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La subcontratación será parte de la ecuación
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allentiaMX siempre ha enfatizado que es necesario renovar la estructura laboral tanto en México como en América Latina, buscando incentivar la formalidad, utilizar las nuevas tecnologías y generar mejores condiciones laborales que simultáneamente permitan aumentar la productividad de las empresas. Pero aunque estos deseos siguen teniendo plena vigencia, no puede ignorarse que el coronavirus ha generado una crisis muy profunda, que nos obliga a repensar cuál es la mejor estrategia para incentivar el desarrollo por medio del empleo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó en julio pa-
sado un informe sobre la evolución y lo efectos del COVID-19 en la región, gracias al cual es posible realizar un diagnóstico preciso de la dimensión de la actual problemática y de las áreas que se han visto más perjudicadas. Las proyecciones indican que, al cierre de este año, el Producto Interno Bruto (PIB) de la región habrá caído 9.1%, mientras que el PIB per cápita sufrirá una contracción de 9.9%, lo que implica que alcanzaremos niveles similares a los del año 2010. La crisis laboral es devastadora. En su sexta edición del diagnóstico que hace la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el COVID-19 y el mundo del trabajo, se
registra para América Latina una pérdida de 80 millones de empleos equivalentes en el segundo trimestre del año, la cual se suma a las 9 millones de personas que dejaron de trabajar en el primer trimestre. Además, la OIT proyecta que en el tercer trimestre que concluirá en septiembre, la región habrá de perder otros 60 millones de empleos a tiempo completo. La alta probabilidad de que estemos de cara a una década perdida nos fuerza a implementar medidas contracíclicas que reviertan la crisis tanto económica como laboral, a promover políticas públicas que estimulen la inversión y, principalmente, a recurrir a esquemas como la tercerización, capaces de
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EDITORIAL generar empleos legales y productivos, los cuales son, en última instancia, los que pueden generar riqueza. Otro aspecto realmente escandaloso es que, durante este año, la pobreza de la región se incrementará en 45.4 millones de personas, llegando a 231 millones (equivalente al 37.3% de latinoamericanos), y la pobreza extrema sumará a nuevos 28.5 millones, alcanzando a 96.2 millones, esto es, el 15.5% de la población de la zona. Además, el principal impacto habrá de recaer en las mujeres, no sólo porque representan el 72.6% del personal ocupado en el sector salud, sino porque, a causa de la falta de políticas efectivas en igualdad de género, crecerá para ellas el trabajo no remunerado, la pobreza y la precariedad, así como la dificultad para acceder a servicios sociales y financiamientos. De acuerdo con la World Employment Confederation (WEC), a lo anterior se añaden los rápidos cambios tecnológicos y demográficos, la globalización (más acelerada que nunca), el cambio climático y nuevos modelos de producción. Ahora más que nunca es indispensable enfrentar la crisis y hacer que evolucionen nuestros esquemas labora-
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les para poder superar los retos que se imponen. Se trata, por un lado, de emprender acciones prontas y eficientes y, por otro, de hacer cambios estructurales en nuestras leyes de trabajo, los regímenes fiscales y en los sistemas que garantizan el acceso a derechos sociales. En 2021 será indispensable apoyar a las personas para que se capaciten laboralmente, adquieran experiencia y orientación laboral. La tercerización es capaz de ofrecer de manera legal y expedita oportunidades para que las personas tengan un trabajo formal, incluyente,
productivo y dinámico. Por ello, la subcontratación será parte de esta ecuación. En esta edición de su boletín semanal, TallentiaMX pone a tu disposición un análisis de cuál será el panorama laboral para América Latina ahora que la pandemia ha derrumbado las expectativas de crecimiento para la región. Con él, además de brindarte información oportuna, proponemos algunas soluciones que pueden ayudar a que, juntos, salgamos adelante.
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NOTICIAS DE LA SEMANA
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COVID-19 provoca una inmensa pérdida de empleos e ingresos en todo el mundo, América Latina la más afectada
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e acuerdo a los resultados del análisis Observatorio de la OIT: la COVID‑19 y el mundo del trabajo. Sexta edición, “la pérdida de horas de trabajo a nivel mundial en los primeros nueve meses de 2020 ha sido ‘sustancialmente mayor’ que la prevista en la edición anterior de dicho Observatorio (publicada el 30 de junio)”.
Dicha pérdida de horas de trabajo a escala mundial para el segundo trimestre (T2) de este año arroja una pérdida del 17.3%, lo que representa 495 millones de empleos equivalentes a tiempo completo (considerando una semana laboral de 48 horas). Para el tercer trimestre de 2020 se prevé una pérdida mundial de horas de trabajo del 12.1% (345 millo-
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L ● a tasa de desocupación en América Latina podría llegar hasta 13% este año debido a la pandemia, esto representa un número récord de desempleados de 41 millones de personas. nes de empleos equivalentes a tiempo completo). “En América se registró una pérdida de horas de trabajo de alrededor del 28.0% en el segundo trimestre de 2020, a sa-
ber, 105 millones de empleos a tiempo completo equivalentes […]. Se trata de la pérdida más acusada de las principales regiones geográficas, y constituye la mayor revisión al alza desde que se publicó la quinta edición del Observatorio de la OIT”, menciona el Observatorio sexta edición. En el caso de la subregión de América Latina, la pérdida de empleos equivalentes para el T2 de 2020 fue de 80 millones (que se suman a los 9 millones desaparecidos en el primer trimestre). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que para el tercer trimestre la región de Latinoamérica perderá 60 millones más.
NOTICIAS “La gran cantidad de horas de trabajo perdidas ha propiciado asimismo a una notable pérdida de ingresos provenientes del trabajo. Se estima que la pérdida de ingresos a escala mundial a lo largo de los tres primeros trimestres de 2020 (sin tener en cuenta la aplicación de medidas para sustentar esos ingresos) se eleva al 10.7% (con respecto al mismo periodo de 2019), que corresponde a 3.5 billones de dólares estadounidenses, a saber, el 5.5% del PIB mundial para los tres primeros trimestres de 2019”, refiere el Observatorio sexta edición. La mayor reducción se dio en los países de ingresos medianos bajos, en los que la pérdida de ingresos provenientes del trabajo alcanzó el 15.1%. En América se registra una pérdida del 12.1%; por su parte, a
nivel subregional, en América Latina dicha pérdida de ingresos es del 19.3% de los ingresos laborales, lo que representa el 10.1% del PIB o 495 mil millones de dólares.
Tasa de desocupación Previamente, la OIT había estimado que la tasa de desocupación promedio de la región, que a fines de 2019 era de 8.1%, podría subir entre 4 y 5 puntos porcentuales. “Ese aumento sin precedentes en la tasa de desocupación regional implica un récord histórico de 41 millones de desempleados, lo cual va a repercutir sobre la estabilidad económica y social de nuestros países”, explicó el director de la Oficina de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
El análisis Panorama Labo‑ ral en tiempos de la COVID-19: impactos en el mercado de trabajo y los ingresos destaca que el más reciente pronóstico del Banco Mundial estima una caída en el crecimiento económico de -7.2% lo cual llevaría la tasa de desocupación hasta 12.3%, mientras que si se consideran los últimos datos del FMI de una contracción de -9.4% los niveles de desempleo llegarían hasta 13%. “En números absolutos, esas tasas implican un aumento en el número de personas que buscan empleo y no lo consiguen de 26 millones antes de la pandemia a 41 millones en 2020”, dijeron especialistas de la OIT. Fuente: OIT / TallentiaMX
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BID: 24 millones de trabajos se han perdido en América Latina y el Caribe por el COVID-19
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n América Latina y el Caribe se han perdido al menos 23.9 millones de trabajos, entre febrero y julio de este año, a raíz de la crisis del coronavirus, lo que representa el 12.5% del empleo total. Así lo certifican los datos del Observatorio Laboral COVID-19 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tomando la información de los siete países con información de encuestas de empleo (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay). Las pérdidas de empleo ocasionadas por COVID-19 superan las de cualquier otra crisis vivida en la región. Por ejemplo, en la crisis global de 20082009, el desempleo afectó a 22 millones de personas en todo el mundo. Si bien no se observan patrones homogéneos de pérdida de empleo
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por género, sí lo hay por grupos de edad, siendo los menores de 25 años quienes sufren las mayores pérdidas. El Observatorio Laboral COVID-19 del BID también refleja la pérdida de 7.7% del empleo
L ● as pérdidas de empleo ocasionadas por COVID-19 superan las de cualquier otra crisis vivida en la región: en la crisis global de 20082009, el desempleo afectó a 22 millones de personas en todo el mundo.
formal en la región, equivalente a 3.4 millones de puestos de trabajo, de acuerdo con los registros administrativos disponibles para ocho países (Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, México, República Dominicana y Uruguay). Aunque se estima que en toda la región se pueden perder hasta 17 millones de empleos formales en un escenario prolongado de crisis. “Los datos nos demuestran que, en países como Chile, Colombia, México o Uruguay, la gran mayoría de los empleos perdidos estaban en el sector servicios, donde hay un componente alto de interacción social y principalmente pertenecían a trabajadores informales o a trabajadores formales de bajos ingresos”, explica Oliver Azuara, economista se-
NOTICIAS nior de la División de Mercados Laborales del BID. “En una región donde la desigualdad es un problema grave y generalizado, que el impacto negativo en el empleo haya recaído en los más vulnerables es un aspecto de máxima preocupación”, subraya Azuara. El Observatorio Laboral COVID-19 es una herramienta que ofrece información oportuna y relevante sobre el impacto de la pandemia en los mercados laborales de América Latina y el Caribe. Así, pone en un mismo sitio información tradicional (encuestas) y complementaria (registros administrativos y vacantes de empleos), junto con otros datos sobre la importancia relativa del desempleo en la discusión pública (como medios electrónicos y redes sociales). De esta forma, es posible conocer, por ejemplo, que el número de vacantes anunciadas en diferentes bolsas de empleo en línea ha caído a la mitad en la región, “un indicador complementario del mercado laboral que nos da indicios claros de cómo será la tendencia de cara a los próximos meses”, explica Mariano Bosch, economista principal del BID. Fuente: BID
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Brechas de desempleo ante la crisis sanitaria en América Latina: estrategias de prevención
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as condiciones económicas a nivel mundial en consecuencia de la pandemia del coronavirus (COVID-19) señalan una crisis histórica. Las organizaciones internacionales estiman una caída del PIB global entre el 4.1 % y 6 % para este año, seguido de una recuperación gradual en 2021. Para el caso de América Latina y el Caribe, denotan su peor recesión registrada. El informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) señala una reducción en estas economías del -9.4% para este año, acompañado de una reactivación del 3.7% en 2021. La pregunta es: ¿cuáles son las políticas de prevención que los países de América Latina están aplicando frente a la crisis sanitaria, en relación con el mercado de trabajo?
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●América Latina y el Caribe denota su peor recesión registrada. El informe del FMI señala una reducción en estas economías del -9.4% para este año.
servatorio Laboral COVID-19, la pérdida de empleos en 7 países de Latinoamérica se resume en un total de 26.46 millones de trabajos, durante el periodo del mes de febrero hasta el 22 de agosto de 2020.
Este choque exógeno ha generado efectos negativos en las distintas economías de América Latina; por lo tanto, es necesario fomentar alternativas con el objetivo de mitigar estos impactos sobre el mercado de trabajo.
Por el lado de las personas ocupadas durante los meses de febrero a julio de 2020, Brasil lidera con gran significancia —en el segundo mes de este año, contaban con un total de 95.7 millones de trabajadores— seguido por México con 55,352,304 personas ocupadas en marzo del presente año. En tercer y cuarto lugar, se sitúa Colombia y Argentina, con 22 millones (febrero) y 12 millones (marzo) para el país argentino.
De acuerdo con las cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través del Ob-
Por otra parte, el promedio de las pérdidas en este periodo, deja en evidencia el impacto
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del COVID-19 en la región. Se observa que la disminución en este periodo supera significativamente la media de trabajadores ocupados; en el caso de México, se presenta una pérdida de -11,773,512 individuos (marzo-mayo), superando con creces el porcentaje de los países estudiados. Colombia presenta una pérdida de
-4,743,404 en el periodo de febrero a mayo, seguido de Brasil con -4,469,000; pese a que promedia un mayor número de trabajadores, no presenta pérdidas significativas como en el caso de los demás países.
tran afiliados en alguna institución de salud y las pérdidas que han presenciado durante el periodo de estudio. Entre los hallazgos detectados se encuentra que, en México, el promedio de los trabajadores cotizantes en este año (febrero-julio) es mayor en comparación con los países en América Latina; sin embargo, se perdieron -1,117,584 de empleos formales, por encima del -30%. En segundo lugar, Argentina acumula aproximadamente el 17% de empleos formales de febrero a abril; en cambio, las pérdidas no superan este porcentaje en comparación con México, Colombia, República Dominicana, entre otros. Para finalizar este análisis, es importante señalar que, en valores absolutos, la brecha entre la población ocupada y los trabajadores afiliados es bastante amplia, exhibiendo la falta de empleos formales en esta región y el acceso a un seguro de salud. A manera de conclusión, vale decir que esta epidemia ha generado fuertes contracciones en las distintas economías del mundo; por este motivo, es necesario iniciar un proceso de recuperación integrando políticas económicas para subsanar las variables afectadas. Fuente: Nexos / Esteban Emilio Ramos Barajas
Desde otra perspectiva, los promedios sobre los trabajadores formales que se encuen-
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América Latina y el empleo en la era del COVID-19: el futuro se adelantó
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o hay dudas: al vértigo productivo y tecnológico y las crisis recurrentes, hay que añadirle el vértigo de la pandemia. América Latina frente a una nueva tormenta: ¿está la región preparada para nuevas formas de trabajo y educación? Desde el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), junto a Google y la Asociación Latinoamericana de Internet, realizamos una investigación a partir de una encuesta a más de 1,100 empresas en Argentina, Chile, Brasil, México y Colombia, sobre el futuro del empleo, competencias y habilidades, en sectores con potencial exportador. Los hallazgos son reveladores y nos dan una radiografía precisa de dónde estábamos parados el día cero de la pandemia y hacia dónde deberíamos ir.
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Sólo el 24% de las compañías utiliza el teletrabajo regular y 33% esperaba que esta modalidad creciera en el futuro. En el caso de las empresas de servicios, este valor asciende al 41%, aunque actualmente, con la pandemia a escala planetaria, seguro que esta cifra es mucho mayor. Las compañías debieron haberse ajustado. No es un escenario fácil. A la caída brutal de la demanda, se suman las limitaciones de oferta. Mucho se habla en estos días del teletrabajo, pero por más que las firmas puedan hacer efectiva esta modalidad, son sólo algunas las que podrán seguir produciendo los mismos bienes y servicios en un escenario azotado de adversidades. La región se encuentra por primera vez en mucho tiempo frente a una encrucijada sin un horizonte claro a la vista.
S ● ólo el 28% de las firmas realiza inversiones en investigación y desarrollo. Estas pocas empresas seguramente están más fuertes para enfrentar la crisis.
Entre las compañías existe una elevada difusión de las tecnologías 4.0: el 60% de las empresas adoptó tecnologías de plataformas digitales, servicios móviles y de computación en la nube. De todas ellas, el sector que más innovó fue el de servicios. Hasta ahora, el avance tecnológico era sinónimo de crecimiento y progreso. Hoy ya no es suficiente. Este cata-
NOTICIAS clismo en el que estamos inmersos, nos lleva a cuestionarnos si, incluso estas empresas, podrán salir ilesas de la crisis o al menos no tan perjudicadas. La pandemia parece encontrar a las empresas en un escenario de bajo interés en conocimiento, talento y tecnología. Sólo el 28% de las firmas realiza inversiones en investigación y desarrollo. Estas pocas empresas seguramente están más fuertes para enfrentar la crisis. La inversión en investigación y desarrollo es fundamental. La evidencia indica que cuanto más se invierte en I+D, más se incrementa la productividad. La colaboración Estado-empresas también deja mucho que desear. El 32% de las firmas desconoce la existencia de planes gubernamentales para capacitar trabajadores y el 24% no participaba de estos, según dicen, debido a procesos administrativos engorrosos. Si antes sentíamos tener un Estado ausente, deficiente y remoto, hoy es momento de tener un Estado más presente y en acción. Las habilidades más demandadas por las empresas son: resolución de problemas complejos, manejo de procesos, ciencia, tecnología, ingeniería y matemática y habilidades emocionales y conversacionales. Y 3 de cada 10 firmas declaran carencia de personal en este sentido.
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Ante a estos retos en el mundo laboral tan apremiantes: ¿hacia dónde deben dirigirse las políticas vinculadas con educación y empleo para aligerar la tormenta? Actualización de los contenidos en educación. En los últimos 20 años, América Latina ha buscado aumentar la cobertura y el acceso a la educación. Esta fue una respuesta acertada y lógica a los problemas históricos de exclusión. Pero existe insuficiente actualización en los contenidos formativos, profundizándose la distancia que separa las habilidades y competencias de los trabajadores en relación a los requerimientos del sector productivo. Como la investigación
realizada por el INTAL-BID evidencia, se enseñan disciplinas que la sociedad no necesita. Es necesario entender que este es un desafío enorme. Hasta ahora, a pesar de que no contábamos con trabajadores que tuvieran las habilidades que realmente se demandan, teníamos claro cuáles eran esas habilidades. Pero ahora hay que barajar y dar de nuevo. Hoy se necesitan más médicos, enfermeros/as, especialistas en comercio electrónico, repositores/as de supermercados y operarios/as para fábricas alimenticias, por nombrar algunos. Cuando pase la tormenta podremos saber cómo efectivamente cambió la demanda y
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NOTICIAS recién ahí podremos capacitar a trabajadores y educar a estudiantes en función de ella. El desafío se ha duplicado. Las políticas vinculadas al mundo laboral y educativo no deben ser esfuerzos aislados. Hay claras sinergias por aprovechar a partir de la colaboración entre países y entre los acuerdos y bloques de integración que existen. Una de las lecciones es la importancia de la coordinación a nivel regional y global. Es necesario por lo tanto reimaginar las políticas, para que la oferta labo-
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S ● ólo el 28% de las firmas realiza inversiones en investigación y desarrollo. Estas pocas empresas seguramente están más fuertes para enfrentar la crisis.
todos de aprendizaje que tengan en cuenta las limitaciones en el acceso a internet y empresas que adopten métodos flexibles como el teletrabajo. El COVID-19 nos obliga a reflexionar: cómo readaptarnos a las nuevas formas de trabajo, conexión y educación. Nada será como antes. El desafío es no sucumbir en el intento. El futuro se adelantó y es hoy. Fuente: Clarín / Ana Basco
ral no se aleje aún más de la demanda, con colaboraciones público-privadas, nuevos mé-
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Las nuevas tecnologías pueden impulsar la recuperación del empleo en América Latina, según estudio del BID
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l COVID-19 ha actuado como un catalizador de tres tecnologías que habían tenido una adopción lenta hasta hace apenas unos meses: el teletrabajo, las plataformas digitales de trabajo bajo demanda y la capacitación en línea. Esto se evidencia en el incremento del número de descargas de aplicaciones relacionadas con estas actividades, según destaca el trabajo ¿Cómo puede la tec‑ nología facilitar la recuperación del empleo tras el COVID-19? elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En esta publicación, el BID analiza las implicaciones del incremento en el uso de este tipo de aplicaciones y destaca las principales oportunidades y desafíos que enfrenta la región para expandir estas modalidades de trabajo y formación.
El reporte plantea que las nuevas tecnologías se han convertido en alternativas viables para facilitar la reconstrucción de los mercados laborales. Entre enero y marzo de 2020, las
L ● as aplicaciones de capacitación en línea tuvieron un incremento de descargas de 183% en marzo de 2020. Dicha capacitación permite la reconversión laboral de los trabajadores, la cual es crucial para evitar despidos.
descargas mensuales de aplicaciones de teletrabajo en la región pasaron de alrededor de 750 mil a 15 millones, es decir, 20 veces más que en períodos previos. En el caso de las plataformas de trabajo bajo demanda, las descargas de aplicaciones de entrega a domicilio incrementaron un 50% en promedio en este período, y las de aplicaciones de trabajos semiprofesionales o profesionales independientes (lo que se conoce como freelancing) se incrementaron un 30%. En lo que respecta a las aplicaciones de capacitación en línea, hubo un incremento de descargas de 183% en marzo de 2020 respecto del mismo mes en 2019. Dicha capacitación permite la reconversión laboral de los trabajadores, la cual es crucial para evitar despidos.
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“Estas tres tecnologías pueden constituir una alternativa viable para aminorar el efecto adverso de la pandemia en los mercados laborales de la región y contribuir a tener trabajadores mejor preparados, más resilientes y productivos, pero aún persisten numerosos retos”, afirma Oliver Azuara, especialista sénior de la División de Mercados Laborales del BID y coautor de la publicación. “Para promover su adopción masiva e inclusiva por parte de empresas y trabajadores, es necesario ampliar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, impul-
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sar iniciativas para facilitar el desarrollo de habilidades digitales en la población y rediseñar los sistemas de aseguramiento social para que todas las personas, independientemente de su condición laboral, estén protegidas contra riesgos de salud y vejez”, agrega Azuara. El acceso a internet en América Latina y el Caribe está por encima de otras regiones del mundo. Sin embargo, la mayoría se da mediante dispositivos móviles, lo que limita el tipo de actividades que pueden llevarse a cabo. La población con acceso a internet se sitúa en el
60%, por encima de Asia-Pacífico, África y Oriente Medio. La banda ancha tiene un acceso limitado en comparación con países más desarrollados: una tercera parte de la población cuenta con suscripciones de banda ancha fija en los países de ingresos altos, mientras que en América Latina y el Caribe apenas llega al 14%. Esto reduce el tipo de actividades que se pueden llevar a cabo por parte de los usuarios. Fuente: BID
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El futuro del trabajo: ¿qué aprendimos con la pandemia?
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os planes que tenían las empresas para aprovechar los avances tecnológicos o mejorar las prácticas de trabajo remoto se aceleraron drásticamente en la primera mitad de 2020 debido a la pandemia. Un estudio reciente de FreeForm Dynamics, auspiciado por Cisco, entrega una nueva perspectiva sobre el espacio de trabajo moderno, a partir de experiencias de usuarios reales de todo el globo. Basado en ese documento, este blog resume las 6 lecciones principales aprendidas y su impacto a futuro.
La agilidad empresarial La capacidad de adaptación y de responder rápidamente a los eventos y a las condiciones cambiantes ha sido mayor a la esperada. Y esto, por supuesto, incluye a Latinoamérica. La medida de la agilidad digital de las organizaciones viene de la facilidad de adaptación al nuevo
D ● e los líderes consultados, el 73% reconocen dificultades para mantener la moral y la energía de los equipos de trabajo. modo de trabajar. Se destacan en las respuestas aquellas organizaciones que se sienten “confortables con el cambio”. Esa actitud luego se extrapola a cualquier problema emergente, oportunidad, tecnología o idea; las empresas con una mentalidad ágil tienden a actuar de forma rápida, proactiva y decisiva mientras que otras se quedan inertes y pierden fuerza. Es esperable que las que fueron más lentas en esta ocasión, hayan aprendido de ese llamado de atención.
El valor real de las opciones de la tecnología moderna Como nunca, la tecnología ha mostrado su poder de habilitar posibilidades. Un entorno tecnológico adecuado es fundamental para moverse rápida y efectivamente. Si se está luchando contra sistemas antiguos que son difíciles de extender, escalar o cambiar, los procesos de transformación se vuelven lentos e, incluso, imposibles. La pandemia ha puesto en evidencia estas limitaciones: el 64% de los encuestados refiere que su adopción de tecnologías de colaboración basadas en la nube se ha acelerado. Y un 58% también reconoce que muchas de las herramientas necesarias ya estaban disponibles desde antes de la pandemia, pero habían sido ignoradas.
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NOTICIAS La verdadera naturaleza de la productividad La adopción de enfoques modernos como el uso de equipos virtuales y ágiles ha tenido gran impacto en la productividad. Es fundamental que haya un equilibrio entre confiar en los empleados con mayor flexibilidad y autonomía, y mantener el control. Algunos empleados que antes asistían diariamente a una oficina reconocen que -sin todas las interrupciones y distracciones de ese lugar- se han vuelto mucho más productivos. No se puede generalizar, pero si
además tenemos en cuenta que algunos empleados pueden trabajar mejor que otros sin supervisión, las variaciones en las percepciones en torno a la productividad son perfectamente comprensibles.
La naturaleza esencial de la interacción social Con la adopción de herramientas de colaboración digital, muchas de las reuniones de trabajo habituales pueden llevarse a cabo casi sin contratiempos. Durante esta fase de transición a un lugar de trabajo post-pandemia, se debe adoptar un en-
foque flexible con “lo mejor de ambos mundos”, que equilibre los beneficios del trabajo tanto virtual como físico. Los líderes deben reconocer el valor de impulsar medidas y capacitar a los empleados para que permanezcan socialmente conectados.
El futuro de la salud y el bienestar El impacto que ha tenido la situación desatada por la pandemia en la salud física y mental de las personas ha sido innegablemente profundo. Muchas organizaciones se han transformado a un ritmo sin precedentes, enfrentando desafíos de adaptación a lo largo del camino. De los líderes consultados, el 76% reporta que los empleados han encontrado dificultades en mantener el balance entre la vida personal y la laboral, mientras que un 73% reconocen dificultades para mantener la moral y la energía de los equipos de trabajo. Afortunadamente el reporte también muestra que ya muchos gerentes y altos ejecutivos dejaron atrás el tradicional estilo autocrático de liderazgo, en favor de un enfoque más flexible, transparente y centrado en la persona.
La oportunidad de extender el talento El trabajo remoto abre posibilidades de mejorar la inclusión: contar con empleados que antes no estaban disponibles por razones de distancia, difi-
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NOTICIAS cultad de traslado o impedimento físico. Las prácticas de búsqueda de talento y reclutamiento pueden ser adaptadas para superar las barreras de la locación de la oficina, rompiendo las brechas geográficas, sociales, educativas, culturales y económicas. Llegar a los “nativos digitales” – Generación Z – también surge como un tema prominente, pues la práctica de trabajo a distancia significa una perspectiva atractiva para la generación más joven. Y aunque es imposible generalizar, la preferencia investigada de la Generación Z por un empleador digital, flexible y diverso probablemente colocará a las organizaciones que valoran la autonomía, la inclusión y la presencia virtual en una ventaja competitiva.
La próxima agenda de transformación del espacio de trabajo Cuando las restricciones cedan, en algunas organizaciones habrá una tentación de “volver hacia atrás” en los avances del trabajo remoto. Sin embargo, tiene sentido capitalizar las experiencias y aprendizajes de este período pandémico y tomarlas como ventajas para la generación de agilidad organizativa. El estudio demuestra que más del 60% de las organizaciones ya cuentan con una iniciativa firme de transformación. Fuente: Cisco / Pablo Marrone
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Business as unusual: la pandemia y el futuro del trabajo
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a pandemia por el COVID-19 marcó un antes y un después en la forma en que las personas llevan a cabo sus actividades cotidianas. Por su alta capacidad de transmisión, el impacto del virus ha sido disruptivo y se ha extendido a múltiples sectores de la sociedad, particularmente en el mundo del trabajo. A fin de contener la propagación de los contagios y con ello evitar la pérdida irreparable de vidas humanas, los Gobiernos de prácticamente todos los países se vieron en la necesidad de adoptar medidas de contención y confinamiento a gran escala. Las medidas adoptadas permitieron evitar, hasta cierto punto, una rápida propagación del virus en ciertos países, a costa de una parálisis en la
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J● óvenes Construyendo el Futuro, el próximo año estaría en capacidad de atender solamente a 590,000 becarios.
economía mundial ya que muchas empresas se vieron forzadas a detener sus actividades, algunas de manera temporal y otras de forma permanente. A su vez, esto propició una interrupción en las cadenas globales de valor en amplios sectores, especialmente en el de servicios, lo cual ha desencadenado en una profunda crisis económica no vista desde la Gran Depresión.
Más allá de la forma en que se desarrolle la pandemia en los próximos meses, trajo consigo cambios que prometen evolucionar la forma de trabajar de cara al futuro, los cuales se acentuarán aún más en la medida que se recuperan las economías y avanzan las transformaciones tecnológicas en el mundo laboral. Sin embargo, estos cambios conllevan la desaparición o la sustitución de algunos empleos tradicionales por otros de nueva generación que demandan mayores conocimientos y habilidades digitales por parte de los trabajadores. En ese sentido, han surgido algunas preocupaciones, especialmente ante la duda sobre si realmente estaremos preparados para aprovechar
NOTICIAS las nuevas oportunidades que podría ofrecer el futuro del trabajo, una vez superada la crisis en la que el mundo se encuentra inmerso.
El futuro del trabajo: ¿una nueva normalidad? Antes de la pandemia ya había un amplio debate sobre las implicaciones que la tecnología tendría sobre el futuro del trabajo. Aunque este futuro está cada vez más próximo, más aún por el fuerte impulso que la pandemia le ha dado a la digitalización de la economía y el trabajo. Muchas empresas avanzan, por un lado, hacia una mayor digitalización de sus procesos, especialmente de suministro y comercialización, a fin de reducir los riesgos ante posibles nuevas interrupciones en las cadenas globales de valor, y con ello mejorar la coordinación de sus operaciones y aumentar su productividad. Por el otro, buscan migrar su producción hacia sistemas digitales más sofisticados e incluso automatizados, con lo cual harían mucho más eficientes las operaciones mediante la reducción de tiempos, costos y empleo de recursos humanos. Dichos procesos ya pueden observarse, por ejemplo, con la adopción del teletrabajo como una nueva forma de trabajo, y mediante la cual los empleados pueden llevar a cabo sus actividades desde casa o cualquier otro lugar que no requiera estar presente físicamente en un espacio determi-
nado. Ante las restricciones y las medidas de confinamiento, este esquema permite que los trabajadores continúen desarrollando sus actividades laborales, sin poner en riesgo su salud ni su principal fuente de ingreso. De acuerdo con un análisis realizado por el Pew Research Center, en los primeros 3 meses de la pandemia en Estados Unidos, el 90% de la pérdida de empleos provino de los puestos de trabajo que no podían adaptarse al teletrabajo. Además, la OIT calcula que en los países de altos ingresos, el 27% de los empleados podría trabajar de forma remota desde su hogar, ya que tienen el tipo de trabajo y cuentan con acceso
a la infraestructura y las tecnologías que lo hacen posible. Sin embargo, esta nueva forma de trabajo presenta algunas complejidades inherentes: 1) la falta de regulación y mecanismos para asegurar su cumplimiento; 2) las brechas digitales que impiden realizar el teletrabajo, sobre todo en el sector informal, y 3) la necesidad de acceso a infraestructura y conocimientos esenciales para poder desarrollar el teletrabajo de manera eficiente. Si bien los avances tecnológicos han revolucionado la vida laboral y prometen transformar aún más el mundo del trabajo, suponen desafíos y oportunidades en el mediano
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NOTICIAS plazo. Por ejemplo, la automatización y los avances en la inteligencia artificial sustituirán buena parte de los empleos actuales en múltiples sectores. De acuerdo con la OCDE, en México el 60% de los empleos tienen un riesgo alto o significativo de automatización en los próximos 10 a 15 años, y un 32% adicional de los trabajos puede cambiar de manera significativa. No obstante, las nuevas formas de compartir conocimiento mediante las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la infotecnología facilitarán la creación de nuevas industrias y ocupaciones con mejores salarios, especialmente en el sector servicios. La paradoja es
que, ante la falta de habilidades digitales en países como México, será difícil aprovechar las vacantes y habrá escasez de oportunidades laborales para los más desfavorecidos. El 31% de las empresas en el país asegura tener dificultades para encontrar las habilidades que requieren en los trabajadores, y es que 6 de cada 10 trabajadores mexicanos no tienen competencias básicas en TIC o carecen totalmente de experiencia en informática. Es muy probable que la recuperación económica después de la pandemia genere nuevas oportunidades de empleos, mismos que podrían volverse obsoletos en la medida que
avanza la digitalización de la economía y el trabajo. A pesar de que esto tomará tiempo, podría dejar desprotegidos a los grupos más vulnerables, con especial atención en los jóvenes. Por lo tanto, una estrategia de recuperación del empleo debe estar centrada en desarrollar las capacidades de la fuerza laboral para los trabajos del mañana, y preocuparse menos en cuidar los del presente. En 2018, la presidencia argentina del G-20 colocó la agenda del Futuro del Trabajo como un tema transversal que abarca varias líneas de trabajo en este sentido. Asimismo, la Declaración del Centenario de la OIT sobre el futuro del trabajo adoptada en 2019 es un referente importante al respecto. La pandemia es una oportunidad para reconstruir mejor el modelo laboral para que sea uno más incluyente, pues representa un cambio en la forma en cómo las sociedades conciben el futuro del trabajo, lo cual necesariamente pasa por tener sistemas educativos más robustos y con una estructura centrada en la ciencia y la tecnología. En ese sentido, la “nueva normalidad” exigirá también un cambio de paradigma en la enseñanza y la forma en que las personas aprenden y se preparan para responder a las nuevas exigencias de la era digital. Fuente: Foreing Affairs / Jorge O. Armijo de la Garza
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LECTURAS RECOMENDADAS
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LECTURA RECOMENDADA
El impacto de la crisis sanitaria del COVID-19 en los mercados laborales latinoamericanos Por Jürgen Weller et al / CEPAL Te recomendamos leerlo porque mide el impacto que está teniendo la pandemia en el mercado laboral de América Latina, el cual de origen se caracteriza por una gran informalidad y precariedad laboral.
¿Sabías que? La CEPAL prevé que los países de la región no lograrán una rápida reactivación de su mercado laboral. Más bien, las tasas de desocupación se mantendrán elevadas por un tiempo relativamente prolongado y en un contexto de una limitada generación de empleo del sector formal. Además, por un tiempo prolongado se registrarán mayores niveles de informalidad y la productividad laboral media deprimida.
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a pandemia del COVID-19 y las medidas de su contención tuvieron un impacto masivo en el empleo en los países latinoamericanos para los cuales se dispone de información. Si bien con diferencias marcadas entre estos países, en todos ellos la tasa de ocupación cayó fuertemente. El nivel del empleo se contrajo marcadamente en todos los países, con caídas de alrededor de un 10% en Chile y Colombia, alrededor de 5% en el Brasil y alrededor de 30% en Lima Metropolitana. En términos absolutos la pérdida de empleo afectó a alrededor de 7.8 millones de personas en el Brasil, 4.2 millones en Colombia, 2.4 millones en Lima Metropolitana y 1.6 millones en Chile. En México, caso que se analizará más adelante, entre marzo y mayo de 2020 se perdieron aproximadamente 12.2 millones de empleos.
Adicionalmente, aumentó la proporción de personas con suspensión temporal y se registraron bajas en las horas medias trabajadas por semana. Por lo tanto, la marcada caída de la tasa de ocupación no refleja por sí sola la contracción de las actividades económicas y laborales. El impacto de esta caída masiva del nivel del empleo en la tasa de desocupación abierta fue atenuado por un fuerte retiro del mercado laboral, determinado probablemente por la percepción de la inexistencia de vacantes y de la dificultad de hacer búsquedas presenciales en el contexto de la urgencia de mantenerse en su casa. Aun así, en casi todos los países la tasa de desocupación subió a niveles históricos. Las ramas de actividad más afectadas han sido el rubro de alojamiento y restaurantes y construcción. Otras ramas con el empleo muy golpeado fueron las actividades de arte
LECTURA RECOMENDADA cambios legales. Ocupados con mayores niveles de cualificación están, además, proporcionalmente más insertos en los rubros mencionados que han registrado una mayor estabilidad del empleo. Otro grupo ocupacional fuertemente afectado por la destrucción de empleo han sido los jóvenes. Esto es especialmente preocupante en vista de que las características iniciales de la inserción al mercado de trabajo suelen influir la trayectoria a lo largo de la vida laboral.
y entretención, el comercio y ciertos servicios. Los únicos rubros con el empleo relativamente estable han sido la administración pública, la salud, la educación y los servicios básicos (electricidad, gas y agua). En general, el empleo informal se contrajo más que el formal, en primer lugar por una contracción del sector informal, ilustrado por las marcadas caídas del empleo en categorías de ocupación que habitualmente forman este sector, como el trabajo por cuenta propia, el servicio doméstico y el trabajo no remunerado. En segundo lugar, contribuyó a la caída de los índices de informalidad la destrucción de empleo más precario e inestable y en categorías de ocupación mayoritariamente más formales, especialmente el empleo asalariado en empresas privadas.
La masiva pérdida del empleo informal indica que el impacto de la crisis sanitaria ha sido más fuerte en los segmentos vulnerables de bajos ingresos. Este efecto de la crisis que profundiza la desigualdad en el mercado laboral se confirma con la información sobre la variación de empleo por grupo de ocupación y por nivel educativo (trabajadores de menores niveles de cualificación formal y, generalmente, de menores ingresos y en condiciones laborales más precarias e informales, legados al comercio, la artesanía, la agricultura, etc.). En el otro extremo, ocupados con mayores niveles de cualificación y que se desempeñan en actividades que pueden realizarse (profesionales, científicos e intelectuales), por lo menos en parte, por teletrabajo han podido mantener su empleo en un mayor grado, en algunos casos facilitado por
El impacto de la pandemia del COVID-19 en el empleo obviamente ha incidido en fuertes caídas de los ingresos laborales, primero por la destrucción de empleo, segundo por esquemas de suspensión del trabajo con los cuales se mantiene el vínculo laboral, pero acompañado por un menor ingreso, tercero por una reducción de las horas trabajadas y cuarto por acuerdos de reducción de salarios. Las contracciones del empleo se concentraron en los meses de marzo y abril, y aparentemente se suavizaron en mayo. En Colombia y México se constata incluso una leve recuperación de la tasa de ocupación. Por lo menos en el caso de México ésta, sin embargo, no es reflejo de una reactivación incipiente del aparato productivo, como refleja la persistente caída del empleo registrado y el hecho de que el aumento del empleo se centró en activi-
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LECTURA RECOMENDADA dades informales. Por lo tanto, detrás de esta reversión parcial de la caída de la tasa de ocupación estaría la urgencia de hogares de bajos ingresos y reducidos ahorros de generarse ingresos para su subsistencia.
des levanten las medidas de confinamiento y las restricciones para las actividades económicas y laborales inciden en el retorno al mercado laboral, incluyendo la reactivación del empleo formal.
Es de suponer que son principalmente dos factores que inciden en estos incrementos tempranos del empleo. En primer lugar, el éxito de las medidas de confinamiento para contener la expansión de los contagios del COVID-19 depende en buena parte de su acompañamiento por medidas de protección social o laboral que reducen la necesidad de generar ingresos laborales, sobre todo para hogares de bajos ingresos y pocos ahorros. En segundo lugar, la velocidad y forma en que las autorida-
Como indican datos de los Estados Unidos, una gran parte de las personas contratadas cuando se reactivan los diferentes negocios son las mismas personas que habían trabajado allí previamente. Obviamente, esto es el motivo de los diferentes esquemas diseñados para que se mantenga el vínculo laboral aún en el periodo en que el negocio no tiene actividad económica o la tiene en un nivel considerablemente menor. De esta manera se evita los costos del matching para empleadores y trabajadores y
los costos de la capacitación en las tareas específicas del puesto de trabajo, con un impacto positivo correspondiente en la productividad. Para el caso de los Estados Unidos, se ha calculado que para un 70% de las empresas que reanudan sus actividades, un 90% o más de los trabajadores que contratan ya habían trabajado con ellas. Además, un 65% de las empresas que continuaron activas durante los primeros meses de la crisis, aunque a menor escala, y que volvieron a expandir sus actividades con las políticas de apertura contrataron, por lo menos en parte, a personas que habían despedido previamente. Sin embargo, es de temer que un número considerable de las empresas existentes previamente a la crisis sanitaria no lograrán reanudar sus actividades. Por ejemplo, la CEPAL estima que como consecuencia de la crisis sanitaria en la región cerrarían 2.7 millones de empresas formales, con la pérdida correspondiente de 8.5 millones puestos de trabajo. Para los Estados Unidos se ha estimado que entre 32% y 42% de las personas que perdieron el empleo no volverían a la empresa en la que trabajaron previamente. Además, es de suponer que la gran incertidumbre que probablemente se mantendrá en los mercados por un tiempo prolongado, entre otros por la posibilidad de una segunda ola de contagios con el COVID-19, probablemente frenará la aper-
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LECTURA RECOMENDADA tura de nuevos negocios, la cual suele ser una fuente importante para la creación de nuevos empleos. Obviamente, en caso de un surgimiento de una segunda ola, las perspectivas de reactivación económica y laboral se deteriorarían aún más. También es de suponer que la crisis sanitaria aceleraría ciertas transformaciones del mercado laboral que ya estaban en curso, lo que implicaría que ciertos empleos no se reabrirán, otros se transforman y aún otros más surgen de manera más rápida que previamente. Esta reasignación de recursos responde a procesos de cambio estructural, los cuales históricamente han estado relacionados con aumentos de la productividad y del bienestar. Sin embargo, esto no siempre es así, tanto a nivel de las economías en el agregado como respecto a las trayectorias de los trabajadores. Respecto a las economías, para llegar a este resultado favorable se requiere que surjan empleos de productividad superior a los empleos que se pierden y que lo hagan en una cantidad suficiente para compensar dichas pérdidas. Específicamente para América Latina, la CEPAL destaca el riesgo de un cambio estructural regresivo gatillado por la contracción de rubros tecnológicamente intensivos. Respecto al impacto a nivel individual es un hecho establecido en la literatura que las pérdidas de empleo y la inserción en otras actividades sue-
len conllevar a una reducción de la productividad laboral y de los ingresos, en parte relacionadas con la pérdida de capital humano específico al rubro y a la empresa en que la persona se desempeñaba previamente. Una pérdida permanente de empleos pre-existentes para una cantidad considerable de trabajadores y la necesidad correspondiente de que éstos se reubiquen en nuevos puestos de trabajo tendría un impacto negativo para muchos de ellos, y también para la evolución de la productividad en el conjunto de las economías. De esta manera, es de suponer que los países de la región no lograrán una rápida reactivación de su mercado laboral. Más bien, las tasas de desocupación —que en muchos países ya antes de la crisis sanitaria estaban reflejando varios años de bajo crecimiento eco-
nómico y de débil generación de empleo productivo— se mantendrían elevadas por un tiempo relativamente prolongado, y en un contexto de una limitada generación de empleo del sector formal por un tiempo prolongado se registrarán mayores niveles de informalidad y la productividad laboral media deprimida. Personas pertenecientes a grupos vulnerables han sido especialmente afectados y es de suponer que conseguir un empleo de calidad será muy difícil para ellos en el futuro cercano. De esta manera la crisis sanitaria implica un serio retroceso respecto al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sos‑ tenible, especialmente el #8 que hace referencia al empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos. Lee el texto completo aquí.
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