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JUSTICIA Y PAZ Otro país

todo el pueblo de Dios se involucre, no sólo los obispos, en el camino para avanzar en la comunión, participación y misión de la Iglesia, en favor de la humanidad. Todos los bautizados somos corresponsables de nuestra Iglesia y, por ello, se invita a revisarnos y a buscar cómo ser más feles a Jesucristo. En México ya nos adelantamos a este proceso, al promover encuentros de diálogo para la Asamblea Eclesial y, en abril próximo, en el Encuentro Eclesial, organizado por la Conferencia Episcopal Mexicana, pero seguiremos dando pasos hacia el Sínodo mundial.

La sinodalidad, que es caminar juntos (jerarquía y pueblo de Dios) para ser más feles al Evangelio, no es una novedad. En el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles, se narra este proceder en el Concilio de Jerusalén. En la normativa eclesial se prevén organismos de consulta antes de tomar decisiones. En algunos casos, si el obispo no consulta a los demás, su decisión puede ser inválida. Al escuchar y tomar decisiones, el papa Francisco desea un proceso que involucre más a todos los bautizados. Eso no signifca que las decisiones estén sujetas a la mayoría de votos; por ejemplo, en el Sínodo para la Amazonia, la mayoría pidió Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra “Sínodo”. Caminar juntos –laicos, pastores, Obispo de Roma– es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar “es más que oír”. Es una escucha recíproca, en la cual, cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros, y todos en escucha del Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Jn 14,17), para conocer lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7)» (17 de octubre de 2015).

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En el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, los obispos mexicanos afrmamos: «La Iglesia, además de ser comunión, exige la corresponsabilidad y la participación de todos en la tarea común. Por tanto, nuestro anuncio, testimonio y celebración de fe, que mana de la Eucaristía, se manifestará en plenitud, en este espíritu sinodal y de comunión» (n. 143).

que pudieran ser ordenados sacerdotes hombres casados. El Papa no aceptó, pues para eso está la jerarquía: discernir qué es más acorde al Evangelio y a la tradición eclesial. No es un parlamento, sino una participación para que la Iglesia sea más fel a su identidad y misión.

Ha habido excesos al involucrar a todos para tomar decisiones. Al llevar al nuevo párroco y darle posesión canónica en una parroquia, el catequista y coordinador del Consejo Pastoral se levantó y dijo: «Aquí no manda el párroco, sino nosotros... Se hace lo que nosotros decidimos...». O una religiosa que insistía en ser miembro del Consejo Presbiteral... O en el Sínodo de Alemania, cuyas conclusiones se dijeron que serían vinculantes, es decir, obligatorias, aunque no estuvieran de acuerdo con la legislación universal de la Iglesia. Aún tenemos mucho que aprender sobre lo que en verdad signifca la sinodalidad.

Pensar

El papa Francisco dijo que el camino de la sinodalidad es aquel «que

Actuar

El episcopado mexicano invita a «conocer y asumir en nuestros procesos pastorales la conversión pastoral, la sinodalidad y la riqueza del método guadalupano de evangelización» (Opción D, compromiso e). Cada quien, pastores y demás fieles, procuremos conocer mejor lo que implica la sinodalidad, y convertirnos, para pasar de un clericalismo patriarcal y machista, a una Iglesia más comunitaria, más participativa, más sinodal.

Con corazón de madre

–Última parte–

Por: Hna. Cecilia SIERRA, mc Fotos: Archivo Misioneros Combonianos

Hermana Liliana Rivetta, misionera comboniana asesinada en Uganda en 1981

Hermana Teresa Dalle, misionera comboniana asesinada en Mozambique en 1985

A partir de 1914, el Instituto inicia un proceso de expansión caracterizado por momentos de podadura y florecimiento, como el salto de Europa a África, de Sudán y Egipto al resto del continente, y de África al mundo árabe y América. El proceso de soltar, abrir brecha, sembrar, crecer, podar y dar vida, conlleva sufrimiento y muerte. Nuestra historia de expansión ha estado ligada a fracasos, heridas, resquebrajamiento, muertes y duelos.

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