Recopilatorio 12 de mayo

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 12 de mayo de 2021



“El Estado mexicano es responsable de la tragedia humanitaria en el país”: madres de personas desaparecidas Erika Lozano - Desinformémonos - 10 mayo 2021

Madres y familiares de personas desaparecidas exigieron al actual gobierno que atienda la “tragedia humanitaria” por la que atraviesa el país y denunciaron que, a diez años, sus demandas no han sido resueltas. “Señor presidente, le estamos exigiendo que busque a nuestra gente”, “diez de mayo no es de fiesta, es de lucha y de protesta” y “señor, señora no sea indiferente, se llevan a nuestros hijos en la cara de la gente” fueron algunas de las consignas de la “Décima Marcha de la Dignidad, madres buscando a sus hijos e hijas”, este lunes en la Ciudad de México. Los colectivos de familiares agrupados en el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México señalaron que la Marcha de la Dignidad es un símbolo de lucha, resistencia y amor, así como un espacio de encuentro para las familias. “Nos hemos encontrado con compañeras del mismo dolor con quienes hemos caminado corazón con corazón, lamentablemente algunas de estas compañeras y compañeros han fallecido en el camino sin encontrar verdad ni justicia”. “El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que las personas desaparecidas son prioridad en su gobierno y lamentablemente comprobamos día a día que, como en los gobiernos anteriores, no hay voluntad política para ejecutar acciones contundentes y eficaces para buscarles y encontrarles”, denunciaron. La Marcha de la Dignidad Nacional se organiza año con año desde el 2012, cuando colectivos del norte del país se manifestaron para visibilizar las desapariciones en los estados de Coahuila, Nuevo León y Chihuahua. Hoy la marcha se realiza en decenas de ciudades del país simultáneamente.


“Esta tragedia ahora cobija a todo el territorio mexicano, por eso no desistimos en nuestra marcha. Mientras no tengamos a nuestros seres queridos desaparecidos con nosotras, seguiremos diciendo al Estado mexicano que su indolencia y omisión, lo hace responsable de esta tragedia humanitaria», expresaron. En México, más de 87 mil personas han sido desaparecidas, según cifras oficiales. Exigieron a las autoridades proporcionar el equipo y herramientas necesarias para que las Comisiones de Búsqueda locales puedan hacer su trabajo. Demandaron la atención integral de todos los casos, con un programa de búsqueda inmediata, la creación de una subprocuraduría especial para personas desaparecidas a nivel federal, así como el cumplimiento de todas las recomendaciones del informe del grupo de trabajo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre desapariciones forzadas. Recordaron que en estos diez años, las madres y familiares han trabajado por todas las personas desaparecidas e insistido para que el Estado cumpla con su obligación de buscarles y encontrarles, con la creación de leyes, instituciones y búsquedas independientes. Exigieron a las autoridades proporcionar el equipo y herramientas necesarias para que las Comisiones de Búsqueda locales puedan hacer su trabajo. Demandaron la atención integral de todos los casos, con un programa de búsqueda inmediata, la creación de una subprocuraduría especial para personas desaparecidas a nivel federal, así como el cumplimiento de todas las recomendaciones del informe del grupo de trabajo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre desapariciones forzadas. Recordaron que en estos diez años, las madres y familiares han trabajado por todas las personas desaparecidas e insistido para que el Estado cumpla con su obligación de buscarles y encontrarles, con la creación de leyes, instituciones y búsquedas independientes. 2


Pagar por impunidad

Jacobo Dayán - Animal Político - Nunca más - 27 de abril, 2021 Las fuerzas del Estado perpetran crímenes con absoluta impunidad con ayuda de las instituciones que deberían garantizar la verdad, la justicia y la reparación. No solo buscan la impunidad, hacen lo posible porque nadie se entere. Más que documentadas están las ejecuciones arbitrarias a manos del ejército, la marina y la Guardia Nacional. Por lo regular son presentadas como “bajas colaterales” o “errores fatales”. El eufemismo para tratar de esconder el horror. Sobra decir que la impunidad casi absoluta es la norma. Es gracias al trabajo periodístico que algunos detalles de la perversión institucional salen a la luz. En un reportaje reciente de Alberto Pradilla en Animal Político se desvela una de las tantas formas de operar. El pasado 8 de abril elementos de la Guardia Nacional asesinaron (de nuevo) en Nuevo Laredo (de nuevo) a José Alberto Rivera Cardoza y Martha Leticia Salinas Arriaga. Dos personas sin vínculo alguno con grupos criminales, que fueron asesinados producto de una estrategia de seguridad fallida (de nuevo). Testigos de los hechos declararon que la Guardia Nacional había “sembrado” (de nuevo) droga y armas para “tapar” el crimen. El reportaje relata que “el sistema es el siguiente: la familia de la víctima recibe la visita de un integrante de la Secretaría de la Defensa o de la Guardia Nacional que le ofrece una cuantiosa indemnización (de un millón de pesos). A cambio, la familia debe firmar un documento en el que renuncia a seguir el procedimiento en contra de los oficiales”. Así de burdo y de perverso. La institución que debía hacerse cargo por los asesinatos prefiere pagar para acallar el asunto. No solo eso, los familiares de las víctimas son amenazados, como lo menciona el reportaje, para obligarlos a firmar.

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En las “reuniones” que mantienen autoridades militares y familiares participan personas de la Fiscalía General de la República (FGR) y de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV ). Es decir, aquellas instituciones obligadas por ley a investigar, hacer justicia y garantizar la reparación integral de las víctimas. Se trata de una perversión brutal de las instituciones. La FGR “ayudando” a gestionar la impunidad y la CEAV a reducir la reparación integral a una indemnización con amenazas. Ambas instituciones “gestionan” fuera de la ley los crímenes perpetrados por las fuerzas federales. El Estado tiene la obligación de garantizar la seguridad de la población y el derecho a la verdad, la justicia y la reparación. En lugar de ello, pervierten su razón de ser y abonan al horror y el desfondamiento legal y moral del Estado. ¿Cuántos casos como estos habrá más allá de los mencionados en el reportaje? ¿Qué otros mecanismos perversos existirán? ¿Cuántas ejecuciones presentadas como muertes en combate serán en realidad ejecuciones extrajudiciales? Como no se realizan investigaciones, no lo sabemos. Lo cierto es que las fuerzas del Estado perpetran crímenes con absoluta impunidad con ayuda de las instituciones que deberían garantizar la verdad, la justicia y la reparación. No solo buscan la impunidad, hacen lo posible por que nadie se entere. Mientras tanto la CNDH ni se aparece. El desamparo es absoluto.

La fallida pretensión

Javier Sicilia - Revista Proceso - 4 de mayo de 2021 Cada paso dado por la 4T sólo muestra la gravedad terminal del Estado: su complicidad con el crimen y su absoluta contraproductividad. Transformar significa cambiar de forma, hacer que una estructura se vuelva distinta. Desde que Morena llegó al poder y se autonombró Cuarta Transformación (4T) ha pretendido algo 4


semejante: transitar de un Estado corrompido, atravesado por la violencia y cooptado por el crimen, a un Estado de derecho, a un Estado moral, a una “República amorosa”, valga la contradicción, porque nada es más contrario al amor que un gobierno. Pero así lo pretende y se siente heredera de las transformaciones que, según ella, la antecedieron: La Independencia, la Reforma y la Revolución. La realidad, sin embargo, es que no está transformando nada. Lo que ha hecho es sólo exhibir lo que ya estaba allí y que forma también parte de la naturaleza de su propio gobierno: el desfondamiento del Estado, su inoperancia y lo que Iván Illich definió como “contraproductividad”: el Estado no sólo ha dejado de servir a los fines para los que fue creado; desde hace décadas lo único que produce es lo contrario: injusticia y violencia. Donde quiera que volvamos el rostro, el caos brota como en una casa plagada de salitre. En ella –como alguna vez escribió Mandelstam en ese poema a Stalin que le costó la vida– “ya no sentimos el suelo bajo nuestros pies/ [y] nuestras palabras no se escuchan a diez pasos”. Sobre el lodo de su suelo nos hundimos asediados por asesinatos, desapariciones, insultos, corrupciones, difamaciones, mentiras, frivolidades, cambios estructurales hechos al vapor y con la prisa de la ocurrencia... Fuera de un discurso plagado de ruido, nada hay parecido a una transformación. Cada día nos encontramos con una, dos o tres atrocidades que desplazan a las de ayer, a veces a las de hace 10 minutos, haciendo que lo informe adquiera una densidad imposible de moldear. Retomo una que, en medio de esta densidad, pasó casi inadvertida, pero que, rescatada por Alberto Padilla (Animal Político, 21 de abril de 2021), muestra en su corrupción y horror la inoperancia y contraproductividad del Estado y de ese mal eufemismo llamado 4T. El pasado 8 de abril –el día en que Alejandro Encinas rendía en la “mañanera” su maquillado informe sobre las víctimas (“El peso de la banalidad”, Proceso 2320)–, cerca del puente internacional de Nuevo Laredo Tamaulipas, en esa guerra desatada 5


por Calderón, profundizada por Peña Nieto y normalizada por López Obrador, en uno de esos estériles enfrentamientos entre la Guardia Nacional (GN) y el crimen organizado, la GN mató a dos civiles: Jorge Alberto Rivera y Martha Leticia Salinas. A ese acto siguió otro: “Los familiares de ambos recibieron una oferta” de la GN: recibir “la compensación de 1 millón de pesos […] más gastos funerarios y una partida extra para apoyo psicológico, si firmaban un convenio por el que renunciaban a que la FGR siguiera adelante con la investigación”. Al relatarlo, la viuda de José Alberto agregó que, junto con la oferta, “me dieron a entender que si los denunciaba, yo iba a pisar la cárcel”. Este procedimiento no es aislado. Así se ha procedido –continúa la nota– con otros dos asesinatos, también en Nuevo Laredo, en febrero y marzo y con el de un guatemalteco tiroteado en Chiapas también en marzo. Así se ha hecho ayer y hoy. Recuerda al de esos grupos del crimen organizado, expertos en limpieza, que después de una masacre son llamados para desaparecer cualquier rastro que pueda comprometerlos. Para colmo, el 21 de abril, la Cámara de Diputados aprobó la Ley General de la Fiscalía de la República, que abandona a las víctimas a una casi absoluta indefensión. Cada paso dado por la 4T sólo muestra la gravedad terminal del Estado: su complicidad con el crimen y su absoluta contraproductividad. La única manera, no de realizar una transformación, sino de sentar sus bases, sería descapturar al Estado de la criminalidad. Pero eso no le interesa a la 4T. Tampoco a la oposición. Les interesa chapotear en el lodo y volverlo más espeso. Los supuestos cambios de la 4T, además de ser un remedo populachero del pasado, exhiben la ya añeja inoperancia del Estado, la corrupción, la violencia, la criminalidad y la falta de inteligencia que habita lo mismo en Morena que en la oposición. Unos y otros son tan iguales que por ello se odian. No soportan mirarse en su espejo y arremeten contra él, como si destruyéndolo, destruyeran la insoportable imagen que llevan consigo. Es el mismo odio que, al estilo mexica, fascistas, comunistas e integristas de todo tipo tienen cuando se miran entre sí. 6


¿Hay salida? Sí, pero para ello se necesita humildad, silencio, paciencia, capacidad de escucha y lucidez. Se necesita entender que, desde hace mucho, el mundo dejó de ser lo que era y que los paradigmas y soluciones del pasado –los de la mal llamada 4T o los de la oposición– sólo reproducen y alimentan el crimen, el caos y lo amorfo de un mundo colapsado. Pero pocos lo entienden. En tiempos así –tiempos de crisis, tiempos apocalípticos–, lo que queda, a quienes aún tienen ojos y oídos, es cultivar no la impotencia del poder, que en su violencia nos ha destrozado, sino la renuncia a él, una renuncia, que al mismo tiempo que exhibe las traiciones del Estado, salvaguarda, en su aparente debilidad, lo que aún subsiste de sentido, significado y fraternidad en nosotros.

‘Ma’kx’. Perdón, presidente

Yásnaya Elena A. Gil - elpais.com - 07 May 2021 Mientras el Estado mexicano imponga proyectos como el Tren Maya, usted no puede pedir perdón a los pueblos indígenas ni tampoco solicitarlo a otros países ¿Quién puede pedir perdón y quién puede otorgarlo? Estas preguntas que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional lanzó en 1994 resuena ahora de nuevo, con vigencia, pero en circunstancias distintas. El lunes 3 de mayo, Andrés Manuel López Obrador, encabezó una ceremonia para pedir perdón al pueblo maya por todas las atrocidades cometidas por particulares, autoridades nacionales y extranjeras, durante los tres siglos de colonialismo y en los dos siglos del México independiente. El presidente enumeró una lista de agravios, citó diarios y personajes que ayudaron a justificar una narrativa en la que, en nombre del progreso, la población indígena en general y maya en particular deberían de desaparecer. Específicamente, pidió perdón a quienes fueron víctimas de las represiones por la llamada “Guerra de castas”, un levantamiento que comenzó en 1847, que duró más de 50 años y que fue ahogado por la brutal represión del gobierno porfirista. 7


La llamada “Guerra de castas” se trató de un fenómeno complejo cuyo nombre incluso ha sido muy discutido por historiadores mayas. Después de escuchar sus palabras, podemos darnos cuenta que el presidente no solo pidió perdón por el Estado mexicano, sino que mencionó incluso lo sucedido durante los siglos de dominio de la corona española en estas tierras. Bastante influido por la tradición judeocristiana, el perdón es algo que se asocia con la culpa. En otro campo de significados y en otras culturas, encontramos el reconocimiento de la responsabilidad y el ofrecimiento para resarcir, en medida de lo posible, los daños causados. Mientras que la petición de perdón se ha llenado de un sentido en el que el protagonista se vuelve aquel que necesita ser perdonado para liberarlo de una culpa, el reconocimiento de un daño, el resarcimiento y la promesa de no repetición se centran en quien ha sufrido los agravios. Alejado de una posible lectura religiosa, el reconocimiento de los daños causados no atiende la urgencia de aliviar los remordimientos de quien pide perdón sino la reflexión compleja de las circunstancias que llevaron a esa afrenta y a esa violencia. En este sentido, me parece importante el reconocimiento de los hechos terribles que durante la historia se han cometido contra diversos pueblos y poblaciones, aunque haya pasado mucho tiempo y los directos responsables ya no existan. Nombrar los horrores es necesario para alumbrar un camino que lleve a un compromiso de no repetición. Las palabras se vuelven hechos cuando significan el primer paso necesario para hablar de aquello que fue envuelto en el silencio cómplice y que trato de borrarse para impedir la justicia. Por ejemplo, nombrar una masacre que fue realizada en un lugar adquiere una potencia genuina cuando ese nombramiento implica hacer evidente lo que el silencio ha borrado manteniendo así vigente la violencia que lo originó. El perdón es puntual, en cambio el reconocimiento es el resultado de un proceso complejo, es volver a conocer, es el punto final de un periodo de reflexión en el que múltiples voces son escuchadas y en el que se trata de entender qué sucedió, por qué se llegó 8


a esos lamentables hechos, cómo puede resarcirse el daño en medida de lo posible y cómo se puede evitar su repetición. En diferentes culturas, el reconocimiento es siempre producto de un proceso colectivo en el que diferentes actores asumen distintos grados de responsabilidad: si hay un asesino, además de sancionarlo, la comunidad misma entra en un periodo de reflexión para detectar si hay algo en su funcionamiento que propició la existencia de una violencia de ese grado. El reconocimiento es fundamental y es paso necesario para hacer justicia. La ceremonia que encabezó el presidente de la república lejos se halla de ser la culminación de un proceso en el que diversas voces del pueblo maya hayan sido escuchadas, lejos se halla de ser el resultado de un detallado y necesario ejercicio de memoria de la compleja sociedad que habita en la península, lejos se halla de ser el ritual que cristaliza la reflexión que la población no indígena, heredera de los privilegios criollos de aquellos que reprimieron a los mayas en el siglo XIX. La ceremonia del perdón que encabezó el presidente no replantea las relaciones que reproducen en la actualidad el racismo en contra de la población maya ni replantea las ideas de progreso que se esgrimen hoy también para justificar proyectos como el Tren Maya que no es maya. La ceremonia del perdón no fue el establecimiento de una nueva relación del Estado con el pueblo maya. Así como en nombre del progreso el Estado mexicano determinó cuál era la mejor manera de resolver “el problema indígena” en épocas pasadas, así hoy el Estado decide que el Tren Maya, el proyecto interoceánico o el plan integral Morelos son las respuestas unilaterales a la situación que el propio Estado ha creado para los pueblos indígenas en el pasado. No fue el pueblo maya, después de una intensa lucha, el que propuso la construcción de un tren a cargo de militares como alivio de sus problemas, no han sido las comunidades indígenas que habitan esa maravillosa franja de tierra entre el Golfo y el Pacífico las que pidieron un proyecto interoceánico manejado por la Marina, no fueron las poblaciones nahuas quienes clamaron por una termoeléctrica en sus territorios. 9


Conocemos la genealogía de esos proyectos, que es una genealogía ligada a otros intereses por más que estén envueltos en la bandera del progreso para los pueblos indígenas, esa misma idea de progreso que el presidente mencionó como la justificación de las opresiones del siglo XIX. El presidente señaló que, gracias a los múltiples programas sociales que no pudo detallar por la veda electoral, la población maya se encuentra en una situación distinta ahora. ¿Ese es el resarcimiento de los daños que plantea? ¿Qué gana el jefe del Estado mexicano con esta ceremonia? Una de las cosas que gana tal vez es una aparente legitimidad para ser, por un lado, el que pide perdón y así poder también otorgarlo: él pide perdón para poder también exigirlo al Gobierno español en nombre de los pueblos indígenas. ¿Quién puede pedir perdón y quién puede otorgarlo? Quien pretende suplantar la voz, las múltiples voces, complejas y contradictorias que vienen de los pueblos indígenas, voces superpuestas como aquellas que protestaban afuera mientras el presidente daba su discurso al lado de personajes como el gobernador de Quintana Roo. Esas voces, esos gritos, se colaron en medio de la ceremonia oficial y recuerdan todas las protestas derivadas de la implementación del Tren Maya y de los muchos problemas que enfrenta la población indígena en la península. Perdón presidente, mientras el Estado mexicano imponga proyectos con la bandera del progreso como siempre se ha hecho, usted no puede pedir perdón y tampoco puede otorgarlo, ni solicitarlo siquiera, en nombre de los pueblos indígenas. Perdón, presidente, pero no necesitamos perdón, sino reconocimiento, resarcimiento y no repetición. Un cambio radical, pues.

Datos biométricos y capitalismo de vigilancia Silvia Ribeiro* - La Jornada - 8 de mayo de 2021

La reciente creación de un Padrón Nacional de Usuariosde Telefonía Móvil, que obliga al registro de los datos biométricos de todos los usuarios, ha abierto un debate necesario sobre sus impactos po10


tenciales. No obstante, faltan elementos de contexto fundamentales. La conversión de nuestras características personales y de identificación a datos digitales, son un componente clave del capitalismo actual, llamado atinadamente “capitalismo de vigilancia” por Shoshana Zuboff. Los datos biométricos, especialmente rasgos faciales e iris, no sólo identifican a una persona, también son de enorme relevancia para interpretar emociones, lo cual es esencial para la lucrativa industria de venta de “futuros conductuales”, o sea, la apuesta y manipulación de nuestras conductas para empujarnos a hacer lo que deseen las empresas / gobiernos que lo paguen. Además, son fundamentales para el reconocimiento facial desde cámaras de vigilancia, incluso en aglomeraciones, sea con fines de control, represión o comerciales. Todo se hace más grave porque el volumen de datos que implica este tipo de registro en poblaciones enteras sólo se puede almacenar y manejar en enormes nubes de computación, un sector brutalmente concentrado en pocas empresas. Más de la mitad del mercado global lo tienen las estadunidenses Amazon AWS, Google Cloud, Microsoft Azure e IBM, seguidas de la china Alibaba. También Oracle y Dell tienen porcentajes significativos. Las tres primeras, junto a Apple y Facebook, controlan, además, más de la mitad del mercado global de plataformas electrónicas, y junto a las chinas Alibaba y Tencent, más de dos tercios. Aunque las grandes empresas telefónicas colecten los datos –y los puedan usar para sus negocios– la mayoría, como Telcel y Telmex, contratan servicios de las anteriores. Peor aún, varios niveles de gobierno, desde el federal a estados y municipios, albergan los datos electrónicos de parte o todas sus actividades –incluso registros de población o sectores de ésta (como estudiantes, pacientes, derechohabientes de diversos sistemas)– en esas mismas nubes, conectadas a sus plataformas. Dirán que hay regulaciones sobre acceso de éstas a los datos que almacenan, gestionan y/o dan servicio, pero además de muy insuficientes, no pueden controlar realmente lo que hacen estas gigantes. Hay ejemplos de abuso con impactos tremendos, 11


como el de Cambridge Analytica que resultó en la elección de Trump, Macri, Bolsonaro y otros. Esta nueva forma de organización capitalista se basa en la digitalización en todos los rubros industriales, junto a la plataformización electrónica de relaciones sociales, transacciones de comercio, financieras, compras domésticas y otras. También la instalación de mecanismos cada vez más avanzados de vigilancia dentro y fuera de los hogares, para avanzar en la conexión de todos los aparatos, para conocer –y sugerir, persuadir, empujar– nuestras conductas. Todo ello ha causado múltiples impactos sociales, económicos, políticos, ambientales, laborales, en la salud; la mayoría negativos. Con la pandemia, la invasión electrónica de nuestra vida y trabajo se expandió enormemente e incorporó masivamente aspectos esenciales como educación, atención de la salud y reuniones de todo tipo. Aunque la vigilancia con fines de control y represión por parte de gobiernos y autoridades es un efecto extraordinariamente magnificado y facilitado en esta nueva era capitalista, el interés principal de las empresas es la vigilancia de nuestra vida cotidiana para poder influir y manipular nuestras elecciones de consumo, políticas, sociales y educativas. La extracción y almacenamiento de datos de las personas (además de ciudades, ecosistemas, territorios) que son cruzados con otros registros, manejados e interpretados con algoritmos de inteligencia artificial son una de las principales fuentes de ganancia de las gigantes tecnológicas. Es tan cuantiosa que nueve de las 10 mayores empresas con más alto valor bursátil son tecnológicas, varias con valor de mercado mayor que todo el PIB de México. Ese lucro se basó en la primera generación de extracción y explotación de nuestros datos. El siguiente paso fue no sólo vender datos agrupados por segmentos de interés para los anuncios de las empresas, sino vender 12


la predicción y la modificación de las conductas de esos grupos. Para ello, la cantidad y calidad de datos que se puedan agregar y cruzar entre sí –como ubicación geográfica, educación, nivel de ingresos, preferencias de consumo, estado de salud, etcétera, son fundamentales. Por ello han crecido vertiginosamente las industrias de biometría y reconocimiento facial, porque permiten vigilar, interpretar y manipular mejor las emociones, un producto de alto valor para las empresas. Pese a la alta penetración de esta realidad, la discusión social de los impactos del capitalismo de vigilancia es muy limitada, pero hay un debate importante desde organizaciones y activistas de base (https://tinyurl.com/vwmf4wzb). Las regulaciones nacionales e internacionales necesarias para controlar y/o prohibir estas actividades, cuestionar los monopolios, etcétera, son ridículamente insuficientes o no existen. Refieren, además, a opciones y derechos individuales, cuando se trata de una explotación global y poblacional a la que necesitamos responder con debates y derechos colectivos. En este difícil contexto, hacer obligatoria la entrega de nuestros datos biométricos –sueño de las gigantes tecnológicas– es una pésima idea. * Investigadora del Grupo ETC

Arde Colombia: élites vándalas

Estefanía Ciro* - La Jornada - 9 de mayo de 2021 Desde el 28 de abril, la gente en Colombia –y los y las colombianas fuera del país– está en las calles, tumbando estatuas, bailando, haciendo música, gritando, pintando, detonando una de las mayores movilizaciones sociales en la historia, también una de las más cruentas. Desde el primer día hasta el pasado viernes, se contabilizaban mil 773 casos de violencia policial, 37 víctimas de asesinato y 936 detenciones arbitrarias. Según las Organizacio13


nes Defensoras de Derechos Humanos se han reportado desde ese día 379 personas de las que no hay rastro. En Chile, en 150 días de movilización, se produjeron 34 muertes; en Estados Unidos, tras el asesinato de George Floyd, en 60 días de marchas, se reportaron 30 muertes. En Colombia, durante ocho días habían sido asesinadas 37. Es una cacería. Pero los pueblos avanzan, y esto desborda la inconformidad por una reforma fiscal; muchos colombianos ya no son inmunes a la realidad. Entre las cosas por hacer en Medellín que venden los tours no está, por supuesto, visitar La Escombrera. Medellín ha tenido un crecimiento inmobiliario sostenido, una ciudad colgada azarosamente entre las montañas; La Escombrera es donde se han lanzado los restos de los escombros de este “desarrollo”, tetas y edificios, dicen los turistas. Pero también La Escombrera podría ser la fosa común más grande del país. No se sabe aún cuántas personas fueron y siguen siendo sembradas en esta montaña de escombros. El escenario más crudo fue cuando durante la Operación Orión, una cacería urbana paramilitar en apoyo del ejército sobre la Comuna 13, enterró la población ahí. Esta metáfora, que nos planta frente a los ojos Pablo Montoya en su libro La Sombra de Orión, es la contradicción de una nación en guerra de los que se enriquecen en ella y los jodidos. Por una parte, nos robaron la posibilidad de un futuro sin armas. Nos dijeron que se iban las FARC y el país mejoraba y no, se han encargado de romper uno a uno los compromisos, y nos empujan a una espiral de violencia y de degradación humana a la que las élites vándalas han estado acostumbradas a lo largo de la historia de la nación. Quieren volver a asperjar con glifosato, quieren volver a criminalizar a los campesinos y los pueblos étnicos, quieren impedir la justicia transicional. Hace un par de semanas asesinaron a una gobernadora indígena y la lista de dirigentes regionales y nacionales, y ex combatientes asesinados crece diariamente. “El silencio de los fusiles” temporal nos permitió escuchar el país muerto, sus víctimas, que como dice Pablo Montoya, es “este enjambre descomunal y aturde cuando se oye”. 14


De otra, el bolsillo no aguanta. Antes de la pandemia, el gobierno hizo una reforma fiscal que benefició al gran capital y descapitalizó el Estado. Entramos a la crisis del coronavirus y la manera de corregir el hueco fiscal provocado por el gobierno de Iván Duque fue redactar una reforma que desconoce que se vive en un país donde 90 por ciento de la población gana menos de mil 100 dólares. Hace un par de semanas, el Departamento Nacional de Estadísticas informó que el último año aumentó el número de personas en pobreza en 3 millones y ahora hay 46 por ciento de pobres, casi la mitad. Los edificios llenos de trapos rojos de gente pidiendo comida en los barrios populares de toda la nación son la voz del hambre. La imposibilidad de controlar la pandemia, que en este momento está en su tercer pico, con un país que ha estado encerrado sin alternativas económicas, pero aun así contagiándose, detonaron en legítima rabia. La historia nos enseña que en los periodos más agudos del conflicto armado en el país (2002-2010) se llevó a cabo el boom del sistema financiero; el crecimiento del Grupo Aval no se da por fuera de este contexto de guerra. No se está marchando por un mal gobierno, la nación se levanta porque ya no es inmune a la realidad de que la guerra para muchos era un velo; ha habido gente que se ha beneficiado en medio de la guerra, y quieren, ahora en medio de la pandemia, seguir haciéndolo. A esto hay que sumarle que Cali, un epicentro de la cacería desatada por el gobierno colombiano, es también el lugar donde se está jugando la reconfiguración de las economías de la cocaína, en la cual hay sectores institucionales y élites involucradas. Desatar esta violencia en medio de este reacomodo del narcotráfico no puede ser pasado por alto. Vandalizaron la economía, la paz, el futuro, la salud, la vida. ¿Quiénes son los vándalos? No los vemos. Vemos una camioneta blanca que le dispara a un punto de misión médica organizada por ciudadanos para atender las emergencias del Paro en Cali. Le dispara a los y las doctoras y enfermeras que voluntariamen15


te están atendiendo ahí. Vemos que desde una moto disparan a quemarropa una ráfaga a tres marchantes en el Viaducto de Cali. Vemos un helicóptero aterrizando en un colegio en Bogotá, vemos a la policía disparándole sin control a las personas que persigue en sus motos. Vemos las nuevas tanquetas del Esmad lanzando ráfagas de aturdidoras. Es un escenario de guerra. Vemos también a las Altas Cortes violando la independencia constitucional y escribiendo comunicados conjuntos con el gobierno de Iván Duque creyendo que un papel va a detener este hilo que se hizo quebrada ahora es un río. Vemos fotos. La imagen es en blanco y negro, la de un hombre encapuchado vestido de militar señalando una casa. Es una foto de 2002 de Jesús Abad Colorado, durante la Operación Orión, en el barrio San Javier, en Medellín. Va señalando a quién asesinar, capturar, desaparecer. Vemos tuits. Vemos a un ex presidente dando vía libre a la policía para el uso de armas de fuego porque, según él, están en su derecho. También vemos tuits del mismo ex presidente diciendo que la bandera del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) es la de un grupo guerrillero. Lo vemos gritando en CNN que los muertos de las marchas no son de las marchas. Y por supuesto, no son de las marchas, son de la esperanza de rescribir nuestro mito. Ahora o nunca. * Doctora en sociología, investigadora del Centro de Pensamiento de la Amazonia Colombiana, AlaOrillaDelRío. Su último Levantados de la selva.

Lecciones de la revuelta en Colombia Raúl Zibechi - La Jornada - 7 de mayo de 2021

Una semana de huelga general con movilizaciones que insinúan insurrecciones agrietaron el modelo de dominación administra16


do por la ultraderecha de Álvaro Uribe. El saldo provisional es de alrededor de 30 muertos por la represión policial, 10 violaciones, mil 400 casos de brutalidad policiaca con más de 200 heridos y cerca de mil arrestados. Algunas reflexiones sobre este monumental y esperanzador movimiento: 1. El sistema capitalista es genocida y criminal, en particular en este momento de declive y en los países de América Latina. Su carácter no depende del gobierno que administre el modelo, porque es un régimen estructuralmente genocida, toda vez que se asienta en un modo de acumulación por despojo y robo que sólo puede funcionar sobre la violencia, la exclusión y marginación de las mayorías. La brutal represión a manos del Escuadrón Móvil Antidisturbios responde a que medio país, medio continente, sobra desde la lógica del capital y debe ser despachado, encerrado en sus barrios/ guetos o muerto si se atreve a protestar. Las ejecuciones sumarias, los crímenes contra jóvenes, no son errores ni desviaciones de algún uniformado, sino política de Estado y del capital. “Si supuestamente hay unos actos de vandalismo, se supone que las personas son capturadas y llevadas ante un juez, pero lo que vemos es que directamente se ejecutan manifestantes”, sostiene el colombiano Richard Tamayo Nieto (https://bit.ly/2RmGqCu). El sistema ya no aspira a integrar ni a domesticar a los de abajo, por eso se dispone a eliminar a los manifestantes, a los que considera terroristas. En la medida que la población sobrante abarca a la mitad de nuestro continente, no tiene derecho a la protesta, que se considera un riesgo para el Estado y “las manifestaciones sociales deben ser abordadas militarmente”, observa Tamayo. Como se trata de una realidad estructural, el gobierno que suceda al de Iván Duque puede moderar la represión, pero sólo puede hacer eso. 2. Es necesario centrarnos en elabajo, una vez que conocemosel arriba genocida. Lo más destacable es que cientos de miles de jó17


venes desafiaron la represión, el estado de excepción y la criminalidad policial durante siete días (por lo menos hasta el 5 de mayo). Este es el principal cambio en Colombia y en toda la región. Estamos ante un recambio generacional que enseña modos de hacer distintos a los anteriores. Para luchar, resistir y rebelarse contra el sistema no hacen falta vanguardias que, las más de las veces, se convierten en obstáculos, ya que pretenden dirigir, desde sus despachos, sin siquiera preguntar o escuchar a las personas que están en las calles. Aprendieron a cuidarse en ellas porque ya pertenecían a grupos de afinidad, artísticos y de vecindad en los que se socializan. Las mujeres jóvenes están en la primera fila, a la par de los varones, impulsando formas de protesta que no buscan la confrontación, sino decir lo que creen y defenderse colectivamente de los asesinos de uniforme. Esta generación sabe a qué se enfrenta, pero perdió el miedo y hace resonar un grito que escuchamos en todas las geografías de nuestro sur: “sí se puede”. 3. No hay salida de este modelo sin potentes movilizaciones abajo y a la izquierda. Se sale sólo con crisis política, porque quienes se benefician del extractivismo, probablemente 30 por ciento de la sociedad, van a defender sus privilegios con violencia generalizada. De lo que se trata, más que de un cambio de gobierno, es de cambiar el modo de acumulación que destruye las sociedades y el medio ambiente. Si no frenamos este modelo especulativo financiero (minería, monocultivos, megaobras y especulación inmobiliaria), entraremos en un periodo de barbarie en el cual dos terceras partes de la sociedad seremos sometidos en campos de concentración a cielo abierto, con el otro tercio vigilándonos, consumiendo y votando. 4. No vamos hacia gobiernos mejores, sino hacia un lapso de ingobernabilidad, más allá de quienes estén al mando en los pa18


lacios de gobierno. Gane quien gane las elecciones, no tendrá descanso ni tregua. Entramos en un periodo caótico, en el cual no hay fuerzas capaces de imponer un orden que no sea el de los cementerios.Como sucede desde la escala global y geopolítica hasta el más remoto rincón del planeta, el desorden se ha convertido en la norma, en lo cotidiano; lo que el EZLN denomina “tormenta”, provocada por la imparable vocación depredadora de la hidra capitalista. Que desafía nuestros saberes, las formas de acción y los objetivos de los movimientos antisistémicos consistentes en la toma del poder. 5. Las y los de abajo debemos aprender a vivir y convivir con la incertidumbre, la violencia sistémica y los permanentes intentos por desaparecernos. Los cuidados colectivos deben colocarse en el timón de mando, en espacios autocontrolados fuera del alcance de los machos armados del capital. Ésta es la forma que adquiere la autonomía durante el caos sistémico.

Lecciones desde la periferia

Celia Guerrero - Pie de Página - Igualada - 5 mayo, 2021 A partir del desastre prevenible en la Línea 12 hay una discusión creciente alrededor de lo que se entiende o no como la periferia y existen varios factores de desigualdad en el análisis de los porqués de la tragedia El desastre prevenible en la línea 12 del metro de la Ciudad de México ha desatado una discusión importante alrededor del concepto de la periferia. Las dimensiones de esta nueva tragedia son varias y complejas. Algunas son cuestiones que los grupos de mujeres organizadas y feministas de la periferia vienen señalando hace tiempo: las desigualdades detrás de una dinámica urbana centralista y patriarcal desatan gran parte de las múltiples violencias institucionales y sociales contra y entre quienes habitan a los márgenes. 19


¿A qué edad una niña se da cuenta del territorio que habita? Algo intuyo cuando recuerdo que aún era una niña pero ya sabía que en las combis de cierta ruta, de camino a la escuela, para que los hombres no me vieran las piernas, debía cubrirlas con mi mochila o un suéter. Aprendí —aunque casi siento que nací sabiéndolo— a nunca subir en el asiento del copiloto en un taxi, a no caminar por ciertas calles. Hago memoria y caigo en cuenta de que en la escuela era de las que casi siempre llegaban tarde porque el traslado desde el punto de la ciudad en donde vivía a cualquier lugar era/es problemático y el tiempo impredecible. Supongo que un día descubrí que había compañeras del colegio que no tenían que bañarse a jicarazos de vez en cuando porque donde ellas vivían no habían recortes de agua. Y, entonces, o tiempo después, no sé cuándo, comencé a discernir, quizá hasta aspirar a vivir en un lugar diferente. Solo eso, diferente. Mi yo niña, sin conocer o complejizar en términos, pero consciente del lugar donde habitaba y donde no, podía ver sus particularidades. Tengo unos 10 años viviendo fuera de donde crecí y hasta ahora sigo cuestionándome por qué me fui casi huyendo y, más enigmático aún, por qué siempre regreso. Hay ciertas anclas, como la familia, pero estoy hablando de una fuerza casi gravitacional que ha colocado mi interés profesional-personal en las dinámicas de ese espacio geográfico que ahora llaman periferia [pueden echarle un ojo a unas varias Igualadas pasadas que hablan del tema]. Fueron las morras —como dicen— quienes de formas sutiles y no tan sutiles me empujaron a hacerme esas preguntas. ¿Por qué te interesa cubrir las marchas en la periferia cuando puedes y te sería más redituable hacerlo en el centro?, me cuestionaron recientemente en Tláhuac durante el #8M. Me hubiera gustado darles una respuesta lejos del lugar común, pero preferí ser 20


sincera: soy ordinaria; me llama porque creo tener un lugar, una pertenencia, ahí y ser menos —aunque no totalmente menos— una intrusa que en otros espacios. También han sido las morras de ahora, y las mujeres organizadas de ayer, quienes han puesto foco a los problemas de quienes como ellas habitan las periferias. No solo han demostrado su capacidad de resistencia, han revalorado y resignificado la pertenencia a estos territorios. Aunque ahora surjan quienes crean que la división centro-periferia es absurda y existan críticas interesantes a la necedad de sostener dicotomías, hay un componente identitario muy poderoso que no hay porqué desestimar. Todo lo anterior viene al caso porque a partir del desastre prevenible en la línea 12 del metro de Ciudad de México hay una discusión creciente alrededor de lo que se entiende o no como la periferia y existen varios factores de desigualdad en el análisis de los porqués de la tragedia. Uno de los argumentos que más se repiten es el que resalta que se trata de un caso de negligencia de Estado en contra una población que resulta ser de clase trabajadora, habitante de la zona en la que a falta de un transporte público seguro, digno, útil, la movilidad es una más de las precariedades cotidianas. Hasta hay quienes han atinado a señalar el no accidente como la máxima expresión de la necropolítica [sobre este tema prepararé una Igualada, pero acá un video a manera de intro al término]. ¿Y saben —de nuevo— quiénes vienen haciendo estos señalamientos que entrecruzan la violencia económica, la negligencia e impunidad institucional, el ataque permanente al territorio-cuerpo, la falta de acceso a una movilidad digna, a trabajos no precarizados, la desciudadanización y los gobiernos como gestores de la población a través de la masacre generalizada, en diversos contextos de tiempo atrás? Una pista: las [ajá, ajá] mujeres… [ajaaá] organizadas… [cerca, cerca] y feministas… [siiií] de la periferia [;)]. 21


Comunidades y esperanza: Lenguaje para fahm (entendimiento) vs. lenguaje para wahm (ilusión) Munir Fasheh ( Junio 2007)

Después del desmantelamiento de la Unión Soviética y de la pretensión de que hay sólo una Potencia superior en el mundo, escribí un artículo titulado “La Potencia Superior Eternal”, refiriéndome a los pueblos del mundo. Las “posesiones” principales de esta potencia son comunidades y esperanza. La historia de los últimos 500 años (empezando con la invasión europea de América) ha sido un intento sistemático y brutal para anular ambas comunidades y esperanza—no sólo entre los colonizados sino también entre los colonizadores. La historia de los Zapatistas en Chiapas, que empezó en 1994 (exactamente 500 años después de la invasión), es uno de los movimientos más inspiradores en el mundo de hoy: inspira — más que cualquier otra cosa — la fuerza de la vida y el vivir manifestado por comunidades y esperanza. Los Zapatistas no son el único ejemplo en que la fuerza de la vida en comunidades y el espíritu de la esperanza son manifestados; hay muchos en muchos lugares y pueblos por todos lados del mundo. La historia de la revolución iraní de 1978 (a que Foucault refirió como una ‘política espiritual’, una frase que hizo a la mayoría de “expertos” occidentales atacarlo viciosamente) es un ejemplo de la fuerza en comunidades y en la esperanza. Culturas vivas y dinámicas forman un ingrediente sumamente importante de tal fuerza. La mayoría de mi experiencia en Palestina ha sido vivir con comunidad y esperanza. Han sido las ‘cosas’ principales que tenemos. En este correo electrónico, me gustaría detallar esto como parte de la discusión hacia nuestra reunión en Irán; y, en particular, como esto relaciona al tema del lenguaje para fahm (entendimiento) vs. lenguaje para wahm (ilusión). 22


El poder no sólo se define por lo que intenta imponer sino también (y en mi opinión, más) por lo que se hace invisible o que se considera sin valor, o por robar las palabras de sus significados usados por gente en el contexto de vivir. La esperanza es un ejemplo de palabras que se hacen invisibles o sin valor, mientras la comunidad es un ejemplo de palabra que ha sido robado de su significado creado en el contexto de vivir, y repuesto por significados profesionales u oficiales. Iván Illich escribió en 1971: “La historia del hombre moderno…es la historia de la esperanza declinante y las expectativas crecientes.” Leí esta declaración en 2003, y como otras declaraciones perspicaces, la de Illich clarificó muchas dimensiones de mis experiencias y mi vivir; me profundizó el fahm. Es especialmente significativo en relación a la situación Palestina. Entre 1948 y 1993, la esperanza—como manifestación de personas y comunidades—era el espíritu principal entre los palestinos. En 1993, el Banco Mundial, agencias de la ONU, y otras grandes organizaciones de desarrollo fueron permitidos—por primera vez— para funcionar completamente en Cisjordania y la Franja de Gaza (después de que la Autoridad Palestina fue formada). Desde entonces, la historia de los palestinos ha sido una historia de ‘desesperanza y expectativas crecientes’—fuimos transformados lentamente desde hacedores hasta quejosos y demandadores. Es la misma historia en todos lados, donde comunidades fueron repuestos por estados-naciones, que robaron de la gente lo que podían hacer sin instituciones y profesionales — además de destrozar el tejido de comunidades, plantando a su vez instituciones/organizaciones gobernados por valores de control y ganancia. (Esto pasó también en un lugar donde solo el olor de un estado-nación fue permitido, como en Palestina!) La esperanza fue repuesta por expectativas, la comunidad por ‘sociedad civil’ (lo que nos dicen es hecho de ONGs). Llamar a tales organizaciones ‘no gubernamentales’, sin sentir vergüenza, es parte del wahm: ¡todos sabemos que las organizaciones no gubernamentales necesitan conseguir aprobación de gobiernos para cada pasito (además, por supuesto, aprobación de agencias de financiamiento)! El 23


término ‘sociedad civil’—si alguna vez necesito utilizarlo—referiría a algo hecho de comunidades y no ONGs. Un punto que vale la pena mencionar en relación a la idea del estado-nación: ¡el es el perdedor principal en los eventos recientes en Palestina! Como en muchas otras instancias (como exponer la hipocresía occidental con respeto a la democracia, en que ni un país occidental ha respetado la elección de los palestinos), Palestina expuso el papel real de estados-naciones: o es para animar a sus ciudadanos a invadir y robar otras naciones o es para suprimir a su propia gente. ¡No conozco cualquier instancia, al contrario! [ Vale la pena mencionar que gente como Gandi, Tagore, y Iqbal iban fuertemente en contra de esta idea. ¡Hoy somos espectadores de como resultó en 3 estados-naciones feos en el subcontinente, y 22 estados-naciones feos en la región árabe! ¡Las herramientas principales de un estado-nación incluyen: curriculum ‘nacional’ (que controla lenguaje, significados, y mentes); ejército ‘nacional’ (que suprime a la gente dentro de la ‘nación’); y banco ‘nacional’ (que transfiere el dinero de la nación a bancos y corporaciones ajenas)!] Un reto principal que hoy afrentamos (no sólo en Palestina) es cómo nutrir la esperanza donde todavía florece y como re-cultivarla donde está apagándose, y cómo proteger el tejido en comunidades donde sigue existiendo y ayudar en coserla donde se está destrozando. Voy a elegir la década de los 1970 como un ejemplo de un período que encarnaba la esperanza y la comunidad. Cuando el OLP (Organización para la Liberación de Palestina) fue expulsada de Jordania en 1971, el ambiente en Cisjordania y la Franja de Gaza era de incertidumbre y desesperación. No sabíamos adónde iban las cosas, qué expectar, y nadie tenía la menor idea de lo que iba a pasar. Al mismo tiempo, sin embargo, no recuerdo conocer a cualquier persona (durante ese período) que no tuviera una idea de lo que hacer en su lugar y tiempo inmediato. Lo que ayudó que esa actitud florezca era el hecho de que la 24


referencia de cada persona—en relación con lo que el/la debería hacer—fue el/la mismo/a. No había ninguna autoridad para decir a la gente que hacer, lo que provino espacio y libertad para que la gente haga lo que sentían que podían y debían hacer. Nos dejaron solos sin mayores metas (liberación durante ese período era más como un espíritu que se vivía que una meta para el futuro), sin organizaciones, y sin estructuras formales; nos dejaron solo con lo que teníamos como personas y comunidades: nosotros mismos, el uno al otro, y lo que había socialmente, culturalmente, naturalmente — y la realidad en que vivíamos. Es en ese sentido que la esperanza esta conectada a la abundancia: a lo que está disponible, lo que es inspirador y bonito en la gente, las comunidades y la cultura. El espíritu era simplemente asombroso. Estábamos tan inmersos en la vida que no estábamos completamente conscientes de ese espíritu — lo cual creábamos para nosotros mismos y para uno al otro. Nadie planeaba lo que estaba pasando, nadie lo pre-pensó, y nadie lo predijó; simplemente pasó. La gente se sentía energizada, viva, atenta a su ambiente y lista para cualquier cosa que sentían que podían hacer y que era bueno hacer. En un sentido muy real, solo había un camino: moverse en armonía con la fuerza de la vida. Esto es a lo que me refiero como esperanza: estar atento al ambiente y lleno de vitalidad, y simplemente actuar en consecuencia. Es muy similar a la esperanza que existe en una semilla de amapola enterrada bajo de tierra dura, y empujándose hacia arriba hacia la luz del sol y el aire libre (una imagen que elegí para reflejar el espíritu del Instituto Tamer que establecí en 1989 durante la primera intifada). La esperanza, para mí, refiere a la fe ‘ciega’ que existe en todas las criaturas vivas cuando actúan en armonía con la vida, y cuando están dejados sin nada más que la fuerza de la vida. Esa sensación y espíritu eran extendidos y espontáneos durante 1970: nos sentíamos libres, esperanzados, y auto-regulado (en el sentido de Gandi). Una historia folklórica palestina (que probablemente existe en otras sociedades) encarna el espíritu que mencioné encima. Se trata de un fuego que empezó en una jungla. Todos los animales, 25


pájaros…escaparon y se sentaron encima de una loma mirando con tristeza y desesperación la jungla quemando—excepto un pájaro. Seguía volando hasta una corriente, mojándose, y volviendo para salpicar agua sobre el fuego. Los animales se reían y preguntaron si esto extinguiría el fuego. El pájaro dijo que hacía lo que podía y lo que era bueno hacer. La esperanza reside en hacer lo que uno pueda, en vez de lamentar, quejarse, demandar, acusar, y solo mirar. Si en 1970 intentamos analizar lo que estaba pasando en una manera racional, las cosas hubieran parecido muy oscuras y depresivas; no hubiéramos podido hacer nada — nos hubiéramos sentado, lamentado, quejado y esperado alivio desde afuera. Es por eso que no describiría como nos sentíamos como pesimistas ni lo que hicimos como optimistas. Más bien diría que lo que sentíamos y lo que hicimos encarnaba la esperanza. El optimismo está relacionado a algún resultado positivo en el futuro (un atributo de la mente), mientras la esperanza se manifiesta por hacer algo en el presente (un atributo de la vitalidad de la vida).Esto es lo que las mujeres en Gaza y en los campos de refugiados en Líbano hicieron cada vez que la situación parecía imposible: la esperanza (como está manifestado en el deseo de seguir viviendo) ha sido un secreto principal de su vitalidad por los últimos 60 años. Vale la pena mencionar dos palabras en el árabe que son muy relevantes aquí: las palabras para cultura y civilización. Thaqafah, lo cual es la palabra para cultura, tiene una raíz que quiere decir ‘enderezar y afilar’, lo cual—en relación a humanos—quiere decir trabajar en el yo y intentar afilar y enderezarlo constantemente. La palabra para civilización es hadaarah ‫ ةراضح‬lo cual se deriva de la raíz hadara ‫ رضح‬y es relacionado a haader ‫ رضاحلا‬y hodoor ‫( روضح‬desde estar presente, en el tiempo presente, en la presencia de otros). Es llevar el pasado y el futuro al presente; uno enfoca en el presente y lo que puede hacer el tiempo presente y en la presencia de otros. Las dos palabras están conectadas a la esperanza y la comunidad 26


tras trabajar en el yo y enfocar en lo que uno pueda hacer en el tiempo presente y en la presencia de otros. En corto, la esperanza — durante 1970 — fue manifestado en miles de actos pequeños espontáneos y autónomos. No era conectado ni a un super-meta ni a una utopía ni a un sueño optimista ni a una ideología progresista. No brotó de la gente enterando en una manera racional lo que debían hacer. No resultó de una decisión racional de que debemos ser optimistas y no debemos actuar en una manera pesimista. Fue un acto consciente contra sensaciones de desesperanza. Simplemente fue una expresión de vivir en el lugar en que cada quien por casualidad estaba, en el tiempo en que por casualidad estaba. Una historia que sigo contando, que encarna lo que dije arriba, es una que pasó durante la primera intifada. Refleja una escena comunal en Cisjordania y en la Franja de Gaza en este entonces. Un número de soldados estaban duramente pegando a un hombre joven en el centro de Ramallah. Varias mujeres se apuraron hacia la escena gritando e intentando arrancarlo a los soldados. De repente, una mujer cargando un bebé llegó corriendo y empezó a gritar al joven, ‘Te dije que no salieras de la casa hoy, que la situación está demasiado peligrosa. Pero no me escuchabas; nunca me escuchas.” Después se enfrentó a los soldados y dijo “Pégalo; él merece esto. Nunca escucha. Ya estoy cansada de mi vida con él.” Después el hombre de nuevo lloró, “Estoy cansada de ti y tu bebé; tómalo y déjame en paz.” Después empujó el bebé a sus brazos y huyó. Los soldados estaban confundidos. Finalmente dejaron el hombre y se fueron. Después de varios minutos, la mujer reapareció, tomó a su bebé de nuevo, dijo al joven que vaya a su casa, y le deseó seguridad y una recuperación rápida. Me di cuenta que eran completamente desconocidos uno del otro. Su acción era una manifestación de la esperanza en los seres humanos: que tan increíble, que tan impredecible, que tan creativos los seres humanos pueden ser. Ella simplemente actuaba humanamente, como un ser humano preocupado, responsable, y compasivo. Su poder y su inspiración derivó de este hecho, y 27


de su entendimiento de supervivencia, y ella de su comunidad, está en juego. Actuó espontáneamente, creativamente, y valientemente; sintiendo un sentido de comunidad y solidaridad más allá de las pronunciaciones usuales de consignas. Al mismo tiempo, su acción encarnó un riesgo: su bebé pudo haber sido lastimado. Hizo algo que la llevó naturalmente a salvar al joven de la acción brutal, sin reflexionar adónde la llevaría. Su acción no fue una acción calculada, y no puede ser etiquetada una acción pesimista ni optimista. Además, su comportamiento muestra que para tratar efectivamente con sistemas de control, el significado de palabras debe ser producido en forma de acción, en el contexto de acción. En su caso, esto fue verdad por las palabras: esperanza, libertad, comunidad, fe, creatividad, y coraje. Tales palabras nutren fahm (entendimiento y armonía). Además, es claro que los significados de tales palabras no pueden ser completamente comprendidos por mentes ni expresados por palabras; solo pueden ser ‘asimilados’ tras experiencias y contemplaciones. Puesto simplemente, la vida es mucho más rica que lo que mentes y palabras puedan capturar.

May - 06 - 2021

Mayo del 2021.

SOBRE EL MAR.

Pensando en sus pasajeros, como debe de ser, el capitán Ludwig recomendó salir el día 2 en la tarde. El oleaje previsto para el día 3 iba a hacer sufrir a l@s noveles mariner@s más de la cuenta. Por eso el capitán propuso adelantar la salida para las 1600 horas del segundo día del quinto mes. El Subcomandante Insurgente Moisés le escuchó con atención y estuvo de acuerdo. Así que, ahora que se acostumbra usar la palabra “histórico” para cualquier cosa, es la primera vez que el 28


zapatismo realiza algo programado antes de lo anunciado (por lo regular nos colgamos y empezamos tarde). Ergo: es algo histórico en el zapatismo. Salió entonces el Escuadrón 421 a las 16:11:30 del día 2 de mayo del año 2021. Aquí les presentamos dos informes distintos sobre el mismo tramo de navegación. Informe del Escuadrón 421 al Alto Mando Zapatista: Itinerario del navío La Montaña. Las horas están dadas en la hora oficial de la Ciudad de México, México (UTC -5). Día 2 de mayo del 2021. A las 16:11:30, La Montaña inició su travesía a una velocidad aproximada de 4 nudos (1 nudo = 1.852 km/h). A las 16:21:30 tomó rumbo sur sureste y, a las 17:23:04, La Montaña inició una suave curva hacia el oriente. A las 17:24:13 comenzó las maniobras para desplegar todo su velamen. La tripulación, con el apoyo del Escuadrón 421, fue izando las velas. A las 17:34 continuó el viraje y enfiló hacia el Este. Completó la curva a las 17:41, teniendo al norte la punta sur de Isla Mujeres. A esa hora tomó rumbo Noreste, en dirección al Primer territorio libre de América: Cuba. Con el viento a su favor, La Montaña mantuvo velocidades entre los 8 y 9 nudos. A las 23:01, al entrar al llamado “Canal de Yucatán”, su velocidad era de 6 nudos. 3 de mayo. Madrugada. A las 01:42 con velocidad de 8 nudos, La Montaña se acerca a las costas de Cuba. Referencia: el Cabo de San Antonio. A las 08:18:00, a unas millas al sur del Faro Roncali, pone rumbo al sureste. Velocidad: 5 nudos. A las 10:35:30 da un giro al Nor-norEste. La velocidad sube a 7 y 8 nudos y ráfagas de viento maltratan el velamen. A unas millas al suroeste de Cabo Corrientes, el Capitán decide entrar a la bahía del mismo nombre. A las 13:55 bordea, por la izquierda, Punta Caimán. El 3 de mayo, a las 14:25:15, el Capitán decide fondear frente al poblado cubano llamado “María la Gorda”; latitud 21.8225; longitud: 84.4987; para reparar el velamen afectado y esperar a que el viento amaine. 29


El día 4 de mayo del 2021, a las 16:55:30, La Montaña reinicia su navegar, ahora con rumbo Oeste-SurOeste, con velocidad de 6 nudos. A las 17:45:30, a la altura del Cabo Corrientes, toma rumbo Sur-Sureste. A las 19:05:30 gira para enrumbar al Este-Noreste. A las 00:16:15 del 5 de mayo, La Montaña navega a 7-8 nudos. A las 04:56:30, teniendo al norte Cayo Real y Cayo del Perro, el motovelero enrumba a Sur-Sureste. Frente a la costa occidental de la Isla de la Juventud, dibuja dos “Z” sucesivas y a las 12:07:00 navega en paralelo a la costa sur de la mencionada isla, con 5 nudos y en dirección Este. El último reporte recibido es de las 23:16:45 del 5 de mayo: 6-7 nudos con dirección al Este. Se dirige hacia la ciudad y puerto cubano de Cienfuegos, para llegar ahí en el transcurso del día 6 de mayo. En Cienfuegos, La Montaña habrá de repostar y estacionarse algunos días, para luego seguir su viaje. Se reporta que el Escuadrón 421, en su totalidad, se encuentra bien y adaptándose. Sin “gómitos” y sólo mareos leves. Es todo por ahora. -*Relato enviado por un ser extraordinariamente parecido a un escarabajo -que viaja de polizón en La Montaña-. Los miembros de la tripulación han probado de todo para capturarlo. No lo han logrado. Las veces que han conseguido acorralarlo, el bichito les embruja con cuentos y leyendas de cosas terribles y maravillosas, historias ocurridas y por acontecer. Cuando la tripulación sale del trance, el escarabajo ha vuelto a la Cofa del navío y, desde ahí, declama poemas en varios idiomas, grita amenazas y maldiciones, y desafía a la Hidra con un mondadientes como lanza y una tapa de plástico de algún frasco como escudo. Aquí la narración: 30


“Más que navegar, La Montaña parece bailar al mar. Como en un largo y apasionado beso, se despegó del puerto y se dirigió a un destino incierto, pleno de retos, desaf íos, amenazas y no poco contratiempos. Una cumbia le acompaña, le marca el paso y la distancia. Un sol asombrado se detiene, para mejor mirar las caderas por el ritmo convocadas. La luna, pálida de envidia y rabia, pierde el paso con el último y sensual agitar de palmas. Un viento lascivo, sátiro de nubes y ráfagas, perseguía a La Montaña, embobado por el vaivén de la popa. La cumbia nada hacía por atenuar deseos y ansias, y más les alentaba y así les crecía y aumentaba. Torpe y apresurado, como amante novicio, arriesgó el viento, erizado de lujuria, un manotazo. Rasgó así las velas, trigueñas a fuerza de sal y agua, con las que la nave guardaba su preciada carga. Pudorosa, La Montaña, buscó recaudo y discreción para remendar sus ropas. Y así reflexionaba: “El viento ha de aprender que el apetito y las ansias, mutuos han de ser, o atraco serán y no amor, que así le llaman”. Aliñada ya, La Montaña retomó rumbo y misión, no sin antes reconvenir a un viento que, apenado, con sigilo y cortedad le sigue ahora, pero que, con porfía marina, así le colma de requiebros: Que se despoje del pudor, le ruega. Que el velamen desfallezca y que desnuda se muestre aunque su luz la mirada hiera, suplica. Que la desnudez no peca si con otra desnudez se cubre, argumenta. La Montaña, digna y altiva, no cede. Firme y tierna le rechaza. “Ni aunque repose en puerto y en puerto me rehaga”, ha dicho La Montaña. Y con la proa señala y dice: “Mirad esa otra isla que nuestra esperanza columbra y Cuba le llaman. A esas montañas saludan, desde esta Montaña, seres anacrónicos cuyo desafío presente, caminos de mar andan”. E, irritada, la embarcación al viento impertinente regaña. Que se deje de hurgar bajo las naguas, que para desanudar el deseo a veces 31


una mirada basta. El viento guardó recato entonces, pero no escatimó suspiros que el andar del navío mejoraban. Y así navega La Montaña, le sigue el viento prometiendo madrugadas. Al oriente, la espera crece y, con ella, la esperanza.” Firma: Don Durito de La Lacandona, aka “Black Shield ”, aka “Durito”, aka “Nabucodonosor”, aka “Escarabajo Impertinente”, aka “Desfacedor de Entuertos”, aka “el grande, que digo ‘grande’, el gigante, el maravilloso, el superlativo, el hiper-mega-plus, el supercalifragilísticoespialidoso, el único, el inigualable, él. ÉL, ¡Don Durito de La Lacandona!”, aka (siguen varios tomos de la enciclopedia de atributos del “más grande de los andantes caballeros” –la mayoría de ellos, elaborados por el susodicho-). Y agrega una posdata lejana del lejano y finado SupMarcos: “La esperanza es como una galleta: de nada sirve si uno no la tiene dentro”. -*Por mi parte, me deslindo de todo lo anterior. Especialmente del informe del bichito. Vale. Salud y que embarcación y vientos a la misión se allanen. El SupGaleano tallando la cumbia como si la navegara. Planeta Tierra. Mayo del 2021.

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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 12 de mayo 2021


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