EN PRIMERA PERSONA
Pablo Vrillaud. Las Toscas, Santa Fe (1897-1925) Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la ciudad de Santa Fe, donde egresa en 1917. Como estudiante secundario integra la comisión para la nacionalización de la Universidad provincial. Al año siguiente ingresa a la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad provincial de Santa Fe y ese mismo año es elegido presidente de la Federación Universitaria de Santa Fe. En 1918 formó parte de la delegación santafesina en el Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios realizado en Córdoba. En 1918-19 fue
MANIFIESTO CAMINO AL CENTENARIO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA 1918-2018
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presidente del Centro de Estudiantes de Derecho, y en 1921 estuvo en la delegación que concurrió al Primer Congreso de Estudiantes realizado en México. Fue elegido presidente de la Federación Universitaria Argentina en 1922. Mientras aún era estudiante fue designado director de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, que lleva su nombre desde 1995. Murió en un accidente automovilístico, muy joven, en 1925, y legó a las generaciones venideras sus sonetos y escritos para La Capital y Caras y Caretas.
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CIUDADANÍA UNIVERSITARIA
DISTRIBUCIÓN GRATUITA. FASCÍCULOS MENSUALES DE DIVULGACIÓN HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL.
AGOSTO DE 2017.
PENSAR LAS BASES DEL REFORMISMO D
DEMOCRACIA Y LIBRE PENSAMIENTO fueron las premisas impulsoras de los estudiantes que protagonizaron el movimiento reformista en la Argentina del 1900 y el continente. Estos ideales impregnaron toda su gesta. Abiertos a todas las ideologías, pensamientos y credos trabajaron con ahínco para que todos los jóvenes de la región tuvieran acceso a educación de calidad. El movimiento reformista estaba en marcha e iba a consolidarse al lograr profundos cambios en la organización de las universidades y sus órganos de gobierno. Los estudiantes reformistas se propusieron cambiar las relaciones de poder: propusieron la creación de los órganos colegiados de gobierno para las universidades y bregaron por la representación igualitaria de docentes, estudiantes y graduados en la dirección de las instituciones. Lucharon por la modificación de los estatutos para edificar universidades democráticas, laicas y abiertas a la comunidad que crecía con pasos gigantes en pleno siglo XX.
OPINIÓN
Para la Segunda Reforma Universitaria Rodrigo Arocena. Universidad de la República, Uruguay roar@fcien.edu.uy
El conocimiento avanzado se ha convertido en una base fundamental de las relaciones de poder social. Ello se evidencia en el auge contemporáneo de la desigualdad, ligada al acceso desparejo a la Educación Superior, a la atención comparativamente escasa que se presta en las agendas de investigación a los problemas de los sectores postergados, y a las débiles relaciones entre innovación e inclusión social. La democratización del conocimiento es un imperativo ético de nuestro tiempo. Hace casi un siglo el Movimiento Latinoamericano de la Reforma Universitaria irrumpió desde Córdoba para llegar a gravitar en toda la región. Su programa apuntaba a democratizar la universidad para que la universidad contribuya a democratizar la sociedad. Mucho ha cambiado América Latina desde entonces, pero el subdesarrollo y la desigualdad siguen signándola. Tras una década de bonanza apenas si se ha logrado sentar bases sólidas para el Desarrollo Humano Sustentable, motorizado por la incorporación de conocimiento avanzado y altas calificaciones al conjunto de las actividades socialmente valiosas. Más falta que nunca hace pues promover de forma interconectada la generalización de la educación avanzada, la investigación de calidad con vocación social, y la extensión y colaboración con la sociedad para poner el conocimiento al servicio de la resolución de los problemas colectivos. Tales transformaciones tienen la envergadura de una Segunda Re-
forma Universitaria. Esta requerirá una muy difícil articulación de intereses de sectores variados. Iniciativas surgidas desde el interior de las universidades públicas son imprescindibles pero insuficientes. Todo intento de cambio impulsado esencialmente desde afuera será estéril y aún contraproducente; no movilizará la creatividad interna que la autonomía puede desplegar. Pero si el proceso queda librado sólo a lo que acontezca dentro de los claustros, lo más probable es que los intereses grupales lo empantanen. La Reforma de Córdoba alcanzó perdurable gravitación por la sintonía entre las energías internas, del movimiento estudiantil ante todo, y las expectativas antioligárquicas de la sociedad en general. Una nueva Reforma, que tendría que afrontar dificultades aún mayores que las que se opusieron a la primera, parece inviable si no es un capítulo de un programa de lucha contra el subdesarrollo y la desigualdad levantado por lo que cabría denominar coalición para el desarrollo auténtico. Semejante coalición debiera prestarle a las cuestiones del conocimiento avanzado y la educación permanente una atención que apenas si ha estado presente en las agendas de los gobiernos del ciclo progresista. Para caminar en esa dirección quizás el principal cuello de botella a superar sea la lejanía entre los actores populares y el conocimiento “de punta”. En esa cuestión las universidades públicas pueden hacer mucho y no poco ya están haciendo.
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En la Santa Fe Reformista...
DEMOCRACIA Y COGOBIERNO: BASES DE LA UNIVERSIDAD REFORMISTA
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«En 1918, el número de alumnos de la Universidad Provincial de Santa Fe era de 671, de los cuales 579 estudiaban en la Facultad de Derecho y 92 en Farmacia y Obstetricia.» Mensaje del Gobernador Lehmann, 1919.
• El espacio social santafesino del 1900 podría delimitarse en torno de dos grandes ciudades: Rosario y Santa Fe, una serie de poblaciones con un importante caudal demográfico que crecieron a partir del desarrollo agrario, otras tantas villas y pueblos más pequeños, y un espacio rural ligado a las actividades agropecuarias.
• En Santa Fe, las casas de las familias acomodadas se encontraban en el casco céntrico pero conservando muchas características coloniales y del primer período pos independentista, como patios interiores, gruesas paredes de adobe, construcciones de una planta, etc. • Los habitantes de los sectores populares se organizaban en los suburbios y sus casas iban desde modestas construcciones de adobe hasta ranchos de paja, conforme la ciudad se
LEGADO DEL ´18
La Reforma Universitaria de 1918 fue un movimiento democratizador protagonizado por una generación de estudiantes de ideales firmes y convencidos de estar dando inicio a una nueva Universidad. Esta concepción se contraponía a la institución profesionalista y vinculada a los poderes de turno político y religioso. Los reformistas abrieron debates, generaron reformas y se avocaron a construir un nuevo perfil de universidad en el cual el gobierno democrático, la construcción del conocimiento y su labor científica tomarían un peso específico.
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DESDE SU CREACIÓN, LAS UNIVERSIDADES latinoamericanas estuvieron estrechamente vinculadas al poder religioso y al poder político de turno, a la corona española en sus inicios y luego a los gobiernos nacionales. Los estudiantes reformistas se propusieron abrir las puertas de las casas de estudios, bregar por la libertad de pensamiento, sin discriminación por riqueza o credo, y expandir las posibilidades de acceso a una educación de calidad a las mayorías de argentinos. Lucharon para lograr el cogobierno en las universidades, romper el sesgo profesionalista conservador que las caracterizaba, impulsaron el desarrollo científico y sentaron así las bases de la Universidad Reformista. La Reforma Universitaria de 1918 fue un movimiento democratizador que tuvo a los estudiantes como sus protagonistas centrales. Impregnados de ideas emancipadoras abrieron debates, generaron reformas y se propusieron formular las bases y principios de la universidad reformista. El movimiento estudiantil se convirtió en protagonista y lideró los cambios por una educación de excelencia, fundamentalmente democrática, inclusiva y vinculada con las inquietudes de una sociedad en plena expansión que aspiraba al crecimiento económico y social, y recibía las corrientes inmigratorias del mundo. ¿Cómo era esa universidad que pretendían reformar? ¿Cómo se gobernaba esa institución? ¿Cómo estaba conformado el sistema educativo en la Santa Fe de principios del siglo XX? ¿Cuáles eran las relaciones de poder que se propusieron y lograron cambiar estos jóvenes reformistas? Estudiar en la Santa Fe del 1900 Según relata Jorge Conti, en Lux Indeficiens, al iniciarse la primera mitad del siglo XX el ámbito educacional, intelectual y científico santafesino giraba alrededor de dos instituciones: el Colegio de la Inmaculada Concepción y la Universidad Provincial. En el Colegio, la selección de alumnos se circunscribía a “familias de tradición o extranjeros adinerados” y su política consistía en ubicar a sus egresados en los centros de decisión. La Universidad Provincial, por su parte, seguía la orientación marcada por el Co-
legio y los programas de enseñanza de su Facultad de Derecho carecían de materias “propias para una más positiva cultura jurídica”. «El clima de insatisfacción intelectual y académica se manifiesta con el nacimiento de la Asociación Nacional del Profesorado en Buenos Aires, que —presidida por Estanislao Zeballos— proclama la libertad y la renovación en la enseñanza y rápidamente se prolonga en una filial santafesina en 1904 —narra Conti—. Es esta institución, acompañada por la acción de un Comité Popular, la que después de una intensa campaña funda el Colegio Nacional y la Escuela Normal Mixta, en 1906». Siguiendo a este cronista, son varios los proyectos de creación de instituciones educativas en la región, con sistemas de becas para el alumnado, e incluso internados para facilitar la inclusión de los estudiantes. Iniciativas que si bien se ven frustradas siguen alimentando el debate por la “cuestión universitaria” en la Santa Fe de principios del siglo XX. Los jóvenes reformistas y otras personalidades de la sociedad santafesina participaron activamente en el Comité Popular, que impulsó ideas liberales y —aprovechando la visita del ministro de Instrucción Pública de la Nación, Rómulo Naón— en 1909, consiguió fundar la actual Escuela Industrial Superior que sería luego parte fundante de la unl. En 1910 se crea la Escuela de Obstetricia y la Facultad de Farmacia, ampliando la acción de la Universidad Provincial que desde 1890 contaba con la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, sin perder de vista que el objetivo es la nacionalización. «Son días de lucha y debates sociales alrededor del voto libre y secreto, que encarnan en una campaña política de renovación gubernamental y culminan con el triunfo del radicalismo en la provincia. Rosario y Santa Fe se disputan la supremacía educacional y cultural… Es probablemente, el momento en que nace la idea de una Universidad Nacional del Litoral, entendida como un vasto proyecto académico y científico regional», asegura Jorge Conti. Fueron varios los proyectos que se discutieron y siempre contemplaron una universidad regional, atenta a los problemas y demandas de sus comu-
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perdía en el horizonte pampeano. Muchos vivían en zonas aledañas al río Paraná, inundables en época de crecida, por lo cual eran evitadas por los miembros de las élites citadinas. • La fisonomía de las ciudades cambió radicalmente con la llegada de inmigrantes durante la década de 1880. Santa Fe pudo prolongar su impronta de ciudad colonial, pero incorporó el adoquinado y los conventillos para inmigrantes.
• La capital concentraba la actividad burocrática inherente al funcionamiento del Estado provincial, de este modo muchos de sus pobladores se vinculaban al empleo público. En Rosario primaba la actividad portuaria, impulsada ya desde la época urquicista. • El acceso a la ciudadanía de los varones luego de la aprobación Sanz Peña, va a permitir que muchos hijos de inmigrantes pudieran expresarse en las urnas.
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1. Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe. Fecha Edición: 1927. 2. Plano de Santa Fe de 1916. Junto al puerto, la estación del FCSF; al norte, Santa Fe Cambios. 3. 1925. Hipólito Irigoyen esquina Belgrano desde las escalinatas de la antigua Estación Central del Ferrocarril. Archivo fotográfico del FFCC. 4. Esquina de 1º de Mayo y Junín. Nuevo Edificio de la Escuela Industrial de Santa Fe. 1911. Fondo: Decreto de la Nacionalización, 23 de Noviembre de 1909.
bibliografía consultada: • 95 años de la unl. el reformismo entre dos siglos, susana piazzesi y natacha bacolla, ediciones unl. • lux indeficiens. crónica para la historia de la universidad nacional del litoral, jorge conti, ediciones unl. • historia de las universidades argentinas. pablo buchbinder. editorial sudamericana. buenos aires. • nueva historia de santa fe: identidad y vida cotidiana (1860-1930). la capital, rosario.
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nidades y abierta e inclusiva para las generaciones de jóvenes inquietos y decididos que se proponían moldear el rumbo del progreso. Hasta que el 17 de octubre de 1919, el presidente Hipólito Yrigoyen ratificó la ley 10.861 de creación de la unl que quedaba conformada por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, la Facultad de Química Industrial y Agrícola —actualmente fiq—, cuya organización incluyó a la Escuela Industrial Superior. Ambas con sede en la ciudad de Santa Fe. La Ley también incluía las facultades con sede en Rosario: Ciencias Médicas, Farmacia y Ramos Menores; Ciencias Matemáticas, Físico-Química y Naturales Aplicadas a la Industria; Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas, que con el devenir de los años pasarán a formar parte de la Universidad Nacional de Rosario. La Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales con asiento en Paraná, Entre Ríos, que luego formará parte de la Universidad Nacional de Entre Ríos, y la Facultad de Agricultura, Ganadería e Industrias Afines, con asiento en Corrientes que luego será parte de la Universidad Nacional del Nordeste. «Si la cuestión universitaria desencadenó y afirmó la construcción de la Universidad Nacional del Litoral, a partir de allí quedaba una compleja tarea para la nueva casa de altos estudios: elaborar en las prácticas una nueva tradición. Labor que debía, por el mandato de sus orígenes, contraponer el sesgo profesionalista —presente en las más antiguas universidades de Córdoba y Buenos Aires—, un nuevo perfil en el cual la construcción del conocimiento y su labor científica involucrada tomarían un peso específico….», aseguran Susana Piazzesi y Natacha Bacolla en “El reformismo entre dos siglos. Historias de la unl”. Por una universidad democrática «Para entender la Reforma Universitaria es muy importante comprender el debate alrededor de los estatutos que regulaban el funcionamiento y el papel de las corporaciones profesionales en el gobierno de las facultades», asegura Adolfo Stubrin, docente e investigador de la unl. Como apunta Pablo Buchbinder, docente e investigador del Conicet, uba y Universidad Nacional de General Sarmiento: «Los reformistas apunta-
ban a modernizar la enseñanza superior cambiando el sesgo profesionalista que caracterizaba a las instituciones universitarias, con el imperativo de fortalecer la investigación científica». «En los debates de la época, que rodean a la Ley Avellaneda, se puede observar que el Estado no confiaba en los docentes para dirigir las universidades. Cada Universidad aprobaba su estatuto con acuerdo del Poder Ejecutivo y eso definía las relaciones de poder en su interior —explica Stubrin—. Se beneficiaba a las corporaciones profesionales externas que tenían mayorías en los cuerpos colegiados, porque la representación de docentes era minoritaria. Y así funcionó, el Estado no se hacía cargo en forma directa, la Universidad emitía los diplomas con derecho a gestionar el título profesional en el Colegio correspondiente. Entonces, la dirección de la universidad estaba en manos de los colegios de Abogados, Farmacéuticos, Médicos…», indica. Agrega que «en la época no existían las facultades como las conocemos ahora. Facultad era el nombre de la comisión directiva de las escuelas profesionales, se daba ese nombre al grupo de dirigentes, no a la institución académica como lo conocemos hoy. O sea que la facultad, también llamada academia, era una corporación con la mayoría de sus miembros no docentes, profesionales y graduados, y, además, vitalicios». Este es el cuadro de situación que los jóvenes reformistas se propusieron modificar. Había mucho por cambiar, y todo va a estallar en la Córdoba de junio del 1918. Hubo un antecedente, en 1905, cuando los grupos de estudiantes de Derecho y Medicina de la uba protagonizaron varias revueltas en reclamo del cambio de los estatutos de esa universidad. Y fruto de esa lucha se logró modificar la composición de los órganos de gobierno de esa casa de estudios, incorporando a los docentes como mayoría y reduciendo la incidencia de los profesionales. Se crean así los nuevos órganos de gobierno de la universidad reformista: el Consejo Superior y el Consejo Directivo. «Se reemplaza lo que se entendía por “facultad”. Entonces, la palabra “academia” va a parar a las academias nacionales que conocemos hoy, como la Academia Nacional de Dere-
cho, de Educación, de Letras, etc., que están fuera de la Universidad, y la palabra facultad se torna el nombre de la institución. Recién ahí queda claro que la facultad no es la corporación que dirige el departamento de estudios, sino el instituto mismo». La aprobación de este estatuto en la UBA, en 1905, es una válvula de escape para las grandes demandas y confrontaciones estudiantiles y docentes contra el régimen tradicional oligárquico de control de las carreras. Se calman las aguas y se genera espacio para la renovación de los órganos de gobierno y la incorporación de docentes en esa casa. Esto explica por qué la Reforma Universitaria estalla en Córdoba en 1918. Pues la universidad de la provincia mediterránea seguía rigiéndose por el estatuto de 1888 que mantenía la vieja facultad o academia con los profesores en minoría, a lo que se suma su matiz clerical heredado de sus orígenes y del paso de la Compañía de Jesús, más una sociedad conservadora. Este clima cerrado y oligárquico se convirtió en el caldo de cultivo del proceso reformista que estaba en marcha en el país. La lucha de los estudiantes se encaminó a lograr nuevos estatutos que democratizara a las universidades, con mayoría docente en su gobierno. Y fueron más audaces aún al proponer la inclusión de los estudiantes en los órganos de gobierno de las casas de estudio. La lucha era por el gobierno tripartito igualitario. Los estudiantes discutían y redoblaban la apuesta por instituciones democráticas, cogobernadas y autónomas de los poderes de turno. Se habían reunido a nivel nacional y también a nivel continental, para discutir las bases y principios de la Universidad Reformista. La delegación santafesina estuvo presente en cada uno de estos encuentros en Uruguay, México, Buenos Aires, Córdoba… La vieja y elitista Universidad de Córdoba se negaba a cambiar. Estalló la huelga estudiantil, la lucha contra “los nores” y el pasado. La reforma estalló en Córdoba en 1918, y en el Litoral el movimiento avanzaba, los proyectos se debatían y tomaba forma, con líneas decididas y firme espíritu reformista, la Universidad Nacional del Litoral, hija dilecta de la reforma creada en 1919.
«…la reforma de lo que sea menester reformar: para que nuestra universidad, hasta hoy mirada con razón o sin ella, como un anacronismo inútil y estéril, pueda imponerse a la consideración nacional, colocarse a la altura de las universidades modernas, ponerse más en contacto con los elementos vivos de la provincia y del país, y dar, en suma, todos los beneficios intelectuales que es dable esperar de un instituto de estudios superiores que debe ser guion y nunca rémora del progreso de la patria.» Alejandro Grüning Rosas. Estudiante reformista (1890-1974).
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OPINIÓN
Reforma Universitaria: balance y conclusiones
Los Principios
por Rogelio Alaniz.
REFORMISTAS El cogobierno y la autonomía universitaria fueron las más importantes conquistas democráticas plasmadas en las universidades argentinas a partir de la Reforma del 18. Los estudiantes reformistas se convirtieron en protagonistas de su tiempo al moldear las bases de la democracia participativa universitaria, unida a la idea de la democracia republicana y social. Lo que involucra su profunda responsabilidad en ser partícipes de universidades abiertas y democráticas. El principio de cogobierno alude al gobierno compartido de la universidad por parte de los diferentes sectores de la comunidad universitaria. Para los reformistas se trata del cogobierno igualitario por parte de docentes, graduados y estudiantes. Así es como actualmente, todos los claustros universitarios forman parte de los órganos colegiados de gobierno —Asamblea, Consejos Superiores y Consejos Directivo— y son elegidos democráticamente por sus pares.
Así lo definía el reformista Gabriel Del Mazo: «La vieja Universidad no se componía institucionalmente, ni siquiera de la totalidad de sus profesores. La nueva Universidad se enuncia como República de todos sus Estudiantes. Son Estudiantes todos los copartícipes de la comunidad de estudios. Sus miembros van recibiendo graduación sucesiva: alumnos, licenciados, profesionales, doctores, maestros.» «Políticamente la ciudadanía universitaria cobra universalidad y reclama formas de representación y de gobierno que le nazcan. Queda así legitimada —por primera vez definida y asegurada en derecho— la jurisdicción autonómica de la Universidad en un Estado Democrático (…) Una universidad basada en una minoría no es una Universidad; un Estado expresión de minorías nacionales, no es nacional. La autoridad universitaria, como la autoridad nacional, son atributos que provienen de entereza representativa…» (cita de Del Mazo 1942, transcripta por Cano, 1998).
COGOBIERNO AUTONOMÍA
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5. Sesión del Honorable Consejo Superior de la UNL, durante el rectorado del Dr. Gollán, 1958. 6. Sesión del HCS, Junio de 2017.
¿Tiene algo que decirnos la Reforma Universitaria cien años después? O para preguntar con más precisión: ¿Tiene algo que decir que ya no haya dicho? Sinceramente no lo sé. Y no ignoro que la duda también puede ser una respuesta. Para mi generación hay con respecto a la Reforma Universitaria una emotividad, un vínculo histórico, una suma de tradiciones de la que me resulta muy difícil prescindir. Pero sinceramente tengo mis dudas que a los problemas que se le presentan hoy a la educación universitaria y a los jóvenes, la Reforma pueda brindarle respuestas satisfactorias. Sospecho que lo que la Reforma Universitaria de 1918 tenía para dar ya lo dio. Su institucionalidad a partir de 1983 podría pensarse como su última victoria. La respuesta a los problemas actuales, es muy difícil encontrarla en 1918. Las preocupaciones de los reformistas de entonces no son las mismas que las nuestras. No podrían serlo. Ellos se sabían contemporáneos y actuaron en consecuencia. Nuestra obligación si pretendemos ser leales con ellos es ser contemporáneos e interrogarnos sobre los dilemas del presente y las inquietudes del futuro con los instrumentos teóricos actuales y atendiendo los requerimientos del mundo que vivimos. La Reforma Universitaria, como dijera Deodoro Roca quince años después de producida, “fue todo lo que pudo ser…”. Que no fue poco. Cien años después no se discute la participación de los estudiantes en el cogobierno, o el concepto de una universidad inserta en la vida nacional, preocupada por los más débiles y debatiendo los grandes problemas del país. Tampoco se pone en discusión el derecho de todo ciudadano a acceder a la educación universitaria. Si una exigencia hay, si una calificación se permite, es la del conocimiento. El reformismo enseñó que no se discrimina ni por raza, religión o condición económica. ¿Corresponde hacerlo por el saber? Se supone que sí, pero en este punto, las disidencias en lugar de disminuir han crecido. Relacionado con ello, lo que hoy merece debatirse es el rol de las universidades, porque si se acepta que su tarea es preservar, transmitir y crear el conocimiento, corresponde preguntarse qué es lo que se está haciendo al respecto. Y sobre este punto tal vez sea importante recordar una vez mas que los principales líderes reformistas de 1918 tuvieron presente algo que a veces por obvio no se tiene en cuenta o se subestima: que sus luchas incluían el derecho a acceder al conocimiento más elaborado y complejo de su tiempo. La crítica al oscurantismo religioso era ideológico pero también atendía a cuestiones prácticas en la medida que ello impedía leer a los grandes autores que en aquellos años conmovían al mundo con sus revelaciones. Cuando las universidades argentinas retroceden en su calificación de rendimiento en el mundo e incluso en América latina, habría que plantearse si la tarea que hoy se les presenta a la comunidad universitaria y a los estudiantes en particular no es precisamente la de contribuir a revertir esa realidad. Casas de estudios de excelente calidad académica es lo que necesitan los estudiantes, pero es también lo que reclama la sociedad, la misma que con sus impuestos financia la educación pública. Esta exigencia no desconoce la política, por el contrario la convoca. La política como preocupación por lo público, como el esfuerzo por hallar soluciones concretas a problemas concretos; un compromiso que tal vez no incluya la fascinación a veces alienada de la utopía, pero sí deja abierta hacia el futuro la posibilidad, siempre acogedora, siempre inquietante, de la esperanza.
FASCÍCULOS MENSUALES DE DIVULGACIÓN HISTÓRICA DE LA UNL. REALIZACIÓN DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓN INSTITUCIONAL. REDACCIÓN ANDREA VITTORI. DISEÑO FRANCO SCARAFIA. ASESORA DE CONTENIDOS STELLA SCARCIÓFOLO, ARCHIVO HISTÓRICO “MARTA SAMATÁN”, PROGRAMA HISTORIA Y MEMORIA