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LA PARTIDA DE SOLCITO

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VENTANA CERRADA

VENTANA CERRADA

A mis nietos

Siempre pensé, que a los Jardines del Alba, con piletas de aguas celestes, llegaría volando suavemente con alas de tul fucsia en éxtasis de ensoñación profunda. Cogeré flores de piedad, de bondad, de perdones que deseché en la tierra.

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Ahora, muy cansada de tantos años a cuesta, quiero viajar en un ascensor invisible. Han de bajarlo los ángeles justo en el lugar de mi partida. Llevo más peso de culpas que no creía tener.

Robé niños a sus madres y los malcrié. Llevo un canasto cargado con cuentos infantiles que escribí para ellos, con todas sus gracias y sonrisas cuando me adueñé de ellos. Pasteles, golosinas, verduras, frutas para dejarlas caer a mis pequeños si tienen hambre, telas suaves para hacerles disfraces a Paulina, otras rojas y azules para el Hombre Araña que habitó en mi hogar. También llevaré madejas de lana con las que tejeré chalecos a los adolescentes rebeldes, llenos de amor, que se cruzaron en mi camino. Contrataré un pájaro libre, que vaya y venga. Así podré cargar con pilas al Topo Gigio. Si lo abrazan dice “Te quiero, te quiero” y ellos tendrán cariño.

HAMBRE, CARIÑO, FRIO, eso es lo que me preocupaba siempre de los NIÑOS, siento murmullos de alas. Es un ángel chiquitito quien anuncia —“Viene cruzando los cielos una loca gordita”. ¡Traen un inmenso cesto! ¿Podré mirarlo?

Se acerca San Pedro, abrazándome devuelve mis cestas a la tierra, de ofrenda me da una nube blanca, donde anidaré mi alma.

Soy etérea, soy etérea.

LA VIDA A Bastián

Quiero un poema que tenga la dulzura del amor, poblar mi imaginación en seres luminosos, buenos Cambiar el ritmo de las cosas una rabia amarga por manjares, frutas frescas.

Las desesperanzas en armonía cual violines al viento.

Noches de pesadillas oscuras. En días claros de alegrías.

Saltar a la inmensidad con poemas sin términos transformándolos en música arrancar del hogar confusa.

Marisol Rodríguez Lefebre

Volver a tomar una leche tibia esperando revoltijos de palabras duras dejaron nuestras bocas en pájaros buscando flores.

Amasar las tristezas. En pan caliente, con una taza de café esperando aquellas que partieron sin previo aviso.

Los destinos y los astros juntos marca rutas por montes caminos, mares. Es la vida nos toca a ti, a mi, a ellos.

No quiero que la palpes ahora aún eres un niño acércate quiero arrullarte antes que seas hombre.

UN AYER

Era la época en que dos cuerpos se unían en uno amándose.

Vinieron los hijos, no había salas cunas. Mamá, papá corrían tras ellos por sus travesuras, protegiéndolos.

Era la época del delantal blanco, con pliegues y un lazo en forma de mariposa en la espalda. Las cotonas sin botones, arrancados en sus juegos bruscos.

Era la época en que todo se hacía fácil. Nuestros cuerpos estaban llenos de juventud.

Era la época del almuerzo juntos. Todo se hablaba, penas y alegrías.

Era la época de los cuentos del Pirata Morgan, de bajar la fiebre con paños húmedos.

Era la época más feliz de la vida, jugar en los jardines llenos de flores, rodar en el Cerro Santa Lucía, en sus prados verdes.

Marisol Rodríguez Lefebre

Era la época en que se iban metiendo en nuestra cama, entrelazando sus piececitos por aquí y por allá, formando un nido de esperanza y amor.

Tus Padres.

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