perdieron su capacidad de resistir y combatir. Tanto la resistencia como la creación de lo nuevo son múltiples, heterogéneos en sus tiempos y modos de hacer y caminar. Pero el hecho de que exista mucha dispersión y que las fuerzas y pueblos que resisten no construyan convergencias y establezcan códigos comunes que les permitan dialogar y aprender mutuamente, es una desventaja en estos momentos en los que necesitamos reconocernos y encontrarnos entre los abajos. Entiendo que estas confluencias están siendo muy complejas, y encuentran dificultades por las diferentes trayectorias y culturas políticas de cada quien, por los egos de muchas organizaciones y de muchas personas entre las que resistimos. Pero sobre todo están jugando en contra las iniciativas de la banca mundial aplicadas por los gobiernos, conservadores y progresistas, que se resumen en políticas sociales que alivian la pobreza aunque no la resuelven, pero garantizan la gobernabilidad y la división del campo popular. La tercera cuestión son los gobiernos. Tenemos un buen puñado que practican el discurso “antisistema”. El principal es el de Brasil, pero la mayoría han adoptado ese popular discurso. Las diferencias son mínimas: conservadores y progresistas gobiernan para los de arriba. Están ahí para ahogar las autonomías de abajo porque, a la larga, saben que son las únicas capaces de transformar el caos sistémico en mundos nuevos, donde los pueblos sean los protagonistas y no el capital. Ninguna transición en la historia se hizo desde arriba. 15
La calle es nuestra y la noche también Gloria Muñoz Ramírez - Los de Abajo
Los asesinatos, secuestros, violaciones, amenazas y demás violencias de género se incrementan en México de manera alarmante, lo reconozcan o no las nuevas autoridades federales y estatales. El hecho es que ante la inoperancia y desconfianza en quienes deberían cuidar la integridad de las mujeres, se construyen redes solidarias y se apela a la autodefensa para no ser asesinadas ni desaparecidas. Ante la proliferación de denuncias en redes sociales por amagos de secuestros y violaciones en diferentes estaciones del Metro y a la salida del mismo, este sábado 2 de febrero se convoca a una marcha del Monumento a la Madre al Zócalo capitalino, para visibilizar lo que los gobiernos no han podido parar. Las actuales autoridades de Ciudad de México señalaron que no tenían denuncias de que se estuviera secuestrando a mujeres en el Metro. Después, ante la cascada de denuncias en redes, señalaron que las existentes son por robo. Lo que las mujeres advierten es que en el Ministerio Público no les creen y punto. Y eso, creerles, es el principio para actuar en consecuencia. Por lo pronto, además de la movilización, se llama a la organización de redes de apoyo y a no ser indiferentes cuando se observe a una mujer en peligro. Ante el modus operandi en que el hombre simula ser novio o pareja de la mujer que violenta, el llamado es a pedir auxilio y a no dejarla sola. Y es obvio que aunque en realidad sea su novio, no puede forzarla ni agredirla. “¡Somos todo lo que tenemos!”, se lee en el testimonio de una joven que auxilió a otra a punto de ser secuestrada. Un video realizado por un grupo de actrices da cuenta de una serie de precauciones para evitar ser violentadas. Es urgente cuidarnos y apoyar a quienes vemos en peligro, pero no se puede normalizar una vida en que las mujeres no podamos caminar solas por la noche o trasladarnos en Metro o autobús, sin la certeza de que no nos pasará nada. Que no nos maten. No nos secuestren. No nos violen. No nos acosen. No nos maltraten. No es una petición. Es una exigencia aquí y en todo el mundo. Porque la calle es nuestra, y la noche también. losylasdeabajo@yahoo.com.mx 16
Desde la fuerza de nuestra indignación Tlachinollan - 2 febrero 2019
El 24 de enero el ex Comisionado Nacional de Búsqueda, Roberto Cabrera Alfaro presentó cifras que siguen documentando la tragedia que nos ha sumido en el espiral de la muerte. Reportó un total de 40 mil 180 personas desaparecidas, sin considerar las cifras negras que aún persisten por el gran número de familias que ante el ambiente de impunidad en el que se encuentran sumidas, sufren en silencio la desaparición de sus seres queridos. Se trata del primer informe desde que entró en vigor la Ley General en materia de desaparición de personas y que nos muestra la crítica situación de derechos humanos marcada por el dolor de las víctimas. En Guerrero desde la época de la Guerra Sucia la desaparición de personas se ha convertido en un hecho cotidiano para los pobladores que en los últimos son víctimas que han implantado las organizaciones criminales por la disputa territorial y el negocio de la droga. Fue muy contundente el mensaje del obispo Salvador Rangel, en su misa de apertura a la 4ª Brigada Nacional de Búsqueda, quien no sólo mostró la solidaridad con estas familias, sino que también ha sabido alzar su voz profética para que pare esta avalancha delincuencial. Además de acompañar a las familias y de estar en los lugares donde se dirimen los conflictos más graves del Estado ha podido documentar realidades sumamente dolorosas. Comentó, que en los últimos 12 años existe una cifra aproximada de 21 mil 684 personas desaparecidas en nuestro Estado. En contra partida, las autoridades se han desentendido de este drama y más bien han dejado crecer esta ola delincuencial donde se encuentran involucrados agentes del Estado que forman parte del engranaje delincuencial. La respuesta de las familias ante la indolencia gubernamental no las ha detenido, por el contrario, se han visto obligadas a salir a los cerros y salir a las calles para buscar a sus seres queridos. Ejemplo de ello son las madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos, que nos han demostrado como con valentía y determinación se puede reconstruir una esperanza para un país que sangra por la violencia y emplazar a las autoridades para que cumplan sus obligaciones. Fue esta misma fuerza con la que el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México logró impulsar la creación 17
de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas y la que ahora también trae la creación e instalación de un modelo único e inédito respecto el acceso a la verdad y justicia para familiares de personas desaparecidas, que si bien se ha encausado en el caso específico de Ayotzinapa, es una herramienta para todas víctimas de desaparición forzada en el país. El 4 de diciembre de 2018, el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador suscribió el Decreto por el que se crea la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa. Esta nueva etapa ha iniciado con una nueva postura, de escuchar a las familias y de construir una ruta de trabajo de común acuerdo. En esta línea se le ha dado importancia a la atención psicosocial de las madres y padres de los 43 estudiantes con el apoyo de equipo de psicólogas y médicos que han estado trabajando durante estos 4 años en el campo de la salud, han encontrado eco en el nuevo gobierno para que sus propuestas puedan implementarse. Ante la multiplicidad de enfermedades que padecen las madres y padres de los 43 estudiantes se llevó a cabo una brigada de médica este fin de semana. Con el objetivo de brindar la atención especializada que requieren. En estas circunstancias es triste recordar a doña Minerva Bello, quien después de librar una batalla contra el cáncer y una férrea pelea contra el gobierno que siempre se empeñó en hacer más cruento su dolor, sucumbió el 5 de febrero de 2018, con la esperanza de que su hijo Everardo regrese a su casa. Doña Minerva se fue con el dolor de una madre a la que le arrebataron un hijo, sus fuerzas no pudieron con la enfermedad ni la tristeza de no volverlo a ver ni saber qué le había sucedido. Su dolor, es el dolor que sienten todos los días las 42 madres y 43 padres que siguen sin encontrar respuesta y que tienen miedo de que al igual que Doña Minerva se vayan sin volver a abrazar a sus hijos. Es este coraje e indignación es lo que les da fuerza para salir día con día a buscarlos, para seguir gritando en las marchas y exigir a las autoridades que cumplan con su trabajo. A pesar de que existe un voto de confianza para este nuevo gobierno, sigue habiendo una deuda pendiente que se tiene que saldar. Este sábado se cumplieron 52 meses de la desaparición forzada de sus hijos y como cada 26, las madres y padres salieron a las calles para exigir 18
su presentación con vida y para reiterarle al gobierno que nunca dejarán de protestar hasta conocer el paradero de sus hijos. Este domingo de hoy fueron a Iguala donde la 4ª Brigada Nacional de Búsqueda también se unió a su grito de justicia como acto de solidaridad de cientos de familias que saben qué significa esperar todos días alguna noticia sobre sus seres queridos, que sienten su dolor y el vacío por su ausencia. La 4a Brigada Nacional de Búsqueda concluye este primero de febrero y busca que sus recorridos, traigan consigo cambios y resultados importantes para los familiares de desaparecidos en el Estado. Esperan que las autoridades puedan analizar los restos que fueron encontrados en las fosas clandestinas y se pueda identificar los cuerpos para poder ser entregados a sus familiares. Que la información recabada en las escuelas e iglesias sobre puntos posibles de más fosas sean tomados en cuenta para nuevas búsquedas y que aquellos lugares en donde se encontraron restos sean explorados profundamente. La omisión de las autoridades ante estas obligaciones significaría un nuevo acto de desaparición forzada y con ello, un nuevo daño para las miles de familias que buscan a un ser querido. Son estos movimientos de víctimas, el de las madres y padres de los 43 normalistas, el impulsado por los integrantes de esta 4ª Brigada Nacional de Búsqueda, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México y los miles de colectivos de familiares de personas desaparecidas los que realmente ha generado cambios en el país. Son estas mujeres y hombres valientes los que han logrado desenterrar la verdad y emplazar a las autoridades para que cumplan sus obligaciones. Es con el trabajo que han realizado en los cerros y en las calles, que han logrado cambios estructurales, con la creación de nuevas leyes y figuras que buscan asegurar una mejor atención a la problemática de la desaparición forzada. La humildad con la que iniciaron a capacitarse entre unos y otros para buscar en montes y caminos restos de personas, los ha convertido ahora en expertos en búsquedas que incluso guían a profesionales de la Procuraduría General de la República. Su fortaleza para organizarse todos los meses para salir a las calles y plantarse ante las instalaciones de diversas instituciones les ha dado el respeto ante las autoridades, quienes ahora los han incluido como parte fundamental de una Comisión sin precedentes, que busca convertirse en un modelo único para la investigación de la desaparición forzada. 19
Es el ejemplo de estas personas que día a día salen con sus pancartas a marchas o con sus palas y picos a los cerros, lo que realmente ha logrado un cambio de paradigma en cuanto la atención de la desaparición forzada. Es sólo desde el corazón de las víctimas como se reconstruye la paz en un país que ha sido mancillado por la violencia. Es la fuerza de su indignación la que las ha posicionado ante los procesos legislativos que no pueden avanzar sin ellas. Es ahora turno del Estado el seguirlas escuchando y no olvidarlas, mantenerlas como un actor fundamental de sus políticas y legislaciones, y seguirá siendo tarea de ellas recordarnos que sin ellas no podremos avanzar en la verdad y la justicia. Publicado originalmente en Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”
Sin viejas piedras en la mochila José Ángel Quintero Weir
“Decía el Viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan que muchos llaman futuro se cocine” Esto decía el difunto Sup Marcos, en sus desaparecidos. Relatos del Viejo Antonio. Dedicado con mucho cariño a Diana Itzu Breves palabras del Paisano. Nunca supe el verdadero nombre de El Paisano, sólo que así le llamábamos todos: Paisano. Él era un viejo campesino que llegó a la ciudad de Maracaibo huyendo de la pobreza que vivía en el campo; esto, muy a pesar de la fe que, según él, había puesto en el nombre con que bautizó el pequeño fundo que durante la Reforma Agraria de Rómulo Betancourt había obtenido. Él lo llamó: “El Porvenir de Venezuela” al recibir la Prenda Agraria de manos del Ministro de Agricultura y Cría, y del Presidente del Instituto Agrario Nacional, autoridades únicas para la aplicación de la Reforma. Pero, el hecho es que pocos años después, el Paisano y su familia no pudieron soportar más el hambre, la falta de agua, de caminos, de semillas, de hospitales cercanos, de todo lo que en sus discursos, tanto el Presidente de la República, el Ministro de Agricultura y el Presidente 20
del Instituto Agrario Nacional, repetían una y otra vez como discurso aprendido pero vacío, ausente en la realidad. La cosa es que el Paisano no pudo ni siquiera vender la propiedad, pues, a fin de cuentas, esa tierra en verdad, no era suya, sino del Estado; pero además, nadie compraría un fundo que dependía de la voluntad de la lluvia para crecer algún pasto o semilla, sobre todo, porque la lluvia había decidido irse definitivo de esos lugares donde a pocos kilómetros se deforestaba buscando petróleo o carbón. El Paisano, a fin de cuentas, entendió que su deseo y voluntad sólo formaron parte de un acto para los espectadores alejados de su miseria. Atraído por su historia, un buen día seguí las coordenadas que el Paisano me dio acerca de la ubicación del fundo y, en efecto, pude llegar al lugar donde una casa a punto de caer se desvencijaba en la sequía. Un jagüey seco con el suelo de barro descascarándose a pedazos, un palo de bramadero clavado en el centro de lo que alguna vez fue lugar de herraje de reses ya desaparecidas y, el letrero pintado con brocha gruesa rezando: El Porvenir de Vene_ue_a, así, pues, los adobes de la “z” y la “l” ya habían caído del desbaratado muro. Pues, bien, ese día, creo que fue el 23 de mayo de 1974 (o tal vez fue el 24), me encontré con mis compañeros de lucha en casa del Paisano porque apenas me habían puesto en libertad luego de haber estado preso en lo que llamaban Retén de Maracaibo o Cárcel Nacional, luego de haber sido apresado por protestas que hicimos en la comunidad cuando el gobierno decidió cerrar la escuela de nuestros niños porque no tenía servicio de red de cloacas y, antes que instalar la red de cloacas en la comunidad, el gobierno decidió dejar a nuestros niños sin escuela. El hecho es que a nuestra salida de la cárcel, nos reunimos en casa del Paisano a planificar nuestras nuevas acciones. Él sólo escuchaba mientras vigilaba el café que su esposa había puesto a calentar para nosotros; por eso, iba y venía del fogón a la enramada donde hablábamos de nuestra experiencia en la prisión, de cómo enfrentar al gobierno y su poder con algo más que una protesta sino con una “revolución” (tales eran mis palabras); entonces, el Paisano pidió la palabra y sólo nos dijo: “Paisanos, yo no sé pa’dónde van ni a dónde van a llegar, lo que sí les aconsejo es que, pa’dónde vayan, no carguen con las mismas piedras en la mochila”. 21
En verdad, no fue sino hasta muy recientemente que pude entender lo que nos quiso decir el Paisano. I. La diferencia entre ideología y libertad verdadera. Antes de ayer, ayer, hoy, en Venezuela, algún joven va a morir a manos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela. El Ministro del Interior dirá de inmediato que su muerte ha sido prácticamente un suicidio; el Defensor del Pueblo, casi sin que el Ministro termine su discurso, corrobora su palabra y abunda en ejemplos históricos de suicidios parecidos y aprovecha las cámaras para acusar a estos jóvenes “suicidas” de cualquier acción que ponga en riesgo su vida y la de sus familiares. Apenas antes de ayer, ayer, y, hoy mismo, los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, presidido por un elemento que siendo efectivo de la policía política del Estado fue juzgado por el asesinato de una persona en su poder policial, y que ahora es acompañado en sus funciones criminalmente legales por un antiguo miembro de las bandas armadas del Partido de la Democracia Cristiana en sus tiempos de estudiante de la Facultad de Derecho de La Universidad del Zulia pero que, hoy ha resultado ser un consumado “revolucionario” de “izquierda”, pero que gusta de jugar a los naipes en Casinos de Las Vegas pagados con dineros del pueblo; o por elementos que ni siquiera mostraron títulos como abogados pero que apoyan al gobierno en todo lo que el gobierno crea necesario que decidan; de tal manera que, ayer, hoy, orita mismo, estos sátrapas deciden que cualquier rebeldía de cualquier joven en las calles, debe ser juzgada por tribunales militares, o ser lanzados a enloquecer o morir en las “tumbas”: celdas construidas tres metros bajo tierra en los cuarteles de la policía política en Venezuela. Escasamente antes de ayer, ayer, hoy mismo, a la Ministra de Prisiones se le acusa de sacar de la cárcel elementos criminales de la delincuencia común que, uniformados por la Guardia Nacional sean quienes hagan el trabajo de matar a mansalva a nuestros jóvenes rebeldes disparándoles desde la azotea del edificio del propio Tribunal Supremo de Justicia, no importa que sea frente a las cámaras de televisión, porque, a su parecer, quienes en las calles resisten no son gente, no son humanos, pues, se trata de niños de 17 a 22 años “miembros de una derecha internacional que busca que el imperialismo norteamericano venga a invadir a Venezuela” en una especie de deseo y petición desesperada de una posible Bahía 22
Cochinos que pueda justificar sus crueles y sanguinarios crímenes. Oritamente, antes de ayer, ayer, mero mero hoy, la empresa petrolera venezolana PDVSA parece haber descubierto nuevos pozos no precisamente de petroleo, sino de cocaína; por eso, por lo menos dos barcos de la petrolera venezolana han sido atrapados por la Armada española en las inmediaciones de Islas Canarias y un camión cisterna que debía cargar gasolina, ha sido atrapado por el propio Ejército venezolano transportando toneladas de la misma droga. Todos aquí, en Colombia y en Europa saben a quien pertenecen los cargamentos y nadie lo dice, pero mero mero hoy, sin cámaras de televisión de por medio, sus propietarios han supuestamente entregado las armas en Colombia pero no así el negocio que, a fin de cuentas, siguen realizando desde Venezuela con el apoyo logístico de la principal empresa del estado venezolano y de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela. ( Jamás pensó el Libertador que su nombre serviría como nominación de un cartel de drogas en nombre de la libertad). Finalmente, apenitas oriticamente mismo, las madres de este país, esas que tienen que hacer la fila para ver qué encuentran en el mercado, conversaban acerca de lo que la OEA podía decidir en beneficio de parar esta masacre de niños en las calles de Venezuela. Puro sueño de opio de nuestras mamacitas, pues, ellas nada saben de política internacional, ellas nada entienden como un gobernante en Bahamas, Haití o cualquier isla del Caribe desconocida por ellas, jamás entenderá su sufrimiento de vivir en una fila para ver qué puede comprar, pues, ese gobernante sólo espera que el gobierno que diariamente asesina algún niño hijo de alguna de sus compañeras de fila, le envíe petróleo a cambio de su voto en la OEA; ellas piensan así porque, ciertamente, ellas siempre andan sin piedras en la mochila y no entienden que a los gobiernos representados en la OEA les vale madres si Maduro nos declara la guerra con su ejército, sus tanques, sus fusiles y sus sukoi, que bien puede matar a todos nuestros jóvenes de 17 años en nombre del “internacionalismo proletario”, por demás aplaudido por el Caricom, la UNASUR, Atilio Borón, Enrique Dussell o Ana Esther Ceceña afanada en buscar firmas en apoyo a tal crimen. Así, matar día a día a toda una generación y a ellas mismas, es decir, a un pueblo desarmado sin que nadie se de por enterado o escuche sus gritos de muerte, es el principio fundamental de eso que llaman “diplomacia de los de arriba”; porque ni ellas ni los muchachos rebeldes que pelean palmo a palmo en una intifada de piedras contra 23
fusiles no son de “izquierda” (ergo, merecen ser asesinados), ni cuentan con ideólogos y filósofos harto reconocidos como de “izquierda”, que les piensen siquiera como seres humanos, o manque sea se pregunten, en verdad, qué está pasando en Venezuela. Por eso es que hoy, oritica mismo, es que he logrado entender lo que el Paisano decía en su lección que nos dio ese día. No hay nada más pesado que la mochila que cargamos con las piedras de aquello que creemos explica la realidad que pretendemos ver mirándola a través de la sólida estructura de las piedras con las que cargamos nuestra mochila. Es por eso que, entiendo que, a lo sumo, todos los que antes nos hablaban de “humanidad” y de “derechos humanos”, con respecto a la matanza de jóvenes en Venezuela, el hambre de Venezuela, la muerte por falta de medicinas en Venezuela, quieren mostrarse, por lo menos, como neutrales, o se abstienen de opinar, de decir, aunque sea mañana, tras mañana o el año que viene que van casi los 100 muchachos de 17 a 22 años muertos por el gobierno, ¡vergación! Algo pasa en Venezuela y, ciertamente, lo que pasa no puede ser visto a través de las piedras que cargan en sus respectivas mochilas ideológicas. II. Cuando hasta la Derecha quiere ser Izquierda porque, en verdad la izquierda es la otra mano de la derecha. La frase “capitalismo popular” la escuchamos en medio de la crisis política en Venezuela. La expresión, incomprensible y teóricamente insustentable, formó parte de la campaña electoral de María Corina Machado quien, mediante una especie de artilugio lingüístico intentaba aproximar a los sectores populares a la aceptación de la naturalización del liberalismo económico capitalista como estado positivo (esto en términos de Augusto Comte). Sin embargo, tal exabrupto conceptual en función de un plan o programa político cuyo propósito era la suma de sectores populares a la lucha al lado y en respaldo de sus supuestos enemigos tradicionales, no difiere en nada de frases como “minería ecológica”, “explotación minera sustentable” o “minería ecosocialista”, esta vez, se trata de frases con las que el Estado-gobierno “revolucionario”, “bolivariano” y “socialista”, ha buscado naturalizar la apropiación de la naturaleza, la desterritorialización colonialista de las comunidades indígenas originarias en territorio venezolano y su liquidación efectiva por 24
cuanto, es su muerte definitiva la que contribuirá a la creación de la “nueva sociedad socialista”, pues, definitivamente no estará en manos de los pueblos indios sino de “superdotados” y “eternos” líderes como Chávez o sus yernos e hijos herederos. Como vemos, un espacio inclusivo entre dos esferas supuestamente contradictorias se produce, de tal manera que las diferencias sólo permanecen en una superficialidad conceptual, pues, en el fondo, ambas coinciden en la liquidación de cualquier noción, idea o concepto radicalmente opuesta a la naturalización de la expropiación de la naturaleza en función de su dominio y explotación, ya de factores capitalistas o del Estado “ecosocialista”. Dicho de otra manera, se trata de semioesferas (en términos de Yuri Lotman), supuestamente originadas en perspectivas sólo ideológicamente diferenciadas pero que, a fin de cuentas, se superponen una y otra vez sin que se produzcan transformaciones radicales, pues, se trata de ondas generadas en el mismo estanque de agua podrida. De allí que, no puede generar asombro alguno que alguien hable de “capitalismo popular” desde la derecha, así como tampoco debe extrañarnos que se hable de “minería ecológica y ecosocialista” desde la izquierda. En verdad, lo verdaderamente terrible es que, al final, no hay que tener dos dedos de frente para visualizar el proceso por el que la “izquierda” asume como natural las bases conceptuales y el proceso económico de lo que podría considerarse como el horizonte económico de la “derecha” y, al mismo tiempo, cómo factores representativos de la “derecha” se proponen la reconstrucción conceptual del liberalismo económico como parte de un proceso “natural” o “naturalizado” por el que, históricamente, todos los pueblos han de transitar, precisamente, por ser natural; de tal manera que la idea de un “capitalismo popular” se hace posible como expresión de una especie de conversión de la “derecha” en “izquierda”. ¡Chalee! (diría un chilango). En todo caso, cuando la derecha quiere ser “izquierda” o, viceversa, cuando la “izquierda” quiere camuflarse en los programas económicos de la “derecha” aunque hable de “imperialismo”, “capitalismo salvaje”, etc., al tiempo que negocia con los factores del gran capital financiero la entrega de vastos territorios indígenas para su explotación mineroextractiva en contra de los pueblos dueños de esos territorios; todo 25
ello justificado en nombre de una “revolución” y de un sui generis “anti- capitalismo” que las comunidades indígenas, al parecer de la “izquierda en el gobierno”, no pueden comprender, ya que sólo son piezas a ser sacrificadas en el contexto de la transformación social que “el socialismo” impondrá como proceso históricamente irreversible e indetenible”, no importa que en ese proceso sólo los indios mueren o desaparecen, pues, ello siempre será en favor de la supuesta “nueva sociedad” en la que, ciertamente, ya no tendrán por qué existir como pueblos diferentes. Pero la vaina es que, no de balde y, tercamente, los indios han logrado sobrevivir a más de 500 años de expropiación, despojo, miseria y muerte impuesta y ejecutada desde el colonialismo y de la colonialidad republicana de la derecha y de la izquierda, porque ellos resisten, pues, sentipiensan y actúan sin piedras en su mochila, es decir, analizan, interpretan y acuerdan acciones desde su presente, lo que en modo alguno quiere decir que olviden su pasado de hambre y muerte sino que, libres de toda ideología que no sea el sentipensar de sus propias comunidades, sus decisiones políticas no están atravesadas por la presencia de piedras en la mochila sino en virtud de la imperante necesidad de reconfigurarse en el presente de acuerdo a la persistencia de su cosmovisión y cosmovivencia milenariamente heredada de sus ancestros; por ello, su acción política siempre estará mucho más allá de cualquier acción de la “izquierda” de la “minería ecológica” y mucho más allá de la derecha del “capitalismo popular”. No obstante, debemos reconocer, que han sido muchos los años durante los cuales las mochilas de nuestros pueblos han sido cargadas con las pesadas piedras ideológicas y políticas de sus opresores; algunos de ellos, hasta hoy siguen siendo considerados por los pueblos indígenas como aliados de sus luchas, por lo que tanto a ellos como a nosotros nos cuesta desprendernos de la pesada carga que sobre nuestras espaldas cargamos pero que, además, ellos se atreven a trasladarla a nosotros como peso propio de nuestra lucha lo que, en efecto, resulta realmente inaceptable, no sólo por el peso que ello supone en sí mismo, sino porque en el fondo se trata de la vía por la que ellos se atribuyen a sí mismos la capacidad de interpretarnos desde sus propias piedras ideológicas como si por nosotros hablaran o como si tales piedras nos interpretaran a nosotros. 26
III. Añunmein/ayounakein: Colonialidad y desindianidad/ indianización nosótrica y descolonialidad. Ahora que, todos los pueblos originarios siempre han contado con la posibilidad social de que un sujeto miembro o no de la cultura, tenga la posibilidad de formar parte del sentipensar nosótrico sin que por ello deje de pertenecer al origen de donde se desprende su corazón. Para decirlo en términos del pueblo añuu, cualquiera añuu o no añuu puede llegar a formar parte de la mano que somos como comunidad; sin embargo, para ello, el sujeto debe librarse de las piedras que supone conforman su espíritu y que, ciertamente, pesan en el corazón de su historia personal. Esta posibilidad se empareja con su contrario significativo, es decir, un sujeto propiamente añuu, igual puede desarraigarse de sí mismo y del nosotros comunitario, de tal manera que, el hecho de nacer de un vientre añuu no te hace añuu eternamente, pues, eso depende, sobre todo, no del hecho genético como piedra en la mochila, sino del hacer social del sujeto como parte de la comunidad así no haya nacido en ella. Es por ello que contamos con los términos Añunmein y Ayounakein, esto es, añunmein señala a aquel añuu cuyo corazón se ha maleado y, por tanto, se ha desarraigado del nosotros comunitario, es decir, se aleja del nosotros y por ello la comunidad debe hacer grandes esfuerzos en su recuperación; sin embargo, la decisión de regresar al nosotros siempre corresponde a su propio espíritu. Por el otro, Ayounakein nos habla de lo contrario, pues, nos señala a aquel extranjero que adquiere o se hace del corazón de nosotros, esto es, se asume como parte de la mano que somos y por lo que a partir de ese momento deja de ser un extraño, y es asumido por la comunidad como uno más del nosotros, no importa cual haya sido el vientre de donde emergió al mundo. Esto, más que un dato “antropológico” o “etnográfico”, lo ponemos sobre la mesa con todo el sentido político que nuestra realidad actual amerita, pues, a lo que queremos hacer referencia es al hecho de que los pueblos indígenas nunca han sido sociedades cerradas (tal como históricamente han sido acusadas), y en momentos en que los Estados nacionales y sus gobiernos de arriba resultan incapaces de asumir a los otros y asumirse a sí mismos más allá de sus intereses de poder particulares y momentáneos lo que, sin lugar a dudas liquida cualquier noción de comprensión de la humanidad de los otros desde la más elemental condición humana, la perspectiva indígena abre la posibilidad de una otra sociedad sin piedras 27
en la mochila. Por supuesto, no faltarán las acusaciones sobre el supuesto idealismo de la visión indígena del mundo y de las relaciones con los otros, es por ello que filósofos de izquierda se atreven a pedirle hoy al gobierno venezolano que sauqe todo su poder de fuego para “aplastar militarmente a todos los niños y ancianos rebeldes que se le oponen”, pues, están convencidos que sólo la liquidación total de esta población (cerca del 80%), es lo que hará posible la continuidad de una “revolución” que cada día se le hace más difícil de transitar a los protagonistas que la conducen, pues, el peso ideológico de lo que cargan y de lo que intentan eliminar es demasiado contundente, casi inamovible. En fin, estamos convencidos que es posible una relación entre todos los diferentes, creemos que podemos como pueblos indígenas proponer un otro horizonte ético a todas nuestras sociedades; pero, ciertamente, para que un ayouna alcance la consideración de ser ayounakein ha de librarse de todo el peso de las piedras de poder que ha creído lo han sostenido siempre como un ser sólido, pues, sólo en la solidez material cree, y sustituir tal pesada convicción por la simple idea de ser un corazón libre de todo peso le resulta un abominable idealismo que lo devuelve a un pasado olvidado por la sociedad moderna; sin embargo, es a esto a lo que consideramos como verdadera decolonialidad. Vale decir, para nosotros, muy a pesar de todos los discursos críticos sobre y contra la modernidad occidental que desde lo que llaman el pensamiento decolonial se han producido como inteligentes visiones de nuestra realidad latinoamericana, ninguno ha sido capaz de subvertir la realidad de una colonialidad sustentada por las piedras de la derecha y de la izquierda en todo el continente, y, esto es así, puesto que sin una “indianización” de los sujetos y de sus acciones políticas, económicas, culturales, etc., será imposible subvertir la colonialidad, esto es, y hablando en sus términos, generar acciones verdaderamente decoloniales, esas donde pesa más la necesidad y lucha de los pueblos que la supuesta ideología del Estadogobierno que los somete y asesina; esas donde nuestras economías no las define el “mercado mundial” y nuestra supuesta condena a ser eternos productores de commodities sino el intercambio de acuerdo a nuestras particulares necesidades y esperanzas; esas que no se definen por las políticas públicas para favorecernos como desvalidos y eternos clientes de los Estados-gobiernos, sino como seres auténticamente autónomos, libres, y sobre todo, sin piedras en nuestras mochilas. 28
IV. Mensaje final o Moraleja. No hace mucho tiempo atrás, apenas unos pinches 500 años, nuestras voces, nuestras formas de ver y vivir el mundo fueron dadas por muertas porque, tal como hoy, los Guardias Nacionales “Bolivarianos” de ese tiempo creyeron matar nuestros corazones y sentipensares en toda Abya Yala, sólo por haber logrado matar a nuestros más aguerridos jóvenes guerreros, nuestro Nigale entre todos ellos. Pero no fue así, en la muerte de nuestros jóvenes aprendimos a resistir. A lo largo de todo este tiempo que llaman de la colonialidad republicana hemos sobrevivido a las más férreas dictaduras militares de la derecha en Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, a las miserias de sus democracias representativas en Colombia, México o Bolivia y, hoy, a la corrupción, hambre y crimen de los llamados gobiernos progresistas de izquierda en Brasil, Nicaragua o Venezuela; por eso, hoy podemos decir que no hay máscara que usen que pueda cubrir su rostro de muerte para todos los de abajo; porque a los de abajo: indios o no indios, negros o campesinos, pescadores ribereños o habitantes marginados de las grandes ciudades, les toca construir otro mundo porque ese mundo es posible; pero, para ello, es necesario descargar nuestra historia personal y colectiva de las piedras con que nuestras mochilas han venido siendo llenadas con conceptos, teorías e ideologías generadas por quienes siempre nos han dominado y sometido. Lo que proponemos no es fácil; pero igual hemos aprendido que la libertad fácilmente otorgada realmente no existe; por eso, parafraseando a nuestro Argimiro Gabaldón, sabemos que el camino que proponemos es ciertamente duro, pero no igual sabemos que no hay otro camino si en verdad queremos ser definitivamente libres.
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Caminos de la autonomĂa Bajo la tormenta 6 de febrero de 2019