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Guayabo en el Villorrio Splendor
La condena de un maldito escritor frustrado, es vivir inmerso en su sensibilidad de percibir las cosas... las cosas simples:
Como salir a caminar un sábado soleado a las 11:55 am por el centro de Villavicencio, lo que resulta mágico; se refiere a ese deleite que tiene la cotidianeidad, el disfrutar tantas situaciones, vidas que pasan por un instantes y transeúntes de aquel parque central (los libertadores), que serán recordados en la memoria colectiva de las personas implicadas como el aleteo de un ave.
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No tendrían el mismo valor que el olor nauseabundo de la mierda de los gatos, sí a éste le agregamos el sabor cenizo de una garganta y los jugos de colores radiactivos que no combinan bien con las chanclas y las gafas de sol. Aun así...sólo será un segundo de vida de las múltiples formas de vida que se encuentra en este micro universo plagado de seres unicelulares, microorganismos amorfos, animales humanizados por la codicia monetaria y cafés recalentados. Muchos de estos homínidos traen a sus crías para que ellas sean libres y puedan justificar su promesa de amor; en engendrar más habitantes en este mundo tan podrido que no hace falta la simple observación de un condenado maldito escritor frustrado.
Mauricio R. Apolinar
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Fotografía de Raúl Franco G.