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venamcham news
Luis Vicente García Editor-en-Jefe, Business Venezuela
Desde la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (VenAmCham) estamos muy contentos porque este año decidimos retomar, tras un periodo de cinco años de ausencia, el Premio del Periodista VenAmCham. Dicha actividad posee una característica muy particular, ya que, si bien es un concurso, tiene como objetivo principal realzar la incansable labor de los periodistas venezolanos.
En ese sentido, la Cámara busca seguir construyendo y creando relaciones con los medios de comunicación en el país, que, a pesar de las circunstancias actuales, mantienen, a través de su valor e inquebrantable espíritu, su misión de informar y transmitir mensajes y esperanzas día a día. Son precisamente esas circunstancias las que nos llevaron a evaluar los temas del momento, y a partir de allí escoger las dos categorías en las cuales pudieron competir los concursantes:
“Medios y Comunicación”, enfocada en la evolución y distintas soluciones que los medios tradicionales y digitales tienen que realizar para la existencia del periodismo a futuro.
“Responsabilidad Social Empresarial”, dirigida a la evolución de las RSE en pandemia: cómo el periodismo puede ser un canal importante para la comunicación en la sociedad y en las empresas.
Quiero agradecer a todos los periodistas quienes nos compartieron sus trabajos de esta edición que contenían temas interesantes, de mucha actualidad, además de una muy buena calidad; para nosotros, todos ustedes son también ganadores. Pero en especial, quiero felicitar a los periodistas Xiomara Zambrano y Reyes Theis, quienes consiguieron ser escogidos como los ganadores en las categorías Responsabilidad Social Empresarial y Medios y Comunicación, respectivamente. Xiomara Zambrano, periodista y locutora en la emisora Fedecámaras Radio, es profesora universitaria y autora de varios libros sobre la RSE, y fue reconocida por su trabajo “La pandemia: tiempo para líderes socialmente responsables”. Y por su parte, Reyes Theis, quien es comunicador social especializado en las fuentes políticas y económicas, con experiencia como periodista en medios como El Nacional y El Universal, fue galardonado por su trabajo “Los cambios tecnológicos incrementan la necesidad del buen periodismo”.
Como parte del premio de este año, en esta edición publicamos estos dos interesantes trabajos, que estoy seguro nos darán pie a seguir investigando sobre estos temas tan importantes en nuestro mundo actual y, sobre todo, entendiendo el impacto que tendrán en los meses venideros. Espero que su lectura anime a muchos más periodistas a participar en el Premio del Periodista VenAmCham 2022 del que, próximamente, estaremos publicando sus bases.
Quisiera también destacar que VenAmCham estuvo apoyado por un panel de reconocidos jurados como lo son: Marita Seara, antigua organizadora del Premio del Periodista; Graciela Beltrán Carías, periodista y locutora de Onda La Superestación; Mariana Frías, presidenta ejecutiva de ARS – DDB; y Germán Toro, presidente del Comité de Alianza Social durante la realización del evento.
El Premio del Periodista 2021 también fue posible gracias al patrocinio de JW Marriott, CIAP UCAB, IESA, ARS – DBB, Ávila Burger, KPMG, CVA y Digitel, junto a los aliados estratégicos El Estímulo y Runrunes.
Gracias a todos ustedes por ser parte de este premio y, además, hacer, apoyar y creer en el periodismo en nuestro país.
La pandemia:
tiempo para líderes socialmente responsables
Reyes Theis @reyestheis
¿Y qué pasa si una pequeña mariposa bate sus alas en un lugar del planeta en forma de virus…?
La pandemia de COVID-19 causada por el SARS-CoV-2 no ha terminado. Y ya sabemos que quedará para la historia como una situación que evidenció la complejidad que signa a la humanidad en la primera parte del siglo XXI. El confinamiento global avizoró, desde su inicio, un impacto con una magnitud sin precedentes. No fue exagerada la declaración de una líder como Angela Merkel el 18 de marzo de 2020, cuando comparó la similitud que representaba ese desafío con la Segunda Guerra Mundial, cuyo entramado de implicaciones y múltiples consecuencias derivó en profundos cambios. Uno interesante, por lo visible y contundente, ha sido la emergencia de nuevas formas de liderazgo. Pensadores contemporáneos como Noah Yuval Harari, Byun Chung-Hang y Edgard Morin han estado advirtiendo o identificando fuerzas opuestas que hacen de este macroproceso un espacio complejo. Se suscitan grandes saltos hacia adelante en la humanidad como, por ejemplo, el rápido desarrollo de vacunas para combatir al enemigo, y, por otro lado, se dan retrocesos contundentes en materia de democracia y libertades individuales, dado el riesgo de nuevos sistemas de control sobre el individuo. Un brote de dictaduras digitales amparadas en la big data, aunado a líderes con inclinaciones totalitarias. También es un tiempo que acentúa desigualdades: el privilegio de quien puede resguardarse accediendo al teletrabajo desde casa, versus la imperiosa necesidad del trabajador independiente de salir a la calle a ganarse el pan bajo riesgo de contagio.
Desde el surgimiento de las primeras reflexiones hasta el presente, para el momento de escribir este artículo, tales autores y otros más han insistido en que el COVID-19 ha sido un catalizador del deterioro de la salud mental y de la convivencia humana. Coinciden en invocar lo imprescindible de la cooperación, el entendimiento y el acuerdo. Humberto Maturana, recientemente fallecido, además del valioso legado científico e intelectual, insistía en que debíamos “darnos cuenta que somos humanidad, no somos seres aislados, por lo tanto, tal vez nos pueda inspirar a un vivir de conversaciones para colaborar y en el deseo de convivir en forma honesta”.
Claman por el aprender a vivir con la incertidumbre y comprender la interdependencia, la volatilidad, la velocidad de las dinámicas y de los cambios. Pero sobre todo la emergencia o potenciación de nuevos desafíos que, como bien dice la investigadora y catedrática venezolana Carlota Pérez, “el futuro no va a ser mantener o reconstruir un pasado, ya visto como inadecuado, sino diseñar un nuevo rumbo idóneo”.
La banca multilateral, organismos internacionales e instituciones académicas han estado ofreciendo conocimientos mediante el monitoreo y permanente análisis para aportar en la comprensión del problema desde una perspectiva económica, manteniendo el acento de impacto de la pandemia en el ser humano y el comportamiento de los actores sociales.
Y, entre estos últimos, se observa la progresiva voz del líder emergente que irrumpe y mitiga el protagonismo o el peso de los factores geopolíticos e intereses gubernamentales en la formulación, articulación o ejecución de soluciones para atenuar las consecuencias de la enfermedad, evitar su propagación o erradicarla. Se ha ido mostrando el rol de la empresa privada y del empresario como agente de cambio. Ya sea por la vía de la influencia directa de holdings familiares o multinacionales, de las alianzas o de la asociatividad gremial, el capital privado ha ido mostrando proactividad en la búsqueda y construcción de rutas posibles.
Para ese contexto de apretada síntesis, citamos la definición de responsabilidad social empresarial (RSE) que hicimos hace unos años: es el acto voluntario, consciente y estratégico de una empresa, materializado en prácticas y fundamentalmente a través de la intersubjetividad, cuya consecuencia última es la trascendencia en el tiempo, con base en un esquema de ganancia compartida y de correspondencia ética con la sociedad.
Esa noción es pertinente para este ejercicio de comprensión, por una parte, de la responsabilidad social en tiempos del COVID-19 y, por otro lado, de la influencia e importancia de la gestión comunicacional, ya sea institucional o corporativa, producción de canales y contenidos o acción divulgativa como tal.
Los desafíos ante la pandemia:
Además de los pensadores o fuentes ya citados en esa perspectiva, es necesario incorporar la mirada que dejó el alemán Niklas Luhmann, quien propuso la teoría de los sistemas sociales sobre la base de conceptos desarrollados por los chilenos Maturana y Varela, especialmente la autopoiesis o auto-eco-organización. En su planteamiento, la comunicación es el gran hilo conductor y organizador de la sociedad, al punto de afirmar que “no puede haber sociedades sin comunicación”.
¿Cuál es el desafío para la empresa? ¿Para el comunicador? ¿Para el líder? ¿Para el ciudadano? Nos permitimos asomar o proponer, entre algunos retos, dónde subyace la dimensión protagónica de la comunicación:
La empresa se asienta como eje social en la nueva realidad:
Hay un proceso de recolocación o redimensionamiento del rol de la empresa como actor social de alto impacto en el proceso de re-equilibrio de la sociedad, con velocidad para adaptarse a los cambios y promoverlos. La propuesta de Klaus Schwab de un capitalismo de partes interesadas, cobra fuerza con ejemplos de nuevas coaliciones. Tan evidente es, que el Banco Interamericano de Desarrollo anunció a principios del 2021 una alianza única e histórica con 40 empresas globales y regionales para la recuperación de la región tras la pandemia, enfocada en el empoderamiento de la mujer, en fortalecer las cadenas de valor y en acelerar la digitalización.
Los trabajadores o colaboradores se convierten en la prioridad número uno de las empresas y, a su vez, sus dirigentes (fundadores, jefes) empiezan a marcar huella como modelos de actuación y de aporte a la sociedad durante emergencias de este calibre. Serán la referencia de credibilidad, de aquí en adelante, sobre lo que la compañía haga o diga hacer. En el caso de Amazon, Jeff Bezos fue uno de los primeros empresarios en Estados Unidos que asumió directamente la situación de una manera pública y muy franca. En un comunicado dirigido a los 800 mil trabajadores de su negocio, dijo: “esto va a ser duro, fuerte, y se va a poner peor. Y vamos a contratar 100 mil personas más porque sabemos que mucha gente se está quedando sin empleo”.
No se trata solo de corporaciones multinacionales. Basta con pensar en cualquier negocio cerca de casa, dentro de los rubros esenciales, para analizar cuánto hizo o dejó de hacer en materia de suministro y servicios, especialmente en los primeros meses de la cuarentena. ¿Han estado presentes la solidaridad, el compromiso con clientes y la comunidad?; ¿Otros valores?
Las principales prácticas que las personas de negocios accionaron en los primeros días de la cuarentena, se orientaron al apoyo de terceros -especialmente del sistema sanitario- con donaciones de insumos (como el caso Ron Santa Teresa con el alcohol), dinero, productos, e incluso cambios en las líneas de producción para manufacturar artículos indispensables en la lucha contra el coronavirus. Por ejemplo, la empresa de cosméticos L’Oréal decidió fabricar geles desinfectantes. La cesión de conocimientos –específicamente patentes de equipos médicos- también ha signado la actuación empresarial, como, por ejemplo, Medtronic.
En Venezuela la respuesta de los empresarios los ha convertido en una especie de “héroes”, con circunstancias muy distintas a las de sus colegas en cualquier lugar del mundo. Así nos lo han referido entrevistados a nuestro programa “Responsabilidad social hoy”, tales como Víctor Guédez, Charo Méndez, entre otros. Explican que hombres y mujeres de negocios, o los nuevos emprendedores, se han esmerado en que la empresa sobreviva u opere a pesar de innumerables dificultades como acceso a insumos, servicios públicos, traslado del personal, preservación de la bioseguridad y del bienestar emocional del equipo de trabajo. No todos lo han logrado, a pesar de los esfuerzos de adaptación, y así, de alguna manera, el ejercicio de la responsabilidad social ha retornado a lo básico. Pero está presente el interés en cuidar de su propia gente y en atender al consumidor.
La voluntad del liderazgo empresarial venezolano de crear, canalizar o proponer soluciones desde la asociatividad y la cooperación, se ha manifestado en este tiempo en acciones concretas. Por ejemplo, Fedecámaras, con la propuesta de un plan nacional de vacunación en el que la empresa privada aporte desde su operatividad logística y recursos. O la organización e impulso -a través de la divulgación- que hace la Cámara de Comercio Venezolana Americana a las ONG que, desde Estados Unidos, se ocupan de brindar y canalizar asistencia humanitaria a la población.
Abundan los ejemplos de la empresarialidad interconectada para sumar valor a la sociedad en esta pandemia. VenAmCham ha sido un factor clave para la interrelación entre actores motivados a conocer o mejorar su acción social, y se ha adaptado con nuevos formatos.
Redimensionamiento del liderazgo
Según el informe “Approaching the future 2021” para la identificación de tendencias, conducido por Corporate Excellence, la gestión de la incertidumbre, así como el mayor escrutinio de los grupos de interés, ha llevado a los profesionales latinoamericanos a revisar su rol de líder. Tan importante es para las organizaciones su adaptación a la nueva realidad creada, como lo es el fomento de un modelo de liderazgo denominado socialmente responsable. Significa que del ejecutivismo inspirador y modelador de innovación se evoluciona hacia el concepto de sujeto consciente, sensible, responsable y empático, practicante de esa visión del otro como legítimo, otro que acuñó Maturana junto a mayores destrezas en la toma de decisiones.
Para 69,6% de los consultados en el citado estudio, la pandemia ha cambiado su forma de liderar, independientemente del tamaño de la organización. En consulta propia a mandos gerenciales de empresas venezolanas, quien suscribe ha notado la alusión a cambios personales de hombres y mujeres que se vieron en la necesidad de brindar soporte y orientación a sus equipos de trabajo en medio de la incertidumbre. Fortalecieron su propia resiliencia con las herramientas que ya tenían. Por ejemplo, 90,4% de los cuadros de mando de una empresa agroindustrial percibe que ha potenciado su ejercicio del liderazgo, y 80 % no se siente sobrepasado por la emergencia.
Los dilemas éticos para el comunicador
Carmen Aristegui, periodista de CNN, indicaba en un foro durante los primeros meses del confinamiento, que la pandemia estaba desnudando muchas cosas. Una de ellas era la desigualdad y la necesidad de darle voz a los sin voz.
En el caso de la comunicación institucional o corporativa, estos tiempos del COVID-19 han abierto espacio para la conjunción de fortalezas y debilidades del comunicador con sus dilemas personales en momentos de alta volatilidad. En los recientes resultados del Global Communication Monitor en Europa, se identifica que el cultivo de la ética es un desafío creciente para los colegas de la comunicación organizacional y relaciones públicas del viejo continente. Sobre sus hombros lleva la responsabilidad de incidir y asesorar a los líderes de la organización, y a su vez mediar en la interacción de la misma con sus grupos de interés. La pandemia hizo que por lo menos una vez al día surgiera un reto de tipo ético en 64,8% de los encuestados. No es de extrañar que así fuese, ante lo inédito de la situación y la urgencia de las empresas en actuar ante la crisis. Incluso, el DirCom, por el necesario nexo directo con el alto mando decisor de
la organización, se vio en la necesidad de ser proactivo e inducir a la acción corporativa hacia los stakeholders.
Refiere ese estudio que, a mayor necesidad de desempeñar funciones de influencia, especialmente como agente externo, mayor la contundencia del desafío ético. El rol de consultor, asesor, coach o ejecutivo de cuenta, en un 67,2% se vio en la necesidad de encarar dilemas éticos, especialmente ante situaciones de complejidad. Un poco más que otras funciones más operativas. Ninguna estuvo exenta, y aunque cada país tiene un contexto en particular que, según las medidas de sus autoridades, condujo a una mayor o menor intensidad del desafío.
¿Y qué hace el profesional ante los momentos complejos, inciertos y saturados de presión con alta carga moral? Apela por su espacio íntimo, configurado por sus valores y creencias personales (86%) como referente para las decisiones y consecuentes acciones. Y en menor instancia toma en cuenta tanto los códigos y reglamentos de la organización con la cual trabaja (76,5%) como las pautas dictadas por una instancia colegiada a la cual pertenece (57,5%). Será interesante contrastar tal realidad europea frente a la latina, cuando próximamente dispongamos de los resultados del LCM 2020-21. ¿Es tiempo de hablar de responsabilidad global? Los cambios ocurren, aunque aún no puedan verse con claridad. La tormenta sigue en curso, con variantes, con movimientos pro y contra vacunación, con actores emergentes en la economía y en la composición social de las minorías. Pero el ciudadano no queda fuera de juego. De sus competencias o de su dominio de la esfera digital se expanden las posibilidades de hacer virales contenidos y asuntos de amplio alcance, y multiplicación de conductas tanto para hacer el bien como para hacer daño. Y puede suceder incluso en entornos con menores facilidades de conexión.
Así que comunicando con o sin mediatización digital, hay consecuencias en el otro por lo que hago o dejo de hacer en situaciones de incertidumbre. Esa es la esfera de la...
RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL
Y también hay implicación sistémica en la toma de decisiones y acciones de cualquier actor social que, como agente de cambio, lidera pequeñas o grandes transformaciones. Lo que se hace o se deja hacer o decir en un punto del planeta, puede impactar al mundo entero: es responsabilidad global, desde la metáfora del aleteo de la mariposa que identifica a la teoría del caos.
Los cambios tecnológicos incrementan necesidad del buen periodismo
Xiomara Zambrano @xiomarayamil
Las nuevas tecnologías plantean diversos retos para los medios: la viabilidad económica de las empresas de comunicación, su pérdida de influencia, las estrategias de desinformación y fake news, forman parte de las dificultades que deben enfrentar con profesionalismo y mucha creatividad
1972. El republicano Richard Nixon aspira a la reelección a la presidencia de los Estados Unidos. Cinco hombres incursionan en el complejo Watergate del Partido Demócrata y se abren investigaciones legislativas y judiciales sobre el tema. Periodistas de los influyentes diarios The Washington Post y The New York Times toman el caso y evidencian los nexos entre el robo perpetrado y el comité de reelección de Nixon, quien, ante el peso de la evidencia que lo incrimina, renuncia a su puesto.
2016. Pocos días antes de las elecciones en los Estados Unidos, el sitio en Internet Wikileaks publica una gran cantidad de correos electrónicos del Partido Demócrata que afectan la candidatura de la aspirante de esa organización, Hillary Clinton. Las investigaciones de la “trama rusa” dan cuenta de los nexos del equipo de Donald Trump con Moscú para llevar a cabo la filtración de los documentos. La prensa informó ampliamente los detalles del hecho, pero esta vez no hubo consecuencias similares a las del caso Watergate. Trump protege a sus aliados responsables, y si no hubiera sido por su cuestionada gestión
de la pandemia del COVID-19 durante el último año de su mandato, posiblemente hubiera sido reelecto.
¿Por qué en el primer caso la opinión pública se mostró robusta ante un caso de evidente abuso de autoridad y en el segundo no fue capaz ni siquiera de minar la popularidad de Trump? La pregunta forma parte del debate actual sobre los cambios en el poder, y particularmente sobre las transformaciones de los medios de comunicación.
El escritor venezolano Moisés Naím, en su obra “El fin del poder”, explica cómo los cambios en el orden tecnológico, social, político y económico, han contribuido a una suerte de fragmentación de la capacidad de influencia. “El poder es cada vez más débil, más transitorio y limitado”, asevera.
Añade que “los grandes actores tradicionales (gobiernos, empresas, sindicatos, etcétera) se ven enfrentados a nuevos y sorprendentes rivales, algunos muchos más pequeños en tamaño y recursos. Además, quienes controlan el poder ven más restringido lo que pueden hacer con él”.
Uno de los sectores donde han ocurrido cambios vertiginosos es el de los medios de comunicación social, en gran medida producto del hecho tecnológico. Asistimos a una transformación trascendental en la que los medios tradicionales grandes y poderosos, de la noche a la mañana, han perdido capacidad de influencia por diversos motivos -como evidencia la “trama rusa”-, pero además luchan por reinventarse para no extinguirse.
Antiguas corporaciones mediáticas, ubicadas en torres con centenares de reporteros, fotógrafos, personal técnico de imprenta y del área administrativa, de repente tienen que competir en la red con medios electrónicos conformados por un puñado de periodistas.
A su vez, cuando el periódico llega a las manos del lector un día después de que se produjo la noticia, la misma ha sido ampliamente difundida en la red. Es como una “pereza” -animal mamífero, peludo y lento- tratando de perseguir infructuosamente a un pequeño y hábil conejo.
Los retos son diversos, uno tiene que ver precisamente con la viabilidad del negocio. El más reciente informe del Instituto Reuters así lo demuestra. Este organismo realiza anualmente una encuesta a editores, consejeros delegados y líderes digitales, y sus resultados sirven de insumo para el documento. En el más reciente -con data tomada el año pasado- explica que
ya las empresas han dejado de ver a los anuncios publicitarios en los portales web como una forma de dar a conocer su oferta de bienes o servicios. El 76% de la muestra consideró que impulsar las suscripciones digitales es una vía de ingresos muy importante, por delante de la publicidad.
Adicionalmente, Cañizález comenta que hay una noción en las audiencias que asocian internet con lo gratuito. Entonces pagar a un pool de profesionales para que procesen y generen contenidos de calidad, se hace cuesta arriba cuando se ven limitadas las posibilidades de ingreso económico.
Si esa es la tendencia mundial, pues en Venezuela parecen exacerbarse estas limitaciones. Según los números de Fedecámaras, entre 1998 y 2018 desaparecieron 370.000 empresas en el país, es decir, el 60 % del sector privado. De esta forma, la profunda crisis económica se ha llevado a los posibles anunciantes –sostén tradicional de los medios- mientras el régimen de Nicolás Maduro ha bloqueado un importante número de portales informativos en la red, y los medios impresos más importantes han salido de circulación o han sido vendidos a personajes o empresas cercanos al régimen.
Tal situación ha obligado a que medios de comunicación de distinto tipo apelen a la cooperación internacional o a la solidaridad de su público para lograr mantenerse en pie y poder seguir informando.
“La gente no sabe cómo va ser viable su negocio, ese es un gran tema para muchos medios del mundo, porque no hay claridad y estamos en un momento en que las audiencias están sobreexpuestas y saturadas de información”, acota el director de Medianálisis. Sostiene que es indispensable que los medios hoy en día tengan la flexibilidad necesaria para adaptarse a los cambios.
Sobreinformación:
La sobreexposición mediática a la que hace mención el académico, viene por distintas vías: infinidad de portales, analistas, periodistas, se mezclan en las redes sociales con millones de personas con un dispositivo electrónico en la mano dispuestas a publicar contenido de diverso tipo, sea cierto, dudoso o falso, y a ello hay que sumar a ejércitos de bots, cuentas falsas que pueden tener intereses políticos o económicos. ¿Cómo discernir en medio de ese aluvión informativo qué es lo correcto? A veces la respuesta no es tan sencilla.
El intento de manipulación política y la exacerbación de los radicalismos a través de las redes sociales es uno de los
retos del periodismo y de las sociedades democráticas. Ya vimos en la campaña electoral pasada de los EE.UU. (2020) cómo del lado republicano se intentaron exponer elementos discursivos de odio con fines electorales.
Eugene Richards es colombo-francesa y docente e investigadora de la Universidad del Externado en Bogotá, Colombia. Además, es especialista en Comunicación Política y explica que en ese campo existe una estrategia discursiva que apunta a atrapar la atención de la gente y de los medios. Consiste en dar un argumento con una idea polémica, agresiva, radical o de incitación al odio con la intención de ocupar un lugar en la agenda y dar credibilidad a las declaraciones. Como consecuencia, las posiciones racionales de centro pueden ser asumidas como “tibias”. “Es una estrategia provechosa, barata y rentable”, asevera.
Añade que la mayoría de las investigaciones concluyen que las redes sociales son un lugar donde se pueden expresar, por excelencia, las ideas radicales o autoritarias, “porque garantizan un anonimato, ya que el público no necesariamente se identifica con su nombre y apellido. Ese anonimato permite la desinhibición online, cultivar unos ideales que son socialmente reprensibles, y entonces esos autoritarismos y radicalismos se expresan con mayor facilidad”, sostiene.
A esto se suma el espinoso tema de los fake news en el entorno digital. Noticias falsas que pululan en ese mundo y que sus creadores aspiran a hacerlas virales.
Pero hay un antídoto para este veneno en línea: todos esos intentos de manipulación a través de las ideas autoritarias, de desinformación y mentira significan grandes oportunidades para que los periodistas bien formados y los medios profesionales entren en acción.
Para Andrés Cañizález, el periodismo tiene el gran desafío profesional de desmentir las fake news y la desinformación. Pronostica que en eso se va a ir bastante tiempo, “porque la dinámica de generación de información falsa está muy posicionada”. Por eso sostiene que “cualquier medio serio tiene que tener unidades de verificación de información o tener alianza con otros medios para estar dando contraste a la gente”. El negocio del clic:
En un mundo digital donde cada clic vale y el éxito económico se mide por el tráfico del portal, los seguidores o reproducciones de la cuenta en las redes sociales, los medios tienen otro dilema.
Para la profesora venezolana Carmen Bea-
triz Fernández, experta en Ciberpolítica y académica de la Universidad de Navarra, España, esta realidad ha hecho que algunos medios se desvíen, porque cuentan con inteligencia artificial que les permite saber en tiempo real cuáles son los contenidos que generan más visualizaciones. Entonces algunos medios apelan al “clickbait” o “ciberanzuelo” con la difusión de informaciones de escándalo, conflicto o contenidos sexuales.
Además, el funcionamiento informático de los canales electrónicos puede ocasionar serias consecuencias sociales como el aislamiento. La periodista Luz Mely Reyes, fundadora y directora de Efecto Cocuyo, un importante portal de noticias de Venezuela, advierte sobre la creación de “burbujas informativas”. La razón viene dada porque los algoritmos de Internet privilegian mostrar contenido de acuerdo a las búsquedas e intereses del usuario.
“En el periodismo generalista –como un periódico- podías tener farándula, información científica, avisos clasificados en la misma publicación, pero ahora en lo digital te aparecerá en la red información vinculada con tus intereses y tu tráfico, en vez de otro tipo de información que sería conveniente que tuvieras. Eso va a seguir creando burbujas de información que van a separar más a la gente”, advierte Reyes. Otro cambio en la dinámica de los medios, viene dado por el uso de las redes sociales en sustitución de la entrevista o rueda de prensa, por parte de figuras públicas. Así lo explica Andrés Cañizález: “Es excepcional que una gran figura le dé una entrevista exclusiva a un periódico, que antes era algo importante. Todas esas figuras relevantes usan sus propias redes para dar primicias, anuncios, y es una posición privilegiada porque no tienen que responder preguntas incómodas. Es un cambio para la construcción de las noticias”, indica.
El periodismo necesario y la institucionalidad:
Todos estos cambios tienen consecuencias en diferente orden y ante el cual periodistas y medios tienen que actuar con la premura del caso.
El debate no solo atañe a los expertos en comunicación. Es mucho más complicado. Tiene que ver con la democracia y sus instituciones, con el uso de la mentira y la manipulación para ocultar los desmanes del poder y que intentan limitar la capacidad de la prensa para hacer transparentes los hechos.
“Es un gran reto para los sistemas democráticos sobre el alcance de la desinformación y cómo reduce el espacio de la democracia. El ejemplo clásico es lo que ha pasado en los EEUU: no puede ser que haya una
gran cantidad de personas que crean en las teorías conspirativas o que creen aún que a Trump le robaron la elección. Esto significa un punto de inflexión sobre lo que significan los aparatos de desinformación”, señala Luz Mely Reyes.
El tema es aún más álgido para las generaciones no familiarizadas con las nuevas tecnologías, a las que se les hace más difícil entender la dinámica y los intereses en juego. Por ejemplo, un adulto mayor en Venezuela, que se enteraba antes de las noticias cuando compraba uno de los diarios emblemáticos, y que ahora tiene que surfear en un complicado aluvión de noticias en la red donde se le dificulta diferenciar lo real de lo falso.
Pero todas estas connotaciones políticas y tecnológicas, en vez de ir en detrimento del periodismo, exaltan su papel y la necesidad social de un ejercicio profesional de calidad. “Cada vez queda claro que los periodistas y medios ocupan una función social imprescindible. Los medios de comunicación y los periodistas son los grandes curadores de la información, contrastan, cotejan, dicen qué información es falsa y cuál no. El periodismo sigue organizando la agenda informativa”, expone Andrés Cañizález.
Reyes destaca que “cuando una persona es entrenada para hacer periodismo, su entrenamiento le permite detectar hechos noticiables. Eso no suele ocurrir con el resto de la gente”, apunta.
Por su parte, la profesora Carmen Beatriz Fernández acota que, si bien el periodismo ya no compite tanto por la inmediatez de la noticia, debido al uso de gran cantidad de plataformas que convierten a los ciudadanos en emisores de información, su rol está en el adecuado procesamiento y presentación de esa información.
De esta forma, los múltiples retos de los medios, en lugar de minimizar su papel, profundizan la necesidad colectiva de que su trabajo sea profesional, comprometido con valores de honestidad y transparencia. Solo así destacarán en el maremoto digital que recibe a diario la ciudadanía, mientras actúan para generar una comunidad que además sea hábil para identificar y filtrar la mentira, y usan toda la creatividad posible para hacer viable económicamente los emprendimientos comunicacionales, sin depender de quienes precisamente pretenden usarlos para intereses particulares.