CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 9 de diciembre de 2020
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Noche sin estrellas
Luis Hernández Navarro - Lajornada.com - 8 de diciembre del 2020 Cuando los xiñá (sabios y sabias) de la Montaña de Guerrero divisaron los relámpagos en el norte, supieron que 2020 sería funesto, cuenta el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan. No sólo visualizaron en el horizonte el incremento de la violencia, sino la fuerza irascible del hambre, acompañada de una nube grisácea, que de momento no pudieron interpretar, pero que, al final de cuentas, resultó ser el anuncio de una enfermedad desconocida. Sus rezos –explica Tlachi– se intensificaron entonces para calmar a las potencias sagradas y contener los malos vientos, que traen la enfermedad y la guerra. En la cima de los cerros “quemaron vela”. Como toda persona asceta –describe el Centro de Derechos Humanos de la Montaña en su 26 Informe de actividades– guardaron para sí estos mensajes y los transmitieron a los mayores y mayoras, y a las autoridades que están en la mesa. Su objetivo fue asirse a su costumbre, como el ancla más segura para las comunidades que se encuentran en extrema vulnerabilidad, ante el olvido gubernamental y el empoderamiento de las fuerzas oscuras del crimen organizado, pudieran enfrentar las adversidades. Como una noche sin estrellas se llama el informe de Tlachinollan. Su título evoca, como lo dice el poema que lo acompaña, el eclipse del sol de justicia y la forma en que la milpa comunitaria se marchitó en la región. En él, se documenta tanto la etapa de sorda oscuridad que la región y Guerrero vivieron durante el último año, como la capacidad para hacer frente y salir adelante en la adversidad, de pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y campesinas en el estado. La obra es una formidable y vasta (396 páginas) narración, similar a las que los grandes novelistas sociales del siglo XIX (Balzac, Zola, Dickens) produjeron. En ella, la pluma de Tlachinollan traza una visión panorámica de la política, la sociedad y las luchas sociales de la Montaña y el Guerrero de abajo, al tiempo que describe los 1
personajes colectivos que hacen la historia regional: comunidades indígenas, movimientos populares, buscadoras de sus desaparecidos, nuevos defensores de derechos humanos, migrantes. Al hacerlo, retrata a figuras excepcionales que expresan a los sujetos colectivos y que parecen extraídos de una novela de Gorki, como el dirigente del Frente Popular de la Montaña Arnulfo Cerón Soriano y el líder campesino Ranferí Hernández. Ambos fueron asesinados por su participación política en momentos distintos. O a la migrante doña Amelia, quien en 1980 salió de Ixcateopan, en un viaje sin retorno, a Nueva York, a buscar a su hijo, y a quien ya no le alcanzaron las fuerzas para vencer al coronavirus. Como si fuera un textil elaborado con los más diversos hilos, el informe de Tlachi entreteje la historia de grupos criminales imbricados con políticos y fuerzas de seguridad, que se dedican a labores de contrainsurgencia; la descomposición de la vida urbana en la ciudad de Tlapa; el avance incontenible del Covid-19; las penurias y el heroísmo de los montañeros migrantes en Tlapayork; el surgimiento de un grupo de buscadores de desaparecidos, la continuidad de la lucha de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y muchos acontecimientos más. Las historias se suceden vertiginosamente unas a otras. El Covid-19 no ha pegado igual a todos. Se ha cebado especialmente con los más pobres, que ya de por sí padecían hambre, marginación y violencia ancestrales. Sin médicos ni medicinas, ni centros de salud en las comunidades, la llegada de la pandemia a la Montaña resultó aciago. Los pueblos han improvisado el cuidado de sí mismos. Como recomendaron los xiñá, echaron mano de la tradición y alrededor de ella se unieron para enfrentar la adversidad. Guerrero es un enorme camposanto clandestino. Como si vivieran en un país aparte, en los terrenos de los negocios inmobiliarios con los que el narco lava sus ganancias ilícitas, han instalado casas de seguridad y depósitos de restos humanos. Antes que hospitalizarse, por temor a la migra y las deportaciones, cuando enfermaron los montañeros que partieron a Nueva 2
York a buscar el sueño americano, los que mandaban a los suyos 300 dólares al mes como bálsamo para la penuria familiar, se encerraron hacinados en sus viviendas. Para muchos, contagiarse lejos de la casa resultó más doloroso que la sola afección. Como fue mayor el calvario de los familiares de quienes fallecieron por el mal, que debieron pagar pequeñas fortunas para incinerar los cuerpos y trasladar las cenizas de sus deudos a México, sin ni siquiera poder despedirlos como se debe. Sin ingresos y sin trabajo, las familias rurales tuvieron que salir a buscarlos en los campos agrícolas del norte. Carentes de la higiene adecuada, en transportes en los que viajan hacinados, se han convertido (más de lo que ya eran) en fácil presa del coronavirus. Decía Vaclav Havel que “a veces se necesita tocar el fondo de la miseria para poder entender la verdad, igual que hay que lanzarse hasta el fondo del pozo para llegar a ver las estrellas”. En un mundo sordo, en medio de un mar de dolor, muy cerca de lo más profundo del pozo, en Como una noche sin estrellas se atisban los astros de la esperanza comunitaria que permiten comprender la verdad de los de abajo.
Como si no existieran
Sergio Ramírez - lajornda.com - 8 de diciembre del 2020 Nicaragua ha sufrido en menos de dos semanas el paso desolador de dos huracanes marcados con las letras griegas Eta y Iota, entrando ambos por el mismo lugar del litoral del Caribe norte donde el segundo de ellos arrasó con lo que el primero había dejado en pie. En Managua, bajo las intensas lluvias, nombres como Bilwi, Lamlaya, Wawa Boom, escenarios de la destrucción, repetidos en las redes sociales, siguen sonando sin embargo lejanos. En Lamlaya, comunidad costera, el paisaje es de destrucción, y “el fango espeso atrapa los pies en cada pisada”, escriben los periodistas de La Prensa que han logrado llegar hasta allá. El muelle sigue bajo el agua, las casas perdieron los techos. Nadie ayuda a 3
los habitantes, que han recibido a gente de otras comunidades que quedaron peor. “Es como si no existiéramos”, dice una mujer que ha perdido todo. Cuesta a muchos de quienes viven del lado de la costa del Pacífico aceptar que sigue habiendo dos Nicaraguas, y que “la costa”, como se la llama a secas, es un territorio ignorado, ajeno; tanto que se llama también “la costa atlántica” a esos territorios que comprenden casi la mitad del país, a pesar de que el océano Atlántico se halla muy lejos. Es una barrera levantada desde hace siglos y que separa a ese Caribe, africano, misquito, zambo, mayangna, creole, garífuna, rama, y también mestizo, el Caribe del wallagallo, el reggae y el maypole, bajo el dominio de la corona inglesa hasta finales del siglo XIX. El obispo de Bluefields, monseñor Pablo Smith, dice que estos dos huracanes sumados han sido más catastróficos de lo que fue el terremoto que destruyó Managua en 1972. Decenas de comunidades que se hayan aisladas entre ríos crecidos y caminos vecinales destruidos, sin techo, sin alimento, con el agua a la rodilla. “La costa” sólo aparece en las noticias cuando caen sobre ella los huracanes, o, tal vez, cuando las bandas de forajidos armados llegan desde el Pacífico a desalojar a sangre y fuego a los misquitos y mayangnas en la reserva de Bosawás para convertir la selva en tierras ganaderas, no importa que Bosawás haya sido declarada reserva mundial de la biosfera. Tienen apoyos poderosos, y con el tiempo reciben títulos de propiedad. Y cuando la abogada misquita Lottie Cunningham, nacida en Bilwaskarma, defensora de los derechos humanos de esas comunidades, ganó este año el Premio Right Livelihood, llamado el Nobel Alternativo, fue una noticia efímera de este lado. Los huracanes lo único que hacen es remover la capa de olvido ancestral que cubre a la costa del Caribe, pero esa capa pertinaz 4
vuelve a asentarse al paso de los días y a ocultar otra vez el paisaje desolado y a sus gentes que quedan chapoteando lodo, buscando recuperar las viejas láminas de zinc que el viento arrancó de sus techos, para volver a empezar. Para colmo, el régimen prohibió la recolección de ayuda destinada a los damnificados, ropa, medicinas, alimentos, y la policía cercó los lugares donde se pretendía recogerla, una de las aberraciones para las que es imposible encontrar explicaciones en un país donde el monopolio absoluto del poder prohíbe la solidaridad, y se apropia de ella. Pero ya desde antes eran damnificados. Son damnificados permanentes. En un reciente artículo en el diario La Prensa el economista Carlos Muñiz se preguntaba cómo es posible que haya nicaragüenses, como los de esas comunidades caribeñas, que vivan en casas que más bien parecen casetas de excusado. Casas que ya estaban allí, fruto del cataclismo de la pobreza, y que seguramente se llevó también la furia del primero o del segundo huracán. Y los damnificados permanentes están por todas partes en el país. Porque hay otra frontera, detrás de la cual está la Nicaragua rural que queda expuesta cada vez por las erupciones volcánicas, los terremotos, las sequías, las inundaciones y los deslaves causados por los huracanes. El Iota alcanzó con su furia todo el ter ritorio nacional, y causó más de 30 muertos, entre ellos una familia campesina de la comunidad de La Piñuela, departamento de Carazo, en el Pacífico. Los padres Óscar Umaña y Fátima Rodríguez murieron ahogados junto con sus dos hijos, David de 11 años, y Daniela de ocho, cuando las aguas del río Gigante crecieron hasta alcanzar su humilde vivienda mientras dormían. Hay una foto que habla mejor de lo que nadie podría hacerlo acerca de esta tragedia: los ataúdes esperan al lado de la sepultura en que van a ser enterrados, pero sólo son tres. Supongo que habrá 5
habido alguna colecta para comprar las cajas entre la misma gente pobre de la comunidad, pero no ha alcanzado para la cuarta. David, el niño de 11 años, ha sido puesto en un envoltorio de plástico, y así irá a la fosa. Pero eso hubiera sido lo mismo aun sin huracán. David y los suyos están entre los damnificados permanentes.
Después de los 100 mil
Hermann Bellinghausen - La Jornada - 7 de diciembre del 2020 Estamos ya en diciembre del año del enemigo diminuto. Tan ínfimo que todavía discutimos si existe, si no nos lo estaremos imaginando. ¿No será que alguna mente maestra, un titiritero, nos orilla a creerlo? Comienzan las fiestas y el frío, el sureste se inunda y en el centro y el norte muchos lugares siguen al borde de un campo de exterminio. En México, como en cualquier parte, se enferma y muere de esto o de lo otro, plomo y accidentes, nervios y vasos dañados, células y glándulas anómalas que enloquecen y destruyen lo que encuentran a su paso. La diferencia de la actual pandemia no está en los totales, pero pensemos que hace un año sumaba cero y ahora hay más de un millón de muertos en el mundo. Cien mil y pico en México, con más de un millón de los 65 millones de contagiados en el mundo. La inflación del número, diría Canetti, nos hace insensibles a su crecimiento exponencial. Nos mata de todos modos el sistema económico que domina el mundo. De hambre y mala gordura, exceso o falta de agua, aires irrespirables. De desprecio. Y claro, de guerras y sus derivaciones. Padecen los heridos, los deprimidos, los que se consumen, los que se duelen, se ahogan, se les para el corazón o se les desconecta el cerebro. Pero más de 100 mil mexicanos han perecido de coronavirus en nueve meses. Ni siquiera es un “bicho”, como nos gusta decirle. Es una partícula, una metáfora del error humano o del predominio de la naturaleza. Como los fantasmas, no necesitamos verlo para saber que está ahí. Y como a los fantasmas, buscamos disminuirlo, ignorarlo. O lo acusamos de todo lo malo. Define miedos, fantasías, comportamientos cotidianos, distancias 6
emocionales, vidas que se esfuman, mentiras que nos tragamos. Nuestra fragilidad pone sus esperanzas en una vacuna o una cura milagrosa. En cuando la pesadilla se haya ido. La vida también está en la acumulación de los difuntos. Alguien debe tener la culpa, el gobierno, los chinos, los gringos, la fiesta de los vecinos. Pagamos así los malos hábitos del mono que habla, el “animal provisto de palabra”, como nos pone Luis Villoro en su elegante ensayo La significación del silencio (Universidad de Guadalajara, 2018). Hábitos y destrezas que han acumulado no sólo conocimientos y logros técnicos, sino también armas para matarnos, demasiados desperdicios indelebles en los océanos, los suelos, el aire que respiramos, la basura que todos los días consumimos. En forma un tanto perversa, enfrentar la pandemia también se ha vuelto un asunto de obediencia y control masivo. Regulaciones, limitaciones, registros, toques de queda y clausuras hasta nuevo aviso nos ponen los nervios de punta y, patéticos, nos sublevamos a la sorda contra lo inevitable, nos hacemos o volvemos tontos mientras las estadísticas progresan, se colapsan hospitales y funerarias. Largas colas en las farmacias. Los niños y los jóvenes se aburren de ver a los grandes desaparecer, o de no ver nada salvo el tedio. La insubordinación de los más jóvenes hoy juega a la ruleta rusa; consigo, sí, pero sobre todo con sus mayores. Por mucho que se perore en los noticieros y las justificaciones y promesas de los políticos, lo que hay es silencio, un aire turbio; lo que, siguiendo a Villoro, “es pura presencia, incapaz de ser representado por la palabra”. ¿Pueden un virus, un fantasma, una viruta microscópica, dejar huellas profundas en el mundo de los vivos? Pues sí, por lo visto, y de qué tamaño. Aunque poco se hable todavía (poco se sabe) de las secuelas. Febriles, trabajan miles de personas en investigar el problema, pergeñar medidas preventivas, atender a los cuerpos enfermos dentro de sus bolsas, dosificar el paso de los sanos sospechosos siempre de no estarlo. Caminamos por el filo. Queremos posadas, estrenos, abrazos, convivios, navidades, playas en Acapulco, compras en tumulto, rezos en tumulto. 7
La vacuna la tenemos prometida y apartada. Constituimos el mercado cautivo del gran capital para un negocio siempre ganancioso (como las armas y las minas de oro). La inmunidad natural e inocua está lejos, si acaso resulta firme. Qué tal si se comporta como las viejas viruelas que reclaman vacunación universal para extinguirse, como siempre que el cuerpo no puede solo, los medicamentos no curan, apenas mitigan. Escribe Pablo Neruda en su maravillosa Residencia en la tierra: “Ved cómo están las cosas: / tantos trenes, / tantos hospitales con las rodillas quebradas, / tantas tiendas con gentes moribundas”. Fuera de las comunidades organizadas colectivamente, que suelen ser guardianas de territorios, nadie lo ha hecho bien y nadie está a salvo. De momento quedan la prevención, el respeto mutuo, la conciencia común. Nos podemos seguir acusando, callando, insubordinando, cansando, olvidando. El futuro cuenta, como nunca, con quienes cambien radicalmente la vida, y no es fácil, toma un sinfín de revoluciones y resistencias.
El ángel de la muerte
Cristina Pacheco - La jornada - Mar de historias - 6 dic 2020 Leer su nombre en la credencial de elector le produce a Reynaldo la grata sensación de que existe, de que pertenece al mundo y no habrá impedimento alguno para que siga realizando esos trámites sin los cuales las vidas se paralizan y quedan flotando en una especie de limbo. Si de ahora en adelante podrá ejercer sus derechos lo debe a su nieta Marina. Ella estuvo insistiéndole con que gestionara el documento hasta que al fin lo convenció: “Abuelo, siempre tuviste credencial de elector y ahora resultó que no te interesaba porque, según tú, ya para qué si estás muy viejo. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¡Nada! Me alegro de que me hayas hecho caso”. Antes de guardar su credencial en la cartera, Reynaldo lee su fecha de vigencia: “20-30.” Sabe que nadie tiene comprada la vida, pero ver las cifras le crean la ilusión de que vivirá otros 10 años, 8
aunque según su edad actual es posible que muera antes. Esa reflexión le recuerda a la mujer que en las últimas dos semanas le ha llamado por lo menos cuatro veces para hablarle de las bondades de un programa a futuro que él se negó a escuchar. II En la primera llamada, hace dos lunes, la mujer empleó un tono profesional, pero también cálido: “Estoy buscando al señor Reynaldo Alcántara Burgos. ¿Sería tan gentil de comunicarme con él?” “Oiga, ni siquiera dan las ocho de la mañana. A estas horas, ¿para qué lo necesita?” “Para darle una buena noticia: lo incluimos en la lista de quienes este diciembre serán beneficiados con nuestro nuevo plan.” “¡No me interesa!” “Entonces, ¿es don Reynaldo con quien tengo el gusto...?” “Si lo que quiere es venderme algo, lo que sea, no me interesa”. “Por favor, escúcheme. No se arrepentirá.” “¿Está sorda? Es la tercera vez que se lo digo: no me in-te-re-sa.” Aterido de frío, Reynaldo volvió a la cama dispuesto a conciliar el sueño. Imposible. Estaba demasiado molesto por el inoportuno telefonema y decidió levantarse para recoger el periódico. Apenas lo había tomado cuando volvió a sonar el teléfono. Pensó que se trataba de la misma persona que había interrumpido su descanso y contestó a la defensiva: “Señora: no insista. Ya le dije que su proposición... “Abuelo, soy yo, Marina. ¿Quién creíste que era?” “Una mujer que a fuerzas quiere hablar conmigo.” “¿Te dijo para qué?” “Sí, de no sé qué maravilloso plan.” “¡Aguas! Me suena a que es una agente de ventas. Mejor ya no contestes el teléfono.” “¿Y si eres tú? De por sí me hablas cada mil años...” “Abuelo, el tiempo no me alcanza, las cosas están complicadísimas. Todavía no voy a la oficina y trabajar desde la casa es difícil: suena el timbre, ladra el perro, llegan los del gas...” “Lo entiendo. ¿Cuándo vienes?” “Hasta la otra semana. Antes, no puedo. ¿Se te ofrece algo?” “Nada más que te cuides.” Reynaldo invirtió el resto de ese viernes inventándose obligaciones que le evitaran pensar en su soledad y terminó sentado ante el televisor, cabeceando y viendo a trozos una película de la que ni siquiera sabía el título. Sintió hartura y maldijo a “doña fasti9
diosa”, la mujer que al llamarlo tan temprano lo había hecho empezar demasiado pronto un día que al final le resultó larguísimo, como todos los de su confinamiento. III Durante el fin de semana no recibió ninguna llamada. El martes al mediodía sonó el teléfono y descolgó rápido. Desde que había empezado a aislarse estaba ansioso de comunicación.“Diga.” “¿Tengo el gusto de hablar con el señor Alcántara Burgos?” Enseguida reconoció la voz de “doña fastidiosa” y la frenó: “Déjeme en paz, por Dios Santo, ya le dije...” De profesional, el tono pasó a ser suplicante: “Sólo necesito un momento para hablarle de... ” “¿De qué?” Reynaldo tardó en oír la respuesta: “¿Ha pensado en el futuro, en los nuestros?” El plural, que implicaba cierto grado de cercanía, le extrañó: “¿Los nuestros?” Ante el desconcierto de su interlocutor, ella mostró seguridad: “Me refiero a los hermanos, los hijos, los nietos. ¿Cuántos tiene?” “No doy información personal por teléfono y de una vez por todas dígame por qué me persigue, qué quiere.” La mujer aprovechó el momento para explayarse: “Represento a una agencia funeraria moderna, consciente de los cambios y las necesidades de cada individuo. Nuestro servicio es personalizado. Tomamos en cuenta el origen, el sexo, la profesión, la edad.” “Reynaldo estalló: “¿Está augurando mi muerte?” “No. Sólo hablo del camino que todos hemos de recorrer. Llegará el momento en que tenga que irse. Sería bueno que ahora, cuando aún puede hacerlo, decidiera cómo será su viaje. No sabemos cuándo vaya a emprenderlo, por eso mismo debe estar preparado.” “¿Qué significa eso?” “Que olvide el egoísmo. Ahórreles a sus seres queridos angustias y problemas económicos. Nuestro plan de inhumación tiene la ventaja de ser a plazos: si lo adquiere hoy, sus pagos empezarán hasta mayo del 21. Además de económico, nuestro servicio es muy completo: nos ocupamos de todo, desde el papeleo y el traslado, hasta el ingreso a la última morada.” De golpe, Reynaldo comprendió lo que no había querido entender: él era el protagonista de la historia, estaba llama10
do a pasar al escenario. Colgó y para quitarle el matiz tétrico a la extraña llamada se puso a imitar a la agente: “Nuestro programa es muy completo y abarca... ¡Ah, qué mujer tan insoportable.” IV Desde que fue a recoger su credencial de elector, Reynaldo no ha salido ni ha vuelto a recibir llamadas. Se mantiene en alerta. No enciende el radio y camina sigilosamente para escuchar el timbre del teléfono en cuanto suene. Daría todo por escucharlo, aunque el llamado proviniera de la mujer a la que ahora clasifica como “el ángel de la muerte”.
Pensamiento crítico y pandemia
Raúl Zibechi - La jornada - 4 de diciembre del 2020 Una de las principales características del pensamiento crítico ha sido su incomodidad, su capacidad para perturbar los lugares comunes, cuestionar saberes establecidos y sacudir la modorra de la inercia. Siempre fue un pensamiento a contracorriente, rebelde e insumiso. Marx se dedicó a poner patas arriba, o boca abajo, la herencia teórica de Hegel. Lenin se empeñó en desobedecer a Marx, quien aseguraba que la revolución vencería primero en los países más avanzados industrialmente. Mao y los vietnamitas rechazaron las insurrecciones urbanas por la guerra campesina prolongada. Fidel y el Che fueron herejes respecto a los partidos comunistas que dominaban el escenario de las izquierdas. El tan elogiado Walter Benjamin fue implacable con la idea de progreso y, más recientemente, los ecologistas cuestionan el desarrollo, mientras las feministas rehúsan las organizaciones verticales y los caudillos patriarcales. El EZLN, por su parte, recoge aciertos y evita errores de revoluciones anteriores, por lo que hace a un lado la guerra para seguir 11
transformando el mundo y defendiendo (por todos los medios) los territorios donde el pueblo manda ejerciendo su autonomía. ¿En qué situación se encuentra el pensamiento crítico en plena pandemia? ¿Cuáles deberían ser los puntos centrales de su análisis? ¿Quiénes lo formulan en este periodo? Intentaré responder en pocas líneas. La primera es que el pensamiento establecido, enunciado por academias, partidos y “autoridades intelectuales”, está en plena decadencia, un proceso enlazado con las crisis civilizatoria y sistémica en curso. Quizá por ser parte de una civilización moderna, urbana, occidental, colonial y patriarcal. O sea, por haberse rendido al capitalismo. El grueso de los llamados intelectuales se dedican a justificar los errores y horrores de los partidos de la izquierda electoral, más que a criticarlos, con el triste argumento de que no quieren favorecer a la derecha. Si criticar a la izquierda fuera eso, Marx y Lenin deberían ser despachados por derechistas, ya que dedicaron algunas de sus mejores obras a cuestionar a sus compañeros de ruta. La segunda es que el pensamiento crítico debe quitar el velo de las causas estructurales y de larga duración de la situación que vivimos. No entretener audiencias con argumentos falaces. Ser capaces, por ejemplo, de vincular la pandemia con el modelo neoliberal extractivo, la brutal especulación financiera y la cuarta guerra mundial contra los pueblos, en vez de atribuir los fracasos, y los éxitos en el combate al virus, a tal o cual gobierno. A eso le llamo entretener en vez de analizar. Además, el pensamiento crítico no debe conformarse con diagnósticos. Estamos desbordados de jucios del más diverso tipo, muchos de ellos contradictorios. Años atrás se mentaba el pico del petróleo ( peak oil) como clave de bóveda del fin de la civilización capitalista. Mucho antes, se aseguraba que el sistema caería víctima de inexorables leyes económicas. 12
Cada día aparecen diagnósticos que colocan los límites del sistema en el medio ambiente, el agotamiento de recursos, y un largo etcétera de supuestas “causas objetivas” que no hacen más que eludir el conflicto social como única forma de poner freno y derrotar al capitalismo. Ya lo dijo Benjamin: si el sistema cayera por razones objetivas, la lucha no tendría el menor sentido. La tercera me parece la más importante. Hasta hoy los encargados de emitir pensamiento crítico eran varones, blancos, académicos y de clase media-alta. Por supuesto el tipo de ideas que divulgaron eran eurocéntricas, patriarcales y coloniales, aunque debe reconocerse que no por eso estaban todas erradas. Sólo debemos pasarlas por el tamiz de los pueblos, las mujeres y los jóvenes. Ahora quienes emiten el pensamiento crítico no son ya “personalidades”, sino pueblos, colectivos, comunidades, organizaciones y movimientos. ¿Quiénes son los representantes teóricos del pueblo mapuche o de los pueblos indígenas del Cauca colombiano? ¿Quiénes encarnan las ideas de los movimientos feministas y de mujeres antipatriarcales? Todavía hay quienes creen que el pensamiento zapatista fue obra del subcomandante Marcos y ahora del subcomandante Galeano. Nunca aceptarán que son pensamientos nacidos de experiencias colectivas que son comunicados por voceros elegidos abajo. Nunca aceptarán que el vocero actual es el subcomandante Moisés. Esta es la realidad del pensamiento crítico actual. Desvaríos arriba, creatividad abajo. Como la vida misma. No hay nada esencialista en esto. El conocimiento vivo surge entre quienes luchan. Sólo quienes están transformando el mundo pueden conocerlo a fondo, entre otras cosas porque les va la vida en ello, porque no pueden hacerse la menor ilusión con los de arriba, mucho más allá del color político y del discurso que emitan. Benjamin lo dijo con absoluta claridad: “El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate”. 13
La muerte del otro, ¿es mi muerte? José Cueli - La Jornada - 4 de diciembre del 2020
Luto y duelo se deslizan a lo largo y ancho del mundo, en especial en México. Un vivir vertiginoso, acicateado por la prisa de la vida cibernética, sin tiempo para la elaboración de las situaciones traumáticas. Se agolpan en la memoria las imágenes de muertos y más muertos que confrontan nuestra propia indefensión y, más que realidad, parecen crueles ficciones que desbordan el aparato síquico. ¿Qué relación habrá entre los homicidios dolosos del mes pasado y el Covid? Emmanuel Levinas, en su libro Dios, la muerte y el tiempo, nos da cierta luz para reflexionar sobre el ambiente de muerte en que estamos inmersos. “La vida humana no es ocultar, es un vestir”. Lo que es al mismo tiempo un desnudar que es relacionarse la muerte es la separación irremediable, la muerte es descomposición, es la no respuesta. La muerte de alguien no es a pesar de lo que parezca a primera vista una factualidad empírica; no se agota en esta aparición. Levinas enfatiza más adelante una reflexión que vale la pena retener: “El prójimo me caracteriza como individuo por la responsabilidad que tengo sobre él. La muerte del otro no sustancial, no simple coherencia con los diversos actos de identificación, está formada por una responsabilidad inefable. El morir, como morir del otro afecta mi identidad como Yo. Tiene sentido en su ruptura del Mismo, su ruptura de mi Yo, su ruptura del Mismo en mi Yo. Mi relación con la muerte de los otros no es ni únicamente conocimiento de segunda mano, ni experiencia privilegiada de la muerte”. Por tanto, de acuerdo con Levinas, la muerte del otro es parte de mi propia muerte. No importa el color, la raza, la religión, ni la clase social. La ideología o el estatus social, del otro que muere 14
es parte mía, algo de él que muere en mí y algo de mí muere con la muerte del otro. Algo de nosotros se mueve con estas macabras desapariciones, de homicidios y víctimas de la pandemia. ¿Cómo están afectando socialmente estas muertes? En alguna forma, estas muertes masivas llevan a que algo de los que seguimos vivos se muera dentro de nosotros. Habría que confirmarlo. Mas está hipótesis parece tener sentido para futuras investigaciones. Por otra parte, toda la crueldad inherente a estas muertes antes y después, indudablemente acompañan a la muerte misma.
La vacuna contra la COVID-19 no debe ser obligatoria
Iñigo De Miguel Beriain - www.ehu.eus - Noviembre 2020 Profesor de la Facultad de Derecho e investigador Ikerbasque Las vacunas contra la COVID-19 ya están llamando a la puerta. En breve, será posible empezar a distribuirlas. A partir de ese momento, será perentorio responder a una pregunta compleja: ¿deberíamos introducirlas a través de políticas de vacunación obligatoria? La propuesta es tentadora. Las vacunas son uno de los mayores logros en la historia de la salud pública. Por señalar sólo un par de datos, se calcula que la vacunación masiva ha ahorrado unos 100 millones de contagios de enfermedades infecciosas en Estados Unidos desde 1924, y unas 9 000 muertes de niños entre 1903 y 1992 en los Países Bajos. Introducir medidas coercitivas, a su vez, ha permitido incrementar las tasas de vacunación frente a algunas patologías en varios países europeos. El problema obvio es que toda política coercitiva choca frontalmente con derechos humanos fundamentales, como la libertad o a la integridad física, que sólo deben limitarse cuando haya una buena razón que lo avale. ¿Cuándo podríamos considerar que sucede esto? Julian Savulescu, uno de los expertos en bioética más famosos del mundo, considera que sólo cabe proceder a la vacunación obligatoria cuando se dan cuatro condiciones fundamentales: 15
1. Hay una amenaza grave para la salud pública. 2. La vacuna es segura y efectiva. 3. Las políticas de vacunación obligatoria muestran una ratio de coste/beneficio superior a otras alternativas. 4. El nivel de coerción impuesto es proporcionado. ¿Se cumplen estas condiciones en el caso de la COVID-19? Dando por sentado que la primera sí, es más complejo llegar a conclusiones claras respecto a las demás. Analicemos cada una de ellas. ¿Es la vacuna segura y efectiva? Esta pregunta es difícil de responder ahora mismo con carácter general. Aún estamos por ver los resultados de los ensayos clínicos de Pfizer o Moderna, por ejemplo, que sólo se han aventurado a mostrar notas de prensa. AstraZeneca, por el contrario, los ha publicado abiertamente, pero su producto aún se encuentra en fase de comprobación de seguridad, no de eficiencia. Con todo, no hay razones para sospechar que las vacunas no sean seguras y, aunque su eficiencia tenga todavía que comprobarse más detalladamente, las primeras noticias parecen prometedoras. Ahora bien, siendo eso cierto en general, también lo es que no tenemos datos relevantes respecto a una parte importantísima de la población, los niños. Los ensayos clínicos en esta primera etapa no han incluido menores de edad. Eso no es extraño, ya que habitualmente se demoran las pruebas en niños hasta que no se tiene la certeza de su inocuidad en adulos. Con todo, eso significa que si procedemos a una vacunación obligatoria de ese colectivo lo haremos asumiendo riesgos superiores a los de otros grupos de población. A mi juicio, eso resultaría éticamente inaceptable teniendo en cuenta que los niños son los que probablemente obtengan menos beneficios de la vacunación, dado que la mayor parte de ellos apenas sufren síntomas relevantes en caso de contraer la enfermedad. Tampoco parece que una política que intente imponer esa vacunación pueda vencer la resistencia de muchos padres, que tienen una obligación especial de proteger a sus vástagos. 16
¿Muestran las políticas de vacunación obligatoria una ratio de coste/beneficio superior a otras alternativas? Esa pregunta no puede responderse si no aclaramos previamente de qué coste/beneficio estamos hablando. Si -como deberíamosintroducimos en el cociente la vulneración de derechos fundamentales que la vacunación coercitiva lleva implícita, el resultado será diferente que si no lo hacemos. A mi juicio, para que la obligatoriedad de la vacuna sea justificable es necesario demostrar que esa violación de derechos produce resultados relevantes en términos de preservación de la salud pública, que difícilmente podrían alcanzarse a través de otras vías. ¿Es ese el caso? Creo que no. Para empezar, hay países, como Japón, Nueva Zelanda o Corea del Sur, que han demostrado que es posible combatir eficientemente la COVID-19 sin recurrir a las vacunas. Eso, sin embargo, no es un argumento definitivo. Es fácil señalar que no es lo mismo una cultura oriental que una occidental, una isla que un país tan conectado con otros muchos como el nuestro. No obstante, es posible pensar en combinar algunas de las medidas adoptadas por aquellos países con otras que podrían tener notorio éxito. Ahora contamos ya con herramientas muy poderosas para frenar el virus, que además irán mejorando con el tiempo. Me refiero, por supuesto, a las nuevas pruebas serológicas y de antígenos, que, junto con la posibilidad de realizar PCRs en grupo, nos dotan de mucha más capacidad de elaborar estrategias alternativas al confinamiento o la vacunación obligatoria. Si somos capaces de practicar muchas pruebas, podríamos desarrollar certificados de no-infectividad, sin los que sería imposible acceder a los lugares cerrados en los que se producen la mayor parte de los contagios. Eso, a su vez, incentivaría positivamente la vacunación, sin tener que recurrir a la imposición de las restricciones propias de un modelo coercitivo. ¿El nivel de coerción impuesto es proporcionado? La última de las condiciones impuestas por Julian Savulescu viene a reforzar en gran medida la opción por una vacunación voluntaria, si tenemos presente el principio de proporcionalidad entre la 17
fuerza empleada y el resultado esperable. Obviamente, un modelo coercitivo tiene la ventaja de que permitiría acercarnos mucho más al objetivo de la inmunidad de grupo. Sin embargo, esto difícilmente se conseguiría sin introducir medidas sancionatorias, como las multas, o la privación de acceso a muchos servicios, o una combinación de ambos. No parece que sea proporcionado. Más razonable sería comenzar con un modelo de administración voluntaria, combinado con las medidas ya mencionadas de pruebas constantes, que nos permitiera ir disminuyendo las perspicacias frente a las vacunas, a la par que pulsar el auténtico estado de la opinión pública y, llegado el caso, alterarlo a través de políticas de información y educación bien planteadas.
Fin de año de agonías
Memoriando - Colectivo Híjar desinformemonos.org - 5 diciembre 2020 La ONU proclamó Día Mundial de la Lucha contra el SIDA el 1º de diciembre de 1988, cuando sus efectos devastadores parecían eternos y universales. Pero la devastación del planeta y la humanidad superó muertes e infecciones en 2020. Desde febrero, cuando de China partió el contagio, millón y medio de muertes se cuentan en el mundo, diez mil por segundo. Al finalizar noviembre, cientos de miles de muertes colman panteones y hospitales en América Latina. En Honduras, los cadáveres tirados a media calle empiezan a ser quemados. En México, los hospitales están llenos en la capital. Herencia del saqueo de la salud pública durante los gobiernos anteriores, alegan los funcionarios de la salud. Los feminicidios crecen en México a la par de las violentas protestas encabezadas por el Bloque Negro que destruye todo a su paso. A la par, son asesinados defensores de la vida y del territorio y nadie detiene a los paramilitares de Chenalhó disparando contra los habitantes de Aldama obligados a huir al monte. Día con día, se repiten los ataques que el 22 de diciembre de 1997, 18
causaron 45 muertes en Acteal cuando una celebración religiosa navideña fue atacada por paramilitares durante todo un día. La Guardia Nacional, flamante recurso de defensa, se reduce a perseguir migrantes, a caer en emboscadas de narcotraficantes y a no controlar los entierros de cadáveres en cientos de fosas en el centro de la República, hasta la frontera entre Michoacán y Colima. Los cárteles atacan lo mismo en la Ciudad de México incorporando niños al narcotráfico, descuartizándolos cuando no cumplen las tareas, cobrando derechos de piso, surtiendo drogas, todo con la complicidad de los cuerpos de policía y el ejército. La captura en Los Ángeles del General Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, su rápido proceso suspendido de improviso en E.U., es señal de acuerdos bajo control de la DEA. De aquí al recuerdo de la muerte de Lucio Cabañas el 2 de diciembre de 1974, a raíz del secuestro del cacique Rubén Figueroa, ex candidato del PRI al gobierno de Guerrero que a la postre ocupó. Lucio, egresado de la Escuela Normal de Ayotzinapa donde alcanzó la dirigencia de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de todo México, fue forzado a emprender la lucha armada a raíz de la brutal represión policiaca de una asamblea en Atoyac de Álvarez para exigir el cese de la directora de la escuela primaria que exigía uniformes a los niños pobres. El querido profesor, protegido por los vecinos, organizó el Partido de los Pobres y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento que atacó blancos militares. El lema de sus últimos comunicados es “ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo”. A la par del Partido de los Pobres, accionó la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria de Genaro Vázquez, profesor normalista también, que inició como Asociación Cívica Guerrerense para luchar legalmente contra los caciques hasta sufrir cárcel en Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, de donde se fugó para emprender la lucha armada con la ACNR fundada en 1971 como resultado necesario de la transformación de la ACG, fundada el 15 de diciembre de 1959. 19
De la imposible lucha electoral y civil a la lucha armada, transitó el Movimiento 26 de Julio de Cuba para convertir el revés en victoria. En 1953, el asalto al Cuartel Moncada fue un desastre. Salieron, se organizaron y el 25 de noviembre de 1956, zarparon de Tuxpan, Veracruz en el yate Granma, adquirido en California, reparado y registrado por el armero mexicano Antonio del Conde, “El Cuate”. Un proyecto de liberación nacional en tránsito al socialismo crece desde que el presidente de E.U., James Monroe, sentenció el 2 de diciembre de 1823: América para los americanos. Tal cual como en noviembre de 2020, el presidente electo Biden anuncia la recuperación de la grandeza mundial y moral de E.U. Larga es la historia de la acumulación capitalista a toda costa. Los últimos días de diciembre de 1541, fueron de trabajo intenso de Fray Bartolomé de las Casas para terminar la Breve Relación de la Destrucción de las Indias. El 14 de diciembre de 1890, Rui Barbosa organizó la quema de los registros de esclavos de Brasil. El 10 de diciembre de 1898 se consumó la derrota del colonialismo español en América. Como botín de guerra, Estados Unidos recibió Puerto Rico y Filipinas. Los pueblos se defienden con el apoyo de libertarios internacionalistas como el sacerdote español Gaspar García Laviana, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, caído en combate el 11 de diciembre de 1978. Grave problema fue a pocos meses de la huida de Somoza, el despertar de los barrios para organizar La Purísima, fiesta diaria de celebración de la concepción de María, culminada el 8 de diciembre con “la gritería”, toda la noche de cohetes, rezos, reparto de golosinas y frescos, frente a los altares en las calles adornadas con papel picado desde el 1 de diciembre. La Comandancia Sandinista resolvió el peligro de la infiltración de la contra, poniéndose al frente de las fiestas al grito de “¿quién causa tanta alegría? ¡la concepción de María!”. 20
La Santa Madre Iglesia con la aprobación del Vaticano proclamó el 12 de diciembre, en 1531, como fecha de la aparición de la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego en el Cerro del Tepeyac donde se veneraba a Tonantzin. En el siglo XXI Juan Diego fue canonizado con poca fortuna ante las pruebas de su inexistencia histórica. El culto sigue, la Basílica de Guadalupe es la segunda recaudadora de limosnas después del Vaticano. La pandemia ha obligado a suspender peregrinaciones y permanecerá cerrada. Denostado y pobre, el 17 de diciembre de 1830, murió de tisis, enfermedad de la miseria, Simón Bolívar, cerca de Santa María en Colombia. Tenía 47 años, Libertador de América, combatió por la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Rodrigo Arenas Betancourt lo esculpió desnudo y al pelo de su caballo, lanzado hacia adelante. Mauricio Gómez Morín lo pintó agonizante en su hamaca rodeado de pobreza. Los dos atinan en el sentido histórico. Al finalizar noviembre, los diputados de México aprueban por mayoría el fin del fuero presidencial y la reelección de los diputados. ¿Avance? Navidad: “… En esta cuna del mundo, abierta de soledad, donde te excluyan los ricos los pobres te acogerán”, Pedro Casaldáliga.
Arqueología de la impunidad
Magdalena Gómez - La Jornada - Martes 8 de diciembre de 2020 Ciertamente es fundamental el combate a la corrupción y hay que ligarla estrechamente con la impunidad sistémica que ha padecido el país. No vale, por tanto, eludir la responsabilidad de Estado, así no corresponda al actual sexenio. Menos aún minimizar esa dimensión, como sucedió el pasado 4 de diciembre en la audiencia pública convocada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en torno al caso de la señora Ernestina Ascencio. 21
Recuento: el 25 de febrero de 2007, doña Ernestina Ascencio, indígena de 73 años, fue encontrada por su hija tirada en el monte donde llevaba cotidianamente a pastar a sus ovejas, cerca de un campamento del 63 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano, en la comunidad de Tetlatzinga, municipio de Soledad Atzompa, Veracruz. Al preguntarle lo que le había sucedido, doña Ernestina, en su lengua náhuatl, respondió: “Los soldados se me echaron encima, mi hija. Me duele la cadera”. Tras lograr que ingresara a un hospital, falleció la madrugada del día siguiente debido a los graves daños causados por una violación calificada de tumultuaria. Así fue descrito en la necropsia que le fue practicada en el Hospital Regional de Tierra Blanca, Veracruz, dado lo cual se abrió una investigación en la agencia del Ministerio Público Especializada en Delitos contra la Libertad, la Seguridad Sexual y contra la familia en la entonces Procuraduría General de Justicia de Veracruz (PGJ). En sus primeras declaraciones, representantes del gobierno de Veracruz, así como de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), condenaron el crimen, mientras la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) manifestó públicamente que los agresores pertenecían a grupos que pretendían desprestigiar al Ejército. Sin embargo, el caso dio un giro que llevó a desechar de la carpeta de investigación toda evidencia de lo ocurrido y la CNDH intervino solicitando la exhumación para concluir que se trató de una muerte “natural” y, lo insólito, el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, declaró (9/3/07) que Ernestina murió de “gastritis crónica mal atendida” y fue respaldado por la CNDH, la Sedena y la PGJ concluyó con ello la investigación que duró dos semanas. La indignación que generó esta decisión que a todas luces protegió al Ejército, motivó la intervención de organizaciones que exigieron acceso a las constancias del expediente de investigación. Sin embargo, la “versión pública” entregada por la PGJ de Veracruz ocultó las principales pruebas, por lo que interpusieron recursos que resultaron ineficaces. Ante ello, en 2012, Abogados y Abogadas para la Justicia y los Derechos Humanos, el Centro de Servicios Municipales Heri22
berto Jara AC, la Coordinación Nacional de Mujeres Indígenas y la casa Kalli Luz Marina presentaron el caso ante la CIDH, denunciando al Estado mexicano por las causas que provocaron la muerte de Ernestina, por la falta de esclarecimiento de los hechos y por la impunidad de los responsables. Hasta 2017 la CIDH admitió el caso, el cual se encuentra ahora en la etapa de análisis sobre el fondo de los hechos denunciados, lo que le llevará a determinar la responsabilidad del Estado mexicano, y de ella hace parte la audiencia del 4 de diciembre pasado. La delegación oficial se integró por Cristopher Ballinas Valdés, director para Derechos Humanos y Democracia de la Secretaría de Relaciones Exteriores y la versión veracruzana del Estado mexicano; Hernán Cortés Hernández, representante de la FGE de Veracruz, y el secretario ejecutivo del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, Daniel Adalberto Pereyra, quienes ante la postura de las peticionarias respondieron que las autoridades realizaron la investigación de forma justa y reiteraron la versión arriba señalada: la transmutación de una violación y feminicidio en una úlcera gástrica. También asistió, en silencio, por la Sedena, el general Aníbal Trujillo. La comisionada Esmeralda Arozamena cuestionó a los representantes del Estado mexicano por qué se cambió de manera completa la información del peritaje inicial que determinaba una violación; “me llama la atención”, dijo, “esa facultad de la Comisión Nacional”. Preguntó qué tan normal es que el presidente Calderón se haya pronunciado en favor de la última versión. Las otras comisionadas solicitaron información referente al número de casos de violaciones por miembros del Ejército registradas por las autoridades federales. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha resuelto casos al respecto contra México, que involucran a militares: Cabrera García y Montiel Flores; caso Fernández Ortega y otros vs México, caso Rosendo Cantú, caso Radilla. No somos iguales, se insiste; habrá que ver si continuará la impunidad de los militares que violaron y a la postre asesinaron a Ernestina Ascencio. 23
La muerte de las abejas y el Tren Maya Silvia Ribeiro* - La Jornada - 5 de diciembre de 2020
El Premio Goldman, considerado como un Nobel ambiental, fue otorgado este año a Leydy Pech Martín, comunera y apicultora maya de Hopelchén, Campeche. El galardón destaca su participación en la oposición a la siembra de transgénicos, un esfuerzo de Muuch Kambal, organización de mujeres mayas de la que Leydy Pech es parte, y el Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes, con el apoyo del equipo Indignación, Greenpeace y otras organizaciones. Lograron, en una lucha que llegó hasta la Suprema Corte, la suspensión y luego cancelación de un permiso a Monsanto de siembra de soya transgénica en 235 mil hectáreas, no sólo en la península de Yucatán, sino en siete estados de México. “No ha sido sólo una lucha contra Monsanto, sino contra todo el modelo de desarrollo agroindustrial que nos está perjudicando” declaró Pech (https:// tinyurl.com/y47ld6mf ). Pese al reconocimiento internacional y aunque el permiso a Monsanto fue cancelado, algo que un tribunal reafirmó en 2020, el gobierno no ha hecho nada para fiscalizar que no se siembre soya transgénica en la península u otras regiones. Este 3 de diciembre, comunidades mayas junto a Greenpeace, Indignación y Cemda denunciaron que hay sospechas de que se ha sembrado soya transgénica y además maíz transgénico tolerante a glifosato, lo cual también es ilegal por estar suspendida su siembra desde 2012 por una denuncia colectiva vigente. Presentaron una denuncia popular ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Senasica, exigiendo inspección y vigilancia en varias áreas (https://tinyurl.com/y35rh7vu). El premio Goldman se otorga a individuos que a menudo están en riesgo por sus luchas ambientales. Además de reconocer su trabajo, es una forma de alertar a la opinión internacional sobre las amenazas que sufren. Leydy Pech merece todo reconocimien24
to, pero, como ella enfatiza, es parte de una lucha colectiva, desde la comunidad, con la participación constante de otras mujeres mayas, apicultores y campesinos, en una defensa que abarca todo el territorio, bosques, ríos y sus formas de vida tradicionales, algo que muchas otras comunidades y organizaciones comparten. En una entrevista realizada por Gloria Muñoz Ramírez, Leydy Pech explica que las agresiones a la vida y territorio de las comunidades mayas se han multiplicado y ampliado. Dedicada a la cría de abejas nativas (meliponas), sabe muy bien, por su experiencia directa, que la integridad del bosque y de todo el territorio es esencial para la salud de las abejas, además de ser parte fundamental de la vida, la economía y los valores de las comunidades mayas. En la última década, nos dice, el avance de la agricultura industrial ha causado enormes áreas de deforestación –Campeche es el estado con mayor deforestación en México– y grave contaminación de suelos y agua con agrotóxicos,que dañan la salud de personas, animales, plantas medicinales y cultivos tradicionales. Con ello aumentó también la fumigación con glifosato y otros agrotóxicos usando avionetas, que matan mucho más que las hierbas. La deriva de tóxicos ha provocado casos de mortandad de abejas e impacta también en las comunidades. “Además de que el veneno va a los acuíferos, lo estamos respirando” alerta Pech (https://tinyurl.com/y4vgqn8c). Es importante recordar el contexto de esta situación. Además de no realizar las tareas de fiscalización a las que está obligado para impedir las siembras ilegales de transgénicos, el gobierno impulsa el mal llamado Tren Maya contra la voluntad de muchas comunidades y apelando a simulaciones de “consulta” que no cumplen con los derechos que tienen las comunidades indígenas establecidos en Naciones Unidas. Ese megaproyecto, lejos de la imagen idílica y falsa que presenta el gobierno de que solo será un tren que circula sobre carreteras 25
que ya existen, es una pieza clave para aumentar exponencialmente el avance del tipo de desarrollo agrícola e industrial que denuncia Pech y que amenaza las formas de vida y subsistencia mayas tradicionales. Como explica la organización internacional Grain en un artículo sólidamente informado, no se trata de un tren, sino de un modelo de “acaparamiento multimodal de territorios” (https://tinyurl. com/y6r6fplk), que va sobre los territorios de las comunidades mayas para desplazarlas o desgranarlas para servir a un modelo industrial y empresarial, donde en el mejor caso serán trabajadores mal pagos o migrarán a serlo en otra parte. Las grandes instalaciones de cerdos que envenenan el agua de los cenotes y crean nuevas pandemias (https://tinyurl.com/yxakg235), el avance de instalaciones agrícolas y graneleras como las de la empresa Enerall, fundada por Alfonso Romo y ahora administrada por su familia, que tapó intencionalmente un cenote (https://tinyurl.com/vgp2nfe), las mega instalaciones industriales de energía que desplazan a las comunidades, las grandes áreas de monocultivos de transgénicos ilegales y de cereales con agrotóxicos, los desiertos verdes de monocultivos de palma aceitera, todo esos negocios aumentarán al ser facilitados por el Tren Maya. Este premio Goldman es un reconocimiento a una justa lucha. Muestra también que las comunidades saben qué vida quieren, que luchan por ella, y que no es el modelo que promueve el Tren Maya. *Investigadora del Grupo ETC
La represión a los pueblos, en un documental
Gloria Muñoz - La Jornada - Los de abajo - 5 de diciembre de 2020 La palabra de los pueblos indígenas de México, la de los incómodos al poder, la de los no permitidos, se refleja en La Vocera, documental de reciente estreno que describe la lucha por la exis26
tencia de las comunidades del norte, centro y sur de este país en el que un tinglado electoral racista no permitió que por primera vez una mujer indígena, María de Jesús Patricio, se postulara como candidata a la Presidencia de la República. La Vocera tiene como protagonista a Marichuy en su recorrido por la geografía indígena amenazada. Por el documental caminan los rostros de hombres y mujeres que tienen años en la lucha, como Juan Dionisio, ñahñú de Atlapulco, estado de México, en la defensa de los bosques; Rocío Moreno, de Mezcala, Jalisco, contra los invasores de su comunidad coca; Álvaro Mena, de Hopelchén, Campeche, donde continúan dando la batalla contra los transgénicos; Samantha César, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua, que en estos momentos resiste la invasión de la Guardia Nacional en Apatlaco, donde el actual gobierno impone el Proyecto Integral Morelos, sin importar la oposición campesina y los 19 amparos vigentes. La Vocera, producida por Carolina Coppel, cuenta también la prisión política de Fidencio Aldama, joven yaqui encarcelado en el contexto de su lucha contra el gasoducto en Loma de Bácum, Sonora; y, rumbo a occidente, se retrata la lucha del pueblo wixárika por la restitución de sus tierras. El músculo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional aparece en el primer recorrido de Marichuy por el territorio mexicano. En Chiapas inicia con el cobijo zapatista y la estructura del Congreso Nacional Indígena. Marichuy se ve alegre y a ratos abrumada. Sus huipiles narran también la diversidad del camino. Lo mismo viste de tzeltal, purhépecha, zapoteca o nahua que con el atuendo tradicional de Tuxpan, Jalisco, de donde es originaria. Las imágenes que muestra la directora Luciana Kaplan son muy distintas a las que presume el actual gobierno. No hay copal y sí oposición a un proyecto que los despoja de tierras y cultura. La represión y la persecución contra los pueblos, ha dicho Marichuy, continúa igual o peor, como lo vaticinó en su recorrido. 27
Pasado otro #25N, ¿qué hacemos con las violencias?
Celia Guerrero - piedepagina.mx - Igualada - 2 Diciembre, 2020 ¿Qué hacemos con las violencias que ya nos sacudieron? Comencé compartiendo mi experiencia con mujeres que no se nombran feministas y encontré un soporte que en plena crisis se fortalece. Ahora sé que cuando compartimos lo que nos pasa y hablamos de todo y de nada, también nos construimos políticamente y deshilamos hebra a hebra las violencias Dicen las que saben que, a partir de que el feminismo llega a la vida de una, ya no se vuelve a ser [solo] una. Me emociona haber experimentado y continuar con esa transmutación entre compañeras que hoy defienden la loca idea de que ellas junto a otras merecen tener vidas dignas de ser vividas y, totalmente empapadas de fiebre y rabia, se nombran feministas y actúan en consecuencia. Pero por varias circunstancias hoy convivo más con mujeres que no necesitan nombrarse feministas —ni lo eligen, por múltiples razones—, aunque reivindican lo que he mencionado. Constantemente pienso en qué es lo que nos ha permitido unirnos y si esa unión podría ser política, aunque no feminista. Trato de poner toda mi atención al escucharlas y me he dado cuenta que, aunque no sean y no se asuman feministas, es con ellas con quienes he podido desarrollar reflexiones respecto a nuestra realidad como mujeres que otros círculos autodenominados feministas —tal vez por competitivos o dogmáticos— no me han permitido. En meses recientes hemos desarrollado vínculos fuertes, que poco a poco se han convertido en rituales. Las charlas y el intercambio de experiencias y cuidados se han vuelto más constantes porque tengo disposición recíproca: priorizamos, construimos y alimentamos nuestra relación. 28
He detectado que a pesar de nuestras múltiples diferencias —y entre muchas cosas asombrosas que pueden llegar a significar una conexión— cargamos con una sabiduría compartida generosamente, aun sin darnos cuenta, de generación en generación, entre mujeres, que nos ha permitido sobrevivir en un mundo particularmente hostil para nosotras. Presiento, entonces, que lo que nos une es eso que desarrollamos para enfrentar la violencia patriarcal. Pero de nuevo estoy analizándonos desde conceptos. Además, me niego a que sea así, o a que sea solo eso. “No somos lo que ellos nos hacen”, leí hace tiempo en redes sociales y quiero decir que concuerdo. Creo, sin embargo, que hay algo de transmutación en quien se sabe víctima de un abuso o injusticia y, al detectarlo como tal, ya no lo es tanto porque reconoce en ella dignidad y una deuda de reparación de quien la violentó o violenta. Y, aunque no hay que ser feminista para llegar a ello, sí ayuda a trascender, a entender las violencias que nos tocan y a vivir a pesar de ellas. Ahora que transcurre la campaña de activismo contra la violencia de género, iniciada en el Día de la eliminación de la violencia contra la mujer, los pensares que Norma Silva vació en el episodio “[Des] hilar las violencias” del podcast Profanaciones me llevaron a cuestionarme: ¿qué hago, qué hacemos y qué más podemos hacer juntas con las violencias que nos atraviesan y nos desbordan? Más allá de la aspiración a su eliminación, a la no repetición, ¿qué hacemos con las que ya nos sacudieron, con las que ya nos ocupan un espacio? Estas son preguntas a las que yo no puedo dar respuestas, aunque me gusta pensar que juntas, a lado de otras, puedo llegar a imaginarme algunas. También sé que son cuestiones que suelen discutirse mucho en espacios que aspiran a la reflexión entre feministas. Me ha tocado, tristemente, que en esos lugares la enunciación de las violencias drene las energías y queden pocas o nada para después. O 29
que se generen dinámicas competitivas en donde las vivencias, conocimientos y saberes se jerarquizan, en un afán de aspirar a un feminismo más estructurado [sea lo que eso signifique]. Por ello comencé compartiendo mi experiencia actual con mujeres que no se nombran feministas. En esas reuniones/rituales que comparto con ellas, espacios en los que nos proveemos de cuidados unas a otras y no existe una aspiración por desarrollar un discurso intelectual, racional o teorizado que nos permita defender posturas, encontré un soporte que en plena crisis se fortalece. Aspiro a continuar creando y fortaleciendo ese tipo de lazos, más que a relaciones basadas en construcciones intelectuales apartadas de las vivencias y realidades de las mujeres que me rodean. Ahora sé que cuando compartimos lo que nos pasa o pasó, hablamos de todo y de nada y de todo de nuevo, también nos construimos políticamente y, aunque parezca poco, estamos deshilando hebra a hebra las violencias.
Indocumentado en el país de uno
Kau Sirenio - piedepagina.mx - Voz de luvia - Tatyi Savi 3 diciembre, 2020 La historia de discriminación racial en la Secretaría de Relaciones Exteriores es larga y se remonta en la época en que esta institución otorgaba denominaciones de Asociaciones Civiles. Hace dos meses, Iván de la Cruz hizo su cita vía internet para realizar el trámite de su credencial de elector ante el Instituto Nacional Electoral. Sin embargo, éste órgano le negó el derecho a una credencial que le sirviera para identificación, porque no presentó dos testigos y comprobante de domicilio vigente. Ante la falta de un documento que acredite su identidad, Iván de la Cruz buscó tramitar su pasaporte ante la Secretaría de Relaciones 30
Exteriores (SRE). La cita electrónica para el trámite quedó programado para la delegación Cuajimalpa, del centro comercial Santa Fe. Así que el joven, que cumplió los 18 años el 3 de noviembre, se presentó con el pago de aranceles para pasaporte, hoja de cita y certificado de bachillerato, documento que el novel ciudadano ingresó en la plataforma electrónica como identificación porque no contaba con el INE que días antes le habían negado. Cuando le tocó su turno para entregar los requisitos, la recepcionista que coteja los documentos le dijo a bocajarro: “Tienes que presentar tu credencial de elector o de lo contrario no podrás hacer el trámite”. En el intercambio de palabras, Iván contestó: “Cumplí los 18 años el 3 de noviembre y el INE no me dio la credencial por eso pagué el pasaporte porque necesito un documento de identificación”. Por más que el joven le explicó a la mujer, ésta se mostró renuente y empezó a pedir documentos que la plataforma considera como oficiales: Cédula o título profesional, cartilla de Servicio Militar Nacional (SMN). “Señorita, no puedo tener la cartilla de Servicio militar porque apenas cumplí los 18 años, y volvemos a lo mismo: si no tengo el INE que ustedes me piden, no podré tener dicha cartilla”. Iván tardó explicando, pero ella no cedió ante el reclamo del solicitante.El muchacho pidió una hoja para elaborar su queja, le entregaron el formato pero la mujer se negó identificarse para que su nombre se incluyera en la denuncia. El mismo día, Iván presentó su queja vía electrónica ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), pero la respuesta no ha llegado y el joven sigue sin un documento de identificación oficial. La historia de Iván es la de muchos indígenas en México. Él es un joven migrante que salió de una comunidad indígenas de la Costa de Guerrero para buscar ingresar en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde aspira estudiar Ciencias de 31
la Comunicación. Pero la burocracia mexicana le ha negado el derecho de tener una identidad para realizar cualquier tipo de trámite o buscar trabajo. Así las cosas, aunque Iván nunca se identificó como indígena, sin embargo no pudo convencer a los funcionarios del INE y SRE para que le entregará credencial de elector o pasaporte. Ahora es indocumentado en su país, por el hecho de ser joven. La discriminación por edad, identidad sexual, lengua, origen étnico, religión y color de la piel es muy recurrente en México y no se diga en las instituciones de seguridad nacional, como el Ejército, la Marina, la Guardia nacional, policías estatales y municipales que se ensañan con los indígenas migrantes de los estados del sur como Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Por el color de la piel o la forma de hablar los ponen a entonar el himno nacional mexicano y si no lo saben los deportan a países centroamericanos. Todavía recuerdo cuando presencié en un retén militar en Sonora, cuando los soldados se mofaron de los jornaleros indígenas que viajaban al corte de tomate en los campos agrícolas en San Quintín, porque no tenían identificación oficial. La historia de discriminación racial en la SRE es larga y se remonta en la época en que esta institución otorgaba denominaciones de Asociaciones Civiles. L as víctimas son indígenas en su mayoría, porque osaban a inscribir su organización con nombre en lengua indígena. Como los burócratas desconocen que este país tiene más de 68 lenguas indígenas agrupada en once familia lingüísticas, terminaban por negar el registro. La experiencia de Iván de la Cruz en el INE SRE, así como la burlas que tuvieron que sortear los jornaleros indígenas en el desierto de Sonora por miembros del Ejército mexicano son hechos que deben de investigarse y sancionar a los responsables, De lo contrario, será muy difícil desterrar la discriminación en este país que está por cumplir los 500 años de implantación de genocidio y exclusión de los más primeros de esta nación. Los pueblos indígenas. 32
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RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 9 DE DICIEMBRE 2020