EditorialDirectorio
DIRECTORA GENERAL
Marisol Fernández Muñoz COORDINADOR
EditorialDirectorio
Marisol Fernández Muñoz COORDINADOR
Juanita Aguilera
Dalia Sánchez Dávila
Cristina Figueroa
Vanessa Castillo Pérez
Legna Muñoz Zarate Carlos Ivan Flores Vázquez
Momento ahora o nunca. Revista mensual, Noviembre 2022 Editor responsable: Marisol Fernández Muñoz. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04 2009–021117565 700–102. Número de Certificado de Licitud de Título: (en trámite). Número de Cer tificado de Licitud de Contenido: (en trámite). Domicilio de la publicación: 16 de septiembre No. 200 Altos 3 C.P. 90300, Apizaco, Tlaxcala. Tel: (241) 418 3258 241 418 3258 www.revistamomento.com.mx
Distribución: Revista de Tlaxcala S.A. de C.V. 16 de septiembre No. 200 Altos 3 C.P. 90300, Apizaco, Tlaxcala. revista.momento.tlx@gmail.com
El destino era una telesecundaria en San Isidro Buen Suceso en el municipio de San Pablo del Monte, un encuentro con niñas pero igual con sus tutores, todo con el único objetivo de dar seguimiento al uso de tabletas electrónicas y de empoderar a niñas y mujeres para prevenir la violencia, el embarazo infantil y lograr que tomen decisiones informadas pero sobre todo que no dejen de seguir estudiando.
Un trabajo que replica la doctora Texis en otros cinco municipios con resultados alentadores pero que al mismo tiempo testifica el grave problema al que se enfrentan todos los días miles de niñas en nuestro estado.
El otro escenario, nos llevó a conocer el actor tlaxcalteca, orgullosamente de Apizaco Raúl Briones Carmona, quien descubrió su pasión en un Colegio de Bachilleres, exactamente en el Cobat 19 de Xalostoc. Briones nos hace un espacio en su visita a la ciudad rielera después de ganar el Ariel como mejor actor por su papel como el agente Montoya en la producción titulada Una película de policías.
Guapo, sencillo y con toda la disposición nos cuenta su vida, como de película.
Agradecemos las facilidades al Centro Cultural la Libertad que dirige María del Rayo Netzahuatl Ilhuicatzi para la realización de esta entrevista con el actor, Raúl Briones Carmona.
escenarios distintos son el retrato de esta edición, por un lado un trabajo que nos llevó al sur del estado hace poco más de 5 meses, donde acompañamos a la doctora Rosario Texis Zuñiga, directora de Ddeser Tlaxcala, organización de la sociedad civil para dar seguimiento al proyecto “En comunidad prevenimos y respondemos ante la violencia sexual y el embara zo infantil en 12 municipios de México” financiado por el Fondo Fiduciario de la ONU para eliminar la violencia contra la mujer.Revista Momento ahora o nunca Número
Año
XIV
Síguenos en: /RevistaMomentoAhoraoNunca @MomentoRevista
¿QUIERES ANUNCIARTE?
Blvd. 16 de septiembre No. 200 Altos 3, Apizaco, Tlax. revista.momento.tlx@gmail.com Tel: (241) 41 8 32 58
Un actor se confiesa. Vida y andanzas de Raúl Briones Carmona
Desde abajo, para prevenir y atender la violencia de las niñas y adolescentes
El area de Recursos Humanos en tu empresa 30 Cerrar ciclos
por la tarde en Apizaco. La luz del otoño pardea. El día agoniza. El escenario es el centro cultural La Libertad, que alguna vez funcionó como cárcel municipal, hasta que en los años noventa, Verónica Rascón, durante el gobierno de José Antonio Álvarez Lima, rescató al sitio para convertirlo en un espacio dedicado a las artes, incluido el teatro.
En escena aparece el protagonista de este drama: el actor Raúl Briones Carmona. La suya es una historia para contarse. Tercera llamada. Comenzamos.
Viaje a la semilla La vida del actor Raúl Briones Carmona es un cruce venturoso entre el azar y la necesidad. Su tenacidad y resiliencia lo llevaron hasta el teatro y el cine, para participar en el montaje de clásicos como Hamlet, y a ganar un par de Arieles, por las cintas Asfixia y Una película de policías. Pero no hagamos spóiler. Ya vendrá el momento de esa narraturgia.
Muy pocos indicios en la infancia de Raúl apuntaban hacia el rumbo del arte. Parecía que su historia iba a diluirse en el anonimato de la masa silenciosa.
Una vida más, una historia perdida en el ruido y la furia.
Pero se negó a seguir ese guion.
Entendió que cada persona puede ser su propio héroe o villano. En un momento de
ruptura, atendió a esa oscura voz que germi naba en su alma, y que lo acabaría llevando por los derroteros del arte. Varios episodios en su niñez le habían entreabierto esa ruta vital.
Por ejemplo, cuando iba en el jardín de niños, se escabullía del salón de clases para entrar furtivamente en una habitación donde se encontraba un piano. Fascinado y seducido por el instrumento, se acercaba y pulsaba algunas teclas.
Ese sonido era embriagador; hacía que su alma resonara a un tempo distinto. Pero la magia y el secreto iban a terminar muy rápido, cuando el conserje de la escuela descubrió a Raúl con las manos en las teclas.
Un soberano regaño lo “traumó para siempre”: no se debía jugar con el piano, no era un juguete y podía desafinarlo o, peor aún, descomponerlo.
Siguiente escena. Años más tarde.
Raúl descubre cerca de su escuela primaria un sitio donde dan clases de popotillo, “esta técnica de quebrar los popotes sobre cera de Campeche, en un trazo predibujado” para luego colorear con popotillo.
Y aunque el taller costaba “unos cuantos pesos”, su padre se negó a proporcionárselos, porque eso era “cosa de jotos”. Sin embargo, la semilla ya estaba sembrada. Entonces hubo un giro en la historia.
Un malhadado día, los padres de Raúl decidieron separarse. En ese entonces, la familia vivía en la colonia La Navidad, en la
Por: Yassir Zárate Méndezdelegación Cuajimalpa, del todavía Distrito Federal.
Sin saber cómo, de repente, Raúl se vio juntando sus pertenencias, para subirlas a un camión de redilas. El niño, casi adolescente, no tenía muy claro lo que estaba pasando. Simplemente, él y sus hermanos más pequeños se irían con su madre, hasta un lugar lejano y ajeno: Apizaco, Tlaxcala.
Cambio de escenario.
Era el tiempo de las aguas. Agosto, para más señas. El camión de redilas traqueteaba sobre el camino, lleno de incertidumbre y desazón,
guardadas las esperanzas en cajas de cartón amarradas con premura; perdida entre los enseres iba la caja de Pandora.
Unos enormes charcos dieron la bienvenida a los viajeros, una madre y sus hijos más pequeños, incluido Raúl, que seguía sin entender del todo lo que estaba pasando. Vaya, pensaba que aquello era transitorio. Ni siquiera se había despedido de sus amigos de la colonia. Estaba seguro que iba a volver a los pocos días, a retomar su vida en La Navidad, tratando de caerle bien a sus vecinos y vecinas. Pero eso no iba a ocurrir.
Al menos no pronto.
Como pudieron, los niños y la madre bajaron ropa, trastes, sue ños, miedos, y los acomodaron en los dos cuartitos construidos en la colonia Loma Florida, un auténtico páramo en aquellos años, a finales de los noventa del siglo XX. Toda una época.
Luego de acomodar lo que se dejó acomodar, entre todos dedicaron tiempo a cubrir los huecos donde deberían ir los cristales de las ventanas. Unos hules sirvieron para ese fin. Habían dejado dos cuartitos donde se hacinaba una familia de diez, para ir a vivir a otros dos cuartitos, donde ahora viviría una familia desgajada.
Nadie durmió esa noche.
¿Acaso esto es un melodrama? Habrá que esperar un poco.
Intermedio en retrospectiva a lo Brecht: Madre Coraje
Tendida sobre la yerba, Ángeles pierde su mirada en la inmensidad del firmamento. Se distrae adivinando formas en las nubes que navegan en las aguas azules del cielo.
Es como una armada de abigarrados y barrocos barcos que van a ninguna parte.
La niña de unos siete u ocho años entrecierra los ojos y solo escucha el balar de las ovejas de su rebaño. Cada mañana las lleva a pastar a esta pequeña hondonada.
A un lado, dormita el padre de la chica, pastor como ella; el hombre llena las horas que transcurren en el apacentamiento contándole a su hija historias de aparecidos, de brujas y de fantasmas.
Ángeles se levanta sin hacer mu-
cho ruido. No quiere molestar a su padre. Desde hace días se pregunta qué habrá al otro de la colina donde forrajean las ovejas.
Decidida, camina cuesta arriba.
Una tenue y fría brisa le revuelve el cabello, como si quisiera jugar con ella. Ella no se detiene, está determinada a llegar a la punta.
Y lo que descubre en la cima acabará por cambiarle la vida. A sus pies se extiende el inmenso valle donde se asienta Tlaxcala, con la Matlalcuéyetl como figura señera.
Muchos años después, Ángeles Carmona Gutiérrez, que es el nom bre de esta niña pastora, dejará a sus ovejas y a su natal San Miguel La Caldera, en el municipio de Ix tacamaxtitlán, Puebla, para escribir su propia historia en otros rumbos, con otros personajes, aportando su óbolo a la vida del drama.
Allá, en el futuro, la esperan ocho hijos. Uno de ellos se llamará Raúl. A escena
El personaje toma asiento en una de las butacas del auditorio de La Libertad. Tal vez algún recuerdo brote de su memoria, cuando varios años atrás estaba subido en el escenario, atendiendo las instrucciones de Gloria Miravete, directora del grupo Tlalocan, donde él había recalado, llevado por el instinto del arte.
Entonces aparece la memoria, la madre de las musas, según Hesíodo, el poeta campesino y pastor —como Ángeles, la madre de Raúl—. Ahora entra en personaje y se deja llevar por los recuerdos evocados, disparados por las preguntas que comienzan a acribillarlo.
Narra/evoca su viaje a la ciudad de Apizaco como si fuera un guion cinematográfico, con cortes directos a los episodios más significativos o emotivos. Sin transiciones ni pausas dramáticas.
Desgrana poco a poco sus recuerdos, que luego hilvana con anécdotas de distinto color.
Nos dice:
“Aquella mudanza fue un cisma en mi familia, y se debió a problemas económicos en la familia. Mi papá compartía un terreno con uno de mis tíos. Empiezan a crecer los hijos, se empieza a armar una polémica entre ellos y mi mamá decide agarrar
a algunos de sus hijos. Yo tengo siete hermanos y hermanas.
“Los más grandes decidieron quedarse con mi papá. Él trabajaba como mecánico, hojalatero y pintor en la colonia La Navidad, en Cua jimalpa, de la Ciudad de México.
“Mi mamá nos trajo a los más pequeños, y fue una cosa muy rá pida. No tuvimos mucho tiempo para asimilarlo. Cuando empecé a escuchar la palabra “Mudanza”, no tenía idea de lo que significaba eso. Me venían a la mente imágenes muy gringas, cinematográficas, del camión perfecto, con las cajitas perfectas.
Corte a. “Estaba en un camión de redilas, de un compadre de mi papá, con toda mi vida a cuestas. Tampoco es que viviéramos en una casa muy grande. Vivíamos en dos cuartitos muy chiquitos, que se componían de la cocina, la sala y las recámaras, donde había dos literas en las que dormíamos diez personas.
“Los más chicos íbamos atrás, en el camión de redilas, atorados. Fue agridulce la sensación, porque yo no tenía idea de a dónde iba, y tenía la sensación de que iba a volver. Tenía a mi grupo de amigas y de amigos en la esquina de la casa de mis tías.
“Me acuerdo de mi grupo de amigos en la esquina, sin decir nada, muy poco dramática fue la despe dida. Y yo tampoco me despedí. Tuve la sensación de ‘No me voy a despedir, porque voy a volver’. Ahí en La Navidad sigue viviendo mi tía, una hermana de mi papá y varios de mis hermanos. Sigue siendo parte importante de mi familia. Corte a.
“Llegué aquí a Apizaco, a la co lonia Loma Florida, hace como 24 años, más o menos; solo estaban los dos pequeños cuartitos que había alcanzado a construir mi mamá. Llegamos un 18 de agosto, no me acuerdo si de 1995 o 1997. Yo tenía once años, ahora tengo 38.
“Lo más impresionante fue que era la época de lluvias; no sé si ustedes recuerden cómo era Loma Florida en ese entonces. Estaba solo la casita en medio de un páramo enorme, con un montón de charcos gigantescos alrededor; solo se escuchaba el croar de muchos sapos. Para una persona acostumbrada a
vivir en la Ciudad de México, fue un contraste muy impresionante. Por un lado, muy shockeante, pero por el otro una imagen poética que llevo en mi memoria.
“Algún día filmaré algo cine matográficamente con eso, de esa primera noche, de llegar a un piso sin concreto, sin ventanas, tapiar las ventanas con plástico. Mi mamá con sus hijos más pequeños, conteniéndonos en una noche donde nadie durmió. Esa fue mi llegada a Tlaxcala.
“De ahí fue muy rápido aceptar
este lugar, porque teníamos el campo y un montón de cosas que hacer. Había muchísimos animales. Nunca había visto camaleones ni lagartijas. A esa edad lo convertimos en juego; también vimos cómo se construyó la colonia.
“Fue muy raro, porque llegamos ya entrado el ciclo escolar. No pudimos inscribirnos en las escuelas que queríamos. Me acuerdo que mi mamá nos quería meter en la “Benito Juárez”, y terminamos en la “Valentín Gómez Farías”, que era como el turno apestado de la “Benito Juárez”.
“Pero ahí conocí a una maravillosa maestra que se llama Eli Pimentel Morales, una mujer que atesoro en mi corazón, porque fue ella quien empezó a sembrar las bases de los valores que me forjaron para no irme hacia otro lado de la vida.
“Fue siempre una guía maravillosa, una maestra formidable; luego le tocó a uno de mis hermanos menores tomar clases con ella, y también se repitió la misma manera, porque es una mujer con una vocación enorme por la enseñanza”.
A grandes rasgos ese fue el primer encuentro con Tlaxcala. Fue duro, por supuesto, pero fue muy rápido.
“Me he enamorado de este lugar y de este espacio”, afirma.
Fue así como la familia se dividió en dos: la de los más grandes y la de los más pequeños.
“La familia con mi papá y la familia con mi mamá. Con mi mamá fue la energía de renovación y de posibilidad, y aunque estábamos en medio de un páramo, en dos cuartitos muy parecidos a los que teníamos, los sueños ahí estaban.
“El horizonte se abrió de alguna forma. Fue entender la valentía de mi mamá, de cargar con todas sus cosas y con parte de sus hijos. Después, conforme fui creciendo, madurando y entendiendo el salto cuántico que mi mamá se aventó, fui abrazando con mucha fuerza y con mucho amor la valentía de mi madre”.
Todo sobre mi madre —¿Cómo es la relación con tu madre? —Es hermosa. Es muy hermosa, pero la verdad es que ha sido forjada por el teatro también. Yo fui un adolescente
muy inquieto, muy rebelde, muy contreras, y muy callejero. Soy una persona que gusta de la geografía. Yo creo a través de la geografía. Me gustan muchísimo los espacios.
Una de las cosas que hago cuan do llego a un teatro es reconocer el lugar; ver si tiene paso de gato, si tiene trampilla, cuántas entradas y salidas hay. Es como una forma, una sensación de si hay peligro o de que entre la vida a este lugar.
Cuando llego a una casa nueva, que me he mudado como unas 17 veces, lo primero que hago es caminar por la colonia, perderme en el lugar, hacer que el espacio se vuelva parte de mí.
Mi relación con mi madre fue dura. La verdad es que le daba mu chos dolores de cabeza. Siempre me la pasaba en la calle. Era candil de la calle, oscuridad de mi casa. Nos gritoneábamos horrible.
Luego tuve la oportunidad de estar en un proyecto de teatro, Safari en Tepito, un proyecto dirigido por Daniel Jiménez Cacho, donde me tocó interactuar con una mujer, Silvia, Chivita, una mujer de más de 70 años; tenía que entrevistarla e interactuar con ella, investigar su vida. Y de repente digo: “Yo qué hago investigando la vida de alguien, si no conozco nada de la vida de mi madre”.
A raíz de eso fue que empecé a hablar con mi mamá, porque ella es una mujer que le hablas por teléfono y le preguntas “Cómo estás”, y te dice “Bien, mi hijo”. Yo antes me conformaba con ese “Bien, mi hijo”. Ahora no. Ahora le digo “Pero cómo estás, ma”. “Bien, mi hijito”. Y entonces le voy indagando, le voy sacando la sopa, hasta que termina-
mos hablando de su infancia, de sus sueños, de su filosofía. Tengo una relación hermosa con ella. —¿Ahora qué sabes de tu madre? —Hay una anécdota muy bonita de ella. Mi madre era la favorita de mi abuelo, porque era de las menores y mi mamá siempre ha tenido una energía muy noble. Mi abuelo era pastor en Ixtacamaxtitlán, en Puebla, arriba de Terrenate.
Mi familia es de un pueblo que está en una gran cañada y se llama San Miguel La Caldera, Puebla, justo arribita de Terrenate. Es casi Tlaxcala, realmente.
Mi abuelo se dedicaba a pastorear borregas y vender la lana a un pueblo que estaba mucho más adentro de la sierra, donde hacían textiles y cobijas; se les daba la
lana y le regresaban cobijas. Luego mi abuelo las vendía y esa era su manera de ganarse la vida, antes de que viniera la gran repartición de tierras y pudiera empezar a sembrar.
Te estoy hablando de hace 70 años.
Mi mamá decía que cuando era niña, se la pasaba horas tumbada en el pasto, mientras mi abuelo le contaba historias de fantasmas, de brujas. Mi mamá creía que el mundo era solo esa cañada, porque nunca había ido arriba de los cerros.
Pensaba que esa cañada giraba alrededor del sol y que eso era todo el mundo. Para ella fue muy impre sionante una vez que subió el cerro y vio la gran planicie de Tlaxcala, La Malinche y el Cuatlapanga en medio.
Se dio cuenta que su mundo era muy pequeño y que el mundo
allá afuera era enorme. Cuando me contó eso, se me llenó el corazón de emoción, porque en realidad eso fue lo que mi madre siempre ha hecho para nosotros, subir al cerro y descubrirnos un mundo.
—¿Un personaje profundamente dramático tu madre?
—Muy, muy dramático. Mi mamá es ahora una abuelita increíblemente suave, pero nos aventábamos nuestros buenos encuentros. Era como una troyana; pegaba unos gritos así de grandes. Imagínate, estuvo embarazada 20 años de su vida, cuidando no solamente su embarazo, sino a la hilera de hijas y de hijos, y no creas que somos huesos fáciles de roer. —¿Troyana al estilo de Eurípides? —Troyana a lo Eurípides; sí, era brava mi mamá. Era muy, muy brava.
La primera estancia de Raúl en Apizaco fue relativamente breve. Una vez finalizada la secundaria, donde quedó a deber una materia, decidió regresar a la Ciudad de México.
Aquel joven tenía poco claro hacía dónde lo llevaría la vida. A pesar de que en alguna parte de su mente estaba madurando una idea, a partir de la sensibilidad que tenía. Pero el camino no iba a ser fácil.
Su estancia en la capital del país lo hacía correr el peligro de quedar atrapado en una trampa existencial. De repente, una suerte de epifanía le reveló un sendero distinto a la rutina en la que había caído.
Es así que volvió a Apizaco, para seguir sus estudios de bachillerato. Fue en el plantel 19 del Colegio de Bachilleres de Tlaxcala, ubicado
en San Cosme Xalóztoc, donde lo estaba esperando pacientemente su verdadera vocación, en forma de drama.
—¿Qué representa para ti Xalóztoc? —Xalóztoc representa el momento en que tuve la posibilidad de romper con la inercia. Yo no tenía ningún referente cultural en mi familia. Soy la primera persona que se dedicó al arte.
Uno de mis primeros acercamientos fue cuando tenía como cinco años, en un DIF, afuera de la primera donde estudiaba en La Navidad. Tenía como unos seis o siete años, más o menos. Me acuerdo que pasé por ese centro cultural, donde daban un pequeño tallercito de popotillo, que es esta técnica de quebrar los popotes sobre cera de Campeche, en un trazo predibujado, colorear con popotillo. La inscripción costaba unos cuantos pesos.
Fui a pedirle dinero a mi papá, para pagármelo, y me mandó directamente al diablo. Me dijo que no, que eso era para jotos. Me dijo que no, y que no perdiera el tiempo, que hiciera otra cosa de provecho, que no tenía dinero… y luego me dio un billete para ir a comprar una botella de Bacardí.
Fue una sensación extraña, pero de alguna forma entendí la lógica de mi papá. No lo discutí demasiado; lo dejé ir. Suspendí ese pequeño impulso artístico que tuve desde la primera infancia. Luego vinieron varios.
Tuve otro en el kínder, donde había un piano. Yo me brincaba al salón de música. Pedía permiso para ir al baño, aunque en realidad me iba a picarle a las teclas.
Eso se acabó cuando el conserje me descubrió y me pegó una rega-
ñada que me traumó para toda la vida. Me dijo que no se jugaba con el piano. Nunca volví a tocar un piano porque, claro, es un aparato carísimo; si lo andas jugando, se desafina, y si no lo sabes tocar, no lo tocas. Tampoco pensé: “Pero en tonces cómo se aprende”. En algún momento hay que cometer errores. Eso quedó ahí suspendido.
Cuando terminé la secundaria quedé a deber una materia y me fui a la Ciudad de México, donde estaban mis hermanos mayores. Ellos se dedican a la electricidad. Dije: “Bueno, ya no pude estudiar la prepa. Voy a chingarle con mis hermanos”.
Me fui a trabajar y logré ser oficial electricista. Tengo ese oficio, entre muchos otros trabajos que hice a lo largo de mi vida.
Un día, de repente, después de tres años, descubrí una inercia, un ciclo en el que estaba encerrado: tra bajaba de lunes a sábado; el sábado a mediodía salía, me pagaban y ese dinero lo usaba para embriagarme toda la tarde. El domingo estaba crudo todo el día y el lunes empezaba de nuevo el ciclo.
Entonces me dije: “No, yo necesito otra cosa. No sé qué es, pero necesito otra cosa”. Fui al Campo Militar número 1, que está en la Ciudad de México, porque quería entrar al Ejército, según yo; pero quería porque me encanta el uniforme de gala de los militares.
Me explicaron: “No, pues es que si vas a entrar desde soldado raso, te va a ir muy mal; lo que te acon sejamos es que estudies la prepa y luego regreses y hagas carrera, porque
tu físico no se ve muy militaroso”.
Por eso me regresé a Apizaco. Le avisé a mi mamá: “Oye, quiero regresarme a estudiar la prepa”. Ella me aclaró que en el plantel 10 del Colegio de Bachilleres ya no había lugar, y que solo estaba disponible el plantel 19, en San Cosme Xalóztoc. Ese lugar ya lo conocía, porque está en la ruta que tomábamos para llegar a San Miguel La Caldera, cuando íbamos a visitar al rancho; conocía Xalóztoc, Velasco, Toluca de Terrenate, todos esos pueblos que pasas para llegar a La Caldera.
Xalóztoc significa la toma de decisión de no querer seguir en un ciclo que me estaba destruyendo y superarme en la vida. Hacerle caso a mi sensibilidad, a mi intelecto y a mi necesidad de seguir preparándome. Ahí conocí al teatro.
—¿Qué te condujo al teatro?
—Me llevó que no había lugar en la paraescolar de música, porque en la secundaria estuve en rondalla. Yo cantaba y era parte del coro. Tam bién era parte del coro del himno nacional. En el COBAT llegué a buscar la paraescolar de música, pero todo mundo se inscribió ahí.
Me dijeron que había una paraescolar llamada Teatro. Yo nunca había escuchado la palabra “teatro” de una manera que fuera accesible. Cuando escuchaba la palabra “teatro” pensaba en los comerciales de Once y doce, esa obra de Chespirito que pasaban los comerciales en Televisa una y otra vez, del público botado de la risa, ¿te acuerdas? Esa era mi idea de teatro. Yo me dije: “Bueno, pues voy a ver qué onda”.
En ese momento estaba la maestra Hilda Serrano dando el taller. Pero
por alguna razón no había podido ir esa vez, y mandó a José Luis Pérez Hernández, Güicho.
Recuerdo perfectamente el momento en el que Güicho nos hizo un ejercicio, que consistía en imaginar una escena en la que íbamos en una lancha, te picaba una serpiente y tú no podías nadar. Lo que pasaba era que te morías de envenenamiento.
Me acuerdo perfectamente que vi la lancha, vi el agua, vi el bosque y vi a la serpiente; los colores los tengo en la memoria. Nunca se me va a olvidar. Al mismo tiempo estaba en un salón de clases, en un Colegio de Bachilleres, en San Cosme Xalóztoc.
Me explotó la imaginación. Por primera vez pude darme cuenta de que se podía estar en dos lugares al mismo tiempo a través de la imaginación; me enamoré perdidamente del teatro.
En ese momento era una persona más intensa, luego he ido madurando y esto del romanticismo y del artista que va hacia la luz y la autodestrucción, ya no me va. Pero en ese momento sí. Yo empleaba la metáfora de que “El teatro me envenenó desde el principio”. Y la única cura era el mismo teatro. No puedo dejar de hacerlo, soy adicto al teatro.
—¿En qué momento decidiste ser actor?
—En ese momento. Ese día. Lo tuve clarísimo, porque ahora que he tenido la fortuna de que me preguntaran varias veces sobre mi infancia, mi carrera, mis impulsos artísticos, me doy cuenta de que en realidad lo traje desde siempre.
Mi mamá es costurera. Hay algo muy mágico en lo que hace ella, de
convertir una materia prima en una prenda; es algo muy impresionante.
Mi papá era hojalatero y pintor; siempre había Pantone por todos lados. Mi papá era un experto igua lando el color, después vinieron las tecnologías y él no quiso ponerse a la altura y así se fue rezagando. Yo siempre estaba jugando con colores y con pintura.
Mi hermano está estudiando ahora en la Escuela de Artes de Tlaxcala. Él es un pintor muy im portante y talentosísimo. Yo creo que viene de ahí. Cuando llegué a San Cosme pude ponerles nombre a mis sueños de toda la vida. Mis sueños eran el teatro.
—¿Estaba larvado? —Claro. Sí, ya estaba sembrado desde mucho antes, porque cuando era niño, era muy mentiroso, aunque mentía honestamente. Mentía por pertenecer, solo por inventar un montón de cosas.
—¿Mitómano?
—Sí, pero no por maldad, sino por jugar, por provocar, muy performance. Ahora sé que hay una cosa que se llama ficción, que no es precisamente mentira, pero se puede tocar.
La verdad es que siempre me sentía muy cómodo ante los ojos de los demás, y esto tiene una razón. Fui muy buleado dentro de mi familia, porque era un niño muy inquieto y tenía muchos problemas de hi peractividad, de falta de atención; todo el tiempo estaba en la calle, tratando de quedar bien con mis vecinas y con mis vecinos.
Siempre traje al espectáculo pegado a mi personalidad, para ser aceptado, querido. Yo creo que todo actor y toda actriz tiene un
ego lastimado, como para pararse frente a un grupo de personas a pretender que le aplaudan. Ahora lo tengo clarísimo y por fortuna tengo el escenario para depositar ahí mi ego, que puede llegar a ser monstruoso.
Un actor se prepara Una vez que tomó la decisión de ser actor, Raúl Briones Carmona buscó una escuela para afinar su vocación. La elección recayó en el Centro Universitario de Teatro, el legendario CUT de la Universidad Nacional Autónoma de México, por donde ha pasado lo más selecto de la escena teatral de nuestro país. —¿Cómo fueron tus años en el CUT? —Fueron increíbles. Yo me consi dero un actor silvestre, es decir, a falta de referentes culturales y de referentes intelectuales, todo lo que me dieran era bienvenido; no tenía ninguna intención de cuestionar a nadie. Porque todo era nuevo.
Yo llegué al CUT con las pupilas dilatadas, el pecho abierto, los brazos abiertos, muy preparado. En ese momento, debido a mi impulso de querer ser militar, tenía un carácter muy castrense. Si hubiera conocido un mesías, me hubiera inmediata mente metido a sus filas.
Afortunadamente no me pasó, porque conocí el teatro y fui con un nivel de disciplina que de verdad si no hubiera sido así, me hubiera regresado con mucho miedo. Yo quemé las naves, y no miré hacia atrás, porque si no me convertiría en estatua de sal, así, tal cual; no voltee, y eso mis maestros lo reci bieron con muchísimo cariño y con muchísimo amor.
Aquí fue donde dejé a Santiago, mi hijo, que ahora tiene 15 años. Me enteré que iba a nacer cuando iba a entrar al Centro. Yo ya estaba encaminado al CUT. Ese fue un sacrificio hacia los años de infancia de Santiago, de quien hasta la fecha sigo haciéndome responsable y haciéndome cargo; tengo una relación hermosa con él, pero fue después de muchos años. Yo tenía que ir al CUT a por todas.
Cuando vienes de una clase social tan baja, tienes un solo tiro. Cuando vienes de una clase social un poco más acomodada, tienes más tiros, tienes el cartucho lleno y andas por la vida tirando por todos lados. Yo no. Yo le pegaba o me regresaba a ser obrero y mantener a una familia. No tuve de otra.
Me desvivía en las clases. Ab sorbí del CUT cada centímetro de esa escuela, cada gota de sudor, con muchísima pasión. Y hasta la fecha es algo que me acompaña en mi carrera.
—¿Qué aprendiste en el Centro?
—Aprendí que tengo un cuerpo y que este cuerpo está compuesto por un montón de factores que hay que diseccionar para poder entenderme como actor. Este cuerpo tiene una voz, una mente, un espíritu: este cuerpo se mueve de determinada manera.
Aprendí a diseccionar mi cuer po, a analizarlo, a entenderlo, pero sobre todo aprendí que el camino de la actuación, para mí, era la vía para un camino espiritual y un camino terapéutico. Hasta la fecha sigue siendo así. Yo no disocio mi trabajo como actor de mi camino espiritual. A mí la actuación me
ha hecho crecer muchísimo. Me ha dado todas las herramientas para madurar… y crecer.
—¿Para ti actuar es una forma de redención?
—No necesariamente. No sé si por ahí se trata más de asumirme como el propio objeto de investigación de la experiencia humana. Tiene que ver con mi yo como sujeto ob servable en la sociedad y qué tanto mis decisiones colaboran a la gran violencia y al gran sistema, enten diendo que los personajes me van ofreciendo distintas versiones de la vida. Dependiendo de los errores y del carácter y de los vicios de cada uno, puedo ir modulando mi propio carácter y tratando de tomar a mis personajes como maestros y no cometer sus mismos errores, para no aportar a la violencia del gran sistema.
—¿Quién fue tu profesor favorito o tu profesora o favorita?
—La verdad es que como iba con este nivel de fe, a todos los recibí de igual manera, pero fue el maestro Antonio Crestani, no porque sea mi favorito, sino porque fue el primero; él me dio en primer año.
Crestani es un hombre muy apasionado del teatro… y muy duro, con un nivel de exigencia y mística increíble. Además, me quiso y me guio de una forma muy amable y amorosa.
Cuando estudié en la escuela hace quince años, las reglas eran otras, la conversación sobre las violencias era otra; también hubo mucha crueldad, no creo que de una manera premeditada. Mis maestros me educaron como los educaron, me dieron lo que les dieron. Yo
ahora tengo la oportunidad de ofrecer herramientas más amables y amorosas.
A ese silvestre niño que llegó al CUT, Cristani lo fue refinando de una forma bastante intensa y amorosa.
—Tú has hecho teatro clásico, como Hamlet. ¿Qué te dejó esa experiencia?
—Es muy impresionante cómo se actúa a Hamlet. Yo fui Rosencrantz, aunque hice varios personajes en realidad, como el enterrador.
Esa experiencia me dejó la enorme satisfacción de estar dentro de un texto que ya por sí solo se para; fue una adaptación de Flavio [González Mello] bastante críptica y extraña, donde cada acto tenía un tono dis tinto, cada acto era un tipo de teatro diferente, hasta cerrar con un teatro mucho más intimista, naturalista, neutro; pasábamos de la farsa a un realismo casi cinematográfico.
La puesta me dejó la oportunidad de entender a Shakespeare desde dentro y la satisfacción de sentir una dramaturgia impecable.
—¿Crees en el Método de Stanisla vsky? ¿Confías más en Grotowski o en Lee Strasberg?
—Creo que soy una mezcla rarísima. Yo tengo algo con el conocimiento. Soy una persona que lee bastante, que ve bastantes cosas, pero mi memoria es malísima. Debido a que me atropellaron a los seis años, tengo una memoria extraña, aunque la memoria también es ficción.
Puedo estar leyendo una novela y a la mitad del camino decir: “Por qué sé el futuro de los personajes? Ah, chin, pues es que ya la leí”. Te lo juro. Con las técnicas me pasa algo parecido. Las recibí también de una
manera bastante mezclada, porque en México tampoco tenemos una técnica como tal. [Héctor] Mendoza es el único que de alguna manera desarrolló algo y luego [Luis de] Tavira aplicó sus propias técnicas, su análisis tonal, todas sus ideas en torno al teatro, que son maravillosas y geniales, pero no tenemos a un Brecht o a un Shakespeare. No tenemos una técnica como tal, que se defina como la teatralidad mexicana.
Creo que es algo que deberíamos investigar en los tlaxcaltecas, y en todo el teatro evangelizador; en los pueblos originarios, si en las festividades, si en las danzas, creo que por ahí está el secreto de nuestra teatralidad.
Yo absorbo las técnicas y luego hago una mezcla muy extraña. Di ría que soy mucho más cercano al Método, porque soy una persona que gusta de la autobiografía, del análisis interior, de las heridas y de los trampolines personales. Me acerco más a ese lugar, que a algo más brechtiano, que es mucho más frío, mucho más objetivo y mucho más lejano. —¿Cómo se dio tu transición de actor de teatro a actor de cine? —Fue a través de Alonso Ruizpa lacios. Él me dirigió en La cocina, en mi última puesta en escena en el CUT. Curiosamente también estaba Güicho en esa puesta en escena, porque Güicho entró al CUT después de mí.
Él me había dicho: “Te tienes que ir a estudiar al CUT”. Y llegué al CUT, estudié el primer año y luego le dije: “Güicho, tú también tienes que estar en esta escuela”. Él entró
tres años después que yo, a pesar de que tiene más edad.
La cocina, de Arnold Wesker, es una obra gigante, con más de 30 personajes. Alonso quería conservar la magnitud de una cocina, por lo que pidió a otras generaciones que se anotaran en el elenco. Ahí entró la generación de Güicho. Compartimos escena en mi última presentación, que también fue una cosa maravillosa, como un ciclo de cierre muy bonito.
Alonso Ruizpalacios ha sido un director muy híbrido desde sus inicios. En realidad quería ser director de cine, por lo que se fue a Nueva York a tratar de estudiar, pero lo mandaron al diablo y terminó estudiando ac tuación en Londres. Luego dio clases en el foro de [Ludwik] Margules de
dirección y después da dirección de actores en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC).
Es un autodidacta del cine; conoce a mucha gente del cine y a mucha gente del teatro. Él inmediatamente me dijo: “Te quiero en mi puesta en escena Rock and Roll”. Mi primera puesta en escena profesional fue con Alonso y ahí me vio mucha gente de cine.
Me empezaron a invitar a hacer ficciones con alumnos del CCCo. Me vieron los maestros y las maestras de allí, entre ellas Natalia Beristáin, que es directora y también fue directora de casting durante mucho tiempo; me empezó a llamar a las producciones, porque yo llegué a los proyectos cinematográficos de
Alonso, no por Alonso, yo llegué por casting. Alonso ni siquiera se lo esperaba.
Yo ya estaba en su compañía de teatro y él no me llamó de manera directa. Fue Natalia la que le hizo los primeros castings a Alonso.
Y así fue como llegué, la verdad bastante lento, investigando, por que yo salí del CUT diciendo: “Yo soy un animal del teatro. Jamás me voy a poner frente a una cámara de cine”, porque además me imponía muchísimo el lente, porque ahí hay un cambio muy cabrón; en el teatro estás cubierto de los ojos del espectador. La cámara es como un hoyo negro que te chupa el alma. Está tan focalizado el mundo, la expectación, que al principio es imponente.
Nunca logras ese nivel de detalle que da la cámara y que se siente en la piel. Cuando tienes la cámara, hay que aprender a ecualizar y a regular tu energía.
El siguiente paso para Raúl Briones Carmona sería dar el salto al cine, donde ha cosechado sus más importantes reconocimientos, como el reciente Ariel a actuación masculina, por su papel como el agente Montoya, protagonista de la cinta Una película de policías, un singular proyecto, híbrido de ficción y de documental.
Un proyecto, una académica activista y 25 promotoras apasionadas de la sociedad civil, de la mano de cientos de chicas de secundaria y sus familias, han sumado esfuerzos para darle la vuelta a la violencia de género y para reducir la incidencia de embarazos infantiles en los municipios más golpeados de Tlaxcala.
El proyecto internacional “En comunidad, Prevenimos y Respondemos ante la Violencia Sexual y el Embarazo Infantil en 12 Muni cipios de México” fue iniciado hace cuatro años en Tlaxcala por la doctora María del Rosario Texis Zúñiga, líder estatal de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México (Ddser) y docente de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. A la fecha, ha llegado a 4,000 chicas –y algunos chicos—dotando a 340 de ellas con tabletas electrónicas e internet, pero sobre todo con educación en sus derechos.
Tlaxcala ha sido reiteradamente señalada por la trata de mujeres, así como por la hasta hace poco silenciosa violencia hacia niñas y adolescentes. Reporte tras reporte, se mostraba la precariedad e inseguridad
para las adolescentes, sin que las autoridades cambiaran el panorama.
En el Día Mundial contra la Trata de Personas, que se conmemora el 30 de julio, desde el Centro Fray Julián Garcés reiteró que desde hace siete décadas operan redes de tratantes de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.
En un comunicado, la organización civil confirmó —tras una solicitud de acceso a la información pública a la Procuraduría General de Justicia del Estado— “la existencia de 258 denuncias por hechos que constituyen el delito de trata entre enero de 2011 y diciembre de 2021, periodo en el que se emitieron solo 15 sentencias condenatorias firmes, mediante las cuales se sancionó a 19 tratantes. Lo anterior refleja la clara impunidad que vivimos en la entidad, puesto que solo el 7% de las denuncias de este periodo concluyeron en sentencia”.
Este problema enraizado ya en las comuni dades puede empezar a cambiar, desde abajo, desde la cultura y la educación.
El programa empieza a mostrar resultados que cambian la vida de las chicas en seis municipios: Acuamanala, Chiautempan, Huamantla, San Pablo del Monte, Tetlanohcan y Teolocholco.
Por: Marisol Fernández Muñoz y Miriam Ruiz Mendoza Fotografía: Melisa Ortega y Vanessa Quechol“El objetivo del programa es imple mentar un proyecto de empoderamiento y liderazgo para niñas y mujeres, donde lo más importante era prevenir y atender la erradicación de problemas como violencia sexual y embarazo infantil, buscando que las niñas y adolescentes puedan tomar decisiones propias, sobre todo informadas”, explica la doctora Texis, entrevistada por Momento.
El inicio fue duro. Conocían los problemas, pero no hasta dónde tocaba la vida de las chicas.
“Sabíamos que había embarazo adolescente, infantil, venta de niñas, que hay violencia, pero ya cuando llegamos aquí, la violencia es muy amplia. Ver cómo las mamás y los papás prostituyen a sus hijas, las venden y nos dijeran ‘Pues es normal, si lo hicieron con otra, está bien’. Que hayan normalizado tanto esta situa-
ción, que en muchos casos te digan: ‘Qué bueno que se embarazó, porque lo que me urge es una boca menos”.
A los 14 años, ellas dicen: “Ya estoy grande, tengo 14 años…puedo tener novio, ya puedo tener relaciones”.
Las capacitadoras y promoto ras dan cuenta que muchas chicas “comenzaron a tener relaciones sexuales justo con los abusos, a los seis, los siete u ocho años y de ahí continuaron con una vida sexual”, nos cuenta Rosario Texis. “En el mundo ideal no pasaría eso, en otro contexto no sería viable que pasara esta cuestión, pero aquí es muy común, está normalizado.”
Antes y a lo largo del proyecto, el equipo de la doctora Texis identificó focos rojos, sobre todo en San Pablo del Monte, Huamantla y Teolocholco, con situaciones graves de violencia sexual y embarazo infantil.
movimiento:Realidades por cambiar Dra. Rosario Texis Acuamanala
“La violencia para las chicas está sobre todo en el contexto. Veo a la comunidad poco solidaria con los otros. Hay muchas situaciones de violencia y maltrato en la familia, pero al final no se reconoce como tal, es normal y está bien”.
Huamantla “Huamantla tiene comunidades muy arraigadas y muy violentas. Con mucha violencia sexual, con mucha permisividad y mucho embarazo infantil. Está muy ligado a la trata de personas, con fines de explotación sexual. Ahí está muy ligado al crimen organizado, pandillerismo, al robo de trenes… al final el contexto se vuelve inseguro”.
Chiautempan
“Hay situaciones de embarazo que ocurren por la desinformación. Aunque hay servicios de salud, hay servicios particulares y muy cercanos,
no van. Prefieren resolverlo con sus amigos o mala información de in ternet. Además de que tienen ideas como ‘Hay que tener los hijos que Dios nos mande’. Aunque son muy jóvenes, todavía tienen una visión muy conservadora, respecto al tema del derecho a decidir”.
San Pablo del Monte “La violencia sexual es una constante y no es una violencia que viniera de una persona extraña, es la propia familia. La propia familia violentándose, vendiendo a las niñas para la prostitución, explotándolas sexualmente”.
Teolocholco
“Encontramos un contexto difícil, muy violento, de violencia familiar, sexual y, por supuesto, la trata de personas, que está muy fuerte, pero también vemos muchas cuestiones de prostitución, como algo aspiracional, para salir de este contexto. Hay una cuestión aspiracional en ese sentido”.
Tetlanohcan
“Hay una subordinación aprendida y tan normalizada de las mujeres, con respecto a los hombres. Las niñas no hablan, se quedan calladas, no pueden decir mu cho de lo que piensan. Mucha violencia que ellas ni siquiera alcanzan a mirar. Hay una violencia familiar impresionante, maltrato infantil… Y aunque los papás no siempre están, porque es un municipio de mucha migración, ellos dirigen las dinámicas familiares desde otros lados”.
Por todas las situaciones mencionadas, el proyecto no fue recibido con los brazos abiertos. Incluso la autoridad de una escuela desconfió de la legitimidad de esta organización civil que ofrecía tabletas, internet y formación de largo plazo para las chicas.
Madres y padres tenían reservas sobre esos talleres donde se hablaría de anticoncepción y derechos a sus hijas. La violencia, los secretos de familia no se iban a contar en la primera sesión.
“Fue mucho trabajo de mis compañeras, promotoras que son parte de la comunidad. Otras que tienen conocidas aquí, las mismas compañeras que generan redes de confianza, comadronas, parteras, intérpretes, personal de la Secreta ría de Salud, docentes que decían: ‘Oigan, vamos a hacer un trabajo’”, rememora la doctora Texis.
Segundo movimiento: hallar la propia voz Dado que la expectativa del programa es que las chicas sigan estudiando, la organización no gubernamental ofrece tabletas a algunas de ellas, con internet incluido para que puedan hacer tareas y asistir a la capacitación de temas prioritarios en línea, “sobre cuestiones de empoderamiento, liderazgo, igualdad de género, así como capacitaciones presenciales sobre embarazos infantiles y ado lescentes, prevención y atención a la violencia y a la violencia sexual,”
explica la doctora en Educación.
En total son diez sesiones en línea y diez sesiones presenciales, además de que visitan a las participantes en su escuela cada semana, mientras dura el ciclo de la capacitación para profundizar la comunicación con ellas, sus docentes, padres y madres.
“Nos ha funcionado mucho hablar sobre el amor romántico, las relaciones significativas y hemos reflexionado con ellas sobre la menstruación. En algunos lugares también con hombres adolescentes que trabajan sus propias situaciones de violencia”, explica.
Cada tableta viene precargada con programas que van a ayudar al empoderamiento y liderazgo de las niñas y vienen en tres idiomas: inglés, náhuatl y español.
Alicia González y Silvia Pérez Pérez, madres de dos jóvenes de quince años, resaltan cómo la tableta ha sido fundamental para su familia. Silvia Pérez recuerda que “en casa
yo no tenía internet ni nada para esto. Debido a la pandemia no tenía cómo comunicarme con la maestra. Ya nos dieron la tableta con internet gratis. Es lo que me ha servido mucho, a ella también, porque le mandan tareas. Tengo otras dos hijas más en la primaria y ellas pues también están compartiendo con ella el internet gratis, se mandan tareas por WhatsApp”.
Pero la tableta no es el verdadero regalo, sino los conocimientos que imparten las promotoras y el diálogo que se establece para hablar de lo que duele y encontrar la propia voz.
Por ello, más allá de las sesiones, tan solo en San Pablo del Monte se han acompañado ya 180 casos por violencia, agresiones sexuales que han resultado en embarazos, entre otros delitos. Canalizan el caso: “La acompañamos y además vamos a ir a otro paso, ¿hay que hacer denuncia? Sí, claro, entonces vamos a hacer la denuncia y estamos buscando que las autoridades hagan su trabajo, porque a nosotras nos toca detectar los casos, quizás difundir, pero también al Estado le toca garantizar y proteger sus derechos”, sostiene Rosario Texis.
Por ello, el 19 de mayo de este año, en el Congreso de Tlaxcala y en alianza con la presidenta de la Comisión de Igualdad de Género y contra la Trata de Personas, Lorena Ruiz García, Ddser firmó el compromiso de apoyo con la responsable del Consejo Estatal de Población, María Ana Bertha Mastranzo Corona; la entonces titular del Centro de Justicia para las Mujeres, Yeny Charrez Carlos, así como otras funcionarias y funcionarios locales.
Tercer movimiento: nuevos sueños
Falta mucho por andar. Rosario Texis reconoce que el proyecto ha ganado apertura, confianza y reconocimiento por el trabajo de su equipo, reconociendo siempre la problemática de las chicas. Por ejemplo, poner en la mesa que hay otras aspiraciones más allá de la prostitución. O que cientos de niñas, muchas de ellas indígenas, pueden empezar a expresarse.
“Es que las niñas ya se prestan más, ya pueden hablar más. Pero cuando les piden expresarse, muchas veces no quieren, tienen mucho temor y la cuestión indígena les pesa mucho a ellas”. Hay que reconocer su valor como mujer indígena. “Cuando les pasábamos la lista y decía: ‘¿Te identificas como persona indígena?’, muchas decían no y ahora lo vemos y te ponen sí”.
Josefina Gachupín Flores, de 15 años, va a una secundaria en San Pablo del Monte y participa en el proyecto. En su experiencia ha sido útil “porque he conocido mis capacidades en la tecnología. Puedo aprender más sobre las aplicaciones como Word y Zoom. Las cosas cuando se me dificultan un poco las busco y se me facilita. Ahora conozco mis derechos, antes sufría de violencia y ahora que sé cuáles son mis derechos, me puedo defender de todo”. Así respondió a una entrevista sobre la situación que vivió. —¿Dónde vivías la violencia? —En mi casa y en la calle. —Con toda esta información que has visto, ¿qué sabes de la violencia ahora?
—Pues mis derechos se ven más y que todos somos iguales. Que todas las
personas y niños pueden defenderse como yo, que no tienen que sufrir. —¿Qué violencia sufrías? —Violencia psicológica.
—¿Te dabas cuenta de lo que vivías? —No, no sabía nada. Sabía que era normal, que así eran las cosas, pero no.
—Ahora con esta información, ¿qué piensas hacer?
—Ahora me siento segura, ya me siento feliz.
—¿Qué te gustaría estudiar?
—Me gustaría ser maestra. —¿Hablas náhuatl?
—Sí.
—¿Es difícil comunicarte en tu lengua?
—No.
—¿Te da pena?
—No.
—¿Antes te daba pena?
—Sí, porque no podía hablar bien español, trataba de hablarlo, pero no podía.
—¿Ahora te gusta hablar las dos lenguas?
—Sí.
—¿Qué le dirías a otras niñas que pasan por la misma situación? —Que se sientan orgullosas de su lengua. Si tienen oportunidad de conocer más lenguas, que las aprendan, que las estudien.
Para Yasmín García Pérez, también de San Pablo del Monte, lo más importante fue entender la igualdad de género, al advertir que “ni una persona vale más, ni vale menos. Sobre todo, que somos iguales, sin importar religión, nacionalidad o preferencia sexual”. Al asistir a las sesiones aprendió a distinguir diferentes derechos y diferentes tipos de violencia.
Nos dijo que empezó a aprender con clases de formación cívica, aun que eran pocas: “Vino el programa y empezamos a hablar más sobre igualdad, tipos de violencia, cosas que están pasando mucho más con las mujeres por los feminicidios y cómo protegernos, ya que una mujer no se siente segura al estar sola”.
Ana Laura González Hernández, también de 15 años, quiere hablar
ante la Asamblea General de la ONU. “A mí me atrae mucho todo lo que tiene que ver con leyes, con derechos de las personas, de la mujer. Así que fue eso lo que me interesó mucho y quise conocer un poco más, por si en algo estaba mal e iba a aprender algo”.
“Me gustaría estudiar Derecho. Pienso estar algún día en la Asam blea General de las Naciones Unidas y dar una plática hablando sobre todos los derechos que tenemos los seres humanos. Y también sobre algunas cosas que no les tomamos tanta importancia, como el derecho de las plantas, que también tienen derechos”, reflexionó.
Madres y padres también han cambiado, sobre todo al hablar de sexualidad.
Félix Flores García y Casilda Pérez Zepeda tienen tres hijos. Su hija, de catorce años, participa en el programa. Félix Flores aprecia que se les ofrezca anticoncepción. Para él es
algo mal y con enojo.”
“Los veo muy transformados, porque al principio era muy difícil confrontar, decían ‘No queremos que hablen de anticonceptivos, hay cosas que no queremos que hablen’, pero ya fuimos conociendo en el transcurso que había una necesidad, una urgencia, algo que está pasando y que necesitamos acercar a sus hijas e hijos, y entonces ha cambiado mucho. Ahora piden que se les ofrezcan anticonceptivos y que se incluyan más chiquitos y chiquitas”.
Silvia Pérez, que tiene también dos hijas de seis y nueve años, relata que “no nos decían nuestros padres, no nos explicaban, no se sentaban a platicarnos y ahora sí; en cam bio, nuestros hijos saben más que nosotros, porque aquí en la escuela les dan esa información”. Y agrega que con su hija mayor, “ya tenemos confianza en platicar y todo”.
Con todas estas acciones esperan detener el embarazo infantil y los embarazos por violaciones. Pero no siempre es posible, por lo que han
atendidas; por violencia sexual, hemos atendido cerca de 127 casos; de abuso sexual infantil, cerca de 500; de embarazo infantil casi 70 casos; y de embarazo adolescente, casi 230. Todo esto en un solo año. La violencia digital también está muy alta, ya que tenemos alrededor de 130 casos, de esos que les han pedido fotos para difundir y que también es uno de nuestros temas de trabajo”.
El programa debe continuar Este proyecto de la sociedad civil ya está dando frutos y puede seguir transformando. Cuenta con la alianza de algunas empresas privadas y el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas, a través del Fondo Fiduciario para Eliminar la Violencia contra la Mujer, así como el apoyo total de la organización Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia A.C. y Ddser Tlaxcala.
Pero siempre necesitarán más para llegar más lejos. “Quizás nunca llegaremos a ser parte de la comu-
Heescuchado muchas veces decir que el área de Recursos Humanos es el mal necesario dentro de la empresa, pero es posible que quien lo comente esté creciendo tanto como organización que ya visualizó que requiere personal que se encargue de la nómina, el reclutamiento o los eventos de la empresa.
En este espacio propongo que un área de Recursos Humanos va más allá de lo previsto; para empezar, requerimos participar en la Planeación Estratégica de la organización para permear ese gran objetivo de negocio al personal de las demás áreas, siempre basados en un organigrama delimitado de manera simple y fácil de administrar en un nivel estratégico, táctico y operativo, para que cada área asuma su papel ante el desafío de un Plan Estratégico.
La idea es documentar desde el organigrama, el perfil y descripciones de puesto de la empresa, para que cada uno tenga responsabilidades claramente definidas.
Recursos Humanos es la primera impresión ante el posible colaborador que buscamos para cubrir nuestras vacantes; de nosotros como recursos humanos depende si la persona se siente motivada o no para trabajar en nuestra empresa. Deberemos facilitar un proceso de reclutamiento ágil que sea empático con la persona que busca empleo, pero que también será asertivo con la empresa y entonces atraer al mejor a nuestro equipo.
Luego, facilitaremos el proceso de selección de personal, porque recordemos que Recursos Humanos provee de talento a la empresa, propone opciones ape gadas a un perfil de puesto previamente definido, pero la selección de personal la hace el encargado del área. Posterior a este paso, al área de Recursos Humanos le toca coordinar contratación, explicar al nuevo colabo rador los reglamentos o políticas internas y coordinar una bienvenida completa por medio de su proceso de
Inducción a la Empresa, dando a conocer Historia, Filosofía Organizacional, Prestaciones, Días de Pago, Políticas Internas y nuestra especialidad como empresa, productos, servicios y demás información general que de acuerdo con el estándar interno, deberá conocer el nuevo talento para después coordinar con el área correspondiente el proceso de Inducción al Puesto; ahí la persona deberá tener un tutor, maestro o compañero experto que le enseñe las funciones principales de su nuevo puesto, paso a paso y con detalle para lograr que la persona se sienta parte del equipo y con la seguridad necesaria para desempeñarse… todo esto, en coordinación con el área de Recursos Humanos.
Estos pasos pueden ser sencillos, sin complicaciones, dejar que fluyan para que todos lo sientan parte de su desempeño y se logre un ingreso exitoso a la empresa. Mientras tanto, estoy segura de que ya trabajamos en paralelo el tema de cultura organizacional y liderazgo, ya le explicamos al nuevo integrante el tema de nuestros comportamientos clave en la empresa e identificamos, incluso, necesidades de capacitación en el puesto a desempeñar logrando que el nuevo colaborador se sienta bienvenido realmente al nuevo lugar de trabajo. Mientras tanto, también nos encargamos de cerrar el año con una buena identificación de necesidades de capacitación en todo el equipo de trabajo de la empresa, labor que hacemos alineados con el plan estratégico y en equipo con cada líder de área, para finalmente proponer un programa de capacitación que cumpla con el entrenamiento del equipo de trabajo y la parte legal, siempre presente y a tomar en cuenta, en donde busquemos capa citación, desarrollo de talento, certificación de puestos clave y desarrollo de nuevas competencias o capacidades.
En nuestro plan de trabajo anual no podemos olvidar eventos de integración, días festivos o conmemorativos de la empresa, temas de comunicación e innovación
interna y seguimos con más contribuciones en la organización, sin olvidar que deberemos medir el clima organizacional para contribuir a promover que todos estemos en un clima favorable para el desarrollo de nuestra labor, y en todo está presente la administración de los recursos humanos.
El área no puede olvidar que también administra el desempeño del personal en coordinación con cada líder de equipo, para entonces promover el reconocimiento, ya sea institucional o personal, hablando de manera individual y de equipo, y seguimos aportando como área de recursos humanos, efectivos, eficientes y presentes en el cumplimiento del plan estratégico inicial.
Hoy en día deberemos cuidar también la salud y seguridad de nuestra gente, con estrategias de sensibilización, campañas de salud y desarrollo social, y de pronto nos detenemos a pensar cómo lograr todo eso. Buscaremos alianzas con instituciones de salud o médicos laborales para que en épocas clave, tenga mos campañas dentro de la empresa, promoviendo el cuidado, las consultas y una atención que haga de nuestro centro de trabajo el mejor lugar para laborar. Cuidemos que uno de los principales objetivos del área sea promover nuestro centro de trabajo para que, en lugar de buscar talento, el talento llegue a la empresa buscando colaborar. Y es tal vez entonces cuando por inercia deberemos cumplir con una nómina impecable, sin errores ni omisiones, prestaciones y compensaciones, y deberemos hacer campañas para dar a conocer y recordar a nuestra gente que la empresa está presente más allá de cumplir con una nómina.
Un área de recursos humanos es el medio indiscutible para lograr nuestros objetivos, para mejorar nuestros re sultados como empresa, para generar cultura de apoyo y trabajo en equipo, para hacer más eficiente la comunicación, para desarrollar el liderazgo, promover la capacitación, el desarrollo y el reconocimiento dentro de la empresa.
Recursos Humanos es reclutamiento, nóminas y contratación como base de su aportación, pero, sobre todo, recursos humanos es el camino que va dejando la empresa en su aportación a la sociedad y la economía de un municipio, de un estado y de un país.
No somos un mal necesario, somos el medio para transformar los resultados como empresa, procurando el objetivo de ganar–ganar en la organización.
En el artículo pasado escribí acerca del tema del proceso de duelo. Generalmente se cree que una persona atraviesa el proceso de duelo solamente por la muerte de un ser querido, pero no es así. Una persona puede sentir todas las manifestacio nes del duelo por otro tipo de pérdidas. Estas últimas pueden dividirse en eventos internos o externos.
Las pérdidas internas tienen que ver con los cambios que una persona va experimentando a lo largo de su vida. Simplemente el paso de una etapa a otra, en el ciclo vital, requiere del cierre adecuado de la etapa anterior. No se puede transitar a otro rumbo exitosa mente, si no se ha cerrado de manera adecuada el ciclo anterior. El ejemplo más representativo es el cambio de un nivel escolar a otro; se requiere haber aprobado todas las materias del curso o ciclo anterior para ser apto para iniciar el nuevo. Es imposible inscribirse en la universidad si no se ha cursado la educación preparatoria y se han aprobado todas las materias.
Otro ejemplo lo representa comenzar un nuevo matrimonio, que demanda haber concluido la relación anterior de la mejor manera, habiendo aprendido y sin deudas de ningún tipo, especialmente las emocionales. De no ser así, el nuevo compromiso podrá atravesar por dificultades serias que pudieran comprometer la estabilidad y funcionalidad de la nueva relación.
Un caso más es la pérdida de un trabajo, que puede conllevar desesperación, ansiedad o depresión. Una situación cercana es la jubilación, cuando la persona finaliza su etapa productiva profesional y necesita alistarse para vivir un estilo de vida completamente diferente, para la cual es necesario haberse preparado emocionalmente, ya que podría atravesar periodos de depresión, producto de sensaciones de minusvalía.
Los cambios externos tienen que ver con situaciones ajenas a su crecimiento, como sería el cambio de domicilio, es decir, la migración. O bien, la pérdida, por la razón que sea, de un bien material.
En el caso de la migración, la persona deja sus vínculos familiares y de amistad, los cuales implican una red de apoyo que antes se había construido, lo cual puede ser doloroso. También va a implicar que el migrante ponga en juego todas sus habilidades sociales para rehacer esas redes de apoyo construyéndolas en el nuevo entorno, lo cual puede no ser tan fácil para muchas personas.
Todos los ejemplos anteriores implican el cierre de ciclos, lo que se tiene que realizar a partir de recursos emocionales.
Por ejemplo, en las escuelas los eventos de termi nación de clases son muy importantes y deben ser compartidos con la familia. Lo mismo sucede con el matrimonio, o la iniciación a ciertas etapas, como los de 15 años en las chicas.
Todos estos eventos se acompañan de rituales sociales en los que es importante la participación de personas cercanas, lo cual hace más llevadera la situación y por supuesto el inicio en la nueva etapa vital.
Entonces, si tenemos rituales para el inicio de ciclos, también los rituales pueden ayudarnos en el cierre de los mismos.
Comparto algunos rituales que pueden ser útiles para el lector en su cierre de ciclos:
• Escribir una carta a la persona o etapa anterior.
• Plantar un árbol como símbolo de la nueva etapa.
• Realizar un cuaderno de recuerdos con fotos relacionadas con la etapa que se desea dejar atrás.
• Dibujar las emociones sentidas en el proceso.
• Agradecer a la etapa que se deja atrás.
Espero que les sean útiles y encuentren un ritual que sea de su agrado o preferencia.
Con la finalidad de impulsar la reactivación económica del estado, generar nuevos proyectos y el crecimiento de nuevos negocios, el 12 y 13 de octubre, la Secretaría de Desarrollo Económico organizó el Foro Automotriz Tlaxcala 2022, en el Centro de Convenciones de la capital tlaxcalteca.
Se trató de un magno evento que reafirmó el com promiso del Gobierno de Tlaxcala con el sector, uno de los más importantes para el estado, con 59 empresas del ramo establecidas en su territorio.
En el evento, 2,204 asistentes pudieron disfrutar de 2,075 metros cuadrados de exhibición a cargo de 46 empresas expositoras, así como un área de encuentros de negocios.
En el Foro, que promovió la integración de empresas nacionales e internacionales, así como el fortalecimiento de la cadena de suministro local, participaron 136 empresas proveedoras y 25 compradoras de Tlaxcala, Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Querétaro, Veracruz, San Luis Potosí y Guanajuato.
Además, en el área de negocios, la cual operó con
una exigente coordinación, se realizaron 437 citas de negocios y se calcula que el monto de las negociaciones ascendió a 411 millones de pesos.
Ese punto de encuentro permitió además que em presas coincidieran para futuras negociaciones.
Cabe recalcar que ponentes nacionales e internacionales participaron en las 12 conferencias magistrales que se impartieron en una sala con capacidad para 370 personas.
Fue un evento que superó las expectativas tanto de visitantes como de participantes y organizadores y que sirvió para concretar importantes negociaciones y trazar futuras transacciones.
El titular de la Secretaría de Desarrollo Económico de Tlaxcala, Javier Marroquín Calderón, se dijo satisfe cho con los resultados tan positivos del Foro. Aseveró que la Gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros, tiene el firme compromiso de apoyar al sector y que este escenario fue una prueba de ello. Además, anunció el inicio de la organización del Foro Automotriz en su edición 2023.
Elpasado 26 de octubre, autoridades de la empresa OXXO hicieron entrega el donativo correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre del presente año con la cantidad de 738 mil 651. 11. Este apoyo fue recibido por Sergio Luna Cuatlapantzi director del Albergue y el padre Elías Dávila Espinoza representante legal de la Asociacion. Conocida como la casa del migrante, lleva doce años atendiendo a más de 60 mil personas que buscan llegar a los Estados Unidos, migrantes que hacen parada en la ciudad rielera para tomar alimentos y descanso.
Por último se hizo entrega de la estafeta a la siguiente organización que será beneficiada por el programa redondeo OXXO.
Familia A.C. mas de 738 mil pesos, de la campaña redondeo OXXO