Semana del 1 al 7 de julio de 2011· Año II · Número 060·
Precio 0,50 euros
La piscina de la Ciudad Deportiva se abrirá durante la primera quincena de julio P .7 ÁG
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Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez
Las fiestas de San Pedro se cierran con sabor agridulce: rutina, peñas y botellones continuados P 8 ÁGINA
Puente de piedra, iglesias y calles, espacios elegidos por los jóvenes para orinar P 11 ÁGINA
Moción para adecuar la margen izquierda del río El Pleno del Ayuntamiento aprobó, ayer, por unanimidad, solicitar a la Confederación Hidrográfica cambiar la actuación en el Valderaduey por una similar en el Duero
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FOTO: ESTEBAN PEDROSA
Miccionar sobre la Historia
Los políticos, cuando les interesa, suelen “orinarse” en la Historia; aquí, en Zamora, la gente, la joven, sin problemas de próstata, gustan de miccionar en la calle y, si es posible, en iglesias, puentes protogóticos y edificios civiles, como ha venido sucediendo durante este San Pedro, feria de la micción más larga. El viejo ayuntamiento, de cuando los Reyes Católicos, convertido en un meadero público.
El fallo judicial no detendrá las obras del Ramos Carrión
La sentencia condena a reintegrar las cosas a su estado primitivo
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47 niños saharauis, de vacaciones en Zamora Vivirán con familias zamoranas
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Estío y hastío
Mientras San Pedro, allá arriba, sigue guardando las puertas del Cielo, aquí, abajo, las ferias y fiestas bautizadas con su nombre concluyeron. Confieso que, salvo el olor a ajos y la movida por las Tres Cruces, debido a mi cercanía al lugar, apenas me enteré de lo que pasaba. La rutina lúdica me aburre, me convoca al tedio. Prefiere uno buscarse la vida en otros lares y matar el cansancio vital escuchando buena música, no la de Melendi y compañía, o leyendo a gente más inteligente que uno, de esos genios que nos muestran cuál es el camino, la verdad y la vida. San Pedro me sirve, no obstante, para cabalgar en mi memoria por los campos del recuerdo y encontrarme con gente que ya se fue, con personas a las que amé, con actuaciones memorables, de aquellas que te rascaban el alma, como las de Serrat o Aguaviva y, por qué no, hallarme con lo que fui y ya no soy. Como escribió Quevedo: “Soy un fue, un se-
rá y un es cansado”. También Zamora es un fue y una ciudad cansada de “exportar” juventud y con un será que quizá nunca se conjugue. En breve, el que pueda, porque se lo permite su cuenta bancaria, se irá de vacaciones, ese período en el que todo quisque trata de romper con lo cotidiano, sobre todo cuando lo de todo los días es inercia: el trabajo, que no te gusta, pero que tienes y hay que conservar; el matrimonio, que mantienes porque nadie interesante se cruzó en el bostezo de tu vida de pareja, y ver las caras de los mismos de siempre: la de los amigos, que no lo son, y los enemigos que nunca faltarán, porque el éxito mundano crea rivales por doquier. Las ciudades pequeñas, como esta Zamora del alma y de la envidia, te condenan a pensar en lo que el prójimo piensa de ti, en vez de reflexionar sobre el vínculo que estableces entre la palabra y el hecho, entre la ética y la estética. Estío y hastío. Fdo.: E. J. DE ÁVILA.