CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 12 de agosto de 2020
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Enseñar el cobre
Gustavo Esteva - La Jornada - Lunes 10 de agosto de 2020 Este Día Internacional de los Pueblos Originarios fue especial. Por lo menos en Oaxaca. Como de costumbre, hubo discursos por todas partes que intentaron disimular, bajo el torrente de palabras, las actitudes racistas y discriminatorias que predominan en relación con nuestros pueblos. Habría sido tan irrelevante como cualquier otra fecha de esos calendarios cívicos si no fuera por el contexto: tuvo lugar pocos días después de anuncios que sobresaltaron profundamente a esos pueblos. La Secretaría de Educación acaba de divulgar una serie de decisiones sobre la manera en que se organizará el ciclo escolar que está por empezar. Con su tradicional centralismo autoritario y monocultural, la dependencia señaló que no dejará opción: considera que las clases en línea son la única alternativa ante el Covid-19, por lo que calificará como “falta grave” la organización de clases presenciales cuando no haya semáforo verde. Con las diversas modalidades de educación híbrida que ha diseñado e incluyen clases por televisión, la dependencia busca ofrecer “la mejor educación posible, con la mayor calidad y que llegue a la mayoría de los mexicanos”, según declaró el secretario ( La Jornada, 8/8/20). Se pretende así, de un plumazo, dar marcha atrás a lo que han conquistado en siglos de lucha nuestros pueblos originarios. No formarán parte de esa “mayoría de los mexicanos” a los que se intentará ofrecer “la mejor educación posible”. Una vez más se procederá a excluirlos. Buena parte de ellos carece de las condiciones materiales, técnicas y culturales para recibir esa educación. Es una vieja historia. No sólo fue la época de la Colonia, que parece prolongarse hasta hoy. Los pueblos fueron decisivos en la lucha por la independencia, pero la minoría criolla los excluyó sistemáticamente en el nuevo Estado. Formaban dos terceras partes de la población total del flamante país, pero los padres de la patria 3
los mencionan una sola vez en la Constitución de 1824, cuando autorizan al Congreso a negociar tratados de comercio con países extranjeros y tribus de indios. En el discurso oficial en que se presenta esa Constitución, sus autores confiesan: “En todos nuestros pasos nos hemos propuesto por modelo la república feliz de los Estados Unidos del Norte”. Por eso no nos llamamos México, sino Estados Unidos Mexicanos. Por eso, poco después, propusieron también imitar a los vecinos en la política ante los pueblos originarios: exterminarlos. Voces ilustradas y sensatas rechazaron en el Congreso esa propuesta genocida…pero plantearon en su lugar educarlos. En vez de genocidio, culturicidio. Así se creó el sistema educativo mexicano, para des-indianizar a los indios. Así sigue hasta hoy y para nuestro infortunio ha conseguido su propósito con muchos millones. Es la mentalidad racista que aún prevalece en las élites y en muchas mexicanas y mexicanos. Los proyectos gubernamentales compiten con los de corporaciones privadas para agredir a los pueblos, con proyectos que destruyen sus modos de ser y de vivir y supuestamente buscan su beneficio. La lucha de los pueblos había logrado reconocimiento oficial de nuestro pluralismo cultural. Se había aceptado una variedad de formas de aprender, que correspondieran a distintas culturas, tradiciones, contextos. Se formaron miles de maestros en esa actitud, que se apoya en múltiples leyes nacionales e internacionales y busca ante todo la defensa de la vida comunitaria. Por eso, en Oaxaca, se organizó ayer la protesta virtual “por la defensa de la comunalidad, la soberanía alimentaria y la educación comunitaria de los pueblos originarios”. En el marco del día internacional, se impulsó la lucha por una vida comunitaria digna que respete su autonomía y la legislación vigente. No cejarán. Se encuentran en pie de lucha. Saben que de su lado está no sólo la razón, sino el más elemental sentido de justicia. Tuvo fundamento Víctor Toledo, dentro del mismo marco de la 4
conmemoración, cuando señaló: “No es posible que ningún proyecto que se realice hoy en día en México –con apenas 200 años de antigüedad como sociedad– (se) intente implantarlo afectando culturas que tienen cientos, miles de años, como en el caso de los mayas o los huastecos.” ( La Jornada, 8/8/20). El proyecto que acaba de anunciarse afecta severamente esas culturas, del peor modo imaginable. Y nunca se consultó con esos pueblos. No podrá implantarse el diseño racista y colonial que acaba de anunciar el secretario de Educación. La cuestión no es solamente el respeto a la autonomía y los derechos de los pueblos originarios. Es que ante una catástrofe sin precedentes, cuando experimentamos el más grave colapso climático y sociopolítico de nuestra historia, es indispensable que aprendamos a escuchar a los pueblos que poseen los saberes y las tradiciones que hoy necesitamos. Su lucha, además, permitirá mostrar los inmensos daños que traen consigo, para todas y todos, los modelos educativos que con tanto entusiasmo impulsa el gobierno actual. gustavoesteva@gmail.com
La cleptocracia y la circulación de las élites Carlos Fazio - La Jornada - Lunes 10 de agosto de 2020
El problema de la corrupción debe ser abordado desde una perspectiva unitaria que coloque en el centro de la reflexión a la economía y la política como parte de una compleja estructura de incentivos perversos de tipo delincuencial, para instrumentalizar y saquear lo público por actores particulares privados. Como señalábamos en nuestra entrega anterior (“El clan Lozoya y la cleptocracia”, La Jornada, 27/7/20), la forma de los mercados y el comportamiento de las empresas privadas son tan importantes como la circulación de las élites políticas y su lucha por el poder. En la fase neoliberal-tecnocrática del capitalismo, la cleptocracia, como principal mecanismo de la corrupción entre los aparatos y actores de la clase plutocrática, por un lado, y la po5
lítica, por otro, dio paso a un neopatrimonialismo, que es la forma histórica del poder invisible en las sociedades contemporáneas. En México, las redes colusivas –las cadenas que relacionan a corruptores y corruptos en transacciones ilegítimas de favores desde el poder del Estado para obtener los máximos beneficios privados posibles, presentes o futuros, personales o corporativos− exhiben una larga lista de ejemplos, de los cuales, en la coyuntura, el caso de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, es el más escandaloso. La trama involucra a Lozoya con los millonarios sobornos de la trasnacional brasileña Odebrecht en la campaña presidencial de Enrique Peña a cambio de contratos (el cohecho como impuesto extralegal para recibir un bien o servicio del Estado); las adquisiciones, por Pemex, de la planta chatarra Agronitrogenados a Altos Hornos de México (AHMSA); Grupo Fertinal SA de CV y subsidiarias, y de los astilleros gallegos Hijos de J. Barreras, a lo que podría sumarse la desinversión de Pemex en Repsol. Pero el affaire Lozoya exhibe otras aristas. Por ejemplo, la notoria relación simbiótica fundada en la complicidad entre el ex director de Pemex y el presidente Peña y su equipo cercano, exhibida en junio de 2019 por el defensor del imputado, Javier Coello Trejo, cuando afirmó que Lozoya “no se mandó solo en las compras de Pemex” y preparaba un documento con “pruebas, pelos y señales” para demostrar que fueron autorizadas por el consejo de administración de la paraestatal (integrado, entre otros, por los ex secretarios de Hacienda Luis Videgaray; de Energía Pedro Joaquín Codwell, y de Economía Ildefonso Guajardo), y recuperada ahora, tras romper la omertá (código de silencio mafioso), por Lozoya, cuando en las audiencias iniciales dijo que en la compra de Agronitrogenados fue “sistemáticamente intimidado, presionado e instrumentalizado” por un “aparato organizado de poder”, y que en los sobornos de Odebrecht “altos mandos lo utilizaron para fraguar ese delito”. Si el problema central de la corrupción es el de la circulación de las élites económicas y políticas –entre ellas, la de muchos “cachorros” miembros de poderosos clanes famigliares−, el factor Lo6
zoya ejemplifica, también, cómo se gestan las cúpulas colusivas. Concluida su gestión como secretario de Hacienda del régimen de Carlos Salinas, Pedro Aspe y su firma Protego (hoy, Evercore) se dedicaron a reinventar deudas públicas de gobiernos estatales priístas. Entre otras, las de Veracruz (Miguel Alemán Valdés), Oaxaca (Ulises Ruiz), Coahuila (Humberto Moreira), Tabasco (Andrés Granier) y Chihuahua (César Duarte); pero también la del gobernador del estado de México, Arturo Montiel. Para blanquear el embrollo de la cuenta pública mexiquense, Aspe envió a su aventajado estudiante del ITAM, Luis Videgaray. Entonces, el secretario de Administración de Montiel era Peña, quien, luego, como gobernador mexiquense, nombró secretario de Finanzas a Videgaray, y al llegar a la Presidencia de la República lo puso en Hacienda. A su vez, Videgaray y Aspe reclutaron al golden boy Emilio Lozoya Austin, también itamita, quien coordinó el área internacional de la campaña presidencial de Peña, quien luego lo colocó en Pemex. La firma Evercore elaboró una de las valuaciones para Grupo Fertinal, comprada a sobrecosto por Pemex, bajo la dirección de Lozoya con el aval de Peña. A su vez, si la onerosa salida de Pemex de la española Repsol y la compra de los astilleros Barreras desenmascara la relación de favores non sanctos entre los ex presidentes Felipe Calderón −involucrado con Marcelo Odebrecht en el fraudulento Complejo Etileno XXI de Coatzacoalcos, Veracruz− y Peña, con el ex gobernante español Mariano Rajoy y el presidente de la Junta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó −operaciones en las que participaron los ex secretarios de Hacienda José Meade y Luis Videgaray, así como los ex directores de Pemex, Juan José Suárez Coppel y Lozoya−, el caso Agronitrogenados exhibe la complicidad entre Lozoya y el acaudalado empresario Alonso Ancira Elizondo (AHMSA), otro coacusado preso en España y viejo amigo de Carlos Salinas. Asimismo, en la compra fraudulenta de Fertinal quedan atrapados Peña y funcionarios de su primer círculo de gobierno, como los citados Joaquín Coldwell, Videgaray y Lozoya, además del plutócrata Ricardo Salinas Pliego, principal accionista de Banco Azteca. La red corruptora de empresas, jefes del Ejecutivo, secretarios de Estado y gobernadores, abarca −vía sobornos− a políticos, legisladores, magistrados y mandos militares y policiales. 7
Descomunicados
Hermann Bellinghausen - La Jornada - Lunes 10 de agosto de 2020 Cuando más cerca parecía el mundo de sí mismo, se le atravesaron nuevas y formidables distancias. Curtidos por una larga cuarentena de hasta 80 días, retornamos a un mundo raro y, si fuera posible, más dividido que antes. Donde los besos en la mejilla son sospechosos, las conversaciones un riesgo, los espacios cerrados un manojo de nervios y las multitudes un imperativo categórico que asusta o exalta la adrenalina y se torna apuesta, albur, desafío, desdén, desobediencia. Las calles están llenas pero vacías, las tardes de viernes transcurren pálidas, y las zonas de comida, bebida y recreo, que solían ser las más movidas y atrayentes, languidecen como tienditas de la esquina. Muchos negocios ya no abrieron después de la cuarentena. Bajo los semáforos en los cruceros, los pedigüeños y los limpiadores de parabrisas se acercan a los coches señalándose la boca con todos los dedos: deme para comer, tengo hambre. Cunden los motivos para volverse asaltante, ladrón, traficante o vendedor non sancto. Los parabrisas y los aparadores separan como nunca. Las ventanas del Metrobús y las peseras revelan grandes acuarios semivacíos, aunque con horas pico más barrocas. Todo el que puede evita el Metro. Se come en la calle, sí, cuánto se come en las banquetas, con cierta avidez desesperada. Anuncios en las paradas aconsejan y hasta conminan a usar cubrebocas. A diferencia de las primeras semanas, aunque algunos se aferran a llevar la nariz por fuera, ya son pocos los que lo traen de corbata. El que no se va a poner cubrebocas ya ni lo aparenta. Sucede en los tianguis, sucede en bodas y grandes actos de los famosos y poderosos. En los alrededores de cualquier cosa. Los puentes están rotos. Qué mundo será donde los niños y jóvenes no vayan a la escuela. Piensen eso: la experiencia de “ir a la escuela”. Los trayectos, los compañeritos, las broncas, los juegos, los amores, la sensación de pertenencia o su contrario ante la hostilidad de los fortachones. Las clases. Los maestros, presencias humanas con mayor margen que los padres y las madres para dar buen ejemplo o bien proporcionar la caricatura de una temporada con 8
fecha de caducidad. Allí donde se conocen los niños y a las niñas, se hacen las amigas y dos o tres camaradas para el resto de la vida. Adiós a todo eso. Como en una pesadilla del siglo pasado, hoy la televisoras comerciales serán La Escuela, en una uniformidad fría y bigbroderiana de “las clases”. Esto, para paliar la nueva brecha abierta entre la educación pública y la privada por la migración educativa a Internet y las aplicaciones de video, allí donde se cuente con computadoras personales. La escuela en tu comedor o recámara, sin salón, bullicio ni patio allá afuera esperándonos para patear la pelota, arrancarse los suéteres y compartir papas fritas. Ahora la vida escolar será un trasunto diario de la monolítica Hora Nacional, donde uno oye, pero no escucha, se distrae, adormece o cambia de canal. Prevalecerán los que logren concentrarse. ¿A dónde llevarán ahora las hormonas, la curiosidad y el azar en un mundo donde los menores con acceso a la red, criados en videojuegos, pueden embriagarse de violencia, pornografía, aventuras y caricaturas, pero la esquina de su cuadra les está vedada y en su vieja escuela crece la maleza y reina el polvo? Virtual y presencial son categorías específicas. Hace poco, Marcos Roitman describía aquí en La Jornada el erial de las universidades que van en la misma dirección (“La universidad pública y presencial agoniza”, 4/8/20). ¿Cómo desarrollarán los jóvenes su sentido crítico? ¿Cómo aprenderán a cambiar, entenderse, convencer, llegar a acuerdos o definir incompatibilidades en el espacio de una experiencia real y no “transmitida”? Los maestros lidian hoy con archivos y formatos; así “conocen” a sus alumnos, entes abstractos que difícilmente cobran forma, a lo más rostros parlantes o pasmados. Las evaluaciones, los comicios y los plebiscitos serán en línea. En un escenario así, el espionaje y la represión tienen muchos pretextos y todos los recursos. Atrapados en redes que no son nuestras, hemos entregado al enemigo nuestros saberes e íntimos secretos. La educación a distancia se vuelve también una vigilancia. Nuestra voz, nuestra cara y nuestro expediente están al aire constantemente. Las relaciones interpersonales abrevan en el espejismo. Se juega solitario con Instagram, Whatsapp, Tik Tok, se cree convivir en Facebook y Zoom. Incluso la soledad, con ser permanente, resulta fugaz. Creemos estar con alguien más, vicariamente transporta9
dos en signos predeterminados de gusto o disgusto. Hace poco el historiador escocés Niall Ferguson (El País, 1/8/20) advertía: “en cinco años olvidaremos como vivíamos en 2019”. Los rostros de mucha gente se habrán pixelado. Si ya hoy el cubrebocas oculta las sonrisas (donde todavía las haya). El olor y la piel de los demás serán cosa del pasado. ¿Cómo dice aquel proverbio del infierno de William Blake?: “El que desea y no actúa, cría pestilencia”.
Desenterrar la verdad: fosas de Tetelcingo y Jojutla R. Aída Hernández Castillo * - La Jornada - 9 de agosto de 2020
En las semanas recientes, las organizaciones de familiares de desaparecidos de Morelos, conjuntamente con algunas de las integrantes del Consejo Estatal de la Comisión de Búsqueda de Personas, han lanzado una campaña en los medios para demandar a las autoridades competentes que cumplan con los compromisos adquiridos para identificar los cuerpos encontrados en las fosas ilegales de Tetelcingo (2016) y Jojutla (2017). Los 117 cadáveres sepultados en Tetelcingo de manera irregular por la Fiscalía General del estado de Morelos entre 2010 y 2013, exhumados en 2016 gracias a la presión de los familiares de desaparecidos, y los 84 cuerpos, sin carpetas de investigación, encontrados en el panteón de Jojutla, permanecen sin la debida identificación que permita sean entregados a sus familias. En ambas sepulturas masivas se encontraron cuerpos con huellas de tortura y/o con las manos atadas; había ropa y armas blancas que son evidencia forense la cual no debía haber enterrado. En el caso de Jojutla, los trabajos de exhumación se interrumpieron antes de recuperar todos los cuerpos, y se cree que puede haber otro centenar de restos mortales. Bajo el lema #Desenterrarlaverdad, los deudos están demandando que se analice el material genético obtenido de los cuerpos exhumados y que se compare con las muestras obtenidas de las 45 10
familias que participaron en el desenterramiento de Jojutla, y con las de otros muchos que buscan a sus hijos e hijas. Los comunicados y conferencias de prensa oficiales denuncian la ineptitud del coordinador de Servicio Forense dela Fiscalía, Sebastián Nava, quien, a tres años de las exhumaciones de Jojutla, no ha hecho absolutamente nada para validar los perfiles genéticos. Es importante recordar que ambas sepulturas masivas se encontraban bajo custodia del Estado; es decir, no eran fosas clandestinas, sino fosas comunes que fueron usadas, no sólo de manera irregular, sino criminal, al ocultar cuerpos torturados y encubrir homicidios. Sin embargo, a la fecha no se ha hecho ninguna investigación judicial, no hay funcionarios del servicio forense imputados ni ningún fiscal o funcionario público de las municipalidades correspondientes ha sido consignado penalmente. Con el nuevo gobierno, la Comisión Nacional de Búsqueda acordó con el fiscal General del estado de Morelos (FGEM), Uriel Carmona Gándara, que se revisarían las carpetas de investigación de los y las desaparecidas en el estado, y que se harían los perfiles genéticos de unos 500 cuerpos no identificados que se encuentran en los servicios médicos forenses estatales. No obstante, todos esos compromisos han sido olvidados, pues incluso antes de la pandemia no se inició ningún proceso, y la fiscal especial de Desaparición Forzada de la entidad, Zaira Janet Lulo Juan, ha sido señalada por las organizaciones de familiares de obstaculizar la indagatoria penal y de negarles información sobre las víctimas. La pandemia no ha detenido la lucha férrea de las organizaciones de familiares de desaparecidos que claman justicia y piden que la búsqueda de sus hijos e hijas sea considerada una actividad esencial. Como parte de esta campaña, está el lanzamiento internacional del documental Volverte a Ver, de Carolina Corral (https:// www.youtube.com/watch? v=KOEBQO6Vmkk ),el cual registra la participación de las integrantes del Colectivo Regresando a Casa en la exhumación de las fosas de Jojutla. Se trata de una denuncia contundente de las complicidades estatales con el crimen 11
organizado, y de las múltiples responsabilidades por omisión o comisión de funcionarios de los distintos niveles de gobierno. El documental muestra cómo las madres y hermanas de los y las desaparecidas se han convertido en “especialistas forenses” para desenterrar la verdad que los funcionarios estatales han ocultado. Ellas son nuestra conciencia, y ahora nos llaman a hacer eco de sus denuncias y a exigir al gobierno actual el cumplimiento de los compromisos adquiridos. * Investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
La violencia y el “cuchillo descolinizador”
Maciek Wisniewski - La Jornada - Viernes 7 de agosto de 2020 Protestas en contra del racismo y la violencia policiaca ( #Black- LivesMatter) a lo largo de EU. Derrumbamientos de monumentos de los esclavistas y los colonizadores (bit.ly/30owNW5). La rabia −acentuada por la barbaridad desatada por Trump en Portland (bit.ly/3k3j5Q7)− cuyo impulso emancipador alcanzó también a Londres, Bruselas y París, otras ex metrópolis coloniales, siendo Washington la capital de una entidad mejor entendida por su anatomía colonial ( settler colonialism) e “imperial-continental” (bit. ly/3fehdR3), todo esto es parte de una, tardía, complementaria, ola de la descolonización (nyti.ms/31cqP9H). “Y la descolonización” −decía Frantz Fanon− “siempre es un acontecimiento violento”. “El colonizador sólo suelta su yugo −imaginémonos en este papel a aquel policía blanco que asfixia a George Floyd− cuando tiene el cuchillo en el cuello”. ¿Una “burda apología de la violencia” (bit.ly/3kibkpt), de la que ha sido acusado tantas veces Fanon por los propios colonizadores o los liberales biempensantes? ¿O un afán de ponerla en el centro y trazarla en sus formas complejas –siempre siendo conscientes, bien apunta Rebecca Solnit, de qué lado realmente viene: el Estado (bit. ly/39Y9w05)− el origen de los problemas estructurales del presen12
te para explicarlos más allá de rutinarios intentos de culpar por ella a los oprimidos (“radicales negros”, “saqueadores”, “Antifa”), ¿“Cuchillo descolonizador” como navaja de Ockham? [La violencia colonial (ayer: EU, Gran Bretaña, España, etcétera, y hoy: Israel/Palestina); la violencia del colonialismo de asentamientos y su “huella” en la violencia policiaca en EU; la violencia de “esclavocracia”, genocidio indígena y “democracia de la raza dominante” (Domenico Losurdo); la violencia del ra-cismo institucional; la violencia delracializado “terrorismo doméstico” (bit.ly/2PhNQmj) y asesinatos de “seres humanos que valen menos”; la violencia del “capitalismo racial” (Cedric Robin-son); la violencia imperial, el intervencionismo, las guerras, los golpes de Estado; la violencia de “la historia de los vencedores” y sus monumentos (bit.ly/2DrxHYT); la violencia de la “epistemología del Norte” (el conocimiento); la violencia del capital (acumulación primitiva, acumulación por desposesión, explotación); la violencia de la “vida desnuda” (Giorgio Agamben); la violencia de “la radical desigualdad en experimentar la muerte misma” (Étienne Balibar);la racializada violencia carcelaria; la violencia de las fronteras y en contra de los migrantes/refugiados: detenciones, campos de concentración, expulsiones (bit.ly/2XntKeW ); la violencia biopolítica (Michel Foucault); la violencia necropolítica (Achille Mbembe) que expone y/o abandona a la gente a la muerte negándoles la asistencia necesaria (tal cual la respuesta de Trump ante la pandemia); la violencia del Covid-19 con su “tasa diferencial de la muerte”: el desproporcionado impacto en las personas de color (negros, indígenas) como el legado del colonialismo y racismo (bit.ly/2BMU76a)]. Judith Butler en su The force of non-violence: an ethico-political bind (2020) leído hoy como un epitafio para George Floyd y miles de víctimas del Covid-19, hace precisamente este punto: traza las maneras en las que la violencia queda atribuida a quienes más están expuestos a sus efectos letales. Partiendo de su concepto de grievability (bit.ly/3eH7G4I) respecto a la vida y los cuerpos “no susceptibles a la queja” y/o “no dignos de luto” (negros, colonizados), deja en claro como las “fantasmas 13
raciales” (Fanon) sirven como una justificación para la violencia policiaca/administrativa del Estado que se traduce en quitar o negar a preservar vidas “no dignas”, culpándolos por su propia suerte (bit.ly/3heOQ6A). Un buen ejemplo de qué tan enraizada es la práctica de culpar a las víctimas por la violencia que sufren, ha sido el bizarro ataque al legado de Edward W. Said ( E. Said, prophet of political violence in America, Newsweek, 7/7/20) donde su famoso “incidente con la piedra” en la frontera con Líbano (bit.ly/2Xqq1wX) “del que cayó víctima Israel” –¡sic!, acabó pintado como “momento fundacional para la violencia callejera en EU”– ¡sic! (con la “violencia callejera” la autora se refería a las no violentas manifestaciones de #BlackLivesMatter, callando −desde luego− sobre el realmente violento link entre EU e Israel, “ambos etno-estados supremacistas blancos guiados por sus respectivos ‘destinos manifiestos’ coloniales de asentamientos” (bit.ly/2DqQoMh) y sobre la manera en la que la violencia colonial israelí acabó “importada” a las calles estadunidenses (bit.ly/2Xjhw6L) mediante entrenamientos conjuntos entre la policía de EU y el ejército israelí). La “semilla” – supuestamente− ya estaba en su Orientalismo (bit.ly/2CVgAPj), una “obra nihilista”, “ofensiva al Occidente” y “promotora de la violencia anti-EU” - ¡sic! (bit.ly/2Pc7vUF). ¿Así o más claro de cómo ciertos círculos (EU, Israel), sintieron miedo ante la reciente ola de la descolonización? La obra de Said al final es, también, un eterno “cuchillo decolonizador” en el cuello de los opresores ( Orientalismo, Cultura e imperialismo, et al). Aunque más que una navaja parezca un abrecartas.
Indígenas emancipados
Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo - 8 de agosto de 2020 La lucha es por seguir siendo lo que son, por seguir comiendo de su milpa y por seguir usando el agua de sus ríos para su siembra. La lucha es por seguir hablando sus lenguas y vistiendo sus ro14
pas, por seguir haciendo sus rituales y por conservar sus formas tradicionales de organización política y religiosa. La lucha es, en resumen, por seguir existiendo. No es poca cosa, en estos días de agosto, en los que se les festeja desde la distancia no sólo impuesta por la pandemia, sino por el cada vez más lejano reconocimiento y respeto. Don Juan Chávez Alonso, defensor del territorio purhépecha, educador, sembrador y cofundador del Congreso Nacional Indígena (CNI), nos enseñó a nombrarlos como pueblos, naciones, tribus y barrios, repetía en cada una de sus inter venciones, y explicaba la implicación de así llamarse. “Somos los indios que somos, somos pueblos, somos indios…. queremos seguir hablando la lengua que nos hablamos; queremos seguir pensando la palabra que pensamos; queremos seguir soñando los sueños que soñamos; queremos seguir amando los amores que nos damos; queremos ser ya lo que somos; queremos ya nuestro lugar; queremos ya nuestra historia, queremos ya la verdad”, dijo don Juan en el Congreso de la Unión en marzo de 2001, cuando por vez primera los indígenas emancipados tomaron la tribuna para reclamar sus derechos y cultura. Hoy, como ayer, desde el poder pretenden un festejo del día de los pueblos indígenas sumisos, integrados, bailando sus danzas con trajes multicolores mientras les arrebatan aguas, montañas, bosques, vientos y tierras. Sabiendo que nada de su cultura sobrevivirá si sobre sus tierras se levanta lo mismo un parque eólico que un tren, una mina o una termoeléctrica, una presa o un gasoducto. El gobierno actual ahonda en el desprecio transexenal. Inaugura megaproyectos que los condenan a la inexistencia, al tiempo que como representante del Estado les pide perdón por deudas históricas. Y al que no le guste se jode, será considerado el no indio, el manipulado, el que no quiere el “desarrollo”. O el “radical de izquierda y conser vador”, en sus propias palabras. Así, la única celebración posible es la resistencia. desinformémonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx
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México: entre la 4T y el T-MEC
Gilberto López y Rivas - La Jornada - 7 de agosto de 2020 La pandemia en curso ha puesto al descubierto la gravedad y profundidad de la crisis multidimensional del sistema capitalista, intensificándose exponencialmente la polarización social,la desigualdad, la explotación y laprecarización de la fuerza de trabajo que lo caracterizan. Paralelamente, los estados a su servicio han utilizado la emergencia sanitaria para buscar una salida a esta crisis que garantice la continuidad de la acumulación capitalista, mientras reconfiguran sus mecanismos de dominación en los ámbitos mundial, regional y nacional. En nuestro país, fue significativa la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el primero de julio pasado, impuesto a las clases trabajadoras y a la población en su conjunto, sin una consulta ciudadana o referéndum, como el que se llevó a cabo en Costa Rica, en 2007, para aprobar o no su ingreso al DR-CAF TA. El gobierno de la Cuarta Transformación asumió el T-MEC sin tomar en cuenta el impacto socioeconómico del anterior Tratado (TLCAN), que provocó una rebelión indígena, y formó parte sustancial de la sentencia del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), producto de un proceso de tres años que involucró a miles de personas de poblaciones afectadas, redes de profesionales de distintas disciplinas, centenares de organizaciones políticas, sociales y derechos humanos que trabajaron bajo el enunciado de libre comercio, violencia, impunidad y derechos de los pueblos. Se sistematizó, documentó y juzgó el espectro exhaustivo y dramático de violaciones de derechos fundamentales de los pueblos a partir de las reformas estructurales neoliberales (1982 a 2014). La sentencia del tribunal parte de la evolución de la dependencia estructural de México con Estados Unidos y los enormes daños causados a la economía de la nación por el TLCAN: la desindustrialización en favor de industrias maquiladoras y estratégicas trasnacionales; el paso a un mayor y devastador extractivismo energético, minero, eólico e hídrico; la pérdida de la agricultura tradicional, la soberanía alimentaria y el desmantelamiento de la economía indígena-campesina; la reorganización del 16
territorio en favor de corredores industriales estratégicos construidos entreel este estadunidense y la cuenca del Pacífico; el traspaso del comercio nacional a corporaciones trasnacionales; los salarios más bajos y el flujo migratorio más importante en el mundo, y una economía mafiosa que constituye 40 por ciento del PIB nacional. El TPP concluyó que existían responsabilidades jurídicas de cuatro actores: el Estado mexicano, las empresas trasnacionales, terceros estados e instituciones internacionales. En especial, el Estado fue encontrado responsable de violar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos y los derechos económicos, sociales y culturales de sus ciudadanos por la comisiónde crímenes de lesa humanidad, asesinato, exterminio, tortura, violación, esclavitud, persecución deun grupo por motivos políticos,desapariciones forzadas y privaciones de libertad; por delitos contra el medio ambiente y el derecho a la alimentación y la existencia de un cuadro de impunidad total. Para la Red Mexicana de Acción contra el Libre Comercio, el nuevo T-MEC, festinado por el gobierno actual, representa: “la actualización y profundización de las relaciones de subordinación y dependencia de México hacia el vecino del norte. No sólo es la claudicación de la posibilidad de resucitar una renovada política industrial que vertebre al mercado interno, sino que significa llevar hasta sus últimas consecuencias el estatus de plataforma maquiladora y exportadora regida por la perpetuación de las políticas económicas inspiradas en el fundamentalismo del mercado. Significa el reposicionamiento territorial actualizado delas redes empresariales globales de origen estadunidense y una remozada incursión de éstas corporaciones en torno a los recursos naturales y energéticos radicados al sur del río Bravo... Se trata de un acuerdo comercial proteccionista y extractivista para relanzar a las subsidiadas corporaciones estadounidenses... hacia el festín que representan las semillas nativas, el agua potable, las riquezas mineras, el litio –en tanto la energía del nuevo patrón tecnológico que se avecina– y los hidrocarburos como el gas y el petróleo. Con el agregado de que los grandes proyectos de infraestructura del actual gobierno romperán con el carácter de espacio de reserva de la macrorregión sur-sureste de México, al insertar-la de manera definitiva en el patrón de acumulación extractivista y depredador del territorio, la naturaleza y de los bienes comunes”. 17
Es revelador el silencio de los abogados de oficio de la Cuarta Transformación con respecto de las políticas neoliberales y neo-desarrollistas inherentes al T-MEC y los megaproyectos, así como del papel protagónico del estamento militar, que constituye una parte sustancial de la acumulación militarizada.
Las lágrimas del Tata
Daliri Oropeza - piedepagina.mx - Microfilme Postal - 5 agosto, 2020 Los ocho pueblos yaquis viven un incremento de los contagios de covid-19 en su territorio. En plena emergencia, donde mueren en sus casas, llega AMLO a reunirse “con ocho gobernadores”. La Tribu Yaqui es reconocida por su capacidad para combinar su lucha por sus demandas ancestrales con la negociación “¿Te acuerdas, Tata, de las tierras, de los hospitales, de las escuelas que nos diste? Las tierras nos las han quitado los ricos, los hospitales se han convertido en cuarteles y las escuelas en cantinas. Cárdenas lloró”. En septiembre de 1940, cuando tata Lázaro Cárdenas era presidente, publicó un decreto de restitución de tierras a la Tribu Yaqui que duró menos de 20 años. En la década de los 60, Cárdenas visitó el territorio a petición de los ocho gobernadores de los ocho pueblos yaquis. Lloró después de escuchar que esas tierras estaban (y siguen) en manos de descendientes de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, generales y políticos de Sonora. Este pasaje, narrado por el periodista e historiador Fernando Benitez en el tercer tomo de Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana, sintetiza el pulso de los yoremes con los yoris. 18
No solo es un pleito por las tierras. En el decreto estipuló que el Pueblo Yaqui podría disponer durante cada año agrícola, de la mitad del caudal del Río Yaqui almacenado en la Presa “La Angostura”. Nunca se ha cumplido. A los pocos años se construyeron dos presas más río abajo. Tan importante es el decreto de Cárdenas, que el nombre que utilizan es “Tribu Yaqui” pues así les reconoce en el papel, asegura la historiadora Raquel Torua Padilla —aunque el término correcto sea pueblo, nación o etnia. Matiza que es incierto si se les restituyo un tercio o un quinto de su territorio original. Qué caudaloso río alimentarían las lágrimas del Tata si se enterara de lo que sucede ahora. El presidente Andrés Manuel López Obrador llega a territorio Yaqui este jueves en un momento de desesperación de sus habitantes. La pandemia provoca estragos. Las personas mueren diario en sus casas, sin atención médica. No hay hospitales. Solo hay tres clínicas rurales intermitentes. Los que tienen dinero contratan ambulancias para ir a los Hospitales en Obregón o Guaymas. A muchos los regresan porque no hay espacio. López Obrador se refiere frecuentemente a Lázaro Cárdenas en sus conferencias. La semana pasada citó su decreto de restitución de tierras para anunciar su segunda visita durante su mandato. Informó que se reunirá con “los gobernadores de los ocho pueblos yaquis en Vicam”. Esta vez arriba al territorio yoreme en un clima enrarecido, aseguran habitantes e investigadores. En un momento en el que la pandemia está desatada en los ocho pueblos: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vicam, Pótam, Ráhum, Huirivis y Belem. “Desafortunadamente no llegó el virus a la par que en los demás lugares. Cuando lo anunciaron, la gente no creía. Se preparó, se confinó, y cuando nadie se contagió, dijeron ‘es mentira’; creyeron las falsas noticias. Cuando comenzaron los contagios y las muertes 19
tuvieron miedo de ir a los hospitales. El problema empezó con la industria maquiladora. 3 mil jóvenes yaquis salen de la tribu a trabajar en 3 turnos. Es terrible. Primero dejaron de pagarles su salario completo, sin ir a trabajar les daban el 60%. Pero llegó un momento en que las empresas ya no lo soportaron y es cuando obligaron a trabajar a la gente”, asegura Lorena, habitante de Loma de Guamúchil, que prefiere mantener el anonimato porque se siente insegura en este ambiente raro. El clima enrarecido no solo tiene que ver con la pandemia. Se deriva de varios otros factores. Para Lorena, surge del anuncio de la presidenta municipal del ayuntamiento de Hermosillo de reactivar la operación y obras del Acueducto Independencia. Esta decisión lleva a habitantes de Loma de Guamúchil a bloquear la carretera para protestar contra el acueducto y demandar el pago por el uso de las vías en su territorio. Ante esto, grupos de choque (ligados a intereses empresariales en la región) bloquearon también la carretera. Adicionalmente, resurgen en la Tribu viejas demandas de restitución de tierras. Todos estos factores se mezclan con la elección a gobernador de Sonora el siguiente año. Esto lo resalta el investigador del INAH-Sonora, José Luis Moctezuma Zamarrón. Para enrarecer más el clima, como ha documentado, durante la pandemia la empresa IENOVA reparte despensas en 7 pueblos Yaquis donde ya construyó el gasoducto. No reparten en Loma de Bacum, donde impidieron ola construcción y por el cual no se puede poner en operación. Moctezuma resalta que es la primera vez que se frena el tránsito del tren en la región, además de la carretera. En suma, los yaquis no han dicho nada públicamente sobre esta visita de AMLO. AMLO prometió en su conferencia de prensa visitar este pueblo en resistencia, sin embargo, no lo ha hecho ni está en la agenda de esta gira. Lorena hace un señalamiento sobre la próxima reunión: “La tribu, en su ejercicio de autonomía, siempre busca hablar con los más altos niveles. Eso siempre se ha hecho. Lo que está ahorita replicándose, es lo que han hecho en otros sexenios priistas y panistas. Argumentan (los politicos) que se reúnen con los 8 gober20
nadores, pero se reúnen a sangre y fuego con los 8 sin importar si tienen legitimidad, o si son auténticas autoridades tradicionales”. De acuerdo con la historiadora Raquel Torua Padilla, el pueblo Yaqui ha logrado acuerdos hasta con Virreyes. “La primera rebelión de la que se tiene registro en el Yaqui, fue en 1740. Fue por el yugo de las autoridades coloniales y jesuitas, también contra el control de sus pueblos y sus recursos naturales. Se tiene evidencia de que en esos tiempos los capitanes de guerra de apellido Usacamea, alias el Muni (de Rahum), y Basoritimea (de Huírivis), marcharon hacia la ciudad de México. Ahí, entregaron al virrey Vizarrón un pliego petitorio. La demanda más importante fue con respecto a la intromisión de los jesuitas en sus formas de gobierno. Se lograron acuerdos con el virrey”. La antropóloga y etnohistoriadora Raquel Padilla dejó un legado importante sobre la capacidad negociadora de la Tribu Yaqui en su libro Irredentos Parias. Ahí describe “Tanto la milicia como las autoridades civiles yaquis se han caracterizado por ser grandes negociadores y por saber entablar demandas ante los distintos poderes”. Raquel Padilla narra en este libro las negociaciones entre los yaquis y Francisco I. Madero. “Una comisión de yaquis viajó hasta el centro y sur del país para presentarle a Madero demandas relacionadas con la tierra, la guerra, y la deportación de sus hermanos yaquis a Yucatán. A cambio, se proponía paz y apoyo político. Se firmó el tratado en la ciudad de México, en Tacubaya, el 1 de septiembre de 1911. Sólo quedó en promesa”. Moctezuma Zamarrón afirma que los Yaquis se han reunido con todos los presidentes o secretarios de Estado. Resalta la reunión con el entonces presidente Ernesto Zedillo pues de ese encuentro surgieron conflictos de tierras que se arrastran hasta la fecha. “En 97, después de que tuvieron la reunión con Zedillo, les quitan el territorio conocido como La Cuchilla. Dijeron que los Yaquis habían aceptado la venta. Gracias a los manejos que hace (Manlio Fabio) Beltrones, entonces gobernador, crearon un fideicomiso para la compra de la cuchilla por 40 millones. Los Yaquis inmedia21
tamente se organizan y rechazan a los gobernadores que aceptaron. Así entran en una lucha jurídica que no pasa en México, y se va a la CIDH. Aún se está viendo esta cuestión”. Esta capacidad negociadora, se debe al modo tradicional en que los ocho pueblos yaquis toman decisiones a través de las asambleas comunitarias. Esta basada en un sistema de cargos que es parte de su cosmoexistencia. Su gobierno tradicional tiene tres órganos para la toma de decisiones: Civil, religioso y militar. Los tres son igual de importantes, y junto con la asamblea, donde participa toda la comunidad, trazan el rumbo de las decisiones de las comunidades. Sin la figura de pueblo mayor (o consejo de ancianos), sin las autoridades religiosas, sin los habitantes, no hay decisiones. Los gobernadores tradicionales son portavoces, son “presidentes de la asamblea” y facilitadores de las decisiones. Ellos no deciden. “Lo que no les gusta a los yaquis es que el poder se concentre en una persona”, dice Torua Padilla. Ante la visita del presidente, “la exigencia sería en el tono de no más violencia al derecho a decidir de los pueblos. Mientras ellos (4T) continúen con la estrategia de reunir 8 pueblos a modo y desconocer al resto, eso no va a llevar nada. En la tribu las decisiones se toman por consenso”, reafirma Lorena. Aunque AMLO quiera hacer ver que su gobierno tiene diálogo con los pueblos indígenas, porque se sienta con los ocho gobernadores yaquis en plena pandemia, no hay consideración de las demandas en defensa del territorio contra el gasoducto, el acueducto, la presa, los trenes, las industrias, tanto en el Yaqui como en el país. Después de su primera reunión, en octubre del 2019, el gobierno federal elabora un Plan de Justicia para la Tribu Yaqui y da seguimiento a una Comisión para atender sus demandas. No toca los temas que los defensores de la vida ponen sobre la mesa. Lejos de solucionar los problemas del pueblo Yaqui, lo que hace el presidente con esta reunión es tender una mera cortina que oculta la continuación de los atropellos de los megaproyectos voraces contra los territorios y pueblos indígenas. 22
El cerco de la violencia y el Covid–19: el caso de la doctora Mélida
Abel Barrera Hernández - desinformemonos.org - Montaña adentro 10 agosto 2020 Como parte de la buena relación que cultivaba la doctora Mélida Honorato Gabriel, directora del hospital básico de Huamuxtitlán, Guerrero, el viernes 24 de julio convivió con sus hermanas y compañeras de trabajo en la palapa Ojo de Mar, junto a la laguna de esta cabecera municipal. El personal médico reconocía su entrega y compromiso, a pesar de que el hospital no fue reconvertido para atender pacientes de covid – 19. “Se sobreexpuso” trasladando a pacientes a la ciudad de Chilpancingo y de Chilapa. El 4 de abril reportó el primer caso, que se registró en la Montaña de Guerrero, de una paciente que murió por covid – 19, originaria de Conhuaxo. “Nunca bajó la guardia”, y siempre buscó la forma de apoyar a estos pacientes, a pesar de la carencia de equipo y medicamentos, como es común en los centros hospitalarios del estado. Desde el 2009, cuando se abrió el nuevo hospital, la doctora Mélida logró que los 71 trabajadores mantuvieran una relación respetuosa y cercana con los pacientes. Ella lo demostró en todo momento, al grado que el hospital y Huamuxtitlán, fueron su segundo hogar. Sus mismos padres optaron por acompañarla ante sus visitas breves y esporádicas a la ciudad de Tixtla, su tierra natal. Nunca imaginó que su arraigo y gran aceptación que tenía en el municipio, la pondrían en riesgo y que pasaría a formar parte de las víctimas de la violencia. El 26 de mayo fue encontrado un joven con huellas de tortura y con un narcomensaje cerca del módulo de la policía municipal en Huamuxtitlán, ubicado en el crucero de Santa Cruz. Tres días antes sus familiares lo habían reportado como desaparecido. Fuentes ministeriales informaron que durante esas fechas había sido detenido por policías municipales. Lo inaudito fue que el comandante de la policía municipal, José Armando Castillo, apareciera como responsable de este asesinato, al haberlo entregado a un grupo delictivo. Los mismos pobladores de Santa Cruz, se organizaron y llegaron hasta las instalaciones del palacio municipal, para detener al comandante y encarcelarlo dentro de su comisaría. Transcendió que, en el interrogatorio, José 23
Armando vinculó al mismo presidente municipal del Huamuxtitlán, Elpidio Nava Rodríguez, de este hecho deleznable. El malestar de la población obligó a que los elementos de la policía del estado, se hicieran cargo de la seguridad del municipio. Mientras tanto las protestas subieron de tono y determinaron cerrar el palacio municipal. En medio de este clima de inseguridad y ante la ausencia del presidente municipal, desde la detención de su comandante, el 14 de junio fueron asesinados a balazos dos jóvenes que se encontraron con huellas de tortura, en el basurero de Huamuxtitlán. Sus familiares escribieron en las redes sociales que este hecho: “fue un acto de cobardía y bestial(idad). ¿Por qué ensañarse de esta manera con gente inocente e indefensa?”. Concluyen afirmando que los responsables de este crimen fue la policía estatal. Por su parte, en un comunicado de la mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz, informó que “hasta el momento no se han presentado denuncias ni señalamientos que vinculan a elementos policiacos estatales en los homicidios, y la policía del estado ha colaborado con la Fiscalía general para esclarecer los lamentables hechos”. Esta postura displicente de la Fiscalía del Estado, enardeció más a la población que bloqueó la carretera federal Tlapa – Puebla y tomó el palacio municipal para demandar la salida de la policía estatal, así como el nombramiento de un alcalde interino y nuevos elementos de la policía municipal. El endurecimiento de un sector de la población que exigía la intervención del Congreso del Estado para nombrar a un presidente interino, mantuvo el cierre de la carretera federal durante siete días. Solo cedieron cuando el gobierno del estado solicitó la presencia de la guardia nacional, que supliría a la policía del estado, para hacerse cargo de la seguridad del municipio. Fue hasta el 17 de julio cuando la comisión ciudadana de Huamuxtitlán, liberó el palacio municipal. Se estableció una mesa de diálogo aceptando la presencia del presidente municipal, Elpidio Nava Rodríguez, apoyado por el ex diputado federal Carlos de Jesús Alejandro; el delegado regional de gobernación, Jorge Rodríguez Ponce y el 24
representante de asunto indígenas y afromexicanos Arquímedes Ibáñez. El acuerdo central fue la inclusión de algunos miembros de la comisión ciudadana, en puestos claves de la administración municipal, con el argumento de vigilar y aplicar adecuadamente los recursos públicos asignados para la construcción de obras. A una semana de la liberación del ayuntamiento, dos hombres armados dieron seguimiento al vehículo que manejaba la doctora Mélida Honorato, después de salir del restaurante y dirigirse a su domicilio. A escasos 300 metros, sobre la carretera Tlapa – Puebla, la interceptaron y uno de sus agresores se bajó del vehículo para detonar su arma contra la doctora. Presas del miedo, su hermana y las enfermeras, la trasladaron al hospital para reanimarla. Todo fue en vano, la bala que atravesó su cuello le arrancó la vida. A pesar de la presencia de la guardia nacional, los agresores se desplazaron, sin temor a ser detenidos, en la principal vía de acceso a la ciudad. La demanda de mayor seguridad se hizo añicos ante este cruento asesinato. El desconcierto de la población es mayor, porque no hay modo de frenar la violencia y de impedir que se agredan a personas que brindan un servicio a la comunidad. En tiempos de covid – 19, cuando la población requiere de los servicios públicos de salud y una atención digna, el escaso personal médico que trabaja en regiones difíciles, a causa de la inseguridad y de la precariedad de las instalaciones hospitalarias, es víctima de la violencia y de la desatención de las autoridades para garantizarles protección. El ambiente de impunidad que persiste en este municipio es el caldo de cultivo para que los perpetradores impongan su ley, máxime cuando mantienen pactos con los cuerpos de seguridad del municipio y apoyo soterrados de funcionarios públicos. El coronavirus no solo puso en riesgo al personal médico, por el contagio que pudiera darse al atender a pacientes de covid – 19, sino que también por su extrema vulnerabilidad, frente las acciones violentas que se han ejercido contra médicos y enfermeras. El caso de la doctora Mélida fue una acción letal que interpela a las autoridades de salud y al gobierno del estado que están obligadas a garantizar justicia y a no permitir más hechos de violencia que atenten contra la vida y la tranquilidad del personal médico y los habitantes de Huamuxtitlán. 25
Guerra contra el pueblo mapuche
Raúl Zibechi - desinformemonos.org - En Movimiento 10 agosto 2020 En los últimos días la ofensiva militarista del Estado de Chile contra el pueblo nación mapuche se ha intensificado con ataques racistas y fascistas a comuneros y comuneras que mantienen una resistencia pacífica en apoyo de las huelgas de hambre, desencadenada por la grave situación del machi Celestino Córdova que se acerca a los 100 días de ayuno. Los hechos recientes muestran una inflexión profunda que puede resumirse en una escalada de guerra contra el pueblo mapuche. En la noche del 1 al 2 de agosto, civiles armados atacaron a mapuche que ocupaban las municipalidades de Curacautín, Ercilla, Victoria y Traiguén. Se trata de “militantes de la Asociación de Paz y Reconciliación en la Araucanía (APRA), organización supremacista blanca de ultraderecha, integrada por latifundistas y empresarios transnacionales, “usurpadores de las tierras mapuche en Wallmapu”, como denuncian 21 organizaciones en un comunicado (https://bit.ly/31Ap1aL) Las organizaciones denuncian, además, que el cuerpo de Carabineros dejó actuar impunemente a los civiles violentos que golpearon a los mapuche, quemaron sus vehículos y entonaron gritos de odio y racismo, llegando a colaborara con los agresores racistas. Recordemos que la crisis actual se desencadena con la huelga de hambre de Celestino que reclama se aplique el artículo 169 de la OIT, que permite que cumpla la pena de prisión dictada por la justicia chilena en su comunidad. A la huelga de hambre del machi Celestino se fueron sumando más de 20 presos de las cárceles de Temuco, Angol y Lebu (https://bit.ly/2DAp5zq). A medida que la salud de los huelguistas se fue deteriorando por más de tres meses de ayuno, varios lof (comunidades) comenzaron a movilizarse, en particular en el triángulo Tirúa-Temuco-Ercilla. Hacia fines de noviembre el gobierno de Sebastián Piñera decidió dar un giro a la derecha, por su profundo desgaste luego de la revuelta iniciada en octubre de 2019 que continúa activa, 26
sumada al fracaso de la contención de la pandemia de coronavirus y luego de una derrota parlamentaria que permite retirar el 10% de los ahorros en los fondos previsionales. Esto fue posible por la división en su base de apoyo parlamentario. Este viraje se concretó en el nombramiento de un pinochetista al frente del Ministerio de Interior, Víctor Pérez. Su primera actividad pública consistió en un viaje a Wallmapu, donde hizo un discurso de orden y seguridad y no dejó el menor margen para la negociación. No es ninguna casualidad que luego del viaje del ministro se hayan activado los grupos racistas de ultraderecha. El gobierno de Piñera es muy débil, acosado por la calle y por la derecha, y finalmente dejó de lado cualquier tentación dialoguista para recomponer su base de apoyo incorporando al pinochetismo al gabinete. El Centro de Investigación Periodística (CIPER) difundió días atrás un informe de Inteligencia de Carabineros, de 2015, que individualiza agricultores que estaban formando grupos de carácter paramilitar, pero no se tomó ninguna medida para detenerlos y frenar el desarrollo de esos agrupamientos (https://bit.ly/2PDy4SG). Pese a la brutalidad de la represión y a una escalada de terrorismo de Estado, las principales organizaciones reafirmaron su camino histórico: “Estos ataques, más que amedrentarnos, nos reafirman en nuestra lucha por la restitución de nuestros derechos territoriales y políticos, por la autonomía y la autodeterminación para el País Mapuche” (https://bit.ly/31Ap1aL). El domingo 9, hubo una masiva concentración de diversas comunidades mapuche en la plaza de Curacautín, donde se leyó un documento que reafirma la solidaridad con los presos en huelga de hambre y denuncia a las empresas forestales y multinacionales demandando que “las 3 millones de hectáreas de las forestales sean repartidas para recuperar el territorio mapuche”. Finalmente, hace un llamado a la organización de los mapuche de la ciudad y el campo para que recuperen la lengua (mapuzugun), la cosmovisión y la forma de ser tradicionales, “porque lo mapuche no es una raza sino una forma de entender la vida de todos los seres y las cosas” (https://bit.ly/2PHpbYA). 27
Los próximos meses serán muy duros para el pueblo mapuche movilizado, por lo menos hasta las elecciones de congresistas de abril, pasando por el plebiscito del 25 de octubre. La derecha se está aglutinando en torno a la defensa de la Constitución de 1980, de la era de Pinochet. Sin embargo, el pueblo nación mapuche, mucho más allá de la actual ofensiva militarista, va a persistir en sus demandas como lo viene haciendo en los últimos cuatro siglos.
Pandemials
Lydia Cacho - gatopardo.com - 9.8.20 Nuestros países ya hablan de “ansiedad nacional”, mientras las cifras aumentan y cada uno vive su curva depresiva. Alguna farmacéutica encontrará productos para una generación a la que le venderán felicidad artificial, mascarillas sofisticadas, más miedo a la muerte, miedo a la otredad y ansiedad social ante el contacto humano. La pandemia de la depresión. Camino por una callejuela cerca de mi nuevo hogar, el tapabocas ha logrado que mi andar cambiase por completo; no solo ha debilitado mis pasos y el goce de caminar durante horas para ir al mercado, a la librería, a entrevistar a alguien, a cenar algo con mis amistades en una terraza. Voy pensando en ello, en el proceso emocional de aceptar el exilio, o el desplazamiento forzado como le llama mi abogada. Hace años que me resisto a no vivir en mi hogar; sin embargo, cuando la muerte toca demasiadas veces a tu puerta, aprendes a saber cuando ha llegado el momento de poner mar de por medio para seguir siendo periodista; mexicana sí, pero por el momento sin poder vivir en México. Decía que caminaba por la calle subsumida en esa reflexión, cuando una madre y su niña de catorce años se detuvieron abruptamente. La chica se estaba desmayando, la gente le miraba sin ayudar, me acerqué casi corriendo, levanté su espalda antes de que cayese al piso llevando a su madre con ella en esa transitada calle de piedra sucia. Entre las dos la sentamos en la silla que nos ofreció amablemente un camarero de un restaurante con terraza. La chica se arrancó el tapabocas y comenzó a sollozar con la angustia del fin del mundo, apenas podía respirar. 28
La madre, una mujer no mayor de cuarenta años, la miraba con la ternura inmensa de quien comanda un buque que sabe que se hundirá pronto. Ambas llevaban un tapabocas de tela colorida con lo que tanta gente está haciendo su agosto de la pandemia. Por un instante todo parecía paralizarse, le pedí al camarero que nos trajese una botella de agua fría. Cuando volví la mirada, la madre ya estaba hincada a los pies de su hija, consolándola y, en una especie de acto de rebeldía se bajó la mascarilla para poder hablarle a la niña que ya bebía agua mientras enjuagaba sus lágrimas. “Está sana”, me dijo la madre como si yo estuviese preocupada. ¿Cuándo acabará esta mierda, cuándo acabará esta mierda? Preguntaba la niña sabiendo que no obtendría una respuesta diferente a la que toda la sociedad conoce. La madre me miró con ese dudoso atisbo de quien, sin hablar, espera que la extraña tenga una respuesta diferente, inexistente. Cuando la chica recuperó el aliento pudo expresar una merecida diatriba al encierro, al calor de 38 grados en la ciudad, a la falta de ver a sus amistades, a los gobiernos inútiles que no resuelven nada, a la crisis que ha llevado a la quiebra a sus padres y les impide irse de verano a Bilbao como siempre, a la falta del patio de su escuela y las risas de sus compañeras. De pronto decreta que prefiere morirse que seguir así. Entiendo que esa conversación no me pertenece y sigo mi camino. La madre me toma la mano para despedirse, casi arrepentida me ofrece un gel desinfectante que rechazo con amabilidad. Camino más lento, entro a un callejón donde nadie camina y me quito el tapabocas: prefiero ese nombre porque resulta mucho más acertado. Nos cubre la boca y se come las palabras, el aliento, el miedo, el enojo, la rabia, las ganas de rebelarse contra un gel antibacterial incapaz de matar virus, de tener que pagar miles de pesos o más de un centenar de euros por una prueba de sangre para saber si ya eres parte de ese más de 80% de la población que ha generado anticuerpos, y que ni siquiera pisó un hospital aunque pasara días infernales en la cama. Debatirse entre la responsabilidad y la obediencia ante autoridades sanitarias que no dicen toda la verdad. Ante las grandes farmacéuticas que se enriquecerán con vacunas de un virus que se normalizará como otras influenzas o como el VIH. Analizando la sonrisa insoportable de Bill Gates que se ufana al recordarnos que lleva tres 29
años advirtiendo que este virus llegaría y, causalmente, él se dedica a la industria de las vacunas. Entre la salud industrializada y la pauperizada de diversos países del mundo, la pandemia de la depresión encontrará, seguramente, a alguna farmacéutica que venda antidepresivos para la gente más joven; dirán que son suaves y benéficos, que, como el tapabocas, será un ansiolítico que evite que la juventud reviente en plena calle, frente a la incertidumbre y la manipulación que los poderosos han hecho de esta pandemia. Los que se enriquecen colectando data, fortaleciendo plataformas digitales para que nuestra existencia pase filtrada por sus cosechadores de vidas privadas, esos que han inventado el nombre de pandemials para crear productos enfocados en una generación a la que le venderán felicidad artificial, mascarillas sofisticadas, más miedo a la muerte, miedo a la otredad, ansiedad social ante el contacto humano, la piel y el deseo. Nuestros países, hace décadas, se olvidaron de invertir en la prevención y atención de riesgos de salud mental. Ya hablan de Ansiedad Nacional (así con mayúsculas), mientras las cifras de suicidios aumentan y cada país vive su curva depresiva. Una experta en salud mental me dice que en un principio esperaban que la pandemia despertara el efecto “unión social”, pero hemos pasado ya esa etapa. Ahora nos toca mirar y hablar con la niñez, buscar respuestas verdaderas, escuchar su rabia y decirles que tienen derecho a sentir que no se merecen esto que tanta gente ha dado por llamar “el fin del mundo”. Merecen otra vida y habrá que esforzarse por explicarles que la cultura es una creación humana y seremos capaces de reinventarla sin la necesidad de abdicar a la libertad de pensar y sentir, de amar y desear, de ver a las niñas soltando carcajadas por las calles.
Jëntsë’ëk, democracia y pueblos indígenas Yásnaya Elena A. Gil - elpais.com - 09 AGO 2020
El establecimiento del Estado mexicano se ha basado en la negación y el combate de otras formas de organización que, en muchos casos, se argumenta como defensa de la democracia 30
“El hecho divino de existir no debe asimilarse al hecho satánico de coexistir” Fernando Pessoa Trato de imaginar algo que nunca he experimentado: la ausencia de la mirada y la presencia constante de otras personas en mi vida. ¿Cuáles sería los efectos de la supresión prolongada de la compañía de otros seres humanos sobre nuestra mente y nuestros cuerpos? Michel Tournier responde esta pregunta, entre muchas otras, en su extraordinaria novela Viernes o los limbos del Pacífico en el que reelabora la historia del Robinson Crusoe de Daniel Dafoe. La ausencia prolongada de la compañía humana reconfigura los aspectos más fundamentales de nuestra existencia y pone en entredicho los supuestos de nuestra humanidad, el lenguaje, las rutinas, las costumbres cotidianas se explican, en gran parte, en función de la mirada que los demás devuelven sobre nuestra existencia. Después del desconcierto inicial que lo lleva a casi fundirse con el entorno natural, el Robinson de Tournier recurre a acciones y rituales que ordenan sus días de náufrago como si no estuviera completamente solo para poder proseguir con la vida en ausencia de al menos algún otro humano, como si pudiera mirar la mirada de aprobación y reconocimiento de otros rostros. Una gran parte de nuestras actuaciones y motivaciones cotidianas necesitan de la mirada de las otras personas. El significado etimológico de la palabra mixe para “respetar” -jëntsë‘ëk- es “temer los ojos”; aun cuando ese significado etimológico ya no es transparente (en el mixe actual es verbo significa nada más y nada menos que “respetar”), en las sesiones de regaños que recibíamos en la infancia se asomaba la carga etimológica, las personas mayores nos conminaban a recibir sus palabras con temor de la mirada, es decir, evitando mirarlas a los ojos; con la mirada inclinada recibíamos sus amonestaciones y entendíamos que la corrección verbal de nuestras malas conductas implicaba también renunciar a contemplar la mirada de quien me hablaba, esa supresión de la posibilidad de mirar los ojos a quien nos miraba atentamente durante las amonestaciones y consejos era parte de la lección recibida. Alzar la vista en ese contexto se consideraba un acto de rebeldía o desafío: “no me apedrees con tu mirada” nos decían molestas si esto sucedía. Esta recomendación contrasta con la solicitud que las personas mayores hacen a los pequeños cuando los están amonestando en 31
contextos culturales distintos: “mírame a los ojos mientras te hablo” dicen, evadir la mirada se interpreta aquí como falta de atención. Esta diferencia cultural me llevó en algunas ocasiones a equívocos culturales desconcertantes. En mi contexto, mirar la mirada de quién me reconvenía implicaba una falta de respeto mientras que en otro contexto cultural dejar de hacerlo era un acto desafiante. La necesidad de la mirada de los otros nos lleva a la vieja sentencia que dicta que las personas somos animales gregarios, mamíferos peculiares que necesitan vivir en sociedad. Pocos hay quienes se han escapado a esta necesidad, al menos parcialmente; además de los antiguos ermitaños cuyas motivaciones tenían una profunda raíz religiosa, algunas personas han rehuido de la vida en sociedad; en esta crónica que la antropóloga Sheba Camacho me recomendó pude leer sobre Christopher Thomas Knight, un hombre que había vivido solo en el bosque rehuyendo de la presencia de otras personas por casi treinta años en los bosques de Maine, muy al norte de Estados Unidos, durante casi treinta años no había hablado y muchos menos tocado a otro ser humano. Lejos de las peculiares motivaciones de Christopher Thomas Knight o de situaciones ajenas a la voluntad como lo sucedido a Robinson Crusoe, lo humano se lee en clave social a tal grado que esa relación parece indisoluble e insistir en esto parece una obviedad. Ni en las sociedades más individualistas en donde se ha satanizado todo lo que huela a comuna se ha podido prescindir de la mirada y la presencia de otros humanos. Las relaciones que median las miradas que nos lanzamos recíprocamente los humanos lejos están de ser armónicas y median entre ellas complejos sistemas y jerarquías de dominación. Del hecho satánico, y por lo tanto festivo, de coexistir, como apunta Pessoa, deriva el hecho de que necesitamos ordenar y estructurar esa imprescindible vida en común. Dado que necesitamos vivir en común, ¿cómo organizamos nuestra existencia en manada humana? A lo largo de la historia, las sociedades y las culturas del mundo han dado respuestas distintas y una de ellas es la que da el estado nación actual que se basa en un sistema llamado democracia, el desarrollo del sistema democrático puede rastrearse en la historia occidental y norma mucho del mundo además de relacionarse en la actualidad con un sistema económico como el capitalismo. Más que relatar la historia de la democracia, 32
quisiera situarla aquí como una más de las posibilidades de organizar esta satánica y necesaria vida humana en común. Además de los estados democráticos actuales, han existido otros modos y formas de organizar la vida en sociedad como la comunal asamblearia, las sociedades clánicas, las organizaciones nómadas horizontales, por mencionar sólo algunas de genealogías distintas a las de la cultura occidental. Dentro de toda esa diversidad de posibilidades, una mirada eurocentrista ha situado al sistema democrático estatista como la forma más evolucionada y justa de organizar la vida en común. Esta visión positivista de la historia ensalza los modelos democráticos occidentales como la culminación de una evolución y desde distintos espacios se nos pontifica contantemente sobre ello. Sin embargo, poco puede tener de justo un sistema que, al menos en este país, se ha impuesto con base en la negación y el combate de otras estructuras de organización social. El Estado mexicano y su arquitectura no son el producto de la libre voluntad de las múltiples naciones que habitaban el territorio de este país en el momento de su creación si no es el producto de la imposición de una minoría que ha ejercido opresión sistemática sobre estas naciones. El desprecio por otras posibilidades de organizar la vida en común ha hecho que muchos de los sistemas políticos y sociales de los pueblos indígenas sean calificados de simples “usos y costumbres” pero se trata en realidad de estructuras que organizan nuestra vida en común y que son producto de nuestras dinámicas y de nuestra historia. Los usos y las costumbres los tiene cualquier cultura y sociedad como la occidental, los sistemas políticos de organización social que regulan nuestra vida en común no son usos y costumbres, son sistemas propios, una de las distintas posibilidades de regular la necesidad humana de vivir en conjunto, así como el sistema que llaman democracia es otra posibilidad. La comunalidad, descrita y categorizada por el antropólogo mixe Floriberto Diaz y el antropólogo zapoteco Jaime Luna, es una de las diversas maneras de organización sociopolítica que se pueden encontrar en los pueblos indígenas de Oaxaca. Hacer una oposición binaria entre democracia y “usos y costumbres” implica una reducción simplista pues tras la categoría indígena se pueden encontrar organizaciones sociopolíticas muy distintas entre sí, la organización de la vida en común del pueblo rarámuri es distinta a la del pueblo zapoteco 33
en Juchitán o a la comunalidad que hallamos en los pueblos de la Sierra Norte en Oaxaca. El establecimiento del Estado mexicano se ha basado en la negación y el combate de otras formas de organización que, en muchos casos, se argumenta como defensa de la democracia. Las sociedades de tradición distinta a la occidental tenemos el derecho a elegir la manera en la que deseamos organizar nuestra vida en común, lamentablemente se ha utilizado el discurso de la defensa de la democracia para atacar ese derecho. Hace unas semanas, un grupo de intelectuales publicó un texto llamado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia” en el que, entre otras cosas, hacían un llamado a los ciudadanos de este país para “recuperar el pluralismo político y el equilibro de poderes que caracterizan a la democracia constitucional” con miras a las próximas elecciones parlamentarias. No voy a discutir aquí si es posible recuperar algo que de por sí no se ha tenido en un sistema estatal que ha privilegiado la concentración del poder y que se erige sobre la negación de otros sistemas de organización social. Más bien, entre los firmantes de dicha carta, hallé a varios que, en la defensa de la democracia, han atacado los sistemas de organización social de los pueblos indígenas distintos a los del estado mexicano porque los acusan de atentar contra los derechos individuales, contra los derechos de las mujeres y, en el caso de Roger Bartra, de excluir a los partidos políticos y de “instituciones nuevas que contengan semillas de cambio”. La defensa de la democracia se ha utilizado en estos contextos para narrar que los sistemas de organización sociopolítica de los pueblos indígenas están anclados en el pasado y que no tienen historicidad mientras que la democracia se identifica con la modernidad y el futuro. Sin embargo, se trata, una vez más, de una actualización de la relación asimétrica entre la tradición eurocéntrica de los creadores criollo del Estado mexicano y los pueblos indígenas. Los defensores de la democracia denuncian los problemas que ven en nuestros sistemas de organización sociopolítica para negarnos el derecho a elegir y vivir bajo nuestros propios mecanismos para organizar la vida en común. Si volteamos la mirada, podríamos rebelar los prejuicios racistas que subyacen en la idea de creer que el sistema democrático del Estado mexicano es inherentemente superior a las formas de orga34
nizar la vida en común de muchos pueblos indígenas en este país, esos sistemas que llaman despectivamente “usos y costumbres”. Si volteamos la mirada de quien amonesta podemos ver que las democracias han negado el voto a las mujeres hasta hace unas cuantas décadas, las democracias liberales, como en Estados Unidos, por poner un ejemplo, permiten la existencia de la pena de muerte, los sistemas democráticos han permitido el encarcelamiento de mujeres por abortar, en los sistemas democráticos se ha institucionalizado la homofobia y se le ha negado la posibilidad de contraer matrimonio a parejas homosexuales, el racismo institucional en los sistemas llamados democráticos ha encarcelado injustamente a muchas personas y ha cercenado vidas por medio de la violencia policial, los sistemas democráticos han atentado estructuralmente contra los derechos de la población indígena por mencionar solo algunos fenómenos. Si por todas estas razones, yo propusiera desechar la democracia como un sistema de organización pues se revela fallido, sus intelectuales defensores dirían que los ejemplos mencionados evidencian lo contrario a los ideales democráticos que defienden, que se trata de perfeccionar el sistema, pero no de desecharlo. Pues lo mismo podemos responder con la mirada en alto, en rebeldía por una amonestación injusta, nuestro sistema de organización comunal es distinto al sistema democrático occidental, tenemos derecho a elegir uno distinto, trabajamos desde nuestras comunidades para perfeccionarlo y aún bajo el asedio de una opresión. Para entablar un diálogo en el que medie el respeto se hace preciso reconocer los sistemas de los pueblos indígenas como los sistemas de organización social que hemos elegido para llevar la necesidad humana e imperiosa de vivir en común, que no se trata de simples “usos y costumbres” y que los problemas y retos que enfrentamos dentro de ellos no son razón para imponernos su democracia partidista. En muchos casos, el elogio de la democracia en comparación con los sistemas propios de organización sociopolítica de los pueblos indígenas que hacen algunos intelectuales evidencia el poder de quien puede reprender, pero, desde estas otras formas que hemos elegido para mediar nuestra vida común, desde nuestras miradas, también los amonestamos sobre las democracias fallidas de sus repúblicas que siguen siendo la principal fuente de las opresiones que sufren nuestros pueblos y de la falta de justicia social. Y ante esta amonestación, exigimos respeto, respeto a nuestros ojos, respeto a nuestra mirada.
RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 12 de agosto 2020