“Animal que ríe”, se ha dicho que es el hombre. El único, sí, y tal vez sea verdad, si bien el canto de las gaviotas se parece un poco a la risa humana, y también existe una cierta sonrisa en nuestros hermanos los delfines, mamíferos juguetones si los hay, que nos acompañan desde los comienzos de la humanidad.
Claro está que la risa no es necesariamente sinónimo de alegría, salvo que se asocie positivamente al humor sano. Hasta el individuo menos sensible –cuando le toca ser destinatario-sabe distinguir entre la broma amable y caritativa, que distiende, y la burla torpe, que quizás provoque carcajadas, pero causa dolor. Y esto, pese a que en nuestra sociedad se multiplican las alegrías prefabricadas, que agrupan a las masas en gigantescos festejos sin sentido.
Alegría es mucho más que risa… aún cuando sea muy beneficioso reírnos bien. Es educarnos para saber ser delicados con los sentimientos de los demás. Es no colocar sobre los hombros del otro el peso de nuestros problemas emocion