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EVANGELIO, IGLESIA Y SOCIEDAD «Campaña de desinversión
«Campaña de desinversión en minería»
–Una respuesta al dolor de las comunidades y al grito de la Madre Tierra–
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Luego de 12 años de explotación minera, la mina Marlin, en Guatemala, deja una localidad dividida, fuentes de agua envenenadas, una tierra herida, hambre y desempleo, un poder político servil y cómplice, y muchas pruebas más de que la minería está muy lejos de ser ese sueño de desarrollo y progreso.
«S e llevaron el oro de nuestras tierras. Hoy, nuestros manantiales de agua están afectados; están agrietadas nuestras casas y tenemos enfermedades en la piel. Y ahora la empresa se marcha. Ha obtenido buenos beneficios. Y nosotros nos quedamos con el daño que ha hecho», comenta Crisanta López, líder de la Resistencia de la mina Marlin.
La resistencia de un sector de la población sigue exigiendo justicia y garantías para vivir sanos en la tierra donde crecieron libremente sus abuelos. Exigen un futuro sano y digno para que sus generaciones puedan existir.
En la Laudato si’ (LS) el papa Francisco invita a buscar otras maneras de entender la economía y el progreso. Además, advierte sobre el capitalismo que depreda el planeta, debido a formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. Como explica Francisco, se trata de modelos que asfixian la economía real, y piensan todo el desarrollo en función del beneficio (cf LS 6, 16, 35, 110).
En muchos países de Latinoamérica, la minería es vista como el motor del desarrollo; los gobiernos la promueven reduciendo impuestos, facilitando la inversión, flexibilizando las leyes y entregando territorios. Sin embargo, la minería no representa para los pueblos una mejora real en sus condiciones de vida: se violan los derechos, se dividen las comunidades, se debilitan las democracias, se contaminan las aguas, se afectan las economías locales, las culturas, los territorios, la salud y las generaciones futuras. Los proyectos se imponen sin participación, ni consulta previa y, en muchos casos, con la oposición de las comunidades.
Con el impulso del Papa y atentos a los gritos de la Madre Tierra y de las comunidades, la Red
Iglesias y Minería quiere contribuir a la construcción de otros modelos económicos. La «Campaña de desinversión en minería» es una respuesta concreta y alternativa, para promover acciones éticas y coherentes al interior de las propias iglesias, casa adentro. Dialogar, debatir y reflexionar sobre la economía y el extractivismo es urgente y necesario para las acciones pastorales. Como ya interpela el documento final del Sínodo para la
Amazonia: Tal vez no podamos modificar inmediatamente el modelo de un desarrollo destruc-
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tivo y extractivista imperante, pero, sí tenemos la necesidad de saber y dejar en claro: ¿dónde nos ubicamos? ¿al lado de quién estamos? ¿qué perspectiva asumimos?
El mundo fnanciero está controlado por grupos muy poderosos que concentran la gestión de los valores económicos de las empresas transnacionales del mundo. Son los grupos responsables de los dramáticos cambios de precios de los productos básicos en la economía mundial. Contribuyen poco a la «economía real», porque se trata de instituciones que no producen: manejan papeles fnancieros, fujos de información o intermediación de commodities.
La desinversión en minería es una herramienta que busca incidir y hacer escuchar la vida y las reivindicaciones de los pueblos y la naturaleza. Es un acto de coherencia ética al interior de la Iglesia, que permite ir junto, en nombre de y al lado de muchas comunidades que sufren los impactos del extractivismo.
Dicha campaña dialoga con las congregaciones religiosas, las diócesis de la Iglesia católica, las instituciones de otras Iglesias cristianas y otros grupos religiosos. Sobre todo, busca que las Iglesias conozcan y escuchen el grito de las comunidades afectadas por la minería. Que comprendan las estrategias y prácticas utilizadas por las empresas para obtener la licencia legal y social para sus operaciones, y que las Iglesias vigilen las tentativas de seducción operadas por las corporaciones, intentando «comprar» su apoyo y bendición.
Además, la campaña pretende acompañar a las organizaciones de fe, en su compromiso por finanzas justas y éticas; brinda asesoría, instrumentos técnicos, alternativas concretas y posibilidades de sumarse para lograr una transformación dentro de nuestra Iglesia. «A veces en la Iglesia, somos vistos como agentes neutros que ayudan a pacificar conflictos. La paz y el diálogo son efectivos, si validan y parten de la opción de las víctimas. Es difícil posicionarse neutral cuando hay una violencia o injusticia», afirma el padre Dario Bossi, quien acompañó muchos años la dura realidad del extractivismo minero en Brasil.
Por su parte, monseñor Vicente Ferreira, obispo que acompaña a la población de Brumadinho, Brasil, terriblemente afectada por el derrame de lodo tóxico que enterró a familias, y que aún vive el luto de sus desparecidos, habla sobre la desprotección y la injusticia. «El gobierno hace acuerdos por encima del dolor de las comunidades, para servir a los intereses de las multinacionales criminales. Lo que mantiene nuestra fuerza en la profecía son los cuerpos heridos de nuestros hermanos, estamos heridos con ellos. No podemos negar nuestra presencia. Somos un cuerpo herido, pero un cuerpo de profecía».
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