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MARÍA, MUJER, MADRE Y SEÑORA
El mes de mayo está marcado por la presencia de la Virgen María y por la fiesta de nuestras madres. Mujeres que nos obligan a detenernos a reflexionar sobre la actitud y el espíritu que nos mueve en nuestra relación con ellas. De entrada, nos enorgullece tener a María como madre, y a nuestras mamás les corresponde todo el cariño del que somos capaces.
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Ahora bien, en un mundo en donde crece la conciencia y exigencia de reconocer la igualdad y el respeto entre los seres humanos, la realidad nos habla que estamos lejos de cumplir esa verdad, sobre todo cuando nos acercamos a las experiencias de muchas mujeres y descubrimos maltrato, explotación, abusos, marginación, desprecio... Estamos muy lejos, aunque muchas de las legislaciones y cartas de derechos humanos lo establezcan como derecho de cualquier ser humano.
A la mujer, santuario de la vida, no le podemos negar valores y una sensibilidad que le son propios; posee capacidad e inteligencia simplemente maravillosas y nos transmite una incomparable capacidad de amar. Ella sigue siendo víctima de una mentalidad machista que nos humilla y nos niega la posibilidad de enriquecernos con aquella parte nuestra que no somos nosotros mismos: la que seguimos viendo marginada, ignorada, utilizada y maltratada en una sociedad hipócrita que sabe que no puede existir sin el genio femenino.
En este contexto, tan lleno de contrastes y desafíos, la figura de María como mujer y madre no puede pasar desapercibida, pues es un modelo que ilumina e inspira a quienes quieren reconocer el valor y el lugar que le corresponde a la mujer en nuestras vidas. Ella, con mucha sencillez, se nos presenta como una de las protagonistas de la historia que supo dar respuestas de vida y de desarrollo humano. Acercándonos a Ella, podemos decir que las mujeres nos han enseñado lo que significa ser capaces de acoger, discernir y actuar en los proyectos de vida que les fue-
P. Enrique SÁNCHEZ G., mccj Imagen: Bartolomé Esteban Murillo
ron propuestos. La vida pasa a través de una sensibilidad y una intuición que son del género femenino.
Mujer plena, como lo fue María, es sinónimo de persona responsable y fiel que va hasta las últimas consecuencias de sus opciones. Es la compañera que sabe compartir amor y ternura, como sólo una mujer es capaz de hacerlo. Es la madre que transmite vida y que permite que se desarrolle sin asfixiarla, mostrando su capacidad de estar presente discretamente, dejando que los demás crezcan. María es mujer y señora que, aún con su silencio, se convierte en escuela en donde todos estamos invitados a aprender lo que la hace única y grande; lo que la hace madre, modelo y señora para toda la humanidad.