Recopilatorio 6 de noviembre

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 6 de noviembre de 2019 1



Resistir la prepotencia y el pánico

Gustavo Esteva - La Jornada - 4 de noviembre de 2019 Arde el planeta, no sólo el Amazonas o California. Arden la rabia y el hartazgo. América Latina es sólo la punta del proverbial iceberg. Su ebullición es más visible, pero no es la única y ni siquiera la principal. La prolongada acumulación de iniquidades, la compulsión destructiva, la arrogancia, cinismo y prepotencia de las élites y en muchos casos el mero instinto de supervivencia mantienen una inmensa ola de rebelión en el mundo entero. No caben en el mismo costal las expresiones del descontento. Se parecen algunas gotas que derraman el vaso, como aumentar el precio de transportes o combustibles, pero los vasos son muy diversos. No es lo mismo Líbano que Haití, Chile que Argentina, Hong Kong que Cataluña. El estado de ánimo general –rabia, hartazgo– toma muy diversas formas políticas. No hay todavía común denominador en esta inmensa y polifacética reacción al estado de cosas. En las estructuras de poder las cosas son más claras y homogéneas. Comparten patrones de respuesta que combinan peligrosamente prepotencia y pánico. El modo de producción capitalista se convirtió en modo de despojo mediante el desmantelamiento de buena parte de lo conseguido en siglos de lucha y el deterioro en las condiciones materiales de vida de la mayoría. Se buscó activamente la fragmentación de las estructuras comunitarias y el debilitamiento de las organizaciones de lucha. Murió así el “estado-nación democrático”, la forma política del capitalismo. Su despotismo inherente se acentuó en el “estado de seguridad”. El terrorismo y otras amenazas reales o inventadas fueron pretexto para extender y profundizar dispositivos autoritarios. Como eso tampoco fue suficiente, en este siglo se empezó a conformar la “sociedad de control”. Nuevas tecnologías quedaron al servicio de dispositivos cuya meta última es controlar todos los aspectos de la vida cotidiana. 1


En todas partes, los gobiernos han aprendido a no hacer caso del descontento. Hay múltiples ejemplos de sus reacciones prepotentes y cínicas ante todo tipo de movilizaciones. Cuando éstas son más peligrosas o intensas, la respuesta general ha sido la represión directa, refinada con procedimientos normalizados que incluyen cada vez más el empleo de provocadores. Fue claro que organizaciones poderosas y experimentadas, como la Conaie de Ecuador, pudieron enfrentar mejor que los jóvenes chilenos o las primeras olas de chalecos amarillos esas estrategias gubernamentales. Cuando el ejercicio represivo llega a sus límites y se vuelve contraproductivo, estimulando y profundizando la movilización, los gobiernos reaccionan con concesiones, tanto retóricas como reales. Empiezan dando marcha atrás a las medidas que detonaron las movilizaciones –como los aumentos de precios– y luego empiezan a acumular otras concesiones que satisfacen reivindicaciones explícitas. Su pánico aumenta cuando ninguna de estas medidas logra contener la rebelión. Empiezan entonces a afianzar los dispositivos de control y manipulación, como la societé de vigilance que acaba de proponer Macron en Francia. Muchas reacciones populares siguen patrones convencionales. La rebelión se expresa en ocasiones como un simple vuelco electoral o toma formas aparentemente muy radicales… que pretenden cambiarlo todo para que nada cambie. Ninguna organización parece preparada para la exigencia creciente de cambio profundo, cuando el grito argentino “¡Que se vayan todos!” significa realmente deshacerse de las estructuras dominantes en todos sus aspectos. Escasean propuestas hasta para la transición. A ras de tierra, sin embargo, en los pueblos y en los barrios, se teje cada vez más una manera diferente de reaccionar que no rompe con el pasado –como hizo la modernidad– pero tampoco se arraiga en él. Se sabe por experiencia que las maneras convencionales de luchar resultan obsoletas y hasta contraproducentes. Desde la primavera árabe o la era de “gobiernos progresistas” se reconoce que cambiar un gobierno no es solución. Se emplean las herramientas convencionales solamente en forma circunstancial y para propósitos puntuales. Se hacen otras cosas. Las comunidades se distancian 2


y desenchufan de las estructuras de poder. Sin tierras prometidas ni fantasías utópicas, siembran continuamente embriones de porvenir. Cultivan la idea de que los puentes se construirán cuando llegue el momento de cruzarlos. Al generalizarse lo que parece una insurrección y al reconocerse fuerzas y pasiones que parecían fuera del alcance general, se alimenta una nueva esperanza y se le recupera como fuerza social. Viejas inercias y nuevas ambiciones, empero, limitan las capacidades de enfrentar lo que tenemos encima. La destrucción que acompaña al colapso climático y al sociopolítico y las reacciones a menudo devastadoras que trae consigo el pánico en los gobiernos plantean desafíos inmensos. No cabe adelantar vísperas ni cantar victorias. Nada nos detendrá ya, pero estamos apenas en las primeras batallas. gustavoesteva@gmail.com

La insurrección en Chile y el despojo mapuche Edgars Martínez* - La Jornada - 2 de noviembre de 2019

El llamado paraíso del neoliberalismo en América Latina arde en llamas desde hace 10 días. Son tiempos de convulsiones a escala mundial y los causantes de tales síntomas son los oprimidos de Ecuador, Haití, Honduras, Kurdistán y, recientemente, los pueblos mapuche y chileno, los cuales, en medio de toques de queda, militares en las calles, estados de emergencia y feroces medidas represivas, siguen en pie de lucha por una vida más digna. Sería miope pensar que el pueblo chileno y mapuche se han tomado las calles y los territorios tan sólo por el alza del transporte público en la capital. Más allá de esto, la revuelta popular que hoy azota al “jaguar latinoamericano” es producto de la acumulación de décadas de rabia e indignación frente a la privatización y el despojo no sólo de los servicios básicos, sino de la vida misma. Son las mismas desigualdades coloniales que el movimiento mapuche ha venido denunciando históricamente frente a la pérdida de 95 por ciento de su territorio ancestral, producto del “desarrollo nacional”. Así, el oasis neoliberal de América Latina ha significado sequía para los pueblos. 3


En este sentido, no sorprende que las masivas evasiones en el transporte público iniciadas por los estudiantes el pasado viernes 18 de octubre se volvieran una rebelión plurinacional. Fue en este contexto, después de tres intensos días de insubordinación popular, que el presidente Sebastián Piñera declaró públicamente que “Chile está en guerra contra un enemigo poderoso”. Con tales palabras, además de definir mediáticamente una postura que los distintos gobiernos de turno han venido sosteniendo selectivamente, impulsó la reactualización de la figura del “enemigo interno”, la cual era necesaria para desatar en plenitud la represión militar y justificarla ideológicamente. Así, en días recientes se ha vivido la violencia estatal más cruda desde los tiempos de dictadura, dejando un saldo 19 muertos, 3 mil 193 personas detenidas, mil 902 heridas y 88 acciones judiciales por torturas, homicidios, violencia sexual y otros delitos. Sin embargo, este escenario necropolítico no es novedad para algunos en el Cono Sur. Con la denominada “transición democrática”, el enemigo interno dejó las calles de la ciudad y fue encarnado en el mapuche que metro a metro comenzó a recuperar su territorio usurpado, primeramente por los latifundistas a finales del siglo XIX y, en plena dictadura, por las forestales y múltiples trasnacionales que dieron forma al neoliberalismo chileno. La violencia desmedida, la criminalización y la aplicación de la Ley Antiterrorista fue la respuesta que el Estado sostuvo frente a los procesos de recuperación territorial impulsados por el movimiento mapuche. De esta forma la violencia con que hoy el Estado reprime las manifestaciones del pueblo chileno no es ninguna excepción para el pueblo mapuche, que no denuncia 30 años de neoliberalismo, sino 500 años de violencia colonial y despojo. Hoy, mediante la unidad en la lucha, el pueblo chileno y mapuche tienen en jaque al gobierno de Piñera, quien enfrenta una acusación constitucional, la solicitud de renuncia de todo su gabinete ministerial y ad portas el aterrizaje de la ONU en Chile. En las calles y en los territorios las brisas de victoria comienzan poco a poco a organizarse para abrir y caminar por las grandes alamedas. Y si bien, después de 10 días de históricas manifestaciones 4


populares, es probable que no se superen los pilares coloniales, patriarcales y económico-políticos más profundos del neoliberalismo al sur del continente, la gente de Chile y el Wallmapu ya no enfrentarán su futuro con el miedo heredado de la dictadura. Nunca más. Son los de abajo y van por los de arriba. * Antropólogo chileno y militante de la causa mapuche

Marchas en Chile reclaman que el Congreso no convalide las medidas de Piñera María Daniela Yaccar - 5 noviembre 2019

Desde Santiago Una multitud perteneciente a organizaciones sociales y sindicales dio este lunes dos vueltas alrededor del antiguo Congreso Nacional para exigirles a los legisladores que pongan un freno a la agenda social de Sebastián Piñera. Se trata del puñado de medidas propuestas por el mandatario en medio de la crisis social y que, según el pueblo movilizado, profundizan el modelo neoliberal. Plagada de banderas y carteles, la ruidosa marcha apuntó a plantear a la salud pública, la vivienda, la educación y las pensiones como derechos que debe promover el Estado. Este fue el primer capítulo del “Súper Lunes”, movilización masiva convocada por la mesa de Unidad Social, un conglomerado de 70 organizaciones. Terminó en las puertas del Tribunal de Justicia. Delante de los Carabineros que custodiaban el edificio, los trabajadores del Sindicato de Walmart colocaron una ancha bandera con la leyenda “No más abusos” y dirigentes de diversos espacios dieron sus discursos. Pidieron huelga legislativa, convocaron de manera encendida a movilización permanente –a “no bajar los brazos”– y a continuar la lucha en Plaza Italia, foco de la protesta desde las 17. Un momento histórico “Estamos viviendo un momento histórico, frente a un Gobierno que no gobierna, instituciones del Estado que se están descomponien5


do de manera escandalosa. Mientras los chilenos están en las calles exigiendo, un puñado de congresistas pretende validar la política legislativa de un gobierno que se cae a pedazos. Tenemos que echar a toda esta gente corrupta”, expresó Luis Mesina, de No+AFP. Bárbara Figueroa, presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), condenó las violaciones a los derechos humanos y reivindicó la asamblea constituyente y la idea de una nueva constitución. Una de las consignas que más se cantaba era por viviendas dignas. Lidia Venegas, del Comité de Allegados Los Sin Tierra, que agrupa a 3500 familias, cuestionó la ley de integración aprobada en agosto, que “ha regalado terrenos a las inmobiliarias”, mientras los chilenos “mueren” esperando respuestas a la problemática. Venegas contó a este medio que su agrupación había sido recibida en La Moneda más temprano por funcionarios de segunda línea. Al parecer, no hubo contactos significativos entre los manifestantes y los parlamentarios, que discutían en comisiones algunas medidas de la agenda social. Del otro lado de las rejas, se les gritaba “les pasaremos la cuenta”. Los estudiantes universitarios de Chile, representados por Emilia Schneider, determinaron una paralización indefinida hasta la conquista de una nueva Constitución. Ella es una de las víctimas del seguimiento policial a dirigentes que se conoció en los últimos días por una filtración de documentos. “Todavía no sabemos qué ha pasado con nuestros familiares; es por eso que no podemos dejar de estar presentes en todas las marchas”, remarcó Mónica Araya, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos. “No nos vamos ni cagando”, “El pueblo está en la calle pidiendo dignidad”, gritaban los chilenos bordeando el Congreso, con cacerolas y redoblantes, silbatos y cornetas. Los referentes se iban trasladando con megáfonos y parlantes dando erizados discursos. Los taxis protestaron en caravana a La Moneda pidiendo la renuncia de la ministra de transporte, Gloria Hutt. Si bien los uniformados rodeaban la zona y había hidrantes, la manifestación se desarrolló de forma pacífica. En simultáneo, en Plaza Italia, los guanacos lanzaban sus primeros chorros sobre los pocos manifestantes allí reunidos. En Chile se le llama “Súper Lunes” al día de marzo en que todo el mundo regresa de las vacaciones. Este viene siendo uno bien distinto. 6


Los paros del súper lunes La Confederación Nacional de la Salud Municipalizada mantuvo el paro nacional indefinido que comenzó el 22 de octubre. La atención primaria de Chile, que atiende al 80 por ciento de la población, brindó turnos éticos. Una de las medidas de la agenda social –que está cerca de ser ley– es la del Seguro Catastrófico de Salud, que implica “transferir recursos públicos (235 mil millones de pesos) a servicios privados”, explicó a Página/12 el dirigente Esteban Maturana. “Cuando una persona tenga una enfermedad catastrófica y cuente con un piso de un millón de pesos, el Estado lo subsidiaría a través de un seguro del sector privado”, detalló Maturana en torno a una de las cuestiones por las que este proyecto preocupa. “Una de las críticas a la agenda social es que no da importancia a la educación”, indicó el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, que representa a docentes de todos los niveles. Pese a que no convocaron a paro, “hay muchos colegios en los que no viene habiendo clases y la asistencia es baja por los problemas para desplazarse. “El principal cambio que necesitamos es el real fortalecimiento de la educación pública”, remarcó. Por su parte, la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), el equivalente a lo que en Argentina es ATE, también mantuvo un paro nacional (mañana evaluará su continuidad, de acuerdo “a las acciones que tome el Gobierno”). Carlos Aguilar, referente de la Agrupación, criticó la reforma tributaria y un proyecto de educación inicial que integra la agenda de Piñera porque “la mercantiliza”. “El Gobierno ha cambiado de tono, pero no ha cambiado en un milímetro su agenda”, analizó Aguilar. Publicado originalmente en Página 12

El sistema chileno: el guion del fracaso Ilán Semo - La Jornada - 2 de noviembre de 2019

La rebelión civil de Chile que hoy mantiene en entredicho al gobierno de Sebastián Piñera ha generalizado una antigua demanda sostenida por amplias franjas de la izquierda: la abolición de la 7


constitución promulgada en 1980 por la Junta Militar, concebida en gran parte por Jaime Guzmán, uno de los artífices intelectuales de la dictadura. En 2015, la presidenta Michelle Bachelet, al inicio de su mandato, decidió emprender un proceso que diera a Chile un nuevo orden constitucional. Nunca logró reunir los consensos para realizar esa reforma, y menos el apoyo de una oligarquía política y económica que, en nombre de esa constitución, hizo de la ominosa memoria de Augusto Pinochet el ícono originario del supuesto “milagro chileno”. Digo supuesto, porque hoy es evidente que bajo la fachada de las cifras del crecimiento económico se ocultó un régimen no sólo de extremas desigualdades, sino de desvalimiento de las formas de vida básicas de la sociedad chilena. En un país como Chile, donde toda acción política busca invariablemente su forma legal –el “legalismo” chileno ha dado pie a varios estudios clásicos sobre la historia del derecho–, donde un dictador como Pinochet sólo se sintió a sus anchas hasta que no contó con su propia ley máxima, hablar de abolir la constitución es hablar de una crisis general. Una crisis no sólo del Estado, sino de las tristísimas formas de vida que engendró el sistema posdictadura. Se requirió de una rebelión de centenares de miles, de una osada rebelión (hay decenas de muertos, miles de detenidos, un centenar de manifestantes que perdieron un ojo por las balas de perdigón de los Carabineros...), para dar el primer paso en el camino de los desagravios que Chile requiere para recobrar su integridad. Sobre todo, la rescritura de su pasado, la liberación de la grieta que significó el fardo de Pinochet en su memoria. Y como lo presagió alguna vez Salvador Allende, la historia de Chile se rescribe hoy en sus “anchas avenidas”. Antes que nada, como lo afirma Manuel A. Garretón, Chile nunca transitó hacia una auténtica reforma democrática. Una reforma inconcebible en el contexto de esa constitución. Lo que se vivió en estas tres décadas, para formularlo en una sola categoría, fue una época de posdictadura: un sistema de contenciones y retenciones que hicieron de los poderes económicos y políticos fraguados en la década de los años 80 entidades invulnerables, regidos y legitimados por la doxa del monetarismo. 8


Hoy, en las calles y las escuelas, en el parlamento y en los barrios, en los hogares y las oficinas, se discute todo: el régimen educativo, el abandono de la salud pública, el hecho de que cada chileno debe endosar mensualmente 35 por ciento de su ingreso a su tarjeta de crédito, la virulencia de la respuesta de los Carabineros (una institución incomprensiblemente legítima), la ostentación de un empresariado grotesco (a la respuesta masiva contra el aumento en las tarifas del Metro, el ministro de Economía respondió: ¡si quieren pagar menos, que se levanten más temprano!; cualquier símil con la respuesta de María Antonieta cuando le informaron que los campesinos no tenían pan, –“Que coman brioche”, manifestó–, no es fortuita.) Pero ahí donde se discute todo, y la clase política no logra decir nada, ni siquiera logra formular las preguntas, de lo que se habla es del fracaso de un orden social entero. ¿En qué consistió ese fracaso? Las cifras del crecimiento son el fetiche por excelencia de la teología política contemporánea –cumplen una función similar al concepto de progreso en el siglo XIX. Pueden incluso engañar a los propios políticos. El dilema del orden monetarista se encuentra más en la esfera del bios que en la economía: hace de la vida un constante umbral de la vida fallida o dañada. En todas las escalas de la sociedad: padres desesperados por no poder pagar la educación de los hijos, seres queridos que mueren por falta de dinero para pagar hospital o medicamentos, gente desechable si no tienen un precio en el mercado laboral, cual sea la profesión. Un orden desprovisto de toda capacidad para fraguar la esfera de lo político y que sólo conoce la frontera entre lo criminal y lo inocuo como sistema de legitimación. No es casual que lo único que prospera en Chile con fuerza y energía propias y por doquier sea el crimen organizado. Finalmente se trata también de empresarios, aunque su negocio sea la vida misma. La sociedad chilena abrió las compuertas por la pregunta de otro orden social. No como una preocupación intelectual, sino como una urgencia para darse otro tejido social. Quien quiera ver en esta revuelta tan sólo un simple malestar, se equivoca. Se trata de una auténtica transgresión en búsqueda de algo distinto. Habrá que leer sus preguntas con el mismo detalle y originalidad que propone la dimensión de su radicalidad. 9


¿Qué está pasando en Nuestra América? Francisco René Santucho* - desinformemonos.org Publicado originalmente en La Tinta - 1 noviembre 2019

“Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad ” (Simón Bolívar) No es Haití, no es Puerto Rico, no es Colombia, no es Venezuela, no es Brasil, no es Ecuador, no es Argentina, no es Chile; es América Latina que está inmersa en un brutal y criminal saqueo. Sometida a constantes mutilaciones, producto de enormes negociados cuyo capital, siempre enajenado, es transferido y acumulado en los grandes centros del poder mundial. Esa constante mantiene abiertas las venas por donde secularmente se desangra. Hace 48 años, Eduardo Galeano, en su ensayo canónico Las venas abiertas de América Latina, aseveraba que “la perpetuación del actual orden de cosas es la perpetuación del crimen”; décadas después, esa afirmación sigue vigente. Un planificado funcionamiento de un orden sistémico encuentra variadas formas de aplicación y con similitudes en cada uno de los países, que se ajusta a una única estrategia destinada a la transferencia de riquezas hacia los grupos concentrados del capital. En este tablero, el Estado, esa estructura de relaciones políticas, no se mantiene ausente -aunque a veces lo aparente-, sino que, precisamente, ha sido su activa presencia, fundamental garantía para el latrocinio. La Justicia, gran parte de la clase política, sus intelectuales apologistas del statu quo, el sistema financiero y sus bancos, los poderosos medios de comunicación operadores del establishment, todo un montaje impuesto y sostenido por fuerza de la mentira y el miedo, son parte de esa conformación del sistema de coerción y de relaciones políticas de dominación, laxo con los poderes externos y organismos financieros internacionales, e implacablemente feroces con el propio pueblo. Ha sido este un comportamiento predominante a lo largo de la historia, gracias a la prolija obediencia de las burguesías cuya subjetividad colonizada bajo la órbita de Washington avalan un entramado de gobiernos neocoloniales. El Grupo Lima constituye un claro ejemplo de esa lógica de subordinación. 10


América Latina, metáfora de un tiempo Pensar la situación en América es un imperativo. Pensar el conflicto, lo es más. Sobre todo, cuando nuevas ideas se tornan fuerza en la esfera de lo político. El pendular carácter de las movilizaciones -pareciera- viene marcando un sentido ascendente en el espíritu y conciencia de lucha. Asumiendo la calle como lugar de disputa contra el poder y como tracción de un pensar en movimiento. Con la movilización plebeya desbordando decididamente los límites y condiciones imperantes de los dispositivos de coerción pública, es decir, haciendo ejercicio del legítimo derecho a la desobediencia ante las relaciones políticas de dominación y opresión, a partir de un resurgir de la esperanza en la propia fuerza y re-posicionamiento en la conciencia de clase. Las “tensiones creativas”, como dice Álvaro García Linera para referirse a una de las fases de la revolución en Bolivia, revisten fundamental importancia en la movilización popular como el factor de dinamización de las contradicciones existentes. Otros pensadores del campo popular aseveran también que las sociedades son más producto de los conflictos que de los consensos. Las crisis, profundas como las actuales, y no solo en los países de Nuestra América, sino también las emergentes en otras coordenadas del planeta, algunas cuya manifestación del conflicto es otro, avizoran la apertura de un nuevo ciclo de luchas. La indignación, en algunos casos, transita cierta radicalidad de la protesta y asume nuevas formas de resistencia, por la misma razón que las crisis se imponen con extrema brutalidad, lo que provoca un trasvasamiento de la subjetividad del conflicto y el origen de este, y pasa del descontento del “modelo” (neoliberal) para cuestionar directamente al capitalismo y su andamiaje neo-colonial. Los pueblos quieren la paz, pero con dignidad. Las crisis De las masivas movilizaciones que acontecen en América Latina, subyace otra dimensión y expansión política, económica y social. Un viraje en espacio-tiempo que, por efecto de los actuales fenómenos sociales, cobra especial atención en los cambios en la geopolítica regional. Estas sublevaciones son más virulentas, asumen un carácter insurreccional de la protesta llegando a cuestionamientos de tipo estructural, cultural, como se ve en Ecuador, Haití y Chile. Asimis11


mo, sería falso pensar que la superación o resolución de las causas de estas manifestaciones de sesgo insurreccional se dé cuando la sofocación de la protesta o ante una disminución en la intensidad. Es justamente por eso, porque estas crisis son profundas, que los cambios debieran ser también más importantes; de lo contrario, y la historia da cuenta de ello, permanecerán subrepticiamente latiendo. ¿No será que nos encontramos ante la particularidad histórica, cuyo adagio “la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”, esgrimida por el poeta alemán Bertold Brecht, sea la más nítida descripción de estos tiempos? ¿Será que, en ese paréntesis, en ese ir y venir de temporalidad y velocidad política, triunfa lo viejo que se recicla y se aplaca lo nuevo que no logra emerger? ¿Será el miedo o será la demora en lo pensable por construir lo nuevo? “En ese claroscuro, surgen los monstruos”, decía el intelectual revolucionario Antonio Gramsci. ¿Será, entonces, ese terror que somete al pueblo, el que apaga la rebelión ante la tiranía? Claramente, los dispositivos coercitivos atacan allí, donde se despliega el sentido real y profundo de una verdadera democracia, en tanto y en cuanto ejercicio de una práctica de participación activa y proceso de concienciación en el momento mismo de la defensa y en la lucha por la ampliación de derechos. O también aparece el otro costado, el manotazo recurrente al Partido del Orden para descomprimir la potenciación de lo plebeyo y desplazar de la calle la verdadera democracia. Como también trasladar la responsabilidad de la violencia hacia los indignados, a los de abajo, al desasosiego de un pueblo que se rebela, y no a quien tiene y hace uso del monopolio de la violencia, el Estado y los gobiernos que deciden políticas a espaldas del pueblo. La velocidad política que transita en un escenario de tensiones muestra más claramente los efectos inmediatos de la mala política, devela las maniobras de sus ejecutores que, decididamente, montan argucias para mantener, como sea, el comando del poder. En esas mismas tensiones, se ponen en cuestión las estructuras opresivas, las falsas noticias propaladas por los medios y a una dirigencia política cómodamente atrincherada en la retórica de la institucionalidad y gobernabilidad. A la vez, el reverso de esta cara muestra cómo esa misma tirantez despliega la potencia de una política (praxis) creadora, de un plebeyismo que se construye soberano, 12


nuevas subjetividades que abren nuevos horizontes, con cuerpos rebosados de alegría y felicidad a pesar del sufrimiento, y convierte a los territorios en el Ágora de los nuevos tiempos. El reverso Las crisis de estos gobiernos neoliberales, que van explosionando uno tras otro, configuran la magnitud de lo que, más temprano que tarde, provocaría la llegada de presidentes con ideas y esquemas neo-coloniales. La responsabilidad es absolutamente de una dirigencia política inescrupulosa y facinerosa, beneficiada con privilegios en el “modo” neoliberalismo, a sabiendas del gran daño ambiental y la consecuente devastación que esto ocasiona. Por lo tanto, deberíamos llamarlo por su propio nombre: capitalismo, a secas. Hay un pulso social que da cuenta de las erosionadas estructuras. Resignificar el sentido de democracia, de soberanía, para que germine la nueva política que florezca desde abajo. La democracia y un gobierno edificado de abajo hacia arriba. Que produzca la apertura de horizontes, como así también nuevas y más posibilidades de derechos. Las democracias deben ser repensadas desde las micro-prácticas del quehacer político. La disputa de derechos llega a la demanda por la democratización de la función social del Estado. La conflictividad, producto de las tensiones que atraviesan las sociedades por imperio de gobiernos antipopulares, represivos, saqueadores, nos obliga de modo urgente a pensarnos desde nosotros, asumirnos y construirnos desde un Nosotros y no desde un Ellos. Los gobiernos antipopulares diseñan las políticas donde el pueblo se mantiene enajenado y los derechos sociales y laborales se mercantilizan para los trabajadores y el pueblo. Son las falsas democracias que, mediante engañifas, promueven -cual deidad- las elecciones como culto y pulcro de la democracia, la gobernabilidad y la institucionalidad como meras formalidades. Es ese extremismo reduccionista de llevar la democracia a su más estrecha expresión para subordinarla al imperio del mercado y del orden financiero. Nuevos horizontes o posibilidades a partir de lo popular movilizado, como hemos visto últimamente, abren y hacen resurgir esperanzas de construir algo distinto. Reinventarnos desde las crisis. Nuevas políticas que contemplen al amplio campo de lo popular. 13


Estas nuevas politizaciones generadas desde la movilización social, sin duda, deben ser pensadas y proyectadas desde la pertenencia a un continente y su cultura, desde la composición histórica más profunda, como auténticos pilares donde se asiente sólidamente la emancipación de nuestros pueblos. En diálogo permanente con la historia y la cultura, entre nuestro pasado y presente, merece ineludiblemente conversaciones con los legados de María Remedios del Valle, Juana Azurduy, el pensamiento de José Martí, de José Carlos Mariátegui, el legado del Che Guevara y de tantas mujeres y hombres que lucharon por una verdadera liberación. La perspectiva que se abre es pensar un horizonte humano, el pensarnos desde América, para lo cual Rodolfo Kusch nos interpela y recuerda que “en el fondo de todo, no estoy yo, sino que estamos nosotros” y es ese el fundamento para la reformulación de un proyecto político y cultural en Argentina, pero, fundamentalmente, en toda Indoamérica.

Rojava: la guerra contra la utopía Sara Ainhoa De Ceano - Vivas Núñez desinformemonos.org - 5 noviembre 2019

Hay controles de seguridad cada pocos cientos de metros en la carretera. Los puestos de control de los Aşayis —fuerzas de seguridad interna— revisan la documentación de los coches que pasan. Están alerta, sobre todo desde que decenas de miembros del Estado Islámico huyeron de las prisiones y campos de refugiados ayudados por los ataques de Turquía sobre la región. Las células durmientes del Estado Islámico nunca se desvanecieron, pero antes de la invasión del ejército turco estaban más controladas. Ahora casi cada día hay explosiones en Haseke, ciudad al sur de Rojava; y con las decenas de miles de desplazados que han llegado de las ciudades y pueblos colindantes con la frontera con Turquía, la ciudad es un hervidero de caras desconocidas. Han pasado 16 días de la guerra que las potencias internacionales y regionales han orquestado contra la región conocida como Roja14


va(Kurdistán Oeste), oficialmente nombrada como la Autoadministración del Norte y Este de Siria. Las administraciones turca y estadounidense han decidido que la democracia surgida durante el conflicto de Siria en ese territorio de 750 km2 no es el sistema que les conviene para Oriente Próximo, y que la guerra debe continuar. El punto de partida es asegurar que sus intereses geoestratégicos y económicos queden consolidados. “Nosotros decidiremos qué hacer [con el petróleo] en el futuro”, afirmó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mientras anunciaba la permanencia de un contingente de 400 soldados estadounidenses en los pozos petrolíferos de Der Ez Zor y la estratégica zona de al-Tanf, al este y al sureste de Siria. Miembros yihadistas, que antes combatían en los grupos de al-Nusra —antigua al-Qaeda en Siria— y el Estado Islámico, ahora lucen los uniformes facilitados por el ejército turco. Estos grupos graban en vídeo y difunden por internet cómo expolian a la población, destruyen las propiedades y asesinan cruelmente. La atroz tortura y homicidio cometido contra la copresidenta del Partido del Futuro, Hevrin Khalef, y la mutilación del cuerpo de la combatiente de las YPJ Amara Rênas han conmocionado al país. Son una muestra de la cultura del odio hacia las mujeres, que ya tuvo sus antecedentes en la guerra de Afrin. A través de internet se difunden los crímenes cometidos por el ejército turco. Diversos medios de comunicación han publicado fotografías que muestran quemaduras anormales en cuerpos de jóvenes y niños. Los doctores de los hospitales de Qamishlo y Haseke confiesan que nunca habían visto nada parecido. La Autoadministración de Rojava afirma que se ha hecho uso de fósforo blanco como arma de guerra contra civiles y actualmente una comisión internacional está haciendo los análisis oportunos para confirmar dicha declaración. La copresidenta de la Autoadministración del Norte y Este de Siria, Ilham Ahmed, presentó las fotografías de los cuerpos abrasados en el Congreso estadounidense el pasado 23 de octubre. Calificó la operación del régimen de Tayyip Erdogan como una limpieza étnica y denunció la falacia del alto al fuego acordada entre Turquía y EE UU: “Los están matando, secuestrando, confiscando sus propiedades, quemando sus árboles”, dijo Ilham Ahmed. En estos años, Rojava se ha convertido en un proyecto más democrático y respetuoso que muchos Estados europeos 15


En estas dos semanas, el ejército turco y sus aliados yihadistas —a los que parte de la prensa y la comunidad internacional se empeñan en seguir llamándolos Ejército Libre Sirio— han asesinado a más de 200 civiles y herido a más de 600. Al menos 300.000 personas han sido desplazadas de sus hogares. 85.000 niños y niñas han sido forzados a detener sus estudios y más de 5.000 profesores se han quedado sin trabajo. En el caso de la ciudad de Haseke, 50 escuelas han sido puestas a disposición de los desplazados para darles refugio. La estación de agua de Alok, que daba servicio a medio millón de personas, fue intencionadamente dañada. Abro el grifo y el agua sale con un tono verdoso. Miles de personas en la ciudad de Haseke están consumiendo agua no potable debido a la escasez. Hay cortes eléctricos de tanto en tanto, y a veces cierran la red de internet, y entonces nuestra conexión con el mundo termina. De repente, la Revolución Rojava se extiende por el oeste hasta la región de Manbij y hacía el sur hasta el desierto de Der Ez Zor. En este territorio conviven desde hace cientos de años múltiples grupos religiosos y étnicos: árabes, kurdos, siriacos, asirios, turcomanos, ezidis, chechenos, circasianos y armenios. Bajo los diferentes imperios y regímenes no todos los pueblos y confesiones han tenido siempre el derecho de expresar su identidad libremente. El proyecto democrático, ecológico y de liberación de las mujeres nacido en estas comunidades a partir del año 2011 tiene como uno de sus pilares esenciales el respeto por la pluralidad nacional y el impulso para la expresión multicultural y religiosa. En estos años, Rojava se ha convertido en un proyecto más democrático y respetuoso que muchos Estados europeos. Cada institución está presidida por una copresidencia. Esta debe estar forma obligatoriamente por un hombre y una mujer de diferente etnia. Cada organismo tiene una cuota de género del 50% y una cuota para minorías étnicas. Las mujeres están en el centro de la revolución. Lideran los espacios políticos y públicos. Ocupan las calles, las instituciones y los medios de comunicación. Tienen su propia fuerza militar autónoma, las conocidas YPJ. Para quien conozca 16


Oriente Medio se percibe un gran contraste con otros países de la región. Las mujeres se organizan en un sistema paralelo autónomo, toman la palabra y aplican sus propias decisiones estratégicas en favor de las mujeres. La organización popular en las calles está controlada por ellas. La organización democrática de Rojava se basa en las comunas, asambleas barriales y de pueblos, donde las personas se autoorganizan y deciden sobre sus propias vidas, tratando de hacer política desde la base. En esta complicada guerra, los kurdos eran una carta que solo era conveniente mientras el Estado Islámico avanzaba sobre la región Leyla tiene cinco hijas y un hijo. Su marido la abandonó para casarse por segunda vez con otra mujer. Ella ahora es responsable de la comuna de su barrio. Atiende seis días a la semana a todas las personas que se acercan al local de la comuna. Les ayuda a organizar las necesidades básicas de agua, gas y electricidad. Organiza reuniones para promover la democracia y autoorganización entre sus vecinas. Leyla y sus compañeras promueven visitas a vecinas enfermas, familias con mártires de la guerra o familias pobres. Trata de asegurarse que nadie quede olvidado. Que la solidaridad entre los residentes del barrio llegue a cada casa. Leyla, como el resto de sus compañeras, no cobra nada por este trabajo. Ella subsiste con el salario de dos de sus hijos. Una hija que está en las fuerzas Aşayis y un hijo que es combatiente de las YPG. Leyla trabaja para su comunidad porque considera que la verdadera forma de organización de la sociedad es la cooperación, no el individualismo ni la competitividad. La guerra contra el Estado Islámico se ha cobrado la vida de más de 11.000 combatientes. Una gran mayoría de ellos eran kurdos. Decenas de miles han quedado mutilados o son portadores de dolencias crónicas. Fawsya tiene dos hijos mártires en la guerra. Uno falleció en Raqqa, el otro en Afrin. La sala de estar de su casa es un mausoleo en recuerdo a sus dos hijos. Grandes pósteres con sus fotos decoran las paredes. En una esquina, cuelgan de tres árboles de plástico decenas de pequeños retratos de otros 17


mártires, hombres y mujeres caídos en esta larga y penosa guerra. Estos retratos se reparte durante los entierros. Fawsya los conserva todos. “No voy a permitir que ninguno de ellos quede en el olvido”, dice con determinación, “aunque tenga que llenar la sala de estos pequeños árboles”. Para muchos políticos los muertos son números, pero para las familias en Rojava, cada padre, hija, marido y compañera fallecida, es un dolor indescriptible que no puede ser superado nunca. Fawsya explica: “Te acostumbras al dolor. Te haces a él. Pero no se va. Este dolor nunca se supera”. El tablero internacional Los planes de las potencias internacionales para Siria vienen de lejos. En esta complicada guerra, los kurdos eran una carta que solo era conveniente mientras el Estado Islámico avanzaba sobre la región. Ya en 2018, cuando la operación conjunta de las Fuerzas Democráticas Sirias y el ejército estadounidense llegaba a su fin, Rusia dio luz verde a la invasión del ejército turco al cantón de Afrin, al oeste de Rojava. Aquella guerra, que duró tres meses, se cobró cientos de vidas y generó miles de refugiados. En el barrio donde me encuentro hay muchos desplazados de Afrin. Lo han perdido todo y saben que mientras su tierra esté bajo el control turco no podrán volver a sus hogares. A día de hoy los secuestros y extorsiones a la población en Afrin continúan. Desde que se consolidó la ocupación, un grupo indeterminado de desplazados de Afrin ha huido por goteo, trasladándose a otras zonas de Siria o marchándose a Europa, por miedo a la represión. Cuando comenzó la invasión, el pasado 9 de octubre, las familias hacían repetidamente dos preguntas: “¿Por qué la comunidad internacional nos ha abandonado de nuevo?” y “¿van a bombardearnos aquí también?”. Hay miedo entre la población, especialmente a los bombardeos aéreos. En todas parte se repite la misma frase: “No queremos nada, ni armas ni tropas, solo queremos que no puedan bombardearnos”. Y es que las fuerzas de defensa de las YPG e YPJ han demostrado ser efectivos combatientes sobre el terreno. Pero la desigualdad de fuerzas se hace visible cuando las tropas pelean con kalashnikov contra aviones de combate de la OTAN. Este material se comparte con autorización de El Salto 18


Pueblos indígenas: avanzando hacia el pasado Francisco López Bárcenas - La jornada - 3 de noviembre de 2019

Muy aleccionadora está resultando la gira que el Presidente de la República ha emprendido por toda la nación para atender, según dice, las demandas de los pueblos indígenas. Entre los aspectos que el mensaje presidencial va dejando claro se encuentra, en primer lugar, la naturaleza de la política que habrá de impulsar en los cinco años que le restan de gobierno, la manera que se llevarán a cabo y la relación que guardan con su política de desarrollo para el país. Importa tenerlos en cuenta para no llamarse a engaño sobre las medidas que en el futuro tome el gobierno para sacarlas adelante. En la reunión que el 27 de octubre sostuvo en la comunidad de Punta Chueca, Sonora, con representantes de algunos pueblos originarios del noroeste, el Presidente afirmó que se les atenderá, como se hacía en la década de los años 70, la época dorada del indigenismo. “¿Sí se dan cuenta que antes había una política?” preguntó a los presentes, para luego continuar: “Era una época en que se volteaba a ver a las comunidades, a los pueblos; luego se les dio la espalda; ahora de nuevo vamos a seguirnos viendo de frente y atendiendo a las comunidades y a los pueblos indígenas”. También afirmó que en los 36 años de política neoliberal la atención a los pueblos originarios “casi desapareció, no hubo nada”. Esta declaración presidencial merece atención porque lo que Andrés Manuel López Obrador estaba proponiendo para atender las necesidades de los pueblos indígenas es volver al pasado, a cuando ni en México ni en el mundo se hablaba de derechos indígenas y la prioridad de los gobiernos era desaparecerlos para integrarlos a la nación y que dejaran de ser un obstáculo al crecimiento económico. Eran tiempos en que el asistencialismo era la clave de las políticas para los pueblos indígenas, con énfasis en aspectos como la educación y el desarrollo y con matices como la asimilación, la aculturación y el indigenismo participativo. El discurso presidencial merece un matiz porque el neoliberalismo no siempre desatendió a los pueblos indígenas, en sus primeros años incluso los fortaleció como una manera de atenuar el descon19


tento que el desmantelamiento de las políticas estatales estaban produciendo, fue la época de la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados –Coplamar– constituida en enero de 1977 y el Programa Nacional de Solidaridad –Pronasol– creado en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y operado por algunos funcionarios que impulsan las políticas sociales del actual gobierno. Queda claro, pues, que las políticas asistenciales serán prioritarias al reconocimiento de derechos. Otro aspecto de la política gubernamental hacia los pueblos orinarios que también se aclara es que se privilegiará el diálogo con organizaciones sociales que respalden esas políticas, ignorando a las que se oponen a ellas. Eso se ha visto claramente en las reuniones celebradas en lo que va de la gira presidencial, donde sólo se atendieron las demandas de servicios y se ignoraron los posicionamientos sobre problemas políticos no resueltos o la oposición a megaproyectos que afectan notoriamente la vida de los pueblos. A éstos se les ignoró, como si no existieran, como si al negarlos desaparecieran las demandas que enarbolan.Frente a estas definiciones el discurso de funcionarios indígenas, en el sentido de impulsar reformas profundas al sistema jurídico para incluir en él los derechos sustantivos escamoteados por los neoliberales, pierde todo sentido, pues si el Presidente ya marcó el rumbo por el que tendrá que caminar su gobierno, no se ve cómo podrían hacerlo. Vista así, su postura se torna incluso peligrosa, pues no faltará quien les crea y piense que la buena fe que en sus discursos muestran es suficiente para sobreponerse a los intereses que niegan esa posibilidad y terminen funcionando como un freno a la lucha de los pueblos por sus derechos, lo que al final, en el mejor de los casos, dividirá mas al movimiento indígena. Por eso es importante leer con atención el discurso presidencial. Ignorarlo puede llevarnos a poner la atención en los llamados a tener fe en el gobierno cuando lo que se necesita es ir fortaleciendo las estructuras políticas de los pueblos y seguir preparándose para la defensa de las conquistas ya ganadas. Porque los tiempos no están como para mirar al pasado. 20


A casi 22 años de Acteal, sigue la violencia contra los indígenas Gloria Muñoz Ramirez - Los de abajo La Jornada - 2 de noviembre de 2019

Ados meses de que se cumplan 22 años de la masacre de Acteal, Chiapas, la organización civil Las Abejas denunció la violencia ejercida por la Guardia Nacional contra las comunidades indígenas. Las Abejas aseguran que “los militares y los de la seguridad pública son asesores de las masacres y asesores de las torturas y desapariciones, porque ellos apoyan a los paramilitares”. Y no es asunto de ayer, sino de hoy. “Es el mismo plan que inició la militarización de Chiapas, trayendo miles de soldados a nuestras tierras, instalando bases, campamentos militares y retenes que de nada sirven al pueblo. Al contrario, han violado mujeres, han traído prostitución, causado terror y daño a las personas de nuestras comunidades; su presencia es una guerra sicológica hacia las mujeres y hombres quienes luchamos contra el sistema de muerte al que ellos sirven”, denunciaron en un comunicado en que exigieron fin a la impunidad en el caso de la masacre de Acteal, perpetrada el 22 de diciembre de 1997, en la que fueron asesinados 45 tsotsiles, en su mayoría niños y mujeres. Para Las Abejas, con el actual gobierno federal continúa la impunidad, pues más de dos décadas después no hay responsables de la matanza pagando por su delito. Lo más grave, insisten, es que lejos de detener a los asesinos el gobierno responde con mayor militarización del estado “y con la creación de la nueva Guardia Nacional, que sabemos que sólo sirve para criminalizar y violentar más”. Los militares, insiste la organización civil, “sirven para reprimir al pueblo que se organiza contra las grandes empresas capitalistas que ambicionan nuestras tierras y territorios con sus proyectos extractivistas y saqueadores”. Las Abejas advirtieron que aunque algunos de sus compañeros “se han deslindado de nosotros por la ambición de obtener recursos 21


económicos”, ellos, aunque pocos, no se cansarán de “exigir la justicia para nuestros padres y madres, abuelos y abuelas y hermanas y hermanos”. Acteal no es carpeta cerrada. No es pasado sino agresión presente. Les deben todo. Ya es hora. losylasdeabajo@yahoo.com.mx

Fidencio Aldama Pérez, preso político yaqui Gilberto López Y Rivas - 1º de noviembre de 2019

Uno de los más graves problemas que provoca la recolonización capitalista actual, que el gobierno de AMLO pretende continuar en su modalidad cuarto transformista, es la profunda división de los pueblos originarios entre, por una parte, quienes son cooptados por los operadores de la “ingeniería de conflictos” de las corporaciones y los grupos gobernantes, y, por otra, quienes resisten ofrecimientos monetarios, programas clientelares, amenazas y agresiones violentas, y defienden, aun a costa de sus vidas, los territorios, recursos naturales y bienes comunes. Este es el caso de Loma de Bácum, uno de los ocho pueblos yaquis que se declaró en resistencia ante un gasoducto que la empresa Sempra Energy Ienova, con el apoyo de los gobiernos federal y estatal, pretende imponer en tierras de esta aguerrida nación originaria, conocida por su lucha secular contra la Corona española y contra los gobiernos de la república, que, incluso en la dictadura porfirista, practicaron los fusilamientos en masa, y el destierro de numerosos yaquis a Yucatán y otras regiones lejanas de su natal Sonora. Desde 2015, dirigentes yaquis afines al gobierno estatal y a los partidos gobernantes ( prianismo, le llaman ellos), firmaron contratos con la empresa, recibiendo apoyos y dinero por su “cooperación”. En Loma de Bácum no se aceptó ningún contrato, y, por el contrario, se activó la lucha política y legal, recurriéndose a tribunales federales con amparos que les protegieran del gasoducto, dada su ya conocida peligrosidad y el despojo que significaría esa obra para 22


el pueblo. Después de algunos laudos favorables a los yaquis, el fallo definitivo del juez séptimo de distrito de Ciudad Obregón fue adverso a Loma de Bácum, que, en respuesta, interpuso un recurso de revisión para que fuera atraído por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y, mientras tanto, la obra continúa suspendida. En 2016, los gobiernos en turno, ante la imposibilidad de convencer a las autoridades tradicionales de Loma de Bácum, y ante los fallos inicialmente favorables del recurso de amparo, urdieron, el 21 de octubre de ese año, con la complicidad de yaquis de otros pueblos, un asalto armado al recinto sagrado de la autoridad legítima, buscando imponer representantes espurios que aceptaran las negociaciones del gasoducto y llevaran a cabo los desistimientos de los amparos interpuestos. De nueva cuenta, en este caso, como en otros muchos en el territorio nacional, cuando la disyuntiva de la “plata” que compra conciencias no funciona, se recurre a la letalidad del “plomo” para vencer resistencias. Ese día de luto, cuyo aniversario recientemente recordamos junto con nuestros hermanos de Loma de Bácum, con una jornada de lucha y reflexiones, los atacantes, con lujo de violencia y sin respetar el juramento de la nación yaqui ni sus usos y costumbres, atacaron a golpes y con armas de fuego a los integrantes de la guardia tradicional, quienes, valientemente y con denuedo, defendieron su representación comunitaria y su recinto sagrado e hicieron fracasar el intento de imposición. Varias personas fueron golpeadas, otras resultaron con heridas de bala, 16 vehículos quedaron incendiados y un indígena del mismo pueblo, llamado Cruz Buitimea Piñas, murió en el ataque. También, como es común en el ámbito judicial de nuestro país, la Fiscalía Estatal de Sonora abrió una investigación, e imputó esa muerte a un joven indígena yaqui, llamado Fidencio Aldama Pérez, quien, ese día, cumplía su comisión en la guardia tradicional, integrando, con inusitada rapidez, la carpeta penal por el delito de homicidio simple intencional, respaldada por testigos falsos y pruebas fabricadas, incurriendo en graves faltas procesales y de criminalística. Destacan las versiones de diversos testigos, incluyendo las hermanas y la viuda del occiso, quienes exoneran de responsabilidad a Fidencio, entre otros datos de prueba y peritaje que no fueron considerados por el juez de origen. Paralelamente, presiones de or23


den político sobre el Poder Judicial, han resultado en la apertura de carpetas de investigación penal contra las autoridades tradicionales, como amenaza latente sobre sus integrantes. Todos los poderes del Estado se imponen contra los pueblos originarios en rebeldía. La CNTE ha asumido la liberación de Fidencio como reivindicación del gremio, exigiendo del gobierno federal intervenir ante la Judicatura, sin resultados hasta ahora. Asimismo, la visita a Loma de Bácum del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos no arrojó nada en claro. En la reciente gira presidencial a Sonora fue revelador que no se aludiera la oposición al gasoducto ni mucho menos se hiciera una declaración sobre Fidencio Aldama Pérez, símbolo de la lucha de un pueblo que no se somete, no se rinde ni se vende. En Loma de Bácum, la llama de la resistencia secular de los yaquis sigue más viva que nunca.

AMLO, Gaytán Ochoa y la disciplina militar Carlos Fazio - La Jornada - 2 de noviembre de 2019

El 22 de octubre, durante un desayuno con altos mandos del Ejército y la Fuerza Aérea, y en presencia del general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, el divisionario Carlos Demetrio Gaytán Ochoa cuestionó las “decisiones estratégicas” del comandante supremo de las fuerzas armadas, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, y atribuyó a la jerarquía castrense “la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país, coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible y de hacerlo todo con el menor costo social y la mayor eficacia”. Ante medio millar de generales de división, de brigada, brigadieres y de ala en funciones y en situación de retiro, reunidos en el salón República del estadio de la Unidad Habitacional Militar de Lomas de Sotelo, en la Ciudad de México, Gaytán Ochoa utilizó un lenguaje genérico cuando, sin mencionar ningún hecho concreto y asumiendo de facto que todos los presentes compartían sus preocupaciones, dijo: “Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados”. 24


A continuación, con una narrativa francamente deliberativa y que podría escapar al principio de neutralidad política y a la disciplina jerárquica aconsejable a un profesional de la violencia −en tanto integrante de uno de los órganos coercitivos por excelencia del Estado: el Ejército y la Fuerza Aérea−, añadió que “en la actualidad vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran ­resentimiento”. Sin mencionar en ningún momento por su nombre al presidente López Obrador ni tampoco su condición de mando supremo de las fuerzas armadas, adujo que pese a la legalidad y legitimidad de su investidura como titular del Ejecutivo, “los frágiles mecanismos de contrapeso existentes” le han permitido (a AMLO) un “fortalecimiento” que viene propiciando “decisiones estratégicas” que “no han convencido a todos, para decirlo con suavidad”. Utilizando siempre un plural verde olivo, agregó que esas decisiones del jefe del Ejecutivo “nos inquieta”, “nos ofende”, pero sobre todo “nos preocupa”, toda vez que (los militares) “fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país”. Si bien dijo a sus compañeros de arma que había tratado de “cuidar” sus palabras y mantenerse dentro de la “disciplina” a la que como militar está obligado, abogó por soluciones “drásticas” ante un entorno histórico que “lo que requiere a gritos es pacificar, educar y mantener sano a México”. Dado que Gaytán Ochoa forma parte de una institución castrense donde la formación modela para jerarquizar, homogeneizar y uniformizar; para exterminar al enemigo; para separar a sus miembros de la sociedad civil y convertirlos en engranajes de una maquinaria corporativa regida por una cadena de mando donde el objetivo primero es la obediencia sin cuestionamiento al superior; donde el superior siempre tiene la razón, nunca se equivoca, y si se equivoca vuelve a mandar (es una obediencia a la autoridad, no a la ley de la res publica), queda claro qué entiende el mílite por “pacificar”, “educar” y mantener “sano” (sic) a México. Con el agregado de que, miembro de una familia de militares (su padre fue el general de división retirado Leopoldo Gaytán Durón, 25


quien ocupó cargos importantes durante el sexenio de José López Portillo, y su hermano menor, Leopoldo Noé Gaytán Ochoa, fue comandante de la quinta zona militar en Chihuahua, de donde fue retirado en 2013 por abuso de autoridad), Carlos Gaytán Ochoa se desempeñó como jefe del Estado Mayor de la Sedena durante el régimen de Felipe Calderón, y como tal dio el visto bueno a la “Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico 2007-2012”, que sirvió como guía para una actuación del Ejército que a la postre derivó en catástrofe humanitaria. Considerada la “biblia” militar durante el sexenio calderonista, la directiva dotó de “amplia libertad de acción e iniciativa” y “don de mando” −a los comandantes de las 12 regiones militares del país− para realizar “acciones contundentes” contra el “enemigo”. En ese mismo periodo –en el que Gaytán Ochoa ofició también como subsecretario de la Sedena−, el documento La Secretaría de la Defensa Nacional en el combate al narcotráfico llamó a transformar la lucha contra las organizaciones criminales en una “cruzada”, rechazando de manera categórica toda “insinuación o petición de negociación”, atacando al enemigo en “todos los frentes”, para “aniquilarlo” (sic). Entonces, el “combate frontal” estuvo basado en cuatro ejes: causarle el mayor número de bajas al enemigo (el famoso body count o conteo de cadáveres de la fallida estrategia de contrainsurgencia de Estados Unidos en Vietnam); crear divisionismo en sus filas; provocar confrontaciones internas, e inducir a su autodestrucción. El objetivo fue localizar, fijar, intimidar y causarle el mayor número de bajas al adversario, en tanto se aplicaba la ofensiva principal sobre “su flanco más sensible, el financiero patrimonial”. En un sentido general, la “guerra” de Calderón y sus subordinados en la Sedena −el general Guillermo Galván, titular de la institución; el general Rogelio Patiño Canchola, autor de la “directiva” para combatir al narcotráfico; el propio Gaytán Ochoa, y otros mandos−, resultó todo un éxito: hubo muertos a granel y desde entonces el body count ha seguido multiplicándose hasta nuestros días. Y como parte de la “amplia libertad de acción e iniciativa” y el “don de mando” del generalato, proliferaron la tortura, las eje26


cuciones sumarias extrajudiciales y la detención-desaparición forzada de personas. A la saña militar no escaparon niños ni mujeres; ejemplos sobran. Aunque el patrimonio financiero de los grupos de la economía criminal quedó intacto. Gaytán Ochoa pidió “el respaldo y la solidaridad” de sus compañeros para el general secretario Luis Cresencio Sandoval −a quien ofreció sus conocimientos y la experiencia acumulada en 50 años de servicio−, pero en su solicitud de respaldo excluyó al jefe supremo de las fuerzas armadas, el presidente López Obrador.

Novedad de los muertos

Hermann Bellinghausen - La Jornada - 4 de noviembre de 2019 Día de Muertos se le llama, y por alguna extraña razón en México creemos que es una fiesta única y exclusiva que viene de muy lejos. De nuestras raíces, se dice. Todo el cotorreo prehispánico de Mictlán y el viaje mexica al inframundo poca relación guarda con las calaveritas de azúcar de añeja tradición. Menos aún con las Catrinas pintarrajeadas que hoy inundan las ciudades, “tradición” nacida apenas anteayer, y ni siquiera aquí, sino en ciudades de California, pero que ya se decretó por empresas y gobiernos que es Nuestra Tradición. Y ríase James Bond. Lo notable es que en el mundo se la creen. Caracteriza a México. Y bueno, una aportación sí es nuestra: burlarse de ella, hoy que hasta la Muerte es marca registrada, como si las Catrinas en plazas y desfiles fueran culpa de José Guadalupe Posada, que tan en paz descansaba hasta que vinieron a menear su memoria con vestidos multicolores y rostros blancos enrejados en filigrana negra. ¿Debe escandalizarnos que la fiesta devenga un Halloween de periferia colonial, siendo que es (sacrosanta palabra) sincrética hasta las cachas, lejos ya del Tzompantli y las figuras de amaranto y sangre sacrificial que horrorizaron tanto a los conquistadores como para prohibir aquellas “alegrías” siniestras? Las calaveritas de antaño eran golosina. Ahora, artesanía ornamental. Los niños comen peores dulces estos días. “Pedir calave27


rita” aparece ya en Macario, de B. Traven (1950) y en la versión fílmica de Roberto Gavaldón (1960) que tanto debe visualmente (Gabriel Figueroa de por medio) a ¡Que viva México! (1932) de Serguei Eisenstein, parcialmente conocida en los años posteriores bajo otros nombres. Hacia 1960 se empalmó la exigencia anglosajona de la Noche de Brujas, hasta derivar a una suerte de mendicidad tolerada de dos o tres días entre las clases desfavorecidas de la sociedad urbana, mientras las clases medias agringadas se apropiaban del Halloween infantil. En los años 60 era pretexto para disfraz infantil, sin nada carnavalesco. Durante décadas, y a la fecha, este rejuego del disfraz, el truco y las Catrinas ha tenido sin cuidado a las comunidades y barrios del centro y sur de la República. Allí la fiesta es con los difuntitos propios, un banquete espectral, religioso y festivo, conmovedor, imaginativo, no del todo diferente a la tradición cristiana del Medioevo europeo traída por los misioneros. La investigadora Elsa Malvido ha documentado que Todos los Santos y Fieles Difuntos son rituales inventados en la Francia del siglo X por el Abad de Cluny, quien rescató la celebración en honor de los Macabeos, familia de patriotas judíos reconocidos como mártires en el santoral católico, el 2 de noviembre y dispuso el día anterior para celebrar a los santos y mártires anónimos, aquellos que no poseen nombre ni apellido, ni celebración en el calendario ritual católico. En Todos los Santos, dice Malvido, se ponía un inmenso altar donde se exhibían las reliquias de los santos (el ara) que cada iglesia poseía en sus altares: huesos, cráneos u otros restos, la tierra donde fueron enterrados o jirones de su ropa. En Sicilia, Galicia, Chile y Guatemala también se celebra. Puede incluir calaveras reales adornadas (las “ñatitas” de Bolivia), panes como huesos, flores, veladoras. Y trago. Será su recreación en la década nacionalista de 1930 la que idealice aquí “lo prehispánico” de la fecha. El cine, los muralistas, los propagandistas posrevolucionarios y los fotógrafos contribuyeron al neomito. No obstante, los hogares en el campo y la ciudad siguieron instalando ofrendas y las familias visitando el camposanto. 28


La modernidad debilitó la celebración urbana. Si uno andaba de folclórico, se lanzaba a Mixquic o Janitzio, aconsejado por el cine nacional y las agencias de viajes. Casi había desaparecido hacia 1985, cuando el terremoto revitalizó la celebración, con grandes y muy sentidas ofrendas en el Zócalo y las ruinas recientes. Regresaron las ofendas a las casas, las escuelas, las plazas, los centros de trabajo. Se convirtió en una fecha para recordar a los caídos en la lucha social y los feminicidios. Las Catrinas actuales, con su vistosa chispa de la vida y su fertilidad para las selfis, datan de fines del siglo XX, cuando chicanos y migrantes mexicanos en Los Ángeles, San Francisco y Nueva York dieron en pintarse la cara, para júbilo de los gabachos que encontraron nuevos pretextos para disfrazarse y seguir de Halloween. El resto, nuevamente, lo hizo el cine. Hollywood esta vez: A Night in Old Mexico (Aragón Álvarez, 2013), Spectre (Mendes, 2015), Coco (Unkrish y Molina, 2017). Y nació una nueva tradición milenaria, aprovechando que la gente se ha desinhibido y se pinta de colores la cara y se disfraza para ir a los estadios y a las fiestas de Halloween, que también en México se han vuelto para adultos. La Catrina Technicolor no conecta con el Inframundo nahua ni con nuestros muertitos, pero ya es inmanente como Frida, los Pueblos Mágicos y la Patria misma.

Nosotras, las que no pudieron quemar La Tinta - 2 noviembre 2019

Una mirada con perspectiva de género a propósito de Halloween, que quiere decir: Noche de Brujas Atentas todas, si rastreamos un poquito y hacemos una googleada de la palabra “Halloween”, nos encontramos con que si bien su traducción refiere a Noche de Brujas, nada más lejos de su origen. En realidad, tiene que ver con el fin de ciclos de cosechas y cultivos, con cierres de años, con duelos y bienvenidas. Tiene que ver con santos y paganos. Pero si vamos a hablar de maldades, de fuerzas místicas, de contacto con la muerte, con la tierra y con los ciclos, entonces hablamos de Brujas, o sea de Mujeres. 29


Cuando alguien hace uso de la palabra Bruja, en general es de manera despectiva. Relacionándolo con maleficios, hechizos para hacer el mal; cargando así sobre nosotras las miserias del mundo. La mayoría de las veces en las imágenes, ellas van acompañadas de gatos negros; que tienen mala reputación y son relacionados con la mala suerte, con eventos desafortunados que pueden acontecer si nos cruzamos uno. A su vez, nuestra gran aliada es ¡la escoba! La escoba que nos determina en nuestros lugares de cuidadoras y reproductoras de la vida, también nos puede llevar en un vuelo ilusorio a nuestros lugares de libertad. La escoba como símbolo de nuestra opresión, fue transformada en un símbolo de liberación por aquellas mujeres que buscaban la forma de generar unentre mujeres que les permitiera alivianar la esclavitud que sufrían -y sufrimos- ya sea por el señor feudal o por sus esposos. En el libro Calibán y la Bruja, Silvia Federici citando a Morgan, explica que: “Las brujas siempre han sido mujeres que se atrevieron a ser valerosas, agresivas, inteligentes, no conformistas, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarias. WITCH vive y ríe en cada mujer. Ella es la parte libre de cada una de nosotras. Eres una Bruja por el hecho de ser mujer, indómita, airada, alegre e inmortal”. La cacería Hay una parte de la historia de las mujeres que no sabemos muy bien, que alguna vez hemos escuchado, pero no conocemos en profundidad y es la cacería de brujas. Y no la conocemos porqué fue y es intencionalmente ocultada y negada por aquellos que cuentan y escriben la “verdadera” Historia. Según Federici “la caza de brujas rara vez aparece en la historia del proletariado. Hasta hoy, continúa siendo uno de los fenómenos menos estudiados en la Historia de Europa o, tal vez, de la Historia mundial, si consideramos que la acusación de adoración al Demonio fue llevada al «Nuevo Mundo» por los misioneros y conquistadores como una herramienta para la subyugación de las poblaciones locales. El hecho de que las víctimas, en Europa, ha30


yan sido fundamentalmente mujeres campesinas da cuenta, tal vez, de la indiferencia de los historiadores hacia este genocidio; una indiferencia que ronda la complicidad, ya que la eliminación de las brujas de las páginas de la Historia ha contribuido a trivializar su eliminación física en la hoguera, sugiriendo que fue un fenómeno de significado menor, cuando no una cuestión de folclore. Al tiempo que deploraban el exterminio de las brujas, muchos han insistido en retratarlas como necias despreciables, que padecían alucinaciones. De esta manera su persecución podría explicarse como un proceso de «terapia social», que sirvió para reforzar la cohesión amistosa y que podría ser descrita en términos médicos como «pánico», «locura», «epidemia», caracterizaciones todas que exculpan a los cazadores de brujas y despolitizan sus crímenes”. Y continúa: “Pero sólo el movimiento feminista ha logrado que la caza de brujas emergiése de la clandestinidad a la que se la había confinado, gracias a la identificación de las feministas con las brujas, adoptadas pronto como símbolo de la revuelta femenina. Las feministas reconocimos rápidamente que cientos de miles de mujeres no podrían haber sido masacradas y sometidas a las torturas más crueles de no haber sido porque planteaban un desafío a la estructura de poder. También nos dimos cuenta de que tal guerra contra las mujeres, que se sostuvo durante un periodo de al menos dos siglos, constituyó un punto decisivo en la historia de las mujeres en Europa. El «pecado original» fue el proceso de degradación social que sufrieron las mujeres con la llegada del capitalismo. Lo que la conforma, por lo tanto, como un fenómeno al que debemos regresar de forma reiterada si queremos comprender la misoginia que todavía caracteriza la práctica institucional y las relaciones entre hombres y mujeres”. “La bruja ya no está pero sus miedos y las fuerzas contra las que luchó durante su vida siguen en pie” Finalmente agrega “las dimensiones de la masacre deberían, no obstante, haber levantado algunas sospechas: en menos de dos siglos cientos de miles de mujeres fueron quemadas, colgadas y torturadas. Debería haberse considerado significativo que la caza de brujas fuera contemporánea a la colonización y al exterminio de 31


las poblaciones del Nuevo Mundo, los cercamientos ingleses, el comienzo de la trata de esclavos, la promulgación de «leyes sangrientas» contra los vagabundos y mendigos, y que alcanzara su punto culmine en el interregno entre el fin del feudalismo y el «despegue» capitalista, cuando los campesinos en Europa alcanzaron el punto máximo de su poder, al tiempo que sufrieron su mayor derrota histórica. Hasta ahora, sin embargo, este aspecto de la acumulación primitiva verdaderamente ha sido un secreto.” Federici afirma que “la bruja ya no está pero sus miedos y las fuerzas contra las que luchó durante su vida siguen en pie. Podemos abrir nuestros diarios y leer las mismas acusaciones contra el ocio de los pobres. Los expropiadores van al Tercer Mundo, destruyendo culturas saqueando los recursos de la tierra y la gente. De hecho, si encendemos la radio, podemos escuchar el crujir de las llamas. La lucha continúa”. Locas, histéricas o brujas, llámennos como quieran. Para nosotras no es un insulto sino el devenir de nuestras antepasadas, aquellas que cargaron con los estigmas sociales por denunciar y querer romper la lógica patriarcal que nos oprime. Las mismas que abrieron el camino que hoy nos permite que nuestra voz sea más fuerte, que cada vez seamos más caminando a paso firme y seguras. Convencidas de que este mundo no es el que queremos seguir pariendo. ¡Temblad, que las brujas hemos vuelto! * Por Redacción La tinta. Fuente: Silvia Federici; Calibán y la Bruja.

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 6 de noviembre de 2019


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