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Servicio especial
Nilo se convirtió en el frente de batalla más violento y disputado por el gobierno y el SPLA. Mucha gente murió, muchos otros fueron heridos y decenas de miles fueron desplazados de su tierra natal. Los misioneros también fueron forzados a moverse con la población. En medio de la inseguridad e inestabilidad, María se movió en diferentes direcciones con el fin de salvar su vida y la de sus hijos. En cualquier lugar que llegaba se integraba a la comunidad católica y participaba activamente. En 2002, María se fue a vivir a Nyal y de inmediato se integró a las actividades pastorales. En 2003 comenzó a trabajar de nuevo con los combonianos que se habían establecido ahí desde 1998, después del ataque y destrucción de Leer. Organizó la Asociación de las Mujeres de San Lucas, porque todas se habían dispersado en varias direcciones por motivo de la guerra, pero poco a poco comenzaron a reunirse en Nyal y a reorganizarse. Inició este trabajo con dos de ellas: Rebeca Kuony Gai y Elizabeth Nyadeng. También terminó su preparación para convertirse en catequista junto con otras 14 mujeres. Se graduaron el 1 de agosto de 2004, fueron el primer grupo de catequistas que oficialmente recibieron ese ministerio, hasta entonces todos los catequistas habían sido hombres. María se convirtió en la coordinadora de la Escuela Dominical de Religión que prepara a los niños y adolescentes para recibir el bautismo y la primera comunión. María Nyaluak Luny es la lideresa de las mujeres catequistas, algunas de ellas ya han sido formadas
por ella. Ella hace visitas pastorales en áreas y lugares donde aún no hay mujeres catequistas ni Escuela Dominical de Religión, imparte cursos para preparar a otras mujeres para que puedan comenzar la enseñanza de religión para los niños y adolescentes. También promueve la Asociación de Mujeres de San Lucas e invita a otras, en particular a las viudas, para que vivan su fe católica de manera más radical y cercana a los valores del Evangelio. Todos los días, reza junto con las otras mujeres de la asociación
y con la comunidad católica, siempre está dispuesta a servir en cualquier trabajo de la Iglesia. Todo lo hace en compañía y comunión con las otras mujeres de San Lucas y las otras catequistas. De esta manera se ha convertido en una animadora de la comunidad cristiana con sus enseñanzas, oraciones y, sobre todo, con su testimonio de vida y de servicio. En la actualidad, María es ya una mujer anciana, pero sigue sirviendo con el mismo entusiasmo y generosidad desde su conversión.