CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 7 de abril de 2021
En movimiento
Gustavo Esteva - La Jornada - 5 de abril de 2021 Por necesidad o decisión algunas personas nunca dejaron de estar en movimiento ante el Covid-19. Otras muchas, paso a paso, abandonan ahora el encerramiento que habían aceptado y toman de nuevo la vida en sus manos. Esta rebelión se asocia en parte con la vacuna. Se considera que protegerá de la infección y permitirá reanudar actividades habituales. Eso parece buscar la mayoría de quienes acuden ansiosamente a vacunarse. También buscan el certificado que permitirá circular sin molestias. Un número creciente de personas está repensando todo el episodio. Desconfían de la versión oficial, según la cual las políticas públicas sólo buscaban “salvar vidas”. Es obvio que protegían, más que a la gente, a los debilitados sistemas de salud, para que no los desbordara un contagio demasiado rápido. Pero eso no basta para explicar lo que hicieron. Tampoco sería mero error de juicio. Buscaban algo muy distinto de lo que pretendían. Como advirtió Agamben, fue laboratorio de la sociedad de control que están instalando. Se mantendrá el debate sobre asuntos clave. Para muchos especialistas, era casi imposible evitar el contagio, particularmente si se comprueba que el virus circula también en el agua y los vegetales. Las medidas que se impusieron sólo podrían hacerlo más lento, y causaron inmensos daños de todo tipo, mucho más graves que el contagio mismo, a cualquier ritmo. Fue el remedio peor que la enfermedad. Hay crecientes pruebas de lo que se supo desde el principio: el contagio apenas afecta a la mayoría de las personas y todas podrían tomar medidas relativamente sencillas para no padecer mayormente o recuperarse bien. Podría darse especial atención al pequeño grupo de personas especialmente vulnerables, reduciendo sustancialmente la muerte entre ellas, como se ha demostrado ya donde se siguió ese camino.
Unas cifras ilustran el argumento. Se han contagiado unos 130 millones de personas en el mundo. Para casi todas ellas el contagio resultó irrelevante. Un pequeño número padeció complicaciones y murieron casi 3 millones, la tercera parte del uno por ciento de la población mundial, cifra muy inferior a la de muchas otras causas de muerte. La mayoría de quienes murieron, quizá 90 por ciento, tenía padecimientos graves: obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares. Algunos médicos e instituciones prefieren decir que murieron con coronavirus, no de coronavirus. Se entienden así algunas cifras extrañas. En Estados Unidos se han aplicado más pruebas para detectar el contagio que en cualquier otro país y casi la mitad de los estadunidenses han sido vacunados. El hecho de que el país tenga la cuarta parte de los contagios mundiales, con sólo 4 por ciento de la población, puede atribuirse a comportamientos y políticas que hicieron caso omiso del virus. Sin embargo, ¿cómo explicar que esté ahí la quinta parte de los muertos en el mundo, a pesar de contar con un sistema de salud más robusto que el de la mayoría de los países? ¿No será porque es el país con mayor proporción de obesos y una de las más altas tasas de diabetes, condiciones asociadas con su modo de vida? Reflexiones de esta índole, cada vez más complejas y fascinantes, exigen replantear por completo el asunto. Como hicieron muchas comunidades y barrios, especialmente de pueblos indígenas, lo importante era fortalecer la inmunidad de todas las personas y dar atención especial a las más vulnerables. En vez de encerrarse o paralizarse, había que concentrarse en mejorar las condiciones de vida, especialmente al comer, sanar y habitar. Y cuidar a quienes lo necesitaban. Se explica así que miles de esas comunidades no tengan casos Covid o muestren cifras de casos y muertes muy inferiores a la media nacional o mundial. Quienes ahora están en movimiento tienen que reinventar su vida cotidiana. Aunque se recuperaron algunos empleos, la mayoría sabe que sus fuentes habituales de ingreso no volverán, 2
que no bastarán los pequeños subsidios que da el gobierno y que no tienen más opción que buscar otro camino. Buena parte de esas personas saben bien cómo hacerlo. Lo han hecho toda su vida. Es una forma de sobrevivir en su entorno. Lo novedoso es que su constante reinvención corresponde ahora a urgencias generales. Se basan en la contracción de la economía, no en su crecimiento. Hacen más con menos. Aplican el criterio de suficiencia, no el de consumismo. Contra la lógica habitual, podrá irles mejor mientras más se reduzca el producto económico bruto. Quizá sin saberlo, al tiempo que salen delante de sus predicamentos y recuperan formas gozosas y satisfactorias de vivir se ocupan del colapso climático y sociopolítico y del patriarcado. Sólo podemos desafiar a fondo esos colapsos del clima y de las instituciones y el persistente ejercicio patriarcal si actuamos a contrapelo de la lógica de la ganancia y liquidamos el sexismo económico. En eso están allá abajo, lo sepan o no, con alegría, aunque también con dolores y dificultades sin cuento. Por eso son fuente de esperanza y satisfacción hasta para quienes siguen transitando al borde del abismo. gustavoesteva@gmail.com
Jëtsuk. Nuestro ambientalismo se llama defensa del territorio Yásnaya Elena A. Gil - El País - 3 Abr 2021
El capitalismo está llevando a nuestro planeta a un punto de no retorno que nos trae muerte y pone en peligro nuestra existencia Durante el verano de 2009, comencé un recorrido a pie que duró casi tres meses. El objetivo de lo que llamé la Ruta Ayuujk fue recorrer las comunidades de la Región Mixe al noroeste de la capital del estado de Oaxaca, conocer los antiguos caminos que aún seguían abiertos a pesar de que las carreteras habían mar3
cado otras rutas. Durante esos días extraordinarios y de intenso aprendizaje, evité, todo lo que pude, caminar sola en el bosque al anochecer. Con el paso de los días, fui relajando las medidas de precaución hasta que una noche me vi dentro de un bosque de ocotes y encinos en medio de una intensa tormenta de verano. Las historias antiguas me habían enseñado que los ocotes son excelentes pararrayos, el marido de mi tía tatarabuela Guadalupe se había quedado dormido al pie de un ocote después de haber consumido pulque en el tianguis, de regreso a su rancho prefirió dormir un poco antes de seguir el camino. Ahí lo dejaron unos amigos que se adelantaron y ahí hallaron después sus restos entre los escombros del ocote carbonizado y partido a la mitad por el rayo. Son muchas las historias familiares que involucran la potencia de los rayos y que podría contarles para demostrarles fehacientemente el temor que sentí de hallarme en una situación así. Los rayos iluminaban el bosque y mi rostro mojado de terror, los truenos generaban olas en la corteza de la tierra que me hacían trastabillar además de los golpes de una copiosa lluvia. En medio de una situación desesperada, comprendí de una manera inédita por qué rendimos culto a la naturaleza. Recordé las palabras que empleaban los mayores para pedirle a la naturaleza que atemperara su rigor y las fórmulas con las que se solicitaba que, al realizar trabajos en bosques nuevos, la naturaleza guardara en su seno a los animales más ponzoñosos mientras durara nuestra incursión: “guarda a los animales que has creado, a los que nos pueden morder, a los que nos pueden matar, guarda a tus entes, permite que podamos estar, también somos tus creaturas”. Podríamos decir que la parte medular de la cosmovisión ayuujk consiste en leer el territorio como un ente vivo del que somos parte, estamos a merced de sus ciclos y un movimiento fuerte de su lomo tiene la potencia de desaparecernos. Estas ideas contrastan fuertemente con la manera en la que ciertos ambientalismos narran la naturaleza. Coincidimos en el diagnóstico, el capitalismo está llevando a nuestro planeta a un punto de no retorno que nos trae muerte y pone en peligro nuestra existencia. Todas las luchas y movimientos sociales se perfilan de una manera distinta dentro de este escenario porque la crisis climá4
tica lo trastoca y trastocará todo. Los segmentos de la población mundial que menos han contribuido a esta crisis sufrirán más los efectos que aquellos segmentos de la población que más se han beneficiado de destruir el plantea. Una parte importante de esta crisis está sustentada en una idea que subyace a todo el discurso del desarrollo y del progreso capitalista: la idea que separó tajantemente la naturaleza de la humanidad. La naturaleza se convirtió en una fuente de insumos, de recursos naturales transformados en mercancía. Ante la presente y urgente crisis, desde la tradición occidental, hay varias respuestas que se han englobado bajo la categoría de “ambientalismo” o “ecologismo”. Esa categoría oculta, sin embargo, posturas muy distintas e incluso contrastantes por lo que hay que tener bastante cuidado al momento de acercarse. Ahora quisiera centrarme en la mejor tradición ambientalista y ecologista occidental, no aquella que coquetea con el ecofascismo ni las que plantean soluciones técnicas solo para perpetuar el modo de producción capitalista. Dentro de los movimientos ambientalistas genuinamente preocupados por la crisis climática, la idea de que la naturaleza es un ente, endeble ya, que debe ser rescatado y cuidado por la humanidad se inscribe en la lógica occidental que separa naturaleza de humanidad. En muchos casos esta separación sigue latiendo en estos movimientos. La humanidad abstraída de la naturaleza, en medio de esta crisis, necesita proteger a esa naturaleza que antes trató como insumo. Aunque la intención es opuesta la separación inicial no se anula: ahora habrá que cuidar aquello que antes aprovechamos, aquello que es lo contrario a la cultura, a la humanidad, a ese otro que es la naturaleza para occidente. Tal vez por esa razón, el ambientalismo de tradición occidental ha tenido dificultades en insertarse en otras lógicas de lucha contra la destrucción del planeta. Mientras que ciertos ambientalismos se basan aún en la idea de la naturaleza como un otro en peligro a quien cuidar, otras tradiciones parten del principio de que la humanidad es naturaleza, es un animal más del ecosistema, por decirlo de algún modo. Los territorios de los pueblos indígenas han sido y siguen siendo objeto de despojo para poder ser convertidos en mercancías, en recursos naturales o en 5
insumos para el desarrollo; este despojo está indisolublemente ligado a la crisis climática. La resistencia al despojo de nuestros territorios, que no ha parado desde hace quinientos años, se ha convertido en estos momentos del capitalismo en una lucha en contra de la crisis climática también. La defensa del territorio desde los pueblos no occidentales, las luchas contra las mineras, contra los megaproyectos extractivistas, se realizan inscritos en la lógica de que la naturaleza somos también nosotros. Por eso aquí el ambientalismo se pronuncia defensa del territorio. Y ante la crisis climática, urgen los encuentros y las conversaciones entre ambientalistas y defensores del territorio. No tenemos mucho tiempo. Ése es ahora el tema.
Somos lo que toleramos
Jacobo Dayán - Animal Político - Nunca más - 31 de marzo, 2021 A fuerza de repetición, de enfrentarnos al horror cotidiano, hemos normalizado lo intolerable. Convivimos de manera natural con la barbarie. Nos conformamos con respuestas de la clase política que una y otra vez recurren a lugares comunes sin contenido. También normalizamos la simulación. Se repiten una y otra y otra vez frases vacías como “se hará justicia”, “caiga quien caiga”, “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “daremos cursos de capacitación”. En el peor de los casos se miente perversamente diciendo “ya no hay masacres” o “se respetan los derechos humanos”. La realidad es que la justicia nunca llega y cuando lo hace solo se centra en los niveles bajos de responsabilidad. No hay costos penales, ni políticos, ni morales. Las violencias son una constante. Toleramos lo que sea. En casos aislados solo se llega hasta las penúltimas consecuencias. Los medios se remiten a dar cuenta de la numeralia y cronología de las violencias. Una enorme fosa clandestina más aquí, una masacre allá, una ejecución extrajudicial acullá, un feminicidio 6
más, el acto de impunidad del día. No hay contexto, no hay explicaciones, no se cuestiona y arrincona a la autoridad. Relativizamos la verdad y la evidencia. Solo se reproduce el discurso oficial de la negación de los fenómenos. Somos una sociedad de memoria corta. Nos venden la idea de miles y miles de casos aislados que tienen el mismo patrón. Nunca se asume el fenómeno. Las autoridades recurren al eufemismo perverso. Como ejemplo basta recordar las atrocidades de días recientes. Ante el asesinato de una mujer migrante en Tulum la CNDH afirmó que “murió al ser sometida”. No, fue asesinada. Ante la ejecución de un guatemalteco a manos del ejército, el secretario de la Defensa declaró que se trató de “una reacción errónea” cuando estamos frente a un fenómeno generalizado en cientos y cientos de casos similares. Pero claro, lo dicen porque no pasa nada, porque aceptamos esa respuesta como válida. Afrontar el horror requiere de ejercicios serios de memoria. Entendida como representaciones colectivas del pasado por las cuales buscamos ver la historia y encontrarle significado al presente. La memoria es un sistema en constante creación y cambia conforme a las necesidades del presente. La memoria se construye, se discute para darle forma a la ausencia, los miedos, dolor, vergüenza, rabia y muchos otros que obsesionan a las sociedades. Nuestra memoria es débil. Esto habla mucho de la sociedad que somos. Por su parte, los gobiernos del pasado y presente no pretenden generar memoria sobre la violencia contemporánea. Prefiere mantener a distancia a las víctimas. Un claro ejemplo es la remoción del memorial del 8M. Su “muro de la paz”, brutal eufemismo de una cultura de guerra, fue resignificado como memorial de denuncia por el movimiento feminista. Rápidamente fue removido. La memoria no tiene cabida en el gobierno. La autoridad únicamente recurre a la historia de bronce para generar su narrativa. Hay más preocupación por hablar de Hidalgo que del movimiento del 68. Recuerdan a Juárez mientras 7
se deja a un lado la resistencia zapatista. Se prefiere hablar de Leona Vicario que de los feminicidios. La épica discursiva del gobierno se ancla en un pasado lejano mientras no echa raíces en las violencias estructurales y la impunidad sistémica. Nos corresponde a la sociedad construir procesos de memoria como una forma de resistencia. Ante la acumulación de casos, un hecho puede detonar la movilización. El asesinato de George Floyd movilizó, una vez más, a una sociedad que ha ido construyendo memoria de los crímenes policiacos contra la población afroamericana en los Estados Unidos. La acumulación de casos no genera esa indignación en México. Seguiremos escuchando casos de violencia abordados por la autoridad como hechos aislados. Seguiremos recibiendo las mismas respuestas de acción, más bien simulación, una y otra vez. La sociedad y los medios lo reciben sin reclamar. Solo un sector pequeño se indigna y uno más pequeño se moviliza. Somos lo que toleramos.
Paramilitarismo en Chiapas en la Cuarta Transformación
Gilberto López y Rivas - La Jornada - 2 de abril de 2021 El 30 abril de 1999, como presidente en turno de la Comisión de Concordia y Pacificación, presenté una demanda, en la entonces Procuraduría General de la República (PGR), acerca de la existencia de grupos paramilitares en Chiapas, uno de los cuales perpetró la masacre de Acteal, el 22 de diciembre de 1997. En ese recurso se denunciaba la puesta en práctica por militares mexicanos de una estrategia de guerra irregular, descrita en manuales de la Sedena y en el Plan de Campaña Chiapas 94, y la aplicación de una táctica contrainsurgente conocida como “yunque y martillo”, la cual consiste en que las fuerzas armadas actúan como contención pasiva (yunque), al amparo 8
del “marco legal”, mientras los grupos paramilitares (martillo) operan, clandestinamente, el hostigamiento activo contra comunidades y bases de apoyo del EZLN. Incluso los estrategas mexicanos utilizan una ilustrativa metáfora para explicar la función de estos grupos paramilitares, aduciendo que no sólo hay que quitar el agua (apoyo popular) al pez (insurgencia), sino que hay que “meter en el agua peces más bravos”. En este alegato, por cierto, se destacaba la presencia de militares o ex militares en la masacre de Acteal en relación directa con mando de la Sedena. Uno fue identificado como Mariano Pérez Ruiz, quien, en junio de 1998, declaró ante la PGR, acorde con el expediente 96/98, que “ex funcionarios y líderes del PRI son responsables de contratar militares y policías para instruir en el manejo de armas y estrategia paramilitar a comunidades indígenas de Chenalhó”, pero, agregó una aclaración significativa: “Es cierto que declaré en ese sentido, fue debido a que elementos de la Policía Militar me obligaron a declarar de esa forma, pues si no lo hacía me iban a desaparecer; además, todavía era militar activo y tenía que acatar las órdenes de mis superiores” (GLR, “Viejas y nuevas guerras sucias”, en El Cotidiano, 172, 2012, UAM-A). Aunque los resultados de la Fiscalía Especializada en Delitos Cometidos en la Procuración y Administración de Justicia en el Estado de Chiapas, dados a conocer en 2011, señalaron, sin lugar a duda, que en Acteal se había perpetrado un crimen de Estado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó en libertad a varios de los autores materiales de este delito de lesa humanidad, mientras los autores intelectuales, cómplices y encubridores, por omisión o comisión, jamás fueron procesados: el entonces presidente Ernesto Zedillo, los funcionarios federales, estatales y locales, la jefatura y oficialidad de las fuerzas armadas, en la cadena de mando. Dos décadas después de esta denuncia, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, en un comunicado urgente, da a conocer las innumerables agresiones contra las comu9
nidades de Aldama, Chiapas, significativamente, con presencia de la Guardia Nacional y policías estatales. A partir de información directa de la Comisión Permanente de los 115 comuneros y desplazados de Aldama, se describen los constantes ataques con armas de fuego de alto calibre provenientes “de puntos ubicados en Santa Martha-Miguel Utrilla, municipio de Chenalhó, Chiapas, actos provocados por el grupo paramilitar en complicidad con el gobierno municipal (…) en un contexto de terror, donde la niñez, las mujeres y la población en general sobreviven en un ambiente torturante. Las acciones gubernamentales han sido insuficientes, ineficaces y simuladas, ya que no garantizan la seguridad e integridad a la población”. Cabe señalar que este prestigiado organismo de defensa de los derechos humanos ha documentado, monitoreado y denunciando esta guerra contrainsurgente de desgaste desde los primeros días de la rebelión zapatista en enero de 1994. Por su parte, la Misión Civil de Observación, integrada por 14 organizaciones de la Red Nacional de Organizaciones Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos”, acompañadas de tres organizaciones internacionales, visitaron, en diciembre de 2020, comunidades en las regiones Norte, Altos y Costa, donde documentaron situaciones críticas de vulneración de derechos básicos, “con una preocupante falta de voluntad y empatía de las autoridades (…). La Misión Civil de Observación tuvo la oportunidad de visitar las comunidades de Chalchihuitan, Acteal, Aldama, Nuevo San Gregorio, Moisés Gandhi, Chilón y Tonalá, donde recogimos testimonios con afectados por situaciones de desplazamiento forzado, despojo de tierras, detenciones arbitrarias, tortura, hostigamiento, amenazas, criminalización, entre otras agresiones. (…) Es indignante la violencia estructural que se permite e incluso se fomenta desde los diferentes niveles de gobierno y su poca o nula disposición para atender el conflicto, trivializando, discriminando y criminalizando a las comunidades”. ¿Se prepara otro crimen de Estado? 10
Postula Morena a Kanter, modelo del explotador de los indígenas
Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo - 3 de abril de 2021 Febrero de 1994, por las calles del centro de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una movilización encabezada por Jorge Constantino Kanter, líder de los ganaderos, da cuenta, sin tapujos, del pensamiento de los finqueros de la región, cuyo trato a los indígenas es causa fuerte del levantamiento de los mayas de Chiapas agrupados en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Parte de las tierras que tenían Kanter y el resto de los finqueros en posesión fueron recuperadas por los mismos a quienes humilló durante décadas. Su enojo le enrojece el rostro esa tarde en San Cristóbal y lo hace decir abiertamente lo que piensa: “No sabes quiénes son esos indios. Les das huaraches y quieren seguir descalzos, les dan trabajo y quieren seguir en su milpita, son unos güevones”, decía a quien quisiera escucharlo en el kiosco central. Por la beligerancia de Constantino Kanter y su grupo de finqueros las negociaciones de paz se pusieron en riesgo. Amenazaron y hostigaron a las caravanas de paz, a la mediación encabezada por el obispo Samuel Ruiz García, a los periodistas, a las monjas que atendían el Hospital de San Carlos en Altamirano. Sus enemigos eran los indios y todo aquél que los respetara. Su frase de ”vale más la vida de un pollo que la de un indígena”, dicha en 1993 en Tuxtla Gutiérrez, retrata de cuerpo entero al hoy candidato de Morena a la alcaldía de Comitán, municipio que gobernó entre 2005 y 2007 como militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), bajo cuyo cobijo se formó, aunque luego se pasó al PRD. La vida de los indígenas en las fincas chiapanecas, tan bien descrita por la escritora de Comitán Rosario Castellanos es la misma que contaron los mayas insurrectos en los días del alza11
miento. Las jornadas de 14 horas, las tiendas de raya, el derecho de pernada, los encarcelamientos, los trabajos forzados, el uso de guardias blancas (civiles armados con el consentimiento de los gobiernos en turno para mantener a raya a los trabajadores), eran la cotidianidad de los pueblos que decidieron levantarse en armas. La figura que representaba esa vida era precisamente la de Jorge Constantino, quien es hoy el candidato de Morena. desinformémonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx
Entrevista con Aura Cumes: la dualidad complementaria y el Popol vuj
Yásnaya Elena A. Gil, Aura Cumes - www.revistadelauniversidad.mx Patriarcado, capitalismo y despojo Descolonización / DOSSIER / Abril de 2021 Desde la postura del feminismo comunitario, hubo un entronque entre el patriarcado ancestral con el occidental cuando se estableció un orden colonial; otras posturas sostienen que no se puede hablar de la existencia de un patriarcado ancestral; otras más, que sí existía pero que se trataba de uno de baja intensidad. ¿Cuál es tu posición al respecto? Hay una insistencia en querer imponer nociones occidentales a nuestros sentidos de mundo, eso pasa con el patriarcado. Tal posición olvida que las sociedades se construyen en tiempos y espacios distintos. El patriarcado es un sistema que coloca a los hombres y a lo masculino en el centro de la existencia, pero esto ocurre en sociedades específicas, bajo una historia particular. Yo encuentro que el núcleo del patriarcado “occidental” radica en haber construido la idea de hombre como sinónimo de ser humano, y la idea de ser humano como equivalente de hombre, lo que hizo bajo destrucción, sangre y muerte durante varios siglos. Cuando el sujeto hombre, no la gente, sino el hombre, se apropia del signi12
ficado de ser humano, lo hace creando antítesis a las que somete, inferioriza y despoja. Las primeras antitésis fueron las mujeres, diferenciadas a partir del sexo y jerarquizadas como inferiores. De la misma manera, el hombre se disocia de la naturaleza, a quien feminiza; a partir de ello se atribuye la potestad de descubrirla, penetrarla, torturarla y convertirla en mercancía. La misma Biblia da al hombre potestad para “enseñorearse” sobre la naturaleza, pero también la ciencia toma estos postulados como fundamento. Es muy paradójico que nosotros digamos la “Madre Naturaleza” porque en nuestros sentidos de mundo no hay una disociación entre ser humano hombre y algo llamado naturaleza. Pero, también es fundamental recordar que el hombre que está sintetizando para sí la idea de ser humano, también se diferencia de otros hombres, moros, judíos y posteriormente “negros” e “indios”. El patriarcado europeo no se construyó sólo con ideas. La inferiorización de las mujeres a partir del sexo posibilitó que todo poder que ellas tuvieran fuera puesto en duda, ¿cómo podían tener poderes de sanación, capacidad de sustentar a sus familias y liderazgo en sus comunidades si eran débiles e inferiores? Por lo tanto, el poder monárquico, eclesial y señorial, a través de la inquisición, decidió que el poder de las mujeres sólo podía venir del demonio. Así se persiguió, torturó y quemó públicamente a gran cantidad de mujeres, durante al menos 800 años, de manera mucho más feroz entre los siglos XIV y XVI, periodo que coincide con la colonización de nuestros pueblos. El patriarcado europeo se construye entonces en un genocidio de mujeres. Como lo han dicho ya otras investigadoras, esto ocurre en un momento histórico fundamental, cuando el feudalismo va fundando el capitalismo. Por eso, cuando se dice que en nuestras sociedades había un patriarcado ancestral hay que explicar en qué consiste. ¿Es igual al patriarcado occidental para que sencillamente se encuentren y se conjuguen? Porque aquí no hay evidencia de que los hombres de nuestros pueblos hayan realizado un genocidio de mujeres. Ahí ya hay una gran diferencia y luego, en términos de raíz de pensamiento, según los 13
sentidos de mundo contenidos en nuestros idiomas, los hombres no están en el centro del todo. Si no había un patriarcado, ¿había una sujeción de lo femenino por lo masculino? Hablas de un colonialismo patriarcal y un patriarcado colonial. ¿Por qué es necesario verlo desde esa perspectiva? Las categorías de femenino y masculino también son problemáticas. Las vamos a utilizar cuando estamos hablando ya del momento colonial en adelante, no antes, porque ambas configuran el ser hombre y el ser mujer a partir de roles diferenciados y jerárquicos en el mundo occidental. En el caso nuestro me parece muy difícil encontrarlo dentro de nuestros idiomas, aunque creo que sí hay una significación diferente del ser mujer y del ser hombre. Si decimos que aquí el patriarcado es colonial y el colonialismo es patriarcal, es porque los colonizadores traían ya una forma de patriarcado y un ensayo de capitalismo que, como ya dije, se forjó en el asesinato de mujeres, la destrucción de la vida comunitaria campesina, la persecusión de herejes, moros y judíos. Al llegar aquí, organizan a las sociedades con base en esas premisas, donde existe un sujeto legitimado para someter, matar, quitar y acumular: ese sujeto es el hombre que ha robado para sí la idea de ser humano. Recordemos que estos “seres humanos” negaron tal condición a los habitantes de los Pueblos Originarios en el siglo XVI. Nuestros pueblos quedaron sometidos a esta lógica colonial. El capitalismo cobra a partir de la raza un sentido específico porque aquí no se somete a los pobres, sino que se somete a lo que ellos nombran como “indios”, incluyendo a las mujeres cuyas vidas son devaluadas doblemente, por razones de raza y de sexo, lo que le otorga al capitalismo colonial y patriarcal una doble posibilidad de despojo y, al configurárseles como rurales, crean una triple posibilidad de despojo y acumulación. En Europa el patriarcado capitalista había devaluado a las mujeres junto a todo lo que hacían, y salarizó exclusivamente el trabajo de los hombres, sin considerar que para que el hombre fuera apto para el trabajo alguién debió prepararle su comida, lavarle la ropa, cuidarle a sus hijos, 14
etcétera. El capitalista le pagaba a este hombre un salario que no reconocía los esfuerzos de la unidad familiar; sin embargo, a este hombre le había sido inoculada la idea de que era superior y que, por lo tanto, él ocupaba ese lugar de asalariado. Con la colonización se traslada esa lógica a nuestras tierras, a través de la idea del “indio tributario”; las leyes coloniales decían que sólo el hombre tenía la obligación de tributar, no la mujer. Esto es terriblemente engañoso, ¿quién recolectaba todo ese tributo? Las mujeres, las niñas y los niños. Las leyes coloniales decían que sólo los hombres serían repartidos, pero en realidad las mujeres lo fueron también. Cuando se configuran las haciendas en la época republicana liberal colonial, esa idea de que sólo se le paga al hombre fue perfectamente funcional para los liberales. Todos los indígenas debían ir a las haciendas a trabajar con sus familias, pero recibían un solo salario, el salario de los hombres. La finca configura también la idea de un patriarca colonial. No vamos a comparar a los hombres indígenas, jefes de una unidad familiar, con ese patriarca que aquí en Guatemala fue español, criollo, alemán, extranjero blanco, ladino y mestizo, pero no indígena. Él tenía la configuración del Estado en su cuerpo: en una finca él era el Estado, el juez, el padrino, tenía derecho de pernada. En la época “publicana” cuando los hombres indígenas huían a la selva porque escapaban del trabajo forzado impuesto por el Estado-finca, los finqueros apresaban a las mujeres mayas y campesinas cometiendo contra ellas todo tipo de violencia, como medida de presión para hacer volver a los hombres y que se sometieran así al trabajo forzado: ¿qué calidad de patriarcas tendrían estos hombres? La configuración del patriarca colonial no tiene nada que ver con la del patriarca indígena. Ya desde el siglo XVI, cuando los colonizadores se llevaban a las mujeres para ser repartidas como nodrizas, sirvientas, para elaborar tejidos comerciados por los españoles, para moler pólvora y cal en piedra, los hombres de su familia o sus compañeros no tenían la capacidad de decir: “no se las lleven porque aquí mando yo, soy el hombre”. 15
Cuando escucho que había dos patriarcados que se juntan, digo: ¿qué pactaron?, ¿cuáles fueron las condiciones de su pacto? La idea del entronque patriarcal impacta mucho, pero a mí no me casa con elementos históricos. Es el patriarcado colonial lo que ha configurado un despojo tan extremo de la vida de las sociedades indígenas y de las familias indígenas. Los hombres de nuestros pueblos no lo miran de esa manera, porque han sido convencidos de las epistemologías del dominio. El patriarcado, colonialismo y capitalismo se han juntado para que el despojo de nuestros pueblos pueda ser más extremo. Muchas personas hablan de la “entrega de mujeres” a Hernán Cortés como una evidencia de que existía una relación de dominación de hombres a mujeres. Para buscar una respuesta vas hacia atrás. ¿Había entonces una relación asimétrica entre hombres y mujeres? ¿Por qué elegiste el Popol vuj y qué respuestas estás buscando? Me parece absurdo el lenguaje que utilizan para nombrarlo, es el lenguaje de la dominación. Cuando el sanguinario Pedro de Alvarado, enviado de Hernán Cortés, llegó al área kaqchikel con su gente, los principales los recibieron y los alojaron en la ciudad de Iximche’; para entender qué era lo que querían dialogaron con ellos. Alvarado no tenía un céntimo de ética, no cumplía pactos. Según el Memorial de Sololá, en vez de cumplir los acuerdos destruyó pueblos a diestra y siniestra, y secuestró a Súchil, la compañera de uno de los dirigentes kaqchikeles. Al ver las atrocidades cometidas, se dieron cuenta de que Alvarado era un hombre sin principios, un sanguinario sin límites, así que le declararon la guerra, que duró alrededor de seis años. Alvarado fue llevado a juicio a México, en donde le preguntaron por qué había raptado a Súchil; él respondió que se la entregaron como regalo, y es lo que termina constando en la historia oficial. No se dice que el sanguinario colonizador secuestró y torturó a Súchil, sino que ésta le fue entregada. Se repite incansablemente que nuestros pueblos “entregaban” a las mujeres; sin embargo, si así hubiera sido, la “entrega” en 16
todo caso se hacía con gran riesgo de muerte: “nos entregas a esta mujer o todo tu pueblo será arrasado”. Así de engañosa es la historia, esconde el per verso sistema de muerte que ponía en marcha la colonización. Posteriormente Pedro de Alvarado declaró en juicio: “Yo rapté a Súchil porque sólo a través de ella podía pasar a conocer los secretos de la tierra”. Así como a ella, raptaron a otras mujeres y hombres para someter la tierra. No hubo sencillamente una “entrega” de mujeres en condiciones de igualdad para hacer pactos entre hombres. ¿Por qué elegí el Popol vuj? No lo entendería sin un diálogo con el sentido de mundo que contienen los idiomas mayas actuales. Varios motivos me acercaron a su lectura. Por un lado, una persona me invitó a comentar un texto que hizo sobre este libro antiguo y no estuve de acuerdo con todo. Volví a leerlo y ahí encontré cosas tan preciosas y dije: “¡De lo que me estoy perdiendo!, por estar enredada en los estudios étnicos que poco me estimulan”. También recuerdo que en México escuché a una arqueóloga hacer una traducción del Popol vuj que no compartí, mencionó un trozo de la creación de la sociedad kiche’: “He aquí el principio de cuando se creó al hombre y la naturaleza de los hombres”. Me pregunté por qué ella estaba traduciendo como hombre algo que en nuestros idiomas es winak [persona]. Mediante esa traducción, que parece insignificante o irrelevante, estaba trasladando el androcentrismo de occidente a nuestro mundo. Me pareció grave, pero es una traducción muy común. Así que empecé a preguntarme qué dice el Popol vuj sobre el momento de la fundación de nuestros pueblos. Esto coincide con la idea que proponen varias feministas, que han dicho que si queremos entender si hubo o no patriarcado en una sociedad hay que ir al mito o relato fundacional. Si nos vamos al mito adánico, es muy evidente. Un dios hombre creó a Adán y de su costilla salió Eva. Ese patriarcado está sustentado en la Biblia. Pero dentro de nuestros relatos de fundación, ¿cómo es que surgen las mujeres y los hombres? Según el 17
Popol vuj, se autoconvocan cerca de once parejas que representan todo lo que da vida: el corazón del cielo y de la tierra, los ríos y los lagos, los animales pequeños y grandes, las “deidades” mujeres y las “deidades” hombres, entre otros. Todo lo que ya tiene vida se autoconvoca para hacer a winak, la gente, no al hombre. Además, las y los Creadores y Formadores no es uno, ni es hombre, es todo lo que nos rodea, lo que nos da vida es plural; la mención de las energías siempre está en par. Es muy evidente la idea del par en los rituales actuales, siempre se agradece diciendo Matiox che k’a tit k’a mam [gracias a nuestras abuelas-abuelos], Matiox che k’a te k’a tat [Gracias a nuestras madres-padres], y la energía de las mujeres antecede a la de los hombres. Es un sentido de la vida completamente diferente a occidente. En la creación de la vida nunca encontramos al hombre en el centro ni en solitario. La generación de la vida es en par, y no siempre en par mujer y hombre, es el otro par cercano: está el par lago y río, por ejemplo. La creación refleja lo “poli”: somos un mundo fundado en lo plural. El otro día charlaba con un guía espiritual que me decía: “Yo estoy demostrándole a los occidentales que nosotros también tenemos un dios”, y yo le decía: “Yo estoy demostrando lo contrario”. Si para ellos éramos politeístas, si así nos entendieron, es que no somos un mundo del uno como occidente, que está obsesionado siempre con un dios, una verdad, una razón, una historia, un idioma. Occidente no puede vivir con lo “pluri”. Ahora, la gran pregunta es: ¿cómo vivíamos mujeres y hombres en estas sociedades en tiempos antiguos? No hemos hecho un análisis histórico detenido, muchas de nuestras fuentes han sido destruidas y además pareciera que no podemos leer lo que ha quedado escrito. Somos sociedades históricas como cualquier otra. Me parece que en 20 mil 800 años de existencia que, pienso, tendríamos las sociedades mesoamericanas, no hemos vivido de una sola manera, seguramente ha habido momentos de tensión y de reconfiguración de lo que somos. 18
Queda pendiente la historización de nuestras sociedades, pero lo que es clarísimo es que no podemos decir que aquí hubo un patriarcado equiparable al occidental. Aquí los hombres no asesinaron, no torturaron ni quemaron masivamente a las mujeres como en Europa. Sin embargo, la forma de entendernos en el tiempo posterior a la colonización ha sido muy complicada porque los hombres han sido convencidos por el patriarcado del absurdo poder que éste les ha dejado; pero también muchas mujeres han sido convencidas de ello. ¿Entonces encuentras la idea de complementariedad en tu lectura del Popol vuj? En castellano lo podríamos nombrar como “dualidad complementaria”. Lo dual existe en muchos lados, pero es bipolar; la idea nuestra es que hay una dualidad complementaria que no se opone. No puede existir hombre sin mujer, pero ninguno vale más que otro. Hay feministas que han criticado este planteamiento, “Esa idea de ustedes de complementariedad es nada, siempre ha sido así. La Biblia dice que mujeres y hombres nos complementamos, pero las mujeres valemos el 10 por ciento y los hombres el 90. Es decir que puede haber complementariedad en jerarquía. ¿Cómo se hace para que esa complementariedad no sea jerárquica?” En el sentido de mundo de los Pueblos Mayas existe el equilibrio como principio de vida y permite vigilar que la dualidad complementaria, en este caso, no sea jerárquica. Yo me sorprendo y me pregunto: ¿En qué momento vivían nuestras sociedades para haber establecido este lenguaje que refleja un sentido de mundo que no sólo incluye a las mujeres, sino las nombra antes que a los hombres y en horizontalidad? Recordemos que los idiomas reflejan relaciones sociales. Ahora estamos llegando a tener relaciones tan destructivas y jerárquicas. En los sistemas en que vivimos, nuestros idiomas han quedado como un mundo en nuestros pensamientos y ya no están orientando a la práctica, pareciera. Lo importante es que viven todav ía en 19
nuestros corazones y por lo mismo es posible recordarlos, colocarlos nuevamente en diálogo para que sean nuestros horizontes de vida y nuestros horizontes políticos a alcanzar. El Popol vuj dice que Ixpiyacoc e Ixmucané crearon a los primeros cuatro hombres y a las primeras cuatro mujeres, con masa de maíz molido en la piedra. Estos nombres tienen el prefijo ix, que es exclusivo para las mujeres. Hasta ahora he visto que todos los traductores del Popol vuj piensan que Ixpiyacoc es hombre e Ixmucané es mujer, porque en su descripción se les nombra como dos veces abuela, dos veces abuelo, pero no; Ixpiyacoc e Ixmucané son autoridades muy respetadas, que tenían la calidad de madre-padre y abuela-abuelo, pero ambas son energía de mujer. Oyèrónké Oyèwùmí propone que el género no era un principio organizador de la sociedad yoruba. De tu lectura del Popol vuj, ¿podríamos concluir algo semejante para las sociedades mesoamericanas previas al establecimiento del orden colonial? Oyèwùmí encuentra que el género es un principio que no explica las relaciones sociales antiguas en las sociedades yorubas, pero sí las explica y casi que alcanza a ser un principio hegemónico a partir de que llegan los organismos internacionales. Pasa lo mismo en nuestras sociedades. El principio explicativo podría ser la idea de que todas y todos nos complementamos, de que todas y todos formamos parte de la vida y del todo. El principio de la existencia no es el individuo, sino el par a través de lo cual se pueden crear acuerdos y construir una vida basada en lo poli y lo pluri. El género no fue una organización básica de los Pueblos Originarios, eso viene después. Sobre el movimiento de las mujeres indígenas, hay una discusión sobre si llamarle o no feminismo. Algunas se nombran feministas, otras se asumen feministas comunitarias. Hay otras más que no nos nombramos feministas. ¿Podrías hablar de un feminismo indígena? 20
En occidente, la lucha de las mujeres para subvertir el sistema patriarcal se nombró como feminismo. Como ya ni se cuestiona la posición supremacista de occidente, se piensa que todas las mujeres en el mundo que luchamos en contra del patriarcado somos feministas, pero el feminismo nació en un momento específico y la lucha de las mujeres ha nacido en muchos lugares. El que nombren como “feminismo” todas las luchas de las mujeres muestra una pretendida superioridad epistémica de occidente. Yo, al igual que tú, no soy antifeminista, pero soy crítica del feminismo colonial. No todas las mujeres que hacemos críticas radicales contra el patriarcado deseamos nombrarnos feministas. Al hacer la crítica al colonialismo, al patriarcado, al capitalismo, somos mucho más que feministas. Porque en muchos casos el feminismo sólo da cuenta del patriarcado sin su conexión más amplia y per versa con otras formas de dominio. Yo no me defino feminista porque deseo reivindicar las epistemologías mayas, o las epistemologías “indígenas” como forma de tener autonomía o soberanía. Si me definiera feminista me sentiría en subordinación o en subalternidad epistémica. ¿Sobre si hay un feminismo indígena? Podría decir que hay feministas indígenas, pero no sé si un feminismo indígena o varios. El feminismo comunitario es en gran medida abrazado por mujeres indígenas. Pero también otras participan de los feminismos descoloniales, anticoloniales y antirracistas. Otras, como he dicho, no nos nombrarnos feministas y sabemos por qué no lo hacemos. Desde nuestras epistemologías seguimos pensando nuestros pueblos, seguimos construyendo comunidad, porque no sólo formamos parte de ellos, sino que somos pueblos y somos comunidad, así lo vivimos y así lo defendemos. Hay mucho trabajo por hacer contra la violencia capitalista, colonial, racista y patriarcal. Estoy en mil cosas, pero estoy feliz por la posibilidad de hacer y de pensar al lado de mucha gente. 21
Que el hechizo de la Semana Santa traiga comida para los Ñuu Savi
Kau Sirenio - Pié de Página - Voz de Lluvia -31 marzo, 2021 Desafiemos el mito de nuestros ancestros y esta Semana Santa metámonos a las aguas cristalinas de nuestras costas y altas montañas de la nación de la lluvia, y que los que logremos salir nos volvamos panes, y los que no, quizás por ser más pecadores, nos volvamos pescados, y así le demos un poco de comida a los niños y niñas indígenas de la montaña que tanta falta les hace Entre la Nación de Ñuu Savi (Pueblo de la lluvia), durante años las comunidades construyeron su propio mito sobre la Semana Santa. En estos días de la semana mayor en el calendario gregoriano no se debe ir al río, al mar o a alguna laguna para refrescarse, ni siquiera, en algún manantial porque son días que se tienen que mantenerse en la casa y en ayuna, porque es muy peligroso para la persona que se atreva a desafiar la fe de algunos católicos Ñuu Savi. Recuerdo haber escuchado las encomiendas de los sabios de las comunidades del municipio de Metlatonoc, allá en la Montaña de Guerrero. —No te metas al agua, hijo— Recomendaban todos los padres y las madres en los días de la Semana Santa que preocupados vigilaban que sus hijos no vayan al río, porque según dicen, es kivi ka’nu (día grande) de la semana, porque es muy grande y delicado, días de guardar, limpiarse el espíritu, ahuyentar los pecados, y la búsqueda del perdón. Y es que son los días de ayuno casi total que con mucha diligencia sigue la gente de la lluvia casi al pie de la letra. La penitencia era dura, si de por sí no comíamos carne durante todo el año, todavía hay que guardar la ayuna en Semana Santa. Apenas se puede comer un pedazo de tortilla y tomar un sorbo de agua que de cierta forma es la manifestación de la solidaridad con el hijo de dios, Jesucristo, que murió en la cruz por todos los hombres y las mujeres que integran la humanidad. 22
El ayuno na savi es emular el sufrimiento de aquel hombre que murió en la cruz sin probar alimento, ni haber tomado un poco agua. Un hombre que en la época del imperio romano se le siguió un juicio sumario, recibió los más afrentosos castigos, y fue muerto en la cruz, que en ese tiempo fue el peor de los castigos para los que retaran las leyes romanas. Para la gente del pueblo de la lluvia, en los días jueves y viernes santo está prohibido acercarse al agua, al río o al mar, porque es sencillamente una traición a Jesucristo. Aquella persona osada que se embulla al agua representa un pecado mortal que se paga con una conversión, que, en forma única, indivisible, y para siempre, se vuelve un pescado, y por consiguiente una comida segura para aquellos que tienen la costumbre y el desprecio por la carne roja. Y ahora, aunque ese es un mito entre los na savi, la realidad es otra. Las playas, ríos, lagunas, riachuelo, ojos de agua, cascadas, albercas, piscinas y cualquier otro lugar donde haya signos de agua, en esta Semana Santa, como otras, estarán seguramente llenas, si no fuera por la pandemia de la covid-19. A pesar de los esfuerzos para que la población se vacune, la gente tomará como pretexto el clima de la primavera y la celebración de la Semana Santa para escaparse de Ciudad de México. Todos harán caso omiso a la creencia de los hombres y mujeres del pueblo de la lluvia. Al diablo con los mitos y las leyendas, dirán. ¿Y yo por qué? Propongo de una buena vez que desafiemos ese mito de nuestros ancestros, y que en esta Semana Santa nos metamos de cuerpo entero como dios nos trajo al mundo a las aguas cristalinas de nuestras costas y altas montañas de la nación de la lluvia, y los que logremos salir nos volvamos panes, y los que no, quizás por ser más pecadores, nos volvamos pescados, y así le demos un poco de comida a los niños y niñas indígenas de la montaña que tanta falta les hace. Digo de cuerpo entero como dios nos trajo al mundo para que no haya necesidad de desgarrarnos las vestiduras. Q ue un acto de pecado, para unos, sea una acción de vida para otros. 23
Más defensa a las bequitas escolares
Lydiette Carrión - Pié de Página - La Trama Previa 3 abril, 2021 Una réplica constante contra la universalidad de las becas de estudiantes es la siguiente: ¿Por qué mis impuestos se gastan en “premiar” estudiantes que no se esfuerzan? Una réplica constante contra la universalidad de las becas de estudiantes es la siguiente: ¿Por qué mis impuestos se gastan en “premiar” estudiantes que no se esfuerzan? En otras palabras, por qué el dinero público se debe usar para que un estudiante termine sus estudios. ¿Por qué el dinero público debe usarse para esto?, frente a esto me pregunto: ¿cuáles son los gastos válidos para el dinero público? Hace unos 30 años todavía, se consideraba que la educación, el acceder a mayores rangos educativos podría garantizar también mejores condiciones de vida, y capilaridad social. Actualmente, existe la idea (parcialmente correcta) de que no es así, de que tener una licenciatura no garantiza un trabajo digno. Ni siquiera, en ocasiones, una maestría o doctorado. Ojo, hablo de percepciones. Entonces, si un mayor grado académico no garantiza una mejor calidad de vida, ¿por qué nos molestamos en tratar de que la mayor cantidad de población alcance más grados educativos? Pero hasta donde han arrojado los estudios, un mayor grado académico, si bien no es la panacea ni garantizaba la capilaridad social que tenía décadas antes, sí sigue siendo una herramienta para mejorar la calidad de vida. Por ejemplo, los organismos internacionales han señalado que a mayor escolaridad de las madres de familia, hay más acceso a la salud, la educación y la nutrición de los hijos. Es decir, la escolaridad de la madre no necesariamente implicó un aumento en el ingreso económico; pero sí en una mejor gestión de los re24
cursos disponibles, sus hijos comen mejor, son más apegados a la escuela, tienen mejor acceso a la salud. Las mujeres quizá no tienen la suficiente educación académica para independizarse económicamente; pero la poca que tienen ha hecho la diferencia en la vida de sus hijas e hijos. En una ocasión un amigo me platicaba cuando entró a la universidad. Hubo un chico que venía de un pueblo muy pobre, de algún lugar remoto que actualmente no recuerdo. Desgraciadamente, el estudiante foráneo no pudo continuar; no recuerdo si hubo un problema familiar o no resistió la presión. Regresó a su pueblo. Al paso de los años mi amigo se encontró con su amigo. Este joven que tuvo que dejar la universidad había vuelto a su pueblo, pero con lo poco o mucho que adquirió en la escuela, hizo algunas reformas en su negocio familiar y con ese pequeño capital intelectual hizo las reformas necesarias para que su familia lograra convertirse en una de las más prósperas de su pueblo. Cuando, en México, uno de los países más desiguales del mundo, se habla de becas para estudiantes de nivel medio superior y superior, no es necesariamente con la expectativa de que todos los jóvenes llegarán hasta el doctorado o posdoctorado. Eso sería genial, maravilloso; y ojalá que en el futuro podamos fijarnos eso como meta a nivel nacional. Cifras tristes: estudiantes ausentes Pero partamos de los hechos actuales: en México la educación primaria tiene una eficiencia de casi el 100 por ciento. Pero la deserción y el rezago comienzan a instalarse en secundaria, y luego, más grave en bachillerato. Ahí, la SEP reporta una eficiencia terminal de entre el 71 y el 69 ciento aproximadamente; en otras palabras, de 100 adolescentes que ingresan a primero de bachillerato, se gradúan 70. La tasa neta de escolarización para bachillerato es del 64 por ciento aproximadamente. Es decir, el 64 por ciento de los adolescentes mexicanos que deberían estar estudiando su prepa, su 25
CCH, lo hacen. Hay casi un 40 por ciento que no. ¿Dónde están? Una pista: el 70 por ciento de los no estudiantes son mujeres. ¿Un dinero directo a la estudiante le permitirá liberarse de algún yugo familiar?, ¿podría prevenir tal vez un embarazo adolescente? Ahora bien, a nivel universitario las estadísticas bajan aún más: ahí la cobertura, según las mismas cifras de la SEP está entre el 40, 45 por ciento. Es decir, menos de la mitad de los adolescentes y jóvenes de entre 18 y 22 años están estudiando la licenciatura. Y de esa cantidad, sólo terminará el 67 por ciento. ¿Es que todos los “flojos”, desinteresados y “malos estudiantes” nacieron en México? Pues no. Hay causas estructurales, sistémicas, que pasan necesariamente por la desigualdad, la falta de educación de calidad, la violencia, esa mal llamada guerra contra el narcotráfico, que instalan una cultura de la desesperanza y la sobrevivencia. Si Juan, un estudiante de sietes, un cínico, poco interesado en la escuela, recibe una beca de ayuda, quizá esa ayuda no le permita ver “la luz” de la importancia académica, del bien vivir. Pero quizá le permita contar con un certificado de bachillerato que le acerque un empleo un poco más digno, o que quizá, al paso de los años pueda presentar para ingresar a una licenciatura. Ese dinero no es un “premio” para el estudiante; es una inversión social. Es ver, mirar, en dónde se estancan los estudiantes y dónde se pueden torcer sus vidas. Entender que ese dinero es una inversión en las y los adolescentes de todos. Asegurar generaciones un poco menos precarizadas, con un poquito más de herramientas. Es un seguro que quizá rescate a uno o dos del reclutamiento del crimen organizado. Ojo, no es la única medida; requiere otras acciones, una muy importante es la de mejorar la educación pública, rescatar el espacio público… infinidad de cosas pendientes. Pero un paso es ese: una bequita escolar. 26
Reproducimos el capìtulo El género vernáculo de Ivan Illich.
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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 7 de abril 2021