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Semana del 5 al 12 de diciembre de 2013· Año IV · Número 187 ·
Precio 0,50 euros
www.eldiadezamora.es
Las obras realizadas para instalar Alimerka en 2010 abrieron grietas en las viviendas colindantes, que aún siguen sin cerrarse P .7 ÁG
López señala al PP como causa de los males de Zamora
La suma de los gobiernos de Madrid, Valladolid, Diputación y Ayuntamiento “ha sido letal” FOTO: E.. PEDROSA
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Sucedáneos navideños
Hubo un tiempo en el que las familias zamoranas colocaban su árbol de Navidad, imitación de la moda navideña americana, que nos llegaba a través de películas tan hermosas como “¡Qué bello es vivir!”, de Capra. Después, nos hicimos ecologistas, perdonamos a los pobres abetos. Ahora, el Ayuntamiento nos instala un mecano de luces de colores para alegrar nuestra melancolía.
Buenos, malos y regulares ¡Sostiene, mi alter ego, que no hay izquierdas ni derechas ni centro, espacio que ocupan los pusilánimes, sino personas buenas, malas y regulares, que somos casi todos en este purgatorio que es la vida. He conocido gente que milita en partidos de izquierdas que es muy conservadora y personajes que llevan carné de partido conservador que son muy progresistas. Conozco malandrines en la siniestra y en la diestra. Y ángeles y querubines a babor y a estribor. También me sé de badulaques que no creen en nada ni en nadie y que han hecho carreras políticas formidables. Cierto que tengo más amigos marxistas, leninistas y castristas que franquistas y conservadores, que me gustan más los republicanos que los monárquicos, pero, reitero, valoro a las personas más allá de sus ideologías. En Zamora, lo más natural es ser conservador, porque lo da el románico y la niebla del Duero, el cereal y la lana de las ovejas. Habrá tiempo para explicarme. El
zamorano, más que conservador, es estático y cómodo. Mantiene el voto al mismo partido (recuerden que aquí siguió votándose a la UCD cuando ya se velaba el cadáver en Madrid) como el ama de casa continúa conservando el baúl de la abuela, donde se guardaban los trapos viejos, y el mueble del salón, herencia de un tío que se fue a las Américas. Ya no sirven para nada, pero da cosa bajarlos a la basura. Eso sí, tampoco se tolera que haya paisanos distintos, que piensen (un enorme mérito en esta ciudad), que posean personalidad para enfrentarse al que manda con argumentos, que imaginen un río duradero con aguas cristalinas y una ciudad sin nieblas. Y los hay entre nosotros. Son esos a los que las masas miran igual que se observa a un ternero con dos cabezas: con gesto huraño y rictus de sorpresa eterna. Yo, en principio, no soy ni de derechas ni de izquierdas, ni tan si quiera de mí mismo. E.J. de ÁVILA.
Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez