El Día de Zamora nº 290

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MaĂąana, sĂĄbado, se inaugura el Mercado EcolĂłgico de Zamora, en el templete de la Marina pĂĄg. 7

El Ayuntamiento busca fondos europeos para inversiones esenciales

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Hoy, viernes, homenaje al poeta y maestro Ignacio SardĂĄ, en el centenario de su nacimiento pĂĄg 8

PSOE y ADEIZA abordan problemas de empleo .5 y municipalismo PĂ G

La nÂş 2 al Congreso por IU cree que Zamora es tierra .11 de pueblos fantasma PĂ G

Zamora y el Estado

Foto: Enrique OnĂ­s

Turismo de riesgo

Durante el largo puente de la “PurĂ­simaâ€? ConstituciĂłn, Zamora recibiĂł la visita de numerosos turistas, personas cultas que saben degustar nuestro arte romĂĄnico y los numerosos ediďŹ cios eclĂŠcticos y modernistas que guarda la ciudad. Uno de los monumentos mĂĄs visitados es el Castillo, dotado con escaleras metĂĄlicas que, en esta ĂŠpoca del aĂąo, provocan riesgo de peligrosas caĂ­das, ademĂĄs no se puede acceder a la Torre del Homenaje, porque hay desprendimientos de materiales. Urge un arreglo.

Zamora fue algo cuando el Estado, en la primera dĂŠcada de la Dictadura de Franco, tuvo que destinar dinero pĂşblico a la inversiĂłn en la capital de una provincia humilde y desgastada, incluso antes de la guerra. DespuĂŠs, con este camelo parlamentario, el Estado se olvidĂł de que existĂ­amos, como cuando a la democracia le dio por liberalizar lĂ­neas de ferrocarriles, vender cuarteles y cerrar prisiones. Desde entonces, Zamora es una provincia agonizante: su sector empresarial carece de capacidad para generar el empleo suďŹ ciente que evite la emigraciĂłn de los jĂłvenes y demostrĂł su incapacidad para evitar que el oeste provincial se convirtiese en un desierto demogrĂĄďŹ co. La Zamora burguesa ofreciĂł su imagen mĂĄs patĂŠtica cuando vendiĂł su periĂłdico centenario, perdiendo sus seĂąas de identidad, mientras su gestiĂłn se realizaba allende las fronteras provinciales; diario, por cierto, con mĂĄs tradiciĂłn que muchas hermandades de la Semana Santa. La burguesĂ­a zamorana, que despertĂł y creciĂł durante el franquismo, creyĂł que el Estado siempre la ampararĂ­a; que las obras pĂşblicas mantendrĂ­an su status quo econĂłmico; pero la realidad exige cambiar planteamientos, plasmar ideas y buscar un nuevo horizonte para nuestro capitalismo obsoleto, propio de una sociedad enferma, pusilĂĄnime y estĂĄtica. Por Eugenio- JesĂşs de Ă vila.


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