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www.eldiadezamora.es Director: Eugenio Jesús de Ávila Juárez
La Unión Europea concede a “Ternera de Aliste” la IGP, prueba de su gran calidad El turismo como campo de batalla político
Lo que el río se llevo El Duero, alma líquida de Zamora, espíritu húmedo de la ciudad del Romancero, razón de su existencia, de vez en cuando, se enoja: las nubes le llueven por toda la geografía de Castilla y León y el descarga su furia de agua revolucionaria sobre lo que el Hombre civilizado le arrebató. Después de la última y femenina riada, el Duero se llevó lo que quisimos hacer patrimonio de nuestra sociedad.
Ha más de un lustro, cuando presenté este periódico a mis amigos y a las fuerzas vivas de nuestra sociedad, les pedí a los líderes políticos, fundamentalmente del PP y del PSOE, que fueran más zamoranos y menos socialistas y conservadores, que esta ciudad y provincia, tan dejada, tan olvidada, tan seca de ideas, tan pobre de talento, necesitaba que nuestras inteligencias se uniesen para, entre todos, abandonar este tedio económico, este retraso intelectual, esta muerte viva. Pasados más de cinco años, el odio entre unos y otros, montescos y capuletos, se recrudece, potencia, alcanza incluso la vergüenza ajena y desmoraliza. Quizá, a nuestra sociedad, en quiebra moral, le dé igual, pero es deleznable que la celebración de la Fitur y sus circunstancias haya provocado diatribas políticas: unos, la izquierda, protestando contra la elite turística del PP, que ha defendido su excesivo mando y protagonismo a su manera: tachando a los socialistas y a los políticos de IU como analfabetos en esta materia, de la que España vive y de la que Zamora desea, anhela, quiere encontrar un punto de inflexión en su deriva hacia la nada económica y demográfica. Se odian tanto, su aversión resulta tan descomunal, que contribuir, vinculando talentos, trabajo, ideas, al renacimiento de nuestra tierra, de nuestra ciudad y provincia, les causaría náuseas, vómitos de ideología. Mientras, la juventud zamorana huye de la mediocridad y los viejos se mueren todos los días varias veces. El hombre es una pasión inútil. Por Eugenio J. de Ávila.