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Semana del 31 de octubre al 6 de noviembre de 2014· Año V · Número 234·
Parte del comercio integrado en AZECO vota contra los puestos navideños y promete más contundencia P .3 ÁG
Precio 0,50 euros
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Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez
Hoy, mañana y el domingo, La Tijera renueva su “Don Juan Tenorio”, en el teatro Principal P . 21 ÁG
Mateos conquistó la utopía
Muerte viva
Políticos e intelectuales reconocen en el profesor su papel esencial en la llegada a Zamora de la Fundación Ortega-Marañón PÁG. 6
FOTO: ENRIQUE ONÍS
Memoria de la muerte: polvo en el tiempo
No hay flor más hermosa que la que germina sobre el jardín de una tumba. En sus pétalos, escribe el alma poemas que no encontraron rima durante su vida; el cáliz es el lecho sobre el que descansa el espíritu y los estambres, labios que nadie besó. Humildes flores para señalar los restos de una persona que amó, de un ser humano que gozó, de un hombre o una mujer que pasaron por la vida con el misterio de los sencillos. Hay fosas sin una flor, ni tan siqueira seca, con una cruz tendida, que señala la ucronía, hierbajos; lo que seremos, polvo en el tiempo.
¿Vida muerta o muerte viva? Nacemos para morir. Entre el pañal y la mortaja, reímos, lloramos, amamos, odiamos, triunfamos, fracasamos, caemos, nos levantamos. Ahora bien, el secreto de la vida es saber morir, lección que se aprende en la universidad del amor, de la ternura, de la sencillez, del cariño, del bien. El que ama a una mujer, a un amigo, a su familia, toda manifestación de arte, nunca muere, porque su alma anda por ahí, revoloteando entre las pestañas de Dios. Su cuerpo se pudrirá, incluso lo convertirán en cenizas. Ocupará un espacio, una tumba, que señalará el recuerdo de lo que fue y ya no es, pero vivirá en las personas que amó. Aquel que ni supo ni quiso amar al prójimo, no morirá nunca, porque nunca vivió. Solo morimos los que vivimos; solo vive el que ama, el que quiere amar, aunque no reciba amor. El mal es finito. Termina con la vida. Se lo devora la muerte. El bien perdura, como la belleza. No temamos a la muerte. Solo hay que tener miedo a la vida. Por E.J. de Ávila.