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semblanza
REPAM Aldo Sierra
Cambio de rumbo para salvar el planeta
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Revertir la deforestación en 85 por ciento de las reservas naturales del planeta, reducir hasta 30 por ciento las emisiones de gas metano y aumentar el financiamiento público y privado para las medidas de adaptación en países pobres. Éstos fueron algunos de los acuerdos que se lograron en la Conferencia de la Convención de Naciones Unidas contra el Cambio Climático (COP26) realizada en Glasgow, Escocia, del 31 de octubre al 12 de noviembre pasado. Sin embargo, muchos expertos y activistas ambientales ven con escepticismo y cautela ese tipo de iniciativas que tienden a ser postergadas o a no ser respetadas por los países ricos, los grandes emisores de gases de efecto invernadero. Por eso, fuera del recinto oficial de la conferencia, que ha sido criticada como una de las más excluyentes, hubo foros paralelos y una manifestación con decenas de miles de personas, encabezadas por grupos indígenas de la Amazonia, Canadá y Alaska, quienes se resisten a las «soluciones del mercado» y pugnan por el cambio de modelo económico y de producción. También la Conferencia Eclesial de la Amazonia y la Red Eclesial Pan-Amazónica, en la Carta a los Líderes de la Cumbre de la COP26, instaron a «tomar providencias trascendentales que reviertan la gran catástrofe que se avecina, que en parte ya la estamos viviendo, consecuencia de una serie de políticas y decisiones tanto públicas como privadas. No podemos esperar más, quisiéramos tener resultados palpables y que lleven a cambios de rumbo de una vez por todas». (Pie de Página / REPAM) •
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P. Eduardo Pesquera Roa
El padre Eduardo es originario de la Ciudad de México, en donde nació en 1966. Su vocación misionera comboniana maduró mientras era estudiante en la universidad, ahí el Señor entró en su vida para cambiarle sus planes y ponerlo sobre los caminos de la misión.
En 1986 dejó los libros de biología para aventurarse en la filosofía y en su preparación a la vida sacerdotal y misionera. Hizo su postulantado en Xochimilco, su noviciado en Sahuayo, y en 1991 su primera profesión religiosa.
Durante sus primeros años como religioso se dedicó al estudio de la teología en Roma y en París y recibió la ordenación sacerdotal el 12 de octubre de 1996. En ese mismo año fue destinado a las misiones de República Democrática del Congo (RDC). Durante diez años fue vicario y responsable de los jóvenes en la parroquia de san Mbaga, periferia de Kinshasa.
A su experiencia africana le siguió un periodo de servicio en la provincia de México. Aquí se ocupó de acompañar a los jóvenes aspirantes del seminario de San Francisco del Rincón, Guanajuato. Al terminar su trabajo en México regresó a RDC, a la parroquia de Santa Ana, al norte del país, una de las zonas más difíciles de la misión.
A lo largo de todos estos años de vida misionera, el padre Eduardo nos ha dejado un testimonio de entrega, aunque le haya tocado trabajar en situaciones muy difíciles y desafantes. Él se ha contagiado de la alegría del pueblo congoleño y sabe sonreír y confar ante todas las adversidades.