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Directorio DIRECTORA GENERAL Marisol Fernández Muñoz COORDINADOR DE REDACCIÓN Yassir Zárate Méndez DISEÑO GRÁFICO Y PUBLICIDAD Arturo Vázquez Muñoz FOTOGRAFÍA Federico Ríos Macías Alejandro Fernández Muñoz COLABORADORES Juanita Aguilera Dalia Sánchez Dávila Horacio López Muñoz Cristina Figueroa Oswaldo López Sánchez Vanessa Quechol Mendoza Leandro Emmanuel Alemán Hernández Vanessa Castillo Pérez Momento ahora o nunca. Revista mensual, Enero 2022 Editor responsable: Marisol Fernández Muñoz. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04 2009–021117565 700–102. Número de Certificado de Licitud de Título: (en trámite). Número de Certificado de Licitud de Contenido: (en trámite). Domicilio de la publicación: 16 de septiembre No. 200 Altos 3 C.P. 90300, Apizaco, Tlaxcala. Tel: (241) 418 3258 241 418 3258 www.revistamomento.com.mx Distribución: Revista de Tlaxcala S.A. de C.V. 16 de septiembre No. 200 Altos 3 C.P. 90300, Apizaco, Tlaxcala. revista.momento.tlx@gmail.com
Editorial
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a historia de la radio en Tlaxcala no se podría conocer ni entender sin uno de los locutores y fundadores, Don Alfonso Hernández Castillo, un personaje que a sus 93 años goza de una memoria plena. A unos días de la presentación de su libro “La voz de la memoria”, por segunda ocasión; Revista Momento platica con el locutor en su casa. Cada anécdota retrata épocas, sueños, recuerdos y glorias. Simplemente una parte de la historia de nuestro estado platicada desde lo que sucedió al surgir la radio en nuestro estado. Sirva este trabajo para reconocer la gran contribución que sigue haciendo uno de los grandes locutores de nuestro estado. Pará quienes estamos involucrados en esto de los medios debería ser obligado conocer su aportación profesional. Por otro lado presentamos una entrevista con el presidente municipal más joven de nuestro estado Oswaldo Manuel Romano Valdez. A sus 28 años dirige el ayuntamiento de Nancamilpa muy conocido en los últimos 10 años por el santuario de las luciérnagas. Cerramos con la entrevista de Ana Karen Rojas Cuautle, ganadora del Premio Estatal de Literatura 2019, en ensayo Emmanuel Carballo. La escritora de origen huamantleco se hizo acreedora a este reconocimiento con su obra titulada “Cómo bailar cumbias sin dejar de lucir intelectual”, abordando: los memes, el futbol, las cumbias y la sorodidad desde una perspectiva filosófica y humorística. Empezamos 2022 con toda la actitud de fortalecer nuestra revista, que mucho debemos a usted por su preferencia.
Revista
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ahora o nunca
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169 XIV Año
Portada: federico rÍos macÍas
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El tiempo no pasa solo por pasar. Confidencias de la memoria en la calle Periodistas. Alfonso Hernández Castillo
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Los retos de un político joven. Oswaldo Manuel Romano Valdés
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Entre la filosofía y la literatura. Anakaren Rojas Cuautle
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Fomentando la prosperidad en los niños
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El tiempo no pasa solo por pasar.
Confidencias de la memoria en la calle Periodistas Por: Yassir Zárate Méndez,
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Fotos: Federico Ríos Macías, Archivo: Don Alfonso
lfonso Hernández Castillo es historia viva. Decano de la radio y de la televisión en Tlaxcala, atesora miles de anécdotas en su privilegiada memoria. Este hombre menudo, de pequeños e intensos ojos azules, nacido el 6 de agosto de 1928 en la muy conservadora Huamantla, comparte con Momento algunos de sus recuerdos y experiencias, profesionales y de vida. Viajero del tiempo, hace una pausa en su andar para abrirnos las puertas de su hogar, en la calle Periodistas (¿acaso podía ser otra la calle?), de la colonia Loma Bonita, en el municipio de Tlaxcala. En su ahora reducido despacho, repleto de radios antiguas y de fotografías decimonónicas de un abuelo animado por el espíritu inquisitivo de la ciencia, Alfonso Hernández Castillo nos lleva de la mano de la memoria en un viaje a la semilla para compartirnos vivencias, momentos solemnes y chuscos de un hombre que algún día, siendo muy joven, soñó con la radio.
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Prepárense: el viaje ha comenzado. Corredores floridos: olor de humedecido barro y corolas de luz Huamantla, Tlaxcala. Una ciudad que siempre ha tirado hacia Puebla, y que durante algunos años quiso ser parte de esa entidad. En ese enorme pueblo con vanidades de ciudad nació Alfonso Hernández Castillo, el 6 de agosto de 1928. Su hogar natal estaba en un “blanco caserón que formaba parte de la callejuela empedrada de la ciudad de Huamantla (primera del mercado)”, rememora guiado por la voz de la memoria. —¿En dónde estaba su casa? —La calle y la casa existen hasta la fecha. La calle es avenida Allende, de Huamantla, a unas casas de la plaza de toros. Enfrente estaba la casa paterna, donde nació mi padre, donde se crio con sus hermanos, con sus hermanas y con sus padres. “Era una casa muy grande, donde tenía el
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de la familia, y la litografía de don Porfirio con el pecho tachonado de condecoraciones”. El comedor era “de altos muros y techo policromo de filigrana en yeso, naturaleza muerta. Cocina con piso de ladrillo, cazuelas de reluciente barro, atardecer de hornilla tibia en el amplio brasero en forma de herradura. Parafinas de económico brillo y en el rincón el filtro de xalnene para el agua, que se mantiene fresca en la tinaja de Atlahapa y el sueño del gato, en un recodo cercano al calor de las brasas.
…en la bruma del tiempo
taller y enfrente estaba la casa donde vivíamos mi mamá, mi papá y mis hermanos: Manuel, que falleció de un derrame cerebral. Mi hermana Carolina, que falleció en 2015; José, que anda más fresco que una lechuga; y yo, que todavía estoy por acá. —¿En cuál barrio está su casa? —En el barrio de Jesús. Está la avenida Allende, luego la avenida Abasolo y a dos calles está el panteón —toco madera—, y luego el templo de Jesús. A nosotros nos corresponde el barrio de Jesús. —¿Nació usted en esa casa? —Ahí nacimos los cuatro hermanos. “Hasta la fecha, la casa está afortunadamente, si no ya en su amplitud, sí con las raíces que, si cabe la palabra, le dieron las construcciones arquitectónicas antiguas”. La casa cuenta con “corredores floridos: olor de humedecido barro y corolas de luz en los tallos de
geranio. Barandal que en su forja enreda la simetría y el arte; árbol de abril, ventanal de brillos, flores de párvula alegría, jilguerillos palpitando en sus prisiones y tórtolas cautivas en sus jaulas de carrizo”. Hay también “Espaciosas alcobas y en las paredes imágenes y devociones. Vírgenes de rostros purísimos que alentaban el místico fervor. En las recámaras, los catres con cabeceras de latón bruñido lucían esponjadas almohadas y artísticos cubrepiés, sobre las colchas tejidas. En uno de los muros, el espejo de biseladas orillas y en la esquina propicia, la jofaina, la jarra de porcelana con su racimo de artísticas flores dibujadas. En el despacho descansaba un busto de Sócrates hecho de bronce; lámparas y cuadros; acuarelas diplomas y recuerdos. Y dominando la escena, un óleo, un retrato del general Rodríguez Bocardo, “ameritado militar
Una última viñeta de la casa natal, donde había un “panorama de silencio grato”, roto por el tictac del reloj del comedor, la carátula de porcelana tatuada con números romanos, siguiendo el paso del tiempo con su “acompasado mecanismo sencillo pero preciso, fabricante de latidos”. Y sobre una columna de cedro de “impecable simetría”, descansaba una escultura de madera “del Santo Varón de Asís, que soporta en su diestra la diminuta calavera de hueso de asombrosa proporción anatómica”. Son “evocaciones, que como la eternidad, están presentes siempre, para ahuyentar el fantasma del olvido y de la soledad, que se esconde en la bruma del tiempo” Balzac en estado puro. O si ustedes prefieren, una delicada estampa tramada por Ignacio Manuel Altamirano. Pero la voz de la memoria alcanza para un ejercicio más dinámico. En una evocación casi cinematográfica, en el que vemos el desplazamiento de la cámara acompañando el recuerdo
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de don Alfonso, visualizamos “la gran fuente labrada en el centro del patio, y en el interior, la sala espaciosa con el imprescindible piano, que parecía sonreír con su dentadura de marfil y ébano, los juegos de bejuco que en su curvatura perfecta denotaban su origen europeo…”. Y sobre ese piano descansa un busto de Beethoven hecho de alabastro. Vamos a detenernos en el piano que evoca nuestro personaje. Pero antes, una pausa por cortesía de la historia.
Breve interludio histórico Los años treinta del siglo XX representaron un periodo de dramáticos cambios en México y en el mundo. En el caso de nuestro país, los primeros cuatro años de la década fueron el periodo de esplendor del Maximato. El hombre fuerte del país era Plutarco Elías Calles, el Jefe Máximo de la Revolución, quien ponía y quitaba presidentes de la República a su gusto y antojo… hasta que tuvo la mala idea de colocar a Lázaro Cárdenas en la Silla del Águila. En menos de lo que se dice “ro-
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bolución”, la madrugada del 10 de abril de 1936, un pelotón de soldados literalmente sacó a Calles de su casa —en pijama—, lo subieron a un avión que lo esperaba en los llanos de Balbuena, en la Ciudad de México, y lo mandaron volando a California. Desde ese momento, Lázaro Cárdenas, que llevaba dos años en la presidencia, tomó en sus manos el control del país y no lo iba a soltar hasta que abandonó Los Pinos. Más adelante volveremos con él, acompañando los recuerdos de don Alfonso. Mientras tanto, Europa y el mundo entero veían el ascenso del fascismo, encarnados en personajes como Benito Mussolini y, sobre todo, de Adolf Hitler, quien para 1933 se convirtió en canciller de Alemania y comenzó el rearme de su país. De nada sirvieron los intentos de contención de Neville Chamberlain, primer ministro británico, ni Édouard Daladier, jefe del gobierno francés. La guerra acabaría estallando en septiembre de 1939. Esos aparentemente lejanos personajes y acontecimientos iban a estar muy presentes en un sitio tan ajeno como Huamantla.
Ya veremos por qué. En esos convulsos años transcurrió la primera infancia de Alfonso Hernández Castillo.
De Rosas a Chopin —¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su vida, don Alfonso? —Afortunadamente, modestia aparte, me tocó crecer rodeado de algunos talentos. Por ejemplo, mi madre era pianista y maestra de música. Mis primeros recuerdos son allá, en mi casa, cuando mi madre daba sus clases de piano y me sentaba a un lado, mientras yo estaba ahí haciendo amistad y plática con los alumnos. “Me gustaba escucharla y sabía que iban a llegar sus alumnas. Ahí estaba yo, sentado en una sillita. Ese es mi primer recuerdo”. Podemos imaginar la escena. El pequeño Alfonso, de unos cuatro o cinco años, tal vez seis, está en la “sala espaciosa”, sentado en una silla acorde a su tamaño. Mientras tanto, Mamá Pepita desliza sus gráciles dedos por las teclas del “imprescindible piano”, al que delicadamente arranca notas de valses y de otras piezas. Mozart y Beethoven comparten la sala con Juventino Rosas y, sobre todo, con el polaco Fryderyk Franciszek Chopin. “Sobre las olas” da paso al “Nocturno opus 9”. Son “murmullos que escuchamos a hurtadillas, acordes del piano con timbre celestial”, rememora nuestro entrevistado.
La música toma la palabra. Llena con su invisible presencia aquella casona huamantleca; traspasa el tiempo y se convierte en una
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confidencia en la calle Periodistas, muchos años después. —¿Cómo eran las clases que impartía su mamá? —Existían dos métodos para aprender el piano. El método Leder y el método Beyer. Lo que hacía mi mama era enseñar los principios de la música y las personas que tenían los recursos, se iban a otros lugares para adquirir mayor profesionalismo en la música. “Mi madre se dedica a enseñar —puntualiza—. Hay música en la casa; hay música cuando vamos a las famosas veladas que se presentaban en Huamantla. Eran tertulias muy interesantes. Aparte, ella como ejecutante, tuvo una gran predilección por la música de Federico Chopin, e interpretaba lo mismo a Beethoven, Mozart, en fin, aunque se inclinaba en sus prácticas y en su ejecución por la música romántica de Chopin. —¿Tenía alguna pieza favorita de Chopin? —La verdad no recuerdo. Tenía piezas favoritas, pues era también la época, naturalmente, de los valses. Le toca a mi mamá toda la época porfiriana, la época aquella en que Johan Strauss es el rey de los valses a nivel internacional y que a nivel nacional o a nivel local está, por ejemplo, Juventino Rosas, Yo creo que una de las melodías favoritas de mi mamá fue el vals “Sobre las olas”, de Juventino Rosas. Había otras melodías, como “Recuerdo” y “Olímpica”, otras melodías románticas que se me quedaron sus nombres, todavía a estas alturas de algunas cosas. [Pero] el vals “Sobre las olas” definitivamente pienso que fue su melodía favorita.
El piano va al cine Pero la señora Elvira Josefina Castillo tenía otras tareas. En algunas ocasiones llegó a musicalizar con el piano las películas mudas de dos de los genios de la comedia del cine silente: Keaton y Chaplin, que llegaban a exhibirse a alguno de los cines con que contaba Huamantla. “Contrataban a mi mamá para poner el fondo musical de aquellas películas de Buster Keaton y Charles Chaplin”. Tal vez los acordes de Pepita, como conocían a la señora Josefina, acompañaron las escenas de La Generala o de El chico o La quimera del oro. Bien pudo ser. “En Huamantla existió un teatro muy antiguo, el Teatro Juárez. Por cierto, era un teatro de madera, tenía en esos años luneta, palcos y galería.
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Un estilo bonito, un tanto californiano, de la época de la Colonia. También estaba el Teatro Juárez, luego, el Cine Trece, que lo funda un grupo de señores de Huamantla que tiene el Club 13, utilizando el número cabalístico para el nombre del club. Posteriormente, gentes aficionadas al teatro, crean el teatro-cine Fénix. En un momento hay tres centros de diversión de acuerdo con aquella época que yo recuerdo con mucho cariño. —¿En los tres lugares tocaba su mamá? —No [lo hacía] muy seguido. Un maestro muy estimado en Huaman– tla, don Roberto Covarrubias, que es autor de una melodía, como un himno de Huamantla, generalmente con otro maestro [de apellido] Islas, eran los que tocaban la música de
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fondo para las películas y, por alguna razón, yo creo porque don Roberto se enfermaba o porque iba a salir, iba a ver a mi mamá. “A ella le decían Pepita, era Elvira Josefina y le decían ‘Pepita, por favor, ¿quisiera ir usted a tocar?’. Y pues sí, iba ahí, muy eventualmente, no en forma cotidiana.
Una familia conservadora La familia de Alfonso Hernández Castillo es una imaginada más por García Márquez que por Juan José Arreola o Miguel N. Lira, cronistas-novelistas-historiadores de esos pueblos grandes que sueñan con el rango citadino. Era una familia conservadora y laboriosa. “Los hombres dedicados a diversos oficios y las mujeres como absortas en el paisaje provinciano
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tenían esa encantadora sencillez y la simplicidad de lo cotidiano, parecía como si toda su vida se hubiese detenido en el sonoro campanario de la colonial iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, colindante con el solar y el huerto familiar”. Como emergidas al filo de la imaginación de Agustín Yáñez, las mujeres de la familia paterna “puntuales y metódicas, el fin de semana cruzaban el portón de madera cuando en el reloj municipal sonaban las ocho y las campanas del templo llamaban a misa. Sus vestidos amplios, adornados de volantes y de encajes, sus zapatillas de tacón bajo que no aumentaban su corta estatura y su cabellera peinada con recato, daban marco al grupo, heterogéneo y respetado: las señoritas Hernández”.
Al regreso, nuevamente al cruzar el portón, parecía como si atravesaran el umbral del tiempo, relata don Alfonso. Con la Iglesia metida en el huerto familiar, la casa natal semeja una estampa decimonónica, una acuarela pintada por José Agustín Arrieta. —¿Cómo eran sus papás, don Alfonso? –Era una familia conservadora. Mi papá, el clásico padre enérgico, un poquito regañón, pero a final de cuentas, por el bien de uno. Mi mamá era de un carácter débil, como ella mismo lo decía, pero muy accesible, con muchas amistades. Había un contraste entre el señor enérgico y la señora siempre amable con todos y eso también le da una formación a uno. —¿A qué se dedicaba su papá? —Mi papá, Manuel Hernández Far-
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fán, tenía un taller mecánico muy amplio en Huamantla con tornos, fundición de fierro dulce, herrería, trabajos de cobre, de bronce. Tenía una inventiva genial. Mi padre llegó a inventar algunos aparatos que no se llegaron a patentar, pero funcionaron. “El taller estaba en un local, que en parte “formaba parte de la casa donde vive mi hermano José. Era un local muy grande y mi padre tenía bastante gente a su mando. Era dueño de ese taller, principalmente la cuestión de tornería; le mandaban a hacer de otros lugares trabajos. Tenía herreros muy buenos; en la cuestión de fundición era principalmente para aparejos agrícolas. El arado, la reja, etcétera, etcétera. A eso se dedicó mi papá”. —¿Cómo se llevaba usted con sus papás? —Con mi mamá con mayor confianza; con mi papá con mucho respeto, desde luego con la virtud de tener buen trato con los dos, una buena amistad. “Él era muy adicto a la cuestión del periódico, estar al tanto de los acontecimientos. Ya posteriormente, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial o con Hitler, tenía pláticas con sus amigos que iban a la casa o a la casa de las tías. Cuando yo estaba en la primaria, a mi papá le gustaba que en las noches le leyera el periódico y de ahí se me queda el hábito muy fuerte de leer el periódico, que dicen por acá, te puede faltar el desayuno, pero no el periódico. La relación con él era muy buena. “Desde entonces tengo el hábito de la lectura, que además le hace a uno la vida llevadera, principalmente en una situación como la tengo ahora,
cuando ya no te puedes movilizar. Ahora tengo libros que afortunadamente han llegado a mis manos, gracias al Instituto Tlaxcalteca de la Cultura; son libros relacionados un poco con la historia de Tlaxcala y otros que tienen un interés permanente en general. “Mis papás eran muy sociables, tanto mi padre como mi madre y eso hacía que llegara a la casa de ustedes en Huamantla gente de todos los estratos, de Huamantla y en ocasiones de otros lugares. Me toca crecer en ese ambiente, rodeado de unas mentes privilegiadas y si bien no los pude heredar, me enorgullezco de eso. “Crezco rodeado de música, de inventiva, de colores, porque desde pequeño uno se enamora de su tierra y de sus alfombras y de la elabora-
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ción de las alfombras y sus colores. “Tuve una niñez, por un lado, casi por todos lados feliz, aunque no completamente, porque me ataca un reumatismo siendo pequeño y eso me impide el desarrollo como hubiera querido.
Los días de la infancia —¿A qué jugaba usted de niño? —Los juegos infantiles. Aunque el reumatismo no me dejó desarrollarme en todo, pero las canicas, el yoyo, los ayocotes… los juegos de esa época. No en toda su magnitud, pero un poco, me gustaba jugar en el recreo de la escuela, o con los amigos, los paisanos de Huamantla. “Entonces las calles, estaban empedradas, las del centro. Las que no eran del centro, eran de terracería. Salíamos a jugar con mi hermano
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y los amigos, casi casi yo, en menor escala, pero todos los juegos de los niños de ocho, nueve, diez años en adelante. —¿Cómo era la vida en la primaria “Emiliano Zapata”, donde iba usted? —En esa época había alguna escuela particular en Huamantla, a la que llegaban maestros de Puebla; uno de ellos era Enrique Cordero y Torres, que después fue cronista de la ciudad de Puebla. Él, y otro señor, de nombre Manuel Bernal, homónimo de un locutor, llegaron a dar clases en esa escuela de niños distinguidos. “Y la escuela urbana federal “Emiliano Zapata” era para el grueso de la gente. Había niños de todos los medios, sin ningún clasismo ni mucho menos. Como buenos maestros recuerdo a Alfonso Aguilar, al maestro Froylán S. Torres. “Era una escuela muy grande, con salones muy grandes. El trato era cordial entre los alumnos. Como siempre, había de todo. A mí me dejó un grato recuerdo”. —¿Cuál fue el primer libro que leyó? —Formalmente, estando en el colegio, en quinto o sexto año, me recomiendan un libro, Corazón. Diario de un niño, de Edmondo de Amicis. Ese fue uno de los primeros libros. Luego, mis tíos conservaban libros clásicos de toda la vida, y entre esos tenían Las mil y una noches. “Una de las tías me dice: ‘¿Oye, te gustaría leer este libro?’. Era un librote así de grande. Te lo recomendamos. Es Las mil y una noches’. Me lo prestan. Me dicen ‘Tiene su v de vuelta, no te lo estamos regalando, te lo estamos prestando’. Y ahí voy cargando mi libro a la casa de enfrente y lo empiezo a leer todas las noches. Era un librote. Ahora 12
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existe ya condensado. “Aparte de Corazón. Diario de un niño y otros que no recuerdo, el primer libro pudo ser Las mil y una noches”. —¿Usted hacía travesuras? —Pues pocas, no fui muy travieso, pero maldades a los alumnos, eso sí, algunas. Por lo mismo de mi enfermedad, mi actividad lúdica no era muy activa, por eso me encargaban la tiendita en el recreo. No me pagaban en efectivo, sino que me daban mis dulcecitos. Luego de la tiendita me encargaban unas cosas en la dirección, con don Alfonso Aguilar, que en paz descanse, me tenía entre sus niños favoritos y a veces me llevaba a su casa a merendar o a enseñarme algún libro. Tengo recuerdos muy gratos de mis maestros. —¿Cuál fue la travesura más grande que hizo usted de niño? —Ah, caramba, qué barbaridad. Híjole, no, hay unas travesuras que no... [Risas]. —A ver, cuente usted, ya no lo van a regañar. No lo vamos a acusar. —Mi papá, para su de negocio de fundición tenía carbón mineral, y también carbón que llevaban desde la Malintzi, con unas pacas de zacate. En una de las piezas, a la entrada, estaba el zaguán y en otras más, se colgaba el carbón. “Ese carbón común y corriente. En una ocasión, me piden hacer un mandado y me dan una moneda de
50 centavos de plata, del 0720. “Ve con don Apolinar y compras esto, con la monedita de 50 centavos”, y allá voy. “Pero llego a la tienda y no encuentro la moneda. En el trayecto la perdí, no la encontré y estuve buscándola y entonces me puse a pensar: ‘¿Cómo ve va a ir cuando les diga que no tengo la moneda?, ¿dónde me escondo?’. Y entonces me acordé de donde guardaban el carbón; chispé una de las pacas y ahí me metí. Luego, vino la pena de ellos, que dónde estaba Popito. Pues yo estaba escondido. Salí y me dieron una regañiza, hasta ahí quedó la cosa, aunque estuve media tarde escondido, porque perdí ese tostón. [Risas]. —¿Cuáles eran los dulces de aquellos días? —Hay un barrio antiguo en Huamantla, que se llama el barrio de la Ropilla. Tiene ese nombre, según la leyenda, porque ahí residieron unas monjas que ayudaban a la gente necesitada. Ellas decían: “Que vengan los niños de tal escuela para que les regalemos la ropilla”. “A lo mejor era ropa de medio uso, pero ayudaban a los niños
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regalándoles ropa y se le quedo a ese barrio como la Ropilla. De ahí eran unas señoritas, que no recuerdo ahorita su apellido, que hacían los dulces, como macarrón, palanqueta, los caramelos; eran varios dulces muy característicos de allá y muy baratos en esa época. —¿Cuánto costaban? —Si para el colegio me daban diez centavos, me alcanzaba para un montón. Una limonada en esa época costaba seis centavos. Me quedaban cuatro centavos y me alcanzaba para comprar pepitas, huesitos, lo que fuera. A veces a lo mejor la
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economía estaba baja y le daban a uno cinco centavos. Pues con cinco centavos de dulces era feliz. —¿Cuál era la materia que más le gustaba? —La lectura. Yo no llegué a estudios superiores, pero digo, no se le daba ese tratamiento de literatura que luego se le tiene que dar. —¿Qué hacía usted en las vacaciones? —Unos tíos tenían unas fincas, una de ellas era San Francisco Aljibes, donde tuvo lugar el paso de don Venustiano Carranza, cuando llegó a Tlaxcalantongo; en Aljibes lo asaltan, porque llevaba el tesoro de la nación. “Esa hacienda de San Francisco Aljibes, entre otras, era de la familia Ruiz Sesma; una de mis abuelas se apellidaba Díaz Sesma, de ahí el parentesco. Mi mamá quedó huérfana de mamá; llegó [a México] con su papá, mi abuelo; las tías Ruiz Sesma de la hacienda de Aljibes llevan a mi mamá como su hermanita. “Crece mi mamá, se casa y entonces, a veces, en las vacaciones, que me encantaban, por cierto, me iba a ese haciendón, que hasta la fecha existe. “Es parte de la historia lo que la gente contaba allá, donde encontrabas todavía la tienda de raya, el despacho, que servía para rayar. Les llevaban la cuenta a los peones para que en la tienda compraran sus mercancías y se los descontaban el sábado, el día de rayar; les daban su pulque. “Todavía me toca conocer la hacienda, la tienda de raya y el despacho como se manejaba en esos tiempos”. —¿Iba usted al cine? —Ah, sí, cómo no. El cine fue una de mis aficiones fuertes, hasta la fecha. 14
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Resulta que, hablando de una época mucho más reciente, llego de locutor a la XEHT [Radio Huamantla], como fundador, con otros locutores. No había televisión, eran el cine y el radio. Los locutores flamantes de la XEHT, de Huamantla, tenían la entrada libre a los cines; éramos los artistas de esa época. No me perdía las funciones de cine. —¿Cuál película le gusto más de esa época? —Casablanca, con Humphrey Bogart t y con Ingrid Bergman. Fabulosa. Como joven, me impresionó e inclusive la vi dos o tres veces, Rebelde sin causa, y de las películas mexicanas Perjura, con Jorge Negrete y Gloria Marín, y posteriormente las películas que son tradicionales. “Una vez que surge el cine sonoro con la película Santa, llegan las películas que causan gran emoción, como esa que te decía. Hay una película que habla de Glenn Miller, de aquella famosísima orquesta de la época de las bandas, que en este momento no recuerdo, pero me
dejó muy impresionado.
Tareas familiares Además de sus padres y de su infancia, Alfonso Hernández Castillo se da tiempo para recordar a otros familiares, como sus tías paternas, las señoritas Castillo, brevemente bosquejadas líneas arriba. “Mis tías se dedicaban al bordado en oro, y fueron las encargadas de la vestimenta de la Virgen de la Caridad, que la trajeron de España, de la región de Sevilla. “Era una familia muy singular, si no exactamente de abolengo ni esas cosas, sí era una familia muy singular. “La abuela, María de Jesús Farfán, trae de España o le proporcionan de España el famoso bordado en hilo de oro, que es el que se usa para la Virgen de la Macarena, en España. —En Sevilla… —La abuela lo adquiere o fue, como tú quieras y hace partícipe a mis tías, a las hermanas de mi papá de ese arte. Iba a decir de ese oficio,
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pero, bueno, a final de cuentas de ese arte. Me toca conocer los vestidos que las tías le hacen a la Virgen de la Caridad, allá en su casa. Hay cuestiones muy especiales. “Las tías ellas eran muy de su casa, muy conservadoras. Salían los domingos a misa con su atuendo dominical. Después de la misa, una vuelta al parque y de regreso. Y paro de contar. “Una de las tías vestía pulgas. Resulta que de los perros que había allá, escogían las pulgas grandes y en una nuez, que se abría con unas bisagritas, todo muy bien hecho, estaba el altar y los novios. “La cáscara de nuez, de tamaño natural, y para hacer el atuendo de la novia, el esmoquin del novio, lo hacían con pedacitos de seda y con unas pincitas y con lentes de aumento. Tenías en la cáscara de nuez, simuladas como se pudiera, el altar de la iglesia, los novios y el cura casándolos. “Por otro lado, hacían unos perritos muy bonitos, como de unos dos centímetros y medio; en esa época se usaban las medias de seda, y con las medias que ya no utilizaban, hacían los perritos y luego unos gallitos, que la base era como cera y con plumitas que les quitaban a los animalitos, hacían los gallitos. “A eso se dedicaban mis tías, que no salían nunca de su casa. Bueno, salían al mandado, porque estaba cerca el mercado y todo eso.
Pero muy dedicadas a esas cosas, muy religiosas, muy disciplinadas en cuanto al cumplimiento de esa religión. —¿De qué parte de España era su abuela paterna? —Bueno, yo no podría asegurar exactamente si ella… hay versiones, pero no me gustaría caer en algo que no es cierto, si bien ella estuvo o conoció allá, es una región de Sevilla, concretamente donde está la Virgen de la Macarena. La escuela de la abuela de como bordaba es de allá y la trae y la siguen las tías. Luego la sigue mi hermana Carolina, que conserva ese bordado sesenta años, aunque hay vestidos con el bordado hecho por las tías y por la abuela,
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todavía a fines del siglo XIX, en la época porfiriana. —¿Y ella se casó con un mexicano? —No, no precisamente. Su familia era de españoles. De ahí, no sé exactamente, el papá de la abuela era español y se trae a la abuela a México. Era la época de las grandes haciendas en muchos lugares, pero como Tlaxcala tenía una particularidad, haciendas muy fastuosas, muy bonitas y traían generalmente las mercedes que otorgaban los reyes de España a los colonos que llegaron a México y que eran merecedores de las grandes haciendas. “Llega mi abuelo a una hacienda, a Xalpatlahuaya, donde está ahora la universidad. Mi abuelo estaba
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especializado en la cuestión de los carros, lo que eran los autos en ese tiempo. Él hacía las ruedas, los ejes para las carretas y el acabado de acero alrededor de las ruedas de las diligencias y de las carretas. “El abuelo llega a Xalpatlahuaya con su hija y de ahí se pasan a vivir a Huamantla. De ahí viene la ascendencia para esta familia, primero la familia Hernández Farfán, posteriormente la familia Hernández Castillo. —¿La familia de su mamá, de doña Josefina, era Tlaxcala? —Sí. En ellos hubo una particularidad. Aquí arriba [apunta hacia unas fotografías que señorean el despacho donde transcurre la entrevista] están unos retratos de la Luna. “Esos retratos los logra mi abuelo José María Castillo en 1885. En esa época, la fotografía estaba en pañales. Mi abuelo [toma las fotografías] con un telescopio al que une una cámara para retratar la Luna. Ese es el cráter Kepler, junto al retrato de mi abuelo. El abuelo, con un hermano, eran muy afectos a la fotografía, que en esa época se iniciaba. Siempre estaban muy atentos. Y el abuelo, el papá de mi mamá, y el tío logran esas fotos. En una de esas fotos, esta la firma de [Rodolfo] Neri [Vela], el primer astronauta mexicano; ahí está la firma. Esas fotos, según una versión, se las lleva Neri al Smithsonian Museum, de Nueva York y alguien decía que se están exhibiendo allá, [aunque] no sé si realmente se exhiban. “La casa del abuelo, que todavía existe en la esquina de [las calles de] Morelos y Juárez, en Huamantla, tiene en la azotea la base de ese telescopio. Tuvo que ser un telescopio grande, con una buena base. El mecanismo 16
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de la fotografía para que la cámara estuviera girando al revés de como está girando la Tierra, para que se lograra la nitidez. “La explicación científica es muy larga, pero para orgullo de nosotros, José, mi hermano, conserva los originales de esas fotografías, en la casa de Huamantla”. —¿Y por qué le interesaba la astronomía a su abuelo? —Primero que nada, eran muy dados a la lectura. El hermano de mi abuelo, Gabriel Castillo Bocardo, fue inclusive gobernador interino, en el siglo XIX, en la época de Lira y Ortega. También fue presidente del Tribunal. Hizo sus estudios en el Colegio del Espíritu Santo, de Puebla, y además tenía una biblioteca regular; les gustaba leer a los dos hermanos y yo creo que de ahí se aficionan a la cuestión de la astronomía. “Adquieren libros, algunos de
los cuales se conservan en Huamantla. Son libros científicos sobre astronomía. Logran construir su telescopio y retratar la Luna aquello en una época en que era difícil; la misma fotografía no estaba en su pleno desarrollo, pero más difícil era retratar a la Luna. “En una de esas, está la leyenda de cuándo se toman esas fotos y cuándo las da a conocer el museo”. —¿Qué fue de ese telescopio? —Se conservan algunos elementos, quién sabe por qué ya no. Unos lentes que inclusive están en el museo del sitio de Huamantla, el que está cerca del Palacio Municipal. “Aparentemente el telescopio era bastante grande y tenía un movimiento parecido, podríamos decir, por su precisión, a un movimiento de relojería para que pudiera trabajar en esa forma contraria al movimiento de la Tierra”. Primera parte continuará...
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ENTREVISTA
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ENTREVISTA
Los retos de un
político joven
E
Por: Marisol Fernández Muñoz Foto: Federico Ríos Macías
l ayuntamiento de Nanacamilpa es encabezado por el presidente municipal más joven del actual trienio. Se trata de Oswaldo Manuel Romano Valdés, formado en las filas de Morena. A sus 28 años ya puede presumir una intensa carrera política, que se puso en marcha cuando en 2014 ocupó el cargo de regidor. De la mano de la Cuarta Transformación ha echado a andar un ambicioso programa de gobierno, en el que destacan las acciones de corte social. En apenas unas semanas de gestión ha reordenado las líneas de trabajo de la administración municipal, pero sobre todo ha puesto el acento en la atención a quienes menos tienen. Incluso, siguiendo el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha renunciado a la mitad de su sueldo como alcalde para destinarlos a dotar de medicamentos a una farmacia inaugurada en su administración. Así lo ofreció durante la campaña, y en esta conversación con Momento lo ratifica. Romano Valdez también aborda un asunto primordial para el municipio de Nanacamilpa: el santuario de las luciérnagas, que podría ser un recuerdo si no se toman las medidas necesarias para proteger a estos insectos que tanta fama le han dado a la localidad y al propio estado de Tlaxcala. Estos y otros temas de interés para la comunidad, como el de la seguridad, son parte de las prioridades que ha asumido este joven político tlaxcalteca. —¿Me puede dar su nombre completo? —Claro que sí. Mi nombre es Oswaldo Manuel Romano Valdés. —¿Su edad? —Nací el 25 de marzo de 1993. Tengo 28 años.
—¿Qué profesión tiene? —Soy licenciado en ciencias políticas y administración pública. —¿Cómo veía a su municipio en su infancia? —Desde muy pequeño yo veía lamentablemente un municipio muy trillado, un municipio con muchas deficiencias, un municipio muy desgastado. A los quince años Oswaldo Manuel Romano toma la iniciativa de formar parte de un partido político. Formé parte de un movimiento que se llama MORENAJE, Movimiento de Regeneración Nacional de Jóvenes Estudiantes, con el que empezamos a trabajar. Empecé a involucrarme más en campañas políticas representando a candidatos, coordinando campañas dentro del municipio, dentro de la juventud. Ahí mismo, después de los 21 años, tengo la oportunidad de ser regidor. Fui el regidor más joven dentro de la administración 2014–2016. Después de ahí termina mi cargo, aunque me hace la invitación la actual gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, para formar parte del Senado de la República como asesor político. De igual manera, trabajé con ella en [la Secretaría de] Bienestar, donde fui servidor de la Nación y actualmente soy presidente municipal; soy el presidente más joven del estado en esta administración 2021–2024. —¿Elige su carrera por meterse en la política o en qué momento hace esta decisión? —Desde un inicio yo tenía definido que quería estudiar ciencias políticas y administración pública. En un lapso de mi vida quería estudiar turismo, gastronomía, hotelería, mercadotecnia, pero fueron licenciaturas truncas, en las cuales sabía que no era lo mío, por lo que decido estudiar y trabajar. 19
ENTREVISTA
Cuando era regidor estudiaba y trabajaba; ahora quiero iniciar otra nueva licenciatura dentro de mercadotecnia y gestión. —¿Cómo es que en esta época los jóvenes pueden involucrarse en la política y por qué llega Morena a su vida? —Yo siempre le he dicho a la ciudadanía que tenemos que ir retomando las nuevas políticas. Las nuevas generaciones tenemos que ir retomando nuevos perfiles y quienes nos van a ir representando a futuro. Agradezco a la ciudadanía que me dio su voto de confianza para poder representarla como presidente municipal y pues invitar a la juventud a que se involucre dentro de la política. 20
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Somos el futuro de México, somos el futuro de Tlaxcala, somos el futuro de Nanacamilpa, y tenemos que ir dejando cimientos para ir teniendo otra visión totalmente diferente. Luchamos por la gente que más lo necesita, luchamos por la gente que realmente lo necesita y que nunca ha sido tomado en cuenta. Cuando tuve la oportunidad a los 15 años de tocar puertas, veía muchas necesidades y muchas prioridades dentro de muchos ciudadanos del municipio. Es donde me nace ser político, pero lamentablemente la ciudadanía siempre ha visto a los políticos como corruptos y Oswaldo Manuel Romano ha marcado una diferencia; quiero hacer una política totalmente diferente.
La política es el arte de gobernar para el bienestar del municipio, para el bienestar de toda la ciudadanía en general. No importa el estatus económico o que sea de clase baja, media o alta; realmente todos los ciudadanos valen por igual y esa es la carta de presentación ante el pueblo, ante la ciudadanía en general. Morena es un movimiento de regeneración nacional donde primero son los pobres y donde tiene que ser escuchado el pueblo en general. Generalmente los presidentes municipales debían ser personas con una edad mayor de 35 o 40 años. —Como usted lo comentaba es el presidente más joven. ¿Cuál es el compromiso con este reto de ser el presidente municipal más joven? —Es el reto más grande de toda mi vida, porque atrás de mí vienen muchas generaciones y no quiero trillar. No quiero que la ciudadanía desconfíe de las próximas generaciones, que digan que Oswaldo Manuel Romano, siendo el presidente más joven del estado, siendo el presidente más joven [en la historia] del municipio, hizo mal las cosas; eso marcaría para mí y para muchos jóvenes la diferencia. Por eso mismo tengo un gran reto de hacer las cosas bien, para que el pueblo siga creyendo en la juventud. Los jóvenes tenemos un gran compromiso y podemos hacer bien las cosas. —Y en esta misma línea, en la primera pregunta usted hablaba de un municipio con muchas necesidades y precariedad. ¿Cuál es el compromiso que tiene con el cargo ahora en sus manos? —He sido el primer candidato en la historia del municipio de Nanacamilpa que ha tocado puerta por puerta. Toqué las puertas de toda la
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cabecera municipal y de sus cinco comunidades pidiendo su voto de confianza; esa fue mi labor. Mi trabajo de escuchar a los ciudadanos fue muy importante, escuchar sus necesidades y sus prioridades. Lamentablemente, a Nanacamilpa le hacen falta muchas cosas. No puedo decir que ha existido presidentes malos, no. Todos los presidentes han dejado un cimiento y hoy me toca hacer la construcción de ese cimiento que han hecho. Las prioridades del municipio eran salud, por lo que agradezco a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros que ya nos diera el banderazo aquí en el municipio para hacer una casa de salud de bienestar, que es muy importante, porque van a ser beneficiados todos los ciudadanos en general. Les van a traer medicamentos, van a tener laboratorios, oculistas; van a tener atención de salud totalmente gratuita. De esa misma manera, algo muy demandante era la seguridad pública. Cuando recibí el municipio, había nueve elementos de seguridad. Actualmente tenemos 60. Contamos con 30 elementos por turno, por
lo que es un municipio seguro, un municipio donde les he dicho cero corrupción. Yo tengo un gran compromiso y con los mismos elementos de seguridad he salido a dar rondines por las noches, para saber cómo se comporta el municipio, cómo está la ciudadanía en general. Encontramos en su momento, cuando recibí la presidencia municipal, un alto índice de drogadicción, delincuencia y alcoholismo; ahora se han ido trabajando las diferentes direcciones municipales para ir bajando esos índices. Sigo haciendo la invitación a los jóvenes y a la ciudadanía en general. Sabemos que todos tenemos el momento para divertirnos y demás, pero tiene que hacerse sanamente. —¿Cómo le gustaría que lo recuerden? —Quiero que me recuerden como un buen presidente, como un presidente joven que hizo lo mejor por su municipio y que dejamos huella. Que hicimos la diferencia y que va a costarle a muchas administraciones podernos superar, porque somos un gobierno comprometido con el pueblo.
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Nosotros tenemos los principios de nuestro movimiento: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo y vamos a hacer las cosas bien. Tenemos que hacer las cosas bien desde la primera vez y vamos a trabajar duro para que nuestro pueblo recuerde que Oswaldo Manuel Romano dejó huella en Nanacamilpa. —En estos primeros cien días de su gobierno, ¿cuál sería su diagnóstico? —Ha sido muy difícil. Me mentiría si digo que tenemos recursos; lamentablemente, el recurso que tenemos es mínimo, prácticamente nada más es gasto corriente, pero hemos sido muy austeros, muy ahorrativos, hemos sido una administración muy austera, aunque hemos apostado a todos los sectores, lo mínimo, pero han relucido. Como es una propuesta de campaña, voy a donar el 50% de mi salario. Ya cortamos el listón de una farmacia municipal, donde el medicamento va a tener una cuota de recuperación mínima. De igual manera, vamos a tener médico general, consultas gratuitas, fisioterapeutas, psicólogos, nutriólogos, para apoyar la economía de la ciudadanía en general. Vamos a estrenar dos patrullas. Desde el inicio de nuestra administración se les entregaron a los elementos de seguridad uniformes totalmente gratuitos y se está trabajando con módulos de seguridad, para que ya estén más estables. De alguna manera ya tenemos transporte gratuito de primeras necesidades para todos los ciudadanos, para poder trasladarlos a un municipio o a otro estado para una consulta, para una quimioterapia, una hemodiálisis. Son dos Jeeps que están disponibles, sin costo alguno, para poder apoyar la economía de 21
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la ciudadanía. Ya tenemos de igual manera una camioneta de protección civil. Las administraciones anteriores no contaban con esa camioneta, que era muy necesaria para poder apoyar y estar siempre presentes en cualquier percance que pueda existir dentro de municipio. Existen ya capacitaciones, certificaciones dentro de los elementos de seguridad, dentro de educación, igual. Hemos estado trabajando con todas las instituciones para hacerles llegar el mensaje de prevención del delito. Otra molestia de los ciudadanos era que la Tesorería se encontraba en el segundo piso del Palacio Municipal, [porque] vienen muchos adultos mayores a hacer sus pagos de predial y de agua potable, pero ya se trasladó. Ya cortamos el listón de la nueva Tesorería, que se encuentra en la planta baja del municipio. Seguimos trabajando, haciendo cosas, rescatando tradiciones, cultura. Estuvimos presentes en el tianguis turístico de Mérida, dando a conocer a Nanacamilpa y al santuario de las luciérnagas. Nanacamilpa no solo es luciérnaga, no solo es magueyes. Nanacamilpa tiene tradiciones, cultura, ex haciendas. Tenemos seis ex haciendas, tres 22
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están como prestadores de servicios y asimismo rescatando los ranchos, las granjas, los restaurantes, los artesanos. Tenemos muchísimas cosas que hacer todavía por el bienestar del municipio y es algo muy bueno, porque es una derrama económica. Queremos que Nanacamilpa no solo sea un atractivo turístico de dos meses, [sino] que sea un atractivo turístico los 365 días del año, que tengamos algo que ofrecer. Estamos rescatando la tradición de Día de Muertos, que es algo muy importante. Otra tradición que representa al municipio es la danza de los moros; se les va a apoyar igual para que resalten y resalga el nombre de Nanacamilpa. Que el
nombre de Nanacamilpa sea grande y sea reconocido a nivel nacional e internacional. —Me gustaría preguntarle dos cosas, en materia de salario, ¿esta donación va exclusivamente en materia de salud? —Sí, exclusivamente. Una de mis propuestas de campaña fue eso, de que iba yo a donar el 50% de mi sueldo; se está donando al sector salud para abastecer nuestra farmacia municipal, pero no podemos dar el medicamente al 100% gratuito; depende el estatus económico de la ciudadanía, del paciente. De igual manera, el costo del medicamento que el ciudadano pida, porque lamentablemente es poco el recurso para poder abastecer a más de 20,000 habitantes. –La otra pregunta es el tema de las luciérnagas. ¿Cuáles son las acciones que toman, por que sin duda alguna Nanacamilpa se ha convertido en uno de los municipios más visitados con este atractivo? —En el último dato que tenemos, que fue antes de pandemia, en el 2019 recibieron en la administración anterior más de 123,000 habitantes una derrama económica de 48 millones de pesos. Nanacamilpa se posiciona en el estado dentro de los sesenta
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municipios como el número uno que recibe más turistas a nivel estatal y es algo muy preocupante, algo que me preocupa a mí como presidente municipal y como ciudadano, es seguir conservando las luciérnagas. ¿Por qué? Porque lamentablemente sabemos que estamos entrando en su hábitat. Ahora, por medio de Ecología y Medio Ambiente y de la Dirección de Turismo, estamos teniendo reuniones con prestadores de servicios para que tengamos un turismo responsable, que ellos mismos sean responsables y que sepan y tengan conocimiento de cuál es la capacidad de carga de los turistas que puedan recibir. De igual manera, vamos a trabajar en coordinación con turismo del estado, con protección civil del estado y con seguridad del estado. Cualquier prestador de servicios que no cuente con los requisitos necesarios, se tendrá que clausurar temporalmente. He tenido algunas pláticas con la gobernadora porque también está preocupada. Te platicaba yo hace unos meses, en temporada de luciérnagas con algunos prestadores de servicios que nos invitaron a sus recorridos, preguntaban cómo veían ellos a la luciérnaga, pues decían que desde que inició el avistamiento, de un 100%, se ve ahora apenas un 30%. Ha ido afectando bastante, tanto en los incendios forestales, como en el turismo descontrolado, turismo que
no es tan responsable y en la tala clandestina de árboles. Algo que también nos está afectando bastante es el gusano descortezador. Lamentablemente se tienen que derribar los árboles, pues es algo muy preocupante tanto como administración, como prestadores de servicios y ejidatarios como propietarios. —¿Cuál sería la diferencia de su administración con otras? —Hay muchas cosas que hacer. Dentro de las propuestas que hice en campaña se van a cumplir todas para que realmente se puedan llevar a cabo. Somos una administración totalmente diferente, somos una administración de resultados donde desde la honestidad es lo que me representa como un buen presidente. —¿Cuántas comunidades hay en Nanacamilpa? —Son cinco comunidades. General
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Domingo Arenas, más conocida como La Calera, Francisco I. Madero, Lira y Ortega, que lo conocen como La Estación, San Felipe Hidalgo y Tepuente. —¿Algo más que quiera agregar? —Solo agradecer a la ciudadanía. Estamos trabajando y tengo un gran compromiso con todos y cada uno de ellos. Nunca ha existido distinción alguna, yo estoy 24/7 en cualquier momento, en cualquier hora estoy para servir al ciudadano, siempre y cuando sean peticiones sanas, cuando sean peticiones para el bienestar del municipio en general. Los miércoles tengo atención ciudadana, donde atendemos desde las siete de la mañana a las siete de la noche y escuchar a los ciudadanos y darles solución a sus peticiones.
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INAUGURA
LORENA CUÉLLAR
el COMPLEJO DE ATENCIÓN ESPECIALIZADA EN SALUD Y BIENESTAR EN TEPETOMATITLÁN La gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros, inauguró el Complejo de Atención Especializada en Salud y Bienestar, localizado en San Matías Tepetomatitlán, municipio de Apetatitlán, que brindará atención médica especializada de primer nivel y de manera gratuita.
El inmueble integrado por las Unidades de Especialidades Médicas (Unemes) de Hemodiálisis y Cirugía Ambulatoria fue edificado en un área de 6 mil 753 metros cuadrados, contó con una inversión de 234 millones 880 mil 912 pesos, de los cuales 112 millones 967 mil 731 pesos se destinaron para su construcción y 121 millones 913 mil 181 pesos para equipamiento La Unidad de Hemodiálisis cuenta con 15 sillones, lo que permitirá realizar en promedio 13 mil sesiones al año, lo que beneficiará a las personas con este diagnóstico, especialmente a aquellas de escasos recursos económicos. La unidad de cirugía ambulatoria, que es la primera en su tipo en todo el país y habilitada por las dos más grandes compañías de tecnología en cirugía laparoscópica y endoscópica, tiene la capacidad de atender no solo a pacientes de Tlaxcala, sino también de estados vecinos como Puebla, Hidalgo, Veracruz y Oaxaca.
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Entre la filosofía y la literatura:
Anakaren Rojas Cuautle
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Por: Yazmín Zárate Hernández Foto: Federico Ríos Macías
a escritora y filósofa humantleca Anakaren Rojas Cuautle publicó en este año el cuarto libro de su trayectoria, Entre el cielo y el ruedo, ensayos sobre la esencia del pueblo huamantleco, como resultado de la convocatoria de producción editorial, emitida por el Instituto Tlaxcalteca de Cultura en 2020. Para la autora, las tradiciones de los lugareños tienen razón de ser porque desde tiempos precolombinos ha habido una profunda relación con la divinidad femenina. Y desde la Colonia, el tlaxcalteca adoptó el amor a los toros. Con una amplia trayectoria académica y proceso creativo, obtuvo en el 2019 el Premio Estatal de Ensayo “Emmanuel Carballo” con el libro Cómo bailar cumbias sin dejar de lucir intelectual. Se trata de una colección de siete ensayos en los que se abordan las cumbias, los memes, el futbol y la sororidad desde una perspectiva filosófica y humorística. Sostuvo que el arte es una posibilidad para conocer el mundo ante la contingencia sanitaria que vivimos. Los libros, la música, los conciertos en vivo (vía streaming), los congresos en línea sobre temas filosóficos y literarios, además de cursos a distancia, le permitieron olvidarse por un momento del caos en que estamos inmersos. El arte nos da un boleto de viaje a otras dimensiones y épocas en la historia de la humanidad, consideró la también docente. Los libros son su gran pasión, en especial los de filosofía; su formación en esta área le ha permitido tener un pensamiento crítico y analítico del contexto social y cultural. Cuestionarse siempre lo que escucha y observa, la llevó a escribir sus primeros ensayos.
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La escritora ama comer, en especial los platillos de la cocina mexicana; de hecho, desde hace unos meses cuenta con una sección en un periódico digital para recomendar la gastronomía de Huamantla: quesadillas, molotes, tacos, pozole, muéganos y todo lo que se prepara en un puestecito de la esquina o en un local más consolidado. Incursionar en las redes sociales a través de su cuenta en TikTok ha sido un reto; sostuvo que no es lo mismo hablar que grabarse frente a una cámara. El contenido que desarrolla en esta plataforma digital es sobre autores y temas diversos enfocados al conocimiento filosófico; le interesa promover la filosofía desde donde encuentre. En entrevista para la revista Momento, la también doctora en filosofía nos habló sobre su vida y obra, retos y alcances en la literatura. —¿Dónde naces y cuál es tu formación? —Nací en la ciudad del Huamantla el 16 de octubre de 1988. Estudié la carrera en filosofía en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. —¿Qué recuerdas de tu infancia? —Viví mi infancia en la casa de mi abuela materna; por ello es que (sic) fui una niña solitaria. De hecho, disfrutaba mucho la soledad. Me gustaba hacer pasteles de lodo o imaginaba que estaba en la escolta y ensayaba en todo el patio. Aunque cuando llegaban los primos me convertía en la que lideraba a todos. Era la consentida de los tíos. —¿Cuál fue tu primer libro? —El soldadito de plomo; me daba mucha tristeza su piernita mocha. Cada vez que llegaba a la parte del pescado (que se lo come) me ponía triste. Creo que ahí surgió mi desagrado a (sic) los pescados.
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—¿Cómo inicias tu gusto por la filosofía? —Fue en el bachillerato, gracias a mi profesor de filosofía Luis Pérez Cuautle. Él nos hizo leer textos de filósofos como Sartre, Camus, de Beauvoir. En sus clases nos hacía cuestionarnos cosas que yo ya me había preguntado desde mi niñez, así que mi interés creció. Cuando me di cuenta que existe una disciplina específica para cuestionarse todo dije: “Esto es lo mío”. Ni siquiera lo dudé. El problema no fue decidir qué estudiar, sino que mis padres lo aceptaran. Me costó un poco, pero al final se dieron cuenta que era lo que realmente amaba y me pagaron
la carrera. Ahora estoy en proceso de titulación en el doctorado en filosofía en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. —¿Cómo descubres tu gusto por la escritura creativa? —Eso llegó mucho tiempo después. Yo era una gran amante de la literatura, sin embargo, no creía que era algo que podía hacer. Mi escritura era muy estricta, súper formal: sujeto, verbo, predicado, sin florituras. La mayor parte de las evaluaciones en mi carrera fueron ensayos académicos, así que tenía que escribir todo el tiempo. Pero me exigía a mí misma ser clara y distinta.
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“En el 2008 la licenciatura en Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras convocó a un concurso de cuento, no sé muy bien por qué, pero me senté a escribir una historia y la metí al concurso. No tenía mucha fe. El día de la premiación llegó y casualmente pasé por ahí, me quedé para ver quién había ganado, insisto, no esperaba nada de mi cuento. Cuando anunciaron al ganador fue como el meme: ‘Ah caray, soy yo’”. “Empoderada por ese premio concursé en el Premio Estatal de Literatura en cuento; obviamente no gané y mi carrera de escritora se pausó. En el año 2013 había hecho un ensayo muy bonito de filosofía mexicana y decidí meterlo a concursar en el Premio Estatal de Ensayo, tampoco gané, o eso creí. No recibí la distinción, pero el ITC me dio algo más valioso. Realizaron un taller de ensayo con todos los que habíamos participado y ahí el tallerista señaló mis errores y me ayudó a entender la diferencia entre ensayo académico y literario. Un año después una amiga solicitó colaboradores para su medio digital, decidí poner en práctica lo que aprendí en el taller y desde ahí no he dejado de escribir. —¿A qué edad te adentras en la literatura de una manera más formal? —Pues el concurso de cuento fue en el 2008, tenía 20 años. Después comencé a escribir en el medio digital en 2014, tenía 26. Yo veo a muchos escritores tlaxcaltecas muy talentosos que comenzaron a escribir desde su adolescencia y me siento un poco mal porque yo empecé muy mayor. —¿Cuáles autores son tu influencia? —Definitivamente la tradición filosófica está presente en todas mis obras. Actualmente Simone Weil es la más importante para 27
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mí. Y en cuanto a literatura Conan Doyle; respecto a ensayo, que es el género en el que más me identifico, Monsiváis. —¿Qué es la filosofía para ti? —Es el arte de hacer preguntas, de cuestionarnos nuestra existencia y de dudar. Es una actividad que podemos y debemos realizar todos los seres humanos en cualquier momento de nuestra vida. —¿Crees en el destino? —Sí, [aunque] puede sonar paradójico, porque muchos filósofos nos han enseñado que lo único que tenemos es el aquí y el ahora, pero yo creo que nuestra estancia en esta vida no es gratuita. Hay ciertas lecciones que debemos aprender y que la vida se encarga de mostrárnoslas. —¿Tu estancia en otro país influyó en tu percepción de ver a México y en tu escritura? —Sí, definitivamente. Uno crece con la cultura y con las tradiciones que nos rodean y creemos que así es en todos lados. Cuando me fui a España me di cuenta de todo lo que hay de particular en nuestro país, y desde luego en mi Huamantla. Así que ahora lo valoro más. Respecto a la escritura muchas ideas de mis textos surgieron gracias a las pláticas que mantuve con amigos extranjeros, cómo ven ellos nuestras tradiciones. —¿Cuál es el tema recurrente en tu obra? —La difusión de la filosofía. Me siento como embajadora de esta disciplina; creo fervientemente en ella, en su poder sanador. Me parece que uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos hoy en día como humanidad es que aceptamos todo lo que nos dicen sin cuestionarlo ni un momento. Creemos en el político corrupto, en el artista 28
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abusador, en el novio traidor. Por eso es importante, como dice Descartes, dudar de todo por lo menos una vez en la vida. Quiero sembrar, a través de mis textos, la semilla de la duda en mis lectores. —Háblanos de tus libros. —Cuento con cuatro textos. El primero de ellos se publicó gracias al H. Ayuntamiento de Tlaxcala en el 2010; es una compilación de tres ensayos sobre el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, escribo con otros dos autores tlaxcaltecas. El segundo es mi tesis de licenciatura, que se publicó en el 2013, El camino hacia la distinción cartesiana de alma y cuerpo. El tercero es Cómo bailar
cumbias sin dejar de lucir intelectual, del 2020, y el último es Entre el cielo y el ruedo, ensayos sobre la esencia del pueblo huamantleco, que se publicó este año. Los últimos dos editados por el ITC. —¿Qué han significado los premios y reconocimientos que has obtenido? —El hecho de que ganes un premio no quiere decir que eres un excelente escritor. Si no lo ganas tampoco representa que seas un mal escritor. Para mí recibir un premio significa que el jurado calificador está en sintonía conmigo. Desde luego los disfruto muchísimo, son un gran aliciente, vienen acompañados de dinero, así que puedes comprarte algo bonito (para mí recibir dinero
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por escribir es una bendición) y lo mejor, hacen que tu obra se conozca. Para mí el premio que más atesoro es el primero, el de cuento. La primera vez que escribí, gané. Eso es súper inspirador. —¿Qué opinas de la literatura digital? —Me parece una excelente opción para difundir el quehacer literario. Hace poco vi el texto de Ficciones para llevar, de Salvador Armas, en
su formato digital y me encantó. Es una gran forma de llegar a los más jóvenes, de hacer que se interesen por la escritura y la literatura. Yo no disfruto tanto leer en formato digital, pero debemos admitir que este es el futuro no solo de la literatura. —Eres muy activa en redes sociales, incluso tienes una cuenta de TikTok, tus contenidos son informativos, ¿cómo te sientes en esta modalidad
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de comunicar? –Me es fácil hablar en público porque he sido docente por diez años, aunque frente a una cámara es más difícil. Al principio me costó mucho; escribir el guion, aprenderlo, grabar y editar. Era una tarea muy extenuante. Ahora me siento más cómoda frente a la cámara. Es algo que planeo seguir haciendo. —¿Qué es lo que más disfrutas de la vida? —Comer, leer y escribir. En ese orden. —¿Con cuál libro te identificas? —No es mi historia como tal, de hecho, está muy lejos de mis experiencias. Pero la obra que marcó mi vida, que es un antes y después, ya que me di cuenta del poder femenino, despertó en mí el deseo de vivir al máximo, de “que me pasaran cosas”, como dice la protagonista, es Arráncame la vida, de Ángeles Mistretta. He leído este libro cerca de ocho veces. Otro texto que me hizo replantearme todo fue Intimidad, de Sartre. La obra que sí siento que narra mi vida no es literaria, es musical, el “Danzón número 2”, de Arturo Márquez. —¿Para ti hay algún requisito o cualidad para ser escritora? —El más importante: la pasión por la escritura y, desde luego, la disciplina para escribir, así como la disponibilidad y humildad para aprender. También saber escuchar cuando te corrigen, es muy difícil, pero sin ello no puedes crecer. Hay
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que prepararse constantemente, leer mucho e ir a talleres. —¿Cuáles son tus pendientes como escritora? —Tengo muy, pero muy pendiente un texto sobre un personaje tlaxcalteca. Sueño por lo menos una vez a la semana con ese libro. Comencé a escribirlo hace dos meses, pero por mi actividad académica, interrumpí la redacción. Y está ahí esperándome e inquietándome. También quiero hacer una compilación de mis columnas Mujeres que saben latín; tengo pendiente un libro para adolescentes y niñas tlaxcaltecas contando la historia de mujeres mexicanas sobresalientes. Por último, estoy empezando a coquetear con la narrativa, así que ya tengo un plan de trabajo para una compilación de cuentos. —¿Cuál es tu reto en la vida? —No dejar de moverme. A veces la duda, el miedo, la ansiedad nos paralizan. Dejamos de hacer las cosas que nos gustan y nos olvidamos hasta de nosotros mismos. Aunque a veces estoy triste o me da miedo fracasar me he propuesto no dejar de escribir, de pensar, de grabar videos. Mi propósito es siempre estar en movimiento, aunque sea lento. —¿Qué buscas a través de tu trabajo creativo? —En primer lugar y lo más importante: divertirme. Si no me divierto cuando escribo, no estoy haciendo algo que valga la pena. Y por añadidura, que mis lectores se rían conmigo o de mí. Lo importante es que se rían un rato y olviden la pesadilla que estamos viviendo. —¿Cómo has vivido en pandemia? —Con mucho miedo, más que a mi contagio, al contagio de mis padres.
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Ver tantas esquelas es horrible, pensé que estaba en una pesadilla interminable y que en algún momento iban a aparecer las esquelas de mis familiares. Viendo el lado menos peor (sic) aprendí muchísimo gracias a los cursos del ITC, incluso entré a uno de poesía. También me dio la locura de pandemia y en lugar de raparme me inscribí nuevamente a la universidad y ahora estoy cursando derecho. —¿La contingencia sanitaria influyó en tu proceso creativo? —Sí, en el sentido de que me ins-
cribí a todos los cursos que abrió el ITC. Tuve contacto con grandes creadores y me ayudó a diseñar nuevos procesos creativos. —¿Habrá un antes y un después en el arte, después de la COVID-19? —Definitivamente. Si algo nos permitió sobrevivir al encierro fue (sic) el arte, las películas, los libros, la música, los conciertos en streaming. El arte nos permite viajar a otras épocas y dimensiones sin salir de casa; creo que es una lección que no debemos olvidar. Hay que invertir en arte.
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ARTÍCULO
Fomentando
la prosperidad en los niños
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Por: Psic. Cristina Figueroa.
s un placer seguir compartiendo contigo las ideas relacionadas con la prosperidad. En esta ocasión quiero decirte que la prosperidad es una forma de vida y, como tal, es importante también fomentarla en los niños, es decir, incluirla en los valores familiares. Recuerda que cada que se acerca el fin de año, entre nuestros deseos hacia otros les decimos “Próspero Año Nuevo”, y te pregunto: ¿sabemos exactamente lo que estamos diciendo y lo que estamos deseando a los demás? O son solamente frases aprendidas y establecidas socialmente. Significa que deseamos para los demás (y también para nosotros mismos), el ser mejores cada año, el ser más felices cada año y, por qué no, que en nuestra carrera profesional hayamos tenido más logros, que nuestro negocio haya crecido, que tengamos más amigos y que también nuestra economía esté mejor. Entonces… si deseamos prosperidad cada año… ¿no crees que es importante comenzar a fomentarla desde nuestros valores familiares? Y
qué mejor que con nuestros hijos, sin olvidarnos de nosotros, por supuesto, ya que no podemos enseñar lo que no sabemos y los hijos no van a imitar lo que no hacemos. Así que comparto contigo estas ideas que propone Inés Sarmiento en su libro Cómo facilitar el despertar financiero en los niños y niñas. 1. Cada vez que el (la) niño(a) reciba un juguete nuevo, enséñale cómo y dónde guardarlo, cómo limpiarlo si se ensucia, cómo utilizarlo adecuadamente, qué hacer para que el juguete le dure más y para mantenerlo en buen estado. 2. Enseñe al niño(a) a ahorrar diferentes cosas. Por ejemplo, el agua cerrando la llave cuando no la está usando, o la luz apagando el bombillo cuando sale del cuarto donde está, o el dinero utilizando una alcancía para echarlo allí, etcétera. 3. Enséñele al niño(a) a cuidar su cuerpo (comiendo y durmiendo bien), a mantener su habitación y su ropa ordenada, al igual que a colaborar para mantener limpia su casa. Por ejemplo, arrojando
la basura en el cesto y no en el piso, etcétera. 4. Muéstrele al niño un vaso lleno de agua hasta la mitad y cuéntele que algunas personas piensan que el vaso está medio lleno, y que otras personas piensan que está medio vacío. Pregunte al niño cómo está el vaso para él. Sin juzgar su respuesta, comente que cuando una persona dice que está medio vacío, se está centrando en lo que hace falta, en lo que no tiene, mientras que una persona que dice que el vaso está medio lleno, se está centrando en la cantidad de agua que todavía tiene, en lo que posee. Enséñele que las personas que se centran en lo que tienen, atraen más cosas para tener y más riqueza, mientras que quienes se centran en lo que no tienen, atraen que lo que tienen se les acabe y más pobreza.
Psicoterapeuta cognitivo-conductual psicologiaclinicaintegral@gmail.com Tel. 01 246 45 803 93
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