Reyes Alegre, N. (2019). María / Mixed Media [ilustración]
antología
Para mi “yo” del pasado, espero esté orgullosa y me vea crecer. Para Josué, por ayudarme más de lo que él cree. Para cualquier lector curioso, que aprenda conmigo y espero lo disfrute.
Hay muchas cosas y personas por agradecer, pero creo que la música que me acompañó en el proceso es la que merece el mayor reconocimiento.
PrĂłlogo
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Existencia presente
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Vida en muerte
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JosuĂŠ
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11:39 p.m.
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Retrato de una enfermedad
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Ito, J. (2005). Hellstar Remina [manga] p. 45.
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Quiero creer que no soy la misma persona de meses atrás, ni siquiera la de años atrás (justo esa que empezó a mostrarle sus textos al mundo después de mucho tiempo). Estos 5 textos son parte de un proceso, de vivencias del pasado o de análisis de personas y objetos que tengo alrededor (o que, en el pasado, llegué a tener).
A pesar de no ser perfecto, es un pedacito (sí, pequeño) de mi vida y de lo que pasa en mi cabeza. Espero en un futuro reencontrarme con estos textos y poder mejorarlos (si es posible), de reencontrarme, pues estoy orgullosa de lo que se ha construido con una sola mente y mucha imaginación. Sin más por agregar, espero este viaje pueda ser disfrutado de la mejor manera, con los ojos atentos y el corazón tranquilo.
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Cierro los ojos y pienso, como lo hago cada noche, en mi existencia en este mundo, en esta realidad que percibo y que con cada segundo se vuelve un pasado efímero con un poco de memoria. Imagino qué ha sido de mí desde antes de existir en el mundo terrenal, cuánto tiempo llevo flotando en el universo como una semilla esperando al momento adecuado en el que mis padres se encuentren y llegue el momento exacto donde tome mi primera respiración. ¿Y si continúo flotando?, ¿y si mi voz solo es una idea que tengo en un tiempo inmedible, todavía esperando el momento exacto en el que pueda florecer? Este proceso azaroso y aleatorio permanece en mi cabeza en todo momento, de vez en cuando le agradezco a la nada por dejarme existir. Pero… ¿si continúo flotando?
Abro los ojos. No puedo sentir respiración alguna, no siento los latidos de mi corazón o el movimiento de mis extremidades, sé que están ahí. Sé que estoy aquí. No puedo verme, la invisibilidad parece que me atrapa y la gravedad, junto con la luz, han dejado de existir. Tal parece que estoy flotando. La luz empieza a saludarme las pupilas y percibo panoramas que recuerdo haber visto con anterioridad. 9
Camino junto con el recuerdo de saber dónde he llegado a ver estas escenas con anterioridad. Las he vivido, he estado allí.
No lo entiendo. Acaso sólo existo en mi propia imaginación? ¿Qué hay del “mundo real”? No soy una realidad, no formo parte de un pensamiento, únicamente estoy yo, en mi mente, sin nada más. No existo en el mundo, no existo en el mundo de los demás, no existo en la vida y no existo en su mente. Cierro los ojos antes de que las lágrimas caigan al pensar en mi estado actual. Solo quiero tomar un respiro para que, cuando los abra, regrese allá, sintiendo los latidos de mi corazón, pensando en voz alta. Siendo, no aquí, sino en todos lados en todo momento.
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Ito, J. (2005). Hellstar Remina [manga] p. 44.
Dos vidas en una sola. Con un único apoyo, se mantiene de pie, estirándose lo más que puede. Antes de llegar a deslumbrar con cristal la vida, llegó a ser uno con la naturaleza, teniendo aventuras por fábricas y químicos, hasta descansar el algún aparador, para lucirse diariamente firme, delgado y recto como pequeños huesos en forma de cuadrilátero. Con su ojo siempre abierto, refleja el recuerdo; un vívido retrato de un pasado presente. En este caso, decide dejar en vida la sonrisa perpetua de una mujer noble, de cabellos grises y nariz triste que, a pesar de ello, la felicidad le llenaba el alma. Ese pequeño marco, recargado en el buró, le recordaba a cualquiera que pasaba la razón de existir de 11 vidas, las cuales llevan su apellido. Inmóvil, permanece desapercibido por las personas al andar, pero ahí continúa existiendo, reflejando la vida en la muerte, desde su madera estática hasta en la tinta que retrata el recuerdo de Guadalupe.
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Ito, J. (1998). Uzumaki [manga] p. 46.
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Inspirado en Lovesick dead, Uzumaki y Hellstar Remina de Junji Ito.
Callado, sigiloso y serio como fantasma. Detrás de su sombra oscura, hay un alma rogando por cariño, por atención, por una sonrisa que le tranquilice el corazón y le haga saber que todo va a estar bien de ahora en adelante.
Durante el día, analiza el tiempo que, como se imagina, puede ser igual de incierto que el futuro. Sus ojos se concentran en los detalles de las cosas pequeñas, de las espirales en su cabello, de lo redondo que es el pequeño lunar en su cara; se imagina las vueltas que esa pequeña mancha puede hacer, envolviendo toda su cara en tal situación. Su mente viaja hasta Remina y, poco a poco, regresa a la tierra para continuar con su rutina y los deberes del día. Cuando las estrellas comienzan a aparecer en el cielo, una leve sonrisa se plasma en su cara mientras cierra sus ojos, susurrando el deseo del futuro incierto, esperando a que se convierta en realidad al día siguiente. Después, procede a descansar, desapareciendo entre la niebla de su consciente esperando despertar el día siguiente. 13
Ito, J. (1997). Lovesick Dead [manga] p. 35.
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Escucho que pronuncia: “te extraño” mientras la interferencia continúa molestando mi oído.
—Te quiero. Y te quiero aquí— me dice, lo escucho triste. Cierro los ojos, respiro de manera profunda y le pregunto si recordaba el último día que nos vimos. No dijo nada. Sentí que había asentido su cabeza, creo que lo conozco tan bien que estaba muy segura que en verdad lo había hecho. —¿Todavía te acuerdas cuando me despedí de ti? — empecé, tarde o temprano se iba a tocar el tema—. Ya era tarde y necesitaba irme, estabas ocupado al teléfono, nos abrazamos y de ahí no miré atrás. Sentí que me seguías y apresuré mi paso. Sabía lo que estabas sintiendo, no querías que me fuera, querías que me quedara para, al menos, conversar una vez más. Un silencio llenó la llamada, solo podía apreciarse la interferencia entre los celulares. Aún así, fui yo quien comenzó a hablar nuevamente. “¿Sabes? Tengo miedo”, poco a poco le mencionaba que aún con los ojos abiertos tenía miedo, tanto como a la oscuridad; le tenía tanto miedo al futuro y a lo que sería de nosotros. Dejaríamos esa rutina que tanto nos gusta, la que llevábamos haciendo por tres años. 15
—Yo sé, sabíamos que esto iba a pasar, pero no puedo dejar de pensar en la primera vez que hablamos, cuando nos ayudamos con las tareas, cuando vimos películas en la casa del otro. Voy a extrañar eso—. Continué después de un breve respiro, —los saludos y las despedidas se volverán más importantes, las lágrimas nos van a abrasar, con s, y vamos a querer que los abrazos detengan el tiempo. “Yo también tengo miedo”, le oigo decir, tiene ganas de llorar, igual que yo.
—Pero eso no significa que dejemos de conocernos, nos seguiremos conociendo, seguiremos contándonos secretos, aventuras y cada pequeña anécdota que se nos llegue a ocurrir. —Algún día no habrá secretos, créeme. —Espero nunca los haya, espero que esta amistad siga, a pesar de no vernos más. Empiezo a escuchar cómo su respiración se vuelve más lenta y profunda, logro escuchar un “vamos a seguir siendo muy unidos”, pero yo sabía que no sería así, por más que quisiese negarlo.
Después de una triste despedida, colgué sin saber que sería la última vez que tendría una conversación con él. Las llamadas dejaron de contestarse, los mensajes dejaron de responderse, las invitaciones dejaron de ser recibidas. La amistad dejó de ser recíproca. 16
Ojos perdidos mirando fijamente hacia la distancia infinita, mente difusa procesando los eventos y las emociones del presente, sonriendo lo mejor posible para tranquilizar a los demás. Entre tanto maquillaje y debajo de las pelucas, se esconden las ojeras de las noches sin dormir, se marcan los recuerdos de sollozos anteriores por sentirse triste, insuficiente. Busca refugio en la soledad, gritando a la nada, esperando ayuda de una mano cercana, percibiendo cómo la observan titubeantes, susurrando en su espalda. Abrumada, intenta esconder los efectos secundarios de los medicamentes, entre mareos permanece firme, entre las náuseas toma aire cerrando los ojos, es normal, un pequeño costo para sentirse feliz, suficiente. Día tras día, intenta cada vez más no dejar de sonreír, mientras busca ayuda, esperando no asistir una vez más con el psiquiatra, soñando para no ser llamada en el consultorio, pidiéndose a ella misma poder vivir tranquila de ahora en adelante.
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Ito, J. (1997). Lovesick Dead [manga] p. 37.
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Este antología fue publicada el 19 de junio de 2020. Para la materia Redacción Especializada de la carrera de Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Querétaro. Querétaro, Qro.