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— ¡Hasta la próxim
Daniela Durán
gazine
a de ADV Motero Ma
Directora Ejecutiv
PERFILES
Ya que este deporte es considerado para hombres, ¿qué obstáculos has tenido que enfrentar por ser mujer? Pues mira, en México no es muy visto que haya mujeres corriendo. Ahorita ya se está haciendo una copa, con la que se empieza a cambiar la idea de que el motociclismo sólo era para hombres, y se espera que en 2017 haya una copa mundial femenina. Entonces yo creo que sí me ha tocado un poco difícil por ser mujer, porque la gente no está acostumbrada a ver mujeres en moto pero también te beneficia porque no hay muchas mujeres que corran y siendo rápida te puedes conseguir muchas oportunidades porque no hay tanta competencia. Aunque también es difícil porque tienes que correr con hombres, tienes que prepararte fuerte para poder competir y estar al nivel de ellos.
Por Daniela Durán
¿Qué mensaje le darías a las personas que tienen el mismo sueño que tú? ¡Que se animen! Ahorita hay muchas copas de marcas que están a muy bajo costo, en donde pueden practicar y correr y así cumplir su sueño. Yo invito a todos a que cumplan sus sueños como yo y que se diviertan.
¿Qué te hizo perseverar en este deporte? Soy Astrid Madrigal, tengo 15 años y soy de Chihuahua, Chihuahua. Mis inicios como motociclista fueron a los 6 años, cuando mi padre me metió a este deporte, él corría antes y yo, desde que tengo razón, he estado en las motos. De los 10 a los 13 años corrí motocross y me pasé a motociclismo de velocidad, me invitaron a la copa “Pulsar”. En mi primera carrera quedé en quinto lugar, en la segunda obtuve tercero y en la última carrera logré el segundo.
Ya en el 2014 estuve en todas las carreras en primer lugar en la misma copa “Pulsa”, en la rama femenil, y corrí unas cuantas contra hombres en las que quedé en séptimo. En el 2015 empecé a correr en la copa “Monomarca” de KTM 390 RC CUP y quedé en quinto, luego fui a correr a Argentina, donde logré ser subcampeona panamericana en carreras de ruta contra las 20 mujeres mas rápidas de Latinoamérica. Entonces, quedé campeona en el 2014, subcampeona latinoamericana en el mismo año, y subcampeona panamericana en 2015.
¿Desde qué edad te gustan las motocicletas y cómo empezó la pasión? Por mi papá, que siempre estuvo en motos, que yo recuerde siempre había motos en mi casa, entonces siempre he estado rodeada de ellas y un día me dijo: “¿Quieres correr?” y le dije que sí, lo hice y me encantó.
¿Qué opinan tus familiares y amigos sobre esta actividad que realizas? Pues de repente se sacan de onda, porque como soy mujer no se imaginan que pueda correr bien y llegar a ser campeona, pero entreno muy duro y al final les agrada tener una amiga que no es tan normal (risas).
¿Alguna ves has tenido un accidente? Sí, muchas veces. En el 2014 en una carrera en León me caí y otro chico me pasó por encima, súper cañón, nunca me he quebrado algo, pero sí me he caído muy fuerte.
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Soy una persona a la que le gustan mucho los retos, levantarme diario para ir a la pista a entrenar con mis compañeros, que se vuelven como tu familia; es muy divertido, la verdad y es algo que me hace demasiado feliz. Claro que sí hay días en donde tenemos que trabajar muy, muy duro y digo “ya no puedo” y al siguiente día no me puedo ni mover, pero en ese momento pienso “alguien más está practicando y me puede ganar” y todos los días me levanto pensando en esa persona para que darme la motivación de seguir luchando para poderle ganar y entreno con muchas ganas.
¿Cuál es el promedio de velocidad que levantas, en las curvas y las rectas? La velocidad máxima que yo he alcanzado son 300 km. pero en la copa KTM se levantan más o menos 170/180 km., como son copas mono marca de bajos cilindros, no levantan tanto como una 600. En las curvas varía según la autopista y la curva, porque cada una es diferente, pero por lo general en curvas largas levanto 180.
¿Qué tipo de protección trae tu traje? Mi traje tiene espaldera, coderas, slider (que son las rodilleras) para poder protegerte de golpes y poder rozar las rodillas con el piso, botas, casco, y todo el equipo, el traje es de piel entonces cuando te caes es muy difícil que te raspes el cuerpo porque el traje es el que se raspa.
¿Qué cilindrada es tu moto? Ahorita estoy corriendo con la 390 la RC KTM y voy a correr en Europa y para la copa usaría una YAMAHA R3 300.
Ahora que te vas a España, ¿cómo estás entrenando? Estoy yendo al gimnasio, corriendo los kilómetros que tengo que correr, haciendo cardio y en tres días me voy a México a practicar con las motos para entrenar en pistas. Casi siempre nuestra rutina es salir en la mañana a hacer ejercicio de abdomen, espalda y brazos para estar fuertes, porque es muy pesado desde el traje hasta correr y tienes que aguantarlo y estamos desde las 8:00 a. m. hasta las 6:00 p.m., o sea sí son bastantes horas las que entrenamos. Por decir, nosotros nos levantamos a correr y hacemos ejercicio en casa y luego ya nos vamos a la pista y ahí entrenamos ochos, agilidad, reflejos, frenadas, arrancadas, rebases y lo esencial.
¿Cuál es tu punto de concentración cuando estás manejando la moto en una carrera? No pienso nada de “me siento libre” como te dirá mucha gente que anda en moto (risas). Yo voy muy concentrada pensando, por ejemplo, si voy en una curva ya estoy pensando en la otra para ver cómo puedo hacerla mejor y cómo acortar tiempo. Por decir, en la curva cuatro te está fallando la trazada, en la cinco tienes que acelerar más, entonces siempre vas pensando qué hacer y cuál estrategia usar para acortar el tiempo.
¿Cómo te ves en 10 años? En el mundial, ya estando estable económicamente, es decir ya ganar dinero por este deporte y, claro, siendo ya una profesional.
¿Has llegado a sentir miedo o inseguridad? Casi siempre se siente el miedo, pero es una pelea entre el miedo y tú, entonces lo tienes que evitar. Lo sientes pero piensas “no, no creo que pase nada”. Es más como adrenalina. Pero pues se trata de atreverte y arriesgarte porque sólo así es como se quita.
¿Cuáles son los mayores sacrificios que has tenido que hacer? Dejar a mi familia, es algo bastante difícil siendo menor de edad, dejar a tu familia para hacer lo que te gusta, no estar con ellos. También dejar a tus amigos, no convivir con ellos, no poder mantener las relaciones por estar ocupada. Entonces esto es un sacrificio muy grande pero como siempre le digo a mi papá: es un sacrificio, pero estamos trabajando diario para que valga la pena y ya después vamos a disfrutar de todo esto juntos.
Platícanos del campeonato en el que vas a competir en España. Es una copa monomarca, todas las motos van a ser iguales: es la YAMAHA R3. Es una copa femenina que se está haciendo en España, van 20 competidoras de todo Europa y Latinoamérica. Las competidoras son de Asia, Australia, Europa y latinoamericanas vamos 4. Los organizadores de estos campeonatos son World Superbike y MotoGP, la empresa se llama Dorna y está apostando por hacer este campeonato europeo y convocar a las mejores chavas de Europa para poder hacer en el 2017 el mundial, lo que quieren es unificar los niveles de las mejores mujeres para poder llevar a cabo un campeonato mundial a la par con el MotoGP. Sobre las fechas: la primera es el 9 y 10 de abril en Albacete, la segunda es en Alcaraz el 18 y 19 de junio, la de Motorlan es el 16 y 17 de julio junto con el campeonato de España, en Albacete será el 1 y 2 de octubre y en Navarra el 5 y 6 de noviembre. Muchas gracias por la entrevista y por el apoyo, también aprovecho para agradecer a mis patrocinadores ADV Motero Magazine, a Lorenzo Competición México, a Furor Racing, Luis Alfredo Bobadilla, Jorge Pérez Macías y a mi papá, que también me está apoyando en todo y es el principal patrocinador.
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CONSEJOS
Recordar. Se debe poner mucha atención a lo que el accidentado responde, pues significa que su cerebro reacciona y sabremos si tiene un golpe en la cabeza; siempre hay que revisar el casco sin quitarlo, para saber en dónde están los golpes más marcados.
Caerse de la moto es común en los viajes de aventura y debemos tener en mente que eso nos puede pasar. Debemos tener en cuenta que nos podemos raspar, cortar, doblar manos, pies etc. Y ocasionalmente lastimarnos de gravedad aun y cuando nuestras motos tienen protecciones y otros aditamentos para reducir el riesgo.
Entonces ¿cómo proceder en caso de que un compañero tenga algún tipo de accidente? Esperando que hayamos tenido un cierto curso o conocimiento de que hacer, aquí te damos unos tips para hacerlo más llevadero en caso de que te ocurra:
Es importante verificar que la zona en donde el accidentado se encuentra sea segura y pedirle a otro compañero que guíe el tráfico hacia donde es más conveniente. Es importante mantener la calma y no gritar ni exagerar la escena.
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Esto es a consideración de la escena, si quien está ayudando siente que es un lugar seguro es mejor no moverlo y esperar a que llegue la ayuda, si no es el caso es necesario llevarlo a un lugar más seguro para los dos. Si está sobre pavimento caliente, expuesto al sol, puedes ayudarlo a ponerse en una posición un poco más cómoda y ponerle chamarra de sombra y/o hacer una almohada con la misma chamarra para que esté más a gusto. Es obvio que debemos usar el sentido común, dependiendo de lo grave de la situación. Por ejemplo, si tiene una mano rota y unas costillas lastimadas, él podrá ponerse de pie y acercarse a un lugar con sombra o lejos de la posibilidad de otro accidente.
Pedir ayuda. Si no hay señal de celular, lo cual es muy común, se organizan una o dos personas que vayan al sitio más cercano donde haya servicio y hospital a avisar que hay un accidente. Nota. Es importante tener el dato del kilómetro o la coordenada en un GPS donde sucedió el accidente.
Hablar con el accidentado y calmarlo.
Asegurarse de que el lugar en donde se cayó sea seguro
Moverlo del lugar del accidente.
Si bien es cierto que puede estar muy mal (es decir, se puede tratar de una pierna rota o un pie fracturado) es importante hablarle con la verdad para que no se sorprenda. Si el accidentado está en pie hay que hacerle una o dos preguntas básicas y preguntarle si puede sentarse y tocarlo del pecho o del hombro para pedirle que esté tranquilo y aclararle que todo va a estar bien. Es conveniente hacerle preguntas básicas como: ¿cómo te llamas? ¿Cómo me llamo yo? ¿Cómo te sientes? Esto para saber si puede hablar con facilidad o se le complica reconocer la fecha, etc. También se debe preguntar ¿qué te duele? Es importante saber que la persona accidentada no te puede dar detalle de lo que le está ocurriendo, el dolor en una costilla o una pierna pueden esconder un esquema peor. En esos casos tenemos que esperar a que llegue algún profesional o experto para poder ayudar.
CONCLUSIÓN: ¿Quitar el casco o no? Mientras la persona no tenga dificultad para hablar o respirar debemos dejarlo puesto, ya que si una de estas cosas se le están complicando es un trabajo de dos personas remover el casco con mucho cuidado para lastimar lo menos posible el cuello y ayudar con respiración o ventilación de la cara.
Lo más importante a la hora de un accidente es usar el sentido común y aplicar todo el conocimiento que hayamos adquirido con base en nuestras experiencias, estos son sólo algunos consejos de seguridad que te damos.
USAR CASCO RECUERDA LO MÁS IMPORTANTE SIEMPRE:
ROPA ADECUADA GUANTES
DE VISITA
Ernesto de la Mora relata: “finalmente logramos crear una comunidad con visión, misión y objetivos comunes, con una filosofía de existencia acorde a los valores humanos y sociales que nos permiten convivir en armonía y de forma desinteresada, que practican el motociclismo de una forma responsable. Durante mi gestión como presidente se logró rehabilitar el espíritu de solidaridad y constructivismo en la Asociación y se desarrollaron con éxito numerosos eventos de motociclismo que nos acercaron y unieron en franca amistad”. Algunos de los eventos a los que se refiere son: •XVII Convención Internacional Veracruz, 2013. •XVIII Convención Internacional de Amigos Chihuahua, 2014. •XIX Convención Internacional Chiapas, 2015. •I Moto tour “La ruta del café”, 2015. •I Mototour Durango 450, 2013.
Por Ernesto de la Mora Cuéllar
•I edición “la Zona del Silencio”, 2015. •Se realizaron 8 ediciones de eventos Interclubes.
Tuvimos la fortuna de entrevistar a Ernesto de la Mora Cuéllar, fundador de la BMW Motorrad Federación México A.C. y presidente del 2014 a enero de este año, anterior a esto fue presidente de BMW Motoclubes México A.C. En esta entrevista nos habló de la Motorrad Federación México A.C. y del camino que hubieron de seguir para llegar a donde están. Los miembros de esta Federación se reunieron a fin de designar una nueva mesa directiva para renovar la administración. La renovación nunca está de más, sin embargo, vale la pena recordar los inicios y bases sobre las que se rige esta fundación.
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a Motorrad Federación México A.C. nace de la necesidad de congregar y unir a los distintos Motoclubes de Turismo del país a través de una asociación con vitalidad Jurídica plena, democrática y con visión, misión y objetivos claros, específicos y del interés de los asociados que practican el motociclismo de turismo Premium en México. La transición para lograr conformar a la Federación fue un proceso que requirió energía y convicción de quienes participaron activamente en la transformación de la anterior asociación carente de estructura jurídica sólida y desorientada en sus objetivos sociales, que son sin fines de lucro. Primero se identificaron los clubes con ideario, principios y visión común; posteriormente se realizaron reuniones de trabajo a las que asistieron los directores de diversos clubes del país para dar forma a la estructura jurídica que los representaría a nivel nacional. El Motoclub Chihuahua A.C., a través de su consejo de directores presidido en ese entonces por el Ing. Herman Martínez Díaz, fue un motor de gran importancia debido a que en el año 2014 sería celebrada la XVIII Convención Internacional BMW. Debido a los intensos trabajos de coordinación que requirió de un gran
equipo de voluntariado conformado por los socios del Motoclub Chihuahua, se decidió nombrar a esta convención por primera vez como la Convención Internacional de Amigos Motociclistas BMW, con el objetivo de reconocer a las personas que aportaron su tiempo y recursos para llevar a cabo con gran éxito esta edición. Actualmente la Federación de Moto Clubes BMW de México cuenta en su estructura jurídica con 14 clubes distribuidos estratégicamente desde el extremo norte y hasta el sur del país en lugares como Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa, Guadalajara, Colima, Puebla, Cuernavaca, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Cancún. El BMW Motorrad Federación de México A.C. es el resultado del trabajo consistente con valores y principios de amistad de muchos y entusiastas motociclistas de todo el país, quienes con suma responsabilidad y calidad en sus acciones se han unido a un esfuerzo común que busca destacar la amistad como auténtica base de la razón de la existencia de la agrupación. Su filosofía se sostiene sobre dos pilares básicos: la amistad y el respeto. La amistad como el principal rasgo de identidad social a través de la inclusión de clubes con asociados motociclistas de alta calidad moral y ética personal;
el respeto entre las personas y entre los clubes, a los estatutos jurídicos, a los reglamentos y acuerdos. A las autoridades y a las leyes de la sociedad civil, al público en general, a la propiedad pública y privada, así como al medio ambiente. Buscan trascender familiar y socialmente por medio de la afición a las motocicletas, inspirar momentos de alegría, felicidad y plenitud, y crear conciencia de la actividad, así como marcar la diferencia a nivel nacional e internacional. Esto bajo valores como la integridad, el liderazgo, la pasión, el compromiso, la colaboración, rendición de cuentas, diversidad y calidad; todo lo cual va orientado a mejorar en lo individual pero conservando el espíritu de colectividad y sencillez, para que todo lo que realicen sea en bienestar del grupo. Para ellos, además de pensar en uno mismo, es importante ampliar la red de amistades, ser grandes amigos, potenciar el mototurismo y el motociclismo de aventura, ser ecológicamente responsables y promover la conservación del ecosistema, además de ofrecer servicios, suministros, orientación y capacitación para los motociclistas. Es una federación que entiende el crecimiento colectivo, responsable y solidario.
•I Congreso Nacional de Motoclubes de turismo Ajijic, 2016. •II Congreso Nacional de Motoclubes de Turismo Guadalajara, 2016. •Se desarrolló la causa social Rodar Más. •Se desarrolló una estrecha relación con Motoclubes de Centroamérica.
El mundo del motociclismo está lleno de experiencias que lo hacen muy atractivo, sin embargo, por lo que nos cuenta Ernesto de la Mora podemos afirmar que lo más enriquecedor es la comunidad que, teniendo la disposición, se puede lograr.
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DE VISITA
Ernesto de la Mora Cuéllar (presidente fundador de la BMW MOTORRAD Federación México A.C.), Daniela Durán y Salvador Herrera Ávila (propietario y director del Museo y miembro fundador de la BMW MOTORRAD Federación México A.C.)
Una inigualable y grata experiencia fue la que tuve al entrar al auténtico y exclusivo museo de motos situado en la capital de Jalisco, el único museo de motos en el país hasta ahora.
Por Daniela Durán
is oídos habían escuchado del mencionado lugar pero mis ojos no sabían que iban a recorrer impresionantes salas y vitrinas repletas de motocicletas de todo tipo de marcas, años, colores y motores. Con el paso del tiempo el museo sólo crece más.
Más detalles del museo y de su propietario:
Cada una de las motocicletas guarda alguna historia, lo que crea un valor sentimental y emocional, más que económico, para el propietario del museo. La pasión se despertó dentro del coleccionista desde sus 14 años de edad, cuando su padre (emocionado por regalarle su primer coche) sintió frustración al ver que “Chava”, el propietario, prefería una motocicleta. Después de varias peleas, Chava por fin consiguió que su padre le regalara la primera que tendría. Dentro del museo se guarda un modelo idéntico a su primera motocicleta, a la cual el dueño le tiene un aprecio especial por lo mismo. Chava nos comparte su experiencia cuando se sube a una moto; recalca que cuando se tiene una buena relación con ella “la moto se une a ti, y tú a la moto” y ese sentimiento le genera un placer que difícilmente encuentra en otras cosas. El museo inició hace más de 20 años debido a que el propietario contaba con mucho espacio extra en sus tiendas, entonces pensó “¿por qué vender si tengo espacio para guardar?” y se fue quedando una y luego otra, sin imaginar que esto lo llevaría a convertirse en el único museo de motocicletas en el país y de los pocos en el mundo. Todas las motocicletas existentes en el museo se las compró a pilotos que le relataron alguna historia que merece ser recordada y guardada. Incluso algunas de las motocicletas son nuevas, otras antiguas y algunas que sólo él ha usado, pero la mayoría tienen apenas de 4 a 5 mil km de uso. Cabe mencionar que todas las motocicletas se encuentran en perfecto estado e incluso se pueden utilizar. El museo está repleto de vitrinas en las que se pueden apreciar fotografías, accesorios, reconocimientos, recortes de periódico, libros y artesanías que simbolizan y representan cada uno de los viajes, competencias y eventos del motociclismo a los que Chava ha asistido.
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•El museo tiene 130 motos de todas marcas y 15 autos en exposición. El museo es resultado de una pasión inexplicable por las motocicletas que le dan al coleccionista una sabiduría impresionante de cualquier tema relacionado con las motos. Cada viaje, cada evento importante, cada convención, cada junta está detalladamente documentada en todas las paredes del museo.
•BMW es su moto favorita, se siente muy a gusto con ella. En las Harley se siente inseguro. •Desde los 14 años anda en moto.
Sobre el techo de éste vuelan un sinfín de accesorios que el propietario utiliza en cada uno de sus viajes, como playeras, gorras, lentes, llantas, pins, guantes, etc.
•El viaje que mas ha disfrutado es Alaska por sus hermosos paisajes.
Hoy en día la colección es privada, no está abierta para el público. Sin embargo el propietario tiene deseos de poder compartir su pasión con todos los aficionados de las dos ruedas para que, al recorrer el museo, puedan sentir y disfrutar de esa pasión, por lo que el museo se encuentra actualmente en negociaciones con la Secretaría de Turismo.
•BMW RT de 1980 fue su primer moto. •El museo cuenta con ediciones especiales limitadas como lo es la SCREAMIN EAGLE de la HARLEY DAVIDSON.
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DISCOVERY
Por Gerardo Ibarra
Pocos lugares en el mundo resultan tan propicios para ser explorados en motocicleta como las islas de Nueva Zelanda. En un territorio de apenas 1.5 veces el tamaño de Florida, ambas islas albergan una biodiversidad fascinante e inclusive algunas de sus especies de helechos y aves, particularmente, son únicas en el planeta.
Como suele ser común en los países que conforman el Reino Unido, Nueva Zelanda ostenta una interesante mezcla de preceptos culturales, arquitectónicos y el sincretismo religioso resultante de un aplastante proceso de evangelización. Lamentablemente los vestigios de la cultura Maori actualmente son escasos y, en algunas regiones de las islas, incluso resultan difíciles de distinguir. Un dato curioso en torno a la economía neozelandesa actual radica en el hecho de que su población total apenas supera los 4.5 millones de habitantes, mientras que la población de ovejas de cría rebasa los 30 millones, siendo el principal productor de lana y cárnicos de oveja a nivel mundial.
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Otro hallazgo interesante radica en la admirable similitud de su topografía y paisajes con los que encontramos en Perú y Bolivia durante nuestra expedición Sudamericana, a principios del año pasado. Sin embargo, lo que resulta evidente al rodar por las fabulosas carreteras neozelandesas es la facilidad de acceso a todos estos parajes y vistas sobresalientes, pues uno puede disfrutar de un delicioso desayuno y cafecito por la mañana y salir a rodar un par de horas, para descubrir una serie interminable de paisajes extraordinarios, mientras que en Los Andes en ocasiones es preciso viajar durante más de un día, en condiciones adversas, para siquiera alcanzar los parajes más bellos. ¡Algo bueno tenía que resultar de tan peculiar acento y ser parte del “common wealth”! Nueva Zelanda está conformada por dos islas principales, la isla sur en particular resulta verdaderamente espectacular, desde sus costas, sus gigantescas montañas y glaciares milenarios, hasta sus antiguas ciudades, muestras impecables de arquitectura tradicional y contemporánea enmarcadas por parajes inverosímiles y radiantes de un ambiente único.
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DISCOVERY
Uno de los aspectos que más me han gustado es el hecho de que en los diferentes destinos a lo largo del recorrido encuentras mucho que hacer, todo es realmente divertido y en ocasiones incluso espectacular. Tal es el caso de la visita a Tasman Glacier por ejemplo, nombrado así en honor a Abel J. Tasman, primer explorador europeo en avistar Nueva Zelanda. Y qué decir del paseo en bote por entre la región de los fiordos, en la cual las aguas provenientes del deshielo y de cascadas milenarias comulgan con enormes montañas, a la orilla del mar. La comida es sorprendentemente buena, tomándose el tiempo para encontrarla y en ciudades como Qweenstown, basta caminar un par de cuadras en su pintoresco centro para descubrir más de un sitio extraordinario en dónde comer o cenar.
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Tal vez una de las facetas más especiales de tan hermosa región resulta evidente en la calidad y extensión de sus áreas naturales, la pureza de sus ríos y la calidad de su gente, de tal suerte que no es raro encontrar inmigrantes de diversas partes del globo, quienes han elegido Nueva Zelanda como su hogar, mas no por las oportunidades económicas o profesionales, sino por la mera apreciación de su conmovedora belleza y diversidad. En lo que a andar en moto se refiere, una vez que superas el shock de conducir sobre el carril izquierdo y sentir que en cualquier momento te vas a estampar de frente, es algo extraordinario, hay muy poco tráfico en las carreteras, aun en temporada alta y la gente en general es muy cortés. La señalización es muy buena y el límite de velocidad en todas sus carreteras es de tan solo 100km/h, pues todo sucede en cámara lenta. Si bien es cierto que estas pequeñas islas quedan literalmente “del otro lado del mundo”, bien vale la pena, sin lugar a dudas, el darse esa media vuelta y más con tal de rodar y explorar a fondo una de las más hermosas regiones del planeta.
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TENDENCIAS
Por José Joaquín Durán
Safer View Mirror El cristal del espejo “safer view “ se fija al cristal del espejo existente. El vidrio es un recubrimiento especial con un tinte anti-reflejos de oro, esto hace que los espejos sean más cómodos de utilizar pese a la luz del sol y reduce el deslumbramiento de otros vehículos por las noches. Disminuye el punto ciego.
Airnest Airbag Vest Esta chaqueta tiene un sistema inflable que, cuando el piloto se cae de la motocicleta, un mármol se libera y el percutor perfora un cartucho de C02 con un resorte. En una décima de segundo se infla la cámara de aire. Cuando está inflado, el chaleco protege el torso, los riñones, espalda, omoplatos y evita el latigazo cervical mediante la creación de un collar inflado alrededor del casco. Después de que el chaleco se ha desplegado, puede ser desinflado y rearmado.
Ear Protector Es muy importante proteger el oído de los ruidos en cada viaje largo, es por eso que recomendamos estos tapones protectores. Cada tapón está hecho de silicona suave con pequeñas “aletas”, tiene dos filtros de ruido: “normal” o “fuerte”, dependiendo de la preferencia del conductor. Son eficaces y no impiden la comunicación normal.
Touratech Aventuro Helmet by Schuberth Aventuro Mod ha creado una revolución en tecnología de casco de aventura. La combinación perfecta de confort y comodidad abatible con características que te motivarán a salir en el instante en el que lo tengas para tu siguiente aventura. Este casco es una colaboración entre Touratech y el reconocido fabricante de cascos Shuberth. Tiene una visera que ayuda a bloquear el sol, así como proteger de ramas de árboles o rocas que puedan volar de la llanta de otro piloto.
MAGNETIC FINGER GLOVE Este pequeño guante magnético es plenamente eficaz, excelente para cuando surjan situaciones en donde se tenga que armar o instalar algo para la motocicleta. Excelente para instalar o eliminar elementos de fijación en lugares de difícil acceso. El guante tiene un potente imán que mantiene prácticamente cualquier pequeño objeto de metal.
Sena 10C Bluetooth Headset & Camera Sena introduce el SENA 10C, la perfecta combinación. Bluetooth, dispositivos de audífonos innovadores y tecnología de cámaras en un solo producto. La cámara incluye 1080p : 30fps modos de video y los modos de ráfaga versátil de fotos de lapso de tiempo. Gracias a la combinación de un auricular, los usuarios pueden grabar su voz para su video al mismo tiempo disfrutar de intercomunicación hasta 1,600 metros con la tecnología del grupo Intercom. El auricular cuenta con control de ruido avanzada, el intercambio de música, una función de sintonizador de radio FM, una antena externa y una aplicación de teléfono inteligente para iPhone y Android.
Battery Tester #7060049 Un problema que muchos pilotos sufren con sus motocicletas es que si no las utilizan regularmente la batería se descarga. Este comprobador de batería esta diseñado para ser conectado de forma permanente a la batería para que su estado se determine rápido y fácilmente sin necesidad de herramientas y probadores adicionales.
BMW Motorrad Cool Down Vest Este chaleco utiliza el principio de evaporación para refrigerar revolucionaria basada en la tela: cuando se humedece con agua el sistema HyperKewl absorbe la humedad y la almacena hasta ocho horas para un efecto de enfriamiento de -6 ° C a -12 ° C. La ropa del usuario permanece perfectamente seca.
GS 911 Diagnostic Tool GS Emotion Alu Compartment Un motociclista que salga a rodar y aventurarse siempre tiene que estar preparado para todo lo que pueda suceder y traer consigo herramientas, bomba de aire, ropa de lluvia etc., con este pequeño y gran compartimiento usted puede almacenar de forma segura lo que desee. Sin duda alguna este gadget es un “must” para cualquier piloto de aventura.
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El GS-911 es una herramienta de diagnóstico para Motocicletas BMW, una herramienta especializada que consiste en la combinación de software y hardware que permite la capacidad de comunicarse con los módulos de control de una manera segura y controlada. Se puede utilizar para leer y borrar los códigos de avería, restablecer servicios recordatorios, efectuar pruebas de función de componentes, etc. Se puede usar con dispositivos móviles y sólo pesa 85 g.
AMIGOS
DE PORTADA
En el norte extremo del gran desierto Chihuahuense yace una cuenca rodeada de montañas: la cuenca de Tularosa. Y sobre el corazón de esta cuenca se eleva una maravilla natural sin igual: las deslumbrantes dunas de yeso de Nuevo México.
PRUEBAS DE MISILES Y CIERRES DE CARRETERAS White Sands Missile Range y Holloman Air Force Base rodean el monumento. El campo de 10,360 kilómetros cuadrados es un importante sitio donde conducen pruebas de armas experimentales y tecnología espacial. De vez en cuando esto requiere que cierren la carretera 70 al tráfico. Según el tipo de prueba, también nos obligan a cerrar Dunes Drive por unas horas.
Como grandes olas blancas, estas dunas de yeso se extienden sobre 275 millas cuadradas de desierto para crear el campo de dunas de yeso más grande del mundo. Las dunas, blancas y brillantes, están en cambio constante. Crecen, se elevan y decrecen, pero siempre están en movimiento. Lentamente y sin descanso, la arena es arrastrada por los fuertes vientos del sureste cubriendo todo a su paso en este hostil y extremo ambiente, incluso los animales y plantas adaptados al desierto tienen que luchar para sobrevivir. Sólo unas cuantas especies de plantas logran crecer con la rapidez suficiente para sobrevivir a la amenaza de ser cubiertas por las blancas arenas de las dunas.
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CÓMO LLEGAR: Se ubica en la carretera principal US 70, a 15 millas (24 km.) al sudoeste de Alamogordo; y 52 millas (84 km) al este de Las Cruces, New Mexico. Los visitantes, quienes vienen desde Carlsbad Caverns al sur de New Mexico, pueden seguir por la carretera US 82 a través de las escénicas montañas Sacramento. El paseo de visita es espectacular y solamente te desvías 13 km. dentro de parque. Es una experiencia maravillosa, la arena es blanca y delicada como el talco, el lugar es tan grande que te da la sensación de estar en la nieve, las tardes de luna no tienen comparación, si viajas en motocicleta no te toma más de una hora disfrutar este parque, que es una maravilla natural. Anímate a visitarlas.
l Club Rockys Chihua´s Riders es un motoclub familiar sin fines de lucro compuesto por 25 miembros activos que promueve el mototurismo y orienta sus eventos a la sociedad con la finalidad de mejorar la imagen del motociclismo y eliminar el estereotipo que la sociedad tiene acerca de los motociclistas. Se fundó el 2 de agosto de 2015 y es uno de los siete capítulos que surgen de una matriz en Puerto Peñasco. La matriz es llamada Rocky Point Riders y el resto de los capítulos son: Rocky Apson Riders (Agua Prieta), Rocky Tecate Riders (Baja California), Rocky Tijuana Riders (Baja California), Rocky Guaymas Riders (Sonora) y Rocky Sinaloa Riders (Sinaloa). Creel, en la Sierra de Chihuahua, será la sede de la concentración motociclista con la que el Club Rockys Chihua’s Riders celebrará su primer aniversario. Este evento busca llevar a las zonas serranas la cultura del chopper, aportando diversos apoyos como desarrollo comercial, hotelero, turístico, gastronómico y la promoción del turismo a los pueblos de esa localidad. Este evento se desarrollará los días 6, 7 y 8 de mayo y espera reunir alrededor de 300 motociclistas del estado de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango y del sur de los Estados Unidos. El club intenta posicionarlo como uno de los festivales anuales más esperados, tanto por los bikers como por la ciudadanía en general, ya que la Sierra de Chihuahua ofrece majestuosos paisajes, además de complejos hoteleros y turísticos importantísimos, como el Divisadero, la Cascada de Basaseachi, Arareco, Recowata, y la espectacular ruta de Creel – Guachochi.
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ENTREVISTA
DETRÁS DE LA COCINA DE LUIS Por Daniela Durán
¿Cuánto tiempo lleva andando en moto? Andando en moto llevo 15 años. Luis Jiménez de Santiago es un apasionado de las motocicletas y de la cocina, es oriundo de Guadalajara, Jalisco. Chef del restaurante Talento (cuya sede principal está en la Perla de Occidente y que cuenta con una sucursal en nuestra ciudad), disfruta tanto las experiencias de viaje como las gastronómicas.
¿Cómo fue que empezó su pasión por las motos?
Desde niño me gustó mucho, pero mis papás me dijeron que para comprar una moto primero tenía que comprar mi ataúd, o sea que no me dejaban, pero en cuanto tuve uso de razón me compré mi paquete mortuorio (risas) y una motocicleta. Desde niño me gustaron, pero cuando me tuve que ir a vivir a Tailandia, observé que el tráfico es caótico y muchísima gente se mueve en moto. Entonces me acuerdo, yo llegué, renté mi habitación en el hotel y renté una moto también, entonces allá ya empecé todos los días a desplazarme en moto, era chiquita, una moto como de cobrador porque son las que usan allá para moverse. Pero al final el aire que te pega es exactamente el mismo y bueno, me gustó y dije: “ a mí ya no me bajan de una moto mas que con los pies por delante”.
¿Por qué le apasionan tanto?
Mira, la sensación de libertad que te da una moto yo creo muy pocas otras cosas te lo pueden dar en la vida, la sensación de aceleración, también es así como algo que se siente muy bonito, el tomar una buena curva, el paisaje, que vas en la moto y que vas disfrutando, o sea a diferencia de un carro que vas viendo el paisaje, en la moto sientes como que eres parte del paisaje, como que estás integrado y además pues siempre hay una camaradería muy grande. Entonces independientemente de los clubes con los que andas, o con los amigos, en la moto siempre hay mucha camaradería, esos rollos de que vas en carretera y ves que hay alguien con la moto ponchada o con algún problema, no te pones a pensar de qué marca es o si él es chopper y pues si es chavo de pista y tú andas en una doble propósito, es un motociclista y te paras, entonces eso me gusta mucho también, el ambiente de las motos.
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ENTREVISTA
Usted tiene mucha experiencia y ha enseñado a varias personas a andar en moto, ¿qué sugiere para nuevos motociclistas? Para mí algo muy importante es la seguridad. Lo primero que se debe hacer es comprar el equipo de seguridad adecuado e invertir en el curso de pilotaje básico que ofrecen algunas marcas como BMW, te ofrecen muy buen curso y la verdad una vez que lo tomas, aunque lleves mucho tiempo andando en moto, aprendes cosas que sí te ayudan mucho a la prevención de un accidente, entonces vale mucho la pena, no dejen de tomar el curso.
Como cocinero, ¿cómo podría relacionar su pasión por la comida con la pasión de las motos? Como cocinero siempre andas con prisas, tienes que hacer las cosas rápido y bien, todo es rápido y bien. En la moto es igual, la diferencia es que en la cocina si lo haces rápido y bien vas a obtener un platillo muy rico, en la moto si lo haces rápido y mal posiblemente tengas un accidente, pero creo que esa es la relación que tienen estas dos pasiones.
¿Hasta qué edad le gustaría seguir manejando moto?
Hasta que la osteoporosis me lo impida (risas). Si es un estilo de vida, ojalá que tenga salud por muchos, muchos años para poder seguir arriba de la moto.
Según su experiencia, ¿qué marca de moto es la que quisiera tener toda su vida?
Mira, como le digo a mis amigos “si quieres empezar con una moto que sea con una BMW, si ves que te gusta un poquito más el rollo de adrenalina y eso vete a KTM”.
¿Qué deporte considera que es el de más adrenalina?
Usted ha realizado un sinfín de viajes en moto, ¿cuál nos podría decir que es su mejor y peor experiencia?
Posiblemente la peor que me haya tocado fue una granizada, en la que los granizos eran del tamaño de un huevo de gallina más o menos. Estaba yo camino a Valencia y el clima se empezó a poner muy mal pero a la hora que vi que rumbo a Valencia estaba más o menos soleado, con ligeras posibilidades de lluvia, dije: “pues voy para allá que es donde está mejor”, y me agarró una granizada muy fuerte, primero pasé por una helada en la que incluso la carretera estaba congelada, iba yo solo, entonces hubo varios conatos ahí como de caída pero ninguno ocurrió. Luego fue la granizada, los golpes eran muy fuertes, duelen muchísimo y llegué lleno de moretones, llegué como si me hubieran pegado con un palo en los brazos y los hombros. Los golpes en la cabeza se oían muy fuertes, yo creo que esa ha sido la peor que me ha pasado, sin contar los accidentes porque uno sabe que hay dos tipos de motociclistas: el que se cayó y el que se va a caer. Tuve también por ahí algún accidente pero no pasó del susto, un susto muy grande, principalmente para los que venían atrás de mí porque yo no dimensioné lo que pasó, pero todo fue tan breve que no me acuerdo de mucho, no me dolió tanto como me dolió ver cómo quedó mi moto, los golpes físicos no fueron muchos. La mejor experiencia: cerca de mi casa hay una ruta que se llama Moyahua, Moyahua es un pueblito que está en Zacatecas, es una carretera muy bonita, muy pero muy llena de curvas y está muy cerca de Guadalajara. Pero hubo un día que estuvo perfecto, rodamos muy bien y tuvimos un convivio excelente, no hubo algo particularmente memorable pero me acuerdo mucho de ese día, toda la carretera estaba muy floreada, llena de girasoles; el clima estuvo precioso, llegamos al destino final que se llama Las Burritas de Moyahua, todo fueron bromas y chistes. Tengo el gusto de pertenecer a un club en el que no traemos ningún tipo de bronca, rencillas ni política, somos un grupo de amigos que salen a rodar. Entonces nos la pasamos agustísimo, muy buen ambiente, están muy mezcladas ahí todas las marcas de moto, principalmente BMW, KTM y DUCCATI y tan amigos como siempre todos.
Por Octavio Valdez Gaona
No, es que hay muchos, no te puedo decir que alguno, el motociclismo se me hace uno de ellos; cuando lo llevas al extremo puede ser algo con muchísima adrenalina pero bueno, también me gustó mucho el alpinismo y el buceo libre, la carga de adrenalina es tremenda. En la moto pues es la velocidad, es el vértigo de una curva, en el alpinismo pues es la altura, que no te vayas a caer, en el buceo es la profundidad, el “ya llegué demasiado hondo, a ver si subo”. Me gustó mucho también el boxeo thai y pues también, la sensación de antes y durante la pelea era muy fuerte. Entonces no te puedo decir que haya algo que tenga más adrenalina que lo otro pero el motociclismo sin duda ocupa las primeras posiciones.
Lo que se puede es tan poco, que hay que hacerlo una vez, aunque sea. Subir una vez una montaña, aunque subir cueste, aunque la cuesta sea pesada, aunque respirar cueste; porque respirar se acaba.
— Laura Calvo.
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a última vez que compartí con nuestro amigo Gerardo Ibarra fue en el segundo evento de En Moto Valle. En el intermedio tomamos un curso de iniciación al off road, a bordo de “la Namibia” –como bauticé a mi GS 1200 del 2008, por su color de catálogo amarillo namibia–. Nada me hubiese preparado para pensar y aceptar que las palabras que Gerardo insistió en que aprendiéramos me acompañarían en tantos momentos de mi camino por Centro y Sudamérica. Al grito de “mirada de escáner”, lean el camino, me atreví –sin tener la habilidad ni la experiencia necesarias– a enfrentarme con mis miedos y seguir adelante. ¿Cómo fue que empezó todo esto? “Lo que no se pretende, es lo que antes llega”, dice el refrán. Así pues la vida me condujo por un sube y baja de emociones que aún no termina y de “salidas domingueras” a viajes cortos de media o de una semana, en algún viaje por las carreteras del primer mundo hasta New York. De repente me encontré en ruta con mi amigo Humberto Guillén de Quiroga rumbo a una convención a Panamá en el 2012; ahí, ante la disyuntiva de un regreso relámpago, por una Centroamérica que a ratos se sentía familiar y donde el malinchismo por los mexicanos se manifestó más de una vez, entendí que el viaje había comenzado, que el plan era que no había plan y que el tiempo era ahora. Dejé arreglado lo que pude y lo que no, pues no; no estaba solo, ya contaba con lo que entonces no entendía: “los ángeles del camino” de mi camino, de el camino, ese camino que se antojaba irreal. Sí, aún tenía que
llegar a Sudamérica y cruzar el Tapón de Darién, cosa que se logró a bordo de un velero, “el stahlratte”, travesía que me permitió “vomitar” mis miedos, frustraciones y amarguras con vista a aquellas islas paradisíacas del archipiélago de San Blas. “No vayas para allá” fue la sentencia que varias veces escucharía en todo este periplo, desde los mejor intencionados que cautos y conservadores nos advertían de los peligros, burocracia sin fin, mara salvatruchas y demás, por no decir de los resabios de la guerrilla colombiana, que en pleno Medellín, ciudad tan renombrada ahora por sus historias oscuras, y a la vez radiantes y voluptuosas. Cuando admiramos la obra de Botero me enfrento al primer shock motocultural: hordas de pequeñas motos que circulaban alrededor de mi Namibia, que lucía enorme y pesada circulando por una Colombia que sólo me mostró ese verde de sus montañas que se perdía con el azul cristalino del cielo, donde lo que mandaba era el clima, caprichoso como quinceañera. “No vayas para allá, Ecuador es muy caro y no hay nada que ver”. Bueno, mi gps ciertamente no reconocía las carreteras, empeoró los mapas profesionales que había adquirido en Canadá, por vía aérea siempre me guiaron, si pensé que había visto todas las tonalidades de verde me quedé corto ante los diferentes matices de esos verdes profundos que rodeaban a la “mitad del mundo”. Avanzando cuesta abajo me encontraba con más ciudades coloniales parecidas a las nuestras y una clara identidad de gente
honesta y trabajadora. “No vayas para allá, Perú es muy peligroso, te van a robar, la policía es cosa seria”, un paso rápido por una aduana a media calle y de repente me encontré ante enormes dunas desérticas, serpentines sinfín sobre una carretera sinuosa azotada por el viento y la arena que se convirtió en neblina ante el embate de la corriente de Humboldt, justo antes de llegar a Lima, su capital, ya de noche, desobedeciendo todas las reglas que recién mis maestros motoviajeros me habían insistido seguir. Caos vial sin fin y el regalo de Cuzco, Machu Picchu, el Cañón del Colca y Arequipa justificaron cualquier temor, para obsequiarme las primeras vistas del lago Titicaca, la Isla del Sol y las multitudes de jóvenes mochileros que se dejaban ver. “No vayas para allá, Bolivia es un caos, apenas les vas a entender”, y sí, sí había pensado que si había visto cualquier desastre vial, los bolivianos se llevan las palmas. El país de las “combis Toyota” fue superado por el colorido y candor de su gente, sus majestuosas ciudades coloniales y el imperdible Salar de Uyuni, que ya se aprestaba para recibir la siguiente edición del rally Dakar, carreteras nuevas, gasolina cara, policías ventajosos que se rindieron un par de veces ante su asombro: “de México”, “de México”, de la tierra del Chavo, personaje mágico que nunca valoré tanto como ahora, ya que para ellos es la identidad del mexicano, de ese México que se perdió en la inocencia del mismo Chavo del ocho.
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“No vayas para allá, Argentina es un desastre y su gente muy difícil, el cambio oficial no existe, todo es caro”. Imperdible, ya estaba en mi itinerario, primero porque mi amigo Rolando, al que conocí en Medellín, me invitaba a su ciudad (Paraná, Entre Ríos) y teníamos una cita en algún punto cercano a la frontera con Bolivia, sin embargo nunca llegaríamos a encontrarnos en esta etapa. El clima a finales de junio empezó a cerrar los pasos y Rolando quedó atascado en el llamado Paso de Jama, y la falta de un seguro de accidentes me obligó a parar en la frontera La Quiaca, donde por primera vez leí el letrero que reza “Aquí termina la ruta 40 a Ushuaia, el fin del mundo”. Aturdido por la distancia que marcaba el tablero: 5140 km., terminé en una pequeña ciudad a orillas de la carretera, que era como sacada de un paisaje de Arizona, lleno de montañas, laderas y barrancas que conducirían más tarde a la zona de los Siete Colores, los ángeles se hicieron presentes, Iván Guerrero desde Perú, quien me puso en contacto con Miguel Ángel Liendo en la ciudad de Jujuy, a donde llegué en busca de un seguro y donde terminé esta segunda etapa; ahí entendí que ésta había terminado porque los nuevos amigos comentaron que para “abajo” ya había hielo negro y Rolando aún continuaba varado por la nieve en Paso de Jama. Hay que aprender a leer las señales, recordé a Paolo Coelho con su “Alquimista”. No había más que hacer, dos vuelos y un rápido retorno a México, la Namibia en manos de su nueva familia, el tiempo justo para aterrizar y hacer
frente a los siguientes rounds y una espera de seis meses para regresar. Y así como me fui regresé a la tercera etapa a finales de marzo de 2014. La Namibia, siempre lista y con los ajustes de rigor, me condujo por la provincia argentina, la región vitivinícola de Calafate y Mendoza, donde dejé nuevos amigos que vería después: argentinos, porteños que hacían turismo en su mismo país; aún no encontraba aquellos “ches” de los que todo mundo hablaba y que describían como muy “especiales”, nada de eso, mi viaje seguía derribando paradigmas. “No vayas para allá, Chile es enorme, árido, solo, caro, frío”. Y ahí estaba yo después de pasar junto al Aconcagua, listo para el trámite aduanal en el Paso Los Libertadores, donde me sorprendió la practicidad y simpleza de las instalaciones oficiales, que poco o nada nos daban cobijo al inclemente sol que quemaba haciendo fila tras fila junto a no pocos moteros de diversas nacionalidades, espera que me dio tiempo para encontrar a toda una familia de ángeles que terminó recibiéndome en su casa, en el mismo Santiago, por toda una semana, donde me acompañaron a realmente conocer la esencia de los chilenos y entender por qué somos tan queridos los mexicanos en esas latitudes: la historia oficial nos había hermanado a través del presidente Salvador Allende y su trágico final, y de manera no oficial estaba el Chavo del ocho, una vez más se hacía presente. Anteriormente sólo había tocado la mar en Lima, Perú y la sentí fría, muy fría, aquí en Viña del Mar quedé estupefacto cuando vi no sólo a niños
torear las gélidas olas del océano, con el cual sólo juguetee hasta mis rodillas; ahora entendía el porqué del éxito de todas nuestras playas mexicanas. Bajar hasta Puerto Montt, con una escala en Pucón, me mostró lo mejor de la infraestructura chilena, señalizaciones óptimas, áreas de descanso, respeto por el ciclista y el motociclista, estaciones de servicio limpísimas, etc. Puerto Montt me reencontró con motoviajeros canadienses, quienes continuaron enseñándome el arte de viajar ligero, situación con la que seguía bregando, una ruta por los siete lagos que me dejó con un grato sabor, la naturaleza en Chile se ve, se respira, se vive, el turismo esta por doquier, mochileros de todas las edades y nacionalidades, la herencia europea se hace presente, la alemana principalmente. De ahí, a bordo de un transbordador comercial por los fiordos chilenos, llegamos a Puerto Natales, donde coincidí en un hotel junto a un par de moteros brasileños, Edson y Ney, quienes apunté como mis nuevos ángeles del camino, pues aunque sudamericanos, venían en tránsito desde cerca de São Paulo en el Brasil, y con quienes terminé recorriendo no sólo las Torres del Paine y sus increíbles vistas, sino la travesía por la Tierra del Fuego, el Estrecho de Magallanes y el mismísimo fin del mundo: habíamos llegado a Ushuaia. El frío calaba los huesos, vivimos el desabasto de gasolina, pernoctamos con más moteros, unos que iban otros que venían, y terminé con un nudo en la garganta cuando nos despedimos en Río Gallegos, otra vez sólo la carretera
por delante, los paisajes majestuosos y un viento que cada vez arreciaba más. Iba rumbo a la ruta 40, de subida, en la llamada Patagonia chilena, cuando de repente, al dar vuelta a la izquierda desviándome un poco de ella para conocer el Monte Fitz Roy, ¡zaz!, el viento me envistió de lado completamente. Ya había sentido ese mismo embate en Oaxaca cuando pasamos por las ventosas y sus parques eólicos, pero esto era peor, situación que se reflejó en un consumo de gasolina muy por arriba de mis estándares y apenas llegué a una estación de servicio que parecía improvisada y donde no atinaba a decidirme a parar ante el temor justificado de que el viento me derribara. Finalmente al cobijo del galpón de servicio logré parar, y el empleado en turno me comentó: “¿Vos también venís con el grupo?” ¿Qué? ¿Cómo? ¿Quiénes? ¿Dónde? No atinaba a preguntar y escuchar las atropelladas respuestas por lo que busqué el refugio del pueblo cercano y un hostal familiar, donde resultó que eran fans de Marco Antonio Solís “El Buki” y por supuesto, del Chavo del ocho… Efectivamente a la jornada siguiente después de conocer otros idílicos paisajes y volver a la ruta 40, donde termina el pavimento y empieza el ripio, aquel temido terreno que a ratos pareciera que cobrara personalidad propia, puesto que las piedrecillas toman formas caprichosas: a ratos en grietas horizontales a manera de vibradores infinitos, a ratos en finos montículos lineales que para los expertos endureros serían cosa de risa pero para mí, a bordo de la Namibia
pesada y yo inexperto, azotado por el viento a veces calmo a veces fuerte, a veces en una ráfaga violenta, eran atemorizantes. Sólo atinaba a recordar las palabras de mi instructor Ibarra: “vista de escáner, vista de escáner”, y un sudor frío empapaba mi nuca, las piernas tensas, los brazos firmes, la vista nublada, me consolaba el paisaje patagónico con su belleza marchita, mientras observaba las manadas de borregos o reses que inmutables comían la broza de esos campos interminables que parecían olas vegetales meciéndose al vaivén de ese viento inmisericorde, ahí en medio de la nada me cuestioné qué hacía ahí y, en algún punto de ese día que se volvió tarde, alcancé a un grupo de motociclistas justo en un crucero, de esos que no tienen letrero, donde no atinaba a leer el mapa que llevaba en mi tank bag ante el temor de perder la huella de las rodadas que me precedían, por no hablar de la imposible lectura de mi gps que a ratos, por la vibración, se desconectaba y que de todas formas el resplandor del día neutralizaba. Así, en cámara lenta, vi cómo el viento derribaba una moto de aquel grupo, un tipo muy delgado que por cierto después supe era dama, como pude me paré junto a ellos, y escuché que alguien preguntaba si yo era el mexicano ante la mirada de ojos y caras anglosajonas. –Sí –contesté levantando mi visera. –Ven, seguínos –me dijo alguien contento, como si hubiese encontrado a la muchacha de mis sueños atiné a hacer fila, observando lo diestros que parecían algunos y lo lentos que parecían otros; pero no iban solos,
una camioneta de apoyo los precedía, entonces entendí que era el tour de viajeros del que me habían hablado en la estación de servicio. Al final del día compartí con dos mexicanos de Nayarit, australianos e ingleses, un guía español y otro brasileño, quienes coincidieron en sus adjetivos respecto a México y se refirieron con asombro a la Namibia como cargada en demasía; ellos (dos mujeres y siete hombres) manejaban ligeras bmw 700 con rines de aleación, sin equipaje, y se convirtieron en mis compañeros de viaje por toda la ruta 40 hasta Bariloche, donde ellos desviaron para Santiago de Chile para regresar a México vía aérea y yo di vuelta a la derecha para internarme a la gran Pampa Argentina. Subí a la cita que tenía pendiente con mi amigo Rolando en la ciudad de Paraná, que está entre tres ríos, donde paré agotado por el viaje, el viaje de mi vida. Estaba próximo a mi cumpleaños y con ello mi regreso a México. El día de la despedida Rolando me regaló un metro flexómetro y, ceremonioso, me dijo señalando el número 75: “Mira, si Dios quiere quizás lleguemos aquí, aunque nos cambien el pañal. Vos cumplirás 56 en días, o sea que te quedan 19, ¿cuántos crees que podés seguir en moto? Y después se acabó”. Con esa reflexión regresé a México, a mi vida y mis problemas. Tardé más de 14 meses en volver a verlos a él y a la Namibia, después de dos prórrogas tramitadas a través de la embajada argentina en México, donde comprobé que los “ches” no son como los pintan. “No vayas para allá”, mi amigo Rolando
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me alertaba, “Brasil es enorme, el idioma difícil, los precios carísimos y ahora el clima aún frío y lluvioso”. Imperdible, en Brasil ya tenía la invitación de Grazy y Giovanni, a quienes conocí en algún cruce en la Argentina; ellos se convirtieron en una cadena de ángeles del camino a través de su grupo 660.net. Volví a comprobar que no se trata de la moto, ni del equipo, ni de la marca sino de las personas, las que hicieron que mi camino fuera siempre amplio. Así, después de una ruta en zigzag que dependió de los amigos, el clima y ese plan sin ningún plan, conocimos el frío que calaba hasta los huesos en el mismísimo Brasil, derrumbando los paradigmas que teníamos de un carnaval infinito o el idioma del gol eterno, días de lluvia rumbo a las cataratas de Iguazú, que nos enseñaron que el equipo no siempre cumple lo que promete y a veces soluciones más prácticas nos mantuvieron secos. Volví a ver a mis amigos Edson y Ney, con quienes llegamos a Ushuaia e hicimos una rodada juntos. “No vayas para allá”, me insistieron ellos, “São Paulo es terrible, es la tierra de los ‘motoboys’ quienes no tienen freno ni respeto, el tráfico es imposible, te pueden asaltar”. Pero fueron otras voces y otros ángeles los que me insistieron: “usted tiene que venir acá, nosotros lo esperamos en ruta”. Y así fue, me condujeron en pleno domingo por la autopista Ayrton Senna a la reina de todas las pistas brasileñas en honor al mítico piloto de Fórmula uno. A mi alrededor circulaban motocicletas de todo tipo, siempre unas más rápidas que otras, así conocí lo mejor de la
ciudad, asistido por esta familia que se empeñó en mostrarme lo mejor de ahí hasta que, planeando la siguiente etapa, sentenciaron: “No vayas para allá, ni se te ocurra ir a Río de Janeiro, ahí están las favelas, te cerrarán los túneles, el tránsito es mortal, los “motoboys” peor que aquí, te van a robar, no tenemos en quién confiar allá, pero si fueras nunca dejes la linha amarela”. Con esas palabras resonando en mi cabeza, llegué a la ruta que señalaba el color amarillo; por un tramo todo marchó bien, hasta que las desviaciones por obras debido a los futuros juegos olímpicos me sacaron de la ruta marcada y todo se volvió un caos, tráfico a vuelta de rueda, entre carriles estrechos donde los motoboys me obligaban a desocupar porque el volumen de la Namibia les estorbaba para adelantar, al grado tal que tuve que parar dos veces ante el aviso del triángulo de alarma que marcaba un calentamiento excesivo del motor bóxer. Un atasco monumental finalmente me llevó a cruzar los túneles rumbo a la playa de Ipanema para ubicar un hotel en la parte nueva de Río, lejos de Copacabana y las favelas, donde lo mejor del día fue un par de cervezas que me supieron a gloria después de esa tarde que de verdad me puso a prueba. Estaba solo en Río, aún así nos las arreglamos para conducir la Namibia hasta el estacionamiento del Corcovado, a través de unas rutas extrañas y solitarias que mi gps insistía en marcar, al llegar al hotel un motociclista dio la vuelta al verme estacionar, me invitaba al día siguiente al “café de
la mañana” en el concesionario h y d, cosa que hice. No encontré al sujeto misterioso de la noche anterior, en cambio se acercó Fernando hablando un fluido español con el clásico acento; él estaba por salir de viaje a su trabajo, resultó que es piloto de aviación comercial, pero prometió comunicarse en dos días, cita que cumplió exacto cuando estaba por abandonar el hotel luego de recorrer lo que un turista novato puede ver. Sin más, pasó por mí y me llevó a su casa disculpándose por la tardanza e insistiéndome en que no me podía ir sin ver algunos lugares emblemáticos de Río. Respiré aliviado, porque ello suponía compañía para la salida a la autopista que me llevaría a un crucero importante para de ahí subir hasta Brasilia, la capital del enorme Brasil, ruta en la que demoré cuatro días, alejándome del atlántico para llegar al centro geográfico del país; en el camino crucé por todos los climas, paisajes y caminos y contacté siempre a través de la red de ángeles y amigos del 660.net a Manolo, quien me señaló un monumento a 20 km. de la entrada a la capital. Y ahí estaba yo, increíblemente puntual, casi como inglés; aún no terminaba de aflojar mi casco cuando apareció de la nada a bordo de su 800 gs, y una vez más tuve esa sensación de familiaridad con una persona que no había visto nunca. Esa tarde terminé en su casa, en mi propia habitación, con baño privado y listo para que otro grupo me recibiera más tarde, imposible detallar en tan poco espacio las atenciones, el calor humano, la espontaneidad
de los capitalinos, excepto porque el tema derivaba necesariamente en la Namibia, en el viaje, en México, su música y la camaradería que sólo se rompió al momento de la despedida. Ya había aprendido a “despedirme” siempre antes de la partida, porque así me resultaba menos doloroso volver a romper los lazos y afectos que la ruta me mostraba y que la vida se empeñaba en quebrar, con un largo pitido del claxon enfilé rumbo a Castanhal, cerca de Belém, en lo que serían las últimas jornadas agotadoras de un camino sin fin, según yo para embarcar por el Río Manaos, empero el destino mandaría otras cosas. Mis ángeles se empeñaban en ayudar y otros viajeros consumados ya me esperaban con itinerario en mano de las rutas que salían por el río. Ahí estaban listos para rodearme de atenciones una vez más, cualquiera de ellos tenía miles de kilómetros recorridos y entendían lo que significaba ser extranje-
ro en tierras desconocidas. El tema ya conocido, aderezado por interminables reuniones llenas de compañerismo donde muchas veces su hablar rápido y melódico me dejaba agotado al tratar de seguirles el ritmo, que al final convergía en una comunicación mágica de un mexicano en aquellas latitudes. Así, mientras planeaba cómo remontar el río para llegar al corazón del Amazonas en la ciudad de Manaos, recibí noticias que me sacaron de balance: las secuelas de un divorcio complicado, el botín en el que se convirtieron mis hijos. Los sentimientos encontrados de las preguntas sin respuesta me pusieron en tres vuelos y después de treinta y tantas horas regresé a Morelia, a mi realidad y al siguiente round. Había terminado la cuarta etapa de mi viaje, la Namibia quedó a resguardo con el legendario Boni y yo, con un bagaje de fotos y recuerdos, termino de escribir sin saber aún cuándo regresaré a Brasil.
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En este espacio invitamos a nuestros lectores para que nos faciliten fotos y para que cuando nos vean parados en algún lugar de la carretera tomando fotos no se asusten, solamente les pedimos que posen, sonrían, saluden, pero sobre todo concéntrense en su manejo.
Casi nunca reconoces a los pilotos, algunas veces se pueden reconocer por las motos o por alguna señal particular del casco, pero la mayoría son anónimos, contáctenos si en alguna ocasión fueron captados por nuestros lentes y con gusto les hacemos llegar su fotografía. Saludos y que tengan excelente rodada.
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