Se dice que la paz no es sólo ausencia de guerra o de conflicto, sino la tranquilidad de todos en un orden justo. Esto supone un gran esfuerzo comunitario: edificar una sociedad movida por actitudes solidarias, en la que nadie quede excluido y donde se preste especial atención al más débil –niño, anciano, pobre, enfermo-, en defensa de su dignidad.
Pero también, la paz es fruto de muchas virtudes de cultivo personal: fortaleza, tolerancia, capacidad para escuchar al otro, sensibilidad ante el sufrimiento del prójimo hasta el punto de saber ponernos en su lugar si es preciso. Y no puede lograrse sin una educación que nos oriente y exija.
No es inútil tampoco lo que leamos, discutamos y escribamos sobre la paz. Alguien dirá:”No hay que hablar tanto, sino hacer”. Claro que hay que hacer, pero también es importante hablar. Por la palabra existen la reflexión común y el diálogo, imprescindibles para una convivencia armoniosa.
Debemos hablar, reflexionar, escribir. En ese sentido, est