3 minute read
EN CLAVE DE MUJER Con corazón
Con el artículo «María discípula misionera» (Esquila Misional - diciembre 2021) se cerró una serie de tres años y 33 artículos sobre personajes bíblicos. Mujeres y hombres llamados por Dios para una misión particular en el proyecto de Dios para la humanidad. Hoy comenzamos una nueva serie de artículos que consistirá en la reflexión o meditación orante de los Evangelios, pero desde una óptica misionera, ya que esta sección de Esquila se titula: «Biblia y misión».
Por: P. Fernando MAL GATKUOTH, mccj Roma, Italia
Advertisement
Lectura orante y misionera de los Evangelios
El objeto de nuestra refexión serán los cuatro evangelios y la herramienta que nos ayudará en nuestras meditaciones misioneras será una versión adaptada de la Lectio divina para orar y hacer las refexiones de manera individual o en grupo. La dinámica de este método de oración nos lleva de la meditación a la acción, o nos convierte en contemplativos en acción, en discípulos misioneros de Jesús.
La expresión latina Lectio divina significa «lectura divina», describe un modo de orar con la Sagrada Escritura dejando de lado mi protagonismo y forma de orar para abrirme a la acción del Espíritu y entender lo que Dios me quiere comunicar, señala Pablo: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros» (Rm 8,26).
También se le conoce como lectura orante de la Palabra de Dios;
dejar que la Palabra de Dios actúe en mi vida, «porque la Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb 4,12).
La lectura orante de la Palabra, más que una reflexión, es una experiencia de encuentro personal con Jesús, que te ama y sale a tu encuentro; pero que también te envía a encontrarte con tu prójimo. La práctica individual o en grupo de la Lectio divina puede tomar diversas formas, les propongo la que utilizábamos en mi parroquia en Sudán del Sur: 1. Invoca al Espíritu Santo. Pídele que te ayude a comprender, orar y poner en práctica la Palabra de Dios. 2. Lee despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo cuantas veces lo consideres necesario para comprenderlo bien.
3. Elige una palabra o frase y repítela lentamente varias veces. Déjala llegar a lo profundo de tu corazón. 4. Medita lo que te dice la Palabra. Dos preguntas te pueden ayudar: ¿Qué signifcaría este texto para las personas que vieron y escucharon a Jesús? ¿Hoy qué me dice a mí esta Palabra?
5. Guarda silencio por unos minutos (y después comparte). Haz a un lado tus refexiones y deja que Dios hable a tu corazón. Si estás orando en grupo, después del silencio cada persona comparte sus refexiones. 6. Pasa de la meditación a la acción. Piensa en una acción específca y concreta para aplicar esta Pa-
José Luis Mejía
«Dejar que la Palabra de Dios actúe en mi vida»
«Invoca al Espíritu Santo. Pídele que te ayude a comprender, orar y poner en práctica la Palabra de Dios» labra en tu vida ordinaria. Cuando se ora en grupo, se puede elegir una acción común. 7. Transforma tu meditación en oración. Deja que el Espíritu te guíe, puede ser una oración de alabanza, acción de gracias, intercesión, penitencia, etcétera. Termina tu meditación con un Padrenuestro y Gloria.
Iniciaremos las refexiones misioneras con el evangelio de Marcos; el próximo mes escribiré una introducción sobre este Evangelio que nos ayudará a comprenderlo mejor y favorecer nuestra oración. Les recomiendo que practiquen este método que les he propuesto con algunos textos de su Evangelio preferido o con el Evangelio de la misa del día.