Proyecto de Acto Legislativo 144 de la Cámara1: el voto como un derecho y deber de obligatorio cumplimiento.
El artículo 258 de la Constitución Política de Colombia afirma que el voto es un derecho y un deber ciudadano. De igual manera, sostiene que es deber del Estado velar por su ejercicio sin ningún tipo de coacción y garantizar que sea secreto. Dicho de otro modo, el voto es un derecho asociado a la posibilidad de todo ciudadano de elegir en condiciones de igualdad de condiciones a personas que le representen en los poderes ejecutivos y legislativos. Y, a su vez, es un deber de libre cumplimiento, es decir, no necesariamente ejercerlo es un mandato estricto.
El pasado 27 de julio del presente año, recién empezada la última legislatura de este Congreso, el representante de Colombia Renaciente, Jhon Arley Murillo, junto con congresistas de distintas fuerzas políticas, radicaron ante la Cámara de Representantes el Proyecto de Acto Legislativo 144 del 2021 por medio del cual se busca establecer el voto de manera obligatoria modificando el artículo 258 de la carta política del país. Dicha modificación ratifica el voto como un derecho ciudadano, sin embargo, sostiene que es un deber de obligatorio cumplimiento. Y, por otro lado, incorpora en el artículo la posibilidad de implementar “sanciones y exoneraciones de responsabilidad pertinentes para los ciudadanos que incumplan esta obligación”2.
Este Proyecto de Acto Legislativo no es una novedad. Paralelo a él, existe otra iniciativa radicada en cabeza del Representante Jorge Benedetti. Su iniciativa, a diferencia de esta, es transitoria pues plantea que el voto sea de carácter obligatorio por lo menos por los próximos 12 años. De igual manera, los antecedentes muestran iniciativas radicadas desde el año 2006 hasta el 2014 con propósitos similares. En la mayoría de los casos,
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Link: https://www.camara.gov.co/voto-obligatorio-4 Artículo 1 del Proyecto de Ley 144/21
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dichos proyectos con este objetivo han sido archivados por vencimiento de términos o retirados por el autor.
Estas iniciativas, sobre todo, están soportadas en datos que reflejan el alto abstencionismo que caracteriza, por lo menos, a las elecciones nacionales: Presidencia de la República y Congreso de la República. Con datos de la Registraduría Nacional del Registro Civil, los congresistas, en la exposición de motivos, demuestran cómo el promedio de abstencionismo desde 1978 hasta el 2010 ha sido del 58,5% en elecciones al Senado y del 58,1% a la Cámara. A ello se pueden sumar los promedios de abstención electoral para elecciones presidenciales que en 2006 alcanzó el 55,3%; en 2010 el 56,1%; en 2014 el 52,6% y en 2018 se redujo en un 47%. Estos datos expuestos muestran una tendencia de abstención de más de la mitad del potencial electoral del país.
Por su parte, a través de una comparación con demás países de América Latina, muestran que solo Colombia y Nicaragua no cuentan con una normativa que haga explícita la obligación de todo ciudadano de ejercer el voto. Así, soportándose en algunas investigaciones, sostienen que el voto obligatorio contribuiría a la disminución del clientelismo en la medida que las personas, al tener que votar de manera obligatoria, deberán tomar una decisión no necesariamente sustentada en un interés económico o material que les movilice a acudir a los comicios, sino que se permitirán reflexionar sobre la mejor decisión para la consecución de mejores garantías sociales. Sin embargo, algunos expertos asocian el abstencionismo también con una posición política y no meramente con la apatía. Sostienen que en buena medida no votar refleja una crisis de representación por parte de amplios sectores de la población del país. A esto último se suman los bajos niveles de integración que tienen algunas periferias rurales, lo que les impide acceder a un puesto de votación 3.
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Ver https://www.elcolombiano.com/colombia/politica/propuesta-para-voto-obligatorio-en-elecciones-2022-encolombia-DO15936207
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Frente a estos aspectos, el debate sigue abierto. ¿Cómo incentivar a la ciudadanía a votar en distintas elecciones? ¿Cómo superar la crisis de representación que manifiesta el mismo abstencionismo? ¿Es el voto obligatorio la solución a esta crisis o hay algunos problemas de fondo aún no resueltos? Estas y otras preguntas quedan sobre la mesa para plantearnos como sociedad, en buena medida, cómo queremos elegir nuestros representantes y cómo materializamos el hecho mismo de que los intereses de amplios sectores de la población sean representados.
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