CAPITULO III 3. EL FOLCLOR EN LA MÚSICA 3.1.
El ritmo y la melodía
La fase más antigua de la música corresponde al ritmo es decir, que en los orígenes de aquella fue primero el ritmo. La melodía apareció más tarde. Quizás el sonido resultante de palmotear con las manos o de golpear repetidamente un tronco hueco o de frotar dos objetos sólidos fueron, en el mundo del hombre primitivo, las primeras células rítmicas de que se valió para procurarse una satisfacción sonora. La melodía en cambio, iniciada elementalmente con el canto, necesitó de ciertos perfeccionamientos, como era la aparición o invento de tubos o cavidades, que al recibir aires a presión producían sonidos agradables, que poco a poco se fueron ordenando en un proceso armónico. Las tradiciones musicales se conservan esencialmente en estos dos aspectos y también, por consecuencia, en la forma como se ejecutan los instrumentos. Para que una pieza musical pueda ser calificada como folclórica, se requiere que tanto el ritmo como la melodía y los instrumentos encajen fielmente dentro de los usos o técnicas, gustos y costumbres tradicionales. Es frecuente que algunas personas llamen música folclórica a composiciones o arreglos de autores conocidos, en los cuales se respeta el ritmo y hasta la manera de ejecutar los instrumentos autóctonos, pero con variaciones inventadas en la melodía o la armonización. En este caso no podría hablarse de folclor, porque la obra no llena los requisitos de autenticidad para tener la categoría de tal. En muchas manifestaciones del folclor musical la voz humana, en forma de canto, dejo vocal o exclamación, va asociada al ritmo para acentuarlo o para acompañarlo y en otras ocasiones se hace cargo de la melodía. Pero de todas maneras, el uso de la misma debe corresponder a los modos vernáculos. Así mismo, los instrumentos musicales deben ser fabricados con los materiales y las técnicas que impone la tradición. Para entender mejor el origen de la música como arte, nos remitimos a las opiniones del musicólogo español Adolfo Salazar en su libro "La Música", refiriéndose a la prehistoria: "La música comienza en el momento en que el hombre se descubre a sí mismo como un instrumento de música". Desde que el hombre existe sobre el planeta ha sido capaz de producir con su propio cuerpo diferentes clases de sonido. Con el aparato respiratorio, pulmones, laringe, boca, emite sonidos que, en un principio inarticulados, pero siempre expresivos de una volición, terminarán por integrarse en módulos de cuyo conjunto y articulación saldrán diferentes formas de comunicación humana. Con sus manos y sus pies puede producir, además, sonidos percutidos; cuando choca una mano contra otra, cuando hace chasquear los dedos o cuando con la palma de la mano se golpea, alegre o colérico, en diversas partes del cuerpo. De hecho el hombre es un 46