gente
DOMINGO 20 DE MARZO DEL 2011
EL VIAJE PROFESIONAL DE DOS INTRÉPIDOS CATALANES
Quim ‘chan’, Paco ‘chan’ Los tokiotas acogieron con un cariño fraternal al distribuidor de vinos Quim Vila y al dueño de las bodegas Torelló, Paco de la Rosa Torelló, por haber acudido a una feria tras el tsunami EL PERIÓDICO
CRÓNICA FERRAN
Imedio Quim chan. Paco chan. Tokio cuenta desde esta semana con dos nuevos ciudadanos, con el tratamiento fraternal de chan (palabra destinada en japonés a las personas muy queridas): Quim Vila y Paco de la Rosa Torelló. Dos catalanes vinculados al mundo del vino y del cava que decidieron plantarse en la capital cuando el terremoto y el tsunami habían ahogado el futuro del país del sol naciente. Vila, socio de Vila Viniteca y distribuidor de los caldos más interesantes del país, y De la Rosa, propietario de las bodegas Torelló, fueron los únicos que mantuvieron el compromiso con Zas, distribuidor japonés de productos españoles que les había citado para su feria, que se celebró martes y miércoles. Mientras los demás cancelaron el vuelo, temerosos de que se les tragara otro terremoto o de que la gran ola arrasara con ellos, el dúo de intrépidos viajantes se fió de su anfitrión («no pasa nada», les dijo) y decidieron coger un avión a Tokio casi vacío. Iban en dirección contraria; más gente huía de la que entraba.
33 Quim Vila (izquierda) y Paco de la Rosa (derecha), junto a los propietarios de un restaurante español en Tokio.
«Se movía todo y la gente, tan tranquila», recuerdan de un breve seísmo que vivieron
Gesto, no gesta Ese gesto –más que gesta porque niegan las informaciones catastrofistas que llegan a España– los convirtió en chan para los japoneses. «Algo así como hermanos para siempre», dice De la Rosa, convencido de que si vendieron más a pesar de tener a menos público del habitual fue porque los compradores les agradecían su presencia para tapar los huecos de los que renunciaron a viajar, ya que se prestaron a dar unas charlas programadas sobre vinos, cavas, denominaciones de origen...
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33 Un vino catalán, en la feria.
Pese al valor demostrado vivieron experiencias que, de producirse en España, todavía les harían temblar. Mientras una noche tomaban una copa en el sótano de su hotel, notaron las sacudidas de un terremoto de 3,5 grados en la escala de Richter («se movía todo, todo, y la gente, tan tranquila», recuerda De la Rosa). Pero se contagiaron de la calma de los tokiotas allí presentes. «Que no cunda el pánico. Esa frase resume a la perfección su manera de actuar. Y la verdad, es alucinante ver su amabiEL PERIÓDICO
lidad, sus ganas de agradar, en esas circunstancias, con un terremoto, un tsunami, un riesgo de hecatombe nuclear... La verdad, no sé qué tiene que pasar ahí para que cunda el pánico», reflexiona Vila. «Es cierto que hay tiendas cerradas –tercia De la Rosa–, pero es porque el metro está cerrado y la gente no puede ir a trabajar, o porque se ha cortado el suministro de productos porque hay carreteras destrozadas o las fábricas no tienen electricidad». Vila chan, que hoy auspicia en Madrid el único concurso de cata por parejas de España, comienza mañana otro viaje de negocios. Le acompaña la frase que escuchó una y otra vez en Tokio: «La vida sigue». En Japón, en España y, ya mismo, en Brasil. Esta vez, aterrizará en Sao Paulo. «Espero que no pase nada allí». H
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