Nostalgias del silencio
Roberto Ágreda Maldonado
LOS GATOS A mi hijo Orlando Desde el silencio y la incertidumbre me mira Orlando, mi hijo que no tiene más que una alegría inmensa: ver jugar a los gatos. Cada amanecer y cada atardecer teje tácticas y estrategias y a todos en la casa nos encarga para fabricar pelotas de medias rotas y anudar con hilos de saquillos de harina. Cuando desaparecen los gatos, entre la mañana o la tarde, se lo ve triste cabizbajo, buscando a sus seres queridos. Estalla en gritos y sonrisas cuando al fin aparecen los gatos que comen y juega con pelotas y botones de camisas. Luego los gatos caminan y muestran su gallardía, sus espléndidos pasos develando su belleza negra, amarrilla, ploma y del color de la alegría de Orlandito, que crece y crece cada vez más.
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