Revista momento octubre

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Octubre 2013 ENTREVISTA REPORTAJE

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Las batallas de un mural Yassir Zárate Méndez

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n México, la libertad es sumamente frágil. Estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, puede acarrear el encarcelamiento, al que también se puede llegar en caso de que alguien se convierta en el chivo expiatorio de funcionarios corruptos, que acusan a otros para salvarse a sí mismos o para mantener su madeja de negocios ilícitos. El sábado. 14 de septiembre de 2013. Es el fin de semana de las intensas lluvias que asolan a casi todo el país. Un suceso climático único en la historia de México, que, para no variar, acarrea funestas consecuencias para millones de personas. Pero esa es otra historia. La que aquí interesa tiene lugar en Apizaco, en el Anexo Femenil del Centro de Reinserción Social (CERESO), para ser más precisos, donde desde hace varios años la Compañía de Artes Vitaminas ofrece cursos y talleres a las internas, como el que aquí se reseña. Tras pasar una inspección de rutina, y luego de dejar llaves, teléfonos celulares y cualquier otro objeto considerado como potencialmente peligroso, es posible ingresar al penal. Es inevitable sentir tristeza y angustia. Nada es tan valioso y necesario como la libertad, aunque como muchas otras cosas, a veces no sabemos valorarla cuando las tenemos. Al Anexo hemos ingresado Arcelia Flores, directora de Vitaminas, y el artista gráfico y visual Enrique Pérez, uno de los colaboradores originales de Momento y también uno de los mejores grabadores de la historia del arte en Tlaxcala. El tercero es el autor de estas líneas. ¿A qué hemos ido? Ellos dos a continuar con el trabajo de un mural, que es auspiciado por Vitaminas, con recursos federales. El proyecto se ejecuta en tres diferentes sitios, uno de los cuales ocupa un trozo de la barda perimetral del Anexo Femenil, justo el que colinda con el CERESO para varones. A esta iniciativa se han incorporado varias internas, que dan parte de esta singular experiencia. En entrevista, Enrique Pérez precisa que la obra se titula Cacaxtla recargado, y se apoya en parte de la iconografía del mural de La batalla, que se encuentra en aquella zona arqueológica.

“La idea es tomar la simbología y descontextualizarla, para luego recolocar las imágenes con un sentido distinto”, precisa el artista. Pérez ha retomado a tres guerreros, pero los ha despojado de la violencia que los caracteriza en el mural prehispánico. “Fue preciso quitarles los elementos agresivos”, añade. En el proceso de metamorfosis, uno de los personajes incluso se ha convertido en una mujer o al menos en un ser andrógino. Otro, que en la pintura tiene sus propias vísceras en la mano, en la nueva versión porta un corazón. Otro cambio es la composición vertical. “La intención era la de realizar un mural horizontal, como el de Cacaxtla, pero las condiciones del penal obligaron a modificarlo”, apunta el artista, quien también innova en cuanto a los materiales empleados, destacando la losa y el vidrio reciclado. Y aquí es donde intervienen las internas del penal. Ana Laura Montero Ocampo, Fabiola Delgado y María Luisa Parra realizan parte del trabajo, bastante rudo por cierto, que incluye el uso de taladros, alijadoras y martillos, para atacar un muro que simboliza la reclusión. Las tres coinciden en la singularidad del proyecto, y en la energía que les transmite la colaboración. Socióloga de profesión, Ana Laura es la que ha tenido el mayor contacto previo con las expresiones artísticas. Integrante de un grupo de rock que interpretaba letras en náhuatl, ahora, cada semana, corta vidrios, limpia, corta, pega. Por el momento toma un curso de modelado en barro y otro más de papel reciclado, en el que elabora alebrijes. Más que verlo como una terapia, su apoyo en Cacaxtla recargado es una actividad vital. Se siente plena. El día que faltan o que no hay un curso, piensa “Y ahora qué hago”. Acusada de homicidio, denuncia que fue víctima de tortura por parte de tres policías ministeriales. Su experiencia la ha contado en el sitio http://analauramontero.blogspot.mx/. Sencillamente estrujante, que da un atisbo del kafkiano sistema de procuración e impartición de justicia que padece México. Fabiola es administradora de empresas turísticas, con un


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gusto especial por los idiomas, por su misma formación profesional, asegura. Con 29 años de edad, y acusada de fraude, considera que el trance que está viviendo es una prueba que le ha puesto la vida. Es una mujer fuerte, con la risa a flor de labios. Ocurrente y simpática, que ha propuesto varios nombres al mural, siempre en un tono jocoso. Pero también se considera fuerte.

–¿Qué le parece este proyecto? –se le pregunta. –Es una experiencia padrísima. Me encantan los días sábados, porque es cuando lo tengo más ocupado. Ha colgado vidrio, preparado cemento y junta para resanar. Una vez, al principio del trabajo, le tocó “picar” la barda para que se pudiera colocar la losa y el vidrio. Pero Fabiola, por la fuerza que aplicó, acabó rompiendo un martillo. “Me imaginé que tenía a alguien enfrente”, confiesa. Acepta que el trabajo en el mural lo ha usado “como terapia ocupacional. Me hace sentir importante, porque me hace sentir que me toman en cuenta. Siento como si estuviera en una escuela. Hay esperanza. Lo que representa el Sol es un

nuevo día. Como decimos aquí: ‘Es un día más, pero un día menos en este lugar’”. Para esta joven mujer, madre de tres hijos, que por los propios azares de la vida en reclusión casi no puede tener contacto con ellos, el arte “es una manera de expresar, de sacar lo que somos. Refleja una personalidad”. La energía que tiene la distribuye en otras tareas. Es la encargada de la biblioteca y del círculo de lectura, otra de sus pasiones. Precisa que su autor favorito es Pablo Neruda, “por cómo se expresa de la mujer”. María Luisa Parra acepta que nunca había participado en un proyecto similar. “Fue por asignación de la coordinadora, pero me encantó la idea. Siempre me ha gustado el arte”. Aunque María Luisa se ha enfocado más en la música y un poco menos a la pintura. Antes de esta experiencia hacía tarjetas, ahora coloca colorines y corta vidrio. “Para mí es como si me dieran el sábado día de libertad, porque el hecho de ver el mural, aunque como buena tlaxcalteca no conozco el sitio arqueológico. Es un momento de


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“Aun estando en este lugar somos personas sensibles” libertad, el ver expresar cosas insignificantes, como una botella de vidrio, y que podamos llevar nuestra imaginación plasmada en una pared y que quede por años, porque por lo que nos comentan esta pintura no se deteriora con el tiempo. Eso para mí es un orgullo”, asegura. Para María Luisa también es una oportunidad para demostrar que “aun estando en este lugar somos personas sensibles y que no somos como lo que la gente nos llega a catalogar. A lo mejor el encierro nos hace más sensibles y podemos plasmar esas ideas en algo así. Es muy importante contar con este tipo de actividades. Contamos con todo el tiempo del mundo. Y aparte, pues como el nombre lo dice, es un CERESO, nos ayuda a reincorporarnos a la sociedad. Me gustaría dedicarme a algo así, para enseñar a la gente, que todos tenemos sentimientos. Cuando se llega el sábado para mí es día de fiesta y de alegría. Y al ver que entran los profesores y empezamos a sacar las cosas, para mí es un momento de desestresarme, de plasmar algunas ideas, de salir de lo rutinario. María Luisa tiene cuatro años recluída, y aún se encuentra en proceso, acusada de homicidio. Hasta hace unos días no había contado con abogado. Ahora acaba de bajar de una enorme escalera, a la que se ha subido no para escapar del reclusorio, sino para darle libertad a la imaginación. Es un poco más de la una del sábado 14 de septiembre, un fin de semana que se ha pasado por agua. El trabajo del artista y sus ayudantes llega a su fin. Es hora de recoger las herramientas. Y de seguir con este camino azaroso que es la vida. M

Arcelia Flores, Coordinadora del proyecto y Presidenta de “Compañía de Artes Vitaminas A.C.” Ana Laura Montero, Luisa Parra, Fabiola Delgado y Gloria Lorena Miranda.

Maestro Enrique Pérez


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