CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 31 de julio de 2019
1
COMUNICADOS
Declaratoria Final Del 2º Encuentro Nacional de Mujeres del CNI-CIG, Comunidad Indigena Nahua de San Juan Volador, Pajapan, Veracruz 29 Julio, 2019
Reunidas 625 mujeres indígenas y mestizas del campo y de la ciudad de los pueblos originarios Afromexicano, Binizzá, Chinanteco, Chol, Coca, Mazahua, Mazateco, Mepha, Mixe, Mixteco, Nahua, Nuntaj+yi (popoluca), Ñusavi, Otomí, Popoloca, Purépecha, Rarámuri, Tarahumara, Tepehua, Tojolabal, Triqui, Tzotzil, Tzeltal y Yaqui de los estados de Veracruz, Campeche, Ciudad de México, Chiapas, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Yucatán, Nuevo León, Coahuila, Baja California Norte, Baja California Sur, Colima, Quintana Roo, Tabasco, Tamaulipas, Sonora, Jalisco, Michoacán, Puebla, Morelos, Aguascalientes, Chihuahua y San Luis Potosí. Compañeras de Argentina, España, Estados Unidos, Francia, Chile, Grecia, Canadá, Colombia, Ecuador, Brasil, Alemania e Italia. Integrantes de 119 organizaciones y colectivos nacionales e internacionales. Estamos contentas con la presencia de todas nosotras, agradecemos el saludo de las compañeras kurdas y les decimos que hoy más que nunca necesitamos unir nuestras voces y luchas en todos los rincones del mundo para defender la vida amenazada por esta sistema capitalista – patriarcal; a las madres de los desaparecidos les decimos que nos quedamos sin palabras ante el dolor de sus miradas y sentimos su dolor como nuestro, que no están solas y que también nos faltan sus hijas e hijos, a las compañeras de Black Live Matters de California retomamos su consigna y reafirmamos que sin justicia no habrá paz. A nuestras hermanas y hermanos de Honduras y Centroamérica sabemos que la necesidad de migrar es resultado del despojo y la violencia que han vivido durante décadas producto de las políticas neoliberales por lo que les decimos que su lucha por defender la vida 1
es legitima y necesaria en su territorio y que también migrar es un derecho por lo que repudiamos las acciones que el actual gobierno mexicano esta haciendo en contra de los migrantes en nuestro país. En estos dos días mujeres de diferentes latitudes, geografías y edades nos encontramos para reír, llorar, soñar y dialogar; estamos convencidas que nuestra resistencia como mujeres que somos es importante y decisiva porque buscamos la conservación de la vida ante la guerra de exterminio declarada a los pueblos del mundo por el capitalismo y el poder patriarcal. De acuerdo a los objetivos planteados en la convocatoria, nuestros trabajos durante este encuentro giraron en torno a las preguntas ¿cómo podemos responder a la violencia desde una visión antipatriarcal y anticapitalista, construyendo vida ante tanta muerte? y ¿cómo construimos desde nuestras realidades y nuestras herramientas un tejido común que nos permita fortalecer la organización en y entre nosotras, nuestros pueblos, colectivos, barrios y organizaciones?. Además realizamos un intercambio de saberes, practicas y visiones a través de una jornada de talleres en los que la construcción del conocimiento colectivo nos dio mas herramientas para continuar nuestras luchas y nuestro tejido común. Es así que llegamos a los siguientes acuerdos: Se requiere crear una red de mujeres para compartir saberes ancestrales, talleres de autodefensa integral (jurídica, física, emocional y acompañamiento) que nos permitan rescatar y fortalecer nuestras identidades; y seguir construyendo como mujeres. Tener un espacio para otras narrativas: arte, espiritualidad, danza y creación de espacios de no violencia. Que las redes nos permitan articularnos mediante actividades comunes a nivel regional o transversal o nacional. Fomentar espacios que integren el autocuidado, no solo el individual sino colectivo, en nuestras organizaciones a través del uso de la medicina tradicional y de creación y uso de diferentes herramientas de sanación. 2
Mapear y compartir los distintos despojos en nuestros territorios y barrios, asi como evidenciar como impactan en la vida de las mujeres. Visibilizarlos y fortalecer la defensa de los derechos de nuestros pueblos. Generar una plataforma de saberes, oficios y habilidades para integrarse y compartirse entre quienes así lo deseen. Se enviara correo de invitaciòn para compartir entre si los saberes. Fomentar y fortalecer, en la medida de nuestras posibilidades la soberanía alimentaria y la economía solidaria. Dar prioridad al consumo local y conciente. Dejar de consumir lo que el capitalismo produce. Generar espacios de comunicación e información como un periódico digital o un blog para mantenernos informadas, asÍ como participar y fortalecer radios y medios comunitarios para romper el cerco de desinformación y silencio. Utilizar el hashtag (cnimujeresqueluchan) Fortalecer nuestras identidades mediante recuperación de memoria histórica colectiva, saberes, medicina y vestimenta tradicionales. Discutir y construir colectivamente conceptos como herramientas para crecer nuestras luchas. Respeto a las diferencias como un principio de nuestros espacios organizativos. Decir- hacer –mantener, como principio ético en nuestros espacios organizativos. Repetir y replicar los Encuentros de mujeres como nuestros espacios políticos. Nos pronunciamos por la libertad de todas y todos los presos políticos, presentación con vida de desaparecidos/as, justicia para las asesinadas y asesinados; y alto a la criminalización de activistas y defensores. Nos declaramos no partidista y nuestro referente de lucha y resistencia es el EZLN. Nos pronunciamos contra todos los mega proyectos extractivistas en el territorio mexicano que representan la parte mas agresiva y visible 3
del neoliberalismo, como es el Corredor Industrial Transístmico que significa la creación de una línea divisoria entre los estados del sur y del norte y la entrega del Istmo a los poderosos y su transformación en un inmenso parque industrial que representa despojo territorial y destrucción de nuestra madre naturaleza, acabando con el agua; tambièn es mano de obra semiesclavizada y mayor violencia garantizada. También contra el mal llamado “Tren Maya” proyecto depredador de la península de Yucatán, Tabasco, y Chiapas; el Proyecto Integral Morelos que significa el despojo de agua, el riesgo de la vida de las comunidades nahuas cercanas al volcán Popocatépetl así como un proceso de industrialización intensivo en el oriente de Morelos; la simulación de la cancelación del Nuevo Aeropuerto en la cuenca del Valle de México y el uso de la investigación espeleológica para el despojo de los recursos del pueblo mazateco. Hemos avanzado en el camino de organizarnos y articularnos, continuamos fortaleciendo esta red de mujeres que luchamos, ratificamos nuestra decisión de seguir vivas para acabar con el sistema capitalista patriarcal que nos esta asesinando. Somos protagonistas de la transformación hacia adentro y hacia fuera, somos las vainas llenas de semillas, somos los frutos de los árboles de raíces profundas, es tiempo de desgranar la mazorca y volvernos semillas. Llevemos la luz que nos entregaron las compañeras zapatistas y ahora nuestras compañeras de San Juan Volador y seamos el sonido del caracol para que resuene en cada rincón a donde vayamos para llamar a mas mujeres a organizarse. 27 Y 28 DE JULIO DE 2019
La pobreza de la pobreza
Gustavo Esteva - La Jornada - 29 de julio de 2019 “Primero los pobres” es el lema más popular del nuevo gobierno. Refleja una posición ética y política muy apreciada y reconocida, especialmente valiosa en circunstancias como las actuales. Hasta el director general interino del FMI, la fábrica de pobres que el propio Presidente denunció, acaba de subrayar la importancia de “corregir el rumbo” del capitalismo, por “el auge de desigualdades excesivas, a pesar de que las tasas de pobreza se han reducido en todo el mundo desde 1980”. ( La Jornada, 17/07/19). 4
La “pobreza” se presenta como una condición realmente existente. Hay instituciones que la miden, académicos que dedican su vida a estudiarla y gobiernos e instituciones que se proponen acabar con ella o, al menos, reducirla. Se le asocia con una serie de “carencias”: se llama “pobres” a quienes carecen de ciertos bienes o servicios. La “pobreza”, por tanto, es mera comparación subjetiva que descalifica a quienes están “debajo” de una norma de vida arbitraria. Por un tiempo se usó el nivel de ingreso como patrón: eran “pobres”personas y países que no tuvieran lo que se consideraba mínimo aceptable. El monto ha ido cambiando y se combina ahora con un paquete de bienes y servicios que definiría la condición mínima de un ciudadano “normal”. Quien no tenga acceso a ellos será considerado “pobre”. Con las “guerras contra la pobreza”los gobiernos han buscado atenuar la inestabilidad social y consolidar el desarrollo capitalista. En la era neoliberal, el Banco Mundial diseñó programas que individualizaron a los “pobres”, fragmentando sus comunidades y colectivos y enchufándolos en el consumo mediante transferencias financieras directas que ampliaron el mercado interno. Estos diseños fueron empleados con entusiasmo por gobiernos “progresistas”, como el de Luiz Inácio Lula da Silva, igual que por gobiernos conservadores. Nunca actuaron contra los ricos ni contra la estructura de la desigualdad. Fueron adoptados en México desde tiempos de Carlos Salinas, quien usó parte de los recursos de la privatización en forma clientelista. Se siguen aplicando hasta ahora. Los cambios introducidos por la nueva administración buscan eliminar la intermediación corrupta de los “apoyos” y lleva más lejos el principio de individualización de las transferencias, como en el conocido caso de las guarderías. El esquema puede provocar, como he denunciado en este espacio, la prosperidad de cantinas y table dance o la mayor venta de celulares. Las “guerras contra la pobreza”nunca han enfrentado las raíces de lo que pretenden atender y agravan el problema en vez de resol5
verlo. La condición miserable a que condenamos a muchas y muchos, la “pobreza modernizada” en que se encuentran quienes han sido despojados de sus capacidades de subsistencia autónoma, como otras muchas condiciones insoportables de nuestra sociedad, no son castigos divinos o desgracias accidentales. Son consecuencia inevitable de un régimen injusto y destructor. Contra éste ha de ser la guerra, no contra sus víctimas. Ha de combatirse también la complicidad de quienes están arriba de la “línea de pobreza” y adoptan un patrón consumista insensato y depredador, en el que se quiere insertar a los “pobres”. Puede tener algún sentido convertir a algunos miserables en “pobres”; su situación desesperada no puede continuar hasta el momento en que se produzcan las transformaciones que hacen falta. Pero sólo si hacerlo forma parte de una guerra contra el régimen que causa todos estos problemas, con plena conciencia de sus dañinas implicaciones ecológicas y sociales. El nuevo gobierno todavía está a tiempo de corregir el dispositivo atroz que heredó y ha extendido, porque estabiliza en forma individualizada y dependiente una condición humillante e insoportable que ahonda desigualdades e injusticia. No puede ni quiere militar contra el capitalismo, como muchos quisiéramos. Pero al menos podría escuchar a los pueblos que le están diciendo a gritos que no quieren sus megaproyectos desarrollistas y exigen mejores servicios públicos y apoyos comunales y colectivos que protejan la subsistencia autónoma. Suprimir apoyos clientelistas y corruptos así como intermediaciones manipuladoras no debe cancelar la relación con sujetos colectivos reales. Hay sabiduría y compasión en la riqueza vernácula del lenguaje que aborda la condición de personas que enfrentan dificultades especiales. En la lengua persa, más de 30 palabras nombran a quienes hoy se acomodan en la ciega categoría de “pobres”. Por siglos, en Europa, ser pobre era una virtud; era lo opuesto a poderoso, más que a rico. Quizás, ante los colapsos actuales del 6
clima, la sociedad y la cultura, la esperanza principal se encuentra en recuperar esa virtud. Hemos de renunciar radicalmente al consumismo atroz que nos hace cómplices de la destrucción continua que nos abruma, al tiempo que luchamos para resistirla y disolverla, combatiendo a quienes la producen, tanto gobiernos como corporaciones. gustavoesteva@gmail.com
Los que sobran
Hermann Bellinghausen - La jornada - 29 de julio de 2019 El discurso ( la “narrativa”, según esa horrenda expresión colonizada hoy en boga) del gobierno con relación a “los pobres” puede haber cambiado, pero en los hechos se sigue tratando a comunidades y grupos humanos como estorbos para el progreso, gráficamente representado otra vez por el tren en un país que renunció a sus trenes hace un cuarto de siglo y ahora los pretende restaurar dentro de la imparable ola depredadora que el capitalismo no puede ni quiere detener. Desplazamientos que no cesan, hasta hacer de México el mayor expulsor de población al vientre de la ballena (diría Orwell). Sólo que ahora la ballena se quiere blanquear (onda Moby Dick) y los vomita. Viajando en el largo trayecto del tren Dakar-Bamako en África Occidental, Ryszard Kapuscinski observaba a los pasajeros arrullados por la lentitud y digería de pronto sus años en el continente. El reportero polaco apuntó algo tan evidente como impronunciable entre las medias verdades de Occidente y sus dobles raseros: “Se vuelve cada vez más importante para el mundo la pregunta no de cómo alimentar a la humanidad –hay comida suficiente; a menudo sólo se trata de organización y transporte–, sino de qué hacer con la gente. Qué hacer con la presencia en la Tierra de millones y millones de personas. Con su energía sin emplear. Con el potencial que llevan dentro y nadie parece necesitar. ¿Qué lugar ocupa esa gente en la familia humana? ¿El de miembros con pleno derecho? ¿El de prójimos maltratados? ¿El de intrusos molestos?” (Ébano, Anagrama, 1998). 7
México es surcado por decenas de miles de hondureños y salvadoreños, sin dejar de expulsar a nuestros conciudadanos de sus terruños por los mismos motivos que rifan en Centroamérica y África central: despojo por minería y megaproyectos, violencia criminal capaz de vaciar pueblos enteros, secuestros por rescate o para explotación sexual y laboral, falta de agua, inseguridad laboral. Qué sucede en Honduras, Haití o la República Democrática del Congo que no pase en México, aunque su escala no sea tan masiva pues estamos llenos de burbujas, oasis y unidades habitacionales que permiten a muchos mexicanos (no sólo pudientes) sentirse en relativa seguridad. También somos muy ricos en millonarios y superricos. Una de las lecciones que estamos recibiendo, a pesar de que el gobierno estadunidense decidió negarla y obligarnos a hacerlo con él, es que no estamos solos en el mundo, y que el mundo está aquí. No sólo en las cúpulas de la globalidad con sus hoteles de cinco estrellas y las torres de Santa Fe, ni en la integración mediática de la población a los motores de la red. Se manifiesta en calles, burdeles, trenes de carga, albergues, prisiones que se llaman “estación migratoria”, campamentos de refugio. Los que le sobran al mundo están aquí. ¿Y qué hacemos con los que sobran en otra parte y ahora sobran aquí? La Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM) presumieron recientemente haber “reforzado su vigilancia en la red ferroviaria del país, ‘auxiliando’” (eufemismo de detener) “a más de 15 mil migrantes y deteniendo” (en sentido penal) “a 37 personas de procedencia extranjera cuyos antecedentes revelaron su pertenencia a pandillas criminales”. Los operativos conjuntos incluyeron “50 vuelos de repatriación, que condujeron a 4 mil 352 personas hacia tres destinos internacionales”. O sea, los regresamos al infierno del que venían huyendo. Tan sólo a nivel regional, la diáspora de menores de edad, acompañados o no, se incrementó extraordinariamente. Según el INM, la migración de niños procedentes de Centroamérica aumentó 132 por ciento durante el primer semestre de 2019, en comparación con el mismo periodo de 2018. De enero a junio han sido “presentados ante la autoridad migratoria” (eufemismo de detenidos, interceptados) 33 mil 122; 8 mil 8
525 viajaban sin la compañía de un familiar adulto. En el mismo periodo, el año pasado, hubo 14 mil 279 “presentados”. Versión actualizada de “los Nadie”que dijera Eduardo Galeano: a nadie le importan, nadie los necesita, y quien los quiere (alguien tendrán) no está con ellos, puestos a merced de las mafias y las migras mexicanas y gringas, que de la corrupción al sadismo nos revelan cuán poco importan, aunque algo valdrán en el mercado de las adopciones ilegales, la esclavitud y la explotación sexual.
Los pueblos indígenas del Istmo se unen para resistir Gloria Muñoz Ramírez - La jornada 27 de julio de 2019 - Los de abajo
Son 260 kilómetros en línea recta, 320 con sus curvas. Es la salida y entrada a Europa, a la costa este de Estados Unidos y Asia, la cintura del país, el sueño de mercaderes de ayer y de hoy. Es el Istmo de Tehuantepec y sus hombres y mujeres. De Coatzacoalcos, Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca, el crimen organizado controla caminos, ciudades y poblados. Más de 30 años de industria petroquímica tienen devastado el territorio y contaminados ríos, mares y suelos. Las empresas eólicas llegaron hace 15 años y con ellas se fue la fauna y se alteró la flora. Vinieron el despojo territorial y cultural, la contaminación de aguas y vientos. Las mineras canadienses se apostaron hace una década en las zonas sur y sureste de un Istmo adolorido; pero, aunque más de 70 mil hectáreas están concesionadas, no han podido empezar la explotación de yacimientos de cobre, plata y oro, pues la resistencia se los impide. Los caminos de palma africana, ganadería, cultivos de maíz mejorado y troncos secos se mezclan con las filas de mujeres yhombres recibiendo los nuevos y/o reciclados programas de gobierno. Y a un lado, la milpa, el nopal, el mango, el aguacate, la naranja y el limón se niegan a desaparecer del paisaje. Las guardias comunales vigilan las brechas de los que no ceden y ponen el cuerpo frente a empresas y gobiernos. 9
Son 11 los pueblos indígenas que no los dejan. Ellas y ellos cierran el paso hoy a uno de los proyectos consentidos del sexenio: el Corredor Interoceánico. Son los zoques, popolucas, chimalapas, zapotecos, ikoots, chocholtecos, mixes y nahuas, más los chinantecos y tsotsiles reubicados, los que siguen sembrado y pescando, danzando, hablando sus lenguas y vigilando sus aguas, selvas y bosques. Son las mujeres de mar y viento las que se yerguen ante la embestida. El consejo de ancianos el que se dispone con palos y machetes a defender lo que es suyo. El Istmo es nuestro, dicen hoy, como dijeron hace 20, 40 y 60 años, desafiando consultas presidenciales, divisiones y designios. desinformemonos.org.mx - losylasdeabajo@yahoo.com.mx
¿Ser de izquierda?
Gilberto López y Rivas - La Jornada Recientemente se efectuó elsegundo Seminario Nacional de Formación Política del Partido de los Comunistas, singular organización que apoya con congruencia política y especial compromiso ético al Congreso Nacional Indígena–Concejo Indígena de Gobierno y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Entre otros temas, en la reunión se planteó la interrogante de lo que significa actualmente el término de “izquierda”, particularmente en el contexto de la acumulación militarizada y el terrorismo global de Estado, hegemonizado por Estados Unidos, y una realidad nacional marcada por la continuidad de la violencia estructural y el desencanto creciente por transformaciones aparentes. Valorando la vigencia de Marx, se propuso mantener la radicalidad con la que estudió, criticó y combatió al capitalismo, en las condiciones específicas de tiempo y lugar, identificando la raíz de los problemas que derivan de la explotación de clase y los sistemas de dominación, en sus particularidades de género y condición étnicoracial-nacional, esto es, colorear la matriz clasista en su complejidad y diversidad. En particular, se planteó incorporar la etnicidad en el análisis de las contradicciones interclasistas en países como 10
el nuestro, en el contexto del colonialismo interno formulado hace décadas por Pablo González Casanova y Rodolfo Stavenhagen. En la construcción de nuevas alternativas, se revalidó evitar que los pueblos originarios sean subsumidos en categorías que todavía hoy día los observan en el pasado de la gens, el comunismo primitivo, el buen salvaje de la modernidad o la revolución, convocados como objetos pasivos del Estado o aliados subalternos y testigos etnográficos del verdadero acontecer de la historia, asumiendo la condena del eurocentrismo que subyace en el concepto de “pueblos sin historia”, aquellos que no se ajustan a la lucha de clases moderna y civilizada. Desde esta perspectiva crítica, se identifica el llamado obrerismo, posición economicista que tanto daño ha hecho a los procesos revolucionarios en el mundo y que ha sido una concepción difícil de abandonar por partidos y organizaciones políticas que se reclaman no sólo de izquierda, sino incluso comunistas. Ya en 1986, Leopoldo Mármora criticó este fenómeno que en el ámbito de la política se expresó en atribuir al proletariado misiones históricas que sobrepasan sus posibilidades reales. “Ni las ‘masas obreras’ ni el ‘partido del proletariado’ están en condiciones de ser –como tales– portadores de los intereses globales de la sociedad. El proletariado tiene y conservará siempre intereses de clase particulares y propios”. En consecuencia, Mármora sostenía que una lucha contra-hegemónica es una tarea nacional popular que desborda a la clase obrera y no puede ser depositada en un destino histórico exclusivo de una clase (El concepto socialista de nación. México: Cuadernos de Pasado y Presente, número 72). Esta lucha, necesariamente, tendrá que ser el resultado de un movimiento democrático y socialmente heterogéneo de masas, en el que los pueblos originarios tienen un papel estratégico. Adolfo Sánchez Vázquez señalaba hace casi 20 años, que no podía sostenerse que la clase obrera fuera “el sujeto central y exclusivo de la historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural, cuya composición no puede –ni debe– ser inalterable o establecerse a priori”. ( Discurso en la Universidad de La Habana, Causa, 2004). En el seminario se caracterizó a la izquierda como una organización o partido que objetiva y subjetivamente coadyuva o construye poder popular, sin transformarse en estamento burocrático o vanguardia autodesignada. Ser de izquierda es crear comunidad a partir 11
del sujeto autodesarrollado que propone la marxista ucrania Raya Dunayesvkaya, quien consideraba que la teoría sólo puede desarrollarse plenamente cuando se asienta en lo que las propias masas hacen o piensan, y destacaba que para Marx lo fundamental consistía en que el ser humano no era meramente objeto, sino sujeto; que no sólo estaba determinado por la historia, sino que también la creaba. Esta revolucionaria coincide con Lenin en concebir a las masas, al proletariado, al campesinado, e incluso a la nacionalidad o pueblo oprimido, como sujetos autodesarrollados. Recuérdese que Lenin sustentó la necesidad de un nuevo impulso teórico porque habían nacido nuevos sujetos a partir del derecho a la autodeterminación de pueblos y naciones. Se reconoció la urgencia de mantener viva la idea de una trasformación sistémica de la sociedad, en contraposición a proyectos desarrollistas, “luchas contra la corrupción”, políticas clientelares y corporativas de redistribución del gasto público en “sectores vulnerables”, que se constituyen en la base electoral del partido en el gobierno, y cambios periféricos en los aparatos de Estado, que no tocan ni con el pétalo de una recomendación de derechos humanos, su continuismo capitalista y su esencia represiva.
Gobierno sin resorte democrático
Jacobo Dayán - Columna Caronte - Aristegui Noticias Los últimos años, ya muchos años, de la historia mexicana han sido particularmente desoladores. A la endémica debilidad democrática y el casi nulo Estado de derecho se ha sumado el horror, la barbarie, que a fuerza de repetición ha sido normalizada. Desde su fundación, México ha apostado por el olvido y el control político de la justicia. Nada ha cambiado. Ni la justicia ni la verdad se han hecho presentes. Los últimos dos sexenios fueron marcados, además de la impunidad, por la violencia extrema y una cleptocracia insultante. Ha llegado un nuevo gobierno que se autodenomina transformador. Ninguna transformación profunda y positiva es visible. Aunque en el discurso hay ciertas señales de cambio como la mejor dis12
tribución del gasto y el fin de la corrupción, en los hechos tenemos evidencia más que clara de un intento de regresión democrática e incluso rasgos de autoritarismo. Como nunca en la historia reciente, AMLO se ha recargado para múltiples funciones en el ejército; igual que en el pasado, los nombramientos para distintos órganos, incluyendo el poder judicial y las fiscalías, han sido a modo y en algunos casos con personas sin el perfil adecuado. Hemos presenciado el embate a órganos autónomos (CNDH, INE e INAI) y al poder judicial; denostaciones a la prensa y organizaciones de sociedad civil; desprecio por el estado laico. Ha justificado acciones de gobierno con el argumento de que lo legal no se apega a lo justo, que es definido solo por él. Ha mantenido y exacerbado el modelo militar de seguridad más allá de lo permitido por el marco normativo. Ha lanzado un embate contra pueblos indígenas y sus territorios. Ha criminalizado al extremo la migración. Ha abandonado su oferta de campaña de iniciar procesos de justicia transicional. Sigue apostando al olvido y la impunidad. La política de resolver casos aislados no es ni será suficiente. Así no se desmantelarán las redes criminales, de protección política y de corrupción. Mención especial merece el atropello democrático realizado en Baja California al pretender extender el mandato del gobernador electo. Morena, en voz de su presidenta, ha respaldado una evidente regresión democrática mostrando así su gen autoritario. AMLO, en vez condenar lo que a todas luces es inadmisible, simplemente habló de esperar a que se pronuncien otros. El presidente no tiene un resorte democrático aceitado. Lo ocurrido en Baja California hubiera exigido una condena inmediata. Aunque ahora lo condene será tarde. El impulso autoritario ya asomó. Los funcionarios de su gobierno piensan lo mismo o privilegian la sumisión a los principios. La historia puede mostrar muchos casos en que gobiernos autoritarios que emanan de democracias suelen ir estirando la liga más allá de lo legal en varios temas, en los que no encuentran resistencia continúan. Cuando reculan por presión, hablan de apego a la ley. Los hechos allí están. Para este gobierno su movimiento es lo único con autoridad moral;son ellos y nada más; son sus formas y ningunas otras; son solo sus verdades y sus datos; afirman y creen que 13
solo ellos son honestos; aseveran que ellos son los únicos que entienden y representan al pueblo (lo que ello signifique). No querer ver las señales autoritarias y preferir destacar una u otra política pública, uno u otro discurso, es responsabilidad individual. Ya toleramos dos sexenios de violencia, impunidad, corrupción, cinismo y mal gobierno y ahora vemos, de manera más clara cada día, un embate de visión única. Es tiempo de volver a reflexionar, de asumir responsabilidades. Todas y todos, individual y colectivamente. Guardando toda proporción, al final de la Segunda Guerra Mundial, el filósofo alemán Karl Jaspers publicó “El problema de la culpa: sobre la responsabilidad política de Alemania”. En él analizó las responsabilidades compartidas por la sociedad y políticos alemanes durante el nazismo. Jaspers identificó 4 niveles de responsabilidad. Culpa criminal: se trata de hechos concretos con los que se violaron leyes. Actores estatales y no estatales que participaron, se coludieron, fueron omisos a sus obligaciones y/o permitieron/ocultaron hechos delictivos y criminales. Culpa política: las personas son colectivamente corresponsables por los actos que comete el Estado al que pertenecen por haber tolerado lo ocurrido. Culpa moral: los individuos son responsables por haber apoyado o no a estos gobiernos, por haber colaborado o no, por haber decidido no ver el horror, la impunidad y el deterioro democrático. Culpa metafísica: de manera solidaria, cada ser humano es responsable de los agravios e injusticia que hay en el mundo, especialmente de los crímenes que suceden en su presencia o con su conocimiento. Repito, guardando toda proporción pero manteniendo el fondo del análisis. La situación no cambiará si no tomamos conciencia de la responsabilidad individual y colectiva. La responsabilidad que tienen funcionarios de gobierno, clase política, empresarios, medios de comunicación, líderes de opinión, academia, iglesias, sociedad civil organizada, y en general todas y todos nosotros. El cambio es necesario. La historia, en particular la reciente, ha dinamitado al Estado y la confianza ciudadana. Convivimos coti14
dianamente con violencia dantesca, negación de verdad y justicia, corrupción rampante, devastación del medio ambiente, desigualdad insultante y ahora enfrentamos un intento autoritario. La reserva moral o la avanzada ética se encuentra en los colectivos de víctimas, en su mayoría mujeres, que ante la ausencia del Estado continúan desenterrando el horror en un país plagado de fosas, exigiendo verdad y justicia, gritando basta, enfrentando a gobiernos de todos los colores. Allí está la inspiración que necesitamos.
¿Y ahora, Brasil?
Boaventura de Sousa Santos* - La jornada - 27 de julio de 2019 Las palabras que más se repiten hoy son estupefacción y perplejidad. El gobierno brasileño ha caído en el abismo del absurdo, en la banalización total del insulto y la agresión, en el atropello primario de las reglas mínimas de convivencia democrática (por no hablar de las leyes y la Constitución), en la destilación de odio y negatividad como única arma política. Todos los días somos bombardeados con noticias y comentarios que parecen provenir de una cloaca ideológica que ha acumulado rancidez y descomposición durante años o siglos, y ahora rezuma el hedor más nauseabundo y pestilente como si fuese el aroma de la novedad y la inocencia. Esto causa estupefacción en quienes se niegan a ver normalidad en la normalización del absurdo. La perplejidad se deriva de otra verificación, no menos sorprendente: la aparente apatía de la sociedad civil, de los partidos democráticos, de los movimientos sociales y, en definitiva, de todos los que se sienten agredidos por semejante desatino. Da la impresión de que la insistencia y el abuso de la insolencia tienen el efecto de un gas paralizante. Es como si nuestra casa estuviese siendo asaltada y nos escondiésemos en un rincón con el temor de que el ladrón, si nos viese, se sintiera provocado y además de nuestras posesiones nos quitara también la vida. Puesto que un país es más que un conjunto de ciudadanos estupefactos y perplejos, y como en política la fatalidad no existe, hay que pasar de la estupefacción y la perplejidad a la indignación activa y 15
la respuesta organizada y consistente en nombre de una alternativa realista. Para ello hay que responder dos preguntas principales. La primera, ¿cómo fue posible todo esto? La segunda, ¿con qué fuerzas políticas y de qué modo se puede organizar una respuesta democrática que ponga fin a este vértigo y retome el camino democratizador del pasado reciente sin cometer los errores en los que incurrió? ¿Cómo sucedió? La reflexión al respecto debe tener siempre en cuenta los factores internos y geoestratégicos. Las razones que llevaron a la dictadura entre 1964 y 1985 no fueron superadas con el regreso a la democracia. El pacto con los dictadores no permitió juzgar el terrorismo de Estado que practicaban, exigió la continuidad (y hasta la profundización) del modelo capitalista neoliberal, y no resolvió la cuestión de la concentración de la tierra, sino al contrario, la agravó, permitiendo a las élites patrimonialistas servirse de la democracia como antes se habían servido de la dictadura. La Constitución de 1988 contiene una profunda vocación democratizadora que las élites nunca han tomado en serio. La continuidad también se produjo en el campo de las alineaciones geoestratégicas. Es conocida la intervención estadunidense en el golpe de Estado de 1964 y esa tutela imperial no terminó con la transición democrática. Solo cambió de discurso y táctica. Organizaciones internacionales de la llamada sociedad civil, formación de “jóvenes líderes”, “promoción” de un sistema judicial conservador e iglesias evangélicas fueron los vehículos privilegiados para frenar la politización de las desigualdades sociales causadas por el neoliberalismo. En este ámbito, el largo papado de Juan Pablo II (1978-2005) desempeñó un papel decisivo. Liquidó el potencial emancipador de la teología de la liberación y permitió que en las periferias pobres el vacío lo ocupara la teología de la prosperidad, hoy dominante. La receta neoliberal se aplicó en el subcontinente con especial dureza en los años 1990. Suscitó movimientos de resistencia que en la década de 2000 permitieron la llegada al poder de gobiernos de partidos de izquierda, en el caso de Brasil siempre en coalición con partidos de derecha. Este hecho coincidió (no por casualidad) con el descuido momentáneo del Imperio, embarrado en el pantano de Irak desde 2003. 16
Las lecciones que se pueden extraer de este periodo son las siguientes. La izquierda se embriagó con el poder del gobierno y lo confundió con el poder social y económico que nunca tuvo. El Foro Social Mundial (FSM), del que fui uno de los impulsores desde sus inicios, creó la ilusión de una fuerte movilización política de base. Tenían razón quienes advirtieron desde el principio que el predominio de las ONG en el FSM contribuía a la despolitización de los movimientos. La izquierda partidaria abandonó las periferias y se refugió en la comodidad de los palacios de gobierno. Mientras tanto, en el Brasil profundo el trabajo ideológico conservador seguía su camino, listo para ser aprovechado por la extrema derecha. Bolsonaro no es un creador, es una creación. La parálisis de la sociedad política progresista y organizada viene de lejos. Si ahora es visible es porque sólo ahora se sufren sus peores consecuencias. Se concedieron las mejores condiciones operativas y remuneratorias al sistema judicial y al sistema de investigación criminal, pero se creía que eran órganos políticamente neutrales del Estado. De la operación militar-mediática de 1964 a la operación judicial-mediática de 2014 hay una gran distancia y diferencia. Pero tienen dos puntos en común. Primero, la demonización de la política es el arma política privilegiada de la extrema derecha para asaltar el poder. Segundo, las fuerzas políticas de derecha se sirven de la democracia cuando esta les sirve. Pero cuando la opción es entre democracia o exclusión, o entre libertad política o libertad económica, optan siempre por la exclusión y por la libertad económica. La respuesta democrática No se pueden improvisar soluciones de corto plazo para problemas estructurales. La historia de Brasil es una historia de exclusión social causada por una articulación tóxica entre capitalismo, colonialismo y patriarcado o, con más precisión, heteropatriarcado. Las conquistas de inclusión fueron conseguidas con muchas luchas sociales, casi nunca llegaron a consolidarse y han estado sujetas a retrocesos violentos, como sucede hoy. La victoria de la extrema derecha no fue una simple derrota electoral de las izquierdas. Fue la culminación de un proceso golpista con fachada institucional en el que, en el plano electoral, las izquierdas hasta probaron una resiliencia notable en las condiciones de una democracia al borde del abismo en que lucharon. Lo que hubo fue una vasta destrucción de 17
la institucionalidad democrática y un retorno del capitalismo salvaje y del colonialismo por vía de la siempre vieja y siempre renovada recolonización imperial y evangelización conservadora. La sensación de tener que comenzar todo de nuevo es frustrante, pero no puede ser paralizadora. Por otro lado, es necesario actuar de inmediato para salvar lo que queda de la democracia brasileña. Lo más grave que está ocurriendo no es solo el hecho de que el monopolio de la violencia legítima por parte del Estado está siendo usado antidemocráticamente (y, por tanto, de manera ilegítima), como bien revela la operación Lava Jato. Es también el hecho de que el Estado está perdiendo visiblemente ese monopolio con el incremento de actores armados no estatales, tanto en la ciudad como en el campo. El corto y el mediano plazo no tienen que chocar necesariamente si se tuviera una visión estratégica del momento y de las fuerzas con las que se puede contar. Es urgente revolucionar la democracia y democratizar la revolución, pues de otro modo el capitalismo y el colonialismo harán una farsa cruel de lo que todavía resta de democracia. Para este propósito, las diferentes fuerzas de izquierda deben abandonar sectarismos y unirse en la defensa de la democracia. Por otro lado, tienen que evitar a toda costa articulaciones con la derecha, aunque eso cueste la conquista del poder. En las condiciones actuales, conquistar el poder para gobernar con la derecha es un suicidio político. A corto plazo, veo tres iniciativas realistas. La primera es que los movimientos sociales tienen que reinventar el Foro Social Mundial, esta vez sin tutelas de ONG y con la atención centrada en las exclusiones más radicales vigentes en el país. En ese sentido, el movimiento indígena, el movimiento negro y el movimiento de mujeres y LGTBI son, en toda su pluralidad interna, los sujetos más creíbles para tomar la iniciativa. Segunda: el sistema judicial fue llevado a un desgaste extraordinario por la manipulación grosera a la que ha sido sometido por Moro y CIA al servicio del imperialismo. Pero es un sistema internamente diversificado, y persisten en él grupos significativos de magistrados que entienden que su misión institucional y democrática consiste en respetar el debido proceso y hablar exclusivamente mediante sus fallos. La violación grosera de esta misión denunciada por la Vaza Jato18
está obligando a las organizaciones profesionales a desmarcarse de los aprendices de brujo. La reciente declaración pública de la Asociación de Jueces para la Democracia en sentido de que el expresidente Lula da Silva es un preso político, constituye una señal auspiciosa del camino iniciado para recuperar la credibilidad del sistema judicial. La tercera iniciativa debe producirse en el sistema político-partidario. Las elecciones municipales de 2020 son la oportunidad para comenzar a frenar a la extrema derecha y dar ejemplos concretos de cómo las fuerzas de izquierda pueden unirse para defender la democracia. Tres ciudades importantes pueden ser la plataforma para la resistencia: Río de Janeiro, Sao Paulo y Porto Alegre. En Río de Janeiro, Marcelo Freixo del PSOL es el candidato indiscutible para articular las fuerzas de izquierda. En las otras dos ciudades, son indispensables dos cuadros importantes del PT: Fernando Haddad en Sao Paulo y Tarso Genro en Porto Alegre. Se trata de dos políticos que salieron fortalecidos de la crisis, el primero por el modo extraordinario como enfrentó a Bolsonaro y en las condiciones en que lo hizo, y el segundo por haber sido uno de los mejores ministros de la historia de la democracia brasileña y por la integridad que mostró durante todas las crisis por las que pasó el PT mientras fue titular del Gobierno. Los demócratas brasileños deben transmitir a estos políticos el sentimiento de que su momento llegó nuevamente, ahora para comenzar todo de nuevo y desde el nivel local. *Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez
Los muchos vuelcos del Brasil de Bolsonaro Eric Nepomuceno - La Jornada - 28 de julio de 2019
Desde el primer día de este año, cuando el ultraderechista Jair Bolsonaro asumió la presidencia brasileña, el país sudamericano viene enfrentando vuelcos drásticos a cada día que pasa. La vorágine destrozadora impulsada desde el sillón presidencial no tiene límites. Al no lograr hacer aprobar en el Congreso cambios en la legislación de protección ambiental, Bolsonaro no dudó en aflojar la fiscalización. Resultado: la devastación en la Amazonia aumentó demanera exponencial en junio pasado. Otra amenaza ambiental vino con la 19
liberación del uso de nada menos que 262 nuevos agrotóxicos desde su llegada al palacio presidencial. Además, cambiaron las reglas de clasificación de riesgo de esos productos químicos –altamente tóxicos– para facilitar su uso. Y la ola de retrocesos sigue: la educación, en especial en las universidades nacionales, sufrió un corte brutal en su presupuesto. Resultado: muchas corren el riesgo serio de, a partir de septiembre, no tener cómo pagar servicios básicos como luz, agua y la limpieza de sus instalaciones. El ministro de Educación, Abraham Weintraub, que comete serios errores al hablar y escribir, dice que la salida es buscar recursos en la iniciativa privada. ¿Privatizarlas? También en el campo cultural hay tensión fuerte, al desaparecer los auspicios de empresas estatales. Con Bolsonaro Petrobras, que llegó a ser la principal patrocinadora de artes en Brasil, cortó su programa de incentivos a la cultura. Y el mandatario dice que pretende controlar de cerca la producción audiovisual, el cine principalmente, “por respeto a las familias”. Las privatizaciones avanzan: la misma Petrobras vendió el control accionario de la BR-Distribuidora, la mayor de la nación, y anunció que otras subsidiarias seguirán el mismo camino. Ahí no se detiene el asunto, se preparan más privatizaciones en los sectores de energía, bancos, correos... lo que sea. En semejante escenario, la política externa brasileña no pasaría impune. Y en este caso específico, el vuelco es tremendo, empezando por el alineamiento absoluto a Donald Trump. Para dejar clara su ausencia total de límites, Bolsonaro oficializó el nombramiento de su hijo Eduardo, diputado federal, como embajador en Washington. Al anunciar la medida, argumentó que Eduardo viajó mucho, habla inglés y tiene muy buenas –y desconocidas– relaciones con la familia Trump. El referido, a su vez, presentó sus credenciales: habla 20
inglés (muy mal, pero cree que bien), vivió seis meses en Estados Unidos y llegó a freír hamburguesas. El nombramiento del hijo presidencial tendrá que ser aprobado por el Senado. No hay antecedente alguno, en la historia brasileña, de iniciativa semejante. El ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo, dijo aprobar plenamente la idea. Se trata del mismo ministro que, con total respaldo tanto de Bolsonaro como del hijo presidencial, viene desmantelando la solidez diplomática construida a lo largo de más de un siglo, y que ni siquiera durante los 21 años de la dictadura militar (1964-1985) fue tan agredida. Araujo defiende ávidamente, lo mismo que el presidente ultraderechista, una ruptura definitiva con cualquier co-sa que considere de izquierda y tener como única opción el “rescate de valores cristianos y occidentales”. En una iniciativa irremediablemente contradictoria, bajo su comando Brasil se alejó de las principales democracias occidentales para juntarse a países como Arabia Saudita, Bangladesh, Paquistán, Egipto y Afganistán en votaciones de la ONU sobre mujeres. El ministro reitera que la nueva pauta brasileña en los foros internacionales tiene orientación clara, y menciona como ejemplo posicionarse contra iniciativas que lleven a “sexualizar la infancia”. No aclara a qué iniciativas de Naciones Unidas se refiere. Enemigo radical de lo que llama “globalismo”, Ernesto Araujo ofrece total resistencia a las posiciones más avanzadas de la política externa de las pasadas décadas. Muestra obsesión por ciertos temas y promueve cambios extremos. Por su adhesión a acuerdos y tratados en defensa de las minorías, Brasil se posicionaba, hasta ahora, en la vanguardia del mundo. Ha sido, por ejemplo, el primer país del mundo en proponer, en 2003, una resolución de la ONU sobre derechos humanos y orientación sexual. Una amenaza, según Bolsonaro y su ministro, a las tradiciones de la familia. 21
Contra la mejor tradición brasileña, Araujo se abstuvo en la votación que determinó que la ONU investigue la política de guerra a las drogas llevada cabo en Filipinas y que en tres años provocó más de 27 mil ejecuciones sumarias de sospechosos de narcotráfico. Otra obsesión de la nueva política externa brasileña es dar un duro combate no al calentamiento global, pero a su existencia. Para Araujo, los cambios climáticos son parte de una “trama marxista” para dominar el mundo. Y refuerza su tesis extravagante con un ejemplo personal: en mayo –plena primavera– él estuvo enItalia, y el mes anterior el país había pa-sado el abril más frío en 70 años. ¿Calentamiento global? Sería risible, pero va en serio. Una verdadera tragedia.
Mujeres Transnacionales
Gretchen Kuhner* - Desinformémonos - 26 julio 2019 Lo efímero de la burbuja humanitaria… Los últimos 10 meses han sido una montaña rusa de cambios en la política migratoria con un impacto dramático en el acceso a protección para personas migrantes y solicitantes de asilo en México. En octubre de 2018, el gobierno federal de salida permitió que algunos grupos grandes (caravanas) de personas migrantes caminaran por el país con el apoyo (algunos renuentes) de los gobiernos estatales. El hecho de que la Ciudad de México (CDMX) pudiera instalar un albergue para más de 15,000 personas migrantes, entre octubre de 2018 y febrero de 2019, sin detenciones y deportaciones in situ fue inaudito. Las personas que necesitaban pedir asilo en el país lo podían hacer, otras solicitaron documentos por razones humanitarias, y por primera vez, pudimos realizar reunificaciones en avión para familias migrantes dentro de México. Pudimos comprar boletos de autobús y enviar a personas con oficios de trámites pendientes –siempre con miedo de que las autoridades las detuvieran por desconocer el 22
oficio o para extorsionarles– pero con la sensación de que una nueva política respetuosa de los derechos (libre tránsito) de personas en situaciones de pobreza y violencia estaba en camino. El sueño duró menos de 5 meses. Hoy, en retrospectiva, le llamamos la etapa de la burbuja humanitaria–cuando se imaginaban respuestas humanitarias para una crisis humanitaria. Para marzo de 2019 el gobierno estadounidense ya había llamado al mexicano, las detenciones habían iniciado nuevamente, pero sin el despliegue de control de otros momentos como en 2014 con el Plan Frontera Sur. Sin embargo, con la firma del acuerdo entre México y Estados Unidos, el 07 de junio, todo cambió y nuestra capacidad de apoyar a las personas buscando protección internacional en alguno de esos dos países se vio afectada nuevamente –porque si no tienes libre tránsito, difícilmente puedes llegar con las organizaciones para que te ayuden. Otra vez teníamos casos de mujeres con hijas e hijos detenidas en autobuses, aeropuertos, y estaciones migratorias, extorsionadas y maltratadas. El esposo de una mujer embarazada que apoyamos fue detenido por oficiales que subieron al camión cuando viajaba para acompañar a su esposa y estar en el nacimiento de su bebé. Durante 10 días corrimos de oficina en oficina haciendo trámites, llamadas, y esperando largas filas para poder sacarlo de la estación migratoria y traerlo de nuevo a la CDMX donde logró llegar antes del nacimiento de su hijo -porque el libre tránsito es lo que te permite, viajar para estar con tus seres queridos. Pero lo que no dimensionamos fue el golpe que llegó con la entrada en vigor de la Ley de la Guardia Nacional. De la noche a la mañana México tenía 6,000, luego 23,000 y hasta 60,000 agentes migratorios más, a través de la Guardia Nacional, con facultades para revisar documentos, detener a población migrante, y resguardar las estaciones migratorias de donde están deportando a miles de migrantes –más de 1,000 al día. Todo ello sin capacitación en los procedimientos, los diferentes tipos de documentos migratorios, el derecho de solicitar asilo y apoyo humanitario en la frontera o directamente con las autoridades en México. Es la receta perfecta para la ilegalidad –detenciones arbitrarias, extorsión, abusos 23
y violaciones al acceso a la protección internacional en México o Estados Unidos. Y, así ha sido –porque sin libre tránsito, las personas tratan de ser invisibles y acaban sofocadas en tráileres, bajo las ruedas de los trenes o en las manos del crimen organizado. Pero eso no ha sido todo. A la vez, el gobierno federal obligó a los transportistas en México a convertirse en pseudo agentes migratorios, al solicitar documentos de identidad -que ninguna persona huyendo de su país tendría– para subirse a un autobús en busca de un transporte digno. Porque sin una credencial del Instituto Nacional Electoral (INE), un pasaporte, una licencia, una cartilla militar, o una cedula profesional –aparentemente “una disposición federal”- nuestro derecho a tomar un autobús ha terminado. Parece que con las amenazas de Trump, las garantías constitucionales pasaron a segundo plano –de hecho, las violaciones al libre tránsito, a la privacidad y a la no discriminación están “de moda”. Hay una ola de iniciativas en el Congreso actual que obligarían a los hoteles y otras empresas a verificar documentos migratorios de sus huéspedes y hasta enviar listas de ellos al Registro Nacional de Extranjeros, llamar a las autoridades migratorios y ser sancionados al no cumplir. Aparte de violar la Constitución, las únicas personas con facultades para verificar la situación migratoria en el país son las autoridades migratorias, y desde finales de mayo pasado también la Guardia Nacional. Lo que no han analizado es que este tipo de medidas no funcionan, pero si abren la puerta para la discriminación por razones de idioma, etnia, o pobreza, y a su vez, a la extorsión. El tema del libre tránsito es uno que nos ha ocupado en el Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI) desde 2012 porque sabemos que las mujeres migrantes en tránsito irregular por el país tienden a viajar más por carretera, y que las revisiones en puntos móviles les afectan en su camino por México. Las mujeres nos contaban como los agentes migratorios se subían a los autobuses y bajaban a las personas con base en su forma de vestir, su acento y su etnia. Veían como las autoridades también bajaban a personas indígenas mexicanas porque “parecían guatemaltecas”, incluso los jornaleros agrícolas mexicanos que viajaban a otro es24
tado a trabajar tenían que mostrar documentos de identidad y pagaban extorsiones para transitar en su propio país. Al ser un tema particularmente indignante que afecta a poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, llevamos cuatro años litigando la constitucionalidad de las revisiones migratorias en carretera –por parte de agentes migratorios. Hemos logrado la reparación del daño para algunas víctimas mexicanas de las detenciones arbitrarias y el Instituto Nacional de Migración tiene pendiente una disculpa pública a las comunidades indígenas en México por las violaciones cometidas por sus agentes migratorios, pero ¿cómo va a garantizar la no repetición en el contexto actual en el que está el país, repleto de retenes donde las detenciones arbitrarias ahora se efectúan por 60,000 autoridades adicionales? ¿Por qué estamos tan dispuestas a renunciar a nuestro derecho del libre tránsito en México si ni siquiera confiamos en las autoridades? Las encuestas recientes nos dicen que la figura de la Guardia Nacional tiene mucho apoyo –es la apuesta del pueblo para lograr mayor seguridad en el país. Además, 65% de la población mexicana está de acuerdo con que las personas centroamericanas sean detenidas y deportadas para evitar los aranceles amenazados por Donald Trump. Aparentemente, si los costos de la seguridad incluyen renunciar a garantías constitucionales como el derecho a moverte por tu país, una gran parte de la población está dispuesta a renunciar a sus derechos. Sin embargo, nosotras pensamos que es un costo muy alto. La Guardia Nacional debería de estar enfocada en proveer seguridad a todas las personas en México, no gastando recursos en una cacería de personas que lo único que buscan es protegerse y proteger a sus familias de una muerte inminente, o a población indígena que sale de sus comunidades a trabajar en otras zonas de su país. Hace unas semanas, presentamos un par de acciones legales en ese sentido porque la seguridad no se logra con el debilitamiento del estado de derecho, así que estamos a la espera de la opinión del poder judicial, de saber si para él es válido debilitar o no el estado de derecho. *Directora, Instituto para las Mujeres en la Migración, AC Twitter: @imumidf 25
Las demoliciones como instrumento de la limpieza étnica María Landi - Palestina, las cosas por su nombre Desinformémonos - 29 julio 2019
No hay nada demasiado nuevo en las demoliciones del 22 de julio en Wadi al-Hummus, un sector del barrio palestino de Sur Bahir, en Jerusalén ocupada. Es una operación más de la guerra demográfica que Israel libra en la ciudad para judaizarla por completo, deshaciéndose de la población palestina. Wadi al-Hummus puede verse como un microcosmos del régimen de ocupación colonial y apartheid israelí: la tierra palestina es apropiada y ocupada para construir colonias para uso exclusivo judío (ilegales según el Derecho Internacional); para proteger a las colonias se construye una barrera/muro de separación y se toma otras medidas de ‘seguridad’ (retenes militares, restricciones a la libertad de movimiento y de construcción); se fragmenta el territorio ocupado y se asigna diferentes documentos de identidad y permisos de residencia a sus habitantes; se implementan políticas de segregación para expulsar a la población no judía residente (mucho más cuando se trata de Jerusalén), estrangulándola y acosándola mediante reglamentos y exigencias kafkianas; se desconoce y atropella cualquier tipo de jurisdicción de la Autoridad Palestina, dejando claro quién es el único poder que manda entre el Mediterráneo y el Jordán; y sobre todo, el Ejército toma las decisiones sobre la vida y la muerte de la población ocupada, y el sistema judicial -al servicio de los intereses del poder ocupante- se limita a validarlas. En síntesis, un Ejército de ocupación gobierna disfrazado de democracia (‘la única de Medio Oriente’, según la propaganda sionista para consumo occidental). No está de más recordar que todas las acciones de desalojo, expulsión de la población ocupada, demolición de sus propiedades, apropiación de su tierra y asentamiento en ella de población ocupante son estrictamente crímenes de guerra -cometidos diariamente por el Estado de Israel– según el IV Convenio de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, bajo el Derecho Internacional Humanitario que es la legislación aplicable en el territorio palestino ocupado. 26
Vivir en el limbo Estas no fueron las primeras viviendas demolidas en esa zona, ni serán las últimas. Muchas otras construcciones están bajo la misma amenaza. El 22 de julio, 17 personas -dos familias-, de las cuales 11 son menores de edad, quedaron sin techo, y otras 350 perdieron sus casas antes de haberlas estrenado. Además de perderlas (y por supuesto no recibir indemnización alguna), las familias están obligadas a pagar el ‘servicio’ de demolición, tal como establece la perversa normativa israelí. No obstante, dos rasgos hacen especial a esta demolición: la cantidad de unidades destruidas (más de 70, por tratarse de 11 edificios) y el hecho de que las viviendas -a diferencia de la mayoría de las que son demolidas habitualmente por el régimen israelí- sí tenían permiso de construcción, y en ese sentido eran totalmente legales. El permiso había sido otorgado por la Autoridad Palestina (que -en teoría- tiene jurisdicción en algunas zonas de Cisjordania, según los tramposos Acuerdos de Oslo), ya que Wadi al-Hummus no es considerado parte de Jerusalén. Pero como sucede casi siempre, tras una larga batalla judicial, enormes sumas de dinero y una cantidad inconmensurable de estrés, angustia e incertidumbre durante años, los propietarios palestinos perdieron el recurso de apelación, y la Corte Suprema de Israel ratificó la decisión del Ejecutivo. La razón esgrimida para la demolición es tan simple como brutal: las viviendas palestinas constituyen un peligro para la seguridad de la población judía que habita en las colonias vecinas, pues están construidas demasiado cerca de la barrera de separación (versión suburbana del Muro). Estos días las familias residentes en Sur Bahir se enteraron de que una orden militar del Ejército israelí emitida en 2011 (y no comunicada a la población palestina) prohíbe la construcción de viviendas a menos de 200 metros de la barrera de separación. Una barrera que el mismo Estado de Israel ha construido desde 2002 para fragmentar y robar el territorio palestino, aislar a Jerusalén de Cisjordania y dejar fuera de la ciudad a las comunidades palestinas. El hecho es que el barrio de Sur Bahir -al que pertenece Wadi al-Hummus- está en un limbo administrativo y territorial, atrapado entre la barrera de separación y la jurisdicción municipal israelí. 27
Aunque el Muro/barrera las dejó del lado de Jerusalén, las zonas de Wadi al-Hummus, al-Muntar y Deir al-Amud y sus residentes no fueron incorporadas dentro de los límites municipales de la ciudad. «Es como si viviéramos en el limbo», dijo un residente de Wadi al-Hummus a Mondoweiss. «Estamos legalmente bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina, pero el gobierno israelí no permite que la AP ejerza su autoridad más allá del muro». Aunque la AP no tiene permitido prestar servicios a estas zonas, el ayuntamiento de Jerusalén tampoco lo hace (excepto recolección de residuos), porque las zonas están técnicamente fuera de los límites municipales. Toda la infraestructura -pavimento, electricidad, agua, etc.- fue construida por los propios residentes. La casa: hogar, familia, comunidad, patria En Palestina no existe un mercado inmobiliario dinámico; la gente no se muda de un lugar a otro. Las familias palestinas son numerosas, la natalidad es alta, y es muy difícil acceder a una vivienda, no tanto por su costo, sino por la falta de oferta habitacional, debido a que cada vez hay menos tierras disponibles (apropiadas por Israel para sus colonias) y a la negativa israelí de otorgar permisos de construcción a la población palestina -especialmente en Jerusalén-. Por eso la gente debe construir sin permiso (y arriesgar una demolición) o buscar un lugar fuera de la ciudad donde el permiso sea otorgado por la Autoridad Palestina -pero a riesgo de perder su ‘permiso de residencia’ en Jerusalén, aunque hayan nacido allí-. En cualquier caso, construir una casa implica años de ahorro y sacrificio, y no menos esfuerzos y gastos para sortear la burocracia israelí y obtener los permisos necesarios. Quien conoce la cultura palestina sabe que, para un padre de familia, construir su casa es mucho más que asegurarse un techo: es como inaugurar una dinastía, ya que en esa vivienda de varias plantas -generalmente levantada por sus propias manos y con ayuda familiar y solidaria- vivirán sus hijos e hijas, yernos y nueras, nietos y nietas. Para las mujeres, la casa es su habitat, el centro de su vida, el nido donde crían a sus hijas e hijos y cuidan a sus mayores cuando llega la vejez, el refugio donde resguardan el afecto y los vínculos familiares ante la hostilidad del mundo exterior. Cuando la casa es destruida, la crisis no es solo económica: con ella se derrumban el 28
futuro, los sueños, la posibilidad de proyectarse, los pilares mismos que sostienen unida a una familia; y sus impactos afectan a toda una comunidad, que se mira en el espejo de la tragedia. La obscenidad de las fuerzas de ocupación Los operativos de limpieza étnica en la tierra ultrajada de Palestina nunca son procedimientos asépticos. Son despliegues de terrorismo estatal llevados a cabo por unas fuerzas de ocupación adictas a la violencia y entrenadas para ejercerla sin piedad -y hasta con gozocontra la población ocupada. Es la arrogancia que dan siete décadas de impunidad absoluta, llevada al paroxismo en la era Trump. Las demoliciones del 22 de julio no fueron excepción. Las escenas parecían las que hemos visto en el cine de las fuerzas nazis expulsando a la población judía de sus hogares, casa por casa, manzana por manzana, barrio por barrio, a punta de metralleta, entre gritos, golpes, destrucción y saqueo. A las 3 de la madrugada, 700 policías y 200 soldados (900 en total) irrumpieron violentamente en los hogares, y con sadismo brutalizaron, insultaron y golpearon a las familias y a las/os activistas internacionales que les acompañaban; entre burlas les tiraron gas pimienta a la cara, arrojaron gas lacrimógeno dentro de habitaciones cerradas, arrastraron de los pelos escaleras abajo, dieron patadas y culatazos y quebraron huesos de personas que solo trataban de permanecer en sus hogares por última vez, demorando su destrucción. Una veintena de palestinos e internacionales terminaron en el hospital por golpes, heridas, fracturas o intoxicación con gas lacrimógeno. Poco después, las mismas fuerzas de ocupación celebraban y reían luego de la explosión que destruyó un edificio de varios pisos. Reportaje completo en: https://desinformemonos.org/las-demoliciones-como-instrumento-de-la-limpieza-etnica/
29
CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 31 de julio de 2019