Recopilatorio 24 de abril 2019

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 24 de abril de 2019

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COMUNICADO DEL CONGRESO NACIONAL INDÍGENA Y EL CONCEJO INDÍGENA DE GOBIERNO A 100 AÑOS DEL ASESINATO DEL GENERAL EMILIANO ZAPATA 11 Abril, 2019

Declaración de Chinameca A los pueblos de México y el Mundo. Hoy, 10 de abril de 2019, Chinameca y Amilcingo, Morelos, son la casa del Congreso Nacional Indígena, del Concejo Indígena de Gobierno, junto con organizaciones y colectivos que luchan y se organizan contra el capitalismo; los días 9 y 10 de abril nos dimos cita en este territorio en resistencia para reconocernos en la dignidad, el dolor y la esperanza ante el cobarde asesinato del compañero Samir Flores, perpetrado por el neoliberalismo y sus capataces. Para quienes ya se nos acabó el miedo, pues se convirtió en rabia y convicción. A Samir lo seguimos viendo y escuchando. Camina entre nosotros y nos recuerda que el camino es abajo, que la dignidad no se vende y que la vida no se negocia. Hermano Samir, en nuestros pueblos vivos y luchando seguirás estando pues tu vida es esperanza para la nuestra. Nos dimos cita también para conmemorar que el compañero general Emiliano Zapata vive y camina con nosotros, advirtiendo la traición y la mentira que desde lejos se percibe en los anuncios de muerte y guerra. Esa misma guerra que lo mató hace cien años y que nos arrebató a Samir, es la que nos hace convocarnos ante el hermano compañero general Emiliano Zapata, vivo y caminando la conciencia de los pueblos de Morelos, de este país y mundo que retiembla. Aquí decimos nuevamente que la lucha por la tierra es también por la vida, pues la defensa de lo que es sagrado para los pueblos es un principio al que no renunciaremos. Hoy, a 100 años de que la traición y la mentira acabaran de forma cobarde con la vida del general Zapata, esa mentira y traición regresaron con un supuesto rostro de democracia, pero como entonces, esa palabra cuando viene de arriba solo significa la guerra, la suplantación y el engaño a toda la nación. 1


Al compañero General Emiliano Zapata lo saludamos alzando la voz en contra de los megaproyectos, que invaden la tierra de las comunidades que abajo nos construimos cada día mientras el gobierno neoliberal está decidido a convertir nuestro mundo en un cementerio, donde la destrucción y el sufrimiento de todos los pueblos aflora en los territorios indígenas. Ante la grave crisis que sufrimos no solo los pueblos que somos, sino la humanidad y todo el mundo en la guerra con la que las empresas mexicanas y extranjeras están invadiendo nuestras tierras, nuestra madre tierra se conmociona con la destrucción ambiental y con el desmantelamiento de la organización de los pueblos. Mientras tanto los de arriba se jalonean lo que nos sostiene vivos, que es el territorio ancestral y sagrado que custodiamos. Este gobierno capitalista les construye carreteras, canales, vías de ferrocarril, reordena el territorio del país para entregarles todo, les hace leyes a su favor y a favor del poderío del gran capital en el mundo, empezando por el gobierno de los Estados Unidos. Con cinismo, esa hidra se apresta para quitarnos lo que es nuestro, usando sus fuerzas militares o para militares, pues con su guerra concentran el poder y aumentan sus ganancias, que son mayores si las hacen sobre el cadáver de nuestra madre que, como lo hemos dicho hace cien años con nuestro compañero general Zapata y como hace miles de años con nuestros ancestros, es la tierra, está viva y a ella nos debemos. Desde Chinameca, lugar donde los malos gobiernos pensaban que acabarían con la palabra del general Zapata, nos dirigimos con respeto a los pueblos de este país y a los pueblos del mundo para llamarlos a escucharnos y a sumar los caminos que tienen un mismo horizonte, abajo y a la izquierda. Hoy la lucha de los pueblos originarios se hace fuerte con la palabra y organización de las mujeres que muestran al mundo rumbos profundos, tejen con dignidad los caminos de libertad y sin pedir permiso abren los caminos que el patriarcado capital les niega y destruye. Reconocemos la traición descarada del mal gobierno federal, del que no aceptamos sus cínicas mentiras, que lo descubren ante quienes le 2


creyeron, ante quienes pensaron que con la mentira llamada “elección histórica” o “cuarta transformación”, o como quiera nombrarse, se pararía el despojo, la corrupción que hace al Estado un vulgar ratero de lo que es de todos, que cumpliría su palabra con los maestros y maestras en lucha, para quienes pensaron que se acabaría la pesadilla militar, para quienes pensaron que se defendería alguna soberanía nacional. En cambio, mandando y poniendo a los pueblos una pistola en la cabeza nos quieren imponer un reordenamiento capitalista al servicio del gran poderío estadounidense en el istmo, ofreciéndole los minerales, el agua, la tierra. Promete a los depredadores de la medre tierra, respetarles concesiones y permisos obtenidos con la más sucia corrupción. Ofrece a los extranjeros dueños de la economía turística el desmantelamiento de la propiedad social en la península de Yucatán. Garantiza al gran capital el funcionamiento de la termoeléctrica en Huexca, Morelos, a pesar de la vida de los pueblos del volcán. A cien años del asesinato del compañero general Emiliano Zapata nos declaramos en alerta ante la urgencia con la que las empresas y los mercenarios en los que se respaldan y que están tanto en el gobierno como en los cárteles de la delincuencia organizada, de una forma salvaje y letal están apropiándose de nuestros territorios, parándose sobre la destrucción que han dejado no solo en nuestro país, sino en el mundo. Es ese gobierno neoliberal, que muchos pensaron que era de izquierda, el que no solo declaró la guerra a nuestros pueblos, sino que es parte de la guerra contra la humanidad, esa que no da tregua a la vida porque no representaría ganancias. La guerra invade todos los rincones y toma muchas formas para poder sacar la última gota de vida a la madre tierra, los capitalistas se aprestan a posesionarse de la vida, porque ellos saben que se está acabando y si la vida se agota, como cualquier mercancía en el mercado, deja mayores ganancias. Hoy, hermanas y hermanos de muchos países llegan en multitudes buscando refugio de la tragedia en la que el poder del dinero convirtió su casa, sus comunidades, sus ciudades. Buscan refugio de las guerras que hicieron de sus geografías espacios inhabitables. 3


Al compañero general Emiliano Zapata y al compañero Samir Flores les decimos que sus semillas de libertad, democracia y justicia, nacen y crecen en cada rincón donde nombramos la vida, donde les nombramos con la resistencia de los pueblos que apostamos a un nuevo mundo. Desde Chinameca, Morelos, a 10 de abril de 2019 Por la reconstitución Integral de Nuestros Pueblos Nunca Más un México sin Nosotros Congreso Nacional Indígena Concejo Indígena de Gobierno

Mensaje del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a los pueblos de Morelos en los 100 años del asesinato del General Emiliano Zapata Abril del 2019. A los familiares y amistades de Samir Flores Soberanes: A la Asamblea de la Resistencia de Amilcingo: Al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua Morelos-Puebla-Tlaxcala: Al Congreso Nacional Indígena: Al Concejo Indígena de Gobierno: A la Sexta nacional e internacional: A las Redes de Apoyo al CIG y Redes en Resistencia y Rebeldía: A quienes luchan contra el sistema capitalista: Hermanas y hermanos: Compañeros y compañeras: Les escribe el Subcomandante Insurgente Moisés a nombre de las mujeres, hombres, niños y ancianos zapatistas. La palabra que les mandamos es colectiva y me toca a mí, como vocero del EZLN, escribirla. Por lo mismo, desde las montañas del sureste mexicano llega hoy a las dignas tierras de Emiliano Zapata y sus sucesores -como lo fue y es Samir Flores Soberanes, nuestro hermano y compañero de lucha en defensa de la vida-, el abrazo que no es sólo mío sino de todos los pueblos zapatistas de tzotziles, choles, tojolabes, zoques, mames, mestizos y tzeltales. 4


Recíbanlo, hermanas y hermanos, porque es un abrazo que les damos nosotras, nosotros, zapatistas del EZLN, porque les respetamos y admiramos. No hemos podido estar presentes junto a ustedes, que es lo que hubiéramos querido. La razón es muy sencilla y tiene la bandera del mal gobierno. Porque en nuestras montañas y valles ha aumentado la presencia militar, policíaca, paramilitar, y de espías, orejas e informantes. Han reaparecido los sobrevuelos de aviones y helicópteros militares, así como de vehículos artillados, como en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari; de Ernesto Zedillo Ponce de León, tutor político del actual titular del poder Ejecutivo; de Vicente Fox Quesada luego de la traición de los Acuerdos de San Andrés; del psicópata Felipe Calderón Hinojosa; y del ladrón de corbata y copete Enrique Peña Nieto. Lo mismo, pero ahora con más frecuencia y mayor agresividad. Y los patrullajes y sobrevuelos no siguen las rutas del narcotráfico, ni las de las agobiadas caravanas de las hermanas y hermanos migrantes que huyen de una guerra que se niega a decir su nombre… para entrar a otra que se esconde detrás de un ejecutivo federal parlanchín y pendenciero. No, esa amenaza de muerte recorre por aire y tierra las comunidades indígenas que han decidido mantenerse en resistencia y rebeldía para defender la tierra, porque en ella está la vida. Ahora, además, miembros del Ejército Federal y Fuerza Aérea se adentran en las montañas y aparecen en las comunidades diciendo que viene la guerra y que sólo están esperando órdenes de “mero arriba”. Y algunos se hacen pasar por lo que no son ni nunca serán, según esto para conocer los supuestos “planes militares” del EZLN. Tal vez ignorando que el EZLN dice lo que hace y hace lo que dice… o tal vez porque el plan es montar una provocación y luego culpar al EZLN. El mismo método de Ernesto Zedillo Ponce de León, y de su lacayo Esteban Moctezuma Barragán, hoy encargado de emboscar al magisterio democrático. En realidad, en todo eso, el mal gobierno actual es como sus antecesores. Pero cambia ahora la justificación: hoy la persecución, acoso y ataque a nuestras comunidades es “por el bien de todos” y se hace bajo la bandera de la supuesta “IV Transformación”. Pero no es de esto que les queríamos hablar. Después de todo cualquier denuncia es luego desacreditada porque, según el Poder Ejecu5


tivo Federal, la realidad está en la categoría de “radical de izquierda conservadora”, que quiere decir que cualquiera que no tenga paga y critique al supremo gobierno, ni siquiera alcanza a ser “fifí”; será eso o la ocurrencia que se dé en las mañaneras y que luego sea festinada por sus huestes en las redes sociales que son “modernas” sólo porque su fanatismo es digital, pero tienen los mismos argumentos de quienes han aplaudido y aplauden los excesos de las tiranías que en el mundo han sido, y a quienes se podrían repetir las palabras de Emiliano Zapata Salazar: “La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía.” De lo que en estas tierras chiapanecas pasa, pues es más de lo mismo que hemos padecido desde hace ya más de 25 años. Y repetimos lo que antes señalamos: allá arriba son lo mismo… y son los mismos. Y la realidad les quita el maquillaje con el que quieren simular un cambio. Hermanas y hermanos: Compañeros y compañeras: Lo que queremos decirles, señalarles, es lo grande de su resistencia. No sólo por el símbolo de levantarla cuando los de arriba celebran una traición: la que asesinó a un individuo de nombre Emiliano Zapata Salazar; y que fracasó en detener una causa, la que hoy pervive en muchas siglas en todo el territorio de esto que todavía llamamos México: el zapatismo. Su causa de ustedes es inspiradora para cualquier persona honesta en el mundo, porque su lucha es por la vida. No es una apuesta por dinero, puestos, regalos. Es para las generaciones que no vendrán si triunfa la soberbia del Mandón y son destruidas las comunidades. Por eso su lucha no sólo merece ser saludada y apoyada, también debiera ser replicada en todos los rincones del planeta donde, bajo la bandera de los supuestos “orden y progreso”, se destruye la naturaleza y a quienes la habitan. Hay veces que las causas se concretan en una persona, hombre, mujer u otroa. Y entonces esa causa tiene nombre, apellido, lugar de nacimiento, familia, comunidad, historia. Como en Emiliano Zapata Salazar, también es el caso del hermano y compañero Samir Flores Soberanes, a quien quisieron comprar, a quien quisieron rendir, a quien quisieron 6


convencer de dejar sus ideales. Y él no se dejó, por eso lo asesinaron. Porque no se vendió, porque no se rindió y porque no claudicó. Quienes se sintieron aliviados por su asesinato y luego realizaron una supuesta “consulta” para burlarse así de la tragedia, pensaron que ahí terminaba todo; que la resistencia en contra de un megaproyecto, criminal como todos los megaproyectos, se apagaría junto con las lágrimas que arrancó la ausencia del hermano y compañero. Se equivocaron, como se equivocaron Carranza y Guajardo cuando creyeron que Zapata acababa en Chinameca. Como se equivoca el actual ejecutivo federal cuando, alardeando su ignorancia sobre la historia y cultura del país que dice “mandar” (su libro de cabecera no es “Quién gobierna”, sino “Quien manda”), pretende amistar a Francisco I. Madero con Emiliano Zapata Salazar. Porque, así como Madero quiso comprar a Zapata, el mal gobierno quiso comprar a Samir, y a los pueblos que resisten, con apoyos, proyectos y demás mentiras. Los pueblos y Samir respondieron con su empeño de resistencia, algo que enorgullecería al Emiliano Zapata que señalaba que no se le compraba con oro y que aquí (en las tierras de Morelos) todavía había y hay hombres -nosotros agregamos “y mujeres y otroas”- con vergüenza. La ignorancia y la soberbia que le dan identidad al actual jefe del mal gobierno, tampoco son nuevas. Como no es nuevo que tenga una corte de aduladores. Un grupo de sinvergüenzas que acomodan la historia al contentillo del tirano y lo presentan como la culminación de los tiempos. Y le aplauden y repiten, con una lambisconería sin recato, cuanta tontería sale de su cabeza. Él decreta que se acabó el neoliberalismo, y su corte acomoda cifras, hechos, proyectos para ocultarlos detrás del escenario de la autodenominada “Cuarta Transformación”, que no es sino la continuación y profundización de la etapa más brutal y sanguinaria del sistema capitalista. Pero, además, el grupo de aduladores que el tirano convoca, se completa con lacayos de todo tipo y condición, quienes se desviven, y matan, para cumplir los deseos manifiestos o supuestos del capataz en turno. 7


Por eso el titular del ejecutivo no necesita ordenar que se asesine, desaparezca, denigre, calumnie, encarcele, despida, destierre a quien no le rinde adoración. Basta que en el templete o en los medios de comunicación o en las redes sociales, ejerza lo que él llama “derecho de réplica”, para que los lacayos vean la forma de cumplir los deseos de su amo y señor. Pero todos los tiranos temen cuando se levanta una causa que, como la de ustedes -que es la nuestra-, es justa y humana. Piensan que asesinando a líderes y a rostros visibles, las causas mueren junto con ellos. No sabemos quienes asesinaron al compañero Samir. Sabemos quien lo señaló. Quien, con voz chillona e histérica, lo marcó para que luego sicarios, ansiosos por agradar al jefe de las fuerzas armadas federales, cumplieran la sentencia dada en el templete convertido en tribunal. No hubo “derecho de réplica” para Samir Flores Soberanes, ni lo hay para los pueblos que resisten contra el proyecto de muerte llamado “Proyecto Integral Morelos”, megaproyecto que sólo significará ganancias para grandes capitalistas cuyas sedes están en Italia y en la España a la que se le demanda pedir perdón por la conquista que inició hace 500 años y que ahora el mal gobierno continúa. Todo esto ya lo saben ustedes, hermanas, hermanos, compañeros, compañeras. Pero lo repetimos por el coraje y la rabia que nos dan el asesinato de Samir y la soberbia de quien allá arriba cree que manda y ni siquiera gobierna. Nos da rabia y coraje que para los de abajo sólo se ofrezca el desprecio de las limosnas disfrazadas de programas asistenciales o las amenazas por no doblegarse; y que para los de arriba, que son quienes luego traicionarán a quien hoy acarician, haya sonrisas, brindis y declaraciones tranquilizadoras. Compañeros y compañeras: Hermanas y hermanos: Sabemos también que éste, como los anteriores malos gobiernos, quiere secuestrar la imagen de Emiliano Zapata Salazar para que, con su muerte, muera también la defensa de la tierra, que es como nosotros, los pueblos originarios, llamamos a la vida. 8


Y sabemos lo más importante, lo que en verdad cuenta: los pueblos originarios seguiremos en la rebeldía y la resistencia. No importa que nos llamen “conservadores”, o, como hace 100 años a los zapatistas del Ejército Libertador del Sur, “bandidos”. Como sus anteriores, el mal gobierno actual y sus lacayos “modernos” pueden decirnos lo que les venga en gana. Nuestra palabra y silencio son más grandes que sus grititos histéricos. La lucha zapatista pervivirá, los pueblos originarios pervivirán. En las ciudades y los campos de todo el planeta se levanta también la lucha de grupos, colectivos y organizaciones de mujeres, colonos, artistas, jóvenes, científicos, trabajadores, empleados, maestros, estudiantes, otroas. No importa su tamaño, sino su decisión. Con todos ellos, ellas, elloas, con respeto y solidaridad, se habrá de levantar una red mundial de rebeldía y resistencia contra la guerra que, si el capitalismo triunfa, significará la destrucción del planeta. Vendrán y se irán malos gobiernos, pero el color de la tierra persistirá y con él todos los colores de quienes en el mundo se niegan a la resignación y el cinismo, quienes no olvidan y no perdonan, quienes llevan la cuenta de agravios, encierros, desapariciones, muertes, olvidos. En ese pensamiento y ese corazón colectivos, renacerá el mundo que hoy agoniza. Los tiranos de todos los colores se derrumbarán junto al sistema al que sirven. Y para el mundo habrá al fin vida, como debe ser la vida, es decir, libre. Mientras llega ese momento, no dejaremos de traer a cada uno de nuestros días, la vida de lucha de Emiliano Zapata Salazar y de Samir Flores Soberanes. Y en nuestra lucha cotidiana, se hará verdad el grito que hoy es nuestra bandera: Zapata y Samir viven, y la lucha sigue por… ¡TIERRA Y LIBERTAD! Desde las montañas del Sureste Mexicano. Subcomandante Insurgente Moisés. México, abril del 2019.

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Convocatoria al Segundo Encuentro Eacional de Mujeres CNI-CIG en la comunidad nahua de San Juan Volador, Mpio Pajapan, Sur de Veracruz 12 Abril, 2019

“¿Dónde está pues tu lucecita que te dimos?” Con Ramona, Nuestra mayora, color de la tierra Con Bety Cariño, Nuestra hermana asesinada por los cobardes Con Eulodia Díaz y todas las mujeres asesinadas y desaparecidas, Nosotras las mujeres del Concejo Indígena de Gobierno/Congreso Nacional Indígena En armonía con nuestra madre naturaleza, con nuestras ancestras y con todos los buenos espíritus de este mundo, Las invitamos a todas las mujeres que luchan con resistencia y rebeldía por construir un mundo no patriarcal, no capitalista y no colonial (o que quieren aprender a hacerlo) a participar en nuestro SEGUNDO ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES LOS DÍAS 27 Y 28 DE JULIO DEL 2019 (llegada desde el 26 de Julio por la tarde) EN LA COMUNIDAD NAHUA DE SAN JUAN VOLADOR, MPIO DE PAJAPAN, SUR DE VERACRUZ En seguimiento al primer encuentro realizado en Julio 2018 en la comunidad de San Lorenzo Nenamicoyan, Jilotepec, Estado de México, con los siguientes objetivos: 1. Evaluar y compartir nuestros avances relativos a los acuerdos del primer encuentro de mujeres que convocamos las mujeres del CNI 2. Intercambiar nuestras experiencias de lucha para seguir articulando nuestra organización como mujeres anticapitalistas, descolonizadoras y antipatriarcales. 3. Concretizar el acuerdo de formar una red de compartición de saberes. 4. Compartir nuestros sueños y sus expresiones diversas hacia otros mundos posibles. 10


5. Tomar acuerdos para realizar nuestros sueños en la lucha antipatriarcal, descolonizadora y anticapitalista. 6. Seguir tejiendo redes nacionales e internacionales de mujeres comprometidas con la lucha antipatriarcal, descolonizadora y anticapitalista. Favor de registrarse al más tardar el 21 de Julio al siguiente correo: encuentromujcni2019@gmail.com El clima es muy caluroso y húmedo. Nos encontramos cerca de la playa. Para el hospedaje, favor de llevar su casa de campaña, bolsa de dormir o sabana para colocar en el piso. Para la alimentación, habrá comida a la venta por parte de familias de la comunidad (solo se ofrecerá la comida gratuita para las compañeras del Congreso Nacional Indígena). Llevar plato, vaso y cuchara para no contaminar con desechables. Más adelante daremos a conocer las actividades planeadas para este evento. Las indicaciones para llegar se encuentran al final de esta convocatoria Por mientras, les ofrecemos este poema titulado LA RISA Y LA LIBERTAD Somos libres, Somos viento y no tenemos miedo, Somos ave fugaz en la fiesta de la vida. En el trabajo compartido Con las compañeras, los compañeros, Sin patrón ni patrona, Sin acoso ni hostigamiento Sin esclavitud doméstica alguna En la tierra nuestra, en el taller nuestro, la tienda, la escuela o la oficina nuestra Sembramos, hilamos, cocinamos, enseñamos, elaboramos, creamos, curamos, planeamos, vendemos, compartimos, hacemos trueque, Trabajamos cuidando de nuestra madre naturaleza, Nos abrazamos y descansamos y nos reímos. 11


Compañeras. Somos libres en la fiesta de la vida En las asambleas, con la flor de las palabras respetadas En la pareja, en la comunidad, o en la organización En la responsabilidad del cargo y del servicio El acuerdo de cuidar con amor nuestra madre naturaleza Consensamos, nos miramos, nos alegramos y nos reímos. Compañeras, Sin pedir permiso, Cantamos y bailamos, pintamos o jugamos ajedrez, Hacemos teatro y moldeamos alfajería, jugamos futbol o basquetbol Nos divertimos y nos reímos. Sin pedir permiso Amamos, nos enamoramos y nos reímos Cuidamos nuestros cuerpos Sin acoso ni hostigamiento, sin violencia alguna Nuestros cuerpos sanos y nuestras almas sanas Desde la memoria ancestral de nuestros pueblos originarios y la partería Sin pedir permiso, Aprendemos, meditamos, leemos y escribimos Nos educamos entre todas y todos Y compartimos estas enseñanzas con las niñas y con los niños Y con nuestros compañeros también. Estamos aprendiendo todas, todos A respetar nuestras diversidades, a cuidarnos con cariño entre nosotras, nosotros, nosotroas y a la madre naturaleza a la cual pertenecemos, a no dominar, a no imponer, a no violentar Convivimos y nos reímos. 12


Las mujeres, soñamos que somos libres y que no tenemos miedo, Y que en la fiesta de la vida toda, Nos reímos y convivimos con alegría En la casa, en la calle y en el monte que reverdece. Este sueño, El sueño de la risa y la libertad Juntas, hagámoslo realidad Cuidemos esta lucecita que nos regalaron Y hagamos florecer otros mundos posibles

Zapatistas, una transformación de 25 años

Hermann Bellinghausen - Abya Yala - DOSSIER - Abril de 2019 Teoría de la jícara Nos hicieron creer que México era una suerte de jícara grande, madura, reluciente y sólida, de exportación. El gobierno encabezado por Carlos Salinas de Gortari, obsequioso y gallardo extendía la jícara en bandeja de plata al socio de oro, y de ahí al global mercado libre del hemisferio norte. Qué lisa y brillante parecía la jícara, también llamada morro. Y entonces, en la fecha y la hora señaladas, el plop de la champaña se volvió un gulp de incredulidad atronadora en las gargantas de los gobernantes que celebraban. La noche de año nuevo de 1994 la preciosa jícara se cuarteó. Inoportuna rajadura que reventó en un reclamo de elocuencia sin precedentes, un “hoy decimos basta” gritado con fusiles en el puño y caras mal tapadas desde el último rincón de la patria, en las montañas de Chiapas. Por la cuarteadura brotaron incontenibles las palabras de la Primera Declaración de la Selva Lacandona y las imágenes incomprensibles de un ejército campesino e insurrecto que ocupó las sedes de gobierno en algunas ciudades del sureste. Era una declaración de guerra con todas sus letras. Y aquel ejército que no podía ser anunció que avanzaría hasta la capital de la República para derrocar al mal gobierno, con base en el artículo 39º de la Constitución y acogiéndose a las Leyes sobre la Guerra dictadas en la Convención de Ginebra. Parecía un chiste. Un mal sueño. Muchos hubieran querido reír, pero no pudieron. 13


Por la rajadura de la jícara se asomaron en definitiva los pueblos indígenas reclamando su lugar en la nación y en la Historia. Aún hoy parece increíble lo que lograron en una sola noche, cuando declararon: Somos los herederos de los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad, los desposeídos somos millones y llamamos a todos nuestros hermanos a que se sumen a este llamado como el único camino para no morir de hambre ante la ambición insaciable de una dictadura de más de setenta años encabezada por una camarilla de traidores que representan a los grupos más conservadores y vendepatrias. Son los mismos que se opusieron a Hidalgo y a Morelos, los que traicionaron a Vicente Guerrero, son los mismos que vendieron más de la mitad de nuestro suelo al extranjero invasor, son los mismos que trajeron un príncipe europeo a gobernarnos, son los mismos que formaron la dictadura de los científicos porfiristas, son los mismos que se opusieron a la expropiación petrolera, son los mismos que masacraron a los trabajadores ferrocarrileros en 1958 y a los estudiantes en 1968, son los mismos que hoy nos quitan todo, absolutamente todo. Y al pueblo de México le dijeron: Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última, pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático. Nadie se había atrevido a hablarle así al Estado en décadas. Y tratándose de indígenas, en siglos. El nombre del grupo insurrecto, Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), quedaría tatuado para siempre en la piel del Estado mexicano. Indígenas. De inmediato precisaron ser mayas tsotsiles, tzeltales, tojolabales y choles. Y zoques. Ya de ahí podrían ser cualesquiera de los pueblos originarios mexicanos. Despertaron de un campanazo, y con él despertaron al país entero. Y al mundo. 14


¿Saben qué? México resulta ser el país con mayor población originaria en el continente: al menos 25 por ciento del total en las Américas. Suman muchos millones, quizá veinte o más, aunque oficialmente los censos rebajan las cifras en una suerte de genocidio estadístico, propio del método desde siempre. Y aún así son la cuarta parte. El presidente Salinas, todavía pálido días después del año nuevo, en aquel largo enero del 94 y visiblemente disminuido, declararía que los indígenas desafectos al régimen eran unos cuantos. Procedían de tres o cuatro municipios de Los Altos y que ya se estaba atendiendo la situación. Ajá, desplegando millares de efectivos militares en la región, convoyes kilométricos cargados de tropas, aviones, tanques y helicópteros que disparaban y bombardeaban a un blanco que se había esfumado. Así como aparecieron de la noche, volvieron a ella. Se los tragó la selva. Ahora, el gobierno estaba en guerra contra indígenas mexicanos, cuyas razones sonaron convincentes, al menos para que todos voltearan a mirar. Por la grieta de la jícara seguiría saliendo un baño de realidad cual luz (Carlos Monsiváis admitiría que “los zapatistas nos enseñaron a hablar con la realidad”) que nadie pudo contener; al contrario, crecía. La jícara agrietada arrojó una luz nueva, muy nueva, sobre el debate nacional. Y un flamante actor central: los pueblos originarios. Más aún, pareció la resurrección del sueño libertario que había sepultado el muro de Berlín pocos años atrás cuando las grietas acabaron por derrumbarlo. Si Leonard Cohen cantaba que las grietas son por donde entra la luz, el fulgor indígena vino del interior de México mismo, el “profundo”, y nadie pudo decir que no lo había visto. Por mucho que falte todavía, en 2019, para la reivindicación plena de los pueblos originarios, el arco abierto por los neozapatistas de Chiapas ha derribado como naipes cantidad de prejuicios, negaciones, discriminaciones e impunidades. Hoy son visibles y “políticamente incorrectos” el racismo explícito, la discriminación contra la mujer indígena y contra las lenguas originarias. No quiere decir que ya no existan, pero se estrecharon los márgenes para la hipocresía de la sociedad mayoritaria. La jícara se quebró definitivamente. Nunca más un México sin sus pueblos La estela del alzamiento, su impacto en los propios pueblos originarios del país, es un asunto poco atendido por los analistas. Se recordará que la sorpresa de aquel año nuevo había sido anunciada. A mediados 15


de 1993, medios nacionales y agencias internacionales reportaron un choque del Ejército federal con algún tipo de guerrilla en las cañadas de Ocosingo, cerca de Chalam del Carmen, a las puertas de la selva Lacandona de los tzeltales. El gobierno lo minimizó inmediatamente, el Ejército negó la existencia de guerrillas, y esto sin contar que el nuevo secretario de Gobernación había gobernado autocráticamente la entidad hasta pocos meses antes. El Estado suponía que la situación estaba bajo control. El año siguiente habría elecciones y el peligro cardenista pareció conjurado al incorporarse la izquierda al sistema electoral y quedar en su “tamaño real”. Nadie previó que los vientos del cambio vendrían de tan abajo. ¿De cuándo acá los indios representaban un desafío real para el Estado? Eran clientes, nada más. Pero los vientos no previstos sí venían soplando allá abajo. En el otoño de 1993 la casualidad, si acaso existe, me llevó de San Cristóbal de Las Casas a la cañada tojolabal de Las Margaritas, hasta una comunidad, entonces semirremota, llamada Cruz del Rosario. Que a visitar unos cafetales. No yo, mis acompañantes. Yo iba “de gorra”. Y allá vamos en un camioncito de redilas cañada adentro. En Cruz del Rosario, nuestro anfitrión, un poblador tojolabal, nos contó de sus cacerías de quetzales en la montaña, de a cuánto los vendía, sobre todo vivos. Con la misma falta de pudor narró el tránsito de “guerrilleros”, que venían del rumbo del Tepeyac (Guadalupe Tepeyac, que en pocos meses devendría famoso) y a los que se les conocían dos mandos: uno alto, un poco pelirrojo; otro chaparrito, “indígena pero no de por aquí”. Con el tiempo sería fácil deducir que se trataba del subcomandante Pedro y el mayor Moisés del EZLN. No recuerdo que los aprobara ni desaprobara. Prevalecía un peculiar nerviosismo en todas partes. En San Cristóbal y Ocosingo los comerciantes caxlanes sufrían visiones apocalípticas. Días atrás en Jovel, durante el vigésimo aniversario de la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC) desairada por el gobierno salinista al cual se había entregado su dirigencia, la poderosa organización de productores indígenas, aún indivisa pero ya mermada, pasaba escalofríos. “Nos están quitando a nuestros muchachos” se lamentaban dirigentes y asesores caxlanes con paternalismo galopante y cálculos políticos sin fundamento. 16


Abundaban los signos de “algo” grave. Cada vez más radicalmente indígena en su orientación, la diócesis encabezada por Samuel Ruiz García vivía asediada, los coletos “auténticos” y los ganaderos de la región les traían ganas al obispo, a sus párrocos y catequistas, a las comunidades liberadas, al novel Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, que hoy apodamos Frayba. En las organizaciones y uniones históricas (Confederación Nacional Campesina [CNC] Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos [CIOAC] y la ARIC) la conmoción interna era evidente. Los católicos “tradicionales” de San Juan Chamula apenas habían depuesto las armas criminales contra las “sectas protestantes”, con lo que provocaron el éxodo de más de 30 mil chamulas a San Cristóbal y la frontera. En tanto, la telaraña del secreto crecía en los barrios, las cañadas, las escuelas y los conventos. Luego del casi autocrático dominio del gobernador Patrocinio González Garrido hasta pocos meses atrás, cuando su primo político, el presidente Salinas, le acortó la rienda trayéndolo a Gobernación, Chiapas parecía estar sin gobierno o tenerlo en otra parte (un síndrome recurrente en la entidad). Nada permitió prever el tamaño del impacto que tres meses después tendría la irrupción del que resultó ser Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Inmediato, profundo, mundial, sorprendió a los insurrectos, a la Iglesia católica y al gobierno. Extasió a los medios. Las semanas posteriores al primero de enero de 1994 revelaron un movimiento amplísimo, organizado y disciplinado, pleno de sentido, de ideas y experimentos, de gravedad política y humor inéditos. Su base, su todo residía en la fuerza telúrica de miles de indígenas encapuchados, armados, en rebeldía. Muchos fueron los efectos imprevistos de la rebelión que movilizó multitudes en el país entero, generó redes de solidaridad de nuevo tipo e inspiró ríos de tinta, fotografía, video (en internet, por entonces incipiente, los comunicados del EZLN se traducían el mismo día al inglés, italiano, alemán, francés y otras lenguas), cuyos mensajes propiciaron la creación de géneros musicales y artes propagandísticas que Europa y las Américas volteaban a ver con asombro. 17


Menos evidente, ignorado por todos, el impacto de mayor calado ocurrió en los propios pueblos originarios. Comunidades e individuos de todo México aprendieron que sin miedo se podía. Abrazaron sus lenguas. Las mujeres se supieron aludidas como nunca antes. Los jóvenes vislumbraron otra modernidad posible: un mundo donde cupieran muchos mundos. Donde cupieran ellos. Las montañas y la selva Lacandona se abrían a una experiencia de gobierno y lucha en evolución. Los rebeldes se legitimaron en sus acciones y su lenguaje. Con la palabra de su lado, los indígenas llevaron la batuta por primera vez en la historia de México. Un país muy otro Hay triunfos que parecen derrotas: el movimiento estudiantil de 1968, el fraude de 1988, la huelga del Consejo General de Huelga en 1999. Por distante que parezca el 94 en 2019, sigue aquí ese México de rapiña capitalista, regocijo liberal y baños de realidad repentinos y brutales. Aquel evento dio origen a nuevos sueños sociales. También a una guerra intestina “de baja intensidad”, la cual, mutatis mutandis, continúa hoy en esas mismas montañas de Chiapas y en muchas montañas y llanuras de la república. El gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León inauguró la era moderna de masacres y matanzas, y renovó la palabra genocidio. Desde el 9 de febrero de 1995, la ruta que traza el Estado es contener militarmente, sitiar y, sobre todo, traicionar sistemáticamente sus acuerdos y compromisos. Otorga a los indígenas el estatuto de enemigos del Estado. En Aguas Blancas, Guerrero, vimos el primer zarpazo en junio de 1995. Así, se construye metódicamente una contrainsurgencia fratricida entre choles en la zona norte de Chiapas, mientras dialoga con los comandantes rebeldes en la selva tzeltal y en San Andrés Larráinzar. Se apilan los muertos para bloquear los diálogos, pero en abril de 1996 se firman unos primeros acuerdos. Fue notable la participación en los diálogos de representantes de pueblos indígenas de todo el país. Le gustara o no al gobierno, el asunto era nacional y debía plasmarse en la Constitución. Zedillo decidió no cumplir, descaradamente. Agudizó la contrainsurgencia y la extendió a Chenalhó en la región tsotsil. Más muertos, hasta llegar a la masacre de Acteal el 22 de diciembre de 1997, y luego, durante 1998, las de El Bosque por ahí mismo en Los Altos, El Charco (otra vez Guerrero) y la ofensiva contra los zapotecos de la región loxichas, Oaxaca. 18


Resulta que los indios importan, y para el Estado no por las mejores razones. Una y otra vez Zedillo intenta rebasarlos, ignorarlos, negarlos. Deja militarizado Chiapas y entrega el gobierno a doce años de derecha confesional, aún más impotente para enfrentar el desafío de los indígenas. No obstante, la “guerra” contra el crimen organizado desatada por Felipe Calderón Hinojosa en 2007 tiene como primer efecto arrinconar militar y paramilitarmente, no ya a los rebeldes del sur y el sureste, sino a buena parte de los pueblos originarios. Eso paralizó proyectos de autogobierno y movimientos nacionales como el Congreso Nacional Indígena, fundado en 1996 bajo inspiración zapatista. Pocos lo percibieron, los medios no lo registraron: Calderón logró llegar al 2010 con el país en llamas y los indios arrinconados. En Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chihuahua y Chiapas siguieron muriendo comuneros, y el centenario de la Revolución no pudo ser el campanazo que muchos esperaban, un poco a la manera de 1992, cuando el fracaso celebratorio del V centenario atizó la erupción definitiva de los indígenas continentales. Un cuarto de siglo después del alzamiento zapatista, y a la vista de sus innumerables consecuencias, es evidente que mucho cambió. Los pueblos se alzaron en el sentido cultural, de organización, simbólico y hasta lingüístico. Desde inicios del siglo XXI se ha desatado en el país una febril escritura literaria en las lenguas mexicanas, con obras y autores que merecen un lugar. Hace 25 años eso no existía, ni era previsible. La literatura como señal de vida. El Estado se presenta hoy como liberal de los de antes, nacionalista, y vuelve a topar con la piedra ineludible de los pueblos originarios, sus derechos, territorios y gobiernos propios. Andrés Manuel López Obrador promete desarrollar, no reprimir; consultar, no imponer. Para él, los pobres son primero, y como los indios son “pobres” por antonomasia, pues primero los indios, que dejarían de ser pobres. Sólo que los proyectos del Estado y la tendencia capitalista global siguen exigiendo que dejen de ser indios: lengua y bordados como folclor, sin territorio ni gobierno propio, como siempre. Pero hace ya 25 años que para los pueblos originarios las cosas dejaron de ser “como siempre”.

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¿Sembrando vida? Amenazas a la vida campesina de montaña Silvia Ribeiro - El sueño de la razón - 17 abril 2019

Al igual que en muchos otros gobiernos progresistas (así, sin comillas, porque justamente un problema central es su concepción industrial-capitalista del progreso) el gobierno de López Obrador en México se ha enfocado principalmente en favorecer el desarrollo industrial, incluida la agricultura industrial y los proyectos de infraestructura que favorezcan la exportación, como el Tren Maya y el Corredor Transítsmico del Istmo de Tehuantepec. El argumento oficial es que estos proyectos generarán empleo y crecimiento económico. Pero esto beneficia directa y principalmente a los intereses de las grandes empresas nacionales y trasnacionales, que verán aumentar sus lucros significativamente, en muchos casos, con trabajadores subvencionados por programas sociales del gobierno. Como si esto no estuviera claro, el anuncio de López Obrador de que Trump quiere invertir en el Tren Maya, debería dejar fuera cualquier duda. La contrapartida de la inversión estatal en estos megaproyectos son los programas sociales, la mayoría asistenciales, pero también algunos llamados proyectos productivos, muchomenores en dinero que los megaproyectos, pero con gran capilaridad de alcance. Uno de ellos es el programa Sembrando vida, cuyo objetivo esreforestar un millón de hectáreas, sobre todo en ejidos y comunidades. El programa asienta que México es un país rico en biodiversidad, y que ésta se encuentra sobre todo en zonas rurales con gran presencia de ejidos y comunidades indígenas, que reconoce son quienes “mediante sus conocimientos y prácticas tradicionales, han sabido preservar los recursos que posee su entorno y que son parte de su patrimonio natural”. También señala que son las zonas de mayor pobreza. Se dirige a quienes sean propietarios de 2.5 hectáreas quesea necesario reforestar, en las cuales se aplicarán sistemas agroforestales (árboles frutales con hortalizas, cacao, maíz), con asesoría técnica provista por el Sembrando vida. Los beneficiarios reciben 5,000 pesos mensuales, de los cuales 500 pesos se destinan a un fondo de ahorro. 20


El programa no suena mal en el papel, pero tiene aspectos negativos que no surgen en una primera mirada y que las comunidades recién comienzan a entender. Un primer factor es que el dinero en efectivo es el incentivo principal para algunos propietarios, que para poder hacerse acreedores del programa, recurren a la tala ilegal, incluso de especies nativas muy valiosas, para mostrar que tienen áreas donde se puede aplicar. Al respecto, la organización Calixaxan de Veracruz, denunció que detectaron el “derribo total de un sistema agroforestal de café bajo sombra de cedro rojo y chalahuites y otro de cedros rojos jóvenes”, por parte de los dueños de los predios, para poder acceder a Sembrando Vida. La organización asegura que hay otros ejemplos parecidos en las zonas boscosas de Puebla y Veracruz. Casos similares se nombraron también en otros estados en ocasión de la asamblea de la Red en Defensa del Maíz, el 23 y 24 de marzo en la comunidad de San Juan Bautista Sahcabchén, en Hopelchén, Campeche. La red es un espacio de encuentro, reflexión y acción de comunidades indígenas y campesinas, organizaciones de la sociedad civil y académicas, que partió de la necesidad de actuar contra el maíz transgénico hace ya casi dos décadas. Como el cuidado del maíz no se puede separar de los pueblos que lo crearon, es también un espacio de defensa de la comunidad y la vida campesina, la tierra, el agua, los territorios. Verónica Villa y Ramón Vera Herreradan cuenta en Ojarasca de varios de los temas que allí se trataron. Obviamente, al estar en la Península, el proyecto del Tren Maya y los riesgos que representa fue uno de los temas en discusión. Quisiera completar ahora el análisis de Sembrando Vida con las informaciones y discusión que tuvieron lugar en la asamblea de la Red en Defensa del Maíz. Representantes de varios estados dieron cuenta de casos de tala ilegal y deforestación para poder acceder al programa. Sin embargo, pese a su gravedad,este es un aspecto perverso pero no intencional del programa. Otros sí lo son. Por ejemplo, éste y otros nuevos programas han puesto un énfasis particular en la relación directa de cada adulto o jefe/ jefa de familia con el gobierno. Según las autoridades, esto es para evitar intermediarios que manipulen la entrega de recursos. Pero al 21


mismo tiempo se establece una relación individual con los programas de gobierno, que deja de lado la consideración de éstos en las asambleas comunitarias y ejidales. Es una forma de socavar la discusión de los impactos de los programas por parte de la comunidad, que siempre va más allá de la perspectiva individual, ya que toma en cuenta potenciales afectaciones a todo el territorio, los recursos de la comunidad o ejido, factores sociales y de futuro. En el caso de Sembrado Vida, posiblemente el mayor impacto será el socavamiento de la agricultura campesina e indígena de montaña. Como explicó Álvaro Salgado de CENAMI, el millón de hectáreas que se quiere sembrar con este programa, está sobrepuesto a la región de agricultura indígena de montaña. Este tipo de agricultura, llamada también agricultura itinerante o de acahuales y que en muchos casos integra el método que se llama tumba-roza-quema, es un método tradicional milenarioque se practica en zonas montañosas de México y del mundo. Es una forma de cultivar en los bosques, abriendo espacios de siembra en zonas a las que solamente se vuelve luego deperíodos largos, que usualmente son de 10 a 25 años, pero incluso pueden llegar hasta 80 añosde rotación. De esa forma, hay una convivencia armónica de los pueblos con los bosques y territorios: el bosque se regenera y los pueblos obtienen más alimentos. Las comunidades que utilizan este tipo de agricultura tienen un conocimiento y comprensión profunda y geográficamente muy amplia del territorio, además de una relación intensa con muchas otras comunidades, para poder trabajar en el conjunto, en zonas y ciclos que permiten la siembra de alimentos y la regeneración del bosque. Muchas de las comunidades que la practican han recibido reconocimientos al cuidado forestal. No obstante, este tipo de agricultura ha sido de más en más criminalizado, acusadoinjustificadamente y en forma errónea por grandes organizaciones conservacionistas de que provocan degradación forestal, en la mayoría de los casos como una forma de apropiarse de los territorios de esas comunidades para su propios proyectos, sea de conservación, venta de servicios ambientales uotros. Ahora, el programa Sembrando Vida es una nueva amenaza a esas formas de vida campesina, ya que significan la imposición (blanda y financiada, pero imposición al fin) de una forma de producción fija, 22


que impedirá la rotación de zonas de siembra que ha sido tradicional por siglos. Además, se les indica qué tipo de cultivos y unas pocas variedades de árboles frutales se deben plantar, lo cual limita la diversidad y el uso de especies locales y nativas. Por tanto, este programa, convergente con los demás proyectos y programas del gobierno, promueve la destrucción de la comunidad como forma fundamental de toma de decisiones sobre el territorio. También, lo hace con la presencia de funcionarios que gestionan los programas y técnicos que la comunidad no solicitó, que sepresentan como “apoyo” al programa, lo cual aparece como necesario porque las especies a plantar no son las que usan normalmente. Esto se agrega al impacto en esas áreas de normativas que gobiernos anteriores establecieron para intentar “ilegalizar” este tipo de agricultura itinerante, porque la rotación y coordinación entre comunidades inhibe la privatización y el despojo territorial para otros proyectos. Es muy ilustrativo el caso de Santiago Lachiguiri, en Oaxaca. La diferencia con programas anteriores en estas zonas, es que ahora es que el programa vienecon un incentivo económico mucho mayor, una cifra difícil de rechazar especialmente desde una perspectiva individual. Y esto a su vez, se convierte en un mecanismo favorecido por el programa para ignorar y erosionar la autoridad de las asambleas comunitarias.

Aguas y movimientos

Raúl Zibechi - En Movimiento - 15 abril 2019 Nadie se sorprenderá si decimos que el agua está siendo utilizada como arma de guerra contra los pueblos. El caso de la Franja de Gaza habla por sí solo. Sin embargo, no tenemos aún idea de la magnitud del fenómeno, ya que acostumbramos a considerar que los casos más conocidos son más bien excepciones. Nada más equivocado. Millones de personas carecen de agua en las grandes urbes de América Latina, en particular en Sao Paulo y Ciudad de México. No hay cifras claras sobre los problemas de abastecimiento, pero se puede asegurar que cada vez más el agua está contaminada, escasea y, en consecuen23


cia, está siendo militarizada por los estados. El cambio climático y la creciente desigualdad juegan contra los sectores populares que son los más afectados por la crisis en el suministro de agua potable de calidad. En El Salvador el 90 por ciento del agua está contaminada, llena de químicos como el glifosato, como destaca un reciente estudio. En Uruguay, que era un país con buena calidad de agua y de servicios en general, este verano las playas desbordaron de cianobacterias producto de la sobre utilización de glifosato en los cultivos de soja transgénica. El resultado es que las familias de clase media pueden comprar filtros de carbono para purificar el agua (200 a 500 dólares por unidad), mientras los sectores populares la consumen contaminada. En Brasil la Agencia Nacional de Aguas acaba de publicar que en 15 años habrá 55 millones de habitantes de zonas urbanas con riesgo hídrico, lo que impone la realización de obras millonarias para las que no hay presupuesto. En 2016 había 812 municipios (de los 5.000 que tiene el país) que eran atendidos con camiones cisterna, siempre vigilados por militares ante el riesgo de asaltos. La agencia reconoce que aunque se realizaran todas las obras programadas, igualmente habrá millones de personas sin acceso al agua. El primer punto a tener en cuenta, es que esta realidad indica que los estados serán incapaces de suministrar agua, un derecho humano básico. Además, los estados están procediendo a privatizar el recurso. El VII Encuentro Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia, realizado el 16, 17 y 18 de noviembre de 2018, denunció “la transformación de las empresas públicas municipales en empresas privadas y mixtas por acciones, y la persistencia de hacerlo con nuestros acueductos comunitarios; la pérdida de la autonomía municipal y territorial de los gobiernos locales en el manejo de sus recursos para agua y saneamiento y el arrasamiento de las comunidades organizadas como entramados construidos solidariamente por las gentes”. En Colombia existen 12.000 acueductos comunitarios que abastecen el 40% del agua en zonas rurales y el 20% en las ciudades, pero el gobierno derechista de Iván Duque se propone privatizarlos, en lo que consideran “violencia institucional” (http://redacueductoscomunitarios.co). Mientras persista el modelo neoliberal el manejo comunitario 24


del agua está en peligro, tanto por los intentos de privatización como por el ataque frontal del Estado, los grupos paramilitares y el narcotráfico al tejido comunitario que sostiene los acueductos. La segunda cuestión, es que corresponde a los movimientos antisistémicos garantizar el derecho al agua, ante la colusión entre estados y empresas monopólicas para hacer del agua un gran negocio. La experiencia colombiana es importante pero no es la única. La apuesta a las comunidades no es banal: se trata de redes de organizaciones de base, enraizadas en la vida cotidiana en los territorios de los pueblos originarios, negros, campesinos y periferias urbanas, los que van a hacer realidad el control popular del agua, desde la exploración y el suministro hasta el saneamiento. Incluso en las ciudades hay experiencias notables, como la de Cochabamba en Bolivia. En Ciudad de México, una de las urbes más afectadas por la escasez del recurso, existe un puñado de movimientos que han sido capaces de resolver con su trabajo militante el acceso al agua. Destaco la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en Iztapalapa (una de las zonas más afectadas por la escasez). La comunidad de 600 familias ha sido capaz, en plena zona urbana, de combinar la recepción del agua entubada, con la recogida y almacenaje del agua de lluvia tratada con filtros, y la construcción de pozos. De ese modo es muy difícil que consigan estrangular al movimiento. Los ejemplos que nos dan algunos movimientos deben ser recogidos y analizados por las organizaciones populares, para intentar resolver un problema grave para la autonomía de los de abajo.

Zapata se queda Al-Dabi Olvera*

Por un siglo, la memoria de Emiliano Zapata ha permanecido en disputa. Inclusive, en 1979 ocurrió una lucha por el propio cuerpo del Caudillo del Sur. El entonces presidente José López Portillo quiso culminar los festejos por el natalicio del jefe rebelde con el traslado de sus restos de Cuautla hacia el Monumento a la Revolución. López Portillo le otorgaría a Zapata el grado de general de división post mortem y a cambio repar25


tiría 500 millones de pesos en obras en lugares donde surgió el Ejército Libertador del Sur. Quizás nunca pensó que desataría una insurrección. Y es que los intentos de apropiación de la figura de Zapata a manos del gobierno mexicano son viejos y constantes. Tanalís Padilla cuenta en Después de Zapata que Calles realizó el primer homenaje al jefe suriano tan sólo cinco años después de su ejecución. Padilla escribe: “en las décadas siguientes hubo distintas batallas en torno a las celebraciones públicas relativas al mártir agrario”. En los noventa, Carlos Salinas llamó a uno de sus hijos Emiliano; realizó en nombre de su héroe las reformas privatizadores del artículo 27. En contraste, le explotó el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Vicente Fox realizó la turística Ruta Zapata, y los neozapatistas le contestaron con la multitudinaria Marcha del Color de la Tierra para exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés. Así ocurrió en 1979. Plutarco Emilio García cuenta en su libro Zapata en el corazón del pueblo que en aquella década los campesinos “resucitaron” el agrarismo. Durante un congreso en Cuautla (6 a 8 de agosto) los campesinos realizaron denuncias por despojo y represión. Para clausurar el congreso, el hijo de Zapata, Mateo, invitó a López Portillo y a Antonio Toledo Corro, entonces secretario de la Reforma Agraria, acusado de latifundista. El acto les reventó y tuvieron que salir corriendo ante las protestas de los presentes. Los campesinos se reunieron de nuevo en octubre y crearon la Coordinadora Nacional Plan de Ayala. Su primera acción fue montar guardias en la Plaza Revolución del Sur para evitar el traslado del cuerpo de Zapata que ahí descansa. La convocatoria fue masiva. Veteranos zapatistas, campesinos, luchadores sociales no sólo de Morelos, también de Puebla, Guerrero y otros lugares, cuidaron el cuerpo del jefe revolucionario. Una manta que ondeó en la plaza durante aquella época decía: “Zapata se queda”. Este levantamiento, uno de los más emocionantes y olvidados de la lucha por la memoria zapatista, causó que López Portillo se desistiera y el cuerpo del caudillo se quedara con sus viejos combatientes y los movimientos sociales. Su memoria acompañó la lucha de las mujeres y hombres que siguieron a Rubén Jaramillo, la gran marcha de 50 mil personas enca26


bezada por los veteranos zapatistas en 1981, el levantamiento zapatista de 1994 y todas sus convocatorias. Sí, la figura de Zapata es también un ícono pop: playeras, timbres, monedas, billetes de lotería; pero la mirada recia de Zapata aparece como símbolo de resistencia en Atenco, en los barrios chicanos de Estados Unidos, en Palestina misma; inclusive, su recuerdo se encuentra imbuido de un halo místico en Morelos. Hoy, a 100 años de su asesinato, a 40 años de que el gobierno intentó mover sus restos, Zapata sigue en disputa, esta vez entre un gobierno federal izquierdista liderado por Andrés Manuel López Obrador y los movimientos que luchan ya no por el reparto agrario, sino contra la devastación de sus territorios ante diversos megaproyectos extractivos. Mediante decreto presidencial, López Obrador inauguró en enero de 2019 el año de Zapata en Ayala, Morelos. Ahí, familiares del insurgente y cientos de campesinos le pidieron al Presidente que cancelara la termoeléctrica, el gasoducto y el acueducto que les fue impuesto durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. López Obrador prometió dar una solución, pero cambió la jugada y realizó en Morelos una polémica consulta que, en la zona donde nació el caudillo, perdió. La Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos insiste: “No puede haber homenaje legítimo a Zapata si no cancela la termoeléctrica. La mejor manera de hacerle un homenaje es defender la tierra”. Días antes de la consulta, el defensor ambiental Samir Flores fue asesinado. Es inevitable no asociar a Samir con Zapata. Una semana antes de morir, Flores comparó su desencuentro con López Obrador con el que tuvieron Zapata y Madero ante el incumplimiento de sus demandas. Este 9 y 10 de abril, el Congreso Nacional Indígena, ligado al zapatismo de Chiapas, acudió al pueblo de Samir y luego a Chinameca para defender la memoria del Caudillo del Sur, y de su compañero caído 100 años después. A Zapata le tocó encausar un proceso que comenzó hace siglos en su tierra. Y hoy le toca poner la mirada a la propuesta política emancipatoria más profunda surgida en México. Como Jesús Sotelo Inclán escribió en su libro Raíz y razón de Zapata: “Zapata vive, y vivo lo encontré entre sus labriegos, que lo esperan y piensan que ha de volver”. Hoy, entre quienes defienden la tierra, Zapata no está muerto, sino sembrado. * Cronista 27


Otra traición a Emiliano Zapata Gloria Muñoz Ramírez - Los de Abajo

El centenario del asesinato a traición de Emiliano Zapata fue conmemorado frente a la termoeléctrica de Huexca, Morelos, con una acción en defensa de la tierra, el aire y la vida. Fue un acto de repudio a una política de despojo y desprecio, una acción de los pueblos del Volcán y de indígenas, campesinos y activistas de otras geografías que fueron a apoyarlos. La termoeléctrica está prácticamente terminada, pero los pobladores no han dicho la última palabra. Todos recuerdan el ruido ensordecedor durante los tres meses en los que se hicieron las pruebas. “Como un avión despegando en tus orejas”, dicen. La gente y los animales temblaron, los pajaritos dejaron de volar y la incertidumbre se apoderó de todos, incluidos los que recibieron recursos del gobierno para obtener su apoyo y hoy rechazan el proyecto. El recuerdo de Samir Flores, luchador social nahua, opositor al Plan Integral Morelos, recorrió las acciones del centenario. Su nombre fue escrito con pintura roja en las paredes de la termoeléctrica, imágenes de su rostro fueron pegadas en paredes y cristales. Y la historia de este activista asesinado en febrero pasado se unió este 10 de abril a la de Zapata. De ese tamaño su lucha. Un templete vacío con el escudo del gobierno federal permaneció como mudo testigo de un acto oficial que no se pudo celebrar en Chinameca, a donde el presidente López Obrador había anunciado que asistiría para conmemorar al general revolucionario. Indígenas y campesinos de 23 estados de la República impidieron esa celebración. Ahí estuvieron el Congreso Nacional Indígena, los campesinos de Atenco y madres y compañeros de los 43 de Ayotzinapa. Wixárikas, tepehuanos, nahuas, binnizá, purépechas, otomíes y mazahuas, entre otros, se dieron cita justo en el lugar de la traición histórica. Los pueblos se declararon en alerta ante la urgencia con la que las empresas y gobiernos se apoderan de sus territorios. Y denunciaron a quienes garantizan al gran capital el funcionamiento de la termoeléctrica, el gasoducto y el acueducto. El alivio, dicen, vendrá de abajo. Desinformémonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx 28


El zapatismo: lo propio y lo ajeno Magdalena Gómez

Dentro de las más diversas antinomias que se viven en el país, entre el nuevo gobierno federal y los pueblos indígenas que se oponen a megaproyectos y defienden su autonomía y territorios, encontramos que el 10 de abril, al cumplirse 100 años del asesinato de Emiliano Zapata, se mostraron con claridad elementos que permiten preguntarse si de parte oficial hay en efecto ruptura con la trayectoria de apropiación de liderazgos históricos cuya raíz corresponde a los pueblos y cuyas demandas han heredado y reivindican en los tiempos actuales. No es casual el nombre del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como no lo es la reiterada consigna, para nada retórica, de “Zapata vive, vive, la lucha sigue y sigue”. Emiliano Zapata permanece en vínculo estrecho y simbólico con las luchas y demandas de los pueblos de Morelos y otras regiones del país. En el poco tiempo que lleva frente al nuevo gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha marcado una distancia insalvable con sus decisiones ante el Proyecto Integral Morelos (PIM), en abierta contradicción con el respaldo que había ofrecido a los pueblos opositores al mismo, en sus tiempos de aspirante. Como sabemos, ya investido de poder, el pasado 10 de febrero acusó en Cuautla a sus líderes de radicales conservadores y anunció para los días 23 y 24 de febrero una llamada consulta ciudadana para intentar validar la operación de la termoeléctrica Huexca. Muy significativo fue que la reafirmó sin considerar siquiera la necesidad de cancelarla, ante la noticia del asesinato en Amilcingo, tres días antes, de Samir Flores, líder y vocero de los opositores al PIM. Al contrario, su primera reacción fue confirmarla e insinuar que ese crimen buscaba la suspensión. Quiénes y por qué lo eliminaron sigue sin esclarecerse. Ahí se encuentran las razones para el masivo rechazo a su presencia en Chinameca en el referido aniversario. La lideresa de Huexca Teresa Castellanos afirmó categórica: “Estamos contra López Obrador porque él está en contra de nosotros, pero nosotros no venimos a hacerle la 29


guerra; él vino a hacernos la guerra”. Ante tal evidencia, el Presidente trasladó la conmemoración a la Plaza de Armas de Cuernavaca, donde destacó los ideales del héroe revolucionario, en compañía de parte de su gabinete, el gobernador de Morelos y legisladores. Fue muy contrastante con la conmemoración popular, en Chinameca, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala; la Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos; el Congreso Nacional Indígena; el Concejo Indígena de Gobierno y las redes de apoyo al CIG. Ahí se refrendó la ruptura con el nuevo gobierno federal, la oposición a la termoeléctrica de Huexca y al gasoducto que la acompañaría, así como la exigencia de justicia para Samir Flores. En ese acto, Marichuy, quien fue propuesta para aparecer en la boleta electoral de 2018 como candidata a la Presidencia, leyó un pronunciamiento del EZLN, firmado por el subcomandante Moisés, quien denunció que en su territorio se ha incrementado la presencia militar igual que se hacía en sexenios pasados, y señaló que el actual gobierno federal “quiere secuestrar la imagen de Emiliano Zapata Salazar para que, con su muerte, muera también la defensa de la tierra, que es como nosotros, los pueblos originarios, llamamos a la vida”. Ante tal postura compartida por amplios sectores indígenas y campesinos que realizaron sus propios homenajes en otras regiones del país, muy pálido aparece el decreto presidencial que declaró 2019 el año de Zapata. Esta dispu­ta es no sólo por la historia, sus liderazgos y reinterpretaciones, sino por la vida misma de los pueblos, me evocó al texto clásico de Guillermo Bonfil sobre el control cultural que analizó lo propio y lo ajeno, y que bien podemos trasladarlo al control político cuando refiere que aunque los elementos culturales, e histórico-políticos, agrego, siguen siendo propios, “la decisión sobre ellos es expropiada. El bosque es de la comunidad, pero lo tala una compañía maderera de acuerdo con sus intereses, con sus obreros y sus máquinas”. Bonfil anotó procesos básicos: la respuesta autónoma como resistencia en defensa a lo propio frente a imposición, ante la agresión, ante la dominación ajena. También dio cuenta de lo que llamó presión desproporcionada, que para el caso, se está expresando en los planes gubernamentales de imposición de megaproyectos aparte del PIM, el Tren Maya, el Corredor Transístmico, confiados en el respaldo al Presidente, electo con 30 millones de votos. Finalmente, poco juarista está resultando el actual gobierno con aquello de que el respeto al derecho ajeno es la paz. El de los pueblos no es propio del Estado. Ante amenazas de despojos, nada augura la paz. 30


El siglo de Zapata Gustavo Esteva

A 100 años del asesinato de Zapata, circula ya la versión de que éste podría ser su siglo. El relato empieza con un ajuste de cuentas. Los historiadores registran la traición de Madero y cargan el crimen en la cuenta de Carranza. Pero la traición, el crimen y el empeño aún más grave de asesinar la memoria de Zapata deben atribuirse a los “revolucionarios” de 1910, a los “gobiernos de la Revolución” hasta José López Portillo y a todos sus sucesores, hasta hoy, así como a las élites a cuyo servicio han estado. Una forma simple de empezar el ajuste de cuentas es hacerlo con el ejido. El zapatismo buscaba recuperar los espacios en que los pueblos practicaban sus formas de vivir y gobernarse. En la Comuna de Morelos, como llegó a llamarse aquella experiencia notable, los pueblos recibieron reconocimiento completo y a perpetuidad de sus tierras y aguas, de sus ejidos. Las leyes que Zapata hizo valer en 1916 y 1917 les garantizaban autonomía y formas propias de gobierno. El “Estado” se formaba paso a paso como “comunidad de pueblos”, de naturaleza anticapitalista. Desde Carranza, en cambio, los gobiernos sólo han querido actualizar y administrar las formas políticas de la sociedad capitalista, para su expansión, adaptándose a las modas y exigencias de los últimos 100 años. Para ese diseño, tenían que asesinar a Zapata y liquidar o pervertir el zapatismo. Hicieron compromisos con muy diversas facciones. Ninguno era posible con el zapatismo. No cabe en ese diseño. Aunque la Constitución de 1917 representó una fórmula de compromiso, quedó en ella una fórmula marrulleramente antizapatista. Tras reivindicar que la tierra es de la nación, se afirma que “ella” puede constituir la propiedad privada al transferir su dominio a particulares. Se afirma también el derecho de quienes carezcan de tierra suficiente a que se les dote de ella y el derecho de quienes guarden el estado comunal de disfrutar en común sus tierras, pero sujetando todo esto a la ley del 6 de enero de 1915, de Carranza. En esa ley se planteó expresamente que no se trataba de “revivir las antiguas comunidades, ni de crear otras semejantes, sino únicamente de dar tierra a la pobla31


ción miserable que carece de ella”. De este modo quedó grabado en la Constitución su aliento antizap en todas las leyes agrarias formuladas desde entonces. Puesto que la “nación” sólo adquiere existencia real en el gobierno, todo lo relativo a tierras y aguas quedó en estos 100 años en las manos de una entidad cada vez más incompetente y corrupta, siempre al servicio del capital. Por un siglo los pueblos han tenido que padecer todo tipo de atropellos y enfrentar toda suerte de obstáculos para defender sus derechos originarios, los que tenían mucho antes que la “nación” adquiriese una forma de existencia legal, esos derechos que el zapatismo reconoció plenamente. La reivindicación actual no significa regresar a 1992, cuando se liquidó el régimen agrario de la Revolución y se dio fin a la anomalía, en una sociedad capitalista, de que una parte de la tierra estuviera fuera del mercado y de la propiedad privada. La reforma liberó al ejido “carrancista”del férreo control estatal, pero sólo para someterlo al del mercado. Lo que hoy hace falta es desmontar el delirio antizapatista de 100 años, que al supeditar a los pueblos al Estado o al mercado subordina todo al capital. El referente no es 1917, 1992 o los años anteriores a la reforma salinista. Es el zapatismo de Zapata, la Comuna de Morelos. Esto es lo que reclama el zapatismo de hoy y lo que se habría acordado en San Andrés. Del mismo modo que consultas manipuladas pretenden estar ajustadas a normas nacionales e internacionales, se prepara ahora el “cumplimiento” de los acuerdos. Es una trampa infame. En vez de respetar plena autonomía de los pueblos y la decisión de seguir su propio camino, la actual administración se ha propuesto someterlos. Sus proyectos estelares, el Tren Maya y el Corredor Transístmico, tienen un signo claro: subordinar la vida de la gente del sureste a una lógica que les es enteramente extraña… ¡por su propio bien! Se habla de ecoturismo o de empresas turísticas comunitarias como velo encubridor. Las grandes empresas turísticas no invierten ya en hoteles, trenes o líneas aéreas: son dueñas de turistas y los mueven de un lado a otro en función de los arreglos que imponen a los agentes locales. El corredor quiere someter una de las zonas más ricas del país a una lógica del comercio internacional en que ni los pobladores ni el gobierno mexicano tendrán mayor cosa que decir o hacer. 32


La tradiciรณn de Emiliano Zapata, que el EZLN actualizรณ y renovรณ, apunta hoy a formas de existencia social que representan una innovaciรณn radical. Circulan por el mundo como baluartes ante el horror y como posibilidades reales de mundo nuevo. Este ha de ser su siglo, cuando la gente construirรก su vida sin subordinarse al Estado o al mercado, al capital. gustavoesteva@gmail.com

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 24 de abril de 2019


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