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JUSTICIA Y PAZ Necesitamos otra política

Celebrar el 10 de mayo es una oportunidad para estar en sintonía con María, madre de Jesús y madre nuestra, y agradecer su intercesión y protección. Asimismo, reconocemos a nuestra mamá, quien nos llevó en su vientre, y gracias a su «sí», hoy estamos aquí.

Mis dos mamás...

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La vida de María de Nazaret nos muestra cómo vivió un profundo proceso de identificación con Dios, gracias a los espacios de escucha y diálogo que mantenía con el Padre amado. Estos momentos le permitieron ofrecerse sin reservas y asumir la vida. «María fue grande porque descubrió y vivió lo divino que había en ella... No son las cualidades externas lo que la hacen grande, sino el haber descubierto su mismo ser fundado en Dios y haber desplegado su vida desde esta realidad fundante...» (Fe adulta). Que, como ella, descubramos la realidad de Dios que habita en nosotros, el tesoro de su presencia.

Y, ¿qué decir de nuestra madre terrenal? Es el tesoro otorgado por Dios, quien nos ha dado «su vida, su amor y su espacio». Por eso y por muchas cosas más, nunca será bastante nuestro agradecimiento y la mejor honra a ella será el abrazo

Archivo María E Solis S

de la donación de su vida, con sus límites y desafíos, con sus luchas e incomprensiones, pero con la certeza de que en su actuar, siempre ha estado como guía la luz de su conciencia. En nuestra misión del aquí y ahora, celebremos el don de la vida recibida y que nuestro único anhelo sea vivir lo contemplado y aprendido de tan grandes mamás... el donarnos, hasta que duela...

«...Que crea de verdad que el amor no condena, que más que “tener” lo importante es “como tenga”, que sepa que el mar son muchas gotas que besan la arena y juntos podamos borrar del mundo las fronteras. Pues sólo dar de sí, salir de sí, perder de sí, sólo amar así, entregarse así, nos hará vivir, dar hasta que duela, dar sin que se vea, dar sin hacer ruido, dar la vida entera, como aquella viuda que entregó su vida en dos monedas...» (Salomé Arricibita) https://www.youtube. com/watch?v=VzOUuxXkZug

«Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro “sí” ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús» (Evangelii

gaudium [EG] 288).

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