El Día de Zamora nº 280

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www.eldiadezamora.es

Un informe advierte sobre daños al medio ambiente a causa de los pág 6 vertidos en Roales

Esperando al AVE

Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez

Este fin de semana, se celebra el XXIII Día del Vecino, que premia a Caja Rural pág 12 de Zamora

El giro de la Junta sobre la biorrefinería satisface a Magdala . 3 PÁG

Guarido reclama unión entre instituciones para sacar fruto del AVE . PÁG 4

Foto: Esteban Pedrosa

La decadencia de nuestra provincia

En nuestra ciudad, esperar al AVE ha venido a ser casi la obra de Samuel Beckett “Esperando a Godot”, teatro del absurdo, que finaliza con este diálogo entre los protagonistas: “Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos? Estragon: Sí, vámonos” (pero no se mueve nadie). De momento, la Diputación mantiene reuniones con la ministra Pastor, Renfe y Adif, sin contar con el Ayuntamiento, máxima institución de la ciudad donde llegará el AVE. El alcalde Guarido reclama unidad política para recoger la cosecha del AVE, que quizá sea para Zamora, una ciudad muerta, su Phoenix.

Al finalizar el año 1977, meses después de que nos arrojaran esta democracia, Zamora contaba con poco más de 241.000 habitantes. Ahora, en 2015, 183.000. Como se comprobará, a no ser que el lector padezca de cierto grado de cretinez o no sepa ni sumar ni restar; a nuestra provincia, el régimen le ha sentado muy mal: la ha adelgazado tanto que ha convertido las comarcas del oeste, Sayago, Aliste, Tabara y Sanabria en desiertos demográficos, con medias de edad por encima de los 70 años, sin juventud, sin apenas nacimientos, con mucha muerte, con escasa alegría, con un caciquismo latente, que no es, por supuesto, el de la Restauración, sino algo mucho peor. No obstante, la Diputación mantiene la celebración de El Día de la Provincia, una especie de comunión de buenas gentes, de cándidas personas, de alcaldes resignados y humildes, verdaderos héroes de la política, que se aprovecha para entregar galardones a zamoranos que, por su trayectoria profesional, se lo han merecido. Los discursos institucionales siempre mantienen cierta dosis de esperanza. Los oradores políticos señalan el AVE como el Plan Marshall que transformará ciudad y provincia en la tierra prometida. Son políticos. Viven de no decir toda la verdad. La decadencia de Zamora, desde que construyeron esta democracia de cartón-piedra entre los franquistas más intuitivos y la izquierda más posibilista, se apunta, por parte de las fuerzas progresistas e intelectuales, en el debe del PP, que ha gobernado siempre la Diputación y un cuarto de siglo el Ayuntamiento de la capital. Pudiera ser. Pero los verdaderos culpables de la ruina de esta provincia somos los zamoranos, pusilánimes y felones; una prensa vendida a las instituciones públicas y unos políticos que se preocuparon tan solo por perpetuarse en el cargo. Por Eugenio J. de Ávila.


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