El Día de Zamora nº201

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201.01_EDZ 13/03/2014 21:20 Página 1

Semana del 14 al 20 de marzo de 2014 · Año V · Número 201 ·

Precio 0,50 euros

El PSOE reclama a la Junta de Castilla y León que cumpla con su promesa de construir un nuevo conservatorio P . 3 ÁG

· www.eldiadezamora.es ·

Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez

Martínez-Maíllo asegura que, en las elecciones europeas, se juega el futuro de España y de Zamora P .6 ÁG

Mantener el 90% de las zonas verdes cuesta un millón de € Izquierda Unida cifra en un 66% la privatización del servicio .4 5 P ÁGS

Y

La nueva Ley Agraria de la región nace con el consenso general Óscar Reguera concilia intereses del PP, oposición y sindicatos agrarios PÁG: 15

Foto: E. Onís

Semana Santa, hedonismo religioso

La política de las cigüeñas Las cigüeñas de la fotografía anidan en el Ayuntamiento. Esta semana, las zancudas blanquinegras libraron alados combates en el cielo municipal, como si quisieran imitar las otras batallas políticas, las que disputan los seres humanos, hombres y mujeres, que dedican su tiempo a la política. Si se dice que los canes adquieren el carácter de sus dueños, quizá este ave mítica, mágica, niñera, haya mimetizado el de los ediles zamoranos.

Se nos viene encima la Semana Santa, única época del año en la que Zamora existe. Cierto que nuestra Pasión ya no es lo que era. ¿Y qué fue? Una manifestación religiosa, teatral también, pero sin grandes interpretaciones; de alguna manera, supersticiosa, si se quiere, y muy doméstica, sin apenas convocatoria más allá de las fronteras zamoranas. La Semana Santa de este siglo XXI poco tiene que ver con la de hace 50 años. Los pasos más emblemáticos se han convertido en el único nexo entre la Semana Santa y la Semana Turística y, si queremos añadir más vínculos, hablaremos de túnicas y caperuces y muy poco más. Y, por supuesto, como no podría ser de otra forma, las cofradías históricas, la Vera Cruz, Jesús Nazareno y Santo Entierro dejaron, desde que fueron fundadas, las esencias de sus razones de ser y permanecer. No critico, en absoluto, esa pérdida de sustancia, de filosofía, de religiosidad y hermandad. Todo cambia. Dios tampoco es el mismo que premiaba y castigaba a los enemigos del pueblo de Israel. Tengo para mí que Dios ya dejó de creer en Dios. Y el Hombre, si cree en Dios, es por cobardía, porque tiene miedo de su ignorancia, de lo que será de él tras la muerte. Nada. No juzgo, porque no deseo ser juzgado; pero si alguien me sienta en el banquillo para juzgarme, buena jera. Por lo tanto, no me importa que los semanasanteros hayan renunciado a su fe y repitan, primavera tras primavera, procesiones más por tradición que por religión. Si la gente se lo pasa chanchi piruli durante los días de la Pasión, se comercios, restaurante y hoteles hacen cajas extraordinarias, si los adolescentes conocen la marcha nocturna por primera vez en sus vidas, me sentiré satisfecho, aunque un servidor ya no vibre ni con misereres ni con Thalberg. Fue mi fe. La perdí. Ahora, observo y analizo. Poco más. El Hombre es una Pasión inútil. FDO.: E. J. DE ÁVILA.


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