Variopinta - Tomo IV

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Pola Viento

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Todo es subjetivo entre tinta y pensamiento...

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EDITORIAL

Este mes Variopinta está en carne viva, más pasional de lo que hasta ahora ha conseguido, busca, con reflectores exaltar al hombre: uno lleno de añoranza, envuelto bajo un manto de recuerdos y deseos. Procuramos que los retratos escritos, las imágenes que evocan y los pensamientos vueltos físicos, les sean agradables a la vez que intensos, que les parezcan -sobre todo- dignos de ser disfrutados una y otra vez, con ellos queremos brindarles un pedacito de nuestras almas, internas en cada relato, poema y cuento que leen en esta cuarta edición, les dejamos que nos libren con sus ojos de los pensamientos que nos habitan. Como apartado especial les dejamos una probada de un arte japonés antiguo: el haikú. Cualquiera podría asegurar que escribir estos poemas tan pequeños es algo de un rato mínimo de esfuerzo, pero nada más equivocado que ello; escribir haikús tiene sus reglas: el primer verso con cinco sílabas, el segundo con siete y termina con uno de cinco, eso es todo, no puede haber ni una sílaba más, ni un verso más, tenemos que plasmar la vida en sencillas frases, el haikú es el arte de simplificar. Esperamos que lo disfruten.

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ÍNDICE CREACIÓN En las noches de Noviembre...........................................9 Axel Becerril El amor expuesto ........................................................ 12 Musgo Palabras al aire............................................................ 14 Ambigua Poesía.......................................................................... 20 Pola Viento Diálogos de una mujer hecha de porcelana....................22 Karen Miramontes Esquizofrenia............................................................... 24 Pola viento Cama.............................................................................26 Nicolás Pacheco

DIVULGACIÓN La palabra viva......................................................................... 29 Pola Viento

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CREACIÓN Cuestionario para entrevistar una bruja....................................33 Nicolás Pacheco Infusiones de cicuta.................................................................. 35 Karen Miramontes Mía............................................................................................. 37 Pola Viento Memorias 1................................................................................ 40 Karen Miramontes Flora y Fauna............................................................................. 44 Nicolás Pacheco Por querer vivir dentro tuyo.......................................................46 Musgo El hombrecito que se columpia en la luna..................................50 Karen Miramontes

HAIKÚS Ambigua, Pola Viento, Ibi Wiarco............................................................53-55

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C R E AC I Ó N

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K. M. Querétaro CEDART

Regina Pérez CEDART Querétaro Regina Pérez

AC c r e a c i ó C R E AC I Ó N


EN LAS NOCHES DE NOVIEMBRE

Se levantó al despuntar el alba, sin poder recordar. Como de costumbre abrió la ventana, pudo ver los centenares de flores amarrillas que iluminaban el campo. Se retiró de la ventana al sentir como las diminutas florecillas se multiplicaban en todo su cuerpo, entró en la cocina y puso a hervir el café; lo sirvió en dos tazas, sorbió un trago de la propia, se dispuso a llevar la segunda al cuarto donde dormía la mujer, empujó la puerta con su mano libre. Sintió que sus entrañas se resolvían a saltar por la boca, se heló en el acto y advirtió que la transpiración se le espesaba en una mezcla de agua y sangre, experimentó el desmayo, pero los rígidos miembros no se doblegaron. Regresó a la cocina y puso la taza en la mesa, en la sala buscó un rifle. Se lo terció en el dorso y al salir por la puerta solo se vio la sombra de aquella dura espalda. Salió a buscar a su mujer abriéndose paso por los trillones y trillones de flores amarillas que le lastimaban la vista, salió con tanta prisa que solo tomó su rifle y un sombrero, salió con tanta diligencia que no se dio cuenta que traía puestos los mismos pantalones sucios del día anterior y la deslavada camisa color rojo que usaba hace ya una semana. Se llevó toda la mañana intentando salir de ese inmenso mar color 9


de amarillo.

En la hora nona divisó a lo lejos un pequeño poblado y aunque no había sol, sintió un tórrido viento cargado con el aroma del infinito campo florado. Apresuró el paso, y se vio obligado a pasar la noche en un desolado mesón de ese pueblo irreconocible. Una muchacha de grandes ojos le sirvió un plato con un trozo de carne achicharrada y una porción de arroz, minutos más tarde la misma muchacha de ojos de reptil le llevo una taza de café que bebió sin azúcar y de un solo trago. La amarga noche de noviembre no lo dejo dormir a causa de la terrorífica lluvia que inundó el pueblo (en otros tiempos el olor de la lluvia le causaba el placer de los recuerdos evocados, como en aquella noche que conoció a su mujer). Pasó varios días en aquel poblado de caminos inundados por el agua y por la gente y por los niños que buscaban un lugar donde jugar. Aquel cuadro se le hizo conocido, creyó que había estado allí mucho tiempo atrás, y en efecto ésa no era su primera vez en ese sitio, pues toda su infancia, la pasó buscando, con sus ojos anhelantes, un lugar dónde jugar después del chubasco. Siguió su camino sin tiritar, apareció en un yermo que era todo lo contrario al amarillento campo. Se sintió abatido cuando el sol meridional lo obligó a reposar, pensó que su búsqueda era estéril. Se dispuso a marchar al ocaso, y en medio de tantos pensamientos, le pareció una ilusión encontrar una piedra con una escritura desgastada. Se le cuajó el cuerpo y en sus ojos se formó una lágrima de amargura. La única lagri10


ma que se derramó en alguno de esos quince años que su mujer llevaba muerta. Quince años en que todas las noches de lluvia, en las noches de noviembre, veía llegar a la muchacha de ojos de reptil, tan esplendorosa, como aquella vez primera que la encontró en aquel angustiado caserío en el que ambos nacieron. Tomó su rifle y el estruendo de la bala llenó el árido viento con el desamparado olor de muerte.

Axel Becerril

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EL AMOR EXPUESTO

S

e habían amado desde hace mucho. Primero en silencio, en secreto, susurrándose al oído palabras dulces llenas de temblores típicos de los amantes juveniles, si es que nos quedamos apenas en la superficie, si escarbamos hondo, como escarban ellos en las noches de cama, podemos asegurar que todo empezó antes, antes; no hay fecha exacta. Es igual al comienzo del universo, si nada había antes de él entonces ni el tiempo existía. Todo fue una explosión, las grandes cosas como las galaxias y el amor son siempre explosiones. Se conocieron en la escuela, el primer día, se miraron indiferentes: él pensaba que ella tenía piojos y ella pensaba que él era muy tonto, pensamiento sano a aquella edad; después, en clase de música, él aprendió a su lado a tocar piano porque los maestros no entendían que de niños existen ciertas barreras entre mujer y hombre más marcadas que cuando crecen, así que eran blanco de constantes burlas. Se odiaban, pero a él empezó a agradarle su calorcito corporal cuando, sin querer, rozaban meñique con meñique al tocar alguna nota, así ya ni le importaban los piojos. Ella siguió odiándolo un poco porque llegaba oliendo a sudor, a tierra, a suciedad, hasta que la escuela organizó un evento deportivo y ella fue obligada a ir; lo vio con guantes en las manos, un uniforme distinto al de todos los integrantes del equipo y parado frente a la portería formando con su cuerpo una gran X, se grabó de tal forma la imagen en sus pupilas que desde ese momento comenzó a pensar en que la seguridad se veía así, la seguridad tenía su rostro y su cuerpo. Poco tiempo pasó para que él rozara con mayor frecuencia y mayor 12


intensidad sus manos con las de ella, quien aceptaba tales caricias imaginando cómo se sentiría ser protegida al completo y no solo suavecito en los dedos, así que le escribió una carta, que nunca le entregó; se dedicó a regalarle todos los días un dulce, una paleta o goma de mascar, como si no fuera la gran cosa y aunque él notaba el rubor en sus mejillas, estaba más concentrado en no temblar cuando aceptaba los regalitos, estaba más concentrado en su propio rubor y el calor que traía consigo, la sensación de vida proveniente de un gesto tan delicado, tímido. La primera vez que practicó un beso lo hizo contra su almohada, cerrando los ojos y parando los labios de forma torpe, imaginando los labios de ella; la segunda vez lo hizo contra el vaho del espejo del baño y tuvo que limpiar la marca que dejó; la tercera lo hizo en su brazo y quiso morder la piel, pero le pareció extraña la idea de morder en un beso que se supone tienen que sentirse bien y no sentir dolor, así que se contuvo; para practicar una cuarta vez, le pidió a la hermana de su mejor amigo el favor de que cerrara los ojos, cuando estaban solos, se acercó, se acercó y sintió el aire que la niña expulsaba por la nariz, no le gustó la sensación así que le pidió perdón y no quiso volver a practicar si no era en los labios de su chica, que todavía no era su chica. Guardó sus besos y los remplazó con palabras; esperaba impaciente sentado casi frente a la puerta del salón para darle los buenos días en la mañana cuando la veía, trataba de poner una voz similar a la que ponía su padre porque le parecía el mejor ejemplo de cómo ser un hombre, así ella terminaba mostrando su sonrisa y le regresaba el saludo, acción que bastaba al principio, luego ya no. —Alicia— le dijo el último año que tomarían de música juntos. Lo había pensado mucho, lo suficiente, quizá nada, pero en verdad que ya no aguantaba. La tomó desprevenida mientras compartían las partituras, no la miró a los ojos al hablarle, solo miraba sus dedos sobre las monocromáticas teclas. 13


—¿Sí? — respondió ella volteando el rostro a la derecha para verlo de frente, no se perdería ninguna oportunidad de verlo, nunca, y apenas lo hizo cuando sus labios fueron atacados abruptamente por los de él. Pronto aprendió que la práctica no sirve de nada; las almohadas, los espejos, los brazos no se compararán con los labios jamás, por suerte, desde ese momento tuvo los de Alicia siempre disponibles para experimentar. — Santiago —, le decía en largas sesiones de besos después de la escuela, cuando ya eran muy mayores como para pensar en que alguno de los dos tenía piojos solo por su género —, puedes ser más agresivo si quieres. La invitación lo obligó a abrir los ojos muy sorprendido. El rostro de Alicia sonrojado, su pecho saltando frenético, sus manos enterradas en el cabello de su nuca, todo le pareció demasiado delicado como para ponerse agresivo, pero la imaginó con los ojos anegados en lágrimas, los labios color rojo sangre por mordidas, las uñas largas arañándolo. — De acuerdo—, contestó pensando que tal vez el dolor podía sentirse bien. En esa época, un pensamiento acosaba la mente de ambos: aquella necesidad de no querer separarse nunca; de vivir, literalmente, en el cuerpo del otro para así jamás decirse adiós. Pudieron hacerlo, pero solo una parte de él vivió en el interior de ella y solo por un momento. Creyeron que el tener un hijo podría salvarlos del acoso de tanto amor, sin embargo, Alicia lo quería a él, no a una combinación de ambos. La idea de su solución surgió en un beso, cuando Santiago de verdad la hizo sangrar. No paraba de brotar el metálico líquido así que la besó y la besó succionando su sangre aplacando de extraña forma su sed: 14


era ella la que paseaba por su garganta, era ella a la que estaba saboreando, su corazón había bombeado este rojizo hechizo y ahora estaría dentro suyo, viviendo en él. — ¡Lo tengo, lo tengo!—, exclamó emocionado mientras retiraba su cuerpo de sobre ella, pero sin dejarla porque ya la había consumido. Caminó desnudo pisando las baldosas frías hasta su escritorio, sacó una navaja y caminó con ella de regreso a Alicia, en su rostro tenía lugar una sonrisa. Lo más prudente hubiera sido que Alicia se espantara por la imagen, pero él jamás podría dañarla, así que se limitó a seguirlo con los ojos mientras subía de nuevo a la cama, como un felino; se colocó sobre ella apenas rozándola, sosteniéndose únicamente con sus piernas, sostuvo la navaja alto, sin dejar de sonreir y cortó de largo la palma de su mano. La sangre cayó a chorros sobre las curvas del cuerpo de Alicia que se sentía dominaba por un deseo extraño. — Anda, anda—, la incitó Santiago acercándole la mano a la boca—, no desperdiciemos nada. Bebe, mi amor, bébeme. No tuvo que decirlo dos veces. Las manos de la chica eliminaron la distancia que existía entre su boca y la sangre. Comenzó lamiendo un poco recelosa, pero no pasó mucho tiempo antes de que ya estuviera literalmente apretando la herida para hacerla sangrar más, más, más. — Tranquila, espera, espera —, se rió Santiago de su impaciencia, la alejó un poco para tomar la navaja que había dejado caer, sin embargo Alicia estaba poseída por tenerlo dentro pronto, todo él viviendo dentro de toda ella. Estiró la cabeza para alcanzar su cuello y por el miedo a que volviera a apartarla, le incó los dientes con toda la fuerza de la que era capaz. Santiago soltó un grito desgarrador: — ¡ALICIA!—, ella no lo soltó, en su lugar mordió más fuerte, ya no escuchaba los gritos de su novio, sus sentidos se reducieron al gusto. Arrancó piel y masticó, con la lengua sintió la textura suave del cuello que muchas veces ante15


riores había besado dulcemente, le gustó más esta nueva experiencia. Con una mano sobre la herida, Santiago, se tiró en la cama junto a Alicia, mirando al techo y sintiendo que estaba perdiendo la vista, estaba mareado, probablemente por la pérdida de sangre. No pudo pensar más que en una cosa: Si muero, quiero morir en tu boca; si muero, muere tú también dentro de mí; vivamos en el universo que son tu cuerpo y el mío, mi vida. — Dame tu mano, cariño—, logró decir el chico; ella obedeció, mansa, todavía disfrutaba los pedazos de carne entre las muelas, donde habían quedado atorados—. Siempre me han encantado tus uñas—, y diciendo eso, tomó una entre sus dientes, tiró, tiró hasta desprenderla, los pequeños filamentos que la unían a la piel se estiraban hasta romperse y Alicia gritaba —Vamos, vamos. Tú me lastimaste más, pequeña salvaje—, Santiago se quitó la uña de los labios para besar a la chica, luego masajeó con la lengua la herida abierta del dedo índice y le sopló. La sensación fue reconciliadora, todo el cuerpo de su novia se estremeció. Retomó su plan inicial. Como si fuera uno de los dulces que ella solía darle cuando eran pequeños, masticó la uña de su chica, entretenido escuchando su crujir, sintiéndolo, tragándolo. — Santiago —, dijo ella con voz débil y agitada—, te amo. — Yo también te amo, Alicia —, respondió él. Sonrieron desgastados. Se acercaron muy lento, mirándose a los ojos tratando de guardarse en las pupilas uno del otro, cuando estuvieron lo suficientemente cerca, se besaron y la sangre que ambos tenían en sus labios, lengua y dientes se mezcló en el beso. Él le mordió el labio, ella la lengua, se comieron enteritos. 16


Unos vecinos llamaron a la policia, que como es costumbre llegó demasiado tarde, cuando derribaron la puerta con pistolas en alto ya no había a quién matar, en la cama solo había lo que se supone habían sido cuerpos, los miraron horrorizados, con asco, ninguno entendió que así es como luce el amor. Musgo

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PALABRAS AL AIRE

¿Nunca te has puesto a pensar en cómo las personas se conocen sin siquiera conocerse? Ya sabes, así como tú y yo. No lo sabemos todo, solo lo suficiente como para querernos. Es posible que no sepas que debo dormir con la ventana de mi habitación abierta, que la brisa nocturna me encanta y que cada que puedo observo la luna. No sé si te gusta dormir con calcetines o si prefieres la mantequilla en el lugar de la mermelada en el pan, es más, no sé si prefieras el pan por encima de las galletas. Lo que sé de ti es tu forma de hablar, tan calmada y con una voz tan tranquila que instintivamente me hace sonreír, sentir un hormigueo en las comisuras de mi boca dirigiéndose a las mejillas que se cargan de un color rojizo, así como cuando escucho tu nombre. Nos vemos a los ojos y me pregunto si el color que percibo es azul... o verde, o algún color místico que sólo aparece en tu iris, tal vez ésa es la razón por la cual me pierdo al verte mientras me pregunto qué es lo que estarás pensando en ese justo momento. Vuelve a aparecer esa sensación inexplicable dentro de mí, como 18


cuando tienes miedo. Pero ya no tengo miedo. No tengo nada qué perder, no hay nada por perder cuando no tenías algo desde un inicio. Pero eso sí, tú no tendrás mis abrazos, ni tu nombre pronunciado en mis labios; tendrás esa sensación en el estómago de vacío, de soledad, de que no me tienes a tu lado.

Ambigua

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POESÍA

Adiós, poesía, nunca te volveré a ver, nunca te voy a volver a hablar, te escribiré con los ojos cerrados, mi lengua serán labios húmedos sobre tu piel, adiós poesía, vive en mí, mujer, sé mía, hagamos el amor dormidas.

Pola Viento

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Auguste Renoir

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DIÁLOGOS DE UNA MUJER HECHA DE PORCELANA “Dos bocas que se besan son dos heridas que se cierran al instante”. -Marwan

El manto de sus ojos cubrió la espera, las copas de los árboles a pequeñas voces catastróficas marcaban augurios de lo definitivo. El cielo ya advertía que por las calles vagaban los locos taciturnos, —mi abuela llegó a ser una de ellos, callaba la vida mas mi madre siempre miró aquello con desdén— qué perfidia destiñó la vida cuando dispuestos al acantilado abandonamos a la razón el desierto creyéndonos Thelma y Louis y en el éxtasis de la aventura, sus labios de navajas, hirieron los míos. Pedí la fisura. Me sé temerosa aún sabiendo que cuando el miedo miró su beso con el mío, se guareció también el desierto cuando anduvimos por las aceras, por las avenidas y en el horizonte. Qué haré cuando mi vista fracase, cuando mis pupilas tiriten y el cielo se torne endeble, cuando sus ojos dejen de mirarme, cuado torpe tropiece y no sea con sus labios. Cuando pase lo que mi abuela llamaba “callar la vida en otras bocas”. Cuando sea su mirar quien tiemble y deje de pedirme besos, versos y excesos. 22


No siempre, dos bocas que se besan cierran una herida. Ajando la herida, uno la mima con cuidado y el otro ensimismado en su zozobra, le abre paso. Así comienzan las verdades desaprendidas, historias de lo contiguo, de las caricias en lo que no son ni siquiera cicatrices, besos en pieles accidentadas. Por qué habría de besarme, por qué habría de herirme, resquebrajarme. Por qué de mí, no olía la perfidia que bien me tiñó la vida, habría de mirarme distinto, habría de alejar sus labios de los míos, habría de cubrir mi mano con la suya y sentir las grietas; contemplar el cuadro y creerme salida de una pintura. Una mujer pintada en tonos claros con los ojos tristes, hecha de porcelana, y pedazos, perdidos y encontrados.

Karen Miramontes

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M

e desperté como cualquier otro día aquel sábado por la mañana, mi esposo aún dormía abrazado a mi cuerpo, hemos pasado tanto juntos, que agradezco siempre su compañía y presencia: era el hombre más maravilloso del mundo, fuerte, hábil, educado, quien mejor mantenía la calma en situaciones duras o estresantes. Y aunque ya era calvo, usaba gafas redondas y comenzaba a tener arrugas en el rostro, era tal cual, bellísimo. Me levanté cuidadosa de entre sus brazos, luego besé su frente y me dirigí al baño a enjuagarme y lavar mis dientes antes de comenzar el día; no tardó en acompañarme, me tomó de la cintura como hacía tiempo que no, acariciaba mi abdomen mientras olfateaba mi cuello, y el hecho de sentirlo tan cerca llenó de calor mis entrañas, haciéndome girar para verlo de frente: tenía la cabeza gacha, y sus manos seguían acariciando pero ahora mi espalda, era como si no se diera cuenta de que me había movido. Una incomodidad aterradora se apoderó de la habitación cuando por fin le vi a los ojos: teñidos de sangre, perdidos en el infinito, sonreía complacido por alguna razón, de su frente escurría sudor cual cascada. Acerqué mi mano para tentarle, estaba hirviendo. De pronto me apartó de sí, caminó hasta el tocador, frente a la cama, tomó la silla levantándola por encima de su cabeza: —¡Mátala, pronto mujer, mátala!— gritó frenético. —¿¡Es que no la ves!?— vociferó con harta fuerza, pero yo no veía nada, solo a él, que temblaba de la cabeza a los pies sin parar y sin apartar la vista de su objeto invisible. Estaba petrificada, sin mover un músculo, mis ojos comenzaban a secarse por no parpadear, mi corazón era tan veloz que en cualquier momento se detendría, la respiración era irregular, presa de la incertidumbre.

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Él arremetió contra el suelo con furia, reduciendo la silla a astillas, formó una hoguera sobre la cosa, cogió la lámpara de aceite que usamos por las noches, la quebró, la madera se incendió en seguida, ahí terminó la parálisis, tomé de la bañera una cubeta que estaba llena de agua, la lancé sobre el incendio y por efecto, sobre mi esposo, quien cayó desmayado junto a los restos del fuego, fui hasta él para ver cómo se encontraba, lo regresé con trabajos a la cama, le desnudé, abrí la ventana, luego me incliné a la alfombra y recogí las astillas, al hacerlo noté un bulto bajo el tapete, levanté la tela y con horror hallé el cadáver de una rata enorme, chamuscada, con un hilo de sangre que formaba charco a su alrededor.

Pola Viento

ESQUIZOFRENIA

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CAMA

Cada que el sol se pone tras las ventanas se puede ver una criatura endeble escalando poco a poco

yéndose.

El restallar de las sombras y el movimiento del aire traen consigo los bordes ásperos de sus contornos. El motor en la entrada como el carraspeo de la madera. Vasos de vidrio / Diafragma dominó / Libido de piedras. Los vientos en el corredor pican las paredes. Se sigue escuchando un balido rojizo; el roce de las harpas en el vientre del día.

Nicolás Pacheco

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Yan Ots

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Regina Regina Pérez. Pérez CEDART CEDART Querétaro. Querétaro

D I V U L G AC I Ó N V LUGLAC G AC ÓN D IDVIU I ÓI N


LA PALABRA VIVA

En boca del mortal nació el relato, tan fresco como la misma noche que habría de ser eterna como los hombres que asustados la contemplaban en espera del nuevo sol, del día naciente. Aunque pasaran décadas y las estrellas desaparezcan entre el smog de la metrópoli: la noche como el relato sigue ahí. Sea en la forma que sea (oral o escrita) nos permite seguir vivos más lejos que la misma vida remembrando aquello que se ha ido dándonos sabiduría, pues aunque lleguen a tocar puerta de la fantasía, son el reflejo inconsciente de nuestra propia persona: la sincensura total de nuestras almas, de nuestra total esencia. Entonces, por ser tan antiguo como describo, cumple una función social, cognitiva y afectiva, claro está, no a cualquiera se le relata la historia personal, y es justo ahí donde habrá de radicar en primera instancia la suprema importancia del relato oral, recordemos que antes de caminar incluso, aprendimos a hablar, desde contar cómo estuvo el día en la escuela y qué cosas nuevas se han aprendido, hasta bien armar de una experiencia, una voz poética capaz de conmover para traspasar la distancia entre dos cuerpos uniéndoles espiritualmente; como si fuera un plus, al ser tratado para un público infantil, según la psicóloga Carolina Gaete H. estaremos apoyando el desarrollo de la imaginación, creatividad, capacidad de atención, fortalecimiento de la personalidad, el afloramiento de la sensibilidad, ampliaremos sus horizontes al igual que su lenguaje, 29


perfeccionaremos el entendimiento, las capacidades sociales y el habla en etapas tempranas, además de fomentar subliminalmente la lectura ya que el escucha, si el relator cumple adecuadamente con su cometido, el infante obtendrá sentido de la curiosidad, por tal daremos pauta al deseo de aprendizaje tanto en lo que se refiere a lo meramente escolar como lo práctico que podemos aplicar como parte del sistema actual por competencias: otorgaremos actitudes así como aptitudes al oyente — por ello es grandemente recomendable fomentar la tradición oral—. Me atrevo a decir que incluso dichos beneficios pueden ser retenidos por un adulto ya formado que tenga disposición de escuchar, es más, es tan versátil el género que dentro de él existirán secciones para las distintas edades y gustos, aclaro, los habrá históricos, infantiles, fantásticos, eróticos, reales, bíblicos… Así pues, me permito resaltar en este punto la cualidad recreativa del relato, ya que antes que con fin pedagógico, lo tiene psicológico para disfrute de ambas partes, en las que entrará en juego la empatía, simpatía y emotividad. Sí, probablemente esté yendo muy lejos con mis afirmaciones, pero en niños de mi generación noto los efectos mencionados, por consecuencia de esos seres maravillosos llenos de experiencia a quienes llamamos abuelos que incansablemente siempre tienen algo nuevo para nosotros. Aún entre adultos, las “historias” son tan interesantes y completas que entre ellos se siguen educando y divirtiendo. El secreto radica en no perder el gusto… Pero después de años de evolución junto a los grandes avances tecnológicos como la creación del papel: aprendimos a escribir, creándonos la idea de que seríamos mucho más eternos en papel que en el viento viajero, aunque éste pudiera romperse, desgastarse o perderse, empero, así se dejaría un registro tal cual lo deseábamos, sin olvidar nada, ni el menor detalle, y teniéndonos a nosotros mismos como respaldo si algo sucedía, para volver a escribir con la oportunidad de mejorar. Para mí, ésta es la causa final de escribir: mejorar y como en lo oral, compartir 30


y no olvidar. Así pues, si tomamos ambas ideas, me arriesgo a decir que el relato será el padre e inspiración de la literatura pues nos implantó el impulso creador junto al amor por la palabra fina, la palabra bella — por tal natural— , entonces viva. He aquí la importancia del relato.

Pola Viento

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Didacus Ursus UAQ

C R E AC I Ó N


CUESTIONARIO PARA ENTREVISTAR UNA BRUJA

¿Cuántas criaturitas se ha chupado usted? ¿Les dobla primero las manos o las patitas? ¿Qué les dice cuando lloran? ¿Los prepara para lo que va a pasar? ¿Se le duermen en la boca? ¿Dónde duermen sus niños? ¿Dónde duermen sus sueños? ¿Cuando viaja se le chamuscan los chamacos? ¿No es cansado volar de madrugada? ¿Le gusta volar o es por pura necesidad? ¿Conoce usted la poesía de Girondo? ¿Los hombres saben amargos? ¿En qué lenguaje coquetean los nahuales? ¿La estrella que guiaba al pesebre era una bruja? ¿Se siente sola después de almorzar? 33


¿Ha pensado en tener hijos? ¿Cuantos bebés ha encontrado entre la hierba? (Ninguno, ninguno lo sé).

Albin Langdon Coburn

Nicolás Pacheco

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INFUSIONES DE CICUTA

Cerré la puerta, intentado renunciar al camino que creí nocivo y ahora deseo recorrer.

El universo suspende su existencia y me cuestiono qué habría sido de mí de haber andado lo desconocido, de haber catado infusiones de cicuta, de haberme exiliado a la luna, de haber dejado la puerta abierta, desdeñando esta vana existencia ahíta de mí como de cualquiera.

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La sandez de creerme resuelta se aloja en esta jaula sin barrotes ni cadenas, hecha de costillas y algunos sueĂąos.

Me yergo ante el caos hecho silencio y en mi torso se dibuja lo ocurrido. SonrĂ­o ajada de vivir, mi cuerpo como flor va perdiendo los motivos.

Karen Miramontes

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MÍA

Respiro, sentada frente a ti en la madrugada, no puedo dormir, no puedo ver nada, todo es penumbra, sé que estás a mi lado porque siento tu piel fría en mi pierna, lamento destaparte al levantarme tan repentinamente, afuera el viento aúlla, la puerta del patio raspa, volvió a caerse, tengo tareas que no he hecho, me duele la espalda, el frío me cala el pecho, volvimos a dormir desnudas, no comprendo por qué sabiendo que está tan cerca el invierno seguimos haciéndolo, tal vez, al principio el calor del aliento que emana de ti y se impregna en mis pulmones es suficiente, aprendimos a vivir acompasadamente, pero conforme la noche avanza y la luna comienza su huida, nuestra amante desaparece para dejarnos solas, tu aliento me quema, helado, y yo, sigo inhalando de tu boca, como si fuera el único alimento que conozco, se me empieza a quebrar la garganta al pasar tu alma, tragarla, recorre mi cuerpo hinchando mi abdomen, te retengo tratando de que duela menos, seis, siete, ocho, doce segundos, en cada uno soy capaz de notar los latidos de mi corazón, ellos significa que me vuelvo más tuya, se me escapa la vida entregándotela a ti, soy como un mendigo sucio y maltratado, dependo de tu bondad perversa que me obsequia con ironía la respiración y la muerte. Inspiro, suspiro, estiro la mano y acaricio tu muslo, estás fría, yo hiervo, curiosamente, tú, mujer de mi pasado, entre más fría, más viva; yo, entre más hiervo, más muero, no te culpo, dejé que te entrometieras, dejé que me hicieras tuya, me acostumbré a tu trato hostil, que no me 37


di cuenta de que tus besos me envenenan, pero sigo dejando que me lleves la lengua a la garganta mientras me abrazas y arañas la espalda, a punto de un orgasmo dementor. Respiro, sentada frente a ti en la madrugada, te miro, eres preciosa, la cicatriz de tu ceja izquierda, el lunar entre tus dedos, tu cabello largo, maltratado, liso, tus ojos cerrados, perdidos, ¿sueñas conmigo?, sin saberlo, para hacer que me sueñes, te despierto, sonríes apacible, compasiva, notas mi mano en tu cuerpo, te acaricias sobre mis dedos, estiras la libre y con las yemas recorres mi mejilla maltrecha, recargo la cara en tu palma, tu nariz toca la mía, suspiramos el mismo aire, ciclo de ti y de mí. Entreabro los labios deseándote, suicidándome, asesinándote con el mismo veneno que pusiste en mi boca: te beso despacio, recorriendo tu cráneo con los dedos enredados en tu pelo, siento palpitar tu cuello, tu mano sigue en mi mejilla, me abrazo a tu pecho mientras compruebo que hemos dormido desnudas, los roces de tu piel me excitan, los vellos de tu sexo raspan, prometiéndome el placer más infinito, recargo la mía a la tuya, sabiéndonos hembras, sabiéndonos nuestras, el corazón se acelera, nos sincronizamos jadeantes, sudando en nuestros recuerdos, nuestros músculos internos agonizan, desean contraerse dentro de la otra sin poder a penas tocarse. Te muerdo el labio inferior, escurren los fluidos en nuestras lenguas, somos mías, somos tuyas, estamos entrelazadas, clavándonos las garras para no separarnos nunca, y al alcanzar el glorioso clímax, caemos rendidas la una sobre la otra, nos contraemos frenéticamente, estamos tan cansadas que terminamos dormidas sin cambiar de posición. Al despertar, las sábanas están regadas, tengo el cuerpo entumecido y la cama está llena del aroma de tu erotismo, pero no estás tú, mujer pasada, eres libre, somos libres, te he dejado impregnada en mi vientre 38


para no olvidar que eres mía, acaricio mi bajo abdomen despeinado, por dentro me acaricias también, eres libre, vives en mí y no conmigo, ya no puedes dañarme, ya no podemos envenenarnos, poco a poco nos sanamos juntas, ya no eres mi enemiga ni mi amante, solo un recuerdo palpitante.

Pola Viento

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MEMORIAS I

D

esde aquel insondable lugar tan viciado, salió una mujer con llaves en mano que, evidentemente no pertenecía a esa élite decadente de criterio y ahogada en alcohol y, en otras cosas de las que no supe porque era muy pequeña. La vimos a lo lejos y seguimos ciegamente sus pasos llenos de rabia y tristeza. En el camino hacia el auto, cuando todavía se escuchaban las risas del festejo que, llegue a pensar, no tendría fin, me hacía una sola pregunta: ¿dónde está papá? No le pregunté a mi madre pero por alguna extraña razón, no solo dentro de esa casa dejé la diversión guarecida entre trampolines y charcos, entre la casita del árbol a la que no podía subir. Imagino que no recuerdo lo que me dijeron las niñas en aquel entonces, al preguntarles si podía jugar, imagino que dijeron algo cierto, pero no debió haber salido de la boca de unas criaturas que, de la vida no sabían ni cómo se escribía correctamente. Cierro los ojos y a mi mente viene una imagen, esas niñas sobre la casita del árbol mirándome con desdén y a mí, me recuerdo caminando en dirección contraria a ellas, después me senté en un jardín que encontré en esa enorme casa. Jamás me había sentido tan vulnerable. No sabía de quién era festejo, ni la casa… supongo que tampoco sabía quién era yo, no tenía con quién jugar y no dejaba de hacerme la pregunta una y otra vez: ¿entonces no es mi papá? Supongo que en el jardincito donde pensé más de la cuenta dejé un poco de esa felicidad de niña que ahora tanto añoro. Uno aprende a despedirse de su niñez cuando no queda nada de ella, se despide de lo que le es difícil y en ocasiones imposible recordar, yo me despedí 40


de un misticismo vago de tonos rosados y alegría inconmensurable, del cuadro familiar donde posaba enardecida la esperanza de que algún día estaríamos mejor, seríamos mejores, nos amaríamos mejor. Creo que todos dejamos algo ese día, nunca supe si mi hermanito se dio cuenta de que algo no andaba bien. Mi memoria me traiciona y no por ello deja de ser tan clara la imagen de mi madre con un semblante que no volví a ver hasta hace un año, cuando fui yo la causa de su llanto; estaba decepcionada, rota, quizá tan confundida como yo, y tal vez debió haberse preguntado ¿qué hacía casada con el hombre al que dejó en aquel festejo? Subimos al auto y quería gritarle a mi madre que olvidaba, no algo sino a alguien, que olvida a mi papi, ¡mami, falta papi!, y al repetir continuamente esas palabras en mi mente un velo de incertidumbre cubrió mi cuerpo, esas criaturas podridas habrían tenido razón, sería entonces que mi papi no era mi… Tenía miedo, lo estábamos dejando. Años después entendí que no lo dejamos en aquel lugar esa noche, él sabía que pertenecía al agua turbia donde uno se ahoga y finge seguir vivo, donde sale a respirar y a decir, ni en cuenta, como una respuesta genérica a todas las preguntas. Cuando menos esperaba ya habíamos llegado a casa, ya habíamos bajado del auto y mi madre ya había huído a su habitación como todos hicimos, nos escondimos.Tal vez si evitamos la realidad e imaginábamos una nueva, mi padre llegaría mejor que nunca, tal vez, solo tal vez existía la posibilidad en otra realidad donde mi padre no regresaba a casa ese día y nunca más volvía a verle. Habría sido una buena opción. Por más que uno trate de no tropezar, se hace costumbre caer y recaer y recaer. 41


Cuando ya estaba dormida escuché ruidos en la sala, y emocionada salí de la cama y corrí a ver a mi papi, había llegado mi papi, no lo había perdido, sí llegó. Sí, sí llegó, claro que lo hizo. Llegó ebrio, no podía ni caminar, no pudo ni saludarme, se tambaleó frente a mí y casi caía pero logró sostenerse de la jardinera. Debí cerrar mis ojos, debí borrar ese recuerdo, debí inventar nuevas realidades en donde mi padre tenía el control de sí mismo, pero me quedé quieta y le pregunté si estaba bien, se veía tan perdido. Hasta ahí llega mi memoria, no supe si esa noche durmió en la sala o fue capaz de llegar a la habitación donde estaba mi madre furiosa y triste. Aquella noche lloré cuando ya todos se habían dormido. Perdí tanto que ya olvide qué fue, perdí reservas de felicidad, perdí un poco de la ingenuidad que como niña, me merecía.

Karen Miramontes

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Jessie Fiori

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FLORA Y FAUNA

Vuelvo a caminar solo, sin prisa. Quiero la atención indivisible de las aves plagando el firmamento. Te atribuyo la bendición de poder ver la ausencia de los cables en el cielo. Te escucho diciéndomelo cada que alzo la mirada para contemplar los huecos desde las aceras. Hay un callejón en el centro donde crecen azafranes en el interior de una llanta. Ahí debería firmarse un milagro, una religión magullada, donde todos se vistieran con el color de tu aliento. Volvería el calor al mundo, nos tomaríamos las manos. Me gustan los errores. Mira lo que hemos hecho. Las guerras vendrían, la gente se dejaría enterrar con tal de vivir en ti, contigo. Tomarían hacía todos lados con sus cruces bien puestas, abriendo a espadazos las espaldas de los herejes.

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Llegarían a tu encuentro pero solo encontrarían tu tumba plegada en el fondo de un tronco. Preguntarían todos tus nombres para que les devuelvas los suyos. De tu boca brotarían tan solo las siglas de otro callejón. (la veneración es muerte).

Samuel Zeller

Nicolás Pacheco

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POR QUERER VIVIR DENTRO TUYO Me has dejado anquilosado

entre ojo y labio

o, por lo menos,

de una lágrima.

eso me han dicho.

Me has cortado,

Y es extraño

amputado,

ser como un diente,

desgarrado,

como un meñique

desmembrado

carente de hilo,

y extirpado

como un muñeco...

de ti,

tu muñeco.

de ti,

Y es extraño

oh,

no hacer más que esperar;

de ti.

es muy extraño

¿De ti?

saber cómo se siente la luna

Porque no estoy seguro

siendo únicamente

de en dónde empiezo,

el reflejo de un ser mayor,

ni de donde termino.

saber cómo es el recorrido intermedio 46


Desde hace un tiempo

hermosa,

vengo pensando

vorágine

que no soy yo.

de piel y labios,

He dejado de existir, mi vida.

de pestañas y latidos,

Ya no encuentro

de caricias

ni un rincón

que recuerdo

de mi mente,

con tanta claridad

de mi cuerpo

que me da miedo,

en el que no estés tú.

siento

Recuerdo

que todavía

—claro que recuerdo—

no te has ido

mi esencia mezclada

¿cómo explicar sino

en la tuya

el frío repentino

y sonrío

de mi cuerpo?

porque eso significa

Has estado abrazándome

que yo viví en lo que eres,

todo este tiempo

que me absorbiste

por ello

en una terrible,

ahora que me has dejado

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en una libertad

te amé

que no deseo

y amé tu geografía

el calor que me diste

y amé ser una especie

está huyendo

de tu mundo

dejando a su paso

—solo una de ellas—,

la realidad más gélida

y amé tus huracanes

sentida únicamente por mí

de lágrimas,

pues los otros

y amé los terremotos

que nunca han experimentado

de los que era causante —porque serlo—

tu ardor no sufrirán jamás

como la sufro yo.

y amé

Tengo miedo

lo que era

de la proporción

yo contigo.

POEMÍNIMOS Te amé

y cómo

tanto,

me amaste tú

tanto

pero 48

Regina Pérez CEDART Querétaro

en los sentimientos,

permitías

eran terremotos placenteros,

tu ausencia

que existe

me


a tu manera ¿Sabes? Ahora soy un pez golpeando con su cuerpo el pavimento y sé, sé que voy a morir. Es el destino fuera del agua, fuera de ti.

Musgo

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EL HOMBRECITO QUE SE COLUMPIA EN LA LUNA “Siento que me están abriendo el pecho y que me arañan dentro, en lo más hondo de mi ser. Entre mi casa y la luna caben un millón de sueños que nadie, nadie puede romper”. -Juanito Makandé

Como consecuencia a sus pecados le siguieron desvelos, el deseo de trasnochar y esperar el alba. La noche era entonces, para él, un pequeño paraíso terrenal que se gestaba entre su imagen bajo la luz de la luna y el conocimiento de que más temprano que tarde, le asaltaría el sol, irrumpiendo el edén que soñando despierto creaba y recreaba a oscuras. Fue capaz de idear una nueva forma para ofender la vida; desgastar los recuerdos hasta que éstos perdieran su color, recomponerlos con ilusiones de una vida que no podría ser, porque, para cuando el sol le vio nuevamente, no era mejor la luz, que la imagen de ella, que tantas noches idealizó. Ése era un loco, perdido entre su cabeza y la luna, se perdió entre las calles de una ciudad vacía que él mismo construyó a imaginación alzada. Partió a buscar el centro del universo extraviando la realidad alrededor de el último rayo de luz. 50


Déjenlo que grite y que llore, déjenlo que corra y salte de los trenes, que emprenda el vuelo con las golondrinas y su estampa se esfume en el horizonte. El hombre era valiente, decidió que de la luna debía colgar un columpio para balancearse en la eternidad mientras mirase la vida desde una existencia lejana, casi inalcanzable, incansable. Si existe la perpetuidad, se puede decir que se alojó en ese instante, en el que el hombrecito grande y soñador estiró las piernas para sucar tesituras de orígenes desconocidos, recuerdos propios, memorias ajenas y existencias perdidas. Karen Miramontes

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Didacus Ursus UAQ

HA I K Ú S


Miro distante, te encuentras perdida en la soledad. Ibi Wiarco

Fue una explosión pero en lugar de daños sólo hubo amor. Ibi Wiarco

Rubí II Niña bonita, de unos ojos profundos que amo mucho. Ambigua

Ojos abiertos, Mirada de tigresa, Sin censura, dos. Pola Viento

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Cabello seda, Se da a dormir despierta, Con mariposa. Pola Viento

Quietud mรกgica, Girasoles en pechos, Sonrisa diva. Pola Viento

*Azularde dios, Pasiรณn lecto-plรกstica Eternos, dos. Pola Viento

*Azularde: Expresiรณn para describir al alba en su punto mรกs fino, se dice de un cielo azul obscuro con destellos verdes y estrellas morado brillante cual reflejos del azul.

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Ondulante ser En brazos de Morfeo, ร rbol o mujer. Pola Viento

Luz de luna Querida luna, abrรกzame esta noche que te quiero ver. Ambigua

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VARIOPINTA TOMO IV NOVIEMBRE 2017

56 CEDART “IGNACIO MARIANO DE LAS CASAS”


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