CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 15 de septiembre 2021
Video: vimeo.com/599879721 Música: Amanda Ventura-«The Way» (Harmonica Blues Solo), Led Zeppelin-«Immigrante Song», Creedence Clearwater Revival-«Fortunate Son»
Sep - 10 - 2021
Comando Palomitas Comando Palomitas. Septiembre del 2021. Yo no lo sé de cierto, pero la leyenda ubica la gestación de esta unidad de élite del ezetaelene hace algunas lunas. Aunque la comandancia general zapatista ha negado una y otra vez su existencia, y clasifica esas maledicencias en la carpeta de “Mitos Geniales y No” (junto con las leyendas del Sombrerón, la Xpakinté y las recetas gastronómicas del finado SupMarcos), los rumores ubican el nacimiento del ahora famoso Comando Palomitas en el Caracol de Tulan Kaw, a finales del año del 2019. Según esto, el autodenominado SupGaleano había acaparado todo el maíz palomero del suroriental estado mexicano de Chiapas. Y, aunque el susodicho alegó después que su plan era sabotear las grandes cadenas de cine y obligarlas a reducir el precio de tan preciado artículo -así como que se prohibieran las absurdas variaciones que ofrecen palomitas con sabor a frituras rancias-, investigaciones posteriores abundaron en la hipótesis planteada por el fiscal (un ser extraordinariamente parecido a un escarabajo), quien en el juicio planteó el móvil del crimen: el SupGaleano quería atascarse de palomitas él solo. La súbita e incomprensible escasez de salsa picante aumentaba las sospechas. El fiscal llamado Don Durito –que se vestía como el Fiscal de Hierro de los hermanos Almohada (no confundir con los Almada, ésos son otros)-, desplegó una brillante pieza de oratoria llena de referencias cinematográficas que, hay que reconocerlo, a ratos recordaban a Al Pacino, a Tom Cruise, a John Travolta, y a Matthew McConaughey (cfr. las películas de estos actores y temática de jurisprudencia). El acusado, fungiendo como su propio abogado, no fue menos y, además, agregó referencias al arte dramático. Estaba el susodicho argumentando como Shui 1
Ta / Shen Te frente a los dioses (“La Honesta Persona de Sechuan”. Bertold Brecht), cuando llegó la hora del pozol y el jurado en pleno se ausentó. Viendo que no se haría justicia y el malvado SupGaleano se saldría con la suya, la banda de Defensa Zapatista, con la colaboración del Gato-Perro, tomó por asalto la champa del SupGaleano y “expropió” no sólo varios costales de maíz palomero, también no pocos cartones de salsa picante. El amado Amado hacía entonces sus primeras incursiones en la banda de Defensa Zapatista (aunque ya había debutado en Oventik en 2018, en el primer festival de cine, cuando le robó cámara a Gael García Bernal), así que formó, con su amigo Chinto, una especie de sucursal de la horda de Defensa Zapatista. En la nueva pandilla se auto reclutó la Verónica, hermanita del Amado y de quien se dice es el “ala radical” del Comando (suele llevar tatuajes hasta en los labios cuando le toca el caramelo agridulce que los contiene). El Chuy y la Cintia fueron reclutados después. Durante un tiempo, la Esperanza dirigió a la tropa, pero no tardó en incorporarse, junto con Defensa, al equipo de fútbol femenil de las milicianas. Entonces el amado Amado quedó como mando. -*Corrían los meses de abril y mayo. La unidad que después sería bautizada como “La Extemporánea”, se preparaba por centenares en el Semillero “Comandanta Ramona”. El SupGaleano recibió entonces la orden de evitar que los niños molestaran a sus mamaces mientras tomaban el curso de Escucha y Palabra. El susodicho enfrentó ese nuevo reto organizativo y diseñó una reforma a la inexistente ley orgánica del ezetaelene. Su objetivo: darles una estructura militar e instruirles en el difícil arte del sabotaje, la destrucción indiscriminada y los chillidos coordinados y secuenciados. 2
Les llamó y, con voz marcial, así les dijo: “Ya escucharon que el SubMoy explicó que hay que estar organizados. Entonces tienen que entender que hasta para hacer travesuras hay que organizarse. Desde ahora son una unidad militar y quien no obedezca las órdenes sufrirá el castigo de que le cortemos la cabeza con un machete, sin filo para que tarde, y oxidado para que se infecte y tienen que inyectar”. Sobra decir que la amenaza no surtió el efecto deseado. La Cintia “barrió” al Sup de arriba a abajo con la mirada y se dio media vuelta. El Chuy preguntó si iba a buscar un machete. El Chinto pareció evaluar los riesgos. El amado Amado se subió el cuello de la camisa y la Verónica decidió que era un buen momento para chillar a todo pulmón. En cho´ol, otra vez. Nuestro héroe (ojo: yo soy “nuestro héroe”) no se desanimó frente a ese contratiempo y, haciendo alarde de sus amplios conocimientos en psicología, llegó con una cubeta de 20 litros, llena de palomitas. La banda se congregó y presionaron al SupGaleano con el clásico “tienes que compartir”. Pero el Sup sólo respondió: “no puedo, es sólo para comandos”. Tod@s se dieron de alta inmediatamente. Ese fue el nacimiento oficial del Comando Palomitas como tal. El Sup, previsor, tenía unos ositos de peluche y unas poderosas pistolas de agua. Les dio a elegir. El Amado y el Chinto eligieron pistolas de agua; la Cintia tomó el osito de peluche que, además, era de su estatura; el Chuy –como ya es su costumbre-, escogió un caballito de plástico que, dicho sea de paso, no estaba contemplado en la repartición. Cuando todos esperaban que la Verónica eligiera el otro osito de peluche, lo rechazó, tomó una de las pistolas de agua, fue y le quitó al Chuy su caballito después de mojarlo (a la Cintia no le pudo quitar el oso de peluche porque ya lo había guardado “para que no se mojara”), y atacó al Amado y al Chinto. Empapada en el fragor de la batalla, la Verónica fue con su mamá a que 3
la cambiara, pero no hubo reposo y se lanzó contra los pinches hombres –que se habían quedado sin parque, o sea sin agua-, y los derrotó en una acción fulminante, misma que fue aplaudida por la Defensa y la Esperanza en lo que llamaron “victoria de género”. Nuestro héroe vio el potencial bélico de la Verónica y le dio un rifle lanzaglobos de agua (de última generación). Como dice el sabio proverbio -que inventó nuestro héroe en ese momento-: “no sólo de palomitas se vive, también hay paletas y dulces de chamoy”; se surtió al Comando de toda clase de elementos para su férrea formación. Fue así como llegaron unos caramelos agridulces que tenían de regalo unas calcomanías tipo tatuaje. La Verónica fue la única que se los puso sin titubear. Y, claro, también la única que, por lamer la calcomanía porque tenía un poco de polvo de chamoy, se tatuó la lengua. Fue así como la Verónica, a sus tres años, obtuvo, además del cho´ol y la castilla, la lengua chino-japonesa-coreana. El temible Comando Palomitas está integrado actualmente por el amado Amado (10 años y responsable del comando), el Chinto (10 años y coordinador operativo), la Cintia (3 años y la doctora del grupo), el Chuy (3 años, demoliciones controladas) y la Verónica (3 años, demoliciones sin control alguno). El primer operativo del CP fue en la despedida del Escuadrón 421. Mientras las bases de apoyo gritaban vivas al Escuadrón y el concejo de ancianos protegía con el humo de copal a los futuros marineros, el CP se dedicaba a gritar consignas absurdas, incitado por un individuo de dudosa reputación, como “¡Queremos palomitas!”, “¡Luchamos por palomitas!”, “¡Para todos, todo. Para nosotros las palomitas!”. Por supuesto que hubo quejas y hasta una acusación formal, pero la Verónica empezó a llorar en ch´ol y el SubMoisés se desesperó y dijo “ya callen a esa niña”. El SupGaleano, haciendo alarde de sus maestrías y doctorados en pedagogía infantil, presentó dos opciones: o coserle los labios a la chiquilla o darle palomitas -porque 4
con la boca llena de palomitas no podría chillar-. Como no encontraron hilo y aguja, le dieron una bolsa de palomitas. El llanto cesó inmediatamente. Pero, oh sorpresa, al darse cuenta del resultado, el resto de la banda empezó a llorar también. Conclusión: la subteniente Angelina tuvo que hacer palomitas para darles a todos. La historia de los moto–sierristas es parecida. Cuando los niños vieron a los insurgentes cortar las maderas para labrar los cayucos, empezaron a jugar a la moto-sierra con unas tablas. Es decir, la tabla era la moto-sierra. Su optimismo era elogiable: con la tabla-moto-sierra pretendían derribar los postes de metal de los tableros de baloncesto. Pero, cuando empezaron a “jugar” a ver quién aserraba al otro, el SupGaleano se dio cuenta, con profunda satisfacción, que la banda podría enfrentar con éxito un apocalipsis zombi. Cuando el amado Amado se lastimó el pie con un clavo, la Verónica pensó que era buena idea “curarle” el pie y pidió ayuda con el Chuy. Con sendas tablas intentaron aserrarle el pie al Amado. Fue ahí donde la Cintia le informó al SupGaleano que el Amado “se clavó un clavito”. El Sup le aconsejó que, para ver si era cierto, le dijera que lo iba a inyectar. Si el Amado corría, quería decir que se estaba haciendo pato y no estaba mal herido. Fue la Cintia y al poco rato regresó e informó: el Amado seguía postrado (ojo centennials –o como se diga-, dijo “postrado”). El Sup puso su mejor cara de Doctor House y dijo “Es grave, hay que operar”. Y le aconsejó a la Cintia que le cortara los pies… y la cabeza porque “qué tal y duele su cabeza”. La Cintia estuvo de acuerdo. La historia hubiera culminado con un triunfo de la ciencia médica, con una cirugía mayor ejecutada a 4 manos y dos tablas en modo moto-sierras, si no es porque llegaron los promotores de salud y se llevaron al Amado a la clínica en una camilla, le pusieron vendas y no sé qué ungüentos. Pero, ante la frustración, la Cintia no se arredró y eligió ser la doctora del Comando. Como el Sup no consiguió un equipo de doctora de juguete y sólo encontró uno de veterinaria, con ése la Cintia se presentó como la médica de la tropa. 5
Viendo la loable vocación por la demolición de la Verónica y el Chuy, se les consiguieron dos moto sierras de plástico y un estuche de mecánico, con taladro, pinzas, segueta, cúter, desarmador, martillo y llave perica (todo de plástico), que tenían la ventaja de poder usarse, tanto para las operaciones médico quirúrgicas, como para reparar las moto-sierras que, por supuesto, “se descompusieron” desde el primer día. Llegaron entonces las bicicletas. Todos saben que un comando sin bicicletas no puede desplegarse con rapidez y eficacia. El problema es que no sabían andar en bicicleta. El Sup no les enseñó argumentando que “¿Acaso alguien te enseña a vivir? No, aprendes a las caídas”. Y tal cual: el Comando se llenó de raspones, moretones y cortaduras, pero, a los pocos días, ya recorrían sin dificultad la cancha de baloncesto. -*Cuando se informó a La Extemporánea que, al fin, se habían conseguido los vuelos y, lo más importante, un lugar donde aterrizar en Europa, nuestro aclamado héroe (yo mero) convocó al Comando Palomitas y les dijo: “Ya se van a ir en unos días. Está prohibido enfermarse y lastimarse. Tienen que cuidarse, porque el que llegue con raspones, no tendrá palomitas. ¿Está claro?” Para demostrar que estaba todo claro, el Chuy acusó a la Cintia de que se había caído de la bicicleta. La Cintia dijo que era su mentira del Chuy, que la Verónica la había empujado. El amado Amado explicó que se pelean por cualquier cosa, que basta que una tenga un juguete, para que se peleen. Nuestro admirado paladín refutó: “pero si les di un juguete a cada quien e iguales, para que no se pelearan”. El Chinto puso cara de “el Sup no entiende que no entiende” y el amado Amado sentenció: “Acaso les importa, quieren el juguete que tiene la otra”. El incomparable e idolatrado héroe (yo de nuevo, pero más modesto si posible fuera) les advirtió: “Bueno, ya les avisé, si se lastiman o enferman entonces no van a ir y sus mamaces van a 6
quedar llorando porque tampoco van a ir, por su culpa de ustedes. ¿Entendieron?” Tod@s respondieron afirmativamente. En cuanto el gallardo Sup se dio la vuelta, el Chuy empezó a llorar. Resulta que la Verónica le dio un zape por andar de chismoso. Se le preguntó a la Verónica si era cierto y confesó que sí, sin la menor señal de arrepentimiento. Desconsolado, el Sup fue a su champa. Lejos de darse por derrotado, revisó su amplia biblioteca de tratados de psicología, geografía, ciencias ocultas y su colección de historietas de Memín Pingüín, y regresó de nuevo. Convocó al CP y en un mapa les mostró donde están el caracol y el semillero. Luego les mostró dónde queda Madrid y dónde Viena. Posteriormente trazó una elegante línea para describir el vuelo por venir. Después de una larga explicación, el Sup se retiró satisfecho: había logrado convencer al Comando Palomitas. En el aire resonaban las últimas palabras de nuestro héroe: “¿Por qué conformarse con hacer travesuras y estropicios en un caracol, si puedes destruir todo un continente?”. -*La toma de la cámara se aleja. El Comando Palomitas contempla el mapamundi mientras chupa ávido sus paletas de chamoy. El Tzotz, el Tragón y la Pelusa, tres perritos que suelen acompañar al CP en sus incursiones, llegan y destrozan la cartulina. Una ráfaga de viento levanta y hace volar un fragmento en el que se lee “Travesía por la Vida”. Un final épico… y, bueno, sí, un poco paradójico. Warning: el Comando Palomitas lleva dos meses sin probar la razón de su existencia. Un Comando Palomitas sin maíz palomero es como un vampiro consolándose con salsa de tomate, así que es de esperar que, al llegar a Europa… bueno, pues… 7
¿por qué será que el SupGaleano ensaya una y otra vez el “¿Aló? ¿Brennen Wien und Berlín?”, en dos viejos walkie-talkies, con el Amado, que está a sólo 10 metros y dice que no oye. Claro, tal vez si le pusieran pilas a los aparatos… Doy fe. El SupGaleano. Jefe Supremo, Máximo Líder, Destacado Dirigente, Gran Guía, Histórico Historiador, Sabio Infalible, Luz Perenne al Final del Túnel, Alfa y Omega –y Delta y Lambda-, Faro de las Generaciones Presentes y Futuras, Paladín de la Modestia, e Instructor del Comando Palomitas. (y, bueno, también “Nuestro héroe” en este relato épico, digno de ser ampliado por las plumas de Martín Luis Guzmán y León Tolstoi)
Sep - 08 - 2021
Después de los 17.
(La Sección Miliciana Ixchel-Ramona). Septiembre del 2021. Como parte de La Extemporánea va una sección de milicianas. Además de formar parte de los grupos de “Escucha y Palabra”, se encargarán de la seguridad de la aerotransportada y de sostener uno o varios encuentros de fútbol con equipos femeniles de la geografía europea. Había 196 milicianas apuntadas para viajar. Unas 20 tenían menos de 18 años, pero se prepararon para viajes posteriores y para los continentes de Asia, Oceanía, África y América, previendo que para entonces ya tendrían la mayoría de edad para conseguir el pasaporte. 8
Las dificultades para obtener sus papeles (todas son extemporáneas) y el constante ir y venir por las ocurrencias de los “funcionarios”, las obligaron a abandonar el intento. Algunas son madres solteras y deben trabajar para mantener a sus crías. La mayoría trabaja en apoyo a sus madres y hermanos menores. La preparación también fue un problema, porque resulta que no era paseo, sino que había que prepararse para hacer trabajo de Escucha y Palabra. Lo que les costó más trabajo es aprender a escuchar. Q uedaron 37. Se sumaron dos menores: Defensa (15 años) y Esperanza (12 años). Así que, en total, son 39 milicianas. Llevan 3 meses acuarteladas en el Semillero, practicando, aprendiendo, ensayando, y esperando que se abriera la posibilidad del viaje: un lugar donde llegar en Europa. Todas son de raíz maya y hablan tzeltal, tzotzil, cho´ol, tojolabal y castilla. Unas pocas tienen arriba de 25 años, la mayoría son de entre 18 y 21 años. Sus habilidades futbolísticas son un secreto de Estado, pero su disposición a luchar es visible. Al lugar donde estuvieron acuarteladas no podía ingresar ningún varón adulto sin permiso. En caso de que algún hombre, desubicado, ingresara, inmediatamente era rodeado por un grupo de milicianas y era “exhortado”, con el sólido argumento de los bastones y las tiradoras, a salir inmediatamente. En su preparación y adaptación, los primeros días fueron difíciles. Los siguientes lo fueron más aún. Lejos de sus familias, amores y comidas de sus pueblos, aguantaron la incertidumbre, el hambre, las enfermedades, los cambios de clima, el desconcierto de convivir con otras diferentes, la sorpresa de aprender cosas nuevas y la maravilla de darse cuenta de que podían hacer lo que no sabían que podían hacer. Por ejemplo: escuchar. Y disculpen si una y otra vez insisto en lo de escuchar, pero es que miro hacía allá afuera y oigo a todo el mundo queriendo hablar –más bien, gritar–, y a nadie, o a casi nadie, con la disposición a escuchar. 9
Estas mis compañeras combatientes, dejaron atrás, cerca o lejos en el calendario, los 17 años. Su identidad no está en duda: son ZAPATISTAS. -*Tras que no. Una miliciana toma la palabra en la Asamblea General de La Extemporánea, cuando se valora lo logrado o no en el curso de “Escucha y Palabra”: “Yo no sabía todo eso que cuentan. Yo pensé que así había sido siempre, que podía ir a la escuela, que podía tener novio sin que eso me obligara a casarme, que podía casarme si quería, o no casarme, que podía vestirme a mi gusto, que podía participar, que podía aprender, que podía enseñar. Yo pensaba que siempre había sido así como ahora, que tenemos derechos y no sólo obligaciones. Pero ya escuché como platicó la compañera de cómo se vivía en la época de los finqueros. Ya escuché lo que costó prepararse para luchar. Ya escuché lo que costó la guerra. Ya escuché cómo es que se hizo la autonomía. Entonces yo lo que pienso es que me toca prepararme para defender. Que sea, que nunca más regrese ese tiempo que ya pasó. Yo pensé que así nacía una, con libertad. Y tras que no, tras que hubo que luchar, tras que hay que seguir luchando. O sea que no hay descanso”. -*En defensa de 17 años. No estoy muy seguro, pero creo que fue en el año del 2018. Con motivo del Primer Encuentro de Mujeres que Luchan, se decidió que las milicianas se encargaran de la seguridad. Se les convocó para practicar. En las marchas no daban una. Tan variados como los idiomas que les dan origen y destino, sus pasos 10
eran desordenados, desacompasados. Por más que se practicaba, no había mejoría alguna. Desesperado, decidí que tal vez con algún ritmo musical podrían uniformar el paso. Las tercias estaban probando los equipos de sonido. Les pregunté si traían algo de música. “Sólo cumbias y reguetón”, me respondieron. “Algo que no sea eso, otra cosa”, insistí. “No hay ” contestaron riendo. Pregunté con las milicianas, por saber si alguna de ellas traía, en sus celulares, alguna canción que pudiera yo usar. Cuchicheos y risas cómplices entre ellas. Tardaron. Al final una dijo “sólo cumbias”. “Bueno”, me dije resignado, “¿cuáles cumbias traen, pues? Y no me digan que La del Moño Colorado porque todas van a morir miserablemente”. Nuevas risitas y cuchicheos en 4 lenguas mayas diferentes. Después de un rato: “sólo una, la de 17 años”. “¿Todas traen una sola cumbia y es la misma?” “Sí, la de 17 años”. “Bueno, pues, ésa entonces, pásenle a las tercias que la pongan en la bocina grande. Y fórmense para volver a practicar”. Empiezan los primeros acordes, levantan y cruzan sus bastones y, alakazam, empiezan a marchar parejito, sin perder el paso. Ya luego les pregunté si era cierto que sólo traían esa cumbia. “Sí”, dijeron, “cuando tengamos señal o vengan las otras compañeras vamos a tener más, como la de Cómo te voy a olvidar”. Pedí luego la lista de las milicianas por caracol, con la edad, para agruparlas por lenguas y edades. La inmensa mayoría tenía entre los 15 y los 17 años. Ahora tienen entre 18 y 21 años, nadie las ha obligado a casarse, tienen novio o no –no les preocupa–, se enamoran y se desenamoran, rompen corazones y se los rompen. Saben que nadie las puede obligar a hacer algo que no quieren, y saben defenderse. Se les ha enseñado algo de los puntos vulnerables de los varones, en caso de que deban usar la defensa física. También lo que les duele a los machos que les digan, en caso de que deban usar la defensa sicológica. No me pregunten quién les enseñó esos “secretos” masculinos. 11
Interrogadas sobre si tienen novio, la mayoría respondió que sí. Una dijo: “cheb” (“dos” en lengua). La que estaba a su lado le empezó a decir algo en voz baja, entonces la compañera corrigió: “No, ocheb” (“tres”, en lengua). Otra más: “bayal” (“muchos”). Otra una tardó en responder porque, dijo, había perdido la cuenta. Las tres rieron de buena gana. En resumen: tuvieron 17 años y en esa edad, esa cumbia –creo de “Los Ángeles Azules” –las acompañó en el amor y en el desamor. Quienes critican esa cumbia o piden su censura, tal vez olvidaron lo que es tener 17 años. Tal vez olvidaron que sí, las relaciones pueden ser las de un depredador desangrando a su presa –y a cualquier edad–. Pero también pueden ser la inquietud y la libertad para amar y desamar. Descubrir así que se puede tener, como corazón, una flor agridulce y, al mismo tiempo, una herida que no cierra. Además, claro, que entonces deberían pedir también que censuren a Violeta Parra y su “ Volver a los 17”. Ahora, después de los 17, puede ser que las milicianas dediquen la de “Cómo te voy a olvidar” a ese amor pasado o presente. -*Penélope Subvertida. Les pregunté qué les habían dicho a sus novios. Así respondieron: “que si es que me quiere de veras y no es mentira, que me espere, y si no, pues ni modos, me busco otro”. O sea que nada de tejer y destejer la eterna tela de la espera vana. Una muestra más de “los patos le tiran a las escopetas”. -*El Consentimiento. A las compañeras se les dice que nadie las puede tocar sin su consentimiento explícito. Ni tomarlas de la mano, ni ponerles la mano en los hombros, ni nada. e les instruyó en cómo quitarse, por ejem12
plo, una mano varonil en el hombro, no importa si es mando o no. Lo mismo de su imagen: nadie les puede tomar fotos o videos sin su consentimiento. Mucho menos publicar. Se les mostró el video que aparece al final de este texto y se les preguntó si se publicaba o no. Se reunieron por caracol y lengua. Discutieron y acordaron por unanimidad que se publique. Avisad@s están. -*Cada quien su modo. Por mi parte, desde ese 2018 viví en el engaño. Había creído que, el coro de la cumbia “17 años”, decía “que triste es el amor, que triste es el amor”. Las sargentas me sacaron del error: “Acaso es así Sup, dice que “que si eso es el amor”, que sea que la muchacha no sabe, apenas está aprendiendo”, y ríen. Ya en las prácticas de la marcha, con La Carencia de los Panteones, el Lago de los Cisnes y la Cumbia del Sapito, se demostró que el baile, como la vida, puede atravesar los muros más infranqueables. No sé, yo digo que las cumbias son como las playeras de los uniformes de fútbol. Con tijeras, hilo y aguja, se arreglan para que te queden según tu gusto: sea bien justa o bien holgada. Conclusión: Cada quien su modo, cada quien su cumbia, cada quien su pas de chat (o de Chat-Chien)… y cada cual su ska. ¡Al brincolín, raza! Doy fe. El SupGaleano practicando el “Chúntaro Style”. (Oh, pues, cada quien talla el piso como puede). México, Septiembre del año 501. Video: vimeo.com/599747337 Música: ALADEMOSKA – «Sembraremos Rebeldía» / Bersuit Vergarabat – «El Baile de la Gambeta» 13
Tsyälë. Chale: Las posibilidades de conversar Yásnaya Elena A. Gil - El País - 8 Sept 2021
El hecho de que la escritura haya sido un proceso truncado y negado para mi lengua materna provocó que la conversación se volviera un recurso privilegiado para construir textos argumentativos conjuntos La masa textual que se crea en una conversación tiene unas características que la hacen distinta de otro tipo de texto. Cada interacción moldea, sin poder anticiparlos, el rumbo y la forma que tendrán las interacciones lingüísticas. En una conversación, las palabras que emito, los ademanes con los que acompaño esas palabras, las variaciones en el tono de mi voz y la sintaxis en las que las acomodo tendrán un impacto directo en lo que emitirá como respuesta la persona que juega el papel de mi interlocutora. La conversación se vuelve un texto que se va tejiendo a dos manos en donde la interpretación juega también un papel crucial. Nunca sabemos con certeza a qué conclusiones nos llevará una conversación cuando esta se trata de confrontar ideas distintas sobre temas variados: ¿Cambiará mi forma de pensar sobre un asunto? ¿Confirmará las ideas que tenía sobre ello? ¿Me informará sobre consideraciones que no había siquiera contemplado? Conversar con ánimo de entender y en la mejor disposición conlleva el deseo de dejarse impactar, de dejarse transformar y tal vez por eso, platicar, conversar, es mi actividad de ocio favorita y lo es también de una gran parte de mi familia. A veces pienso que el hecho de que la escritura haya sido un proceso truncado y negado para mi lengua materna durante los dos últimos siglos, provocó que la conversación se volviera el recurso privilegiado para construir textos argumentativos conjuntos. No podíamos escribir ensayos en mixe así que aprendimos a argumentar conversando. Ejercitar cotidianamente la plática, me enseñó del gran placer de coincidir y de descubrir que alguien ha llegado a las mismas conclusiones que yo: “Así que tú también piensas esto, ¿verdad que es así?, yo también pienso lo mismo” exclamamos con entusiasmo cuando 14
hallamos un reflejo de nuestros pensamientos en las palabras de las personas con las que conversamos. Hay un gran placer en coincidir, descubrir que coincides en medio de una conversación supone un alegre “eureka” para el ánimo. Por el contrario, puede que alguien a quien acabamos de conocer nos caiga muy bien al darnos cuenta de que coincidimos en muchos puntos, pero de pronto algo se rompe y la sombra de una nube eclipsa nuestro entusiasmo cuando descubrimos que esa misma persona odia nuestra bebida preferida o desprecia a nuestra cantante favorita. Las desavenencias tienen algo de anticlimático en una conversación. Al contrario, ¿qué sucede cuando la conversación es ríspida y tensa por falta de acuerdos, pero de pronto hallamos un pequeño punto en común del cual partir para construir una coincidencia? Hace tiempo, un profesor ruso de morfología lingüística cuyo nombre ya no recuerdo, nos dijo durante una ponencia que cuando dos personas sensatas no pueden llegar a ciertas conclusiones compartidas es porque una de ellas o ambas no son muy sensatas en realidad, o porque están hablando de cosas totalmente distintas y no se han dado cuenta aún. Esta explicación me hizo pensar que, para una buena conversación sobre temas en los que no hay muchas coincidencias de opinión, muchas veces es necesario partir de un piso común de supuestos. Es posible que, si estamos hablando de temas políticos, no podamos llegar a una mínima conclusión compartida por el simple hecho de que estemos partiendo de definiciones de “izquierda” bastante diferentes. En esos casos, es mejor preguntar ¿qué entiendes por “izquierda”? ¿Cuál es tu definición? Como entusiasta de la plática que soy, las redes sociales han significado para mí una posibilidad de extender el campo de la conversación y entablar diálogos con personas con las que no podría hacerlo en mi contexto inmediato. No todas mis publicaciones son una invitación a conversar necesariamente, muchas veces pueden ser divagaciones, pensamientos en voz escrita o, incluso, interjecciones vagas. En medida de lo posible estoy abierta a la discusión y a conversar sobre las posibles interpretaciones que 15
puedan tener mis palabras, pero lo sucedido hace unos días no ha dejado aún de sorprenderme. Omar García, el sobreviviente del ataque perpetrado contra los normalistas de Ayotzinapa, publicó en Twitter fotos de su toma de protesta como diputado por el partido de Morena, compartí esa publicación anotando una palabra que aprendí en la Ciudad de México y que no se ha ido de mi vocabulario: chale. No podía creer lo que sucedió después. Las interpretaciones de esa palabra llegaron incluso al extremo de que una persona sostuvo que ese “chale” era mi contribución a “un golpe de Estado blando” contra el Gobierno de López Obrador. Como es común cuando los ánimos se caldean en las redes sociales, las descalificaciones no se hicieron esperar y me pareció que sería una buena oportunidad de probar y estirar lo más lejos posible algunas ideas que tengo sobre el establecimiento de conversaciones aún en los entornos más complicados. Como estaba en medio de trayectos tenía cierto tiempo disponible: puse mi nombre en el buscador y me fui a responder, preguntar, explicar y comenzar pláticas en torno de mí “chale”. Me dispuse a la lectura y a la plática con todo el riesgo de alimentar a los troles. Lo peor que podía suceder es que perdiera tiempo o que terminara en discusiones bizantinas o en pláticas que de tan absurdas resultaran hasta divertidas, cosas que efectivamente también sucedieron. La primera idea que tengo sobre las discusiones en las redes sociales es que no es buena idea suponer. Dado que una publicación escrita en estas plataformas no puede estar acompañada de los gestos de mi rostro, de mis ademanes o del tono de mi voz, es necesario siempre interpretar lo más literal posible. Trato de serlo a veces hasta extremos tal vez risibles, pero que me han ayudado mucho; de este modo, si alguien me dice: “no seas estúpida” probablemente le agradezca el consejo y no me ofenda a menos que me digan “eres estúpida”. En este segundo caso pregunto por qué piensan eso de mí. Interpretar lo más literalmente posible evita que terminemos peleándonos con nuestras propias interpretaciones y no con lo que la persona en cuestión haya expresado. Entiendo que muchas personas se enojaron con la interpretación que hicieron de mí “chale” como “parte del golpe blando al Go16
bierno de AMLO” y no con mi “chale” en sí. La segunda idea que trato de ejercitar es aplicar una versión muy personal de lo que en filosofía llaman el “principio de caridad”. Según Wikipedia, este principio “demanda que las declaraciones del interlocutor sean interpretadas como racionales y, en caso de disputa, que se considere su interpretación más sólida. En su sentido más estricto, el objetivo de este principio metodológico es evitar atribuir irracionalidad o falsedades a las declaraciones de los demás, cuando es posible realizar una interpretación coherente y racional de las mismas”. Digo que aplico una versión muy personal de este principio porque creo que lo que trato de hacer es interpretar lo mejor posible, asumiendo siempre buena voluntad, lo que me dicen o argumentan aunque no lo haga de la manera sistemática y lógica como en realidad lo exige el principio de caridad. Lo demás es de manual y básicamente se trata de evitar las falacias. ¿Por qué me parece importante dialogar incluso cuando no es posible hacerlo? No es por aparentar “ser buenita” como también me dijeron. Es más bien porque, como ya les dije, platicar es de mis actividades favoritas además de que satisface mucho de lo que me da curiosidad (¿por qué hay tantas interpretaciones del “chale” y por qué hace enojar a tanta gente?), además también me puse a responder porque creo que es peligroso (muchísimo), dejar de platicar y renunciar a la posibilidad de ser impactados por las ideas, las palabras y las conversaciones de los otros. Los discursos de odio son precisamente monolitos discursivos que se construyen solo porque cierran las posibilidades de construirse en el diálogo, no es posible rebatirlos porque no están abiertos y, monolitos como son, han servido siempre para aplastar a otras personas cuando se usan con el suficiente poder. Conversar, o tratar de hacerlo, es una apuesta contra la construcción de los monolitos y, por fortuna, como quedó demostrado, hay aún muchos entusiasmados con la posibilidad de dialogar a pesar del enojo que en un inicio les pudo causar mi “chale”. Aún en medio de tanto enojo, pude hallar pequeños “eurekas” para mi ánimo, espacios pequeñitos en donde coincidimos un poquito y eso, ya de entrada, va conjurando la construcción de monolitos. 17
La noche de los relámpagos
Abel Barrera Hernández* - La Jornada - 13 de septiembre de 2021 Cuando tiembla en la Montaña, los sabios del pueblo me’phaa dicen que la tierra se sacude, que el mundo tiene ciclos para renovarse y también para limpiar lo sucio; lo que se ha quemado y los daños que han causado los seres humanos en su hábitat. Con Nàxma, la tierra se reacomoda, saca la mala energía para regenerarse. Dentro de su cosmovisión, los pequeños temblores anuncian la lluvia, que regularmente sucede en mayo. También tiembla entre septiembre y octubre, cuando los sabios despiden a las nubes, a la señora lluvia, en las fiestas de San Miguel y San Francisco. Son las noches de los relámpagos cuando la tierra se estremece, cuando los temblores desatan su furia. Ante esa calamidad, los padres de familia acuestan boca abajo a sus pequeños, para contener el enojo de la tierra y aquietar su fuerza destructora. Familias de los municipios más pobres de la Montaña, además de perder a los abuelos con el Covid-19, este 7 de septiembre perdieron su casa quedando en total desamparo. El Xiña, Dámaso Estrada, quien sube a los cerros a rezar por el buen temporal, y vela por el bienestar de las familias de Tenamazapa, en marzo perdió a su esposa a causa de la pandemia. En la noche de los relámpagos que cimbraron la tierra, los adobes de su casa se desmoronaron y su techo de cartón se despedazó. La lluvia y el viento dañaron su milpa, quedando a la deriva, sin casa, sin parcela y sin su compañera. En otros tiempos de desgracia, como las tormentas Ingrid y Manuel en septiembre de 2013, las familias se instalaron en la cima de los cerros y se reorganizaron para la reconstrucción comunitaria, ante la falta de apoyos federales. Fueron las remesas de los migrantes en Estados Unidos y el precio de la amapola, que ayudaron a mitigar esta tragedia. Con la pandemia estos fondos son insuficientes, por el alto costo de las medicinas y de la canasta básica, agravado por el abaratamiento de la goma de opio. Iglesias, comisarías y canchas techadas funcionan como albergues 18
comunitarios para las familias que no son atendidas por las autoridades. A cinco días del temblor la gente teme que una réplica tire las agrietadas paredes que siguen en pie. Las viviendas que tienen desprendimientos en las esquinas de sus casas, no hay forma de repararlas. Por eso los jefes de familias han cortado troncos para colocarlos en las cuatro esquinas, con el fin de sostener los precarios techos de sus viviendas. Sus cocinas rudimentarias quedaron bajo los escombros de los adobes. El metate y algunos enseres fueron rescatados, para hacer las tortillas bajo un árbol. Los pocos kilos de maíz y frijol que guardaban junto a su cocina se perdieron por la lluvia y el lodo. Once familias de un anexo de El Carrizal, en Totomixtlahuaca, perdieron sus casas. Por la tarde se organizaron para visitar a la nueva mamá por el nacimiento de su hija. No imaginaron que al regresar sus casas serían escombros. Con lámparas de mano trataban de rescatar sus pertenencias. La lluvia terminó de batir el adobe y de enlodar sus cobijas y petates. Regresaron a pedir posada para que al menos sus hijos no se mojaran. Difícilmente han podido reparar sus paredes porque los adobes están reblandecidos. Los daños son múltiples. Tan sólo en el municipio de Acatepec 74 comunidades me’phaa sufrieron daños severos. La mayoría de las viviendas requieren reparación total; las grietas de los adobes no tienen solución. Los municipios de Cochoapa el Grande, Metlatónoc, Atlixtac, Iliatenco, Tlacoapa, Atlamajalcingo del Monte y Acatepec están sumidos en el olvido. Igual sucede en municipios de la Costa Chica, como Ayutla de los Libres y San Luis Acatlán. Además de estar incomunicados y sin luz, no hay quien ayude a las autoridades comunitarias a elaborar sus reportes ni a comunicarse con las autoridades. Los funcionarios municipales se han desentendido so pretexto del cambio de gobierno. Las autoridades del estado han concentrado la protección civil en las principales ciudades de Guerrero. En Barranca Tecoani, en Ayutla de los Libres, las autoridades comunitarias contabilizaron el 9 de septiembre 58 familias con afectaciones a viviendas, 34 de ellas se cayeron, 19 reportaron 19
cuarteaduras en paredes y cinco sufrieron daños en techos. En Santiago Yololtepec, 27 casas caídas. Debido a las réplicas, varias familias se refugiaron en la comisaría y en la cancha techada. Prefieren instalarse fuera de sus viviendas porque la lluvia no cesa y reblandece las paredes agrietadas. Varias comunidades piden de manera urgente alimentos porque además de escasos están caros. Los caminos trozados ahondan la tragedia. Al adentrarse a la Montaña se constata que hay ancianos que no tienen dónde refugiarse. Las viudas son las más vulnerables; no hay quién hable por ellas; las madres solteras no encuentran cómo alimentar a sus pequeños y levantar sus viviendas. No hay quién las atienda ni proporcione el apoyo para atender esta emergencia. Las enramadas que improvisan para guarecerse no las protegen de los fuertes vientos, ni de la lluvia torrencial. La neblina impide ver el tamaño del desastre. Persiste el olvido gubernamental y el silencio secular. Así como algunos animales se sacuden el cuerpo, la tierra hace lo mismo, porque necesita deshacerse de lo que le daña. Los sabios identifican los temblores como parte de los fenómenos naturales que se registran con la llegada de la lluvia; sin embargo, saben que las fuertes sacudidas de la tierra se deben a la acción depredadora de quienes extraen las riquezas para ahondar las desigualdades sociales y dejar en la orfandad a quienes cuidan los bienes de la madre tierra. * Director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan
Respeto a la universidad comunal
Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo - 11 de septiembre de 2021 Por qué los pueblos originarios tienen que participar en consultas impuestas sobre proyectos que no responden a sus necesidades y, por lo mismo, jamás se les hubieran ocurrido. Y por qué, cuando denuncian que la consulta sobre lo que no pidieron es, 20
además, amañada e irregular en todas las formas posibles, se les ignora y se continúa el proceso porque, dicen, “el pueblo manda”. Y aún más: por qué cuando el proyecto surge de asambleas comunitaria, espacios de decisión colectiva y décadas de trabajo desde abajo, la máxima autoridad de justicia decide que no, que también debe consultarse su derecho a decidir lo que ya decidieron. Parece chiste, pero no. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) acordó que los pueblos indígenas de Oaxaca no tienen derecho a la construcción colectiva de espacios educativos, como la recién creada Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO), e invalidó la Ley Orgánica bajo la premisa de que no se cumplió el requisito de consulta previa a las comunidades para su aprobación. La UACO, explica el antropólogo Benjamín Maldonado, quien participó en su proceso fundacional, nació “luego de que organizaciones sociales de 16 comunidades trabajaran con sus autoridades municipales para crear Centros Universitarios Comunales, o darle cobijo a modelos educativos en marcha y que no tenían el respaldo del gobierno mexicano. Ninguno se creó sin la participación de autoridades municipales y de las asambleas comunitarias”. ¿Cuál es el sentido de desbaratar uno de los pocos logros que han obtenido los pueblos a partir del ejercicio de su autonomía? Al impedirles continuar, el mensaje que se les envía desde arriba es que no hay espacio posible para la legalidad y que, como las comunidades zapatistas de Chiapas, todo logro organizativo autónomo tendrá que ser por la vía de los hechos. O, ¿a quién hay que pedirle permiso si fueron los propios pueblos lo que la impulsaron durante más de dos décadas? Revertir ese dictamen es tarea de todos, pues los derechos de los pueblos no se resuelven con la construcción de una cabeza monumental (ésa sí sin consultar) en lugar de la estatua de Colón. desinformémonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx 21
Nochixtlán, la justicia ausente
Rogelio Vargas Garfias* - La Jornada - 8 de septiembre de 2021 Don Sergio, agricultor de 55 años de edad, lleva mil 750 días exigiendo que al fin llegue la hora de la verdad y justicia para su hijo Óscar Luna, asesinado junto a otros siete indígenas mixtecos en Nochixtlán, aquel aciago domingo 19 de junio de 2016. No se cansa. Don Sergio es el símbolo de la resistencia indomable e incorruptible de las familias afectadas por aquel crimen de Estado. Cerca de las 3 de la tarde, del 11 de agosto de este año, don Sergio, sus compañeros del Comité de Víctimas (Covic) y abogados llegaron a una de las lúgubres oficinas de la Fiscalía General de la República (FGR) en la Ciudad de México. Los recibió un personaje de nombre Germán Adolfo Castillo Banuet. “El fiscal no está; yo atiendo en su nombre”, les dijo el funcionario. “Queremos saber la respuesta a nuestra petición de crear el equipo especializado multidisciplinario para agilizar la investigación de la masacre perpetrada en Nochixtlán”, recordó la comitiva al representante del fiscal general, Alejandro Gertz Manero. El funcionario soltó: “La FGR no trabaja con equipos de ese tipo; además, no tenemos dinero, y ustedes no saben ni lo que quieren”. Don Sergio se mordió los labios de coraje; le sobraban razones de soltarle un buen golpe con su fuerte brazo campesino. Se contuvo. Impuso su sencillez y su educación provinciana. Entonces los visitantes le plantearon algunas preguntas: “¿Cuándo van a citar a declarar a los personajes que el senador Miguel Ángel Osorio Chong mencionó en su comparecencia ante un juez en mayo pasado?, ¿cuándo citan a declarar al ex presidente de la República Enrique Peña Nieto?” Germán Adolfo Castillo Banuet endureció el rostro y les dijo muy molesto: “No veo la razón por la cual debamos citar a Enrique Peña Nieto, a menos que nos lo ordene un juez de control”. La comitiva comprendió entonces que tratar con un funcionario así era inútil. Tendrían que regresar a Nochixtlán, informar de lo acontecido a todas 22
las familias en lucha por la justicia y la verdad, y volver en otro momento a la FGR, con un nuevo plan, que obligue a las autoridades a cumplir con su responsabilidad de impartir justicia. La masacre de Nochixtlán no fue reconocida como crimen de Estado por el gobierno anterior, ni por el gobierno actual. Buscan tergiversar los hechos y justificar la criminal actuación de la policía federal y sus altos mandos. Obstaculizan la ley con argumentos técnicos y científicos. Es cínica la actitud de los policías, jefes policiacos y funcionarios citados a declarar –casi a la fuerza–. En sus declaraciones se dicen inocentes y llamados por el Estado para salvar a la sociedad, la moral y las familias mexicanas. Se consideran casi héroes. Estos cinco años y meses de pelea que sostienen las familias víctimas de la masacre de Nochixtlán han sido tortuosos; los pocos avances en el proceso, se enfrentan a un entramado jurídico podrido, pues la FGR, protege y tuerce la ley en favor de los policías criminales que dispararon y de los funcionarios que dieron la orden de disparar. Como escribe Eduardo Galeano, en su obra Patas arriba: la escuela del mundo al revés, los policías portando armamento, se dicen atacados. Los jefes policiacos acusan a las víctimas, sus familias y quienes los apoyan de violentos; el ex gobernador y los ex jefes de Estado justifican sus decisiones de inevitables pues ordenaron disparar en legítima defensa, y para salvaguardar la patria. Don Sergio nunca se da por vencido. El 19 de octubre de 2019, se plantó con una manta frente al licenciado Andrés Manuel López Obrador mientras avanzaba para llegar al estrado preparado en Cuicatlán, Oaxaca. El Presidente se apeó de la camioneta, y junto con el gobernador Alejandro Murat, escuchó por unos minutos a don Sergio: “Nadie nos hace caso, Presidente; usted prometió en su campaña que habría justicia para las víctimas de Nochixtlán”. El mandatario caviló su respuesta por unos segundos y le dijo: “Habrá justicia, don Sergio. A partir de hoy los va atender el subsecretario Alejandro Encinas”. Esta es la hora en que los funcionarios obstaculizan las órdenes del Presidente. 23
Don Sergio y la comitiva de Covic regresaron molestos de su última entrevista en la FGR. Informaron a las familias de las víctimas y éstas decidieron redoblar esfuerzos para que el pueblo de México vuelva a mirarlos, se entere de lo que ocurre y se solidarice con su propósito de que este crimen no quede impune y se castigue a los responsables. Don Sergio esperaba que el Presidente, a mitad del camino y en su discurso por los tres años de su gobierno, dedicara unas palabras a las víctimas de Nochixtlán, aquellas que ofrendaron su vida en la lucha contra la reforma educativa de Peña Nieto y que contribuyeron en detener el vendaval neoliberal. No las hubo. Don Sergio, fiel a sus principios de campesino curtido en la dureza de la vida, no se detendrá. Así lo prometió a sus dos hijos que le sobreviven, a su esposa y a sus compañeros de lucha. * Profesor de educación básica
Los medios de información y la guerra perpetua Raúl Zibechi - La Jornada - 10 de septiembre de 2021
“La información es a la vez nuestro producto básico y el factor más desestabilizador de nuestro tiempo”, escribe el teniente coronel retirado Ralph Peters, en un artículo titulado “Constant Conflict ”, publicado en 1997 en la revisa militar Parameters (https://bit.ly/3h6nUID), portavoz de la política del Pentágono. Nunca pensé que la información fuera capaz de modelar sociedades, sectores y clases, quizá por una deformación iluminista que me llevó a confiar en la autonomía de criterio de los seres humanos. Nada más alejado de la realidad, como nos enseña el panorama de sumisión de una parte de la humanidad al poder de los poderosos. Peters razona como la minoría privilegiada que se siente ganadora. “Para las masas del mundo, devastadas por información que no pueden manejar o interpretar con eficacia, la vida es desagra24
dable, brutal y en cortocircuito.” Sostiene que el ritmo del cambio es capaz de abrumar, o sea de paralizar la capacidad de pensar. Menciona que “una de las bifurcaciones definitorias del futuro será el conflicto entre los maestros de la información y las víctimas de la información”. Escribe poco después de que Estados Unidos liberará la Internet, que rápidamente se convirtió en medio hegemónico para las comunicaciones con un volumen de información imposible de digerir. “La imagen triunfa sobre el texto en la sique de masas”, afirma Peters, explicando la potencia de la cultura popular estadunidense. “Si la religión es el opio de los pueblos, el video es su crack”, sentencia parafraseando a Carlos Marx. El militar comprende las razones profundas del éxito de la cultura yanqui, sin concesiones a la ética, ni al buen gusto. “Las películas más despreciadas por la élite intelectual, las que presentan violencia extrema y sexo para los vencedores, son nuestra arma cultural más popular, comprada o pirateada en casi todas partes.” Ese poder estriba en que narrativas visuales, como las que practica Chuck Norris, no requieren del diálogo para su comprensión, ya que se asientan en impulsos básicos, como motor de una cultura a la que define como “vulgar” y a la vez “maravillosa”. La “guerra de la información” es parte central de la guerra perpetua de la superpotencia para “sobrevivir en medio del desorden”. Es evidente que aquí no hay ética sino poder y violencia, sin más, para la sobrevivencia del más fuerte sin la menor concesión a cualquier tipo de humanismo. “Sólo los necios pelearán limpio”, sentencia el militar. Creo que es necesario comprender para actuar acertadamente. Sin juzgar, sobre todo porque cierta intelectualidad abusa de conceptos como “fascismo” o “democracia”, que obturan la comprensión al abusar de adjetivos. El mundo está siendo modelado por la violencia bruta, que no irracional, de los de arriba, y ante ello sólo nos valen la organización y la acción colectiva. Sobre la guerra de información y la concentración monopólica de los grandes medios es necesario detenernos a debatir. Se han 25
tomado varios caminos. La izquierda y el progresismo en el gobierno han intentado regular los monopolios de la información, con escaso éxito. La Unión Europea viene perdiendo su intento de regular mínimamente a megaempresas como Google y Amazon. Es casi imposible, dado el enorme poder que ostentan. La segunda opción es fortalecer la comunicación comunitaria, alternativa o popular. Existe una enorme variedad de medios de este tipo, en todos los países del mundo. En algunos, como en Argentina, han conseguido una audiencia importante, que puede alcanzar 15 por ciento de la población, lo que no es nada menor. Sin embargo, aún estamos lejos de emitir mensajes potentes como hace la industria audiovisual estadunidense, capaces de atrapar corazones y mentes de las poblaciones. Uno de los casos más exitosos es la serie colombiana Matarife (https://bit.ly/38NpeM3), que denuncia la alianza entre el ex presidente Álvaro Uribe y los narcoparamilitares que lo llevaron al gobierno. Daniel Mendoza Leal, autor de la serie, la define como “subversión creativa”, desde su exilio en España por amenazas de la ultraderecha (https://bit.ly/3hdk0xG). Su objetivo es llegar a los jóvenes de los sectores populares, que “no tienen acceso a plataformas como Netflix y Amazon”, por eso la serie se difunde en las redes sociales. La tercera es que no podremos crear imaginarios potentes si no formamos parte de realidades en resistencia. Matarife se retroalimenta con la lucha social: mostró la brutalidad de las mafias estatales, siendo un factor importante en la protesta en curso porque alumbró zonas de la política casi inaccesibles. Finalmente, decir que “la mente piensa con ideas, no con información”, como destaca Fritjof Capra con base en los trabajos de Theodore Roszak. En la información no hay ideas: “Las ideas son patrones integradores que no derivan de la información, sino de a experiencia”*. Tenemos mucho trabajo por delante. * Fritjof Capra, La trama de la vida, Anagrama, 1998, p. 88. 26
Espacios y memorias
Celia Guerrero - Pie de Página - Igualada - 8 septiembre, 2021 La apropiación de los espacios consignados como públicos -que mujeres y niñas no pueden habitar libremente y con seguridad- es una de las grandes lecciones de colectivas feministas. Las mujeres parecieran tener más claro que nunca la correlación entre el espacio y la memoria, y la potencia de quebrantar lo establecido como privado y público Un grupo de mujeres integrantes del Colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla se reúnen en un espacio público, el kiosco del Paseo Bravo, un domingo al medio día. Bordan sobre telas blancas nombres, fechas, lugares, como si diseñaran mapas con los cuales se disponen a buscar tesoros. Repasan puntada a puntada, en un ritual colectivo, la ausencia del ser más querido o la de un desconocido. A la par, prestan su escucha atenta a la historia de una de ellas, otra madre a la que no conocen, pero saben que también busca. Las mamás del colectivo me recuerdan el ambiente doméstico de mi infancia, cuando por la tardes las mujeres de la familia se reunían para mirar una telenovela y reaccionaban frente al dramatismo que sucedía detrás de la pantalla. Pero aquí las buscadoras están ocupando un espacio abierto, un lugar que no pertenece a lo privado, y reaccionan en un exterior que se funde con un interior. Si les indigna, sorprende o exalta lo que escuchan, hacen un comentario en voz alta de la misma manera en la que mi abuela y mis tías parecían dialogar con los personajes de las telenovelas. Así reconfiguran lo que consideramos como público, un kiosco, un parque, un lugar de transeúntes, como un espacio propio. De esa manera nos dicen que la ropa sucia se lava aquí, al aire libre, en la casa de todos, porque nos hemos engañado al pensar que su duelo no es también nuestro. La potencia en una actividad de este tipo radica en que no solo se trata de una protesta, una muestra artística o una reunión organizativa o de convivencia, sino que es una contra-narrativa a los discursos del poder. 27
La apropiación de los espacios consignados como públicos, pero en los que mujeres y niñas no pueden habitar libremente y con seguridad, es también una de las grandes lecciones de colectivas feministas. Las acciones de protesta que desdibujan el límite entre lo que se considera ‘lo privado’ y ‘lo público’ son cada vez más comunes: los murales dedicados a la memoria de víctimas de violencia feminicida y los tendederos de denuncias de violencias machistas en universidad, son tan solo algunos ejemplos. En ambos casos, espacio, denuncia, protesta y memoria son conceptos que se funden. No hace mucho tiempo una estudiante de arquitectura de la UNAM realizó un ejercicio estadístico que reveló que el 92 por ciento de las calles y avenidas de la Ciudad de México llevaban nombres de varones. También recientemente hemos visto varias iniciativas ciudadanas de protesta en las que las nomenclaturas de las calles han sido cambiadas por nombres de víctimas de la violencia o de mujeres ilustres. Por supuesto, resulta distinto que un gobierno plantee cambiar nombres de calles o estatuas con propósitos propagandistas disfrazados de rescate de la memoria histórica y revalidación de la diversidad cultural. Tanto víctimas como ciudadanía en general han ejercido el uso de los espacios para la memoria colectiva y es fundamental distinguir estas iniciativas de las que nacen de espacios de poder. También el movimiento de mujeres en el país se han caracterizado por su creatividad y capacidad de resignificación, como cuando se pintaron los nombres de mujeres víctimas de violencia en el muro que el gobierno federal instaló días antes de la protesta de 8 de marzo. Las mujeres parecieran tener más claro que nunca la correlación entre el espacio y la memoria, así como la potencia en la que deriva quebrantar lo establecido como privado y público. 28
Los papás de Ayotzinapa
Kau Sirenio - Pie de Página - Voz de Lluvia - Tatyi Savi 9 septiembre, 2021 Algunas madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa se han ido sin saber qué pasó con sus hijos. El Estado mexicano le debe una explicación a la humanidad por todos estos atropellos El día que la policía municipal de Iguala detuvo y desapareció a los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa y asesinó a tres de ellos, todo era un caos y no había información clara de los hechos. Así que los normalistas se reunieron en el comedor del internado en asamblea extraordinaria para definir su postura ante los medios de comunicación. Mientras los muchachos discutían e informaban a la base de lo que sucedía en Iguala, la cancha techada de la escuela empezó a poblarse por los padres de familias de las comunidades más cercanas de Tixtla. En ese grupo se encontraba don Bernardo Campos Santos. Con su inseparable sombrero de palma daba vueltas en los pasillos de la Normal. Más tarde, los integrantes del comité estudiantil daban los primeros detalles de los hechos: “La policía municipal reprimió a los compañeros que salieron de Ayotzinapa a Iguala a botear y tomar unos camiones que utilizaríamos a la marcha nacional el 2 de octubre, en la Ciudad de México”. Tío Venado, como conocen a don Bernardo, papá de José Ángel Campos Cantor, esperaba atento la información que venía a cuentagotas por parte de los estudiantes esa noche: “Los compañeros que se fueron en dos autobuses salieron a las seis de la tarde, iban 80, entre pelones (nuevo ingreso) y parte del comité de lucha y orden y disciplina”. Esa noche y en el transcurso de la semana me encontré con los padres de familia; entre ellos: doña Minerva Bello Guerrero, 29
madre de Everardo Rodríguez Bello; Tomás Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava, y don Saúl Bruno Rosario, padre de Saúl, a partir de ese día ellos se convirtieron en mi familia, y si no me equivoco la de muchos mexicanos. Cuando terminó la reunión antes de la medianoche, los normalistas acordaron que los exvoceros formaran una comisión de acompañamiento para mantener el control entre la base estudiantil, por lo menos esa noche. Otros se organizaron en comisiones especiales para ir a Iguala. En el primer grupo de padres de familia iba Tío Venado. A partir de ese día empezó el caminar de los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos por el Estado mexicano que no han cesado en reclamar justicia sin que su voz tenga eco. En ese peregrinar los padres encontraron la injusticia. La tía Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello; y los tíos Tomás Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava, y don Saúl Bruno Rosario, padre de Saúl, se fueron sin saber qué pasó con sus hijos. El Estado mexicano le debe una explicación a la humanidad por todos estos atropellos. ¡Por que vivos se los llevaron, vivos los queremos!
La banalización de la vida
Javier Sicilia - Proceso - 10 de septiembre de 2021 Cuando el sufrimiento y la muerte se vuelven cifras, porcentajes, gráficas, barras o videos que miramos desde la comodidad de nuestra casa como vemos un documental o una serie televisiva, cuando la oferta mediática es inmensa, la realidad es cualquier cosa. Recientemente, Jacobo Dayán escribió un artículo sobre la conducta del Estado y de los medios de comunicación en relación con la violencia: “La nada ante la barbarie” (Animal Político, 30
18 de agosto). Su argumento es penetrante. No apunta, como he tratado de hacerlo en estas páginas, a los vínculos que el Estado ha establecido, desde hace muchas décadas, con el crimen organizado. Nos muestra otra cara del monstruo: su inacción, su desprecio, su omisión frente a la tragedia humanitaria en la que la violencia nos ha sumido; una actitud que, en su complicidad con el crimen, llama “nada”. En dicho artículo, Dayán muestra cómo el gobierno de la mal llamada 4T, semejante a las administraciones anteriores, no ha hecho nada para garantizar la verdad y la justicia. Tampoco para disminuir la violencia. Mientras el discurso presidencial la niega, la Secretaría de Gobernación y las fiscalías la administran sin resultado alguno. Tenemos casi un nivel de impunidad absoluto, más de 90 mil desaparecidos, más de 300 mil asesinatos, la mayoría sin resolver, cerca de 40 mil cuerpos en los semefos sin identificar, más de 3 mil fosas clandestinas, sin contar las de las fiscalías, cuyo desaseo en la inhumación de cuerpos es, en muchas de ellas, semejante a las practicadas por el crimen organizado; 35% del territorio nacional tomado por células criminales. Ante este panorama, la mayoría de los medios de comunicación, señala Dayán, se suman a la “nadificación” del gobierno, reduciendo la tragedia al caso del día y sepultándola en el show mediático de la pendencia en turno del presidente, de la más reciente ocurrencia de la “mañanera” y del análisis sofisticado de la banalidad de moda. Muy pocos en el espacio mediático –nadie en el político– se atreven a abordar el fenómeno de la violencia y la impunidad de manera seria, desde “una agenda de mediano y largo plazo, con compromisos serios y una pedagogía permanente que es parte de su obligación en contextos como el mexicano”. Una de las causas de esta “nadificación”, de este habitar la nada, tiene que ver, me parece, con la banalización de la vida que ha traído el desarrollo de la tecnología virtual. Cercada por la infinidad de apariencias que produce, la realidad ha perdido su densidad, su capacidad de ser experimentada. Cuando el sufri31
miento y la muerte se vuelven cifras, porcentajes, gráficas, barras o videos que miramos desde la comodidad de nuestra casa como vemos un documental o una serie televisiva, cuando la oferta mediática es inmensa, la realidad es cualquier cosa. En el zapping mental en el que nuestras percepciones se han hundido, siempre es posible cambiar de imagen. Todavía –nos recuerda Iván Illich y ese poema terrible de Paul Celan que es “Fuga de la muerte”–, en la época del nazismo –en los inicios en los que la técnica se puso al servicio del exterminio–, las chimeneas de los hornos crematorios anunciaban que de la densidad del mundo sólo quedaba humo. Desde el surgimiento del virtual drive de la computadora esa desaparición se volvió casi absoluta. “Lo mundano del mundo”, es decir, lo que debe importarnos, decía Illich en 1992, ya “no yace como un muerto detrás de las líneas enemigas ni como ruinas en las capas profundas del suelo” ni como el horror que debería conmovernos. “D esaparece como se suprime una línea en el RAM-drive/disco virtual”. La velocidad tecnológica y su oferta de apariencias han borrado el mundo y la vida de una forma más terrible de lo que lo hicieron los crematorios de Auschwitz, donde aún el humo y su “extraño olor”, decía León Blum al recordar sus años pasados en Buchenwald, dejaron una huella de horror y rebeldía en él, en Jorge Semprún, en Celan, en los sobrevivientes de esa catástrofe y en Iván Illich. Hoy, el mundo se colapsa por el cambio climático y la muerte de los otros sólo nos conmueve por los escasos segundos que aparecen en una pantalla. Lo virtual se ha apoderado de tal forma de nuestras percepciones que nos ha despojado de nuestra capacidad de reacción. Estamos, como dice Dayán, en la nada. Atrapados en ella, nuestra capacidad de pensar, de d etenernos en lo importante, de fijar la atención se nulifica. Dominados por la inmediatez y el sensacionalismo que exige el consumo virtual, desprovistos de carne, ausentes del mundo, apremiados por participar en la defenestración del acusado del día o en la frivolidad del momento y dejar nuestra huella de babosadas en los 280 32
caracteres de un Twitter, ya no sentimos ni olemos ni vemos, simplemente reaccionamos al acontecimiento del día. Inextricablemente presos de redes virtuales, en las que sin pensar capturamos pedazos de realidad, intentamos organizarlos en imágenes y chacoteos vacíos sin relación con lo real. Asistimos, por desgracia, no a una era que modifica nuestras percepciones, sino a una, cuya virtualidad, decía Jean Robert, sintetiza una nueva clase de percepciones que se encaminan a lo “a-humano” y a una catástrofe antropológica. Hay, sin embargo, todavía en las márgenes, grupos que se rebelan contra esos entumecimientos del espíritu y permiten albergar un destello de esperanza. Quizás, algún día, cuando el colapso se vuelva absoluto, quizás, entonces, esos resistentes puedan rehacer el mundo. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, esclarecer el asesinato de Samir Flores, la masacre de los LeBarón, detener los megaproyectos y devolverle la gobernabilidad a México.
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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 15 de Septiembre