Revista Momento Abril 2020

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Editorial

Revista Momento ahora o nunca

148 Número

Año

XII Portada:

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Foto: Federico Ríos Macías

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espués de 147 publicaciones ininterrumpidas y una edición especial de recetas. Hoy revista Momento en su versión impresa hace una pausa debido a la situación de la Pandemia del COVID-19. La operación de nuestra revista depende de más de un 60 % de la publicidad y entendemos la situación de nuestros clientes. Ahora continuaremos de manera virtual, seguiremos con la misma línea editorial, contando historias llenas de aliento y de mucho aprendizaje. Y justo así es el trabajo de este número, una charla con Anabella García Méndez González, quien nos comparte parte de su vida a propósito de los 50 años de la Posada un lugar emblemático de la ciudad de Apizaco. Su infancia, su adolescencia, su vida en la ciudad de México, sus idas y venidas al lugar que la vio nacer y su encuentro con lo que sería su vida entera, su empresa La Posada; pues al quedar viuda decidió dedicarse al hotel, donde por cierto hay grandes anécdotas que nos compartió de sus huéspedes. 50 años de una empresa que surgió para cubrir una necesidad, en hora buena por este aniversario y por ser una gran mujer Anabella. Es una situación difícil para todos, pero estoy segura que los desafíos son para mejorar, nuestros pensamientos positivos para que usted lector, su familia y sus fuentes de trabajo no se vean afectados. Que las pausas sean para refrescar nuestras almas.

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Marisol Fernández Muñoz 4

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Contenido 6

La Posada de Apizaco. Un viaje en la historia

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Las empresas frente a la epidemia. Semilla, voluntad de luz El estrĂŠs en tiempos del coronavirus La importancia del omega-3 en la nutriciĂłn

36 Filete de pescado al licor de pulque

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La Posada de Apizaco. Un viaje en la historia Autor: Yassir Zárate Méndez | Fotografía: Federíco Ríos Macías

L

a Posada de Apizaco es uno de los sitios más emblemáticos de esta ciudad. Se encuentra prácticamente enfrente de otro símbolo del lugar: La Maquinita, que evoca los orígenes ferrocarrileros de la llamada Ciudad Modelo. En esta oportunidad conversamos con la fundadora del hotel y restaurante, Anabella García Méndez González, quien en un ejercicio de memoria nos lleva hasta los días en que había predios cultivados con maíz, a tan solo dos cuadras del centro. En este auténtico viaje en el tiempo, acompañamos a nuestra entrevistada en sus días como alumna destacada de la Escuela Secundaria “Héroe de Nacozari”; sus viajes en tren hasta la Ciudad de México, donde efectuó sus estudios para obtener el título de química farmacobióloga, otorgado por la UNAM; y luego su retorno a Apizaco, acompañada por su esposo, Antonio Blanco Hernández, con quien echó a andar este doble concepto de restaurante y hotel, no sin antes haber establecido un laboratorio de análisis clínicos, con el que también tuvo un amplio éxito. A través de sus recuerdos, nos asomamos a una ciudad que transformó su rostro a medida que pasaban los años: pasó de ser prácticamente un pueblo, con numerosos lotes baldíos y terrenos de labor, a una ciudad en toda forma. En ese viaje en la historia, La Posada de Apizaco recibió a distinguidos comen-

sales y huéspedes, incluyendo exmandatarios, celebridades del espectáculo y personalidades de los ruedos, pero también a personas que han dejado todo tipo de anécdotas en los propietarios y en los trabajadores de este restaurante y hotel, que iniciaron actividades en 1970. Esta es la historia.

Una patria llamada infancia

Originaria y vecina de Apizaco, Anabella García Méndez González refiere que cuando era niña, había entre 10 mil y 15 mil habitantes. Era una población muy pequeña y “no había ni una sola calle pavimentada”. Por ejemplo, lo que es ahora la avenida Cuauhtémoc, tenía una barda que la cerraba y justo atrás estaba el Mercado Guadalupe “Y atrás del mercado, no había nada. Había milpas, pasto, charcos. No había nada. Ni casas ni nada”. Esto quiere decir que, a tan sólo dos cuadras del centro de la ciudad, había terrenos que todavía se sembraban con maíz. Por esos rumbos, ella, acompañada por su hermano, iba “a jugar a los charcos; él recogía renacuajos y yo jaltomates y pipiscos, unos frutitos chiquitos que ya no hay. Íbamos con una muchacha, que vivía por ahí y que tenía su ranchito. Era baldío, no había nada”. Sus padres fueron Manuel García Méndez, también originario de Apizaco, aun7


Anabella García Méndez González 8


que con raíces en Campeche, y Carlota González González, quien era originaria de la hacienda de Coaxamalucan, donde nació y vivió, “hasta que la Revolución los echó pa fuera”.

–¿Extraña usted esa ciudad o ese casi pueblo que era Apizaco? –Sí y no. Yo ahora me desenvuelvo en un ambiente estrictamente familiar y en ese entonces también, porque éramos una familia muy grande y muy unida. Teníamos muchos primos, que son los que iban a nuestra casa a jugar; no íbamos a ninguna parte, más que a la casa de uno o a la casa de otro, al rancho de mi mamá. No íbamos a ninguna otra parte, porque además no había dónde ir [risas].

–¿A que jugaban ustedes, aparte de ir a atrapar ajolotes?

–Bueno, eso era ocasionalmente. Algún día que llovía, se nos antojaba. Íbamos con la nana que teníamos mi hermano y yo. Íbamos atrás a ver los ajolotes, los jaltomates y los pipiscos. “Jugábamos al tejo, a las escondidas, al balero, las matatenas. Los niños jugaban canicas y fútbol. Las niñas no jugábamos eso”.

–¿A qué jugaban las niñas?

–A las muñecas y a la comidita. Hacíamos la comidita en la casa de mentiritas. [Era una] vida muy sencilla; además, no había televisión. Por supuesto que no había televisión.

–¿Cómo se llevaba usted con sus papás?

–Muy bien, muy bien. Fui la quinta hija de mis papás y fuimos muy consentidos todos. Muy, muy consentidos, muy queridos por nuestros papás. Era una familia muy bonita, muy armoniosa.

–¿En cuál primaria fue usted?

–Fui a la “Nicolás Bravo”. Y después fui a la secundaria “Héroe de Nacozari, que era federal y mixta. Era una escuela muy pequeñita. Había un salón de primero, uno de segundo y otro de tercero, con el maestro Zenón Barba como director. Seríamos no más de 100 alumnos y nos conocíamos todos.

–¿Cómo era el ambiente en la secundaria?

–Muy bonito. La secundaria estaba en una casa particular. [Luego] la tiraron y construyeron un centro comercial. Estaba la dirección, los tres salones, los talleres y un patio.

–¿Usted cómo se llevaba con sus compañeros?

–Muy bien. Siempre me llevé muy bien.

–¿No había los problemas que ahora hay?

–No. Por su puesto que no. Cuando salí de secundaria, el maestro “Pinocho”, le decíamos —no recuerdo su nombre — me hizo un diploma; lo hizo en tinta, muy bonito, porque tuve el promedio más alto. Ahí tengo todavía el papel que me dieron. “Siempre me gustó estudiar y saber cosas. Siempre es interesante. Hay tantas cosas que no sabe uno y solamente con el estudio o la investigación [se aprenden]. No había desde luego internet; uno iba a la enciclopedia”.

–¿En su casa había libros?

–Sí, claro. Y enciclopedias.

–¿Cómo cuáles?

–La Espasa-Calpe, que son unos libros grandes y gordos, con letritas chiquititas. Mi papá era una persona muy preparada, un hombre muy culto. En mi casa había muchos libros, teníamos acceso a la biblioteca, que era muy grande, y además él nos promocionaba. Si estaba muy alto el estante, mi papá me bajaba el libro que yo quería.

–¿Como cuáles libros había en esa biblioteca?

–Principalmente la Espasa-Calpe, que era la enciclopedia grande. Después había una colección de libros que se llama El mundo artístico y pintoresco, que yo de niña, que no sabía leer, me lo prestaba mi papá y lo hojeaba. Tenía dibujos. Cuando mi papá faltó le pedí a mi mamá esa colección, porque ya después de adulta lo leí, pero de niña veía los dibujos, de un mundo que ya no existe. De todo lo que hay ahí, ahora ya no existe nada.

–¿Qué se contaba en esos libros?

–Hablaba de países. Por ejemplo, de Rumanía: cómo la gente vivía con sus trajes típicos; cómo era el país, los pueblos grandes. De Bulgaria hablaban de los cultivos de rosas, cómo las niñas iban con sus delantales grandes a recoger las rosas para hacer un extracto; ahora todo está mecanizado; se sigue haciendo el extracto de rosas, pero ya no así. Después, en Alaska, cómo vivían en iglús los inuits. Pero ya no viven en iglús, ya nada más lo vemos como cosa exótica. Y así de todo el mundo. Como un mundo 9


Anabella García Méndez González

que ya no existe nada. Es como volver al pasado. “De grande quise conocer esto y lo otro y lo de más allá. Y sí. Cuando fui grande, y pude, conocí muchos lugares que yo recordaba haber visto en esos libros. “También había novelas, como Corazón. Diario de un niño, La cabaña del tío Tom y Tom Sawyer, que eran para chicos”.

Una vida de ida y vuelta

–Después de que salió de la secundaria, a dónde fue a hacer la preparatoria.

–De la “Héroe de Nacozari” me fui a hacer la preparatoria a México, porque aquí en Apizaco no había. Estaba nada más en Tlaxcala la preparatoria federal, en ese edificio tan bonito que está en la entrada, pero mi papá ya había muerto. Entonces mi mamá decidió que no. Me fui a un inter-

nado a México a hacer la prepa.

–¿Por qué decidió seguir estudiando?

–Porque me gustaba estudiar. Y todas mis hermanas mayores que yo, y mi hermano, todos se habían ido a México a estudiar después de la secundaria. Todos. Unos hicieron carrera, otros hicieron carrera corta. Otra de mis hermanas estudió decoración. Todos nos fuimos a México a estudiar. “En ese internado extrañaba mi casa y todo, pero o me quedaba, aunque extrañaba, o me regresaba a Apizaco. Y me quedé allá. La preparatoria todavía era de tres años”.

–¿Cómo era ese internado?

–Era de mujeres nada más. Tenía salones muy grandes. Llevábamos materias comunes, con letras y ciencias. Algunas materias de letras yo no las tomaba. Y

algunas compañeras mías, que iban a estudiar letras, no cursaban las de ciencias. Era una preparatoria muy completa. Era la Universidad “Motolinía”, que era de monjas. De ahí tengo el gusto de que cuando entré, me acuerdo que teníamos un maestro de matemáticas muy exigente, y [en una ocasión] me pasó al pizarrón e hice todo lo que me dijo. Me preguntó: “¿Usted de qué secundaria viene?”, “De la ‘Héroe de Nacozari’, de Apizaco, Tlaxcala”, “¿Dónde está eso?”. No sabía. “Si ha ido alguna vez a Veracruz por carretera, antes de Perote está mi pueblo. Se llama Apizaco”. “Y la verdad me felicitó, porque era yo la mejor en matemáticas de un grupo de 50, que todas iban de secundarias del Distrito 10

Federal. Había unas internas, como yo, que íbamos de provincia. Pero yo tuve el gusto de ir muy bien preparada por mis maestros de aquí de Apizaco. Mi maestro de matemáticas se llamaba Arcadio, era excelente y me enseñó excelente en la “Héroe de Nacozari”.

–¿A usted no le molestó que aquel profesor no supiera dónde estaba Apizaco?

–No. Me daba risa. Más adelante mis compañeras me decían “Apizaco, torres mochas, baches hondos”, porque la iglesia no tenía las torres. Llegaba uno de la carretera camino a Perote y Xalapa, y esta calle [señala hacia el Boulevard 16 de Septiembre, sobre el que se ubican el restaurante y el hotel La Posada] estaba llena de agujeros, no estaba pavimentada; eran de verdad baches hondos. “Algunos me molesta-


ban porque era de Tlaxcala. Me decían que éramos traidores. Yo me enojaba mucho y les decía ‘No saben la historia. Si no saben la historia, no pueden juzgar’. Y les daba una clase de historia… a los que querían oír. Quien no quería oír, se quedaba con su ignorancia”.

–¿Para usted es un orgullo ser tlaxcalteca?

–Claro que sí. En tiempos de la Conquista, los aztecas eran nuestros enemigos, nos tenían cercados, y nada más venían aquí por gente, por las guerras floridas. No teníamos por qué ser leales a los aztecas. Y con los españoles peleamos. Les matamos caballos, les matamos gentes y después, bueno, pues la fuerza manda, nos aliamos con ellos, como se aliaron muchísimos pueblos del Altiplano, pero a los únicos que les ponen el estigma de traidores es a los tlaxcaltecas. Se aliaron los chalcas, los cempoaltecas y Texcoco y muchos de alrededor. Y a los únicos que nos señalan hasta a la fecha es a Tlaxcala.

–¿Cómo era la Ciudad de México en ese entonces?

–Muy bonita. Se podía circular sin ningún problema. Yo iba y venía a México en el ADO o en el tren. O a veces en los camiones que les decíamos “totoleros”, los que ahora son ATAH. Nada más que ATAH tenía una terminal muy fea, por el rumbo de La Merced, en un parquecito muy feo. Por eso no me gustaba, por el lugar donde llegábamos, sobre todo si era de tar-

de-noche. Entonces me iba en el ADO, aunque era más caro. “Había ADO de aquí para México. Me costaba $8.50; el tren estaba en $3.50. Los estudiantes teníamos cuota reducida. Los dos llegaban muy cerca, ahí donde está la terminal del ferrocarril hasta la fecha. Muy cerquitita estaba la del ADO, en Buenavista”.

–¿Cómo eran los viajes en tren?

–Era muy entretenidos, porque en el viaje de regreso venían muchos chicos de Apizaco. Ahí nos juntábamos todos. Muchas veces yo tomaba el tren el viernes en la tarde-noche, y llegaba aquí a Apizaco a las once o doce de la noche, eso si venía en tiempo. Pero no me daba miedo, porque siempre había algún co11

nocido. Siempre, siempre, siempre había conocidos que me llevaban a mi casa. Yo no tenía llaves. Tocaba la puerta y me abría mi mamá, a las once o doce de la noche. “Nunca llegué sola, porque siempre había compañeros, y la estación era difícil, porque subía escaleras, pasaba el puente voladizo de los trenes, bajaba la es-


calera, llegaba uno ahí a lo que ahora es el Boulevard Emilio Sánchez Piedras; dos o tres calles más y ya estaba a mi casa. Nunca viajé sola en el tren, que de regreso era fiesta. Veníamos 10, 12 o 15 de Apizaco. “De ida a México no me gustaba el tren, porque los chicos tomaban pulque en Apan. Entonces, de Apizaco a México no me iba en tren. Me iba en el ADO, o a veces mi mamá nos mandaba en el coche, o si no, entre 4 o 5 alquilábamos un taxi y nos íbamos a México”.

–Ese mundo era como las películas del cine de la época de oro. –Era otro mundo. En México siempre me trasladé en los camiones de línea, por supuesto no había metro. Ya en casos extremos y de abundancia económica, tomaba un taxi, pero normalmente no. Yo tomaba el camión.

–¿Usted conoció los cocodrilos?

–Sí. Pero esos eran de lujo; tomábamos el camión o el trolebús. Había tranvía en Coyoacán, pero ir a Coyoa-

cán era para fiestas, y yo, socialmente en México, viví muy poco, porque me iba para allá el domingo en la noche o en la tarde, y me regresaba a Apizaco el viernes en la tarde o el sábado muy temprano. “Todos los fines de semana, durante todos los años que viví en México, regresé a Apizaco. Absolutamente todos. Era famosa en mi grupo porque a las fiestas de fines de semana nunca iba yo; siempre decía que no podía y me regresaba a mi casa. Nunca me quedé a las fiestas de sábado y domingo. Nunca”.

Un rumbo a la vida

–Estando en el internado, ¿por qué decidió estudiar la carrera de química-farmacobióloga, que después cursaría en la UNAM? –Dentro de las instalaciones de la UNAM no estudié. Estudié en “Motolinía”, y como estaba afiliada a la UNAM, los exámenes nos los iban a hacer maestros de la Universidad Nacional. Entonces mi título es de la 12

UNAM, no es del “Motolinía”, porque no había muchas carreras para mujeres. No era fácil que yo dijera “Hago una ingeniería”…, no era fácil. Y arte, ciencias y literatura no me llamaban la atención. Me fue muy bien de química.

–¿Por qué decidió estudiar esa carrera?

–Porque me fue muy fácil estudiarla, ejercerla y aprenderla. Tenía un maestro que me decía “¿Y cómo sabes esto?”. Yo le respondía que era ciencia infusa, porque algunas cosas las podía hacer muy fácil, y lo decía de broma también. Había algunos problemas que eran difíciles y que yo podía hacer fácil, me preguntaba “¿Pero cómo lo hizo?”. En broma le mencionaba lo de ciencia infusa, pero después les decía “Pues es deducción lógica”, porque la química, como la matemática, es pura deducción. No se inventa nada.

–Termina la carrera y se decide regresar a Tlaxcala o qué hace usted.

–Me quedé trabajando un año. Hice la


Manuel Blanco Hernández

tesis en un instituto de investigaciones tecnológicas del Banco de México, que estaba por Legaria. Y después me casé. “En el instituto un día me llamó un señor y me dijo “Le vamos a dar una beca para que se vaya a estudiar a Austin [Texas]”, pero no me llamaba la atención irme a Estados Unidos. Le dije “Ay, ingeniero, me da mucha pena, pero en diciembre renuncio, porque me voy a casar”. Estaba muy enojado”.

–¿Cómo conoció a su esposo?

–Él era hermano de una compañera de Puebla que tuve en el internado. Era muy amiga mía y en alguna ocasión sus papás se fueron a España; ella estaba nada más con una tía en Puebla y se vino a pasar las vacaciones conmigo. Su hermano estudiaba en Monterrey y vino a ver a su hermana, y ahí nos conocimos. Años después, muchos, como seis o siete, me casé con él.

–Se casa con él, se viene a vivir a Apizaco o cómo fue.

–Me fui a vivir a Puebla, porque él, aunque era tlaxcalteca, vivía en Pue-

bla. Estuve en Puebla ocho años. Ahí nacieron mis hijos; algunos están registrados en Apizaco, pero nacieron en Puebla.

–¿En qué momento salió la idea de abrir el laboratorio de análisis clínicos?

–Cuando estábamos en Puebla, no me gustaba solo ser ama de casa, la pura verdad. Cuando regresamos a Apizaco empecé a dar clases en la “Fray Pedro de Gante”, con los escolapios. Daba química, física y biología en la secundaria. Cuando se abrió la prepa, les daba química y biología, pero me quedaba tiempo libre. Entonces pensé en abrir un laboratorio, y lo hice. “Estuve yendo como seis meses al laboratorio de análisis del Hospital Latinoamericano. Un médico importante del Latino era el doctor Ramírez Flores, que había ejercido aquí en Apizaco muchos años, y que era amigo de mis papás. Lo fui a ver y me dijo “Vente al laboratorio”. Desde luego no pagaban. Entré seis 13

meses a reaprender las nuevas técnicas, porque ya tenía ocho años de haber dejado la carrera. La gente del laboratorio fue muy gentil conmigo; después abrí el laboratorio, en el 73 o el 74. “Me fue muy bien; tuve mucha gente siempre. Lo tuve hasta el 84, como un año después de que murió mi marido. Lo tuve que cerrar, porque no podía con el laboratorio y con el hotel”.

–Esto quiere decir que el restaurante La Posada fue un proyecto anterior al laboratorio.

–Nosotros nos venimos de Puebla y el restaurante y el hotel fue idea de mi marido, no mía. A mí no me gustaba nada la idea del restaurante.

–¿Por qué?

–Porque la cocina es muy difícil, la verdad. Es difícil. No es fácil atender un restaurante. Mi marido dijo “No te apures. Lo voy a atender yo, no tú”. Pero bueno, lo que es la vida. Cuando él faltó, lo tuve que atender yo.

Un punto de encuentro: La Posada


de Apizaco

–¿Cómo se dio la idea de abrir La Posada?

–El papá de mi marido tenía una fábrica grande, la Galletera de Puebla, Gapsa. El señor, que ya era mayor y español, decidió vender y regresar a España. Entonces, luego de que vende y regresa a España, desde luego heredó a sus hijos, entre ellos a mi marido. A mí la verdad nunca me gustó vivir en Puebla, lo admito. Hasta la fecha no me gusta y nunca voy. Si se me ofrece algo de fuera, voy a México. México sí me gusta. Me gusta mucho, me encanta.

─–¿En qué año se regresaron a Apizaco? –Nos regresamos en 1969.

─–Prácticamente al año siguiente se abrió La Posada.

–Mi marido compró el terreno y empezó a construir el restaurante, porque era más fácil y más rápido. El hotel estaba en obra. “Él me decía que Apizaco es un centro de comercio muy importante y que el hotel y el restaurante iban a ser un éxito. Se quejaba de que en Apizaco no había ningún restaurante con manteles. Me decía “Vas a cualquier

restaurante y sólo hay mesas de la Coca-Cola, que te limpian con una jerga. Vamos a hacer un restaurante con manteles y servilletas”. Y así fue. “Todo fue idea de mi marido. Un señor, que ya murió, le hizo el diseño de madera que tiene y del bar que ahora está arriba. Son las mismas mesas y sillas. Alguna vez mi hijo Manuel quería que me modernizara, que comprará sillas metálicas y le dije: “Mira, cuando me muera cambias lo que quieras. Ahorita así me gusta. Lo tradicional”.

─–¿Qué ofrecían originalmente en el restaurante?

–El menú es muy parecido. Filete a la tampiqueña, encebollado, en roquefort, a las hierbas finas. Las chalupas siempre fueron un éxito muy grande. También el Club Sándwich. Más o menos es lo mismo. Y siempre hubo un menú, que es el que piden los clientes habituales, la gente que tiene que comer fuera por necesidad; es lo que aquí nos piden hasta la fecha, es un menú que siempre lo pensamos muy balanceado y dentro de lo que cabe económico. 14

“El restaurante tuvo éxito desde que se abrió. Siempre tuvimos gente. Es más, hay ocasiones en las que pasa alguna gente mayor, pregunta por Antonio, mi marido, o pregunta por mí a los meseros. Alguna gente me quiere saludar, de los clientes antiguos y de gente de hace muchos años que todavía pasa. Era el paso obligado para ir a Veracruz”.

–Muchos visitantes, muchos turistas, pero sobre todo gente de Tlaxcala, y particularmente de Apizaco, han convivido en La Posada.

–La verdad es que ha sido siempre un lugar de reunión. Aquí en las mañanas siempre hay mucha gente, gracias a Dios. Pero hay veces que no hay ni una sola mujer, puros señores, que están desayunando. Mucha gente de trabajo o de las fábricas o de los juzgados. Puros señores. De repente entra un matrimonio, pero el porcentaje más alto es de hombres. Y a mediodía también. De repente tenemos familias.

–Muchas son personas relevantes de Tlaxcala y de Apizaco.

–Sí, [como] don Emilio Sánchez Pie-


dras, que en paz descanse. Era mi tío y fue nuestro cliente del hotel y del restaurante en su campaña; venía mucho.

–¿Alguna anécdota que recuerde de él?

–Él fue uno de los primeros huéspedes del hotel y recuerdo que el espacio de la regadera tenía cortina, porque se usaban así; no tenían puerta. Recuerdo que me dijo “Oye, sobrina, ponle puerta a la regadera”. Y se las pusimos.

–¿Ya era gobernador?

–No. Cuando estaba en campaña para la gobernatura era cuando pasaba al hotel. Seguramente se le hacía difícil regresarse a México. No sé si en aquella época tenía casa en Tlaxcala, pero pasaba, se quedaba con nosotros. Desayunaba, comía y cenaba, según lo que le tocaba. Siempre fue una persona encantadora, educada y cordial.

–¿Platicaba usted con Emilio Sáchez Piedras?

–Sí, porque era una persona muy linda, muy educada. Pero no en la mesa cuando venía, sino cuando pasaba por acá.

–Platíquenos de otros personajes famosos que vinieron al restaurante y que se hospedaron aquí en el hotel.

–Pablo Hermoso de Mendoza viene mucho; le gusta el jugo de carne y es un hombre muy gentil, porque está comiendo, la gente entra y quiere felicitarlo. Se para y se retrata con ellos. [Es] muy gentil. Nunca tiene malos modos, aunque esté comiendo, si se acercan, él se para y atiende a la gente; es muy risueño, muy amable.

“Los Capetillo. Todos los jóvenes, que eran muy guapos. Yo, generalmente en el restaurante, si no es alguien muy cercano a mí, no me acerco, porque la gente viene a sus asuntos. Si es alguna de mis primas o primos me acerco y saludo, si no, no, porque la gente tiene que tener su privacidad. Yo [me quedo] en una mesita que está apartada, porque también la gente no tiene por qué mirarme”.

–¿Qué otros famosos han comido en La Posada?

–Eloy Cavazos, Manolo Martínez, que luego se quedaba arriba, donde ahora es un salón de reuniones. Algunas veces cerraba el bar. Me decía “¿Cuánto me cuesta cerrar el bar? No quiero a nadie”. Se embriagaba y después se iba a torear. No sé cuánto bebía, porque tenía el bar para él solito y su cuadrilla. Después se iba a los toros y luego se quedaba en el hotel. “También vinieron Curro Rivera, Cesar Rincón, Luis Procuna, [pero] no cuando era torero, sino ya retirado, porque compró un rancho por aquí. A él sí en una ocasión me acerqué a saludarlo, porque lo vi muchas veces torear en la Plaza México. “Beatriz Paredes, que era muy amiga de mi marido. A mí me decía “Señora”, y a Antonio le hablaba de tú, por su nombre. Pasaba mucho. Mariano González, que es mi primo, y viene hasta a la fecha. Cuando fue gobernador venía muy poco, porque la gente se le acercaba mucho cuando

Manuel Blanco Hernández, Anabella García Méndez González y su hija 15


estaba comiendo y es de mal genio. Pero ahora que ya no es gobernador vuelve a venir y antes de ser gobernador también pasaba mucho. “Mario del Olmo; él es mi sobrino. Y pasa mucho, porque ahora tiene una ganadería por aquí cerca y pasa a desayunar. “José Antonio Álvarez Lima; él es de aquí. Compañero y amigo de la infancia. Desde luego a Toño le hablo de tú y todo. Ahora que está en el Canal 11 no lo he visto últimamente, pero viene. Y su esposa Verónica fue mi amiga; una linda persona. Impulsó mucho la cultura aquí en Tlaxcala y venía muy seguido. Muy culta, muy dinámica, con muchas cualidades, y Antonio pues es de aquí, de Apizaco; nos conocemos desde niños, pero yo soy mayor que él, como tres o cuatro años. Estudiamos en México y allá, con mis primos teníamos una casa. Toño Álvarez iba mucho porque era muy amigo de mis primos.

“Tulio Hernández, que era amigo de mi marido y venía porque corría en moto y atrás de él viajaba un coche que lo cuidaba. Entonces la moto se paraba acá, él comía, bebía y platicaba con mi marido. Cuando murió Antonio, Tulio vino a vernos. “El Conde venía mucho. Sasha Montenegro vino con uno de los Cervantes de Huamantla. Al mesero hasta se le cayó la charola. Una mujer muy guapa. Emmanuel se hospedaba con nosotros. Con Capulina la gente se le acercaba y también era muy cordial con todos, porque, aunque es de Chignahuapan, se sentía cercano con nosotros”. “Cuando ha venido el grupo Bronco mucha gente se acerca a verlos. Lo mismo pasa con El Recodo, Los Tigres del Norte, aunque ellos traen sus campers, y en alguna ocasión entran a comer algo. Pero no se alojan”. 16

“Una vez vino El Pana y pidió coñac fino. Venía con amigos. También pidieron cinco o seis filetes. Cuando terminaron se fueron saliendo uno por uno y nadie pagó. Después se hizo famoso y regresó luego de un año. Le dijo a mi marido que debía una cuenta. Antonio le dijo que no, que era cortesía de la casa, que se pagaba con la anécdota. Esa historia luego la contó el propio Pana en el periódico”.

Historias extraordinarias de huéspedes cotidianos

–Cuéntenos alguna anécdota que haya pasado con otros huéspedes.

–Hubo una vez un matrimonio que se peleó a gritos y jalones en los pasillos, y tuvimos que llamar a la policía. En otra ocasión llegó un señor de España, que venía solo y la gente que está sola quiere conversar. Se acercó conmigo, porque lo habían invitado a una tienta en Rancho Seco. [Me pre-


guntó] si sabía dónde era. Le dije que sí. Le di un planito, le expliqué donde rentar un coche y le di un cuarto. Entonces va a Rancho Seco y se muere. Le dio un infarto. Buscando en sus papeles vimos de dónde era y avisamos a su casa. La esposa dijo que no podía venir, que nos hiciéramos cargo del sepelio. “Avisamos a la embajada de España; vino un representante a dar testimonio de que el señor estaba muerto, que estaba en la caja y que se iba a enterrar. Mi hija Nani y yo fuimos al Panteón, con el embajador y alguien más a enterrarlo y mandar una foto a España. Juntamos sus cosas y se las entregué a una persona de la embajada y se lo llevó. Eso fue muy triste”.

–¿Cuándo fue eso?

–Hace como 30 años. Con seguridad no era una persona de muchas posibilidades económicas, porque la señora me dijo: “Me es imposible ir. Fue una

imprudencia que se fuera. Así que entiérrenlo, mándenme una foto de donde está. Quiero que le hagan una misa”. “Fuimos a la misa. Le mandamos una foto del cadáver, del féretro y de la iglesia. Lo enterramos en el panteón municipal, junto a un árbol. La misa fue en la “Fray”, porque mis hijos iban a la escuela ahí. La familia nunca más se comunicó con nosotros”.

–A veces los huéspedes comunes dejan historias singulares. –En otra ocasión tuve alojados a unos gitanos. Como al segundo día dije que a fuerza se tenían que ir. Uno de ellos, en las noches recorría la azotea, donde a veces se queda ropa tendida. Fue una cosa espantosa. Tuvimos que decirles que teníamos un compromiso y que se tenían que ir. “Fue de las pocas veces que he 17

sacado a un huésped. Eran como seis. En la noche se peleaban, se gritaban, una cosa horrible. “Algunas veces hay huéspedes que se hacen nuestros amigos. Por ejemplo, un ingeniero francés que vino a montar la planta de Clemex. Vino con su mujer y su niña Marianne. La niña aprendió a hablar español como hablaba la recamarera. “Hasta la fecha nos escribimos. Aún vivía mi marido. Pasaron con nosotros la Navidad, Año Nuevo y algunas fiestas familiares. Siempre los invitamos. Después se regresaron a Francia, tuvieron otro bebé y le pusieron Antonio, como mi marido. Nos mandamos cartas para Navidad”. “En otra ocasión agarraron aquí a unos delincuentes; los policías entraron a su cuarto y debajo del colchón tenían metralletas. Ya había llamado la atención de nosotros, y más de mi esposo, porque siempre pedían sus


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zaco y hacían el pan para Buenavista, para Esperanza y para Veracruz. Se llevaban el pan en el tren y aquí estaba el restaurante. Después tenían la concesión del Hotel Terminal en Veracruz”.

El ir y venir de los días en La Posada –¿Entra seguido a la cocina?

–Siempre me he metido a la cocina. No precisamente guiso, pero le digo a la señora cómo hacerlo. Dirijo, pruebo y cuando hay mucha gente ayudó físicamente. No precisamente en el guisado, sino que organizo para sacar los pedidos. Ayudo a acomodar la loza, lavar los trastes, los vasos, si hace falta.

–¿Cuál es el sello del restaurante La Posada?

Manuel Blanco Hernández y sus hijos

comidas al cuarto y cuando salían, lo hacían solamente al coche. Algo pasó que vino la policía, se los llevaron y a la hora de revisar el cuarto estaban las metralletas”.

–Cuéntenos del día que trajeron La Maquinita

–Pusieron vías desde lejos y vino sonando La Maquinita. La subieron acá, me acuerdo del conductor y todo. Después hizo historia cuando la quitaron con las grúas y la volvieron a subir. En un principio no me gustaba tan alta, pero ahora ya me gusta y a la gente igual le gusta. “Ahora nuestro presidente municipal decidió que el pito que sonaba en el taller a las 7:30 y 7:45 se reanudara. Pero en lugar de ponerlo en la estación donde estaba, me lo pusieron acá. Entonces es horrible para mis huéspedes. Hay gente que se para volando porque piensa que es una alarma sísmica. Hemos dirigido cartas y hablado a la presidencia, pero no escucha. Y es sumamente desagradable. Sobre todo para la gente que está durmiendo; en sábado y en domingo sí lo quitaron, pero es diario y es el colmo. Que lo dejen en donde era la estación del ferrocarril. Yo me

acuerdo cuando mi papá fue jefe de estación del ferrocarril”.

–¿También está ligada al mundo del ferrocarril?

–Mis abuelos paternos eran franceses y vinieron a hacerse cargo del restaurante del ferrocarril cuando estaban tirando la línea México-Veracruz. Aquí era estación de ferrocarril y estaban echando la línea. Todavía había talleres con los Barrón Escandón y había muchos ingleses; pusieron una carta y lo digo porque es ofensivo para nosotros. “Pusieron la carta a través del señor Barrón Escandón; creo que tenía algo que ver con los ingleses y querían un cocinero y panadero francés, porque no querían comer de mano de indios. Así de ofensiva era la carta. Yo la vi. La tenía una hermana de mi papá, que ya murió; quién sabe dónde haya quedado esa carta. “La embajada consiguió a quienes eran mis abuelos paternos, que eran franceses. Vinieron de Neuilly-sur-Seine, que ahora es una colonia de París. “El señor era panadero y cocinero, y ella seguramente era cocinera. Pusieron el restaurante de aquí de Api19

–La comida tradicional. Hago pipián verde y rojo, mole poblano, adobo. También hago alitas a la BBQ, que son más de acá. Con esas sí tengo éxito. Las alitas las hago en el buffet. Hago mole de olla, chileatole, pozole, milanesas. Lo que usted come en su casa. “Todo lo hago. Aquí se muele, se tuestan los chiles. Para el pozole se hace aquí desde el maíz, pongo el nixcómitl para el maíz pozolero, porque si compro el otro, no me dura ni dos días. Compro el maíz cacahuacentle, lo pongo a hervir con agua y cal. Después lo lavamos, lo limpio y ya se hace el pozole”.

–¿Qué representa La Posada para Apizaco?

–Creo que somos tan antiguos, que ya somos únicos en Apizaco, como La Maquinita; la gente nos relaciona mucho. Tenemos ya muchos años. Así que nos conoce mucha gente. “En épocas fuertes de crisis yo le agradezco a Dios y a mi pueblo que nos halla permitido crecer y mantenernos. A mi pueblo lo quiero mucho, no hay pueblo más bonito que este; en ninguna parte desearía vivir. Es mi pueblo, me gusta y lo quiero. Ahora con mi pierna en recuperación, pues no puedo, pero me gusta ir al mercado. Conozco a las marchantas de años. Ahora hasta me mandan mis regalos; me mandan fruta, una cazuela, una charola de setas.


café, pan de dulce y jugo. Ni el uno por ciento lo pide. “La machaca es un platillo del norte. Mi marido estudió en Monterrey y le gustaba la machaca; él quería meter la machaca, se contactó con la fábrica que se llama Tía Lecha y desde entonces, cada vez que se acaba, me mandan los sobrecitos para hacer la ración de machaca individual”.

–¿Ha visto películas sobre hoteles?

“Vienen mis hijas y me dicen “Preguntó por ti la marchanta de la verdura”, “Te mandan una bolsita de setas” o me mandan chirimoyas. Y me da gusto, porque siempre compro con las mismas gentes. Llego y compro en el mismo puesto desde hace muchos años”.

–¿Compra usted para el restaurante o para su consumo personal?

–No. Para el restaurante. Yo en mi casa no tengo refrigerador, ni estufa. Para qué, si desayuno, como y ceno acá. Yo como el menú del día aquí.

Medio siglo de historia que mira al futuro

–¿Para usted qué representan el hotel y el restaurante?

–Se volvieron mi vida. Mi ocupación plena y total es esto. Ya todos mis hijos son adultos y todos también de alguna manera trabajan conmigo. Los cuatro ayudan. Porque yo estoy de paso acá y ya voy de salida, y esto es de ellos.

–¿Qué planes hay para el restaurante y el hotel?

–Ahorita mis hijas están haciendo un poco de promoción por los 50 años. Los chicos traen un letrerito por los 50 años, porque cumplir 50 años en un restaurante es difícil, porque la gente

busca novedades. “Abren un restaurante nuevo y todos se van a comer ahí… pero después regresan. Mantenerse es difícil; en el hotel estamos haciendo constantemente innovaciones. Primero teníamos las TV anchas, después pasamos a las pantallas. Hay que ir renovando constantemente”.

–Ha llegado competencia de diferentes hoteles.

–Sí, pero puedo decirle que, gracias a Dios, conservamos a los clientes. Algunos se van y les dicen a las muchachas, “Ya fuimos al hotel fulanito, pero no nos gusta, porque no hay desayuno. Te dan un café y unas galletas viejas, y aquí con ustedes tienen desayuno”. “El desayuno no lo incluyo en la tarifa del hotel, porque aquí en México la gente desayuna fuerte. En otros países el desayuno es el café y un pan tostado, pero aquí la gente desayuna huegos divorciados con sus chilaquiles en medio, cecina con chilaquiles, filete con chilaquiles. Aquí el desayuno es almuerzo y la gente así desayuna. Es rarísimo el que me pide el desayuno continental, que es 20

–Sí, algunas. Por ejemplo, la de Hotel Budapest, donde hay asesinatos y todo eso. Gracias a Dios no hemos tenido nada de eso. Acaban de filmar aquí una película. Creo que son de unas películas que hicieron en Tlaxco. Me pidieron permiso y me rentaron un cuarto. “Había un pleito entre la esposa y el amante, llegaba el esposo, se pelean y del tercer piso echa al amante; lo mata. Aquí abajo pusieron una cosa alta como un colchón. Todo mundo salió a verlos y cosas así. Como ocho días antes ensayaron. Entró un camión con un montón de colchones, los pusieron ahí. La escena la hicieron como cinco veces. La señora dando de gritos, se peleaban. Tiene como un mes de eso. “Además, tenemos suerte de contar con una clientela muy bonita”.

–¿Qué los distingue a ustedes?

–La cocina, que es tradicional. Es muy importante el lugar donde estamos, porque mucha gente se queda de ver acá, porque es fácil para llegar. “¿Dónde nos vemos?”, “Pues en La Maquinita, en La Posada”. Aquí tengo mucha gente que llega de los toros, hasta tenemos planos. “Somos un lugar emblemático. Nos ha favorecido mucho el sitio donde estamos. Ese fue idea de mi marido, que tuvo la visión de comprar aquí, porque era un terreno baldío. “No había calle pavimentada ni construcciones a derecha ni a izquierda. Donde ahora está La Maquinita era un terreno baldío horrible. Aquí era un pedazo espantoso y luego se venían unos aires muy fuertes. Pero ya crecimos y ahora estamos en el centro de Apizaco”.



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Las empresas frente a la epidemia. Autor: Abg. José Alfredo Tamayo Escobar Director de servicios legales. Escobar Sanchez

¿

Cuáles son las consecuencias legales de una epidemia? ¿Cómo afecta esto a las relaciones laborales? Éstas son sólo algunas de las preguntas que surgieron a raíz de la contingencia que enfrenta nuestro país por la pandemia de coronavirus y que a continuación explicaremos. El pasado 24 de marzo de 2020 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un acuerdo por virtud del cual se establecieron medidas preventivas frente a los riesgos sanitarios por el SARS-CoV2 (COVID-19), el cual estableció las siguientes medidas: a) Evitar la asistencia a centros de trabajo, espacios públicos y otros lugares concurridos a adultos mayores de 65 años, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, personas con discapacidad o con enfermedades crónicas no transmisibles, entre otros. b) Suspender temporalmente las actividades escolares en todos los niveles, hasta el 17 de abril del 2020. c) Suspender las actividades en los sectores público, social y privado que involucren concentración física, tránsito o desplazamiento de personas hasta el 19 de abril de 2020. Las problemáticas que se desprenden de este comunicado se deben a la ambigüedad del mismo, ya que ni declara la contingencia sanitaria, ni ordena suspender labores en términos del artículo 427, fracción VII, de la Ley Federal del Trabajo, por lo que deja a las empresas en total

incertidumbre respecto a los efectos jurídicos en las relaciones de trabajo. No obstante, en términos del artículo 429, fracción IV, de la Ley Federal del Trabajo los patrones podrían optar, de buena fe, por pagar a sus trabajadores sólo un salario mínimo al día, hasta por un mes, mientras se encuentren éstos en suspensión de actividades. También es importante mencionar que las figuras jurídicas del caso fortuito, fuerza mayor y la teoría de la imprevisión, serán de suma importancia para aquellas empresas que pudieran enfrentar un incumplimiento de contrato a causa de la pandemia; ya que en aquellos contratos de tracto sucesivo o de ejecución diferida, en cuya vigencia ocurran situaciones extraordinarias que sean imprevisibles y que tengan como consecuencia que las obligaciones de los contratantes resulten significativamente con mayor carga que aquella a la que inicialmente se comprometieron, el contratante afectado puede: a) Solicitar que se consideren los hechos extraordinarios para modificar el contrato original y convenir nuevas condiciones en el mismo, en aras de restablecer la equidad contractual, o bien: b) Solicitar la terminación del contrato sin responsabilidad. Finalmente, les recordamos que en Escobar Sánchez contamos con amplia experiencia en estas y otras materias, por lo que quedamos a sus órdenes para cualquier duda o consulta al respecto. 23


Semilla, voluntad de luz Autor: Daniela Escobar

acaso es posible alterar las líneas de la mano por muchas cicatrices que las hayan desviado(…) hágase Señor tu voluntad y no la mía.

-Esther Seligson

S

ucede a veces que los astros y las voluntades convergen y es entonces cuando las mujeres no sólo estamos juntas en sororidad y armonía, sino también SOMOS juntas. Este es el caso. Un evento en el que estamos y somos una con la poesía y su lectura colectiva. Hace algunos meses, nuestro espacio ecofeminista de creación artística “El lugar detrás del agua” comenzó a tener comunicación con el proyecto cultural de Cancún, “La Tlacuila” y su espacio de lectura para mujeres “Brujas Literarias”. Este coincidir fue de modo epistolar, donde mujeres que asistían y conformaban ambos espacios retomaron una antiquísima forma de comunicación. Esto nos llevaría, casi de manera inevitable, al momento, en tiempo, espacio y disposición espiritual, de leer todas juntas un libro. La decisión fue poesía, un libro de una poeta mexicana: Negro es su rostro/ Simiente, de Esther Seligson. Porque, ¿acaso habría forma tan sublime de estar y ser juntas como lo es en la poesía? Esther Seligson (1941-2010) ensayista, traductora, poeta y peregrina, escribe Simiente (Ediciones Sin Nombre, 2004) libro

que ella misma llamaría sui generis, pues no se asemeja a nada de lo que había hecho antes, donde decanta en letras los fragmentos de hechos, palabras, cartas, sentimientos, vuelos y estrellas que circundan el suicidio de su hijo Adrián. En entrevistas, Esther relata crudamente que, según sus propios términos, después de matar a cuchilladas a su amiga Nadine, Adrián se quedó cinco días encerrado con el cadáver de su víctima y acudió a casa de su madre para, frente a sus ojos, lanzarse por la ventana y volar los once pisos que lo separaban de la tierra: “voló once pisos abajo en una inverosímil voltereta de acróbata impecable. Quien no lo vio jamás creerá que cayó ‘como si un Ángel lo hubiese sostenido en el aire’, de espaldas sobre el piso del garaje sin dejar una sola gota de sangre derramada, o que manchara sus ropas”. (Fabienne Bradu, Letras Libres). Pero su libro es más bien el hecho desnudo y no sólo la narración de los sucesos. Es un conjunto de poemas en verso, textos en prosa y fragmentos de cartas de Adrián, todo esto acompañado por dibujos de su hijo. Una obra homogénea en fondo y he24


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terogénea en forma donde las letras se han convertido en semilla. A continuación unas pinceladas de esta luz que vimos desbordar en esta obra. Se puede suponer lo imposible de poner en palabras, adjetivar lo que significa perder un hijo, un hijo suicida; sin embargo, esta escritora, madre, poeta, logra apropiarse del lenguaje para desmembrar y volver a construir lo que sucede y sucedió alrededor, adentro, afuera, arriba y debajo de aquel abismo, aquella luz; para pronunciar la tumba de su vientre. Es importante mencionar que Esther integra en su libro textos de su hijo. Para Seligson, la palabra de Adrián es parte de la construcción misma, de la estructura, espinas del pez con ala premonitoria. Pero no sólo integra letras, también trazos descarados que ilustran la propia voz hecha de dos seres. Trazos de fuga, línea de fuga hacia atrás hacia adelante hacia adentro. Para la autora es imposible no cuestionarse si hizo algo mal, si de

haber hecho algo distinto hoy tendría a su hijo. Entonces comienza un viaje, un peregrinar hacia el anhelo de comprender la otredad, que en este caso es Adrián. Durante este viaje introspectivo y que a la vez es conversación con su semilla, su prosa revive fragmentos de cartas sin la pretensión de revivir el cuerpo, y junto a esos retazos ella misma le dice, como teniéndolo al lado, y no al otro lado de la puerta: te fugabas en nuestras conversaciones cuando venías a pedirme que habláramos de tu niñez y él sabe “doy indicios preventivos y luego no sé leerlos”. Adrián, distorsión equilibrada, nos cuenta que pasó por un “tratamiento médico severo”. La pregunta auto inquisitiva: ¿Será esto lo mejor para mi hijo? La pluma de Esther devela una constante reflexión de Adrián sobre las percepciones de su espacio interno y externo, de sus soledades y sus silencios tan apreciados. De alguna forma, estos pensamientos derivan en temor al fracaso, anticipación de 26

la derrota, en la eterna insatisfacción. “No es posible vivir del teatro” escribe Adrián que se lo han dicho. En Simiente hay un viaje poético hasta llegar a la infancia de Adrián, al propio nacimiento y en algunos casos aún más atrás, para llegar al origen, para encontrar respuestas. Mucha de esta labor es hecha con el lazo de madre como brújula. Al final no hay razones o ya no importan o todas, hasta las estrellas, se conforman como parte de esta caída. En la parada de la infancia, hay una infancia irrescatable [sic] como Esther misma haría referencia. Y un buen día/(…) se nos bifurcaron los sueños/(…) hasta que su ave saltó, ventada dislocada. Se dedica a perfilar a su hijo, el menor. Esther en verso vuela de su hijo. Asegura, desde el nacimiento fue ave, bello audaz como/ ánade salvaje (…) fue brote/ de domésticas reconciliaciones (…) y ambos crecieron sin nido. Re invoca [sic] la maternidad y la inocencia mientras palpa la distancia de madre hijo. Infancia del niño que se llevó mi


de semillas, simiente de la creación. Y es libro de luz porque, aunque suene paradójico, la muerte es la otra forma de la vida, la verdadera simiente, la luz. Para Esther esa ausencia día a día me desmigaja los huesos. Asegura Sobrevivo en lenta caída al salto de tu salto. (…) de alguna manera se apacigua mi dolor mas no así la pena. (…) lo demás se detuvo cuando partiste. Y se despide de su hijo, sin miedo a mostrar cada hueso desmoronado por la luz absoluta de las alas, del vuelo, de la semilla del ángel que se arrojó frente a sus ojos, aceptando que eso dijo el destino y, sobre todo, la voluntad. −Vete en paz, dije/ todo en este mundo te es ajeno/ (…) al niño cuyo cuerpo yacía hombre/ entregado a su destino.

infancia. Viene el rememorar los reproches, y la culpa aparece. El propio Adrián enuncia: “La falta de un abrazo del 22 o 23 de diciembre” “Te necesité, madre, y otra vez no estabas”. ¿No le hace esto a Esther pensar en su estado de madre? Y para pensarlo me adentro en el insomnio de tus insomnios. Cristal de luz se me rajó el alma/ y tu cuerpo volando astilla/ cómo no se abrió la tierra urna/ para hundirnos ambos aliento de agua/ desnudados de dolor y de materia/ cómo vine a quedar tan huérfana de ti/ en este otro parto. Seligson buscó motivos hasta en el mismo parto, parto inducido. En su vientre nació ala. Tan sencillo desprenderse rendirse soltar tu rostro por fin limpio de angustia lavado de temores en su infantil inocencia llama libre. Y se pregunta ¿y si hubiese llegado seis horas después? Para encontrar respuestas llega al mapa de constelaciones en busca de los motivos de origen tejidos desde la carta astral que para Adrián muestra un múltiple trazo rojo recto fatal entre dos prisiones doble inmolación los

pensamientos atorados en la cicatriz de la mano. Y él mismo, Adrián, sabe del excesivamente sólido límite del cuerpo. Parada en un pasado premonitorio de abismos sigue perfilando a su hijo: el ave permutó/ cuantas alas y máscaras/ le infundio su anhelo… y ella, antes árbol, tronco, se inventó una barca. Recapitulación premonitoria con la infancia como raíz del vuelo. Quedó acaso sólo una luz de colores cualesquiera. Previo a tu salto vuelo que en un relámpago de lucidez decidiste (…) el póstumo suspiro de volar el alma simiente mar de luz. ¿Se sostienen apenas? Esther escribió Simiente al lado del mar, con este como cómplice, pero, sobre todo, sin culpas, sin culpa por la delicia de sentirse vivo otra vez, con todo y dolor a cuestas. Según relata la autora en una entrevista con Angélica Abelleyra, Necesitaba estar a solas, en silencio. Y siempre tuve la ilusión del mar. Es simiente de luz y también de caos. El caos está lleno 27

Leer en comunidad y superando fronteras geográficas es uno de nuestros actos privados y personales muy íntimos que se ha convertido en acto político; quizá de los más importantes hasta ahora para nuestro espacio y también vital para nuestras hermanas de Cancún. Pues estamos dando el mensaje, hacia otras mujeres, hacia el mundo y hacia nuestra propia deconstrucción, que las mujeres crean comunidades lectoras tan fuertes que pueden conectarse a pesar de los miles de kilómetros y a pesar de las circunstancias; tan valientes que pueden atreverse a tener una experiencia lectora elevada como es la poesía de Esther Seligson; tan políticas que en un mundo donde aún se conocen, divulgan y consagran más a los hombres escritores, nosotras, mujeres de distintas partes del país, de diferentes edades, creencias y contextos, nos reunimos a leer y a invocar con esta lectura también a una mujer. El mito de que las mujeres no pueden estar juntas finalmente muera, que este acto, este breve instante poético sea prueba y conjuro. En esta convergencia nos declaramos semilla, voluntad de luz.


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El Cordero Feliz

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Menú del día & comida para llevar 16 de Septiembre No. 200 Altos, Centro, Apizaco, Tlaxcala Tel. 01 241 41 7 2652 Cel. 241 158 85 08 roda.momento@gmail.com

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Restaurante El Mirador Pollo Tocatlán, Pollo Calpulalpan Av. Guerrero No 58, Col. Centro Tlaxcala. Horarios 7:00 a 20:00 horas de Lunes a Domingo Hotel de La Loma @HotelLoma www.hoteldelaloma.com.mx

Restaurant & Posada Portal Jardin Cocina tradicional, Cantina & Café Platillos de temporada Especialidad “Chamorro al Pulque” Benito Juárez No. 6, Centro, Tlaxco, Tlax. Tel. 241 49 605 35 Cel. 241 121 26 22 tlaxcoportaljardin@hotmail.com

El Cordero Feliz 28

La Cultura de la Memoria al Paladar

Café Isabel Town Café de altura y Postres artesanales Plaza de la constitución No. 16, Int. 103. Centro, Plaza San José Interior Galerías Tlaxcala, 2da planta, saliendo de Liverpool Tlaxcala, Tlax. Tel. 246 46 2 33 08 /Isabel Town Cafe

Gusto Uruguayo Restaurante- bar Cortes, Choripán, Vino Parque Juárez No. 10, Centro, Huamantla, Tlax Tel. 247 47 2 0239 gustouruguayo@hotmail.com /gusto.uruguayo.7

Yeknom Café Carretera Tlaxcala - Apizaco km 119. S/N. Belén Atzitzimititlán. yeknom.cafe / Yeknom Café Tel: 246 16 84 723 55 34 340 542


Restaurantes La Casona de Don Agustin

Hotel Alifer

Comida regional Plaza principal No. 7, centro, Tlaxco, Tlax. (A un costado de la presidencia) La Casona de don Agustin Restaurante de Tlaxco @lacasonadedonagustin lacasonadedonagustin

Morelos No. 11 Centro, Tlaxcala, Tlax. Tel: 246 46 25678 www.hotelalifer.com.mx /AliferHotelAlifer halifer@prodigy.net.mx

El hornito Café y pizza, Comida - cena Entradas, ensaladas pastas, Pizzas artesanales Morelos Poniente, esq. con Progreso Sur, Santa Ana Chiautempan Tel: 246 458 0021 /elhornitocafeypizza

Centro Ecoturístico Tepeyololco Calzada de los Alcanfores S/N Col. Ocotitla, Tetla, Tlax. Cel: 241 117 65 11 www.tepeyololco.com tepeyololcoce@gmail.com /Tepeyololco Centro Ecoturístico Tlax.

Restaurante El Mesón de Alfonso Comida regional Emilio Sánchez Piedras, No.104, Apizaco, Tlax. Tel. 241 41 7 19 54 hotelrestaurante.mesondealfonso@ gmail.com

La Casa de la Burguesa Hamburguesas Xicoténcatl No. 1907, Col. Fátima, Apizaco, Tlax. Tel. 241 41 72244 Cel. 241 116 23 75 La Casa de la Burguesa

Crepería Ubuntu Crepas & café Benito Juárez No.8, Col. Centro San Cosme Xaloztoc, Tlax. Tel. 241 4131066 /creperiaubuntu www.creperiaubuntu.com info@creperiaubuntu.com

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El estrés en tiempos del coronavirus Autor: Psic. Cristina Figueroa Quirino Tel: 01 246 4580393 | psicologiaclinicaintegral@gmail.com

E

n una situación de pandemia como la que estamos viviendo, es completamente normal que las personas comiencen a experimentar emociones como miedo, angustia o tristeza. Estas emociones se convierten en molestias de índole fisiológico, como dolores de cabeza o de estómago, o trastornos de otro tipo, como los relacionados con la alimentación (dejar de comer o comer en exceso) o con el sueño (dejar de dormir o dormir demasiado). Todo esos pueden ser síntomas de estrés o de ansiedad. La ansiedad es cuando la persona se anticipa a una amenaza futura, mientras que el estrés es una respuesta parecida a la ansiedad, que surge cuando la persona percibe que la situación sobrepasa sus recursos. Es decir, percibe que no tiene alternativas ante el escenario o el cambio que está experimentando en su vida. Tanto en la ansiedad como en el estrés la persona se visualiza a sí misma (aunque no esté consciente de ello) que está en peligro su bienestar, su equilibrio o incluso su vida.

¿Qué hacer? En primer lugar, es importante la aceptación. No podemos sanar nada que no aceptemos. Entonces, debemos aceptar lo que estamos sintiendo. En segundo lugar, podemos aplicar técnicas de relajación, de respiración o de terapia cognitiva-conductual. Esta última ha demostrado una evidencia palpable de su eficacia ante los síntomas de estrés y de ansiedad. El principal componente de este enfoque terapéutico es la identificación de pensamientos automáticos distorsionados (del tipo “Vamos a morir” o “Todos nos vamos a enfermar”) y, a su vez, brindar estrategias para frenarlos o modificarlos. Una forma muy sencilla para detener un pensamiento distorsionado es decirle “ALTO” con firmeza y, una vez que el pensamiento se ha ido, continuar con las actividades. Espero que esto sea de utilidad para ustedes lectores de Momento y recuerden que, en tiempos de crisis, las emociones positivas son nuestro mejor aliado.

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La importancia del omega-3 en la nutrición Autor: Noemi Calderón Rodríguez

L

os ácidos grasos poliinsaturados omega-3 se encuentran en los alimentos en tres formas principales: ácido eicosapentaenoico (20:5 omega-3, EPA), ácido docosahexaenoico (22:6 omega 3, DHA) y alfa linolénico (18:3 omega 3, a-ALA). Las formas EPA y DHA se pueden encontrar en los aceites de pescados que viven principalmente en aguas frías, como salmón, atún, arenques y sardinas, entre otras variedades, a diferencia de los ALA, cuyas fuentes son de origen vegetal, como oleaginosas y aceites vegetales. Los EPA, DHA y ALA son ácidos grasos esenciales, es decir, se requiere ingerirlos por la dieta, ya que el organismo no los sintetiza1. A continuación, se describe la importancia que tiene en el organismo la suplementación del omega-3 y se mencionan algunos de los muchos beneficios al metabolismo: •Tiene diversos mecanismos de acción a nivel celular, sobre todo vuelve a los receptores de la membrana celular 1 Revista Chilena de Nutrición, Vol. 42, Nº1, marzo de 2015.

más receptivos o sensibles a estímulos externos, como del receptor de la insulina, que es más sensible para el paso de la glucosa a la célula de los tejidos del músculo, hígado y tejido adiposo, logrando con ello una mejoría en los pacientes con resistencia a la insulina. • En los pacientes con diabetes mellitus 2 y síndrome metabólico hay una importante mejoría en los niveles séricos de glucosa, insulina, colesterol, triglicéridos y LDL, ya que hay una optimización en el metabolismo de los sustratos energéticos a nivel mitocondria, como lo es la beta oxidación de los ácidos grasos libres, logrando disminuir dislipidemias y el desarrollo de esteatosis hepática, comúnmente conocido como hígado graso, además de prevenir también enfermedades cardiovasculares, como la arterosclerosis; asimismo, hay un mejor control de la obesidad. •Tiene un efecto antiinflamatorio previniendo con ello varias enfermedades específicas con una condición inflamatoria de base, como artritis reumatoide, lu-

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Taller virtual de poesía en la nube la magnitud del verso imparten: Isolda Dosamantes y Estrella del Valle Días: Lunes, Miércoles y viernes Horario: 17:00 a 19:00 Hrs. #QuèdateEnCasa pus eritematoso, cáncer, enfermedad renal, síndrome metabólico y diabetes, entre otras, las cuales ocasionan que se eleven sustancias inflamatorias, como prostaglandinas, leucotrienos y citoquinas pro inflamatorias. Ante ello, los omega-3 reaccionan metabólicamente, reduciendo el número de neutrófilos y las sustancias inflamatorias anteriormente mencionadas. • Hay también múltiples beneficios en las mujeres embarazadas que reciben suplementación durante el periodo de gestación, resultando una mayor coordinación psicomotriz y cognitiva en el bebé, así como un mejor desarrollo en la edad temprana; de igual manera, se observa una mejor agudeza visual, prevención de algunas alergias y de enfermedades autoinmunes. En resumen, la suplementación de omega-3 es muy importante, pero antes de empezar a tomarlo se tiene que acudir con el experto en nutrición para conocer la dosis recomendada en cada caso específico, así como sus efectos secundarios, si los hubiera, o contraindicaciones. También hay varias marcas y presentaciones, por lo que es necesario saber cuál es la más recomendable.

Vive el sueño de tener arte, experimenta volar Centro de Cultura: Galería Casa de la Nube & Café Punta del Sol Lunes a sábado de 16:00 a 21:00 horas. Dirección: Martín López 7, Atempan, Tlaxcala. C.P. 90010 http://galeriacasadelanube.blogspot.mx/ “Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”

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MENOS PLASTICO

PRACTICAS

RESISTENTES

/ACCESORIOS PI2 241 101 59 27 / 241 102 49 06


Ingredientes: Filete de pescado. 3 piezas Gengibre fresco (poco) Jugo de limón. 4 cucharadas Sal al gusto Champiñones. 250 gramos Cebolla picada. 25 gramos Ajo. 2 dientes picados Gengibre picado (poco) Crema de leche. 200 mililitros Licor de pulque. 2 onzas Chipotle seco y en tiras. Una pieza Perejil picado. Una cucharadita Sal al gusto

Filete de pescado al licor de pulque

Procedimiento:

Chef Juanita Aguilera

Los filetes de pescado se cortan por mitad a lo largo. Cada una de las piezas se enrolla y se le pone un palillo para que así se mantenga. Colocar estos rollos dentro de un tazón y verter por encima de ellos lo siguiente: en un molcajete, moler el gengibre con sal y por último incorporar el jugo de limón. Mezclar bien y esto ponerlo sobre los rollos de pescado, marinar al menos por una hora, cubrir con plástico film e introducir dentro del refrigerador. Mientras tanto, picar la cebolla y el ajo y estos freírlos en un poco de mantequilla, incorporar los champiñones ya lavados y fileteados, el gengibre picado, (que sea poco) y cuando se está terminando el jugo retirar la sartén del fuego para incorporar el licor. Menear rápidamente; nuevamente llevar la sartén al fuego, inclinar un poco la sartén para lograr que encienda el licor, se flamean y cuando se apague la llama agregar la crema, la sal al gusto y mezclar para que esta deliciosa crema de champiñón se cocine. Es muy rápido. Ahora en otra sartén colocar dos cucharadas de mantequilla, encender el fuego y freír ligeramente los rollos de pescado. Después de unos minutos, agregar el jugo de la marinada, mover con cuidado de no romperlos; incorporar por último la salsa anterior sobre los rollos de filete, dejar cocinar sólo por uno o dos minutos más y servir inmediatamente, decorar con chile chipotle cortado en fiambre y ligeramente frito, además de un poco de perejil picado. Buen provecho 36



Por tercer año consecutivo Atah celebra el día internacional de la Mujer

L

a Tesorera del consejo administrativo de ATAH, Maura Hernàndez Fernàndez organizó un evento para conmemorar el día internacional de las mujeres. Socias y trabajadoras de la empresa ATHA se dieron cita en el salón Atlihuetzia para recibir maquillaje y peinado gratis, tips para defensa personal, así como disfrutar de una desayuno y una conferencia motivacional. En su mensaje Maura Hernàndez mostró su solidaridad para todas las mujeres que laboran en esta empresa reconociendo el esfuerzo que día a día hacen en su rol de trabajadoras, mamas, esposas y socias. Desde hace 3 años la tesorera se ha dado a la tarea de realizar estos festejos para las mujeres que forman parte de esta empresa.



Décimo Aniversario del Salón Jardín Millys

Dirección: Carretera Apizaco Tetla Tel. 241 118 5036 Tel. 2411020569 / Salón Jardin Millys

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