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Los gatos

LOS GATOS

A mi hijo Orlando

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Desde el silencio y la incertidumbre me mira Orlando, mi hijo que no tiene más que una alegría inmensa: ver jugar a los gatos.

Cada amanecer y cada atardecer teje tácticas y estrategias y a todos en la casa nos encarga para fabricar pelotas de medias rotas y anudar con hilos de saquillos de harina.

Cuando desaparecen los gatos, entre la mañana o la tarde, se lo ve triste cabizbajo, buscando a sus seres queridos.

Estalla en gritos y sonrisas cuando al fin aparecen los gatos que comen y juega con pelotas y botones de camisas.

Luego los gatos caminan y muestran su gallardía, sus espléndidos pasos develando su belleza negra, amarrilla, ploma y del color de la alegría de Orlandito, que crece y crece cada vez más.

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