Recopilatorio 11 de diciembre

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 11 de diciembre de 2019

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Dic - 05 - 2019

UNA BALLENA EN LAS MONTAÑAS DEL SURESTE MEXICANO (Creador@s y Creaturas) COMISIÓN SEXTA DEL EZLN. MÉXICO. Diciembre del 2019. Al Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno: A las personas, grupos, colectivos y organizaciones de la Sexta nacional e internacional: A las Redes de Resistencia y Rebeldía: A quienes son adictos al cine: CONSIDERANDO QUE: Primero y único: UNA BALLENA EN LAS MONTAÑAS DEL SURESTE MEXICANO. (Creador@s y Creaturas). Usted no sabe cómo es que llegó hasta ese lugar. Sí, parece que ya se va haciendo una costumbre… “Usos y costumbres ciudadanos”, recuerda usted que decía el finado SupMarcos, y recuerda también la irritación que le provocaban esos comentarios sarcásticos… bueno, no sólo eso. La tarde deja ahora su lugar a la noche. Usted se detuvo porque vio de lejos una estrella roja de cinco puntas en lo alto de un cerro, luego una especie de aviso monumental con tantas letras que no alcanzó a leer de qué se trataba. Más allá, una silueta azulada de un caballo relinchando y unas letras grandes que, con luz, sentencian lacónicas: “TULAN KAW ZAPATISTA”. En la entrada, la niña que le guió en aquel primer cine imposible y su banda de niñas y niños, se le acercan. Usted duda si correr, aparentar que no les conoce o permanecer a la expectativa. Cualquier estrategia se derrumba porque la niña le toma de la mano y le reconviene: “siempre llegando tarde”. 1


Cruzan por una planada, como en una especie de feria de pueblo. En una suerte de ruta serpenteante, hay unas como “estaciones” con diferentes ingenios de luces y sonidos, disfraces de… monstruos, cirquer@s, trapecistas, alguien enseñando artes, por allá se escucha música, se baila y se canta. La gente se arremolina en su “estación” favorita y hay risas, gritos de admiración y sorpresa. Además, claro, de las “selfies”. Como iniciando el trayecto, una gran pantalla. Usted está a punto de decir “parece un auto cinema”, pero un letrero aclara: “Pie Cinema. Esta noche: Cantinflas y Manuel Medel en Águila o Sol. Mañana: Piporro y Pedro Infante en Ahí viene Martín Corona”. La niña le conduce en esa marcha zigzagueante: delante va un extraño ser, parecido a un gato o a un perro; a sus costados van otras niñas y niños hablando todos al mismo tiempo. Usted trata de entender lo que dicen, pero entonces mira una gran manta con la imagen de ¿Boris Karloff ?, maquillado como la creatura de Frankestein, con una taza en una mano y una pieza mordisqueada de pan en la otra. Las letras señalan una verdad ancestral: “Nada como un cafecito y un bocadillo para volver a la vida”. Más al fondo, en otro lado, se lee “Cirugía Maxilofacial. Luzca su mejor rostro y una sonrisa irresistible” y la imagen de las distintas versiones de la creatura de las secuelas y precuelas de “Alien, el octavo pasajero”. Usted se revisa instintivamente las mejillas y sí, se estremece. Hay muchas luces de colores centellantes, un alargado comedor (usted alcanza a leer “ZAPATISTAS” y “BIENVENID@S”), y está por decir que hace frío y que no le vendría mal un café caliente y, sí, tal vez comer algo, cuando ve, en una de las paredes del comedor, otra manta con la imagen de Edward James Olmos anunciando “Sushi pasado por agua. Cursos de Origami. Eliminación de Plagas. Corbatas de moño. Gaff & Company”. En lo alto, como suspendida en el cielo, la imagen animada de la geisha de Blade Runner. Usted se detiene un momento tratando de adivinar cómo es posible ese ingenio, pero la gente que va detrás suyo le empuja. Casi al terminar “la ruta de las estaciones”, hay una mesa con una maqueta grande de lo que tal vez será una construcción, con un letrero que reza “Proyecto de Teatro”, y una caja como alcancía con la aclara2


ción “Donativos Anónimos”. Detrás de una tienda de artesanías, una imagen de un “atrapacaras” anuncia bufandas y antifaces para dormir. Luego un camino empedrado de luz y la silueta de una gran estrella roja, y, entre escombros aparentemente puestos a propósito, imágenes cambiantes de un escenario distópico. Bosque adentro y montaña arriba se adivinan luces parpadeantes. Sí, como si en lugar de un árbol, los zapatistas hubieran adornado de luces la montaña entera y los árboles del bosque no fueran sino las ramas de ese gran pino obeso. Usted piensa que es mejor volver, nada tranquilizante pasa en las tierras del zapatismo… al menos no para usted. Siempre que viene, queda con una sensación de inconformidad y escepticismo respecto a sí mismo. Y se necesitan muchos baños de cotidianeidad citadina para volver a la normalidad. Así que usted se retrasa un poco, buscando la oportunidad de regresar sin que los niños le miren… Pero entonces la ve y se detiene. Usted se dice que lo ha visto todo, para eso están el internet y el ancho de banda, pero eso que ahora mira es tan ilógico que… Bueno, usted saca su celular e intenta una foto panorámica, pero casi inmediatamente entiende que no es posible. Se necesitaría un satélite para tomar el conjunto, porque se aprecia que todo es parte de un rompecabezas y para armarlo hay que caminar… y cerrar los ojos. Pero, al volverlos a abrir, ella sigue ahí. Una gran construcción. Una especie de galerón que, desafiando las leyes físicas, se alarga hasta perderse entre los árboles y en la piel húmeda de la montaña. Una galera cuyo espolón de proa es una estrella roja de cinco puntas. Usted no se sorprendería si, en el costado a su vista, se abrieran ventanillas y salieran decenas, cientos, miles de remos… y dentro se encontrara, “escribiendo en el mar”, el manco de Lepanto. Semeja un galeón. O un barco ballenero… No, más bien una ballena extraviada que, empeñada en nadar contra la corriente y loma arriba, descansa ahora entre árboles y gente. Sí, gente, mucha. De todos los tamaños. Y de todos los colores, porque aunque parece que la mayoría tiene el rostro oculto, sus ropas son como si un caleidoscopio se moviera 3


alrededor del gran cetáceo, absurdo en su reposar a media montaña, como absurdo es todo lo que ahí transcurre. No, no se le ocurrió que podría tratarse del navío “Pequod”, sino de la legendaria Moby Dick, la ballena obsesión de Ahab, de Gregory Peck y de Herman Melville. “Festival de Cine”, recuerda usted que leyó en varios letreros. Pero no hay ninguna referencia a la película de John Houston ni a la novela de Melville. Entonces usted recuerda lo que dijeron alguna vez l@s zapatistas: “nosotras, nosotros, hablamos para otro tiempo. Nuestra palabra se entenderá en otros calendarios y geografías”. Aun así usted está dispuesto a responder “Llamadme Ismael” si alguien le pregunta su nombre, pero, entonces, mira con detenimiento las 3 grandes mantas que cubren el costado; y, en la del medio, la del cuerpo bordado con lanzas y sogas, se lee: Trempülkalwe “Es idioma mapuche, o mapudungun”, escucha usted que alguien le explica a otra persona. Un poco más arriba, otras letras señalan: “¡MARICHEWEU! Diez, cien, mil veces venceremos”. Y, como ratificándolo, a su alrededor pululan diez, cien, mil personas encapuchadas, remeros de esa paradójica galera de buenaboya. Jóvenes, hombres, mujeres y otroas zapatistas. Como diciendo que cada una de sus existencias, de sus vidas, fuera un triunfo frente a un pasado que les prometía muerte y olvido. Aquí, en las montañas del Sureste Mexicano, usted se encuentra con ese grito de resistencia y rebeldía Mapuche. ¿Por qué el zapatismo saluda así y aquí a ese pueblo originario? ¿Por qué el empeño en traer una historia ancestral de resistencia y rebeldía desde el más profundo sur del continente y venir a sembrarla en esta montaña que, además, se llama “Tulan Kaw” (“caballo fuerte” en tojolabal y tzeltal) y hermanar así, irracional, anacrónicamente, dos resistencias y rebeldías con un mismo objetivo: la defensa de la madre tierra? Usted está tratando de descifrar ese rompecabezas cuando la banda infantil le empuja dentro de la panza de la ballena… ok, del auditorio. Bancas de madera, muchas, escalonadas siguiendo el perfil de la montaña, un templete con mesas y 3 pantallas (la versión zapatista del 3D), bocinas, cables como tripas desordenadas. 4


La niña le dice: “Aquí nos esperas. Vamos por palomitas”. Usted trata de decirle que no vio ningún puesto de palomitas, pero la banda de infantes desaparece al salir del interior del cetáceo… ok, del auditorio. Mientras espera, usted recorre con la mirada el interior de la construcción. En las bancas, seres de todo tipo. En el templete, personas que, usted supone, crean cine. Y es que hablan de cine, pero como que responden a preguntas que, al parecer, nadie les ha hecho… al menos nadie visible. O hablan para sí mismas. Regresan corriendo la niña y su banda, todos con bolsas de palomitas. La niña le da una bolsa mientras le aclara: “No le puse mucha salsa porque qué tal duele tu panza luego”. La entrada del grupo infantil es como una señal, y la gente sale en tropel. Quienes están en el templete, suspiran con alivio. Alguien confiesa “¡Uff ! ¡Ahora recordé por qué me dediqué al cine!” Otro: “Es como una película de terror mezclada con un thriller y ciencia ficción, y me temo que el guión no me depara nada bueno”. Una más allá: “Pues la verdad no supe qué contestarle, ella tenía demasiadas preguntas”. “Cierto”, dice uno más, “como estar en un tribunal, pero sin abogado defensor… y sabiendo que eres culpable”. La niña le dice al oído: “Si viene el SupGaleano a buscarnos, tú le dices que aquí hemos estado todo el tiempo, que tú trajiste palomitas de la ciudad y nos compartiste. Aunque lo veas que está bravo, tú firme, nada de que nada, resistencia y rebeldía”. En un altavoz se escucha: “Se agradecería cualquier información sobre el paradero de un gato-perro, se le busca por robo de material estratégico de la comandancia general. Se supone acompañado de una banda de niñas y niños que… ok, olviden eso de niñas y niños, pero el gato-perro es inconfundible”. El susodicho, se esconde en el regazo de la niña y, sí, usted juraría que tiene una sonrisa traviesa. Usted está valorando la conveniencia o no de mentirle a un Subcomandante, cuando las personas regresan, todas con olorosas bolsas de palomitas, toman su lugar y, en el templete, alguien dice: “¿Nadie va a hacer una pregunta frívola?, digo, para volver a la normalidad y todos crean que éste es un festival de cine como los otros”. “Vaya”, se dice usted, “un festival de cine donde se esperan explicaciones, razones, reflexiones. Como si en la pantalla apareciera un gran signo de interrogación y todas, todos, todoas, esperaran que… ¿qué esperan?”. La niña le confiesa: “Estamos un poco contentas porque ya 5


vinieron ya esas personas que hacen cine. Es que, ¿qué tal que están tristes, o se siente mal su corazón de no saber dónde andan sus crías? ¿Ah, verdad? Entonces les invitamos que vienen y nos cuentan si están bien, o mal, o depende. Y qué tal que echan baile y comen palomitas y se pone contento su corazón”, dice la niña con la boca llena y las mejillas manchadas de salsa. Parece que hay un receso, así que todos, incluyéndolo a usted, salen. Para su sorpresa, ahora hay un puesto de palomitas rodante que, como un cometa lleno de luces, arrastra una larga fila de niñas y niños esperando su turno. Hay otro más abajo. Y se adivina uno más lejos. Usted se forma y, ya con su bolsa de palomitas, se queda mirando esa absurda sala de cine y su inclinación rebelde, desafiando la lógica y la ley de gravedad… La mítica ballena mapuche, Mocha Dick, navegando montaña arriba, con toda esa gente a cuestas… “y, en medio de todos, un gran fantasma encapuchado, como un monte nevado en el aire” (Moby Dick. Herman Melville, 1851). Un cetáceo irreverente como parte de un rompecabezas. El cine como algo más, mucho más, que una película. Como si aquí fuera parte de un rompecabezas más amplio: usted vio un gran cartel anunciando un festival de Danza, otro sobre un foro en Defensa del territorio y la madre tierra, uno más sobre un encuentro internacional de mujeres que luchan, otro de un cumpleaños; y letreros, muchos: los que señalan baños, regaderas, internet, abarrotes, “Un mundo donde quepan muchos mundos”, además de los de Junta de Buen Gobierno, Municipio Autónomo Rebelde Zapatista, Comisión de Información y Vigilancia… y a usted no le sorprendería topar a Elías Contreras, fumando y sentado afuera de una champa sobre cuyo dintel se leería “Comisión de Investigación”. Hay muchas piezas sueltas que usted detecta. Porque usted mira a otras personas que sólo se diferencian de las locales por un gafete que señala “Congreso Nacional Indígena” y, claro, por no traer el rostro oculto; además de “ciudadanos, ciudadanas y ciudadanoas”, que es como el zapatismo nombra a quienes viven o sobreviven en las ciudades. Y le desespera saber que hay y habrá otras piezas más. 6


Como si el zapatismo se empeñara en retar a la humanidad con enigmas,… o con la silueta de un mundo, de otro mundo. Como si su vida de usted le importara a alguien que no conoce. Alguien por quien tal vez usted ha hecho mucho, poco o nada, pero que le toma en cuenta. Como si hasta entonces entendiera que ese “Caracol de Nuestra Vida” le incluye a usted y a los suyos… diez, cien, mil veces. Y esta pieza del rompecabezas, el cine, como la vida, dentro de una ballena que remonta, herida en los costados, las montañas del sureste mexicano… Pero eso es imposible… ¿o no? -*Con base a lo anteriormente expuesto, la Comisión Sexta del EZLN, invita a los hombres, mujeres, otroas, niños y ancianos de la Sexta, del CNI y de las redes de Resistencia y Rebeldía en todo el mundo, y, bueno, a l@s cinéfil@s que puedan y quieran, al FESTIVAL DE CINE… “PUY TA CUXLEJALTIC” (“Caracol de nuestra Vida”), Cuya segunda edición se realizará en el Caracol zapatista de Tulan Kaw, en las montañas del Sureste Mexicano, del 7 al 15 de diciembre del 2019. Las películas que se exhibirán y las actividades en el festival se darán a conocer públicamente en breve en la sede del Festival. Desde las montañas del Sureste Mexicano. El SupGaleano. Persiguiendo la mutación más temible del Xenoformo: el Gato-Perro. ¿Qué? Pues es que se robó mis palomitas. Y el cine sin palomitas es… ¿cómo le explico?… como tacos sin salsa, como Messi sin balón, como burro sin mecate, como pingüino sin frac, como Sherlock sin Watson, como Donald Trump sin twitter (o viceversa)… ¿eh?… ok, ése fue otro mal ejemplo. México, diciembre del 2019. 7


Sensibilidad zapatista: ¿Arte para qué y para quién? Daliri Oropeza - Pie De Página Microfilme Postal - 10, Diciembre, 2019

El EZLN convoca actividades todo diciembre y arrancan con un festival de cine y otro de danza. El zapatismo teje redes de conocimiento mostrando el modo en que viven la autonomía a través del arte, lo que muchos no han mirado y aún se niegan a mirar. La cámara apunta al escenario. Detrás, un rostro cubierto con un pasamontañas negro observa a través del visor, calibra los colores, acomoda el tripié. Sus ojos son expresivos, disfrutan de cada movimiento, no dejan de mirar lo que sucede en el escenario. Esos ojos enmarcados en pasamontañas observan con curiosidad y asombro cada una de las exhibiciones que hacen más zapatistas. Mujeres y hombres danzan sosteniendo carteles, disfrazados, evocando la siembra de maíz o representando los abusos de los malos gobiernos. De manera grupal, organizada y trazada, representan la organización en contra del capitalismo, el papel de las mujeres en el ámbito político, las labores comunitarias, los modos corruptos y antidemocráticos del gobierno, de los medios, la represión, las antítesis y las resistencias. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional hace política como arte de lo posible, diría Checo Pérez. Este diciembre convocan a distintos eventos a lo largo del mes y sus actividades inician con el festival Puy Ta Cuxlejaltic de cine y un compArte, el primero enfocado solo en Danza. En la primera edición del compArte [1], el vocero del EZLN, sub comandante Insurgente Moisés, dijo claramente por qué y cómo el arte puede nacer un nuevo mundo: “Para nosotras, nosotros, zapatistas, el arte se estudia creando muchas imaginaciones, leyendo en la mirada, estudiando en la escucha, practicando”. El arte zapatista “crudamente nació y salió de sus mentes, ellas y ellos las decidieron de cómo las van a presentar, sobre cómo han trabajado como zapatistas y autónomos, con su resistencia y su ser rebeldes”, el Sup Moisés describe así el modo de creación de las comunidades. 8


Una de las claves está en la continuidad, de acuerdo con Francisco de Parres, integrante del Colectivo Transdisciplinario de Investigaciones Críticas (COTRIC). La continuidad de este modo de hacer arte tiene un motor, de acuerdo con Carolina Díaz integrante del Cotric: El arte zapatista se ha preguntado más profundamente el arte para qué y para quién y eso es fundamental porque nos lleva a un público distinto al que plantea el arte occidental. En las cartas que escribe el subcomandante insurgente Galeano, antes Marcos, al filósofo Luis Villoro en 2016, asegura que “las artes” (y no la política) son “quienes cavan en lo más profundo del ser humano y rescatan su esencia. Como si el mundo siguiera siendo el mismo, pero con ellas y por ellas pudiéramos encontrar la posibilidad humana entre tantos engranajes, tuercas y resortes rechinando con mal humor”. El concepto de autonomía con el que ejercen este arte, se contrapone a los cánones europeos de la autonomía del arte que dicen aislar al artista y su mundo. Aquí el plano social es la potencia, pues su creación depende del compartir; tanto en la hechura como en la compartición. La narración de la historia propia a un abanico de edades, personas y contextos. De acuerdo con el COTRIC lo que hacen las comunidades zapatistas de Chiapas es un sistema comunicativo a través del arte, en el cual la complejidad es el mejor antídoto contra los pensamientos únicos, asegura Parres en el artículo Continuidad entre la ciencia y el arte en el movimiento Zapatista: una mirada desde la complejidad. Con esto, el EZLN apunta a la postura política, al momento de mirar al otro y al ser mirando a los otros y al mirarnos a nosotras mismas. Quienes dicen que por qué el EZLN sólo se opone al gobierno de AMLO de manera contundente, son incapaces de observar que en términos de colocar 13 demandas colectivas (Democracia, justicia, libertad, paz, salud, tierra, alimentación, trabajo, comunicación, independencia, cultura y educación) el EZLN coloca su mensaje político a través de acontecimientos que no necesariamente son 9


“políticos” o de “protesta”. Que dejan la pasividad e individualidad de lado. Se dedican a tejer redes de conocimiento. Desde 2012, están los eventos de apertura del zapatismo de Chiapas más simbólicos: la marcha del silencio, la escuelita zapatista, seminarios como La Hidra Capitalista, los Muros del Capital; un Festival de las Resistencias con caravana, la campaña de Marichuy, tres compArtes, dos conCiencias, el primer Encuentro de Mujeres que Luchan, en ese orden desde 2012. Todos involucran al arte, a las ciencias, al intercambio de conocimiento. Ahora en 2019 tienen continuidad con el Festival Puy Ta Cuxlejaltic de cine y el compArte de danza. “Las artes miran lo que miran y miran lo que puede llegar a ser mirado”, escribió el Gato-Perro. Las comunidades zapatistas muestran lo posible. [1] compArte es un festival de las artes convocado por el EZLN, el cual incluye canciones corrido revolucionarios, poesías, pintura, escultura, obras teatro, danzas , bordados, performance, literatura, instalación, abierto al público en donde las personas se registran para presentarse y las comunidades zapatistas presentan sus creaciones. [2] conCiencias es un encuentro de personas dedicadas a las ciencias. A desarrollar en un próximo microf ilme.

La rabia de las mujeres

Liliana Colanzi* - Proceso.com - 10 Diciembre, 2019 La primera vez que me manosearon tenía nueve años. Esa mañana había ido a la biblioteca del colegio: estaba obsesionada con la serie de niños detectives de Enid Blyton y había descubierto cinco o seis libros de esa colección. Caminaba rápido hacia la biblioteca mientras iba pensando en la nueva historia de detectives que iba a leer, cuando me interceptó un profesor en el pasillo (¡hola, profe!). El “profe” tenía 40 o 50 años y yo lo conocía apenas de vista porque enseñaba en los cursos de secundaria. Me miró de una forma que me hizo sentir en falta y me ordenó que lo siguiera hasta una de las aulas donde estaba dando clases. De pronto sentí sobre mí los ojos de 50 alumnos mucho mayores que yo. 10


–¿A ustedes les parece bien que una mujercita venga al colegio vestida de esta manera? –preguntó a los estudiantes, que a mis ojos también eran unos adultos. Yo no me había dado cuenta hasta ese momento de que era una “mujercita” ni de que estaba vestida de una manera fuera de lo común. Esa mañana me había puesto mi conjunto favorito: una blusa con flecos y unos shorts con estampados color pastel. El profesor me colocó de espaldas a la clase y dijo: –¿Saben lo que le pasa a una mujercita que se viste así? ¡Esto es lo que le pasa! Y procedió a meterme mano debajo de la blusa y a acariciarme la espalda delante de toda la clase, que permanecía en silencio. Después, para que la lección quedara bien grabada y no me olvidara de cuáles eran las consecuencias de andar vestida así en el colegio a mis nueve años, me levantó la blusa hasta la altura de la nuca y dejó a la vista toda mi espalda desnuda (en esa época todavía no usaba sostén). Ese día llegué a mi casa sintiéndome sucia, humillada y culpable, aunque no sabía por qué. Pero si un profesor del colegio me había manoseado, y además delante de toda la clase, entonces con seguridad me lo merecía. Mi madre quiso ir a quejarse al colegio, pero yo le rogué que no lo hiciera: me vencieron la vergüenza y la culpa, la sensación de haberme ganado el manoseo. Nunca más pude tocar el conjunto color pastel sin que me abrumara la impresión de estar sucia. Nunca lo volví a usar. Si cuento esta historia en particular es porque ese profesor me hizo descubrir, a los nueve años, que mi cuerpo era culpable de atraer la violencia de los hombres. Me gustaría decir que nunca más pasé por una situación similar, que nunca más un hombre me manoseó a la fuerza o intentó hacerlo, que nunca más me acosaron sexualmente en la calle o en la universidad o en el trabajo o en la casa de algún familiar. Pero me ha sucedido muchas veces a lo largo de los años. Muchísimas. Desde muy temprano las mujeres aprendemos que este tipo de violencia es parte de nuestra vida cotidiana, y lo que hacemos es tratar de surfear la situación de manera que no dañe nuestras carreras o nuestra imagen pública o nuestro círculo familiar, o incluso nuestra autoimagen (no queremos asumir lo que 11


pasó porque eso nos pone en el papel de víctimas, y ser víctima equivale a estar en el lugar poco atractivo de la lástima; si la víctima es una mujer, también es sospechosa de haber provocado la situación). Hablamos entre nosotras de estas experiencias, en voz baja, pero rara vez de manera pública. A pesar de que el acoso sexual y la violencia sexual son tan antiguos como las religiones, es terrible que las mujeres no hayamos podido transmitirnos información útil sobre estos temas unas a otras, a lo largo de las generaciones: si acaso, nos enseñan que vestirnos o movernos de cierta manera, caminar o viajar solas, o incluso acceder a espacios masculinos, puede atraer la violencia sexual sobre nosotras a manera de castigo. La lección es que si nos acosan o nos violan es porque algo debemos haber hecho. La ley no está de nuestra parte; a pesar de que casi todas las mujeres cercanas a mí han pasado por una situación parecida, hasta ahora ninguno de sus agresores ha sido castigado. Y cuando nos atrevemos a llamar a la violencia sexual por su nombre, a decirlo en voz alta y en público, nos hacen creer que no sucedió, que todo está en nuestra cabeza, que no es más que un chiste de doble sentido sin mayores consecuencias, y miren cómo todos se ríen, hombres y mujeres, tan fuerte que no se escucha lo que estamos diciendo. Cuando nos atrevemos a nombrarlo, familiares y amigos, hombres y mujeres, nos dicen que estamos locas, que por qué no lo hablamos personalmente con el agresor sin que nadie más se entere del impasse, que por qué no lo decimos con buenos modales, de forma “constructiva”, o por qué mejor no nos callamos y nos dedicamos a pensar en problemas que de verdad le importan a la gente, porque como mujeres somos ciudadanas de segunda clase y nuestra integridad y nuestra vida no importan. Necesitan de nuestro silencio porque nombrar la violencia es desestabilizador, porque nuestra palabra los obliga a ver una imagen repulsiva de sí mismos que no están dispuestos a enfrentar, y que es el primer paso para que las cosas empiecen a cambiar. Por eso necesitan de nuestra complicidad. Y por eso precisamente es que debemos hablar (…) Poder revolucionario Han pasado más de 130 años desde que Adela Zamudio escribió “Nacer hombre”, y la rabia de sus versos sigue resultando electri12


zante: “Una mujer superior/ en elecciones no vota/ y vota el pillo peor./ (Permitidme que me asombre.)/ Con tal que aprenda a firmar/ puede votar un idiota/ porque es hombre”. Hoy recordamos a Zamudio como una especie de tía benévola que luchó por los derechos de las mujeres a votar, a recibir educación y a conseguir el divorcio. Sin embargo, si viviera en nuestros tiempos con toda seguridad sería tachada de feminazi, resentida y radical: Zamudio se negó a enseñar religión en el liceo de señoritas que dirigía en Cochabamba y tuvo una célebre pelea en los periódicos con fray Francisco Pierini, el cura al que apoyaban las mujeres encopetadas de la época. La potencia de su poema “Nacer hombre” sin duda emana de la rabia que sentía por el trato injusto hacia las mujeres en la sociedad boliviana. La rabia de las mujeres puede ser una extraordinaria fuerza revolucionaria; por eso mismo tiende a ser suprimida y silenciada a través de la cultura, que la entiende como desagradable, antinatural y monstruosa. La feminista afroamericana Audre Lorde­fue una de las primeras en abordar este potencial en su extraordinario ensayo de 1981 “Los usos de la ira: las mujeres responden al racismo”, en el que habla del racismo, el sexismo y la homofobia como los soportes de la sociedad estadunidense, y de la ira como una herramienta de transformación: “Toda mujer posee un nutrido arsenal de ira potencialmente útil en la lucha contra la opresión, personal e institucional, que está en la raíz de esa ira. Bien canalizada, la ira puede convertirse en una poderosa fuente de energía al servicio del progreso y del cambio. Y cuando hablo de cambio […] me refiero a la modificación profunda y radical de los supuestos en que se basa nuestra vida.” En Buenas y enojadas. El poder revolucionario de la rabia de las mujeres, Rebecca Traister reivindica la ira femenina como el motor de varias revoluciones que han transformado la cara de Estados Unidos: en las huelgas de las obreras textiles que consiguieron cambiar las condiciones de trabajo en las fábricas en el siglo XIX, en la negativa de la activista negra Rosa Parks a sentarse en la parte trasera del autobús –hecho que inspiró la lucha por los derechos civiles de los negros–, y en la batalla de Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton 13


por conseguir el sufragio femenino, la ira ha sido un factor fundamental de progreso y de cambio. Un día estas mujeres decidieron que no podían seguir soportando la situación de desigualdad en que vivían, y enfurecieron. Y entonces empezaron a organizarse y a actuar. Traister señala que la misma rabia que en los hombres se ve como justificada y patriótica, en las mujeres es condenada como exagerada, ridícula o falsa, y pone como ejemplo las elecciones presidenciales de 2016, en las que el discurso agresivo de Donald Trump no hizo más que ganarle adeptos, mientras que Hillary Clinton era percibida como gritona y amargada (Clinton llegó a tomar clases de modulación de la voz para no sonar “enojada”). En Bolivia, María Galindo recibe todo tipo de insultos y llamados a la compostura por ser una mujer capaz de increpar al Estado de frente y con furia; sin embargo, la misma actitud rabiosa fue aplaudida como justa y necesaria en el político cruceño Rubén Costas durante las protestas contra el centralismo, cuando gritaba “¡Autonomía, carajo!”, y la gente celebra cuando el alcalde Percy Fernández agrede verbalmente a mujeres periodistas o gremiales. No estamos acostumbrados a reconocer la ira de las mujeres porque la sociedad pone mucho empeño en contenerla, pero cuando se manifiesta tiene un gran potencial desestabilizador. Traister recuerda por ejemplo a Flo Kennedy, la abogada y activista negra que en 1969 organizó la protesta feminista contra la prohibición del aborto en Nueva York –anulada en 1970–; Kennedy era descrita por la prensa como “la boca más grande, ruidosa e indispu­ tablemente insolente” entre las feministas, capaz de desatar la furia e inspirar a los demás a la acción. Debemos reconocer […] que la rabia es a menudo una expresión exuberante –dice Traister–, es la fuerza que inyecta energía, intensidad y urgencia en batallas que deben ser intensas y urgentes si quieren ser ganadas. De manera más amplia, debemos llegar a identificar nuestra propia rabia como válida y racional, y no como se nos dice que es: fea, histérica, marginal, risible. *Escritora, editora y periodista boliviana. Profesora de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell. Los fragmentos anteriores corresponden al ensayo “Escribir la rabia”, publicado en la Revista de la Universidad de México, No. 854, noviembre de 2019. 14


Carta abierta a quienes no entendieron JAVIER SICILIA - proceso.com - 8 diciembre, 2019

Queridos todos: A raíz de mi “Tercera carta a Andrés Manuel López Obrador” (Proceso 2246) hubo un sinnúmero de ataques y de violencia verbal de parte de ustedes, incluyendo el presidente, hacia mi persona, las víctimas y la ciudadanía que las palabras de esa carta representan en su llamado a detener la violencia y fortalecer las regiones y las autonomías indígenas. Lo lamento. Es señal, quiero creerlo así, de que en medio de tanto ruido, no la leyeron con atención. De lo contrario sería señal de ceguera ideológica o de analfabetismo funcional que debe preocuparles, porque ambas, lejos de distinguir, de aclarar, de precisar, ahondan y abonan a la violencia. No quiero pensar con Bertolt Brecht que hemos llegado hoy en México a esos tiempos terribles en que hay que defender lo obvio. No sé de dónde, en toda esa carta, el presidente y ustedes pudieron inferir que soy su enemigo, que pertenezco a esa anacrónica y violenta clasificación de “conservador” o “fifí”, que quiero sentarlo “en el banquillo de los acusados” y, lo peor, que soy un defensor de la política de las balas y de la sangre. “No se trata –escribí en esa carta, citando a Jacobo Dayán–, de cuántos balazos o cuántos abrazos hay que dar para detener el horror. Las dos estrategias están equivocadas. Se trata de saber cuánto Estado se necesita para construir la justicia y la paz (…)”. Mentir, ocultar la verdad y malversar la palabra no sólo es, decía Platón, un crimen contra la lengua; daña también a las almas. Yo nunca he pertenecido a partido alguno. He sido siempre un crítico del poder, de sus traiciones y sus desmesuras. Desde 2011, en que a raíz del asesinato de mi hijo Juan Francisco salí a caminar con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, no lo he hecho para beneficio de ningún partido, sino de las víctimas de este país ensangrentado y humillado por los criminales y la corrupción de la clase política. Al pasado, enquistados aún en el Estado y en empresas, hay que traerlo al presente con la verdad para juzgarlo, y no utilizarlo para difamar a quienes lo único que buscamos es la paz y la justicia. 15


México –repito palabras de mi tercera carta a AMLO–, la casa de todos, está en llamas, ensangrentada, secuestrada por la injusticia, el crimen y violencias de todo tipo y yo no dejaré de llamar a la nación a apagarla, a sanarla de sus llagas, a limpiar sus calles de sangre y a hacerla digna. A los gobiernos –sean de la ideología que sea– hay que empujarlos a realizar lo que prometieron o a encarar sus traiciones. Cuando la ciudadanía se une para hacerlo, los gobiernos reaccionan y retoman sus compromisos –la democracia no termina en las urnas, allí empieza–. A los criminales hay que decirles, tomando de la mano a nuestros hijos e hijas y caminando juntos por nuestras calles, nuestras carreteras, nuestros recintos, que este país es nuestro, que ésta es nuestra casa y que no permitiremos que la conviertan en un rastro. En estos momentos, donde continúan matándonos, secuestrándonos, asesinándonos, despareciéndonos de formas cada vez más viles, en que la patria está arrasada, no es tiempo de ponerse del lado de quienes hacen la historia bajo el peso de la violencia, como afirmaba Camus, sino de quienes la padecen; tiempo de estar a la altura de lo que nos sucede; tiempo de detener el horror por encima de cualquier cosa; tiempo de rescatar el presente de los que hoy están aún con nosotros para salvar su futuro y el del país. La caminata, la marcha, la peregrinación, como quieran llamarla, a la que convocamos para enero –diremos en su momento la fecha y el cómo– no es, por lo mismo y como algunos de ustedes, malversando mis palabras, suponen: una protesta. Es un llamado al presidente López Obrador a que una a la nación y retome la agenda de paz y justicia con la que se comprometió como prioridad de la nación; es un llamado a él y a cada uno de nosotros para que dejemos de insultarnos, descalificarnos, difamarnos, confrontarnos, polarizarnos. Es también una propuesta –abandonada por el presidente– de una política de Estado prioritaria y sustentada en la Justicia Transicional que muchas organizaciones trabajaron con la Secretaría de Gobernación y a la que –no sabemos por qué– la propia Segob dio la espalda; una justicia que implica una gran Comisión de la Verdad y un mecanismo extraordinario de justicia que teja las instituciones del Estado creadas para ello y que hoy están 16


dispersas, abandonadas, cuestionadas, poco claras: el Sistema Nacional de Atención a Víctimas, el Sistema Nacional de Búsqueda, la CNDH, las policías y los programas sociales de la Presidencia. Respaldarse en un modelo de seguridad militarizado es insistir en el mismo error del pasado. No normalicemos la violencia, no la justifiquemos en nombre de nada. “En tiempos de desorden –escribió Bertolt Brecht–, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer normal ni imposible de cambiar”. Nos vemos en el camino. 1. Querido presidente: me alarma que al descalificarme hayas dicho: “¡Qué flojera!” e: “Imagínense que voy a estar esperando aquí y la prensa conservadora, fifí, y, nuestros adversarios, dándose vuelo… yo haciéndole el caldo gordo a los conservadores ¡El gran encuentro! ¿Cuántos días de notas en la prensa fifi, sobre la marcha y el encuentro para que me sienten en el banquillo de los acusados (las cursivas son mías) y todo México se dé cuenta ¡Qué barbaridad! Vilipendiado el presidente, hasta que alguien le dijo sus verdades”. Las primeras palabras recuerdan el “Ya me cansé” pronunciado el 7 de noviembre de 2014 por Murillo Karam ante el sufrimiento de la tragedia de Ayotzinapa. Las siguientes se parecen a las que Díaz Ordaz consignó en sus memorias imaginando lo que hubiese sucedido de haberse dado el diálogo público que pedía el Comité Nacional de Huelga la noche del 27 de agosto de 1968: “Y en este ambiente de desaforados, el presidente de la República sentado en el banquillo de los acusados, contestando preguntas y aguantando injurias y burlas (las cursivas son mías). Después vendría la presión física para que firmara algún documento”. La lengua nunca es inocente y tu lapsus, presidente, es, por decir lo menos, desafortunado. México no es tu enemigo. Tu único enemigo, el enemigo de todos, el que nos quiere humillar, destruir y ver divididos, el que tiene ensangrentada y asolada nuestra casa, se llama violencia e impunidad. Únenos contra ellas, presidente. No te aísles, no te dejes aislar y escucha el sufrimiento y las propuestas hechas desde una patria que no puede soportar más fracturas y ya sólo tiene tiempo para la dignidad. 17


CNTE: la invención de la imagen

Luis Hernández Navarro - La Jornada - 10 de diciembre de 2019 Tirada en el suelo, una maestra rural es agredida por un campesino. El labriego le jala el pelo con la mano derecha, empuña un fajo de billetes con la izquierda y patea un libro descuadernado. El agresor tiene un cómplice. Otro hombre, con el rostro cubierto por un enorme sombrero de palma, que propina a la profesora un culatazo en el rostro. A la distancia, escondidos tras una columna, dos niños y una niña observan temerosos el ataque. La imagen forma parte del mural Atentado a la maestra rural, pintado por Aurora Reyes, en 1936, en el Centro Escolar Revolución, cerca de la estación de Metro Balderas. En el fresco, la pintora, durante parte de su vida comunista, profesora, sindicalista y luchadora por los derechos de la mujer, ejemplificó la labor heroica de los docentes mexicanos y la represión que padecieron. Desde dos años antes, con la misión de promover la educación socialista cardenista, los profesores rurales se enfrascaron en una batalla contra el fanatismo religioso, la ignorancia, la superstición y en favor de la reforma agraria y el fomento de la higiene. El clero reaccionario y los latifundistas respondieron desatando una segunda Cristiada. Decenas de maestros fueron asesinados, desorejados, empalados y golpeados. La combatividad, el compromiso pedagógico y la vocación revolucionaria desplegada por el magisterio en aquella época no nació con el cardenismo. Eran anteriores a la llegada del michoacano a la Presidencia, aunque florecieron de la mano de su proyecto transformador. El fresco de 4 por 2 metros de Aurora Reyes es un homenaje a las luchas de los trabajadores de la educación comprometidos con las mejores causas. Irónicamente, pocos años después, el Estado mexicano los combatiría y trataría de domesticar, con la invaluable ayuda del charrismo sindical de Jesús Sánchez Vite. “Se ha destruido –declaró Sánchez Vite, cachorro del alemanismo en el SNTE– la leyenda negra que forjaron los enemigos de nuestra causa, al concluir falsamente, que el maestro era en sí mismo 18


un germen de disolución, cuando en verdad no es sino un ser dotado de ge­n erosos e infatigables impulsos de superación, que si en ocasiones manifiesta justamente rebeldía, es porque no encuentra en el ámbito que lo circunda, ni estímulo a su obra trascendental como mentor, ni incentivos como ciudadano a su colaboración dentro de la comunidad.” Su cruzada fracasó a largo plazo. En diciembre de 1979, 43 años después de que Reyes pintó el mural, los maestros a los que honró emergieron nuevamente en casi todo el país. Ya no como casos excepcionales, sino como un gran movimiento de masas que ha sobrevivido a ocho presidentes. En sincronía con lo mejor de ese pasado, los educadores comprometidos con la defensa de educación pública, la recuperación democrática de su sindicato y la emancipación política y social fundaron la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Más allá de la lucha por democratizar su sindicato y elaborar proyectos de educación alternativos, el magisterio disidente ha participado en muchos de los combates por la democracia en el país. Sus integrantes han organizado y conducido asociaciones campesinas e indígenas, movimientos urbano-populares, sindicatos independientes, grupos de defensa de los derechos humanos, asociaciones feministas, colectivos ecologistas, fundado escuelas en zonas paupérrimas, promovido radios comunitarias y proyectos culturales contrahegémonicos. A pesar de no participar electoralmente como CNTE, cuando en 2006 se instaló en Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, el campamento para denunciar el fraude electoral que sufrió Andrés Manuel López Obrador, miles de sus integrantes participaron en su organización, animación y funcionamiento cotidiano. La enorme cantidad y diversidad política de los maestros con los que uno se topaba al caminar entre las tiendas de campaña y los improvisados comedores instalados en la calle, eran equiparables a los restos prehispánicos de distintas etapas que se encuentran en una excavación arqueológica. Al igual que sucedió al magisterio rural cardenista, durante estas cuatro décadas los profesores de la CNTE han sido asesinados, torturados, encarcelados, perseguidos y estigmatizados. Prácticamente 19


desde su surgimiento, en 1979, se ha construido desde el cine, la radio, la televisión y la prensa escrita, pero también desde el SNTE y la academia, una nueva leyenda negra sobre el movimiento, que nada envidia a la propalada en la década de 1930 por cristeros y carcas. La imagen de un magisterio ejemplar construida por muralistas y grabadores como Aurora Reyes, Diego Rivera, Leopoldo López, Máximo Pacheco, Pablo O’Higgins, Ramón Alva Guadarrama y, más adelante, José Hernández Delgadillo, contrasta diametralmente con la elaborada sobre la coordinadora por cartonistas o por panfletos fílmicos como ¡De panzazo!, empeñados en d ­ enostarla. A 40 años de su fundación, la CNTE enfrenta (entre muchos más) el desafío de reconstruir su imagen pública. Fotógrafos, diseñadores gráficos, pintores, escultores y cineastas tienen allí, como sus antecesores lo tuvieron entre 1920 y 1940, un tema apasionante y vital para producir una obra socialmente relevante. Twitter: @lhan55

La 4T y el sí o sí del Tren que llaman Maya Magdalena Gómez - La Jornada - 10 de diciembre de 2019

Los próximos 14 y 15 de diciembre se efectuará la fase final de la meteórica consulta organizada por el gobierno federal en torno al Tren que llaman Maya. Son varias las consideraciones de fondo que permiten sustentar las irregularidades de dicho proceso. En primer lugar, se realiza una supuesta consulta sólo sobre un proyecto de tren, pese a las múltiples evidencias de que se trata de un plan que entraña más que un tren y que implicará la construcción de polos de desarrollo inmobiliario y turístico en torno a las estaciones que se tienen previstas en el trayecto por cinco entidades: Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo. A lo largo de un año de manera principal Fonatur con auxilio de la Procuraduría Agraria han realizado gestiones y presiones frente a los ejidos que deberían aportar tierras para dichos polos, inclusive han declarado ambas dependencias que ya han aceptado más de 90 por ciento de los ejidos involucrados. También han manejado 20


la propuesta de que sean parte de los fideicomisos que al efecto se formarán y así sean inversores en lugar de vender su tierra. En la lógica de medias verdades han enunciado en la convocatoria a la llamada consulta que “el proyecto busca el desarrollo integral del sureste de México y la península de Yucatán a partir de ordenamiento territorial, preservación del medio ambiente, desarrollo económico inclusivo, bienestar social y la protección del patrimonio tangible, intangible e identidad histórica de los pueblos de la región”. No hay evidencias de tales derroteros. Así, tenemos que en su primera fase, llamada informativa, han realizado su fórmula de reuniones regionales, a finales de noviembre, donde han explicado a los asistentes, a quienes denominan genéricamente autoridades, las bondades del tren.Sin condiciones para diálogos y acuerdos, como señalan, para definir reparto de beneficios. No se han difundido estudios de impacto ambiental o dictámenes en torno a los sitios arqueológicos de la zona. Supuestamente, durante las siguientes dos semanas dichas autoridades deliberarían con sus comunidades para manifestar su postura los días 14 y 15 de diciembre. Un elemento central de la estrategia gubernamental para asegurar el sí o sí al tren, es la definición del sujeto de derecho destinatario de la consulta indígena, se les convocó y se agregó: “Así como a la ciudadanía en general de dichos estados, a participar en el proceso de consulta indígena y jornada de ejercicio participativo ciudadano”. En consecuencia, “las comunidades indígenas podrán participar en ambas consultas, como etnia (sic) y como ciudadanos, dijo el titular de Fonatur ( Reforma, 29/11). Por su parte, Arturo Abreu Marín, delegado federal en Quintana Roo, señaló: “Quienes asistan a la consulta pública que el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas realizará por el Tren Maya tendrán que radicar en la comunidad a consultar, sin importar si son indígenas o personas de ojos azules”. Es importante detenerse en la implicación de este criterio. Costaron muchos años de lucha de los pueblos indígenas de todo el mundo el lograr el reconocimiento de derechos colectivos como pueblos, independientemente del paradigma de los derechos individuales de las personas. Están plasmados en instrumentos internacionales. Para el caso, el pueblo maya tiene su territorio en las cinco entidades de la ruta del 21


tren; es en esa zona donde están asentados los cimientos ancestrales de su cultura, los vestigios arqueológicos y los ecosistemas que han dado sustento a su relación con la naturaleza. Es a las autoridades indígenas, no a las ejidales y a la ciudadanía en general, a quienes debería consultarse de manera central y con quienes de manera realmente previa debieron acordarse los términos e implicaciones del proyecto. La estrategia “ciudadana” está en curso, los integrantes de Morena y los gobernadores promueven la participación por el sí porque dicen que el tren lo promueve su Presidente y traerá empleos y progreso al sureste. Evidentemente los criterios de cómputo serán cuantitativos. ¿Una comunidad es un voto y una persona otro? Algunos colectivos, organizaciones como el Congreso Nacional Indígena y comunidades mayas están definiendo el rechazo al proyecto. Lo consideran una burla y tienen sólidos argumentos, no estamos ante una consulta previa, libre, informada ni culturalmente pertinente y seguramente desplegarán recursos jurídicos y de resistencia a su alcance, pero se enfrentan a un gobierno que como el federal ejerce un uso desproporcionado de su fuerza política con el apoyo de los gobernadores. Para ambos casos habrá una sola pregunta: ¿Va el Tren Maya, sí o no? Quienes han considerado genuina la voluntad de escuchar a los pueblos indígenas no imaginaron que se preparaba la estrategia del Tren Maya sí o sí. O con sus traducciones epocales: Va porque va y me canso ganso. Ojo, que también los pueblos se cansan.

Con la verdad en los huesos

Hermann Bellinghausen - La Jornada - 9 de diciembre de 2019 Los caminos del dolor en busca de los “desaparecidos” (esa aberración conceptual) son duros. Cómo no agradecer que alguien esté dispuesto a caminarlos, y más aún, a desentrañar científicamente los misterios de estas desapariciones, dar con sus restos humanos y permitir que cierren las heridas de quienes viven en la incertidumbre y el vacío emocional. Hace 35 años se estableció un grupo pionero, hoy ejemplo a escala internacional, que recorre tales caminos, acude a las fosas y aniquila las mentiras del poder, por mucha “verdad histórica” que les quieran imponer. El Equipo Ar22


gentino de Antropología Forense (EAAF) nació para la búsqueda de los borrados durante la guerra sucia y la dictadura en su país. Gracias a las consecuencias políticas y jurídicas de sus hallazgos, su labor planteó un paradigma de valor universal. Por terrible que resulte, es indispensable escarbar terrenos o dragar estanques para localizar e interrogar a los huesos, que siempre dicen la verdad. Por eso “desaparecen”. Al calor de la inefable Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el EAAF recibió el Premio Latinomericano Juan Gelman de Ciencias Sociales. Mara la Madrid, viuda del poeta, entregó el reconocimiento que conceden por primera vez el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Universidad Nacional de Quilmes. La ocasión permitió presentar el libro Ciencia por la verdad (Buenos Aires, 2019), que conmemora los 35 años del EAAF. Allí se cuentan muchos episodios de su andar, no todos. Están, por supuesto, las experiencias en Ciudad Juárez y en torno a los 43 de Ayotzinapa, que ganaron para el equipo la gratitud y la admiración de familiares, activistas y organizaciones sociales. Pero su espectro es mucho mayor. El EAAF consolida una incómoda disciplina forense guiado por Clyde Snow, especialista texano, de quien aprendieron que “uno puede trabajar durante el día y llorar por la noche”. La arqueología del pasado reciente, que todavía duele, combate la impunidad, “normal” cuando masacres, persecuciones y guerras civiles hacen lo suyo sin consecuencias legales. La experiencia argentina, y por extensión uruguaya, de los años 70, requirió de una verdad que sólo los muertos mismos podían revelar. Pronto, su labor devino necesaria en el mundo entero. Viajaron a Kurdistán, luego fueron convocados por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia a investigar las masacres en Bosnia, Croacia y Kosovo. Con el tiempo acudieron a Etiopía, Haití, Surinam, Sierra Leona, Togo, Zimbabue, Timor Oriental, Tailandia, Vietnam, Líbano, Chipre, Chad, Kenia, Ucrania, Georgia, Irán, Irak, Paraguay, Honduras, El Salvador, India, Sudáfrica, Canadá, España y Bolivia. En años recientes, indagaron los feminicidios y la desaparición de migrantes y víctimas del crimen organizado en México. 23


De su reporte se desprende una toponimia de la infamia: El Mozote, Campo Algodonero, Playa Santa Teresita, Cocula, Canal San Fernando, Dos Erres, Kotebe, Patio 29, Arsenal de Tucumán, Raboteau, Birjinni. El EAAF ha hurgado la ruta de los centroamericanos en su camino al norte. En el siglo XXI México se convirtió en cementerio oculto para miles de desaparecidos propios y ajenos. Somos el país de las fosas, las barrancas, los basureros. Al menos ahora los desaparecidos no están solos, ni sus deudos. Pensemos que hasta hace poco aquí nadie contaba los muertos, en especial indígenas, cuando eran reprimidos. No tenían nombre, ni número, ni sepultura, ni familia que los reclamara. No existían. Un 15 de junio de 1980, por ejemplo, ocurrió en Chiapas una masacre de indígenas que casi de inmediato fue olvidada. El Ejército federal, comandado por el general Absalón Castellanos Domínguez, y un grupo de ganaderos con uniforme militar, atacaron con gran capacidad de fuego a la comunidad inerme de Wololchán (o Golonchán, municipio de Sitalá). Oficialmente hubo 12 muertos, pero “tanto terratenientes como líderes campesinos coinciden en que fue mucho mayor el número” (Enemigos íntimos: terratenientes, violencia y poder en Chiapas, Aaron Bobrow-Strain, Cimsur-UNAM, 2015). Las decenas de heridos se curaron como pudieron. Las familias desalojadas fueron dispersadas, perseguidas, ignoradas. Y muchos de sus caídos quedaron por ahí, en fosas clandestinas. No sólo no se investigó el crimen, el general Castellanos Domínguez fue premiado con la gubernatura. El rescate de los desaparecidos ataja la inhumanidad de sus ausencias. Especialistas como el EEAF, como a su modo periodistas y grupos que asisten a sobrevivientes y familiares, deben estar preparados para tener luego que curarse y vivir con las cicatrices de la verdad. Con ellas también se construye. La inolvidable protagonista de El fantasma de Anil, novela de Michael Ondaatje, es una antropóloga forense originaria de Sri Lanka (como el escritor mismo) que regresa a su país tras 18 años de ausencia. Formada en el extranjero y destacada en Guatemala y otras locaciones del horror, la conmociona encontrar en su tierra natal la 24


muerte fresca y la muerte seca. Acude a la poesía para recuperar su humanidad. “Y, sin embargo, las más oscuras tragedias griegas parecen inocentes comparadas con lo que ocurre aquí”. A manera de conjuro, la poesía recorre el reporte del EEAF: Vallejo, Gelman, Neruda, el kurdo Sherko Bikas o la buscadora de desaparecidas Susana Chávez, quien desde Ciudad Juárez escribiera antes de ser asesinada: “Así voy en mí misma / perdiendo la cuenta / de tus huesos”.

Por la restitución del derecho colectivo

María Teresa Sierra* - La Jornada - 8 de diciembre de 2019 Un manto/ llanto? de tristeza recorre la Costa-Montaña de Guerrero. Cirino Plácido Valerio, fundador y líder moral de la policía comunitaria de Guerrero, incansable luchador social y defensor de los derechos indígenas falleció el 6 de diciembre, a los 61 años de edad, después de una larga batalla por la vida. Deja un gran vacío en un momento cuando voces como las suyas son indispensables para fortalecer la defensa de los pueblos indígenas y denunciar la impunidad, injusticias y racismo. Un hombre de gran inteligencia, generosidad y entrega a sus convicciones que vivió para servir a su gente, enfocado en lo que él consideró lo central en su lucha: la restitución del derecho colectivo para que sean los pueblos quienes se gobiernen y tomen sus decisiones con base en el ejercicio de la libre determinación y la autonomía. Cirino Plácido Valerio, indígena tun’savi,–hombre recio y generoso, de gran talante y altura política, fue un promotor incansable de los derechos indígenas, un constructor de instituciones, un dirigente volcado a fortalecer los derechos colectivos y la exigencia de una relación de respeto y de no subordinación con el Estado–. Cirino fue fundador del Consejo Guerrerense 500 Años, integrante del Congreso Nacional Indígena (CNI), fundador de la Policía Comunitaria de Guerrero y de su coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC); fundador del Consejo Indígena y Popular de Guerrero-Emiliano Zapata (Cipoeg-EZ) y luego de la CRAC-PC Pueblos fundadores. Actuó también como comisario municipal y comisariado ejidal, y principal de su comunidad Buena Vista. Promotor de marchas que cimbraron el país 25


como la Marcha del color de la tierra, el 15 de octubre de 1992, puso en jaque el llamado “Encuentro de dos mundos entre México y España”; la marcha visibilizó a una población agraviada, negada y discriminada que exigía justicia. Más adelante, como integrante del Consejo Guerrerense 500 años, participó en la marcha “No están solos” que se volcó a las calles para apoyar al levantamiento zapatista del primero de enero de 1994 y evitar su represión. Cirino fue uno de los promotores de la carta sellada por más de 210 autoridades agrarias y municipales de Guerrero que enviaron a la Comandancia del EZLN para solidarizarse con su lucha. La movilización zapatista y la lucha por la autonomía, tal como se expresaron en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, inspiraron la lucha de Cirino como de muchos otros dirigentes indígenas integrantes del CNI. Cirino Plácido se dedicó a poner en práctica el ejercicio de ese derecho colectivo en su región por medio de su participación comprometida en la policía comunitaria de Guerrero de quien fue uno de sus dirigentes emblemáticos. Ocupó el cargo de coordinador y consejero de la policía comunitaria y apostó sistemáticamente a poner en práctica el principio de mandar obedeciendo y del trato digno. El sistema integral de seguridad y justicia de la Policía Comunitaria (CRAC-PC), que él, junto con muchos otros, contribuyó a construir, trajo dignidad y fuerza a las comunidades indígenas de la Costa-Montaña de Guerrero, consiguiendo el gran logro de garantizar la paz social en un amplio territorio con base en sus propios sistemas normativos y sus instituciones. Para Cirino Plácido, tanto la Policía Comunitaria como la CRAC, como órgano que administra justicia, siempre debían estar bajo el control de los pueblos y sus asambleas. En sus propias palabras, el sistema: “… es un proyecto político colectivo que puso en alto el nombre de los pueblos que lo fundaron, es un poder colectivo que tiene calidad moral, que busca restituir el derecho colectivo y restablecer el estado de derecho en la práctica, donde se busca que prevalezca la razón y no la fuerza en seguridad y justicia con sentido común y respeto”. Cirino estaba muy consciente de la habilidad de los pueblos que fundaron el sistema comunitario en una tierra marcada por la violencia: “tierra de caciques, pistoleros, un pueblo que ha puesto todo, que ha sido reprimido, pero que ha utilizado la inteligencia de trabajar; 17 años de perseguir la delincuencia y 17 años de ser perseguidos”. La gran 26


hazaña del sistema comunitario de la CRAC-PC fue justamente activar una justicia distinta, que no discrimine ni imponga la voluntad del poderoso, una justicia que se hable en la propia lengua y parta de los valores y costumbres de la gente para resolver los problemas y atender al más pobre; una justicia transformadora y no punitiva que pone en el centro a las víctimas y da oportunidad a quienes cometieron el agravio de reducarse. Tales esfuerzos involucran un modelo de democracia participativa que ha inspirado la emergencia de policías comunitarias en diferentes regiones del estado y más allá. Por ello la Policía Comunitaria de Guerrero consiguió gran reconocimiento a escala nacional e internacional, y sobre todo una fuerte legitimidad entre las comunidades que la integran. Por esta razón, para Cirino Plácido fue muy difícil superar la crisis de la policía comunitaria cuando en 2013 vivió un cisma que la fracturó y excluyó del sistema a varios de los fundadores, incluido el propio Cirino. Para él esto significó un cambio profundo en la forma del gobierno comunitario porque, en sus palabras: “se impuso un control vertical de grupos por encima de las comunidades, se debilitaron las asambleas regionales, generándose un desvío de poder con consecuencias muy graves”. A pesar de linchamientos mediáticos y graves acusaciones que tuvo que enfrentar y que buscaron difamarlo, Cirino no le apostó a la confrontación ni a la venganza; apeló al dialogo y a buscar las estrategias para recomponer y restituir el derecho colectivo a los pueblos. Finalmente, para Cirino son los pueblos quienes deben recuperar las riendas del sistema comunitario, lo que resulta urgente para hacer un contrapeso al incremento de la violencia, la impunidad y la presencia del crimen organizado que llegó también a la región. Tuve el honor de conocer a Cirino y su familia a lo largo de casi 20 años y constatar su gran liderazgo y compromiso con su proyecto y los pueblos indígenas. Sus aportes a la construcción de la paz en Guerrero tan gravemente herido de violencia serán reconocidos por propios y extraños. Lamentablemente su voz ya no será escuchada, pero sus ideas seguirán inspirando a nuevas generaciones de luchadores por la dignidad de los pueblos. Adiós a Cirino Plácido Valerio, dirigente indígena de Guerrero. * CIESAS 27


Las mañanitas para Sebastián Piñera Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada Los de abajo - 7 de diciembre de 2019

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, cumplió 70 años el 1º de diciembre y lo festejó en grande con un nivel de aprobación de 6 por ciento, en medio de la crisis social más importante en el país andino de las últimas décadas. Por octavo viernes consecutivo miles de chilenos tomaron las calles para exigir su renuncia, mientras él refuerza la represión y se dispone a actualizar sus artefactos con disuasivos acústicos, tintes para los carros hidrantes conocidos como guanacos y gas pimienta. A las cacerolas y los silbatos, Piñera responderá con bombas de ruido capaces de romper el tímpano de los manifestantes. Ya los privó de un ojo (al menos a 300) y ahora va por los oídos. Pero, al menos por lo que se aprecia en las calles, no están dispuestos a retirarse antes que él. Ya se sabía que a Piñera lo acompaña una clase política alejada de la población, pero lo que aprobaron los diputados y senadores esta semana los pone, a todos (con algunas honradas excepciones), del lado de la represión, incluyendo al Partido Comunista que se “abstuvo”, que para el caso es lo mismo que aprobar la nueva ley que criminaliza la protesta social. Motivo de cárcel será participar en paros laborales en actividades que interrumpan servicios públicos; la autodefensa frente a la represión policial; la interrupción del tránsito de personas o vehículos; y las tomas de terrenos y de edificios. Además de castigar la organización. Es decir, todo lo que viene ocurriendo desde el pasado 18 de octubre. A la exigencia de una asamblea constituyente alejada de la simulación, Piñera continúa respondiendo con disparos, gases, torturas, violencia sexual, toletazos, agua con químicos, desnudamientos forzados y un largo etcétera de la barbarie. Las cifras que ofreció este viernes la CIDH son más que alarmantes: 26 muertos y 12 mil heridos. Al domicilio del presidente Sebastián Piñera intentaron llegar el pasado 1º de diciembre miles de personas para “festejar” su cum28


pleaños. La represión no calmó el ánimo y al ritmo de Las mañanitas le cantaron desde Valparaíso: “Renuncia, weon, renuncia, mira Chile despertó. Ya no le tenemos miedo, a tu brutal represión”. www.desinformemonos.org losylasdeabajo@yahoo.com,mx

Contra la privatización de las semillas Silvia Ribeiro * - La Jornada - 7 de diciembre de 2019

Está en discusión en el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Variedades Vegetales (LFVV ) presentada por el diputado Eraclio Rodríguez, de Morena. Parece un texto dictado por las trasnacionales semilleras, designado, punto por punto, a favorecer sus intereses de lucro, contra la soberanía alimentaria de México. Es una iniciativa con la que pierden todos los agricultores y que además intenta criminalizar las semillas campesinas. Ignora intencionalmente que todas las variedades agrícolas están basadas en las semillas que desarrollaron los campesinos y que, por tanto, cualquier forma de propiedad intelectual sobre ellas es un robo a los bienes comunes, base de la alimentación de la humanidad. La Red en Defensa del Maíz publicó un posicionamiento que explica por qué esta propuesta debe ser rechazada. “El fondo y principal objetivo de esta iniciativa es asegurar la propiedad intelectual de las trasnacionales semilleras ampliando el control oligopólico del mercado por parte de BayerMonsanto, Syngenta, Corteva y las demás grandes empresas semilleras y de transgénicos que dominan casi la totalidad del mercado de semillas comerciales en México. Siendo su objeto proteger y defender los derechos de las empresas trasnacionales semilleras, fomenta la privatización de lo que ha sido un legado colectivo de los pueblos, en especial de las comunidades campesinas y los pueblos originarios” (tinyurl.com/wbewhyb). Actualmente, seis empresas trasnacionales controlan 80 por ciento del mercado de semillas comerciales y agrotóxicos. Las cuatro mayores se repiten en ambos rubros: Bayer-Monsanto, Syngenta-ChemChina, Corteva (fusión de DuPont y Dow) y BASF. Juntas controlan 70 por ciento de todas las semillas comerciales a 29


escala global y 65.8 por ciento de agrotóxicos. Además, 100 por ciento de semillas transgénicas a escala global. En México, el nivel de oligopolio de estas empresas es aún más alto. En la exposición de motivos de la reforma se afirma que es para promover la productividad del campo. Su lógica es que al garantizar los derechos de propiedad de las empresas sobre las semillas, se podría acceder a las innovaciones. En este caso “acceder” es un eufemismo de pagar caro por las variedades que las empresas dispongan poner en el mercado y que no se podrán reproducir ni intercambiar. La propuesta prevé que esta ley cubra también a las semillas transgénicas y producto de nuevas biotecnologías. La iniciativa implica que México adapte su legislación para adherirse a la versión 1991 de la Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV ), institución internacional que regula los “derechos de obtentor”, forma de propiedad intelectual sobre semillas. México es miembro de una versión anterior de la UPOV, pero la versión 91 otorga nuevos privilegios a las empresas, colocando condiciones más restrictivas a agricultores e investigadores para el intercambio y uso de variedades que estén bajo títulos de obtentor. Las trasnacionales lograron que las normas de UPOV 91 fueran condición en tratados de libre comercio. El gobierno de México, con su habitual entrega de soberanía en estos acuerdos, firmó varios que incluyen esta cláusula: con la Unión Europea, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y con Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, éstos dan a México un periodo de cuatro años para adaptar su legislación al respecto. “La iniciativa oculta esto y quiere sacar una reforma al vapor, sin considerar salvaguardas ni que México estudie cómo puede desafiar esta absurda obligación que compromete la soberanía alimentaria del país y los derechos indígenas y campesinos de los pueblos”, explica la Red en Defensa del Maíz. En muchos sentidos esta iniciativa va más allá de lo que exigen la UPOV 91 o los tratados. Los que promueven la reforma argumentan que la UPOV sólo aplica a variedades desarrolladas en laboratorio, pero esto es una falacia. La definición de cuáles variedades están cubiertas y si éstas son si30


milares a otras que usan los campesinos, o si un acusador infiere que son “derivadas” de una variedad que puso bajo título de obtentor, favorecen siempre a los privatizadores. Los requerimientos técnicos y los altos costos hacen inviable que un campesino pueda demostrar legalmente que es su propia semilla, aunque lo sea. Por ejemplo, en 1999 una empresa estadunidense colocó bajo título de obtentor (y patente) los frijoles amarillos mayocoba o azufrados. El tipo de normas que ahora propone Eraclio Rodríguez permitió que esos frijoles campesinos de uso común fueran privatizados. El supuesto “obtentor” compró los frijoles en México, luego los plantó, seleccionó en su campo y declaró su “innovación”, por lo cual obtuvo un título de obtentor y una patente. El Grupo ETC promovió una controversia legal contra este caso absurdo, pero llevó 13 años, hasta que los títulos de propiedad intelectual fueron revertidos. Mientras tanto, la empresa bloqueó por más de una década que 22 mil productores mexicanos pudieran usar esta variedad para exportar (tinyurl.com/wyh7qw3). Con esta reforma se quiere asegurar que esos monopolios apliquen también en México. Tal como exige la Red en Defensa del Maíz, hay que rechazar esta reforma a la LFVV e impugnar la aberración que implica la UPOV. * Investigadora del grupo ETC

El Estado policial democrático

Raúl Zibechi - La Jornada - 6 de diciembre de 2019 Las revueltas en curso en América Latina tienen la enorme virtud de desnudar aspectos del régimen de dominación que en la grisura de la vida cotidiana pasan desapercibidas y son normalizadas, incluso por sus víctimas. Comprendemos así que el Estado –cuando se le quitan “los caireles de la rima” (León Felipe)– cuando se le desnuda de todo adorno “democrático”, “ciudadano”, etcétera, queda reducido apenas a su núcleo duro: los aparatos armados. Estos días, en Chile puede comprobarse, hasta la saciedad, que el gobierno de las personas lo ejercen los carabineros y militares, que son quienes sustituyen la tecnología de la disciplina (desde la familia 31


nuclear hasta la escuela, la división del trabajo y todo panóptico) por el uso de la violencia, asesinando, mutilando y violando por cientos. Finalmente, eso es el Estado. Un instrumento de dominación implacable, imposible de gestionarlo sin apelar, en última o en primera instancia –dependiendo de las coyunturas y disposición de fuerzas sociales–, a la represión. En medio de las revueltas populares observamos cómo va cobrando forma un Estado policial, en plena democracia o, mejor, de carácter democrático, ya que se cumplen las formalidades electorales sin que por eso se ponga en cuestión el modelo de dominación. La elegibilidad de algunos cargos del Estado, contrasta con la no elegibilidad de los mandos militares y policiales, así como jueces y burócratas de diversos estamentos estatales. Luego de 30 años de democracia electoral en Chile, nos encontramos que esos estamentos siguen siendo pinochetistas. Que luego de 13 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores en Brasil, los militares siguen siendo tan golpistas como en 1964. Exactamente lo mismo sucede en Uruguay, luego de 15 años de gobiernos del Frente Amplio, y en Bolivia, después de casi 14 años del MAS en el gobierno. En Chile, el general de Carabineros, Enrique Bassaletti, jefe de la zona este de la Región Metropolitana, salió al cruce de quienes acusaban a la fuerza de violar los derechos humanos. Luego de señalar que la sociedad sufre una enfermedad grave por el estallido, dijo: “Supongamos que sea un cáncer (...), cuando el tratamiento para éste se hace con quimioterapia, en algunos casos y en otros con radioterapia, se matan células buenas y células malas” (https://bit.ly/33Hke6o). Ese es el tipo de uniformados que tenemos, luego de décadas de finalizadas las dictaduras. Por eso sostengo que son actitudes que ya no dependen de una o varias personas, tienen carácter estructural. El Estado policial democrático es el modo encontrado por los de arriba para sostener el régimen de dominación, que tiene en el extractivismo/neoliberalismo su régimen de acumulación y de regulación de las relaciones sociales. Se puede decir, incluso, a la inversa. La acumulación por despojo necesita de un Estado represivo, de carácter policial, pero que debe 32


estar legitimado por el ejercicio regular del acto electoral. Este acto no puede poner en cuestión ni el Estado policial ni el régimen de acumulación del capital, porque en ese caso los resultados son inmediatamente invalidados por “antidemocráticos”. En suma, la llamada democracia sólo merece ese nombre cuando es funcional a la dominación, que en este periodo incluye lo que Giorgio Agamben denomina “estado de excepción permanente”. El filósofo italiano define esta situación como una “guerra civil legal” contra aquellos sectores que por diversas razones no pueden ser integrados ni, por ende, dominados. Agamben se inspiró en el nazismo y sus campos de concentración, para llegar a esa conclusión. En América Latina los no integrables, o descartables, son los pueblos originarios y negros, los sectores populares y trabajadores, o sea los y las de abajo. Es la experiencia fresca de las revueltas en curso, lo que estos días hemos visto en Chile, pero sobre todo en cada lugar donde los dominados se rebelan, lo que nos permite hablar de un Estado policial democrático. En este tipo de Estado, la vida de las personas no vale nada, en particular aquellas que viven en las zonas del no-ser (Fanon), allí donde la humanidad no es respetada y la violencia es el modo de regulación de las relaciones entre la sociedad y las autoridades estatales y empresas privadas. En Santiago, los carabineros cercaron barrios enteros e ingresaron por la fuerza en las viviendas particulares, siempre en la periferia popular y combativa. La democracia funciona para el tercio de arriba. Por último, sería penoso que las izquierdas electorales siguieran compitiendo para administrar este Estado Policial, como hizo Lula en Brasil, cuyo gobierno siguió militarizando las favelas y creó formas más sofisticadas de presencia policial en los barrios populares. El único camino razonable es organizarnos con la mayor cautela en los “campos de concentración” que el Estado policial democrático ha convertido a nuestros barrios, con el objetivo de derribar las alambradas cuando los guardias se descuiden.


CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 11 de diciembre 2019


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